Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la Tribuna Abierta en conmemoración del aniversario 47 del asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, en la Plaza Provisional de la Revolución en Pinar del Río, el 5 de agosto del 2000
Data:
Pinareños;
Compatriotas de toda Cuba;
Distinguidos invitados:
El vecino imperio vive tiempos electorales. Ya se sabe quiénes son los candidatos a la presidencia del gobierno de Estados Unidos, nuestro porfiado, prepotente y soberbio adversario. En la dura y prolongada lucha por la devolución del niño secuestrado, pudimos conocer a todos los aspirantes a ese codiciado cargo. No hubo uno solo que por elemental decencia y sentido de la justicia apoyase los derechos del niño y su padre. Buscando desesperadamente los magros votos de la mafia anexionista cubano-americana, y en especial sus abundantes fondos, apoyaban a los secuestradores o exhortaban cínicamente a la deserción del padre, un humilde, honesto e insobornable trabajador cubano.
En ese país, donde en determinadas circunstancias históricas hubo candidatos con las profundas convicciones de Lincoln, la sabiduría de un estadista como Roosevelt en tiempos realmente difíciles para su país y el mundo, o la ética nacida de sinceras convicciones religiosas de un hombre como Carter —digno tal vez de mejor suerte frente a la galopante inflación derivada de la guerra aventurera de Vietnam y la crisis energética—, surgieron personalidades que despertaron gran interés dentro y fuera de Estados Unidos. Pero nunca tal vez, en tiempos tan complejos y caóticos como los que vive hoy la humanidad, se enfrentaron dos candidatos tan aburridos e insípidos, carentes de aval histórico y de criterios y principios sólidos, como los que hoy compiten por el mando de la superpotencia hegemónica en un mundo unipolar y globalizado. No poseen siquiera la inquietud sincera por determinados problemas sociales, la sagacidad intelectual y la cultura personal de Clinton, pese a las vacilaciones y errores de éste.
Cualquiera de ellos que alcance la presidencia manejará mortíferas armas y tendrá en sus manos el maletín nuclear, y mucho más que un emperador de la antigua Roma, será dueño de la guerra y de la paz en el mundo.
Cuando en Estados Unidos uno de los candidatos logra el control mayoritario de los delegados de una de las dos grandes fracciones del sistema político dominante en ese país, en el que suelen invertir cientos de millones de dólares, se inicia el proceso final de la contienda.
Primero está el rito de encontrar a un Vicepresidente. Lo escoge, por supuesto, el candidato, ajustado a conveniencias y tácticas absolutamente electorales. Viene después la pomposa ceremonia de postulación presidencial, y nada menos que un supuesto programa de gobierno que no tiene siquiera valor alguno como mandato o norma de conducta ética o política; por lo general es un simple compendio de estados anímicos, intereses de grupos, componendas, poses y frases destinadas a endulzar los oídos de uno u otro sector electoral, en medio de una feroz pugna en la que cada cual quiere mitigar imputaciones de excesivamente liberales o conservadores que ambas fracciones se lanzan entre sí. Nadie espere sinceridad, sentido de responsabilidad con el país o con el mundo, o expresión alguna de conocimientos profundos, verdadera cultura política y conciencia de los graves problemas que enfrenta la humanidad.
Ahora acaba de concluir la llamada Convención Republicana, nada menos que en Filadelfia, que fue sede de la famosa Declaración de Independencia de 1776. Realmente aquellos dueños de esclavos que se rebelaron contra el colonialismo británico, si bien no abolieron el oprobioso sistema esclavista que se mantuvo aún durante casi un siglo —y la discriminación racial tiene todavía profundas raíces en la sociedad norteamericana—, eran al fin y al cabo portadores de muchas de las ideas políticas más avanzadas de aquellos tiempos.
La Convención Republicana, que acaba de reunirse en Filadelfia bajo la dirección de su ilustre candidato, a pesar de que la mera idea de crear un escudo antimisil rompiendo acuerdos internacionales de gran trascendencia conmovió recientemente a la opinión mundial, lo primero que hizo fue anunciar el propósito de llevar a cabo un considerable aumento del presupuesto de las Fuerzas Armadas con destino a investigaciones militares, su desarrollo, y la construcción de un escudo antimisiles que cubra toda la nación, con una red de radares que podría detectar misiles enemigos en ruta hacia el territorio de Estados Unidos y derribarlos en pleno vuelo.
Los que así opinan no son capaces de comprender que esa política conduciría a un rechazo internacional total, incluido el de Europa, y atraería como un imán a todos los amenazados por una estrategia que los dejaría desarmados ante Estados Unidos. Una nueva, peligrosa y costosísima carrera armamentista se desataría de inmediato, y nada podría impedir la proliferación nuclear y de otras armas de destrucción masiva.
Los autores del proyecto conocen bien que algo más de la mitad de los norteamericanos, todavía confundidos y no suficientemente informados sobre el complejo problema, creen que tal solución es la que más conviene a los intereses de seguridad y paz del país. El candidato republicano con esa posición extrema, opuesta a cualquier propuesta más sensata y razonable por parte de su oponente, sería presentado ante el electorado como el hombre fuerte, previsor y duro que Estados Unidos necesita frente a todo peligro imaginario o real. Esa es la buena nueva que obsequiaron a todos los habitantes del Planeta desde Filadelfia.
¿Qué ofrece en particular para América Latina y el Caribe el flamante programa? Hay una frase que lo dice todo: "El próximo siglo estadounidense debe incluir a toda América Latina." Esa simple línea no significa otra cosa que la proclamación del derecho de posesión sobre América Latina y el Caribe.
De inmediato se añade: "En coordinación con el Congreso, (el Presidente) trabajará con democracias claves de la región, como Argentina, Brasil, Chile y sobre todo México." No aclaran si gobiernos tipo Pinochet, o Juntas Militares como las que en Argentina desaparecieron a decenas de miles de personas tras una serie de golpes de estado que fueron promovidos por anteriores gobiernos republicanos, y con cuyos regímenes brutalmente represivos cooperaron estrechamente, estarán incluidos en el siglo estadounidense de que hablan.
Llama la atención la frase "y sobre todo México", país al que arrebataron ya la mitad de su territorio en una guerra expansionista e injustificable. Es evidente la clara idea de implementar primero la anexión económica y la subordinación política total de ese país a Estados Unidos, y hacer lo mismo más adelante con el resto de los países de nuestra región imponiéndoles un Tratado de Libre Comercio fundamentalmente favorable a los intereses norteamericanos, del que no escaparía ni un pequeño islote del Caribe. Desde luego: libre circulación de capitales y mercancías, ¡nunca de personas! Estados Unidos no se puede llenar de indios, negros ni mestizos. Tampoco de latinoamericanos blancos, porque no son de pura sangre aria y ninguno escapa de la sospecha de ser portador de genes extraviados que pertenezcan al genoma de otra raza humana. Ni el Ku-Klux Klan ni otros fervientes y crecientes admiradores de la cruz gamada lo permitirían.
Como es de suponer, en el leonino programa de Filadelfia, según los cables, a Cuba le correspondió una parte sustancial del apartado sobre Latinoamérica: "Nuestras relaciones económicas y políticas cambiarán cuando el régimen cubano libere a todos los prisioneros políticos, legalice las protestas pacíficas, permita la oposición política, la libre expresión y se comprometa a elecciones democráticas." Para los autores de este demagógico engendro, libertad y democracia es lo que se practica en un sistema caduco y corrupto en que sólo el dinero decide y elige, y en el que un candidato a la presidencia llega a serlo, de forma relampagueante, como heredero de un trono vacante, únicamente explicable por la poderosa influencia del padre y por contar con donaciones millonarias de quienes esperan grandes privilegios del nuevo gobernante, algo que está a muchos años luz de lo que soñaban los que fundaron ese país hace más de 2 siglos.
Otro cable informa: "El programa, aparte del apoyo activo a los enemigos de la Revolución, incluye la transmisión de programas informativos desde Estados Unidos hacia el país caribeño". Es decir, se proponen continuar con la inmundicia que propalan las estaciones subversivas contra Cuba desde territorio de Estados Unidos; continuará el ultraje de seguir usando en las emisiones oficiales del gobierno de Estados Unidos el nombre glorioso y sagrado para nuestro pueblo de José Martí.
Los cables señalan textualmente que "los miembros de la delegación de Florida dijeron en rueda de prensa que el lenguaje final de la declaración fue resultado del trabajo de los representantes del Estado del principal enclave del voto de los estadounidenses de origen cubano en Estados Unidos, que es mayoritariamente republicano."
En conferencia de prensa, el histérico Díaz Balart chilló eufórico: "Este es un lenguaje sin precedentes. Nunca antes el Partido Republicano había hecho un compromiso tan amplio". No pueden olvidar la colosal y aplastante derrota que la mafia cubano-americana acaba de recibir y de la cual no podrá volver a recuperarse nunca.
Por su parte, Ileana Ros, la loba feroz que envolvió a Elián en la bandera de las barras y las estrellas, declaró alborozada que los republicanos son "el Partido que promueve la democracia". ¡Mentira! ¡Pura y desvergonzada mentira! Hay republicanos que promueven hasta el fascismo, pero hay muchos republicanos que son personas decentes y no comparten ni apoyan esa "democracia" de extrema derecha, de terroristas y violadores de la ley en la que cree la mencionada dama, y que son capaces de secuestrar, atormentar y explotar políticamente durante muchos meses a un niño inocente de 6 años de edad.
Un cable procedente de Filadelfia del 31 de julio comunicó que la plataforma del Partido Republicano sostuvo que "Estados Unidos, bajo la presidencia de George Bush, debe reforzar la política hacia Cuba con el apoyo activo a los disidentes en la Isla." Y continúa después: "Aunque el documento mantiene básicamente la misma política, deja en claro su abierto apoyo a los opositores de Fidel Castro." ¡Muy bien, excelente! No hará falta alguna probar lo que todo el mundo conoce en nuestro país: el mercenarismo y el carácter traicionero de los exiguos grupúsculos que en nuestra patria trabajan a sueldo del imperio. Para nada toman en cuenta sus torpes amos que éstos, después de siete meses de incesante batallar del pueblo cubano contra los hechos repugnantes de la mafia anexionista y la extrema derecha de Estados Unidos, han quedado como peces en una piscina vacía.
"La política de Estados Unidos hacia Cuba debe estar basada en principios sólidos", sostuvo el texto que alude a Cuba en el capítulo titulado Vecindario de las Américas. ¡Hay que tener cara dura para llamar principios sólidos a los gases que emanan de la pestilente cloaca que es la mafia terrorista y mercenaria de Miami!
Para culminar la montaña de basura contenida en la plataforma republicana, se afirma finalmente: "Los republicanos creen que los Estados Unidos deben adherirse a los principios establecidos por la Ley de Ajuste Cubano de 1966, la cual reconoce los derechos de los refugiados cubanos que escapan de la tiranía comunista." ¡Excelente! No habrá que explicar mucho más a los cubanos las razones del Juramento de Baraguá y la necesidad de proseguir, sin tregua ni descanso, nuestra lucha contra la política cavernaria que se reitera contra Cuba.
Del prestigio de la política imperial no quedará ni polvo. Denunciaremos y demoleremos sistemáticamente, una a una, su hipocresía y sus mentiras. Es evidente que no tienen siquiera idea de la clase de pueblo que se ha forjado en estos cuarenta años de Revolución.
Nuestro mensaje llegará a todos los rincones de la Tierra, y nuestra lucha será ejemplo. El mundo, cada vez más y más ingobernable, luchará hasta que el hegemonismo y el avasallamiento de los pueblos sean totalmente insostenibles.
Ninguno de los jefes del imperio que resulte electo debe ignorar que Cuba exige el cese total de la Ley asesina de Ajuste Cubano y de las criminales legislaciones que llevan los tristemente célebres nombres de Torricelli y Helms-Burton, del bloqueo genocida y la guerra económica; que sus autores, promotores y ejecutores son reos del delito de genocidio definido y sancionado por los tratados internacionales suscritos por Estados Unidos y Cuba; que en este caso, como país víctima, sus tribunales tienen jurisdicción sobre los hechos.
No deben olvidar que, aun sin haberse establecido demandas de indemnización por daño moral, que pueden ser cuantiosas, el gobierno de Estados Unidos adeuda ya más de 300 mil millones de dólares al pueblo cubano por daños humanos ocasionados con su invasión mercenaria de Playa Girón, su guerra sucia y otros muchos crímenes, y por los efectos económicos del bloqueo, conforme a sentencias firmes, establecidas de forma absolutamente legal, mediante procedimientos judiciales en los que por soberbia y cobardía moral de las autoridades de Estados Unidos no se dignaron siquiera enviar a quienes debían representarlas en el proceso.
Tampoco deben hacerse ilusiones sobre la posición de Cuba si algún día las relaciones de Estados Unidos con nuestro país llegasen a ser tan normales como las que hoy existen con otros países socialistas como China y Vietnam. No guardaremos silencio ante ningún crimen, agresión o injusticia que se cometa contra los pueblos. Nuestra batalla de ideas no cesará mientras exista el sistema imperialista, hegemónico y unipolar, convertido en azote para la humanidad y amenaza mortal para la supervivencia de nuestra especie.
Es creciente el número de millones de norteamericanos que toman conciencia de los horrores del orden económico y político impuesto al mundo. Ya los que hasta hoy manejaban a su antojo los destinos humanos, no pueden reunirse en Seattle o en Washington para las sucias políticas de la OMC o el Fondo Monetario Internacional, porque un número creciente de miles y decenas de miles de norteamericanos rodean la sede de los encuentros, a los cuales reprimen de forma brutal con métodos de violencia y odio que recuerdan las represiones de las tropas de asalto hitlerianas o la brutal policía de Pinochet.
La Revolución Cubana no sólo confía en la integridad moral y la cultura patriótica y revolucionaria de su pueblo y en el instinto de conservación de la especie humana, amenazada en su propia supervivencia; cree y confía también en el idealismo tradicional del pueblo norteamericano, al que sólo pueden conducir a guerras injustas y agresiones bochornosas sobre la base de groseros engaños. Cuando la demagogia y la mentira hayan sido derrotadas, el mundo tendrá en los propios ciudadanos de Estados Unidos excelentes aliados, como sucedió a raíz de aquella repugnante guerra que costó la vida de millones de vietnamitas y de más de 50 mil jóvenes norteamericanos, o como acaba de suceder con su noble apoyo a un niño y a una familia cubana, víctimas de brutal crimen por parte de una banda de malhechores que, habiéndose acogido a la hospitalidad de ese país, arrastrados por el odio y la frustración, terminaron pisoteando y quemando la bandera de Estados Unidos —algo que jamás ocurrió en Cuba revolucionaria a pesar del bloqueo y los crímenes cometidos por los gobiernos de ese país contra nuestro pueblo.
Los cambios en la política del gobierno de Estados Unidos con relación a Cuba tienen que ser unilaterales, porque el bloqueo y la guerra económica contra Cuba por parte de los que dirigen ese país son unilaterales.
Compatriotas:
Pinar del Río fue hasta el triunfo de la Revolución la provincia más pobre de Cuba. Sus tierras eran propiedad de grandes latifundistas. En ninguna otra provincia de nuestro país aparceros y arrendatarios pagaban cifras tan altas por su uso. Muchos debían entregar como mínimo el 30 por ciento de sus cosechas. Era conocida como la Cenicienta de Cuba. Como ya les conté una vez, años después del triunfo revolucionario, un estudiante de Medicina me dijo: "Ya no es la Cenicienta; ya es la princesa."
De 16 unidades asistenciales mal atendidas, que compartían la asistencia médica con un centenar de consultas privadas, pasó a 125.
De 248 médicos, 25 estomatólogos y 50 enfermeros y auxiliares, pasó a 3.473 médicos, 569 estomatólogos y 5.702 enfermeros y auxiliares, que prestan servicios gratuitos a toda la población.
De 60,5 niños fallecidos por cada mil nacidos vivos pasó a 6,5, cifra inferior a la de Estados Unidos.
De 53 años, la esperanza de vida pasó a 76,5.
De 30 por ciento de analfabetismo en mayores de 10 años pasó prácticamente a cero.
De un promedio de dos grados de escolaridad pasó a nueve.
De 1.710 maestros y profesores pasó a 18.816.
De un presupuesto para la educación de 5 ó 6 millones pasó a 113 millones.
De 33 mujeres con título universitario pasó a 22.940.
De 541 profesionales universitarios pasó a 46.500.
De 25 instituciones culturales pasó a 171.
De 42 instalaciones deportivas pasó a 604.
El desempleo se redujo de 30% al 4%.
Me he limitado sólo a unos pocos datos en aspectos sociales muy importantes para la vida del ser humano: salud, educación, cultura, deporte, empleo.
Sus facultades universitarias, sus instituciones científicas con más de 200 Doctores y Masters en Ciencias, sus unidades hospitalarias, recreativas, deportivas y de protección de ancianos, y la total seguridad social de sus ciudadanos, han transformado la faz humana de la que fuera la Cenicienta de Cuba. Esto ha ocurrido igualmente en todo el país, desde la Punta de Maisí hasta el Cabo de San Antonio. Ninguna población del mundo ha logrado tales avances en tan breve tiempo y en medio de constantes agresiones, el bloqueo y la guerra económica que nos han impuesto.
Ningún asesinato político, ninguna ejecución extrajudicial, ni un solo desaparecido, ni una sola persona torturada —hechos que tienen lugar en muchas partes del mundo, incluido Estados Unidos— han tenido lugar jamás en Cuba a lo largo de 41 años de Revolución. Eso lo saben todos nuestros compatriotas, hasta los niños de preescolar.
Casi la mitad de nuestro Parlamento está constituida por delegados de circunscripción propuestos y electos por los vecinos, sin intervención alguna del Partido. La totalidad de los miembros de ese órgano supremo del Estado es postulada por las asambleas municipales, integradas en cada municipio por sus respectivos delegados de circunscripción. Todos los miembros de nuestro Parlamento, que a su vez elige al Poder Ejecutivo y al Poder Judicial de la nación, deben ser electos, sin excepción alguna, con cifras superiores al 50 por ciento de los que ejercen el derecho al sufragio en votación secreta y directa. Ni un solo fusil custodia los colegios electorales; son nuestros pioneros quienes cuidan las urnas con igual eficiencia con la que han cuidado la Oficina de Intereses de Estados Unidos en tribunas abiertas y grandes marchas combatientes en las proximidades de sus edificaciones, sin que un solo cristal haya sido jamás roto.
Pues bien: a todo cuanto he mencionado el imperialismo llama violación de los derechos humanos. Por ello, el país que tal proeza humana llevó a cabo es bloqueado, hostilizado y agredido de mil diversas formas. Por haber alcanzado tan altos logros somos hoy el único Estado del mundo sometido a tan feroz acoso por el gobierno de Estados Unidos, que es a su vez la única y la más rica y poderosa superpotencia que existe en el mundo.
Cuán vanas son las ilusiones que se hacen los que acaban de proclamar la continuidad de la cínica y criminal política que describí al comienzo de mis palabras.
Desde aquí, desde esta provincia donde el Titán de Bronce culminó en Mantua su colosal hazaña de la invasión que iniciara en los Mangos de Baraguá, les respondemos: ¡Necios! ¿No comprenden que Cuba es inexpugnable, que su Revolución es indestructible, que su pueblo no se rendirá ni se doblegará jamás? ¿No se percatan de que las raíces de nuestro patriotismo y nuestro internacionalismo están tan arraigadas en nuestras mentes y nuestros corazones como los imponentes mogotes pinareños de roca ígnea lo están en las entrañas volcánicas de esta parte de una isla que se llama Cuba, rodeada hoy por la aureola de haber resistido invicta casi 42 años de bloqueo y agresión por parte de la potencia más poderosa que ha existido jamás?
Nos defiende la fuerza de nuestro prestigio y nuestro ejemplo, el acero indestructible de la justicia de nuestra causa, el fuego inapagable de nuestra verdad y nuestra moral, la doble e inexpugnable trinchera de piedra y de ideas que hemos erigido.
Por ello, señor Bush, si llega a convertirse en jefe de lo que ya no es ni puede llamarse república sino imperio, con espíritu de sincero adversario le sugiero que recapacite, deje a un lado la euforia y las calenturas de su Convención, y no corra el riesgo de convertirse en el décimo Presidente que pasa de largo contemplando con amargura estéril e innecesaria una Revolución en Cuba que no se doblega ni se rinde ni puede ser destruida.
Sé muy bien lo que usted en momentos de irreflexión ha dicho a sus íntimos e indiscretos amiguitos de la mafia cubano-americana: que el problema de Cuba usted lo puede resolver muy fácilmente, en clara referencia a los métodos de la época siniestra en que la Agencia Central de Inteligencia era utilizada directamente en planes de asesinato contra los dirigentes de nuestro país. Por no compartir esa concepción tan estrecha del papel de los individuos en la historia, lo exhorto a no olvidar que por cada uno de los jefes revolucionarios que usted decidiera eliminar por esa vía, hay en Cuba millones de hombres y mujeres capaces de ocupar su puesto, y todos juntos son muchos más que los que usted pueda eliminar y los que su inmenso poder político, económico y militar pueda vencer.
Pinareños, acreedores al merecido honor de ser sede para la conmemoración del 47 Aniversario del 26 de Julio:
Frente al cínico programa de Filadelfia, renovemos una vez más lo que juramos en Baraguá:
"¡La Ley de Ajuste Cubano debe cesar!
"¡La Ley Helms-Burton debe cesar!
"¡La Ley Torricelli debe cesar!
"¡Las enmiendas introducidas de contrabando en muchas leyes del Congreso de Estados Unidos para agravar los sufrimientos de nuestro pueblo, deben cesar!
"¡El bloqueo en su conjunto y la criminal guerra económica contra Cuba deben cesar!
"¡Las amenazas, las campañas subversivas, los planes de desestabilización deben cesar!
"¡Y a su debido tiempo, ya que no constituye objetivo prioritario en este instante aunque sí justísimo e irrenunciable derecho de nuestro pueblo, el territorio ilegalmente ocupado de Guantánamo debe ser devuelto a Cuba!"
¡Y todo ello sin condición alguna!
Pinareños: ¡Felicidades!
Compatriotas de toda Cuba:
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!