DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN EL ACTO EN CONMEMORACION DEL XI ANIVERSARIO DE LOS CDR, EFECTUADO EN LA PLAZA DE LA REVOLUCION, EL 28 DE SEPTIEMBRE DE 1971
Fecha:
28/09/1971
Señores invitados;
Compañeros del Comité Central de nuestro Partido;
Compañeros de los Comités de Defensa de la Revolución:
Este año desde hace muchos días se siente en el ambiente esta atmósfera de entusiasmo y de optimismo alrededor de la conmemoración del XI aniversario de los Comités de Defensa de la Revolución. Podría decirse que este gigantesco movimiento de masas creado por la Revolución ha alcanzado en el presente su grado más alto de ebullición.
Y tiene su explicación precisamente en el hecho de haber constituido este último año uno de los de más fructífero esfuerzo y de mayores éxitos de los Comités de Defensa.
Hay que decir, en primer término, que este movimiento que surgió hace 11 años, comenzó a crecer desde el primer instante, a ganar en masividad, en eficiencia, en organización. Y ha ido creciendo de año en año. Puede decirse que este movimiento ha crecido como la espuma.
En el año de 1961 había ya 798 703 miembros de los Comités de Defensa de la Revolución. En el año 1962 alcanzaron ya el primer millón. En el año 1965 alcanzaron el segundo millón. En el año 1969 alcanzaron el tercer millón. Y en esta fecha de 1971 constituyen ya 3 millones y medio de miembros de los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS).
Podría pensarse que al crecer tan masivamente una organización habría podido perder en eficacia. Y, sin embargo, ha sido lo opuesto. Año por año los Comités de Defensa de la Revolución han alcanzado más fuerza, más organización y más eficiencia.
Podríamos decir, además, que a lo largo de estos años su sistema de relaciones con las demás organizaciones de masa y con las demás instituciones de la Revolución ha ido mejorando progresivamente. De modo que esta organización cuenta hoy con el reconocimiento, la simpatía y el afecto de todas las demás organizaciones de masa y las demás instituciones de la Revolución, por su magnífico entusiasmo y por su extraordinario espíritu de cooperación para todas las tareas que se le señalan.
Las cifras también señalan un crecimiento de la actividad parejo al crecimiento de la organización. Tenemos aquí algunos datos.
En el año 1968, que comenzó la actividad de padres ejemplares por la educación, el movimiento tenía 21 800 miembros; en el año 1970 ya tenía 247 799; y en el año 1971, 265 851.
A través de estos años se ha realizado un trabajo de captación y de incorporación de maestros a la enseñanza. En el año 1962 fueron 6 444; y este año han sido ya 10 000, para un total de 33 675 en estos años.
Otra actividad que se ve crecer de manera muy ostensible es la relacionada con las donaciones de sangre. En el año 1962 fueron 8 109. Ya en el año 1965 alcanzaron 10 019. Y ya en el año 1969 se alcanzaron 105 932 donaciones (APLAUSOS). Y ya este año 124 019 (APLAUSOS).
Este dato nos permite hacer una valoración moral y humana de las tareas que impulsan los Comités de Defensa de la Revolución, por cuanto ya esta cuestión de las donaciones de sangre ha adquirido en Cuba una gran masividad, y nosotros estamos seguros que, si se dispusiese de centros de recepción y de todas las condiciones en todo el país, las donaciones serían mucho más.
Y estas donaciones nos han permitido no solo disponer de una reserva, nos han permitido no solo disponer de abundante sangre, que antes era motivo de mercantilismo, que antes era motivo de exigencias onerosas, que antes podía ser causa de que murieran muchas personas; no solo nos han permitido disponer de amplias reservas para atender a nuestras necesidades, sino que también en situaciones dramáticas, como la del terremoto peruano, nos permitió hacer llegar inmediatamente nuestra sangre a ese pueblo hermano (APLAUSOS). Y cuando a raíz del otro terremoto, más reciente, en el hermano país chileno, de nuevo fue posible inmediatamente hacer llegar nuestra sangre a ese país hermano (APLAUSOS) .
Esto significa que a medida que se va educando un pueblo, que se crean hábitos de conciencia, que se crean hábitos de solidaridad humana, que se crean hábitos de generosidad, entonces ese pueblo es más fuerte y ese pueblo puede ser capaz de ayudar en un grado mayor a los demás pueblos. Pero digamos de paso que esta es una de las tareas más hermosas, más nobles y más generosas impulsadas por los Comités de Defensa de la Revolución.
Otra cuestión también de gran valor humano: la actividad relacionada con las pruebas citológicas. El primer año, cuando comenzó esta campaña, fueron 4 162; en el segundo año ya fueron 108 471; en el tercer año ya pasaron de 200 000 Y se alcanzó la cifra que se mantiene actualmente de alrededor de 200 000 pruebas por año.
Se puede también comprender perfectamente el valor humano de esta campaña, cómo contribuye a llevar la tranquilidad, cómo contribuye a preservar la salud y cómo contribuye a combatir a su debido tiempo algunas enfermedades que constituyen todavía verdaderos flagelos de la humanidad.
Esta cifra habla muy alto del avance de las campañas de salud pública apoyadas por los Comités de Defensa de la Revolución.
Otro aspecto también relacionado con la salud humana, las audiencias sanitarias, que en 1962 fueron 106 005, que ya en 1963 fueron 263 000; en 1964, 454 000. Y así progresivamente, hasta alcanzar la cifra de 750 218 en 1968. Actualmente, ascienden a 342 655. Pero en estos 10 años más de 4 millones y medio de personas han participado y han recibido los beneficios de estas audiencias sanitarias.
Se ve crecer también año por año la actividad en la cuestión relacionada con la recuperación de materias primas.
En envases de cristal, que se lograron 8 930 673 en 1962, que ya en 1967 alcanzó la cifra de 33 620 513; en 1971, 68 186 774 (APLAUSOS). Y esta cifra actualizada tengo entendido que pasa ya de los 70 millones. Se ve un crecimiento incuestionable de la actividad.
En papel y cartón se recuperaron, en 1961, 2 212 toneladas, y en 1971,10 523.
Se ve, pues, el aumento del número de actividades; es decir, un crecimiento de nuevas actividades por año, un aumento extraordinario de la cantidad y de la calidad de esas actividades.
Aquí se mencionó por el compañero Marturelos algunas actividades nuevas que han podido ser resueltas de manera mucho más fácil por el apoyo de los Comités. Tenemos el ejemplo el año pasado del censo; y este año, de la implantación del sistema de registro de población y el carné de identidad, que permitió llevar a cabo esta tarea con un mínimo de trabajadores profesionales.
El apoyo a la Ley contra la Vagancia, el apoyo en distintos servicios, la participación en circunstancias de emergencia, como sucedió a raíz de la fiebre porcina africana.
¿Cómo fue posible enfrentar resueltamente aquel problema, realizar en cuestión de horas prácticamente el censo y controlar las medidas que se dictaron para enfrentar la epidemia?
Nosotros sabemos de cómo se maravillaron algunos técnicos extranjeros que visitaron nuestro país ante la rapidez, la masividad y la eficacia de las medidas aplicadas y que solo en un país en las condiciones de Cuba y con el apoyo de una organización de masa como los Comités de Defensa de la Revolución era posible llevar a cabo.
Otras tareas, como fue el censo de viviendas vacías de la Ciudad de La Habana, para proceder a tomar las medidas pertinentes.
Es decir que no hay problema, no hay dificultad, no hay tareas que no puedan ser abordadas por los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS).
Y nos referimos a las tareas que no han estado relacionadas directamente con el objetivo esencial que motivó la creación de esta institución, que fue la defensa de la Revolución, la lucha contra el enemigo, la lucha contra los agentes del imperialismo, la lucha contra los saboteadores, la lucha frente a los elementos contrarrevolucionarios y en la cual ha escrito páginas gloriosas esta institución y las seguirá escribiendo por el tiempo que sea necesario (APLAUSOS). Pero ha alcanzado tal fuerza, tal magnitud, que ya las nuevas tareas rebasan el marco de su anterior actividad.
¿Y acaso podríamos decir que se han agotado las posibilidades de esta organización de masa? ¿Acaso podríamos decir que los Comités de Defensa han dado de sí ya todo lo que es capaz potencialmente esta organización? ¡No! La vida enseña, la vida demuestra nuevas y nuevas y en ocasiones insospechadas posibilidades.
De manera que tenemos motivos de sobra para sentirnos satisfechos, para sentirnos alentados de los éxitos alcanzados, para sentirnos optimistas de las futuras tareas.
Este año, en otro aspecto, fue un año de prueba para los Comités de Defensa, empezando por la capital de la República.
Se habló de comenzar a aplicar criterios de masa en la solución de arduos problemas; se habló de la idea de comenzar a organizar las comunidades para la solución de sus problemas más apremiantes. Se inició, en distintas ciudades del país, la organización de los distritos para asumir una serie de tareas. Y precisamente con vistas a ir entrenando a los Comités para su participación con las demás organizaciones de masa en la organización de la comunidad, se le asignó una tarea: la tarea relacionada con el Estadio Latinoamericano.
Nuestro país había sido señalado como sede para la próxima Serie Mundial de Pelota. Aunque en estos años se habían construido numerosos estadios en toda la isla, el viejo Estadio Latinoamericano lucía que no estaba adecuadamente preparado para el tipo de evento que habría de realizarse. En otros años, la solución del problema del Latinoamericano habría chocado con otros problemas, habría chocado con otras edificaciones, con otras necesidades. En otros años se habría resuelto el problema —o tal vez no se habría resuelto— movilizando cientos de obreros de la construcción. Y como ustedes saben los obreros de la construcción no bastan para todas las tareas que actualmente debemos realizar. Se decidió pedir la cooperación de los Comités de Defensa para resolver ese problema, y para ir entrenándose en la solución ya de actividades o de problemas más complejos, como son problemas relacionados con la construcción.
En primer lugar, se les pidió a los compañeros de los Comités de Defensa que consultaran con la masa su opinión sobre si debía o no iniciarse el trabajo de reconstrucción, ampliación y embellecimiento del viejo estadio. Por tanto se discutió previamente con la masa.
Se iniciaron todas las actividades de cooperación para realizar esta obra —en la cual han participado 24 organismos—, desde los proyectistas, que debieron realizar en pocos días un arduo trabajo para solucionar los problemas de ingeniería y los problemas arquitectónicos de esa obra, hasta las unidades que debían trabajar en la producción de cada uno de los elementos y componentes —los muebles, los mármoles. La solución de los distintos problemas de todo tipo.
Y la presencia de los Comités, su entusiasmo, sus relaciones, favorecieron extraordinariamente la coordinación necesaria. Porque ese estadio no solo ha requerido la participación de cientos de miles de cederistas, de millones de horas voluntarias: fue necesaria una cuidadosa planificación, una extraordinaria coordinación de todos los factores que, de alguna manera o de otra, debían intervenir.
Y fue resuelta de manera feliz la cooperación, la coordinación, y todos los demás problemas que la obra exigía. Y se produjo lo que casi pudiera llamarse un milagro constructivo. Y se logra sin decrecer las demás actividades de la construcción, se logra sin afectar ninguna otra obra, se logra en la misma medida en que otras muchas tareas constructivas se impulsaban.
Cierto que fue necesario un número de obreros calificados para dirigir la masa, para dar su apoyo y su asistencia técnica, y la contribución en aquellas especialidades en que no podíamos disponer en la masa de suficiente calificación para resolver los problemas.
Pero hay que decir que los Comités de Defensa insuflaron de su entusiasmo y de su ánimo a todos los organismos que participaron en esa tarea, y contagiaron de su extraordinario entusiasmo y de su ánimo a los obreros de la construcción que fueron allí: buenos obreros, buenos trabajadores, sin duda, pero que en esa tarea se crecieron, se superaron, es decir, se dejaron ganar por el entusiasmo de la masa.
Porque hay que ver no solo el aspecto cuantitativo en horas, sino el aspecto moral, y lo que significó para la obra el entusiasmo de la masa —¡el entusiasmo de la masa!—, el espíritu de trabajo de la masa, el ejemplo de la masa (APLAUSOS). La presencia allí de mujeres con más de 60 años trabajando en esa obra, aportando cientos de horas voluntarias; la presencia de cederistas de 70 años y de más edad aportando cientos de horas voluntarias, fue un factor de impulso, fue un factor de levantamiento del entusiasmo, del espíritu, de la moral. Fue un factor que conllevó, con esos ejemplos, que los trabajadores en general —y los trabajadores más jóvenes— dieran el máximo de sí en ese empeño.
Y nosotros sabemos que algunos visitantes que han estado aquí a realizar ya algunas actividades relacionadas con la próxima serie mundial, se maravillaron, se asombraron de aquel espectáculo, de aquel hormiguero humano, que en los últimos días, antes del 28, participaron en las obras de terminación prácticamente del estadio. Quedan solo ya detalles, algunos de tipo electrónico, retoques, pequeños aspectos. Pero en lo fundamental, la obra está realizada, y será un orgullo para nuestro país cuando se inicie la próxima serie mundial.
Nosotros estamos seguros de que se han creado condiciones que superarán cualquier otra serie que se haya efectuado en cualquier otro país.
Con relación a esto se habla de si va a venir el equipo americano, o si no va a venir el equipo americano. Nosotros debemos decir con relación a esto que, si indudablemente no mandan el equipo, lo harán por diversas razones. Entre otras —desde luego, razones de tipo político todas—, la de tratar de sabotear la serie.
Pero nosotros queremos aclarar que, si no vienen, no por eso van a "aguar" la serie, no por eso le van a quitar brillantez (APLAUSOS). Pretexto no tendrán: nuestro país cumple estrictamente sus obligaciones en relación con las facilidades a los equipos que, procedentes de cualquier país, hayan de participar en las competencias internacionales, de la misma manera en que hemos exigido para nosotros el derecho y las facilidades para participar.
No podrán hablar de hostilidad, porque con motivo del campeonato de voleibol nuestro pueblo se comportó con magnífica cortesía y hospitalidad en relación con los atletas norteamericanos; viendo en ellos representantes no del sistema, no del gobierno imperialista, sino del pueblo de Estados Unidos. De manera que no podrá alegarse razones de inseguridad o de hostilidad para los atletas.
De manera que facilidades, tratamiento correcto y respetuoso; algo más: hospitalario. Eso está asegurado y está, además, probado.
Luego quedan las otras dos razones: una, intento de sabotear la serie; dos, miedo a la derrota deportiva (APLAUSOS). Y posiblemente, posiblemente, las dos razones.
Pero por eso nosotros no debemos hacer depender de ninguna forma la brillantez de esa competencia internacional de que vengan o no, de que venga o no el equipo norteamericano. Ya nos hemos enfrentado a esos equipos en diversas competencias y los hemos derrotado (APLAUSOS).
Lo que nosotros quisiéramos realmente en cuanto al deporte no es que todo se centralizara en la competencia entre Cuba y Estados Unidos. Lo que nos gustaría es que algún día otros muchos países latinoamericanos relegaran a un tercero, a un cuarto, a un quinto, a un sexto plano, a los equipos deportivos de Estados Unidos (APLAUSOS).
Hay países latinoamericanos cuyos equipos han ido mejorando de año en año en calidad, en la misma medida en que las competencias adquirían realce o adquirían un especial carácter por los enfrentamientos deportivos entre Cuba y Estados Unidos.
Nosotros creemos que no les quitará, ni defraudará a nadie, ni les privará de calidad a esas competencias, el que no vengan ellos. Muchos países han confirmado ya su asistencia, y vendrán equipos incluso de Europa, y vendrán equipos de varios países de América Latina. Y ciertamente, si la cobardía o el intento de sabotaje a la serie hacen que no venga el equipo norteamericano, los que se perderán de la serie no seremos nosotros, sino ellos (APLAUSOS). Los derrotados de antemano no seremos nosotros, sino ellos.
Y realmente sería cuestión de risa ver que los inventores de la pelota, y en el momento en que ese deporte se extiende por el mundo, ni siquiera participan cuando en Cuba tiene lugar una serie internacional de esa índole, con participación de Europa y de América Latina. Y, realmente, desde el punto de vista moral será para los imperialistas verdaderamente vergonzoso haber arribado a tan penosa y lastimosa situación (APLAUSOS). Y no podrán negar, no podrán negar que incesantemente tratan de mezclar su política imperialista y los deportes.
Esta aclaración se hace con vistas a que nuestro pueblo sepa que la serie tendrá una gran brillantez y será un éxito, sin que los imperialistas la puedan sabotear (APLAUSOS). Y que nuestro pueblo, a lo largo y ancho de la isla, en sus magníficos estadios, podrá presenciar los juegos de la próxima serie mundial. Y los cientos de miles de cederistas que participaron en la construcción del estadio tendrán oportunidad de presenciar también los partidos, con el orgullo de haber sido los constructores de ese estadio (APLAUSOS).
¿Qué nos indica este éxito, esa tarea cumplida, esa prueba realizada con éxito? Que debemos prepararnos para seguir avanzando. Que debemos emprender nuevas tareas. Que debemos continuar avanzando con vistas a la participación que esta organización tendrá en la organización de los distritos. Y en este frente de los distritos debemos avanzar despacio, pero sobre bases sólidas, puesto que tenemos un mundo de tareas creadoras por delante.
Ahora debemos asumir nuevas obras. Ahora hay que utilizar esa fuerza de obreros de avanzada de la construcción que participaron en el estadio, esa dirección, para que junto con los Comités de Defensa impulsen otra importante obra. ¿Qué obra? Vamos a hacer más de una obra.
En primer lugar, vamos a apoyar una obra económica muy importante. Se está construyendo por una brigada de industrias, una brigada de construcción y montaje industrial, una unidad termoeléctrica en Tallapiedra de 60 000 kilowatts. En el programa está terminar esa unidad para diciembre de 1972. Sin embargo, es importantísimo incrementar la capacidad de generación de energía eléctrica en la región occidental. La
región oriental, la región de Camagüey, tiene en este momento una capacidad excedente de generación de energía eléctrica. Y en la medida que avanzan hacia su intercomunicación Nuevitas y Santiago de Cuba, dispondrán de la suficiente generación de energía en los próximos años, independientemente de sus programas. En Cienfuegos se acaba de terminar una unidad termoeléctrica que incluso podrá enviar algunas cantidades hacia La Habana, pero que mejora notablemente la situación de la electricidad en la región central. Pero en la región occidental, independientemente de los atrasos de mantenimiento y de las reparaciones capitales que han tenido que hacer en diversos centros generadores, hay déficit de capacidad de generación frente a la demanda creciente.
Se está construyendo esa unidad. Se iniciará la construcción a fines de año de una segunda unidad de 60 000 kilowatts en Regla. Se iniciará en el año 1972 la construcción de una nueva unidad de 100 000 kilowatts en Mariel. Y antes de 1975 estará instalada una segunda unidad, es decir, para el año 1975, una segunda unidad de 100 000 kilowatts en Mariel.
Independientemente de los esfuerzos que realice y que tendrá que realizar la empresa eléctrica para moderar, aligerar en lo posible el daño, los inconvenientes, las molestias y los problemas —en la producción incluso—, que está originando el problema del fluido eléctrico, debemos acelerar al máximo las nuevas instalaciones.
Creemos que los cederistas de la capital tienen suficientes evidencias y pruebas de los inconvenientes que acarrea esta situación y de la necesidad de acelerar las soluciones.
Esa brigada trabaja su turno normal. Ahora bien: debemos construir esa unidad como si estuviéramos en guerra. Debemos construir esa unidad de Tallapiedra trabajando día y noche (APLAUSOS), y adelantar la obra, y terminarla no para diciembre de 1972 sino para julio de 1972, es decir, para esta fecha tener la terminada ya (APLAUSOS).
De la misma forma, cuando la Brigada Comunista de La Habana —brigada que construyó la planta de fertilizantes de Cienfuegos— inicie las obras de la otra unidad de Regla, también realizar los trabajos como si estuviéramos en guerra, y tan pronto tengamos todos los componentes trabajar día y noche en la construcción de esta segunda unidad (APLAUSOS).
Con apoyo de los CDR de la capital, pero lógicamente con la fuerza de la brigada del estadio y el apoyo de los cederistas que trabajaron allí, serían poca cosa las obras civiles que hay que hacer para montar esta unidad de Tallapiedra. Nosotros creemos que dentro de 10 ó 15 días a más tardar estarán las condiciones allí ya para empezar a trabajar día y noche. Pero van a sobrar fuerzas.
Hay otra obra que a nuestro juicio podría servir para emplear las energías y el entusiasmo de los CDR, y es el nuevo hospital de Centro Habana (APLAUSOS), que se construye en el edificio que iba a ser para el Banco Nacional, por la calle San Lázaro, frente al parque "Maceo". Esa es otra obra de gran interés social en que pudieran participar desde luego los cederistas de Centro Habana —y ya podemos irnos regionalizando (APLAUSOS).
Hay otra tarea: los bacheos de las calles de La Habana (APLAUSOS), problema importante que afecta el transporte, que hace incurrir en tardanzas, retrasos, rotura de equipos, y que es también una tarea de masa. Y ahí sí ya podemos ir trabajando no a nivel de región sino casi casi a nivel de cuadra (APLAUSOS). Nos vamos regionalizando y nos vamos cuadrificando.
Y queda otra tarea... Y conste que no son todas las que necesitamos, sino una parte.
(DEL PUBLICO LE DICEN ALGO AL COMANDANTE FIDEL CASTRO)
En Marianao creo que tendrán bastante tareas allí con las calles y demás.
Una quinta tarea en que pueden emplear parte de sus fuerzas: la construcción del nuevo zoológico (APLAUSOS).
De manera que tendremos dos obras económicas importantísimas, decisivas: las plantas termoeléctricas. Una obra relacionada con la salud pública: un hospital formidable que puede prestar servicios a toda una región y en determinadas especialidades a toda la ciudad e incluso a todo el país. Otra obra que nos afecta también de tipo social y económico importante: la cuestión del arreglo de las calles. Y por último, una obra recreativa. Se están haciendo los proyectos y los estudios. Se ha avanzado mucho en eso. Se ha escogido el terreno para hacer ahora un zoológico que sea digno del estadio y de otras obras que se van haciendo. Y esas obras si se hacen por las masas y con plustrabajo realmente es la única manera de hacerlas (APLAUSOS). Porque nosotros, económicamente, a los obreros de la construcción tenemos que dedicarlos a grandes obras industriales: construcción de sistemas de presas, de regadíos, de drenajes, de almacenes, de escuelas secundarias y, en fin, toda una serie de tareas en que no resulta fácil movilizar las masas para su realización.
Pero creo que el ejemplo del Estadio Latinoamericano y de algunas otras obras demuestra cómo las masas pueden tener todo lo que quieran tener si son capaces de emplear su energía, si son capaces de crearlas (APLAUSOS). Pueden hacer el más bello parque zoológico que pueda concebirse. Eso se hace con trabajo, y digamos mejor: con plustrabajo, ¡con plustrabajo! Será el lugar donde podrá asistir el pueblo, los jóvenes y los niños, tan aficionados a esas actividades, que no solo son recreativas sino que son y pueden ser muy educativas.
Se está construyendo por los estudiantes de la Universidad de La Habana un magnífico jardín botánico, que no tenemos duda que será un lugar más de recreación pero que será sobre todo un magnífico sitio para impartir clases, para familiarizar a los niños y los jóvenes en las cuestiones de las plantas, la botánica y otras ciencias.
Lo que nosotros lamentamos es que estas ideas no hayan surgido antes, lo que nosotros lamentamos es que no se hubiesen descubierto antes estas nuevas formas que están surgiendo ahora. Pero también aquí, como decía Marx: que ninguna sociedad cambiaba hasta que no tomaba conciencia de la necesidad del cambio, y la propia conciencia de la necesidad del cambio no surgía hasta que no surgieran ya las condiciones para hacer posible ese cambio. También muchas de las cosas que van surgiendo a lo largo de la vida de la Revolución Cubana, algunas de ellas novedosas, son el fruto fundamentalmente de la lucha por la vida, de la lucha frente a los obstáculos, de la lucha frente a las necesidades. Porque es precisamente la lucha la que inspira la inteligencia, es la lucha la que engendra las mejores soluciones. Y no habrá solución donde no haya problemas, pero donde hay problemas pueden surgir muchas soluciones, y pueden surgir muy buenas soluciones.
Cuando nosotros analizamos nuestros problemas objetivos nos damos cuenta cómo toda la historia de la Revolución es una cadena, en que el pueblo va ganando en experiencia, que va ganando en iniciativas, que va ganando en habilidad para enfrentar los problemas. Y todo eso surge de la lucha.
¿Acaso habremos llegado al límite de posibilidades de movilización de masa y de solución de masa? ¡No, ni mucho menos! ¿Es que acaso junto a este movimiento alrededor del estadio y de la participación de los Comités de Defensa en la solución de los problemas de la comunidad no está surgiendo otro formidable, poderoso y gigantesco movimiento para resolver el agudísimo problema de la vivienda y otras necesidades de carácter social? (APLAUSOS) Otra nueva solución revolucionaria, solución de masa, se está vertebrando alrededor de este movimiento.
Si agudo era el problema de las calles, problemas de edificaciones escolares, agudísimo era el problema de la vivienda. Era y es, pero antes era sin solución a la vista, y hoy es con solución a la vista.
¿De dónde sacar la fuerza de trabajo? ¿De dónde sacar los obreros de la construcción para construir las decenas de miles de casas que el país necesita? ¿Los íbamos a sacar de las termoeléctricas? ¿Los íbamos a sacar de la construcción de industrias, de almacenes, de presas, de otras obras? Además, la construcción históricamente no resultaba atractiva: una especie de trampolín para otras ocupaciones después. ¿De dónde podíamos sacar la fuerza, la energía necesaria, aunque llegásemos a tener los materiales para hacerlo?
Y este problema no tenía solución. Y surgió una solución de masa: las microbrigadas de obreros industriales para la construcción de las viviendas (APLAUSOS), movimiento que se extiende ya por todo el país y que contaba ya en estos días con 218 microbrigadas en la Ciudad de La Habana. De manera que se están construyendo o inician su construcción simultáneamente 218 edificios, ¡doscientos dieciocho! Y para fines de octubre serán aproximadamente 300 simultáneamente.
Hay ya cerca de 5 000 obreros industriales en este movimiento, que por cierto están representados aquí en esta gran masa con sus cascos blancos de constructores (APLAUSOS). Ya para ellos construir no es un oficio degradante: ¡Es un oficio honroso! Y con qué espíritu están construyendo, con qué ánimo. Hay algunas de las microbrigadas que ya han terminado sus primeros edificios e inician la construcción del segundo. ¿Cuántas horas están trabajando? Diez, doce, trece, y en ocasiones catorce horas (APLAUSOS).
¡Ah! ¡Qué gran descubrimiento, qué gran descubrimiento que los edificios, las viviendas, se resuelven con trabajo! Y decimos descubrimiento porque tantas personas se imaginan todavía que la casa sale en forma mágica de un sombrero o de un papelito. Son tantas y tantas las personas que, desde luego, asediadas por su necesidad apremiante tienen imaginaciones místicas acerca del origen de los bienes materiales, y que las casas no se crean haciendo colas ante una oficinita de control de viviendas, incluso que las casas hay que repartirlas de otra forma, no solo crearlas sino repartirlas de otra forma (APLAUSOS), o que una casa se crea pidiéndola en la calle.
Ha habido en este año viviendas en algunos casos disponibles no por resultado de las construcciones, que han sido muy pocas, sino de elementos que quisieron abandonar el país, y muchas de esas viviendas fueron después motivo de desórdenes, quiero decir, de irregularidades, descontento, problemas de todo tipo. En unas ocasiones porque estaba vacía y se colaba alguien allí, en otros casos porque la distribución no era correcta (APLAUSOS) y, en otros, porque siempre que una oficina distribuya una casa, aunque fuese perfecta la distribución, tendrá decenas de inconformes que se creen con un mejor derecho. De manera que lo que hay que cambiar es el método por completo.
Pero como ya la lista de gusanos —o como los llamen, y bien merecen llamárseles—, la lista de los que solicitaron permiso para salir del país cuando se abrió el período hace algunos años —y se estableció un plazo, y no solo se estableció ese plazo sino que se prolongó varias veces para que se inscribieran todos los que quisieran, y se inscribieron—, ya esa lista se va agotando y ya quedan unos pocos, pues entonces esperamos que en un futuro próximo ya no quedará ninguna casa vacía que pueda convertirse en manzana de la discordia.
Decimos esto —aprovechamos— porque los imperialistas han estado haciendo su campañita mentirosa e hipócrita, ¡e hipócrita!, de que Cuba suspendió unilateralmente los vuelos. ¡No, señores imperialistas, es que se acabó la lista! ¡Se acabó la lista! (APLAUSOS) Quedan unos pocos, porque algunos de la lista se fueron después por España, por otras vías, y hay algunos que los imperialistas no le quisieron dar el permiso, váyase a ver por qué. Ahora quieren que además aquí, cada vez que ellos de allá, ¡de allá!, mencionen un nombre para salir del país, vaya el Estado cubano a la carrera a darle un permiso y que salga.
La Revolución dio todas las facilidades, abrió el plazo y lo prolongó reiteradamente para todo el que quisiera acogerse, y sobre todo en vista de que los imperialistas en 1962 habían cerrado los vuelos de verdad unilateralmente y dejaron mucha gente dividida. Claro que dividieron ellos cuando la famosa historia de la patria potestad y todas aquellas mentiras por el estilo que con inaudito cinismo regaron, y hubo suficientes incautos y cretinos que creyeron en las mentiras de los imperialistas y algunos que mandaron sus hijos. Después de eso cerraron. Y cuando la Revolución abrió, abrió precisamente para que aquella situación de anormalidad se resolviera. ¡Y no olvidarse que fuimos nosotros los que abrimos las puertas, no fueron ellos! Fue Camarioca, y fue la solución Camarioca la que los obligó a abrir las puertas. ¿Y por qué? Porque cuando cerraron se dedicaron a promover las salidas ilegales de Cuba, en un barquito, en una balsita, por todos los medios. Mientras prohibían la legal, promover la ilegal para hacer propaganda. Dijimos: ¡Ah!, no quieren. Pues, miren, vamos a dar permiso. Y, claro, se les armó el caos, ¡el caos! Esos eran cientos de botes... Figúrense, toda esa gusanera indisciplinada, anárquica, sin patria, sin principio, sin nada. Agarró todo el mundo un bote rápido y se creó el caos. Y no les quedó a los imperialistas otro remedio que abrir legal. Luego abrimos la lista, que se reúnan todas las familias, ahora ya no pueden estar invocando el argumento de la familia separada, del muchachito, del otro y el cuento, porque se le dio amplísima posibilidad para que se reunieran todos.
Claro, saben que se acaba la lista. ¿Y qué quieren? Hacer propaganda barata y de nuevo estimular algunas salidas ilegales, tan pronto como se les acabe la listica. Bien, allá ellos, ¡allá ellos!, porque todo lo que inventaron contra nosotros se les volvió un boomerang. ¡Allá ellos! La responsabilidad será de ellos si inician un jueguito de promoción de violación de las leyes de inmigración de Cuba, la responsabilidad será de ellos si inician el jueguito de la promoción de salidas ilegales y las historietas melodramáticas para engañar al mundo. ¡Allá ellos!
Podrían recordar Camarioca, para recordar algo; podrían recordar que a cada rato sus avioncitos vuelan aquí, y cosas por el estilo. Y, por lo tanto, que nosotros nos sentiremos en el derecho de tomar las contramedidas que sean necesarias en la misma medida que ellos cuando se les acabe la listica intenten promover violaciones de las leyes de inmigración de Cuba.
Y que recuerden que todavía no les hemos puesto una medalla a los secuestradores de aviones que llegan aquí.
Nosotros nunca hemos realizado política de promoción de esas ilegalidades. Pero que sepan que cada una de las escaramuzas y de los inventos que han hecho se han vuelto contra ellos, y que más tarde o más temprano han perdido la batalla; y que en la medida en que promuevan la ilegalidad aquí, les vamos a promover la ilegalidad allá (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Fidel, seguro, a los yankis dales duro!").
Pero como además de a los yankis hay que darles duro a los problemas que tenemos, vamos a seguir hablando de la vivienda. Este tema de la gusanera salió con motivo de la vivienda, y es un tema secundario. ¡La gusanera no vale la pena que sea tema importante de un acto como el de hoy! (APLAUSOS)
Decimos que surge la solución —también revolucionaria y de masas. Soluciones, además, colectivas: son las fábricas las que organizan las microbrigadas. Es a las fábricas, y al colectivo de las fábricas, a las que pertenecerán las viviendas que construyen los obreros industriales. Y es el colectivo de los trabajadores de cada fábrica quien repartirá las viviendas (APLAUSOS).
Lamentablemente, 10 microbrigadas fueron organizadas en forma incorrecta. Por cierto, fueron 10 microbrigadas de la construcción, dando el mal ejemplo. Y establecieron que las constituyeran aquellos que necesitaban directamente la casa. Cuando vinimos a darnos cuenta, ya tenían comprometidos 10 edificios de esa forma. Claro, los efectos se veían inmediatamente: el colectivo de la fábrica no tenía interés en aquellas casas; se separaba el interés individual del interés del colectivo de la fábrica. No se estaba trabajando para la fábrica ni para los demás obreros. No era solución buena, porque hay obreros que son indispensables en su centro de producción, insustituibles, que pueden ser obreros muy buenos, de vanguardia, y que necesiten la casa. ¿Y cómo la van a construir por ese procedimiento?
Por eso, el procedimiento establecido es que la fábrica designaba a los obreros, se construía para el colectivo, y el colectivo distribuía las viviendas.
No es un método burocrático, ni oficinesco, ni administrativo. Es en asamblea, absolutamente democrático, y teniendo en cuenta los méritos del obrero, no solo la necesidad (APLAUSOS).
Porque hay otra cosa: muchas veces el que más pide es el que menos hace; muchas veces el que más exige es el que menos aporta, ¡muchas veces! Y es lógico, porque el que no aporta no sabe lo que es el esfuerzo, no sabe lo que cuestan las cosas ni cómo se resuelven. Hay mentalidades burguesas de esas: lo quiero todo, y lo quiero ahora mismo, y no aporto nada, no doy nada.
Esa mentalidad hay que combatirla, que no es propia de un pueblo revolucionario. Propio de un pueblo revolucionario es saber cuáles son los problemas, y abordar los problemas, atacar los problemas, enfrentarse a los problemas y luchar por la solución de los problemas (APLAUSOS).
Hay que combatir esa filosofía de la exigencia sin aporte, y hay que combatir esa mentalidad mística de los que creen que los bienes caen del cielo. Eso es muy malo, y funesta herencia del capitalismo, que enajenaba al hombre de sus bienes materiales, de los bienes materiales que producía. El hombre vivía divorciado... Podía ser un vago, pero a la vez un ladrón, y conseguía todos los bienes. Podía ser un privilegiado. Podía ser un explotador. El hombre incluso no tenía ninguna relación con el bien que creaba, sino por lo que le daban, el salario que le pagaban, y si después se destruía no le importaba, ni le podía importar. Y si un obrero de la construcción construía un cine, un edificio, cuando se marchaba de allí no le importaba lo que le pasara; y si se caía, mejor: más posibilidades de conseguir trabajo en la construcción de otro. Es decir, el hombre vivía enajenado de sus bienes y de toda relación con los bienes materiales que creaba. Tenía esa mentalidad de pedigüeñería. Luego, la politiquería asociada a todo eso: doy por aquí, reparte por allá. Luego la mentalidad mística: que las cosas, bueno, basta con pedirlas para que existan, exigirlas para que existan.
Y para que existan cosas, hay que crearlas, hay que hacerlas.
Por eso decíamos: mérito, el mérito por delante. La sociedad tiene que tener el máximo de consideraciones hacia los que hacen el máximo esfuerzo por la sociedad (APLAUSOS).
Y de ahí el nuevo sistema de masa en el reparto de artículos que no hay para todos; sistema que, además, se seguirá. Altamente ejemplarizante, altamente moralizador.
Ahora bien: las casas surgirán, y surgirán por decenas de miles, de los brazos de los trabajadores, trabajadores que hacen un esfuerzo extra; surgirán en número de decenas de miles con plus trabajo. Y hay que decir que los obreros de las microbrigadas industriales están trazando pautas, y están haciendo esfuerzos grandes: 10 horas, 12 horas, y a veces 14 horas; y un aprovechamiento de verdad de la jornada de trabajo. Hay que ver, hay que ver cómo están aprovechando la jornada de trabajo, que están trabajando 10, 12, con plus trabajo, sí, porque si no es con plus trabajo, ¿cómo resolvemos?
Los países industrializados tienen cinco veces, diez veces más productividad que un país subdesarrollado. ¿Cómo vamos a vencer el subdesarrollo, con baja productividad, sin aprovechamiento de la jornada de trabajo, si no hacemos esfuerzos especiales?
Ahora bien, lo importante era vertebrar, vincular las masas a la solución de sus problemas a través de esfuerzos que podían comprenderlos perfectamente. ¡Y qué rápidamente comprendieron los obreros la solución de la fórmula de la vivienda por esa vía, por la vía de la colectividad, por la vía de la fábrica, por la vía del plus trabajo!
Se supone que la industria y el colectivo que queda detrás puede apoyarlo en horas extras, los domingos. Hay que decir, sin embargo, que la productividad que llevan ellos, y en la fase que están, todavía no ha dado lugar a la posibilidad de las movilizaciones masivas.
No ha sido fácil, por otro lado, organizar un número tan alto de microbrigadas. ¿Por qué? Porque las construcciones se hacen con materiales, se hacen con arena, con piedras, con cemento, cabillas, emplean maderas y distintos medios materiales. Y un programa tan amplio de construcciones necesariamente iba a poner en tensión a la industria de materiales. Pero a medida que surgía la tensión se buscaban fórmulas y nuevas fórmulas y más fórmulas.
Desde luego, la industria de materiales estará en tensión de ahora en adelante quién sabe hasta cuándo, por el crecimiento imponente de este movimiento.
Pero van terminándose fábricas, nuevas líneas de producción de cemento entran en acción; en algunos centros se ponen dos turnos y surgen nuevas soluciones.
De manera que, aunque haya tensión, creemos que los medios materiales para sostener este movimiento se irán produciendo.
Y ahora bien: ¿Van a resolver solo el problema de la vivienda en las nuevas zonas que están construyendo los obreros? ¡No! Ya se están planteando los problemas del círculo, los problemas de la escuela primaria correspondiente. Ya los obreros de Alamar están incluso trabajando en la planta de tratamiento de agua para abastecer la zona donde van a vivir, porque existían tres presas, faltaba la planta de tratamiento, había que construirla; la están construyendo. Van a trabajar en los sistemas de alcantarillado, en los sistemas de agua, en las demás construcciones sociales que aparte de la escuela y del círculo implica el policlínico, los establecimientos comerciales, los centros de recreación. E incluso es posible que en estas áreas nuevas se establezcan algunas industrias ligeras donde puedan trabajar los familiares de los obreros en las proximidades donde viven, y que serán construidas también por los obreros industriales (APLAUSOS).
De manera que este movimiento no se limita a resolver el problema de la vivienda, sino otros muchos problemas sociales que no tendrían solución si no es por esa vía: círculo, escuela, policlínico, establecimientos comerciales —repito—, centros de recreación, agua, alcantarillado, e incluso algunas producciones industriales.
Cuando el movimiento de microbrigadas alcance 8 000 ó 10 000 obreros en La Habana, pensamos hacer algo más: organizar cuatro brigadas de construcción de secundarias básicas con obreros de las microbrigadas. ¿Para qué? Para que incluso participen en la construcción de las instalaciones donde sus hijos van a ir a estudiar la secundaria básica (APLAUSOS).
Hemos tratado de que las microbrigadas eleven su productividad. Es decir, cada vez que se puede introducir una nueva técnica se introduce; cada vez que se pueda introducir se introducirá. A medida que elevamos su productividad en la construcción de viviendas, liberamos fuerzas para los otros problemas sociales.
Ahora bien, ¿qué significa esto? Que ha surgido para el país la solución no solo del problema de la vivienda sino del problema de las escuelas, de los círculos y de las demás instalaciones sociales.
¿Qué significa esto?
Cuando se inauguraba la escuela de Meneses, construida por obreros de la construcción, decíamos que en el país se habían inscrito 1 700 000 estudiantes de primaria; que en el más conservador de los cálculos, si queríamos un día tener nuestras escuelas primarias con todas las facilidades docentes, deportivas, adecuadas al tipo de educación que queremos dar, haría falta construir no menos de 2 500 escuelas como la de Meneses.
¿En cuántas secundarias se organizan nuevas y nuevas brigadas? Habrá no menos de 40 a fin de año ya. Esas son en general construidas por obreros profesionales, en general, excepto algunos casos en que cuando el movimiento es muy fuerte nos permitirá lograr el aporte de algunas fuerzas de este movimiento obrero.
Puede decirse que en general la construcción de secundarias está asegurada por las vías de las brigadas de los obreros profesionales.
Ahora, ¿las primarias cómo las construiremos? ¿Cómo las podemos construir? Se comprende perfectamente que con este movimiento, que para el año 1972, segundo semestre, tendrá aproximadamente unas 1 000 microbrigadas, con unos 30 000 obreros abordando el problema de la vivienda, cuando queramos darle un impulso a la primaria, empezando precisamente por los barrios obreros a donde van a ir sus hijos, con señalarle una escuela primaria a cada microbrigada en un año hacemos 1 000 escuelas primarias, ¡mil!
Es decir que surge por esta vía de masa la seguridad de que en el futuro no habrá problemas en la construcción de las escuelas primarias, que es uno de los grandes problemas que tenemos por las grandes necesidades de instalaciones.
Esto, sin contar la fuerza de la comunidad; es decir, no a nivel de fábrica, sino a nivel de comunidad trabajando en estos problemas.
El próximo año en todos los centrales azucareros y en áreas cañeras próximas a los centrales azucareros se comenzará a trabajar en construcciones de viviendas. En todos esos nuevos pueblos, en todas esas zonas de residencia obrera se harán las escuelas.
Vean ustedes la fuerza de la masa: si se habla de 1 000 escuelas es para horrorizarse cualquiera. ¿De dónde sacas los hombres? ¿Cómo puede resolverse ese problema? y cuando se tienen 1 000 microbrigadas obreras, movimiento de masa, las palabras "mil escuelas" no asustan a nadie (APLAUSOS).
Desde luego, sí hay quienes se asustan. Son las canteras, las plantas trituradoras de piedra, de arena; la industria productora de materiales de construcción, etcétera.
En fin, llegamos a la convicción de que ya este movimiento de masa es tan fuerte que tiene que andar a la carrera y haciendo un esfuerzo tenso, como ya se está haciendo en la industria de materiales de la construcción.
Otra fórmula revolucionaria y de masa es la que ha surgido alrededor de los estudiantes de secundarias básicas en el campo, donde se está combinando el estudio y el trabajo (APLAUSOS).
Por ahí están presentes también, con un letrero bien grande por cierto, los estudiantes de Ceiba 1. No sé si habrán venido también los de Ceiba 2. Los de Ceiba 2 parece que no consiguieron ómnibus.
(DEL PUBLICO LE DICEN ALGO)
¿También vinieron? ¡Están los de Ceiba 2!, lo que no tienen es bandera, ni letrero. ¡Tienen moral!
Este movimiento tiene también extraordinarias perspectivas. Nosotros explicábamos en la inauguración de la escuela de Guane que tenemos la esperanza de llegar a construir en los próximos 10 años —de aquí a 1980— 1 000 escuelas secundarias. Y que el país, mejorando la calidad de su enseñanza primaria, podrá tener en el año 1980 alrededor de medio millón de jóvenes en escuelas secundarias de ese tipo (APLAUSOS).
Y debemos decir que eso constituye una verdadera promesa para este país. Significa la incorporación a actividades productivas de medio millón de jóvenes, sistemáticamente. Pero significa algo mucho más importante: la combinación del estudio y del trabajo, es decir, la verdadera educación.
¿Por qué la sociedad capitalista producía esa enajenación entre el hombre y los bienes materiales? ¿Por qué existía esa actitud mística frente a los bienes materiales? ¿Por qué esa mentalidad del que exige y no aporta? Porque sencillamente la sociedad capitalista no educaba para el trabajo. Educaba, en todo caso, a una minoría para la explotación del trabajo, no para el trabajo. La mayor parte de los hijos de los obreros no podían ir a la escuela y, si adquirían las primeras letras, muy difícil que llegaran a la enseñanza media, y prácticamente imposible que llegaran a la universidad.
La sociedad capitalista no podía engendrar una concepción educacional con relación al trabajo, una educación para la vida, una educación para el trabajo. La sociedad capitalista incluso lo idealizaba todo: creaba esa mentalidad mística, esa esperanza de vivir del trabajo de los demás, esa enajenación del hombre y los bienes que creaba el hombre. La sociedad capitalista, además, engañaba a la juventud, no la preparaba para la vida. Educar es preparar para la vida, comprenderla en sus esencias fundamentales, de manera que la vida sea algo que para el hombre tenga siempre un sentido, sea un incesante motivo de esfuerzo, de lucha, de entusiasmo. Muchos de los jóvenes educados en aquellas concepciones, vivían a lo largo de la vida en una perenne frustración, en una perenne decepción.
¿Qué es un hombre educado para la vida? ¿Cuál podemos señalar como un ejemplo? Un hombre que tal vez nadie lo educó, o tal vez alguien le inculcó esos sentimientos, o tal vez ciertas especiales condiciones naturales lo hicieron brotar en él: lo vimos en la noche de hoy aquí, cuando entregábamos los carnés de los cederistas distinguidos, lo vimos en Dioscórides del Pino (APLAUSOS). Y lo comprendimos en unas palabras que nos dijo: "tengo 83 años. He trabajado más de 400 horas voluntarias en arreglos del estadio de Camagüey" (APLAUSOS).
Pero dijo algo que sinceramente nos produjo un profundo efecto. Recordó una frase de un discurso en que dijimos que teníamos que demostrar que podíamos ser capaces de trabajar más como hombres libres que como hombres esclavizados (APLAUSOS).
Y él quería demostrar eso: que un hombre de manera espontánea y libre, a los 83 años, podía hacer eso. ¿Y para quién trabaja con ese fervor y ese entusiasmo? Para el pueblo, para las nuevas generaciones. ¿Y no es acaso admirable no ya el esfuerzo físico a los 83 años, sino la motivación, el estado de ánimo, ese entusiasmo extraordinario a los 83 años? Es un hombre realmente educado o autoeducado para la vida (APLAUSOS). No es un hombre derrotista, ni derrotado. No hay sombra de egoísmo: todo es generosidad. Encuentra un aliciente extraordinario en eso, en eso que hace, como abnegado y heroico trabajador de todos los días.
Es así, es en ese concepto, en el concepto de educar para la vida, que queremos formar nuestras escuelas. Y queremos que la participación en las actividades productivas incluso comiencen más temprano, en pequeñas actividades al alcance de los estudiantes de las escuelas primarias. Por eso se desarrolla la concepción de la escuela primaria en los lugares del campo, es decir, en los pueblos del campo se concibe una escuela primaria con su huerto productivo.
Y en las escuelas de la ciudad tendrá que desarrollarse una concepción similar a base de la enseñanza laboral y de los talleres de enseñanza laboral, para desde temprana edad —desde la primaria— enseñar al hombre la producción de los bienes materiales. Y los bienes materiales hay que crearlos con el esfuerzo del hombre.
Y nosotros consideramos esa educación para la vida y para el trabajo algo absolutamente esencial de la pedagogía revolucionaria, en un concepto inseparable de la pedagogía revolucionaria: el hábito de trabajar como algo natural, normal.
La sociedad capitalista no enseñaba ni podía enseñar eso. Esa posibilidad corresponde por entero a la sociedad revolucionaria, al sistema socialista. Y debemos encaminar nuestros esfuerzos en ese sentido.
¿Acaso se justificaría la existencia de vagos y de parásitos en el futuro? ¿Puede llegar a ser un vago y un parásito el niño que desde muy temprano se le enseña a producir bienes materiales con sus manos? ¿Puede desarrollar una mentalidad mística? ¿Puede acaso seguir esa enajenación del hombre y los bienes que crea?
Ninguno de los muchos problemas que tenemos hoy lo tendremos mañana, si aplicamos estos principios.
Pero hay algo muy interesante en todo esto; en el estadio lo veíamos en días recientes: una nueva dimensión de la satisfacción humana, una nueva dimensión de la recreación, una nueva dimensión de la valoración de las cosas.
Cuando antes un espectador se sentaba allí, él llegó allí sin ninguna relación con aquel estadio. Otros hombres en otros tiempos lo construyeron; él no siente ningún especial amor por aquello, ninguna relación entre el trabajo de otros hombres y el beneficio que él está recibiendo. En el futuro, cada uno de esos cientos de miles de personas que fueron allí tendrán un nuevo placer, una nueva satisfacción cuando se sienten en ese estadio: recordar la hierbita que sembraron, el ladrillo que pusieron, la pared que pintaron, la columna que construyeron o montaron. Será una satisfacción nueva, que explica la ventaja del reencuentro del hombre con sus bienes.
De la misma manera ocurrirá con el hospital que se ayude a construir. De la misma manera ocurrirá con el centro generador de energía eléctrica. Va a contribuir a educar a las masas, además. ¡Va a educar a las masas! De una manera o de otra van a comprender lo que es un sistema eléctrico. De una manera o de otra van a comprender cuánto cuesta, cuánto esfuerzo, construir una termoeléctrica; cuál es su valor, cuánta energía hay que invertir allí. Cuando se hace de una manera o de otra campaña de ahorro de la electricidad, muy bien: es bueno, educa a las masas. Pero nada las educará más que su participación en la solución de esos problemas, sus conocimientos de esos problemas.
Y nosotros creemos que debe hacerse una divulgación a medida que se desarrolle ese trabajo: qué plantas hay en el país, qué capacidad tienen, qué es la intercomunicación de los distintos sistemas, qué problemas hay que resolver, cuáles son las capacidades presentes, cuáles son las capacidades en los próximos cuatro años, qué se realiza en ese sentido. No hay mejor forma de educación de las masas que la participación de las masas en la solución de sus problemas.
De la misma manera, en ocasiones hemos visto un edificio nuevo que construyeron equis obreros alguna vez, y otras familias fueron a vivir allí, que nunca vieron siquiera construir aquella casa. Llegaron y, ¿cómo se trató en muchos casos a esas nuevas casas? ¿Qué pasó en algunos de esos repartos nuevos? ¿Cuántas destrucciones no ocurrieron muchas veces en las puertas, en las pinturas, en las instalaciones? Nosotros tenemos, sin embargo, la seguridad de que en el mundo no habrá viviendas mejor cuidadas que las viviendas que están haciendo los obreros industriales para sus familiares (APLAUSOS). Porque cada obrero, cada familiar suyo, cada niño, verá allí el fruto del esfuerzo de ellos. Y con cariño especial, con respeto especial, cuidarán aquellos bienes.
Y cuando las áreas verdes sean atendidas por los muchachos de primaria, nadie tendrá que estar regañando nunca a un niño porque arrancó un árbol, puesto que a ese niño se le enseña a cuidar los árboles; se le educa en el cuidado de los árboles enseñándolo a producir un árbol, enseñándolo a sembrar y a cuidar aquellas plantas.
De esa forma nosotros esperamos que se desarrolle una conciencia nueva, que será un subproducto, y quién sabe si el principal producto —¡quién sabe si el principal producto!— de este nuevo movimiento de masa que surge en las fábricas, en los Comités de Defensa, en las comunidades, en los centros educacionales y en todas partes.
Nosotros creemos que estos son nuevos descubrimientos de la Revolución.
Los problemas que tenemos, que tiene cualquier sociedad como la nuestra, son muchos. Y son problemas acumulados de mucho tiempo. Algunos son difíciles.
Nosotros decíamos, cuando hablamos del bacheo de las calles y otras tareas de los Comités de Defensa, que hay otras que algún día tendremos que abordar y que ahora no podemos.
Digamos, el complejo problema de la reparación de la red de agua de la Ciudad de La Habana: un problema complejo. La solución de los problemas de abastecimiento de agua de La Habana, gran ciudad, en una provincia que no tiene ningún río ni mediano, donde tiene muchas veces cuencas subterráneas que son abiertas, es decir, conectadas con el mar, que no se les pueden hacer grandes extracciones.
Para tomar conciencia de estos problemas, para trabajar en su solución.
Se calcula que se pierden 90 millones de metros cúbicos de agua anuales. Por la red de distribución de la Ciudad de La Habana. Ahora: hay algunas de las conductoras que son de la época de la colonia. Hay algunas que tienen 100 años.
Ese es un trabajo serio, porque ahí sí que requiere estudios proyectos muy elaborados, materiales, tubos conductores, apoyo industrial para todos los detallitos que promueven pérdidas deI agua. Pero esa será una tarea que en un momento dado tendremos que abordar con las masas.
Desde luego, ahora se van estudiando nuevas fuentes de agua, se van construyendo nuevas presas; pero algún día tendremos que volcar este movimiento —cuando tengamos los estudios y tengamos los medios— hacia la solución de la red vial de La Habana.
Hay problemas recientemente también con el transporte. Hubo determinado retraso de piezas que ya están llegando; un número alto de ómnibus esperando reparación. Aumento con la matrícula escolar y, además, algunas otras dificultades.
Pero problemas del transporte no los tenemos solo en la Ciudad de La Habana, desgraciadamente. En Santiago había muchos; en la provincia de Oriente, en casi todas las ciudades. Se logró fortalecer la provincia de Oriente en transporte. No se podía dejar de mandar los ómnibus que fueron para Oriente y situarlos aquí; porque, además, hay algún déficit también de equipos en la Ciudad de La Habana, pero Camagüey, Santa Clara, Matanzas y Pinar del Río, no han recibido ni un ómnibus últimamente. Muchas de ellas tienen algunos ómnibus de la época capitalista, que entrañan grandes dificultades de soluciones de piezas. Nuestro país todavía no ha podido resolver en cantidad todas las necesidades de transporte, que han crecido extraordinariamente.
Luchamos. Se ha levantado una fábrica de montaje; se producen ómnibus escolares, ómnibus que ayudan a las fábricas. Pero todavía no estamos haciendo ómnibus de estos interurbanos.
El país pudo adquirir los vehículos para mejorar y digamos satisfacer plenamente el transporte nacional interprovincial. Incorpora ahora 150 ómnibus modernísimos. También los servicios de las terminales a las casas con los microbuses. Pero no ha podido ni de inmediato cuenta con la manera de satisfacer cabalmente las necesidades de transporte urbano que tenemos. De manera que habrá que hacer un esfuerzo especial por los obreros, por todos, en la Ciudad de La Habana, para la mejor y óptima explotación de los equipos que tenemos para enfrentar las dificultades.
Cuando tengamos algunas disponibilidades de ómnibus incluso a nuestro juicio deben tener prioridad Camagüey, Santa Clara, Matanzas y Pinar del Río, capitales de provincia que no han recibido en los últimos años un solo ómnibus nuevo y que tienen situaciones apretadas.
Deberemos luchar y estudiar la forma en que nosotros incrementamos nuestro parque de ómnibus. Y mientras tanto ir mejorando algunos transportes de fábricas, algunos transportes de localidades con los ómnibus que estamos construyendo, que ya este año la planta de Línea y 20 construirá unos 800 de ese tipo, muchos de los cuales se han ido repartiendo. Algunos son de doble tracción para los campos; otros son sencillos para ciudades y comunicaciones entre pueblos del interior; otros para las escuelas secundarias, que a cada una de las que se hacen se les está dando un ómnibus, y son 500 alumnos. Lamentablemente solo se les puede dar por ahora un ómnibus.
Frente a estas dificultades tenemos que luchar, tomar conciencia de ellas, saber en qué consisten, qué podemos hacer de inmediato para aliviar cualquiera de esas situaciones, qué podemos hacer. Y por encima de todo prepararnos para luchar.
He hablado de una serie de soluciones nuevas que van surgiendo en la vivienda, en la educación, de las futuras soluciones del problema eléctrico; pero nos quedarán todavía muchas, muchas, que resolver. Y la actitud que nos corresponde es saber enfrentarnos resueltamente una por una, siguiendo un orden de prioridades por su importancia.
Nosotros ahora pudiéramos decir: vamos a meter grandes recursos en la solución de la red de agua. ¿Pero dónde están los materiales? Se están construyendo cientos de lecherías. En esta sola provincia 65 brigadas están organizándose, muchas de ellas trabajando ya en construcciones de lecherías. Ahora, las lecherías también requieren soluciones de agua.
Es grande el esfuerzo, tenso el esfuerzo que hay que hacer. Y nosotros tenemos que optar, los recursos ahora tenemos que llevarlos hacia aquellos puntos más vitales que resuelven problemas más apremiantes, y después ir abordando los otros sucesivamente.
No olvidarse de que no somos un país rico. No olvidarse de que somos todavía —y lo seremos durante tiempo— un país pobre. No olvidarse de que las riquezas solo se pueden producir con el trabajo y el esfuerzo de todos. No olvidarse de lo que decíamos esta noche de aquel concepto verdaderamente revolucionario: antes de exigirle al país, antes de exigirle a la Revolución, preguntarse qué uno está haciendo por el país y qué está haciendo por la Revolución (APLAUSOS). Exigirnos a cada uno de nosotros más de lo que le exijamos a los demás.
Esa es la única mentalidad y la única concepción revolucionaria. Y los hechos están ahí: ustedes los cederistas lo demostraron en el Estadio Latinoamericano, construyendo en nueve meses esa extraordinaria obra, creando una imponente riqueza que será orgullo de nuestro pueblo.
Los avances logrados por los Comités de Defensa de la Revolución, todas estas cifras que se señalaron: donaciones de sangre, prueba citológica, audiencias sanitarias, recogida de materias primas, esa larga serie de actividades son suficientes como para que cualquier país se sintiera orgulloso. ¿Cuántos son los países que pueden decir que todos los niños están inmunes de la poliomielitis? ¿Cuántos son los países con una población pequeña como nosotros que puedan decir que en cinco años han hecho casi un millón de pruebas citológicas? ¿Cuántos son los países que pueden decir, con una población tan pequeña como la nuestra, que pasan de 100 000 las donaciones de sangre? Así, enumerando algunas, se señalan los grandes avances en la salud, en la educación, en el trabajo, en la conciencia revolucionaria.
Nosotros les decimos a los Comités de Defensa de la Revolución que nuestro pueblo se puede sentir orgulloso de esos logros, de esos avances. Y podemos decirles a los Comités de Defensa de la Revolución que este movimiento no ha agotado todavía ni mucho menos sus posibilidades, que tiene por delante un potencial extraordinario de desarrollo. Y que nosotros esperamos de los Comités de Defensa de la Revolución nuevas victorias, nuevos éxitos, en la solución de las muchas tareas que todavía tenemos por delante.
Y la actitud de un pueblo revolucionario —como decíamos el 26 de Julio— frente a las dificultades, no es el lagrimeo ni el llanto, sino el espíritu de combate, el espíritu de trabajo, el espíritu de lucha; frente a las dificultades, ¡la pelea!
Y eso es lo que nos ha enseñado la Revolución. Eso es lo que nos ha enseñado la Revolución: ¡Que no hay dificultad, que no hay obstáculo, no hay problema que no pueda ser vencido y resuelto por el tesón y la voluntad del pueblo; por el tesón, el valor y la voluntad de las masas! (APLAUSOS PROLONGADOS)
Y nosotros estamos seguros de que si este ha sido un gran año de los Comités, si el ambiente de fiesta y de alegría y optimismo ha sido extraordinario, nosotros estamos seguros de que el año próximo nos volveremos a reunir aquí en el XII aniversario, con un ambiente de entusiasmo y de optimismo aún superior al de este año (APLAUSOS).
Porque lo que la Revolución se propuso el año pasado —levantar el movimiento de masa, el movimiento obrero, el movimiento femenino, el movimiento campesino, el movimiento estudiantil y el movimiento de los Comités de Defensa de la Revolución— marcha hacia adelante a plena capacidad, a plena potencia. ¡Y los frutos los tenemos aquí! ¡Los frutos los tenemos en el estadio! ¡Los frutos los tenemos en los éxitos logrados este año por los Comités de Defensa de la Revolución!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)
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