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Crisis de octubre: Estallido. Semana crítica

Fecha: 

21/10/2012

Fuente: 

Periódico Trabajadores
“¡Alarma de combate! La nación en    pie de guerra. Ordena el Primer Ministro    Fidel Castro ante el peligro de    la agresión dispuesta por Kennedy”.    Eran titulares de primera plana del    periódico Revolución. La Crisis de    Octubre había estallado. Del 22 al 28,    Cuba y el mundo vivirían días de extremo    peligro. Sobre ello dialogamos    con el Doctor en Ciencias Históricas  Tomás Diez Acosta.    

Cuando a las siete de la noche del    22 de octubre de 1962, el presidente    John F. Kennedy anunció al mundo la    “cuarentena” que le sería aplicada a    Cuba —que no era más que una manera    eufemística de nombrar el bloqueo    naval— estalló la crisis que se estaba    gestando desde hacía meses. ¿Cuál    fue la reacción del Gobierno Revolucionario    de Cuba?    

Desde antes se habían estado    reforzando las medidas defensivas    del país. El 10 de octubre, el Estado    Mayor General de las Fuerzas Armadas    distribuyó a sus mandos la    “Directiva Operacional No. 1”, con    el propósito de asegurar el despliegue    estratégico de las FAR, en caso    de producirse una agresión. Esta    tenía dos variantes: la primera, si    se producía un ataque sorpresivo y    respondería a la señal “Caribe”; la    segunda, con el código “Taíno”, se    aplicaría cuando existiera tiempo    para la movilización y el despliegue    organizado de las tropas. Esta última    fue la que se puso en práctica en    la Crisis de Octubre. Paralelamente,    las FAR les prestaron toda la ayuda    requerida a las tropas soviéticas que    llegaban a territorio nacional.    

Las autoridades cubanas se habían    mantenido muy al tanto del incremento    de las acciones militares    de Estados Unidos en el Caribe, como    fue su anuncio del ejercicio aeronaval    Phibriglex para la segunda quincena    de octubre. El 21 se conoció el reforzamiento    con tropas y equipos bélicos    de la Base Naval de Guantána mo y    la salida al otro día de los familiares    de los militares norte americanos allí    destacados; unido a ello llegaban informaciones    alarmantes de reuniones    en Washington, de movimientos de    aviones, de barcos… pero el enemigo    no nos tomó desprevenidos.    

La dirección revolucionaria    comprendió que era inminente una    acción contra el país. Cuando se    supo al mediodía del día 22 que el    Secretario de Prensa de la Casa    Blanca estaba solicitando un espacio    en todos los canales de radio y    televisión para una alocución del    Presidente, el Comandante en Jefe    llegó a la conclusión de que estaba    relacionada con el descubrimiento    de la existencia de cohetes soviéticos    aquí y ordenó, primero, el paso    a la fase de “aler ta de combate” a    las fuerzas armadas, y un poco después,    a las 5 y 35 de la tarde, casi    una hora y media antes de la amenazadora    comparecencia de Kennedy,    Fidel de cretó la “alarma de    combate”.    

También le orientó al ministro    de las FAR, comandante Raúl Castro    partir a Santiago de Cuba a ponerse    al frente del Ejército de Oriente,    y a su paso por Santa Clara informar    de la situación al comandante    Juan Almeida, jefe del Ejército del    Centro, y le indicó al comandante    Ernesto Che Guevara trasladarse a    Pinar del Río y asumir la jefatura    del Cuerpo de Ejército de esa provincia.    

Fidel ordenó proceder a la protección    de la población, las tropas y principales    objetivos militares, económicos    y políticos de posibles ataques    aéreos; si llegaba a ocurrir una intervención    militar directa de Estados    Unidos, combatir sin tregua al invasor;    y crear condiciones en las montañas    del país para la lucha guerrillera,    si el enemigo lograba ocupar parte de    nuestro territorio.    

Gracias a las previsiones y a la    rapidez con que se actuó, en horas de    la noche del día 22 y al amanecer del    23, cientos de miles de cubanos fueron    movilizados y trasladados a las trincheras,    junto con sus armas. El total    de mo vilizados superó los 270 mil    efecti vos, inicialmente, y para el día    25 eran ya 400 mil hombres.    

¿Cómo valora la actitud del pueblo ante el peligro?    

Fue admirable el patriotismo    con que el pueblo enfrentó estos    momentos críticos. Miles de personas    de todas las edades se alistaron    en las milicias y se presentaron    en centros hospitalarios para hacer    donaciones voluntarias de sangre,    en respuesta al llamado de los    CDR, que exhortó además a reforzar    la vigilancia revolucionaria; la    Central de Trabajadores de Cuba    Revolucionaria (CTC-R) convocó a    mujeres y jubilados y a otros que    no habían sido movilizados para cubrir    los puestos en la producción de    quienes habían tomado las armas;    artistas e intelectuales integraron    brigadas para llevar a su mensaje    cultural a las tropas… Mucho más    podría decirse pero todo puede resumirse    en aquella frase del Che de    que en aquellos días toda Cuba fue    un Maceo.    

Fidel estuvo al tanto de los más    mínimos detalles de la defensa.    Temprano en la mañana recorría    las posiciones, dialogaba con los jefes    de unidades y con los combatientes,    y buscaba tiempo por las noches    para acudir a la Colina universitaria    a intercambiar con los estudiantes    sobre el curso de los acontecimientos.    

¿Y la respuesta de la dirección soviética    ante el anuncio del presidente    Kennedy?    

El premier soviético Nikita Jruschov,    en carta a Fidel, calificó las acciones    del Gobierno norteamericano    de piratescas, pérfidas y agresivas, y    precisó que había ordenado a los representantes    militares so viéticos en    Cuba adoptar las medidas correspondien    tes y estar completamente listos,    lo que fue interpretado por el Gobierno    Revolucionario como que la URSS    no iba a permitir esas acciones ni    cedería a las exigencias de Washington.    

El día 24 se puso en vigor el    cerco naval de Estados Unidos al    archipiélago cubano y aumentaron    las incursiones de su aviación, sobre    todo los vuelos ra santes, ¿cómo se    enfrentaron esas peligrosas provocaciones?    

La parte estadounidense los veía    no solo como reconocimiento sino    como un modo de humillar a los soviéticos    y a los cubanos; además, al    enemigo esa rutina de la vigilancia    aérea le podría facilitar, en un    momento dado, un golpe aéreo por    sorpresa. El día 26 el Comandante    en Jefe tomó la decisión de impedir    esos vuelos y se lo dio a conocer al    entonces secretario general de la    ONU, U. Thant.    

Las tensiones aumentaron    cuando el 27 ante la irrupción    de la aviación de Estados Unidos    en nuestro espacio aéreo todas las    baterías antiaéreas abrieron fuego.    Sobre este hecho comentó posteriormente    Fidel que se podía decir    que la guerra había empezado aquí    en Cuba el 27 de octubre, aunque al    sentirse atacados, aque llos aviones    a chorro, se pusieron rápidamente    fuera del alcance del fuego cubano.    El mismo día los militares soviéticos    en un acto de solidaridad,    se sumaron a los disparos, una de    esas naves fue derribada y su piloto    muerto.   

Al ser informado del incidente    el Ministro de Defensa de la URSS,    no expresó ninguna crítica, mientras    que el general Pliev, jefe de las    tropas soviéticas en Cuba, recibió un    mensaje cifrado del mariscal Malinovsky    donde le decía que se habían    apresurado a de rri barlo, debido a que    la crisis había entrado en una fase de    nego cia ción, cuestión que los cubanos ignoraban.    

Entre el 26 y el 28 de octubre    se desarrolló una correspondencia    privada entre Kennedy y Jruschov    para llegar a un arreglo que pusiera    fin a la crisis. Esta concluyó en un    acuerdo de retirada de los cohetes    de Cuba. ¿Cómo acogió esta decisión    la dirección cubana?    

La dirección cubana se enteró    a través de Radio Moscú, de la carta    de Jruschov a Kennedy, en la que    de manera unilateral e inconsulta el    dirigente soviético se comprometió a    retirar de Cuba, con garantía de verificación,    el armamento que Estados    Unidos consideraba ofensivo, a cambio    de que Norteamérica no invadiera    a Cuba. Aquella decisión causó    gran indignación a nuestro pueblo.    Fidel rechazó además la inspección    de nuestro territorio por considerarlo    una exigencia humillante para los    cubanos, destinada a debilitarnos    moralmente y que podía convertirse    en un funesto precedente en las relaciones    entre países poderosos y pequeños.    

El 28 de octubre el Comandante    en Jefe realizó una declaración pública    donde resumió en cinco puntos    las condiciones que permitirían    establecer la paz sobre bases decorosas:    cese del bloqueo económico y    de todas las medidas de presión comercial    y económica ejercidas por    Estados Unidos contra la isla; de    las actividades subversivas, lanzamientos    y desembarcos de armas y    explosivos por aire y mar, organización    de invasiones mercenarias,    filtración de espías y saboteadores;    de los ataques piratas; de todas las    violaciones del espacio aéreo y naval    por aviones y navíos de guerra    norteamericanos; y por último la    retirada de la Base Naval de Guantánamo    y devolución a Cuba de ese    territorio cubano ocupado.   

En los siguientes días vendrían    conversaciones difíciles y tensas en    las que Cuba mantuvo sus posiciones    de principios.