Discursos e Intervenções

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la Plaza Sam Sharpe, Montego Bay, Jamaica, el día 29 de julio de 1998

Data: 

29/07/1998

Muy Honorable Percival Patterson, Primer Ministro de Jamaica;

Excelentísimo señor Alcalde de Montego Bay;

Autoridades nacionales y locales;

Queridos amigos:

Tengo un problema:  traigo un discurso, pero ustedes saben que estos discursos se escriben fríamente en un despacho; me informaron que iba a recibir las llaves de la Ciudad y que al final diría unas breves palabras, pero me he encontrado aquí un excepcional escenario de calor humano; temperatura fresca por la lluvia que cayó allá cuando salí y estaba cayendo aquí cuando llegaba, como un saludo de la naturaleza a este fraternal encuentro.  Mas no solo encuentro una enorme hospitalidad y calor, sino encuentro también un conceptuoso y profundo discurso de nuestro queridísimo hermano Primer Ministro de Jamaica (Aplausos), que realmente merecería respuestas más profundas que las que yo traigo aquí en este papel, pero no me queda otro remedio que pronunciarlo.

Los papeles no me gustan mucho cuando hablo; prefiero conversar con ustedes (Aplausos), pero comprendo que entre mis grandes limitaciones está la de no hablar perfectamente inglés.  Ahora siento que mis padres no me hayan enviado cuando tenía 6 ó 7 años a estudiar aquí a Jamaica a aprender inglés, porque el inglés se ha convertido en idioma universal.  A veces digo que una de las pocas cosas buenas que tuvo el colonialismo, si tuvo alguna, es habernos prestado el idioma inglés, que es un idioma claro, preciso, sintético y, además, según lo demostró Shakespeare hace tiempo, sirve no solo para la ciencia, sino también para la literatura e incluso la poesía. Aquel imperio se extendió por todo el mundo; después vinieron sus herederos y se extendieron más todavía por el mundo, de modo que hoy todo es en inglés: Naciones Unidas, reuniones internacionales, libros científicos y técnicos.  En fin, si la Biblia dice que en castigo a las ambiciones del hombre cuando quisieron construir una torre que llegara al cielo, un día apareció cada uno de ellos hablando un idioma diferente, yo llamo al inglés la anti-torre de Babel.  Y si ello es útil, pienso realmente que debemos confiscar el idioma inglés y recuperar parte del sudor, los sacrificios y del trabajo con que ayudamos a enriquecer a las que hoy constituyen grandes naciones industrializadas y ricas.

Nosotros también somos ricos, pero no en grandes índices económicos, no disfrutando de sociedades de consumo.  Somos ricos en nuestros sentimientos; somos ricos en nuestros corazones; somos ricos en nuestras ideas, en nuestras aspiraciones de justicia, en nuestros nobles sentimientos humanos (Aplausos), y esa es en definitiva la mayor de las riquezas de que puede disponer el hombre.  Y algún día tendremos no los recursos para despilfarrar, algún día tendremos lo necesario para vivir, para alimentarnos, para educarnos, para disfrutar de una buena salud, de una buena educación y de una gran cultura, como la que expresaron esos niños aquí en la tarde de hoy (Aplausos), y para que podamos sentirnos orgullosos de que una niña jamaicana en un concurso internacional de inglés haya ocupado uno de los primeros lugares en el país del mundo que más se habla inglés (Aplausos).

Es para mí un alto honor recibir las llaves de la ciudad de Montego Bay, la segunda capital jamaicana y uno de los principales centros turísticos del país y de todo el Caribe.

Nos parece ciertamente que aún estamos en Cuba.  Y es verdad (Aplausos).  Compartimos jamaicanos y cubanos no solo el mismo clima, hasta la corriente del famoso fenómeno de El Niño compartimos: muchas lluvias o muchas sequías, las mismas aguas caribeñas.  Esas están ahí, pero circulan por el mundo llevando calor allá donde hace mucho frío: la famosa corriente del Golfo, aunque nadie nos paga un solo centavo por nuestras aguas termales; compartimos  la misma condición insular, la misma mezcla de sangre africana, europea e india --india de las Américas e india de la India--,también el mismo temperamento amistoso y el mismo espíritu de rebeldía (Aplausos).

Y tal vez en ningún lugar de Jamaica esto es más palpable como en esta hermosa ciudad, la más cercana a nuestras costas y la más vinculada a nuestras luchas independentistas en el siglo pasado.  Las calles de esta ciudad y los campos de su región fueron caminados en labor redentora por nuestro Héroe Nacional, José Martí --varias veces aquí mencionado hoy--, por Antonio Maceo, uno de los más brillantes jefes militares de este hemisferio y por muchos otros de nuestros más insignes luchadores por la independencia.  También el Héroe Nacional de Jamaica, Sam Sharpe, protagonizó en Montego Bay el más grande alzamiento de esclavos en la historia de Jamaica.

Por toda esa rica historia, no era posible efectuar esta visita a Jamaica sin comenzar por Montego Bay (Aplausos).

Para nuestra delegación, además, visitar esta ciudad, nos permite conocer las experiencias de lo mucho que aquí se ha hecho por el desarrollo del turismo, industria vital para nuestros pueblos, que los países hermanos del Caribe nos empeñamos en desarrollar.

Nos complace saber que los vínculos de cooperación entre Cuba y Jamaica en la esfera del turismo tengan entre sus expresiones principales la aplicación del multidestino con Montego Bay y el entrenamiento que reciben en sus instalaciones nuestros trabajadores del turismo.  Esa colaboración es una muestra más de lo que juntos podemos hacer en beneficio del desarrollo de nuestras naciones.

Tenemos la mayor voluntad de continuar trabajando en la consolidación de esos vínculos y en el intercambio de experiencias, animados siempre en el espíritu, que el Primer Ministro Patterson comparte con nosotros, de que es la cooperación mutuamente ventajosa y no la competencia lo que debe guiar nuestras acciones en estas y otras esferas de relaciones (Aplausos).

Sin duda, la promoción de nexos de hermanamiento entre ciudades cubanas y jamaicanas sería una forma de profundizar esas relaciones.  Por las características de Montego Bay, como centro turístico de excelencia, pienso en su hermanamiento con nuestro principal balneario, Varadero, donde estamos haciendo un gran esfuerzo para desarrollar una infraestructura turística digna de la que podemos apreciar aquí.  Además del valor simbólico que tendría ese hermanamiento, no tengo la menor duda de que serviría para complementar las relaciones entre empresas que ya se han establecido en materia de inversiones jamaicanas en Varadero, en los negocios conjuntos y en el mejoramiento de las opciones de multidestino entre nuestros principales centros turísticos (Aplausos).

Es por ello que nos sentimos muy felices de estar hoy aquí y recibir este reconocimiento, que acepto con profunda emoción y gratitud en nombre del pueblo cubano (Aplausos), un pueblo que, como el de Jamaica, está empeñado en labrar el futuro que nuestras naciones necesitan y merecen.

El Primer Ministro Patterson nos habló del mundo en que estamos viviendo, nos habló de la globalización, una de las cuestiones más importantes y más decisivas de las que están ocurriendo en esta etapa de la historia humana.  Nuestra tarea es más difícil que nunca, y juntos tenemos que analizarla y enfrentarla.

A este problema en nuestro país dedicamos una parte importante del tiempo, porque necesitamos saber qué lugar vamos a ocupar en ese mundo globalizado, porque vemos las dificultades, vemos los olvidos y tenemos que luchar por nuestros pueblos, los pueblos del Caribe y los pueblos de todo el Tercer Mundo.

Nuestra fuerza unida no podrá ser ignorada, y ese futuro que queremos para esos niños, que queremos para nuestros jóvenes, que queremos para nuestros pueblos, no puede ser como aquel pasado de conquista y exterminio, como aquel pasado de esclavitud y de explotación.

Los que fuimos esclavizados y explotados durante siglos en el pasado, tenemos derecho a aspirar y a luchar por un mundo de justicia, de libertad y de paz en el siglo XXI (Aplausos).

Hacen falta hechos más que palabras.  Con bellas palabras no se puede engañar ya más a nuestros pueblos, no se les puede ignorar, no se les puede despreciar.  Aquí, ustedes son un ejemplo, con ese sentimiento de independencia, con ese espíritu de dignidad que emana por los poros de cada uno de ustedes.  Sí, eso fuimos:  esclavos ayer, y mañana seremos los forjadores del futuro (Aplausos).

No hay que ir a las metrópolis a aprender, vengamos aquí al seno de nuestros pueblos para conocer valores que nos honran, para conocer lo que es humanidad y para demostrar que aquellos que un día nos despreciaron y nos vieron incluso como seres inferiores, encontrarán todo el talento, todo el valor, todo el espíritu de lucha y de trabajo que nos harán acreedores no solo a medallas de oro en olimpiadas y competencias deportivas, que nos harán acreedores de muchas medallas de oro, como la de esa niña o como las que ganan estudiantes latinoamericanos, estudiantes de la India y estudiantes de China en las Olimpiadas de matemática, de física, de química, de ciencias, de literatura, de poesía, de música, de canto y de baile (Aplausos).

Ciertamente en ustedes y en pueblos como ustedes vemos el futuro de la humanidad.  Lo vemos y lo tendremos, porque sabremos conquistarlo, porque somos capaces de conquistarlo, porque tenemos talento y virtudes suficientes para conquistarlo.

Un día, fruto de nuestros esfuerzos,  se tendrá que llevar a cabo no solo el desarrollo de nuestros países, sino que tendrá que preservarse incluso la naturaleza, el espacio físico donde vive el hombre, destrozado por las sociedades de consumo, por aquellos que gastan el 80% de la energía mundial y contaminan los aires, los mares, los ríos, mientras el resto de la humanidad apenas consume un 20%, siendo la inmensa mayoría de los pobladores de la Tierra.

Somos ya 6 000 millones; dentro de 50 años seremos 10 000 millones, y 50 años hoy día es menos que el promedio de la vida de un hombre.  No tendrán todavía 60 años esos niños que cantaron y bailaron esta tarde,  y habrá 10 000 millones de habitantes en este planeta que necesitarán aire puro para respirar, agua potable para beber, alimentación, educación, salud, vivienda decorosa y empleos.  Y no será con el despilfarro de los recursos y con la destrucción de la naturaleza que alcanzaremos esos objetivos.

No albergo la menor duda, porque creo en el hombre, creo en la inteligencia del hombre, de que nuestros pueblos salvarán la naturaleza y salvarán a la humanidad, porque no padecemos los egoísmos, los vicios y los hábitos de las llamadas sociedades desarrolladas, materialmente desarrolladas, pero no por ello necesariamente espiritualmente desarrolladas.

Esa será nuestra tarea:  la de hombres como nuestro hermano Patterson.  Esa será la tarea de los estadistas del Tercer Mundo.  Esa será la tarea de los caribeños que, como hemos dicho en más de una ocasión, se caracterizan por su preparación, por su sentido de responsabilidad, por su capacidad de administración y de dirección.

Como conozco un poco el mundo, en muchas ocasiones, conversando con dirigentes políticos de otras regiones, he dicho:  Observen a los caribeños, ese conjunto de países de pequeña extensión, qué preparación, qué cultura, qué capacidad de administrar con eficiencia y dirigir a sus pueblos.

Puedo asegurarles que ninguna tarea es tan difícil como la que tienen los líderes caribeños por delante, cuando la extensión es pequeña, cuando las comunicaciones navales se hacen muy difíciles, cuando las comunicaciones aéreas son complicadas y poco frecuentes, cuando no pueden construirse carreteras que los unan unos a otros, cuando no pueden conectar sus redes eléctricas, cuando la necesidad de sobrevivir nos obliga a unirnos.

Por eso es tan alto el sentido de la unidad que tienen los países caribeños.  Y por eso nos sentimos tan honrados de ser vecinos de estos países y de estos pueblos (Aplausos).  ¡Y por eso nos sentimos algo más que vecinos: nos sentimos hermanos!

¡Juntos lucharemos y juntos avanzaremos! (Aplausos.)

No me corresponde a mí hablar de ciertas cualidades de nuestro pueblo, ya lo hizo el Primer Ministro Patterson.  Pero una de sus características, de la cual nos sentimos orgullosos, es su desinterés, su sentido de solidaridad, su capacidad de apoyar a los demás países, sin que haya interés alguno detrás de nuestra amistad y detrás de nuestra solidaridad  --si no, que lo digan los pueblos de Africa--, no van detrás de inversiones, no van detrás de intereses económicos. Solo consideramos legítimos aquellos que son comunes y que benefician a todos los pueblos.

Cuba está ahí, muy cerca, sufriendo, como ustedes y como las demás islas del Caribe, ciclones, sequías, catástrofes naturales, cuando un ciclón pasa por Jamaica barre a toda Jamaica, y cuando pasa por cualquier otra pequeña isla del Caribe barre con todo: viviendas, árboles, plantaciones de bananos, etcétera.  Contra esos fenómenos naturales tenemos también que luchar.

Y es por ello que con tanta sinceridad y con tanta seriedad defendemos los intereses de los pueblos del Caribe y de otros pueblos similares a los del Caribe.

Ahí tienen a Cuba.  Algunos avances en algunos terrenos hemos alcanzado: en el campo de las ciencias luchamos, en el campo de la enseñanza superior luchamos, en el campo de la salud luchamos.  Hemos obtenido determinados logros.  Allá están nuestras universidades y nuestros centros científicos a la disposición de ustedes, y ojalá que no se hable de cientos de profesionales caribeños que estudiaron en Cuba, sino de miles de jóvenes hermanos del Caribe.

Eso lo conocen los dirigentes del Caribe, que esas posibilidades están a su alcance, y que en la lucha por el desarrollo económico estaremos unidos, en la lucha por el desarrollo económico  --una vez más lo decimos--  estaremos compartiendo el esfuerzo con ustedes,  sin ningún tipo de chovinismo, sin ningún tipo de mezquinos intereses nacionales estrechos.  Somos patriotas, pero somos también internacionalistas.

¡Gracias, hermanos de Montego Bay, por el calor, la amistad y la hospitalidad con que nos han recibido! (Aplausos.)

¡Viva Jamaica!

¡Viva el Caribe!

¡Vivan todos los pueblos del Tercer Mundo!

¡Y viva, no lo olvidemos nunca, Montego Bay!

¡Gracias! ¡Muchas gracias! (Aplausos.)

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