La permanente enseñanza de Fidel es que sí se puede
Sin sacudirse el polvo del camino y después de rendir el más ferviente homenaje al Libertador Simón Bolívar, firmando por Cuba el convenio constitutivo de la Asociación de Estados del Caribe, preside nuestro acto, como es costumbre, el más preclaro hijo de Cuba en este siglo, aquel que nos demostró que sí se podía intentar la conquista del cuartel Moncada; que sí se podía convertir aquel revés en victoria; que sí se podía llegar a las costas ¡ de Cuba en el yate Granma; que sí se podía resistir al enemigo, al hambre, la lluvia y el frío, y organizar un ejército revolucionario en la Sierra Maestra tras la debacle de Alegría de Pío; que sí se podían abrir nuevos frentes guerrilleros en la provincia de Oriente con las columnas de Almeida y la nuestra; que sí se podía derrotar con 300 fusiles la ofensiva de más de 10 000 soldados; que sí se podía repetir la epopeya de Maceo y Gómez extendiendo, con las columnas del Che y Camilo, la lucha desde el oriente hasta el occidente de la isla; que sí se podía derrocar, con el respaldo de todo el pueblo, la tiranía batistiana apoyada por el imperialismo norteamericano.
Aquel que nos enseñó que sí se podía derrotar en 72 horas la invasión mercenaria de Playa Girón y proseguir al mismo tiempo la campaña para erradicar el analfabetismo en un año.
Que sí se podía proclamar el carácter socialista de la Revolución a 90 millas del imperio y cuando sus naves de guerra avanzaban hacia Cuba tras la brigada mercenaria.
Que sí se podía mantener con firmeza los principios irrenunciables de nuestra soberanía sin temer al chantaje nuclear de Estados Unidos en los días de la Crisis de Octubre de 1962.
Que sí se podía enviar ayuda solidaria a otros pueblos hermanos en lucha contra la opresión colonial, la agresión externa y el racismo.
Que sí se podía derrotar a los racistas sudafricanos, salvando la integridad territorial de Angola, forzando la independencia de Namibia y asestando un rudo golpe al régimen del apartheid.
Que sí se podía convertir a Cuba en una potencia médica, reducir la mortalidad infantil a la tasa más baja del Tercer Mundo y, a su vez, elevar considerablemente la esperanza de vida de nuestra población.
Que sí se podía transformar a Cuba en un gran polo científico, avanzar en los modernos y decisivos campos de la ingeniería genética y la biotecnología. Insertarnos en el coto cerrado del comercio internacional de fármacos, desarrollar el turismo pese al bloqueo norteamericano, construir pedraplenes en el mar para hacer de Cuba un archipiélago cada vez más atractivo, obteniendo de nuestras bellezas naturales un ingreso creciente de divisas.
Que sí se puede resistir, sobrevivir y desarrollarnos, sin renunciar a los principios ni a las conquistas del socialismo, en el mundo unipolar y de omnipotencia de las transnacionales que surgió después del derrumbe del campo socialista de Europa y de la desintegración de la Unión Soviética.
La permanente enseñanza de Fidel es que sí se puede, que el hombre es capaz de sobreponerse a las más duras condiciones si no desfallece su voluntad de vencer, hace una evaluación correcta de cada situación y no renuncia a sus justos y nobles principios.