Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la Clausura del VII Congreso del Sindicato Nacional de Trabajadores de la educación, la ciencia y el deporte, efectuada en el Palacio de las Convenciones, el 22 de diciembre de 1991
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Queridos compañeras y compañeros:
Ayer escuché con mucha atención, en la sesión de la tarde, las palabras del educador chileno, Poblete, que nos dijo cosas interesantes, a pesar de que en ese momento el turno estaba limitado a unos pocos minutos.
No asistí a la sesión de esta mañana, donde se iban a aprobar las resoluciones, pero me contaron que un dominicano había dicho también cosas muy interesantes. Me hablaba Ross de ello, y yo le dije: "¿Por qué no los invitamos para que le expliquen todo esto al pueblo?"
Ellos no han tenido tiempo de preparar ningún discurso, porque unos minutos antes de llegar aquí los invitamos a que nos dijeran algunas de las cosas que habían dicho durante el congreso y que son muy ilustrativas de la situación que está viviendo el mundo, y, particularmente, América Latina. Yo dije: "Bueno, les cedo gustoso una parte de mi tiempo para que ellos hablen." Por eso hemos tenido el privilegio de escucharlos aquí.
Estoy seguro de que palabras similares podrían pronunciar miles y miles de representantes de los maestros de América Latina, porque en más de una ocasión hemos tenido oportunidad de celebrar congresos latinoamericanos de pedagogía, y hay que oír las cosas que cuentan y lo que sufren viendo a los muchachos de mendigos por las calles, limpiando parabrisas, niños sin hogar, sin escuelas, sin educación; y escuelas sin materiales, sin pupitres, sin presupuestos y recortes constantes de los recursos que el Estado dispone para la educación, como consecuencia de las exigencias de ese Banco Mundial que aquí se mencionó y de las exigencias del Fondo Monetario, de Estados Unidos y de los países capitalistas que a todos les dicen: "Haz lo que yo digo y no lo que yo hago." Porque si algún país de América Latina se excede en el presupuesto, inmediatamente le exigen estas instituciones financieras internacionales que liquiden cualquier déficit en el presupuesto, y lo primero que le piden es que cierren escuelas, cierren hospitales y sacrifiquen planes sociales, lancen a la gente al desempleo, al hambre; no solo la educación, la salud pública y el deporte, todo sufre.
Lo del deporte lo sabemos porque acabamos de tener unas competencias aquí, unos juegos panamericanos. Le quitan todos los recursos y muchas veces los atletas no tienen ni con qué viajar a las competencias, tienen que hacer colectas, rifar un automóvil y cosas parecidas.
Por el estilo está la ciencia y por el estilo está la cultura, sometidos como están a un proceso tremendo de influencia cultural extranjera y, sobre todo, de Estados Unidos, que quién sabe cuánta ideología enlatada lleva allí a través de sus películas y sus medios de divulgación masiva; porque ellos son los que manejan los medios de comunicación más importantes del mundo, y, claro, todas esas exigencias de tipo financiero están obligados a cumplirlas los gobiernos latinoamericanos, de acuerdo con la política que siguen, puesto que el sistema no tiene otra alternativa, no tiene otra salida. El sistema capitalista los obliga, incluso, a seguir ese tipo de política despiadada, injusta, en que una minoría de un 10% o un 15% vive como pueden vivir allá en Francia o en Bélgica, y el resto de la población vive realmente en condiciones terribles.
El país que tiene los más grandes déficit presupuestarios del mundo es Estados Unidos. Se supone que en el actual año fiscal puede llegar a 300 000 millones de dólares.
El compañero Cabrales mencionó aquí la deuda y dijo 422 000 dólares, nos dimos cuenta todos en el acto que son 422 000 millones de dólares, hay que multiplicar lo que dijo por un millón. Esa cifra se acerca al déficit presupuestario de Estados Unidos. Es el país más endeudado del mundo; la deuda entre pública y privada de Estados Unidos asciende a 10 millones de millones de dólares, no a un millón de millones, que es lo que aquí llamamos billón y en Estados Unidos creo que llaman trillón, que por ahí le llaman billón a mil millones —por lo menos en la aritmética que me enseñaron a mí, el billón era el millón de millones. En Estados Unidos la deuda es de 10 millones de millones.
A los países latinoamericanos les prohiben tener déficit comercial, les dicen: "No, tienen que tener superávit, recoger dinero para pagar la deuda", y el país que tiene más déficit comercial en el mundo es Estados Unidos. Así que les exigen a los latinoamericanos esta política, que es todo lo contrario de lo que ellos hacen, por eso van teniendo problemas; ahora están en una recesión y se dedican a cobrar cupones, se dedican al consumo, se dedican a invertir en cosas suntuarias, residencias y no en tecnología, ni en fábricas en la proporción suficiente.
La tasa de ahorro es una de las más bajas del mundo, no ahorran; la tasa de ganancia es bajísima también, no tiene comparación con la de otros países, y todo eso los va llevando a dificultades económicas serias, porque se han pasado más de 10 años haciendo todo eso, y algún día su economía capitalista, que tiene que regirse por esos principios que les están exigiendo a los demás, le va a pasar la cuenta de todo lo que han estado haciendo en los últimos años y ya le empieza a pasar la cuenta.
Nosotros, en nuestros contactos con los latinoamericanos, hemos visto lo que sufren, y no solo los maestros, los pedagogos, sino también los médicos y casi todos los sectores sociales podrían pronunciar exactamente el mismo discurso más o menos que se ha pronunciado aquí hoy.
A todo esto se añade la gracia de lo que nos ha contado Cabrales que andan haciendo por allá por Miami y por Nueva York, y que a él le llamaba tanto la atención ver aquí las escuelas tecnológicas, los preuniversitarios de ciencias exactas y todo el mundo pidiendo caballerías, hectáreas y tierras para autoconsumo para producir los alimentos, y que por allá andan repartiéndose las caballerías de tierra y los centrales azucareros cubanos.
Voy a ver si agarran un tornillo aunque sea de un central azucarero (RISAS Y APLAUSOS). Se van a encontrar a todo el mundo armado hasta los dientes, defendiendo los centrales azucareros. ¿Qué, van a venir las tropas yankis a tomarlos? Pues van a tener que luchar muy duro para apoderarse de los centrales azucareros y de las caballerías de tierra, porque se van a encontrar con millones de hombres y mujeres; millones de obreros, campesinos, estudiantes, defendiendo esas caballerías de tierra (APLAUSOS).
Voy a ver cómo le quitan la tierra al politécnico, porque la verdad es que nos faltarán otras cosas, pero fusiles no faltan aquí. El stock de fusiles y de armas es considerable, y con nosotros no valen armas inteligentes de esas, porque tendrían que fabricar millones de ellas tan inteligentes que persigan uno por uno a cada hombre y mujer que ande aquí con un fusil, o una granada, o una mina. No hay inteligencia que valga; lo inteligente sería que olvidaran eso. Además habría un regadío enorme, que no lo han mencionado, de nuestra sangre; pero también de la de ellos que, realmente, no hace ninguna falta para nuestra agricultura, puede estar demasiado contaminada y llena de SIDA, puede ser que les trasmitan el SIDA hasta a los tomates (RISAS Y APLAUSOS). No necesitamos sangre yanki en nuestros campos, mejor es que trabajemos con el azotobacter, el rizobio, la micorriza y todos esos microorganismos que están desarrollando nuestros científicos para garantizar la fertilidad de la tierra, y que por otras vías fertilicemos nuestro suelo.
El compañero Cabrales hablaba de lo que le decían de los centrales, ¿y qué dirán de las escuelas? Las deben estar repartiendo también. ¿Qué dirán de las escuelas en el campo, de los politécnicos y todas las instituciones que hemos creado? ¿Qué dirán de las escuelas de ciencias exactas? ¿Qué dirán de nuestros preuniversitarios urbanos, nuestras secundarias? ¿Qué dirán de nuestras incontables escuelas de profesores y maestros, de nuestros pedagógicos, de sus edificaciones?, aunque no hemos podido terminarlos todos, desgraciadamente, pero hemos construido bastantes.
¿Y qué dirán de nuestras escuelas deportivas, de las escuelas de profesores de educación física, de las escuelas de maestros, de todas las instituciones creadas por la Revolución, de todas las escuelas primarias, de los seminternados que hemos construido?
¿Qué dirán de los círculos infantiles? Me imagino que deben estar pensando que son muy buenos para poner una bodega o algo de eso, que algunas escuelas de estas serían excelentes para convertirlas en prostíbulos y para montar casinos de juego y vender drogas.
¿Y qué dirán de nuestros 300 000 profesores y maestros? ¿Y qué dirán de nuestro presupuesto de 1 800 millones de pesos, con la locura, la insensatez, la ruindad y el odio que albergan los contrarrevolucionarios y sus amos? ¿Qué harían con todo eso que ha creado la Revolución? ¿Acaso se imaginan que el país podría vivir otra vez con un presupuesto de educación de 25 millones o de 50 millones de pesos y, además, robándoselo?
¿Qué harían con todo el talento que ha creado la Revolución? ¿Qué harían con nuestros centros de investigación científica? Deben estar haciendo cálculos en su mente; pero lo increíble es que no cuenten con nosotros o que crean que aquí los van a apoyar, que los van a recibir con aplausos, con tambores y qué sé yo; sería la historia de Girón otra vez. Idiotas puede haber por ahí, desde luego, nunca faltan idiotas y nunca falta algún que otro vendepatria, gente floja; pero el que venga a creer que este pueblo es capaz de recibir en son de fiesta a los amos, a los esclavizadores, a los explotadores, a los conquistadores, está verdaderamente loco.
Yo creo que no son locos solo aquellos que Cabrales vio por las calles del Bronx, sino también aquellos que hacían planes con una cooperativa para apoderarse de un central azucarero en Sancti Spíritus —Ross me decía que debe ser el Uruguay, ¡tremendísimo central!—, como si no existiera aquí un pueblo con una conciencia como la del nuestro.
Nos agradó mucho lo que dijeron los compañeros, tanto Poblete como Cabrales, acerca de su convicción de que sabremos defender nuestra Revolución, su esperanza de que seamos capaces de defenderla, su seguridad de que sabremos hacerlo de cualquier manera, ahora y después, y pienso que eso ha de ser así, no solo mientras estemos los dirigentes de hoy, sino los dirigentes mañana; porque esta lucha es larga, esta lucha dura más que la vida de un hombre, y el imperio es muy poderoso y más arrogante que nunca, más prepotente ahora que nunca.
No solo habrá líderes con todas las cualidades y las condiciones, también habrá pueblo. Lo importante no son los hombres, lo importante son las ideas, al igual que en la guerra es muy importante tener las armas; y claro está que si nosotros en la Sierra Maestra hubiéramos tenido las armas que hoy tiene un batallón de las Milicias de Tropas Territoriales —un batallón de la milicia, no ya un batallón de nuestras tropas regulares— aquella guerra no dura mucho. Duró 25 meses porque empezamos de cero casi, después que dispersaron nuestra expedición y se perdieron muchas de las pocas armas que traíamos. Al igual que en la guerra son indispensables las armas, en la Revolución, en la defensa de la patria, de la Revolución y del socialismo, más importantes todavía que las armas son las ideas.
Todo lo que ustedes han visto aquí, y que con tanto agrado hemos escuchado al hablar con admiración del congreso y del comportamiento de nuestra gente, es resultado de ideas, de sentimientos profundos, de una cultura política, de una conciencia clara de lo que fue ayer, lo que es hoy nuestro pueblo y de lo que no estará dispuesto a volver a ser jamás; de las esperanzas que tiene del futuro, de seguir adelante con todo lo que hemos hecho, que si para otros puede parecer mucho, para nosotros es poco. No en balde dijo Martí que trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra, y nosotros tenemos las dos trincheras: las de ideas y las de piedra (APLAUSOS).
Cabrales dijo aquí con mucha franqueza lo que nosotros hemos dicho otras veces: No hubo realmente una revolución en los países de Europa del este. De ahí hay que excluir a la URSS, naturalmente; en la URSS sí hubo una revolución, es la verdad. Es sumamente triste ver cómo, después de logros tan gigantescos, han dejado que eso se desmorone o se desmerengue.
Me parece que faltaron trincheras de ideas, y no porque el marxismo-leninismo no sea muy rico en ideas; es la doctrina más rica en ideas de justicia, de libertad, de igualdad, de fraternidad entre los hombres. Precisamente lo que querían los fundadores del marxismo era que el hombre dejara de ser el lobo del hombre, dejara de ser una fiera para ser hombre, y el capitalismo produce fieras, el socialismo produce hombres.
No es la primera vez en la historia que determinados procesos revolucionarios son derrotados y se producen, incluso, restauraciones.
La revolución anterior a la bolchevique fue la Revolución Francesa en 1789, de gran trascendencia histórica. De allí sacó Marx muchas de sus conclusiones y teorías, tanto de la Revolución Francesa como de las luchas civiles en la propia Francia; y de la Comuna de París sacó también muchas lecciones, muchas deducciones y principios de un gran valor científico, un gran valor político, un gran valor histórico.
Aquella Revolución Francesa que llegó a tener un poderío enorme también sufrió deformaciones, aquellas ideas de la revolución sufrieron reveses muy serios y vino la Restauración. Vivió el mundo decenas de años en la Restauración, y fue la revolución de las ideas liberales burguesas, esas ideas liberales y burguesas hoy trasnochadas, a las que ahora quieren levantar altares y consagrarlas como la ideología definitiva de la humanidad.
Aquella revolución expresó la ideología del capitalismo como sistema social avanzado en aquella época, frente al feudalismo y frente a la monarquía absoluta, y tan tremenda corriente revolucionaria fue vencida y aplastada; en un momento dado, vinieron la Restauración y la Santa Alianza por un montón de años, y más de 200 años después la tratan de presentar con el neoliberalismo —que aquí mencionó uno de los que me precedieron—, con las políticas neoliberales, en el modelo para el mundo, y, sobre todo, para el Tercer Mundo.
¿Qué es lo que puede encontrar el Tercer Mundo en esas ideas? ¿Qué más puede encontrar el Tercer Mundo, si ya tuvo que sufrir el colonialismo durante siglos como consecuencia del capitalismo?, porque se desarrolla el colonialismo en Asia y también en Africa. Hasta esa época eran libres las tribus allí en Africa, y vivían mejor de lo que viven ahora; eran libres igualmente las tribus de indios aquí en este hemisferio, hasta que los descubrieron, los conquistaron, los esclavizaron y casi los exterminaron.
En Estados Unidos los exterminaron, los sajones exterminaron en Estados Unidos a los indios; pero en América Latina realmente los españoles se mezclaron.
Murieron por decenas de millones los indios trabajando como esclavos en este hemisferio y después se dedicaron a la cacería de africanos para convertirlos en esclavos. Todo eso está asociado a la historia del capitalismo, por eso Marx dijo que nació chorreando sangre por todos los poros; después nos dejó el subdesarrollo, y nos dejó el actual sistema de explotación mundial, porque hay un sistema de explotación mundial en que una gran parte del mundo trabaja para producir materias primas y mercancías baratas para inflar las riquezas y la abundancia de los países capitalistas desarrollados; con regímenes sociales injustos, desde luego, y con desigualdades enormes, porque allí está el pordiosero tirado y durmiendo en la calle, y por el lado le pasa en lujoso automóvil un multimillonario, un individuo que puede tener 1 000 millones. Hay una desigualdad terrible, aun en los países capitalistas más desarrollados; tienen problemas de desempleo, no pueden resolverlo, porque necesitan un ejército de reserva laboral para que el sistema funcione.
Ahora le han impuesto al mundo un sistema económico donde los países capitalistas desarrollados tienen la hegemonía y el mando y hacen imposible el desarrollo del Tercer Mundo porque por el contrario, aspiran a saquearlo cada vez más, llevarle más materias primas, más recursos naturales, venderle cada vez más caro, comprarle cada vez más barato.
Ahora quieren que estos que fueron Estados socialistas, con la economía de mercado, empiecen a hacer lo mismo con el Tercer Mundo. Ese campo socialista era un aliado del Tercer Mundo hasta ahora; ayudó en la lucha de liberación de los pueblos, ayudó en la independencia de todas las colonias africanas y asiáticas. Con su heroísmo, el pueblo soviético contribuyó extraordinariamente a eso y constituyó un cierto escudo frente a las agresiones imperialistas, con suministro de recursos, de armas, aunque sea, para defenderse de las agresiones imperialistas.
Conocimos la guerra de Viet Nam, por ejemplo, y la importancia que tuvo el armamento del campo socialista y de la URSS; la importancia que tuvo para Cuba, la importancia que tuvo para tantos países. Eran aliados.
Ahora el imperialismo pretende que se desarrollen esos países bajo el sistema capitalista y participen también del saqueo del Tercer Mundo. Eso es lo que les están ofreciendo a los pueblos de América Latina con estas teorías, con estas doctrinas neoliberales; les están ofreciendo más subdesarrollo, más pobreza y más problemas, y no soluciones.
Los problemas sociales serán cada vez más graves. Los países de América Latina y el Caribe duplicarán su población en los próximos 30 años y serán aproximadamente 800 millones de habitantes.
El socialismo en un país como China, con 100 millones de hectáreas, ha logrado alimentar a 1 140 millones de personas; los alimenta, los viste, los calza. Claro, no con máquinas; el 80% de la población es campesina y las matas de arroz las siembran una a una, sacan más productividad por hectárea, una mínima productividad por hombre, porque no es lo mismo sembrar el arroz con un avión, o con una máquina, que sembrarlo a mano. Y tienen que hacerlo así, porque para poder sacar dos cosechas de una misma hectárea tienen que transplantar la mata de los viveros casi con un mes de vida, tenerla el mínimo de tiempo en el campo, después volver a sembrar otras matas con un mes de vida, y en el período de la primavera, el verano y el otoño, antes de que llegue el invierno, sacar dos cosechas. El socialismo ha logrado en China, repito, el milagro extraordinario de alimentar 1 140 millones de habitantes con 100 millones de hectáreas. Ese fue un país que sufrió hombrunas terribles, y hoy es un país que avanza; se trata de un pueblo muy trabajador, muy laborioso, muy unido.
Con las tierras de América Latina, realmente, si tuvieran el nivel de producción que tienen las hectáreas en China y estuviesen todas en cultivo, se podrían alimentar 3 000 ó 4 000 millones de habitantes, y hoy con 400 millones casi la mitad de la población está subnutrida, ¡con cuatrocientos millones de habitantes!
Si es con este neoliberalismo que van a acabar con la pobreza de América Latina, imaginárselo es cosa peregrina, absurda; son ideas que tienen dos, tres o más siglos de atraso. Porque cuando el mundo capitalista, este que colonizó a gran parte del planeta y lo explotó, inició su proceso de desarrollo y de industrialización, no había competencia, no existía un mundo desarrollado que lo aplastara. Empezaron desarrollándose unos cuantos de ellos, Inglaterra, en primer lugar, Alemania, Francia, Estados Unidos; nadie les hacía sombra, no existía este sistema de explotación mundial, ni todas estas instituciones financieras que establecen lo que hay que hacer. Sin embargo, lo que está ocurriendo ahora es la exaltación de las ideas del capitalismo como remedio para los problemas de aquella revolución que ocurrió en 1789. La historia nos ha enseñado que pueden ocurrir esos procesos.
No creo que se llegue a una restauración total del capitalismo, a eso no se llega; los problemas que tiene el mundo de hoy son demasiado serios y demasiado graves para que se llegue a una restauración total del capitalismo, y las contradicciones entre los propios grandes grupos capitalistas son grandes y van a ser cada vez mayores. Es decir, tienen problemas muy serios por la competencia entre Europa por un lado, Estados Unidos por otro y el sudeste asiático por otro con Japón en el centro; van a entrar en una lucha y en una competencia feroz —ya están en competencia—, y eso hará más grave la situación de los países del Tercer Mundo, porque todas esas medidas de protección arancelaria y otras prácticas a las que con tanta frecuencia acuden afectan a los países del Tercer Mundo, hacen todavía más difíciles sus condiciones de desarrollo.
Por lo tanto, incluso los centros más poderosos del imperialismo no pueden hacerse ilusiones, ni pueden albergar la creencia de que van a marchar sobre rieles, cuando hay 4 000 millones de personas viviendo en la pobreza y en el subdesarrollo. No es nada fácil el camino que tienen los imperialistas por delante, porque lo que van a tener es un mundo, realmente, ingobernable.
Pero, bueno, se ha producido un proceso de restauración del capitalismo, incluso allí donde hubo revolución, porque el proceso que ha tenido lugar en la Unión Soviética es un proceso de restauración hacia el capitalismo. Esa es la pura realidad.
Se dijo muy bien que en Cuba había ocurrido una revolución, y sería desagradable tener que presentarnos con la pretensión de ser mejores que otros. Dije el otro día que no éramos nosotros los que estábamos buscando un lugar en la historia, sino que era la historia la que estaba empeñada en darnos un lugar a nosotros; que no éramos nosotros los que estábamos buscando la gloria, sino que era la gloria la que nos estaba buscando a nosotros, porque nada de lo que está ocurriendo lo deseó ni lo podía desear nadie. Hubiéramos preferido seguir como íbamos, rectificando nuestros errores, disponer de todo el tiempo necesario para eso, llevar a cabo nuestro proceso de rectificación e impulsar el desarrollo y el perfeccionamiento de nuestra sociedad. Nadie hubiera podido desear una tragedia como la que ha ocurrido.
Somos un pueblo revolucionario y hemos aplicado, de manera consecuente, las ideas revolucionarias y las ideas del marxismo-leninismo, porque todo lo que hemos hecho, ¿cómo lo habríamos realizado sin el socialismo y sin las ideas revolucionarias? No era posible. ¿Lo habría podido lograr el capitalismo? No, de ninguna manera. Nuestra Revolución se inspiró en las ideas martianas y en las ideas marxista-leninistas; es una síntesis de ambas, y sigue siendo esa síntesis, lo que debe es ser más perfecta, más completa, más cabal. Sobre todo, hay que poner mucho énfasis ahora en lo propio, en lo nacional, en lo martiano, sin olvidarnos ni un minuto del marxismo y del leninismo.
Está claro que hoy estamos envueltos en una batalla por la supervivencia. Nosotros no hicimos las cosas como los demás; puede haber, incluso, pueblos que vivan un proceso revolucionario y después cometerse tantos errores que puedan dar al traste con una revolución. Una revolución no está garantizada por el simple hecho de ser auténtica, sino que en las condiciones en que tiene que desenvolverse una revolución tan avanzada como lo es una revolución socialista en el mundo de hoy, tiene realmente que actuar con gran sabiduría para marchar adelante.
Nosotros estamos obligados a una sabiduría mayor, a un esfuerzo mucho mayor todavía desde el momento en que el campo socialista de Europa desapareció. En tanto aquello no ocurrió, nuestra Revolución marchaba, defendida por nosotros y por nadie más que por nosotros, en la vecindad de Estados Unidos.
No podemos olvidar que a aquellos países socialistas del este de Europa más de una vez tuvieron que ir los tanques soviéticos a salvarles el sistema social, y quizás muchos de aquellos revolucionarios —porque pienso que en todos esos países hubo sinceros revolucionarios y sinceros socialistas— estaban confiados en que siempre venía alguien a salvarles el socialismo; pero nosotros no podíamos confiar en nada parecido, porque los tanques que iban a desembarcar aquí eran los tanques yanquis, y si la Revolución se debilitaba, si la Revolución cometía errores graves, si la Revolución perdía la batalla ideológica, si la Revolución se apartaba de los principios, nadie iba a venir a salvar a la Revolución Cubana, y de eso estuvimos muy conscientes desde el principio.
El hecho mismo de estar al lado de Estados Unidos y de haber experimentado más de 100 años de historia en nuestras relaciones con ese gigante tan expansionista, tan avaro, tan agresivo; esa contradicción, ese fenómeno, el saber que la defensa de la Revolución dependía de nosotros mismos y de nadie más y que no podíamos cometer aquí errores garrafales, puede ser uno de los factores que expliquen por qué nuestra Revolución es más fuerte, por qué nuestra Revolución es más auténtica. Porque se tuvo que hacer en condiciones más difíciles, frente a un enemigo muy poderoso que ha estado en acecho constante para aprovechar cualquier grieta, cualquier error, para sacar provecho y para destruir la Revolución. Este fenómeno geográfico, este fenómeno histórico puede contribuir a explicar por qué nuestra Revolución ha sido diferente.
Claro, la interpretación del marxismo-leninismo no nos la inculcó nadie, sino que los mismos revolucionarios cubanos hicimos nuestra interpretación del marxismo-leninismo, interpretación que no está exenta de errores ni mucho menos. Creo que si nuestra Revolución no se desarrolló más todavía en el sentido político y de una forma más auténtica, es porque resultó lógica e inevitable la enorme influencia que ejercieron la URSS y el campo socialista sobre nosotros.
Estábamos obligados a la gratitud y estamos todavía obligados a la gratitud, porque nos ayudaron, y no podíamos ser ingratos y no podíamos negar la importancia que tuvo la solidaridad y la colaboración de esos países, principalmente de la Unión Soviética; eso no lo podremos olvidar nunca, fue muy importante, y, lógicamente, adquirieron una gran influencia.
Ya expliqué este fenómeno del endiosamiento que hicimos de la URSS, la influencia negativa que tuvo todo aquello —no lo voy a repetir, lo dije hace unos días—, y cómo en cierta forma creó confianza excesiva, creó hábito de pensar que todo lo que venía de allá era perfecto y era bueno, lo que llevó a algunas copias y a algunas imitaciones negativas.
El mismo sector de la educación no se liberó totalmente de eso. Ellos no hicieron lo que nosotros hicimos, creo que nosotros hicimos mucho mejor lo de la educación, a pesar de nuestros errores, pero en algunas cosas que no hicimos muy bien, había influencias ajenas.
La idea del estudio y del trabajo —para citar un ejemplo— es cubana en su aplicación, ciento por ciento cubana. Ya la habían postulado Marx y Martí, los dos la postularon, acuérdense de aquello que dijo Martí del libro por la mañana y el arado por la tarde, o algo similar. La idea del estudio y del trabajo estaba en el pensamiento de Martí de forma muy clara, y estaba en el pensamiento de Marx y Engels, pero no se aplicó en ninguna parte. El primer país que realmente aplica de forma consecuente el principio del estudio y el trabajo es Cuba. Gracias a eso hoy cualquier ciudadano hace cualquier cosa, no se asusta si va para una microbrigada a construir, o si lo mandan al campo, o lo mandan al surco, va a una zafra, o va a hacer un trabajo físico. Precisamente —como expliqué el otro día—, para no convertirnos en una sociedad de intelectuales y sin productores manuales, se estableció de manera consecuente el principio del estudio y el trabajo, y se crearon las escuelas en el campo. Ese sistema de escuelas no lo tiene nadie en ninguna parte.
Recientemente estuve conversando con Nyerere, que era presidente de Tanzania, y allí hicimos tres de estas escuelas; las construimos los cubanos, están orgullosos de aquellas instituciones, era una idea. Para los países del Tercer Mundo es tal idea que tiene un sentido pedagógico, en primer lugar, pero tiene también un sentido económico. Si un país del Tercer Mundo quiere educar a todos los jóvenes, a todos los adolescentes y a todos los niños, es conveniente aplicar ese principio, porque ayudan a la producción de alimentos. ¿Lo hemos aplicado de manera totalmente consecuente? ¡No! ¿Lo hemos hecho de una manera perfecta? ¡No! Sabemos cuántos vicios ha habido en estas cosas del estudio y del trabajo, debilidades, blandenguerías y pérdidas de tiempo en la agricultura y en la dirección del proceso. No se practicó de la manera óptima, pero sí en un grado muy alto.
Es lógico, y el período especial nos lo está enseñando, ahora todo el mundo está pidiendo tierra; el principio del estudio y del trabajo se va a profundizar, en el momento actual se entiende mucho mejor. Si antes había una situación relativamente cómoda y llegaban barcos y más barcos cargados de trigo, de maíz, de combustible, todo muy bien, nadie se preocupaba de sembrar el solar de al lado, las escuelas no se preocupaban mucho por estas cuestiones de autoconsumo, a pesar de que se habló de ello con insistencia. Recuerdo que hace muchos años, como 15 años, hicimos un esfuerzo por el desarrollo de los huertos escolares en la enseñanza primaria, aquí en la provincia de La Habana y por todas partes, y predicamos muchísimo: hay que crear los huertos escolares.
Donde nosotros encontrábamos más difícil vincular el estudio y el trabajo era en la ciudad, pero queríamos enseñarlo desde la primaria, y postulábamos la necesidad de que todas las escuelas de primaria en el campo y todas las escuelas del país que pudieran tener un pedazo de tierra lo cultivaran e hicieran un huerto. Estábamos a quinientas leguas del período especial y luchamos y planteamos bastante esta cuestión de que las escuelitas primarias también participaran del estudio y del trabajo. Donde resultaba más difícil era en la ciudad, porque la ciudad no tiene tierra; pero hasta en Santiago de Cuba nosotros buscamos unas áreas relativamente grandes y ómnibus, por la zona que está en dirección a San Juan, o entre el nuevo reparto Versalles y El Caney, para que trabajaran los muchachos de primaria. Es decir, se hizo un esfuerzo, y hace muchos años —claro, había combustible, se podían llevar a los muchachos en omnibus—, para aplicar ese principio en la primaria; pero en la ciudad es muy difícil encontrar una tarea adecuada para los muchachos, sobre todo en Ciudad de La Habana.
Recuerdo que en Alamar, cuando hicimos la primera escuela de seminternos, buscamos unas industrias y unas producciones industriales adecuadas para los alumnos de esa zona. Cuba llevó a cabo este principio como no lo hizo ningún otro país, y cuando no había suficientes escuelas en el campo, entonces teníamos la escuela al campo. Ahí tienen un ejemplo no aplicado en otro país.
El desarrollo de nuestras organizaciones de masa no tiene precedente en ningún otro país socialista. No se organizaron las masas como se organizaron en Cuba, desde los comités de defensa hasta los pioneros, incluidos la organización de las mujeres, y, por supuesto, los sindicatos. Nunca nos olvidamos de los sindicatos, de la importancia y del papel de los sindicatos en nuestra sociedad; ni nos olvidamos de organizar a los campesinos, a las mujeres, a los vecinos —todo el mundo tenía que estar organizado—, a los estudiantes universitarios, a la FEEM y a los pioneros.
La organización de pioneros existía en los países socialistas. Yo diría que esa fue una buena experiencia que nosotros utilizamos; pero fuera de los pioneros, en los países socialistas no existían estas organizaciones de masa que tenemos nosotros, todo el pueblo organizado.
Si vamos al Partido, en ningún otro se siguió el camino que seguimos nosotros de escoger a los militantes entre los obreros ejemplares, obreros de avanzada, obreros destacados. Recuerdo que tuvimos que rectificar nuestro primer error en los primeros años de la Revolución, que fue el error del sectarismo, y establecimos el principio de las asambleas para seleccionar a los militantes del Partido.
Hicimos un partido de selección y ha ido creciendo a base de esos procedimientos, y siempre a la gente del Partido le ha tocado la parte más dura, las obligaciones fundamentales, porque del militante del Partido se espera todo, al extremo de que hay gente que teniendo méritos para ingresar en el Partido, dice: "Yo no quiero buscarme todos los rollos, todas las reuniones y todos los dolores de cabeza que trae ingresar en el Partido."
El Partido no significó jamás privilegio, y con la administración teníamos que luchar mucho porque nos llevaba a la gente, igual que el sector de la educación tuvo que luchar mucho cuando le llevaban a la gente debido a que tenía más nivel. A cada rato venía la administración y se quería llevar a los trabajadores más prestigiosos y más destacados, que eran los militantes del Partido, para tal puesto y para tal cargo, y en determinado momento tuvimos que llegar a prohibir que se llevaran a militantes del Partido para cargos en la administración, porque como eran los mejores se los querían llevar.
Después el Partido creció también por la fuente que implicó el desarrollo de la juventud comunista, pero en cierto momento se descuidaron los métodos aquellos rigurosos de la selección, la necesidad de ser ejemplar y la necesidad de la aprobación de las masas, algo que estamos fortaleciendo en el congreso que acabamos de celebrar.
Ningún otro partido en el poder se organizó como el nuestro, con esa característica, e hicimos lo mismo con la juventud. No hicimos de la juventud una organización de masa, sino una selección de los jóvenes más destacados. Son características diferentes de nuestro proceso revolucionario que demuestran no solo su autenticidad, sino el estilo peculiar del desarrollo de nuestra Revolución, y enfrentando ese peligro tremendo que es la proximidad de Estados Unidos.
A pesar de eso todos sabemos, compañeras y compañeros, que hemos estado muy lejos de haber hecho las cosas perfectas, pero las hemos hecho diferentes por este conjunto de factores, algunos objetivos y otros subjetivos. Es decir que en nuestro país se interpretaron, de manera creadora, las ideas del marxismo-leninismo y las sumamos a ese tesoro inmenso que es el pensamiento martiano; creo que eso explica la fortaleza ideológica de nuestra Revolución y el espíritu de nuestro pueblo.
En el terreno de la educación —y estamos en la clausura del VII Congreso— también hicimos, como les decía, muchas cosas nuevas, muchas cosas diferentes. Cité antes ejemplos de tipo general, no concretamente hablando de la educación; cité el estudio y el trabajo refiriéndome a cuestiones generales de la política. Les puedo decir, realmente, que si de algo podemos sentirnos orgullosos los cubanos es de lo que hemos hecho en la educación, habiéndoles dicho, previamente, que estábamos muy lejos de haberlo hecho perfecto, y que no podíamos sentirnos satisfechos con lo que habíamos realizado, que no nos parecía suficiente.
En primer lugar, se comprendió la importancia de la educación, y desde el Moncada, no después del Primero de Enero; eso se planteaba ya. Cuando triunfa la Revolución había 10 000 maestros sin empleo y unos pocos miles trabajando, y todo el mundo conocía las humillaciones, los trabajos, las recomendaciones que necesitaba un maestro para encontrar un empleo, porque todo era politiquería, buscando votos, buscando compromisos electorales.
A los maestros los hacían pasar por humillaciones terribles, tenían que buscar un político o un padrino que los apoyara para que les dieran una plaza dentro de un presupuesto raquítico; creo que el de nosotros es como 22 ó 23 veces superior al que había entonces. Ellos llegaron a tener 80 millones pero se robaban la mitad, además; porque por el inciso k) —no sé si a algunos de ustedes sus padres les habrán contado de aquello— y las botellas que tenían en el Ministerio de Educación, salían millones y millones de pesos que los cambiaban en dólares, por supuesto, y del Ministerio de Educación salieron un montón de millonarios. Cuando decían 80 millones eso era teórico, invertido en educación verdaderamente serían 30 ó 40 millones.
La Revolución comprendió la importancia de la educación como cosa clave, fundamental, prioritaria, y también la de la salud. Nadie le niega a la Revolución en el mundo estos éxitos, dicen: Ellos han tenido grandes éxitos en educación y en salud. No, hemos tenido éxito en muchas más cosas, ¡en muchas más cosas!, porque hemos tenido éxito en los deportes, hemos tenido éxitos grandes en la cultura general del país, hemos tenido un éxito colosal en la ciencia, o lo estamos teniendo, o lo empezamos a tener, y en infinidad de campos; éxitos sociales, desde el punto de vista que llegamos a garantizar la jubilación y la pensión a todo el mundo, la protección a cada ciudadano de este país —aquí todas las cajas de retiro estaban desfalcadas, no tenían un centavo; a un obrero agrícola que se retiraba después de trabajar 40 años le pagaban siete pesos al mes; al triunfo de la Revolución no tenían un centavo—, la seguridad social; independientemente de los montones de lacras que erradicó la Revolución y que van desde la prostitución hasta la droga, los problemas de la mendicidad, los niños sin hogar, los problemas sociales resueltos por la Revolución constituyen una larga lista en que pueden decir: Han tenido éxito en muchas cosas.
También en la humanización del trabajo. La Revolución mecanizó casi todos los procesos productivos, ya no tenía un hombre que cargar un saco de azúcar de 250 ó 325 libras, que le acababa con la espalda, la columna y con todo; hoy se cargan los barcos a granel, los transportes se han mecanizado, la preparación de tierra y la agricultura se mecanizó, las construcciones se mecanizaron, los puertos se mecanizaron, las cosechas de arroz se mecanizaron, las cosechas de caña se mecanizaron. El mero hecho de que en nuestro país hubiésemos reducido de 350 000 a 50 000 el número de macheteros es un éxito económico colosal, porque constituye una elevación de la productividad tremenda. Y vuelvo a decir una vez más que estamos muy lejos de haber hecho las cosas perfectas; pero se liberó al hombre de los trabajos más terribles, más duros.
Realmente se le podría reconocer a la Revolución lo que ha hecho en el campo de la agricultura: llegó de 50 000 toneladas de cítrico a un millón, transformó la ganadería, creó las estructuras para las producciones de aves, de huevo, de carne de cerdo, llenó el país de presas y de micropresas, de canales, garantizó el agua para la agricultura, utilizó la maquina y utilizó la química. Lo que reconocen universalmente es la educación y la salud, pero en todos los campos la Revolución hizo grandes cosas. Por ahí los bohíos casi se han acabado; es muy raro encontrar hoy una casa de guano y piso de tierra, usted recorre kilómetros y kilómetros por la carretera y no la encuentra; pero, al menos, nadie nos niega los éxitos en la educación. Es reconocido universalmente educación y salud; bueno, en realidad, cómo lo van a negar.
También creo que fue un gran acierto que la Revolución hubiera puesto todo el acento que puso en la educación, un gran acierto estratégico de la Revolución Cubana. Hizo cosas muy novedosas.
La Campaña de Alfabetización que realizó Cuba no la había hecho ningún país antes. Hoy estamos conmemorando el XXX aniversario, precisamente, de aquel acontecimiento insólito y sin precedente en la historia de la humanidad, realizado por maestros y estudiantes (APLAUSOS). Más de un millón de analfabetos adultos tenía este país con una población de 6 millones y medio de habitantes, más de la mitad de los muchachos sin escuelas; pero, además, el número de semianalfabetos era casi el resto, excepto una élite, que constituía un porcentaje ínfimo de la población cubana, porque saber firmar, leer y eso, malamente; tener un segundo, tercero, cuarto o quinto grado es ser analfabeto. Hoy no se concibe un hombre con quinto grado. La población cubana era analfabeta y semianalfabeta cuando triunfa la Revolución, eso fue lo que dejó el capitalismo aquí.
Lo primero que hizo la Revolución fue ofrecer empleo a aquellos 10 000 maestros que estaban sin empleo; claro, muchos se habían formado en las ciudades y no estaban preparados para ir al campo y en el campo era donde más faltaban, pero muchos se incorporaron. Aquella realidad de que resultaba difícil encontrar un maestro para ir al campo nos condujo a un error en los primeros tiempos: establecer condiciones de vida de montaña para formar a los maestros, un error que nos llevó a perder cierto tiempo en la formación de cuadros como maestros; pero es que nos chocaba y nos preocupaba mucho, y nos parecía que su falta de hábito en ese medio era lo que impedía encontrar maestros decididos a ir a las montañas, decididos a trabajar allí.
Con esos niveles de analfabetismo, la proeza realizada en un año no tiene precedente. A partir de eso otros muchos países han pedido la colaboración y han estudiado la experiencia de Cuba. Ese museo lo han visitado muchos países del Tercer Mundo porque quieren hacer lo de nosotros. Nicaragua intentó e hizo en parte lo que nosotros hicimos, y otros muchos países del Tercer Mundo se inspiraron en nuestra experiencia, desde luego, sin haber podido resolver el problema totalmente por otras razones.
Recuerdo bien que en medio de la Campaña de Alfabetización se produce la invasión mercenaria de Girón y la Revolución dijo: La campaña no se suspende, se mantiene. Uno de los grandes méritos de aquel año fue el haber mantenido la Campaña de Alfabetización en medio de la invasión de Girón (APLAUSOS), que cumplió también 30 años; en aquel mes de abril de 1961 no se movió un alfabetizador.
Aquí se mencionaron algunos nombres, demuestra las condiciones en que tuvo que hacerse la Campaña de Alfabetización, y se mencionaron los casos de alfabetizadores asesinados, como Manuel Ascunce; o maestros, como Conrado Benítez. La contrarrevolución lo que quería era matar a los maestros y que la obra de la educación no llegara al campo. En medio de un bloqueo y de una actividad contrarrevolucionaria fuerte, pues había más de 300 organizaciones contrarrevolucionarias y llegó a haber bandas contrarrevolucionarias en todas las provincias del país cuando eran seis provincias; hasta en La Habana había bandas contrarrevolucionarias organizadas por la CIA y por el imperialismo, de modo que no fue fácil el camino de llevar la educación a todas partes.
Se estableció el principio de que no quedara un solo niño sin maestro, aunque fuera debajo de un árbol, de que no quedara un solo analfabeto. Después se iniciaron los programas de seguimiento de la campaña contra el analfabetismo, y luego la educación de adultos; es enorme lo que ha hecho el país en la educación de adultos.
Hubo un momento en que no había ni bachilleres suficientes para ingresar a la universidad; pero como consecuencia del desarrollo de la educación, se nos crea un cuello de botella tremendo: no había maestros para el nivel medio, para las secundarias básicas y surgió una idea que, a mi juicio, fue realmente útil, extraordinaria, la del Destacamento Pedagógico "Manuel Ascunce" (APLAUSOS).
Vean ustedes, Robertico formó parte de aquel destacamento y hoy es dirigente de la juventud y miembro del Buró Político de nuestro Partido (APLAUSOS). ¡Cómo pasa el tiempo! Este compañero salió del destacamento.
Fuimos capaces de construir las escuelas en el campo, las secundarias, o íbamos construyéndolas a un ritmo tremendo, pero no teníamos los profesores. Esa idea de invitar a los jóvenes a ingresar en el destacamento y aplicar el principio estudio-trabajo, fue nueva. Enseñar como profesores allí, bajo la guía de algún personal con más experiencia, y estudiar al mismo tiempo en las escuelas pedagógicas, fue la aplicación del principio estudio-trabajo en la propia educación. Muchos de los mejores cuadros de la juventud, muchos de los mejores cuadros de los preuniversitarios pasaron al destacamento "Manuel Ascunce".
Los primeros contingentes, realmente, no eran tan masivos pero tenían una gran calidad. Después se masificaron, y como las posibilidades se multiplicaron, no podíamos hacer selecciones con la misma calidad que en los primeros, indiscutiblemente. Llegó un momento en que había muchos que preferían otras carreras, y al no tener las puntuaciones necesarias, como los ingresos que hacían falta en los destacamentos eran muy elevados, entonces una parte escogía como última instancia el destacamento. Eso no es lo mejor, pero resultó ser una situación inevitable en un país que le daba tantas oportunidades a la juventud. No obstante, el destacamento fue una gran creación de la Revolución Cubana.
Después se desarrollaron los centros de enseñanza superior y se llevaron a todo el país. Existía una universidad en La Habana con una estructura de matrícula distorsionada, con una ínfima de proporción de estudiantes dedicados a las ramas técnicas, y se creó el instituto superior tecnológico, se crearon muchas universidades en todas partes, que ya vemos que son potencias.
En Villa Clara creo que había algo al triunfo de la Revolución; hoy Villa Clara es una potencia de nivel superior. Santiago de Cuba es una potencia. Camagüey y Holguín lo son.
Las facultades de medicina, que antes había solo una aquí, en la capital, ya están extendidas. En las 14 provincias del país hay más de 20 facultades de medicina, ¡miren qué desarrollo!, y los institutos tecnológicos, los institutos superiores están también en diversas provincias del país. Las carreras pedagógicas están en todas las provincias del país, y todo un sistema de formación y superación de profesores, todas esas instituciones que se crearon —he perdido la cuenta, realmente—; pero, sobre todo, una cosa muy importante: la posibilidad de continuar los estudios superiores para el personal docente.
Se hicieron decenas y decenas entre escuelas de maestros y escuelas pedagógicas de diversos tipos; no voy a extenderme demasiado hablando de cada una de ellas.
A los politécnicos se les prestó toda la atención que requerían. En Cuba había unas poquiticas escuelas politécnicas, muy poquiticas, y hoy tenemos 332. ¿Cuántas teníamos realmente al triunfo de la Revolución? Recuerdo que cuando lo del Moncada eran 10 ó 12 las escuelas tecnológicas que teníamos; podía haber alguna que otra escuela de oficio, pero no había enseñanza politécnica ni de obreros calificados en nuestro país, era una cosa insignificante.
Entre los sistemas de escuelas, cuántas cosas se crearon después: las escuelas vocacionales, que es un esfuerzo por darles más posibilidades y más desarrollo a aquellos estudiantes con facilidades, con talento. Solo la historia dirá al final si fue correcta o no la creación de las escuelas vocacionales; pero pienso que sí, sobre todo si rectificamos algunas cosas, como es el hecho de que por falta de base material se dejó de aplicar en ellas el principio estudio-trabajo, cosa muy importante. Y nosotros tenemos que aplicarlo, si no en un grado tan alto como en las escuelas en el campo en el grado más alto posible en las escuelas vocacionales de ciencias exactas.
Por eso contaba el compañero de la escuela vocacional de Granma de la visita que le hicimos hace ya como cinco años, y dije: Búsquenles tierra —estábamos muy lejos todavía de cualquier idea de período especial— para que trabajen algunas horas; pero que no se nos formen solo como muchachos que estudian y se nos vaya a formar una élite con ellos, se nos vayan a descarriar, se nos vayan a desviar, se nos vayan a debilitar ideológicamente. Yo le pedí al ministerio que les buscara tierra a todas las vocacionales de ciencias exactas, y que aplicaran la política del estudio y del trabajo aunque no fuera en un grado tan alto, porque la carga docente que tenían era muy elevada, al estudiar fuertemente determinadas materias adicionales como la computación.
Yo defendí esa idea y tenemos que seguir insistiendo; ahora el período especial nos obliga, seguro, a buscar más tierra y a trabajar el número de horas adecuadas. No queremos más de lo necesario; son escuelas grandes y pueden autoabastecerse en muchos productos.
Se introdujeron esas escuelas no excluidas del principio de estudio-trabajo. Eran primero escuelas vocacionales, más adelante se convirtieron en escuelas vocacionales de ciencias exactas, se perfeccionaron como tales escuelas vocacionales en el concepto de dar una preparación, si fuera posible, más rigurosa a aquellos muchachos que tenían las capacidades y vocación para ir a esas escuelas, seleccionados por riguroso mérito: por expediente y por oposición. Al principio no se podía hacer así, pero después se estableció ese método; en las mismas universidades, entraba todo el que se graduaba de bachiller, porque durante muchos años nos faltaron bachilleres.
Vean cómo en cada una de las etapas se fueron buscando soluciones. Después de las secundarias en el campo, vinieron los preuniversitarios en el campo. Las becas universitarias se crearon desde el principio para darle oportunidad a cualquier joven de todo el país de estudiar una carrera, y se crearon decenas de miles de capacidades de becas universitarias. Se les prestó a las universidades toda la atención y todos los recursos que requerían; y acuérdense de que nuestras facultades universitarias, aparte de que eran pocas y pequeñas, se habían quedado sin muchos de los profesores.
Así pasó en medicina. En medicina había 6 000 médicos y se fueron 3 000. Antes no les daban permiso, pero al triunfar la Revolución se ganaron el permiso para ir a Estados Unidos, porque se lo daban a todo el que decía: "Me quiero ir de Cuba", se querían ir desde antes, pero no les daban visa. Hicieron una política para dejarnos sin médicos; se fue un gran número de profesores de las facultades de medicina. Comparen aquella situación con la que tenemos hoy, de más de 40 000 médicos, creo que 43 000; escuelas de medicina en todas las provincias. ¡Qué esfuerzo ha habido que hacer en este campo de la educación!
Después se llevó la enseñanza de la computación, primero a la universidad y después a todos los niveles, hasta el nivel medio. No la hemos llevado a la primaria porque todavía no estamos seguros de la conveniencia o no de llevarla, se están haciendo experiencias y estudios sobre eso, pero si llegamos a la conclusión de que es conveniente llevarla a la primaria, la llevamos, mientras tanto, los Joven Club ayudan a muchos niños que tienen vocación y especial habilidad o capacidad para la computación. Son instituciones que se han ido creando.
Se establecieron las becas en todos los niveles de enseñanza, los internados, los seminternados. De modo que, entre seminternos, becados y todo, hay más de un millón de jóvenes en este país. Y seguíamos impulsando la base material de la educación; porque quiero que sepan que cuando llega el período especial teníamos tremendo programa de construcciones universitarias, incluso para terminar las facultades que nos faltaban de pedagogía, para terminar el ISPJAE, el ISCA, algunas obras que llevaban muchos años haciéndose, para dotar de las instalaciones adecuadas a todas las universidades. En el proceso de rectificación, estábamos haciendo eso; pero no había surgido el periodo especial.
Teníamos todo un programa de escuelas de oficio, microlocalizadas prácticamente cada una de ellas y algunas construyéndose; un gran programa de círculos infantiles, que estaba en marcha. La Habana solo en dos años construyó 110 círculos infantiles; claro, la demanda creció inmediatamente, porque había mucha gente que no pedía círculo, ya que no tenía la más remota esperanza. La demanda era de 19 000, creamos capacidades como para 24 000 y de nuevo empezaron a aparecer un montón de solicitudes.
Teníamos todo un programa de escuelas especiales para completar la ambiciosa matrícula de los 80 000; esté o no totalmente acertado el número, esa era la cifra que se daba de necesidades, y dijimos: "Bueno, hacemos las escuelas especiales que hagan falta." Hicimos unas cuantas, La Habana construyó alrededor de 20.
Hay que ver los programas que hemos desarrollado en la educación durante todos estos años. Le digo que usted saca la lista y es impresionante.
En un momento dado dijimos: A superar a los maestros, no podemos conformarnos con lo que ya tenemos.
Ahora —y lo decía en la plenaria de ayer—, en todos los sectores ha habido problemas, en todos los sectores ha habido errores y en la educación, por supuesto, que hemos tenido errores, no hay duda; y creo que es una lección de cómo hay que estar muy alerta de la evolución de la sociedad, de una rama determinada, y de la necesidad de ir adaptando las instituciones y las formas a cada época nueva que va surgiendo.
Hay que tener en cuenta que al principio ingresaban de sexto grado para estudiar magisterio, eran niños los que ingresaban. Claro, usted iba por el campo y le preguntaba a cualquier niña o niño, pero sobre todo a las niñas: "¿Qué vas a estudiar?" Decía: "Yo, maestra." Otra decía: "No, yo voy a ser enfermera", pero la cantidad de muchachos que querían ser maestros era muy grande.
Cuando abandonamos la formación en las montañas y en Tarará, y nos decidimos a construir las escuelas pedagógicas en todas las provincias, partiendo del criterio más correcto de que para ir a las montañas no era imprescindible haberse formado en las montañas, sino que lo que hacia falta era una conciencia y una vocación de maestro, aunque estudiaran en la ciudad, fue que se crearon las condiciones para formar todos los maestros que hacían falta.
Pero entraban de sexto grado, no se habrían podido llenar aquellas facultades con graduados de secundaria; al cabo del tiempo, logramos ya elevar el nivel a secundaria básica, y, por último, lo hemos elevado a preuniversitario. Ya no se concibe el maestro aquel de los primeros tiempos de la Revolución o de antes de la Revolución; no se concibe un alumno que empiece a estudiar para maestro con sexto grado.
Es muy satisfactorio para nosotros saber que ahora el maestro ingresa con nivel de preuniversitario para hacerse licenciado y tener un título universitario para enseñar en la primaria. Nos vimos obligados a un enorme esfuerzo en los programas de superación de maestros, en los planes de estudio y en la creación de la licenciatura para que, todos aquellos maestros que estuvieran ejerciendo, pudieran estudiar en la universidad; darles todas las facilidades posibles, un año, incluso dos, si fuera necesario, tiempo libre y pagado para estudiar en la universidad. Nos trazamos la ambiciosa meta de graduar un día de universitarios a la inmensa mayoría, o a todos los que fueran posibles, de aquellos maestros que ingresaron en la carrera con sexto grado o con secundaria básica.
Ha sido un proceso continuo de esfuerzos por mejorar la calidad del personal docente. Se han dado las facilidades que no se han recibido en ningún lugar del mundo, y cuando llegó un cierto momento de riesgo de que sobraran maestros, dijimos: No vamos a cerrar las escuelas, vamos a crear una reserva de maestros para que los demás puedan estudiar.
Esta es una interpretación del socialismo, yo diría, de una forma propia, nueva, porque pienso que no se puede hablar de socialismo si no se parte de la premisa del empleo racional y óptimo de los recursos humanos.
¿Por qué llenamos las oficinas de gente, o las fábricas, o los centros, donde no hay contenido suficiente de trabajo muchas veces? ¿No es mejor convertirlos en maestros, en médicos o en ingenieros; y si un día sobraran, utilizarlos para aplicar el año sabático, que permite crear un sistema de superación de los profesionales?
Se supone que en el socialismo no debe sobrar nadie, pero se supone también que nadie debe estar empleado de una manera improductiva o de una manera inútil. Si en una oficina había 100, y 20 podían hacer el trabajo, podíamos tener 80 ciudadanos de este país con una calificación de maestros, de médicos o de lo que fuera, y que nos permitieran la superación de los demás. Cuando sobren hay que crear reservas, no se concibe el socialismo sin darle un empleo a cada ciudadano, si no se convierte en un desgraciado aquel que nació bajo las banderas del socialismo y no tiene empleo; no se concibe el socialismo sin darle una oportunidad a cada ciudadano; no se concibe el socialismo sin darle un empleo óptimo a cada ciudadano, sin darle una utilización óptima, racional.
Por eso hablamos de la reserva de maestros. Algunos habrían pensado: ¿Esto es un lujo o un despilfarro? ¿Qué queríamos? El ciudadano en su casa cuesta casi igual, porque siempre tiene un tío, un abuelo, un padre que le sufraga los gastos y él no produce nada. El ciudadano en su casa es una carga para la sociedad —estoy hablando de condiciones normales—; el ciudadano inflando plantilla es una carga inútil para la sociedad; el ciudadano estudiando y preparándose para que toda la sociedad adquiera un nivel cada vez mayor de conocimientos no es una carga, es una forma verdaderamente útil de emplear el ciudadano. Por eso creamos la reserva que nos permite hoy muchas maniobras, esa reserva que hemos creado de maestros para un proceso continuo de superación.
Imagínense que un día tengamos el año sabático, significa sacar al profesor, sacar al maestro y darle un año entero para que estudie y se supere. Es así como vemos la educación, como debe ser la educación en el socialismo, y creo que nosotros seguimos un camino correcto en este campo.
Si tuvimos que empezar con alumnos de sexto grado, o de secundaria, si partimos del punto de donde iniciamos este esfuerzo, es lógico que resultaran inevitables determinados problemas; estoy convencido. Es decir que no debemos sentirnos abochornados de los problemas que hayamos tenido, lo que debemos hacer es analizar toda nuestra experiencia para ver cómo podemos perfeccionar todo lo que hemos hecho y estamos haciendo, hacia qué debemos proyectarnos en el futuro, y no dormirnos nunca sobre los laureles.
El sector padeció algunos problemas al igual que el resto del país con el sistema de dirección y planificación de la economía y todas esas cosas; padeció aquel proceso de enajenación en que el trabajo voluntario perdió toda importancia y parecía un juego de muchachos, un entretenimiento, en que las escuelas en el campo eran mal vistas por algunos funcionarios que habían estudiado por allá, se habían graduado, habían regresado muy letrados y les parecía que la escuela en el campo no servía porque no era lo que se hacia allá, ¿comprenden?
En la educación superior imperó, en cierto momento, el docentismo, y se pasó de una situación en que los estudiantes universitarios tenían que trabajar casi todos los días —aunque no fueran tan fuertes en la teoría—, al momento en que el estudiante universitario no participaba en actividades productivas y amenazaba con convertirse en una élite, aspirante a cargos de dirección en empresas y a trabajar en oficinas y cosas por el estilo.
Cometimos errores como es la multiplicación de las especialidades, tanto en la enseñanza tecnológica como en la universitaria. Y en esos errores hubo copias, sin discusión. Era una locura.
Una vez tuve que preguntar, en broma, en una reunión de la FEU, que cuándo íbamos a crear en la universidad la ingeniería de transporte en mulo, pues la proliferación de especialidades era increíble. En medicina pudimos evitarlo, pero iba en camino de crear más especialidades todavía; por lo menos en medicina evitamos que descendiera esa tendencia hacia los grados inferiores. Recuerdo que ya los de sexto año hacían una preparación vertical sobre determinada especialidad o algo así, y dijimos: Hasta que tengamos suficientes estudiantes, y la cambiamos. Partimos del principio de un médico básico, con conocimientos básicos muy fuertes y después las especialidades; pero ya en nuestras universidades en muchas carreras empezaban la especialización después del segundo año.
Antes había una especialidad para el arquitecto, que podía ser después planificador físico, hacer edificios, hacer muchas cosas; pero se dividió en fragmentos: el de planificación física, el de edificaciones, el de esto, lo otro, y no un arquitecto, sino un individuo que con dos años de conocimientos básicos empezaba a especializarse. ¿De dónde sacamos esa basura? La copiamos, a decir verdad.
En agronomía estábamos igual. Llegó un momento en que dijimos: Hay que rectificar esto, y empezamos el proceso de la aplicación de otros conceptos en la formación básica del profesional universitario, y después un sistema de formación de especialistas.
El docentismo adquirió mucha fuerza; es decir, se cayó de un extremo a otro, de un extremo quizás excesivo en la práctica a un extremo excesivo en el docentismo, o en la preparación docente o teórica.
Creo que lo que se está haciendo ahora es mucho mejor, o se acerca a lo ideal: una participación real de los estudiantes universitarios en la producción.
Creo que las fábricas docentes han sido una buena creación, una excelente creación, que permite darle un peso mayor que el que le veníamos dando al trabajo productivo, y se mantiene un nivel adecuado en lo teórico.
En cuanto a la enseñanza teórica, los estudiantes lo que necesitan es una buena base para seguir estudiando toda la vida, porque ingeniero que deje de estudiar cuando se graduó de ingeniero, en pocos años deja de saber algo de ingeniería, y así es prácticamente en casi todas las carreras técnicas, también en la carrera de medicina.
En medicina tenemos todo un sistema de formación de especialistas. Tenemos el médico general integral como una especialidad. La medicina nos sirvió de material de estudio para desarrollar muchas de estas ideas.
Hemos cometido errores de tipo subjetivo en nuestro trabajo educacional, pero estaba explicándoles que ustedes no se podían librar de tendencias generales en la sociedad de menosprecio a ciertas cosas: trabajo voluntario, estudio y trabajo de los estudiantes y todo ese tipo de cosas, unidas a muchos otros factores subjetivos que se pudieran mencionar; mas, a pesar de tales errores, creo que hemos hecho más en esto que ningún otro país, y sobre todo que ningún otro país socialista, que fueron de los que más hicieron —hicieron bastante en la educación, no se puede negar eso—; sin embargo, lo que nosotros hicimos, y la forma en que lo hicimos, fue algo realmente novedoso y creador.
Hay más temas sobre esto. Creo que ustedes discutieron el perfeccionamiento y no sé qué otras cosas. La idea del perfeccionamiento es irrenunciable a la educación, desde luego.
Hemos cometido otros errores, no he hecho el balance de todos. Nos pusimos todos a estudiar ruso —yo no, realmente no lo intenté (RISAS)—, se generalizó el estudio del ruso, había que estudiar ruso y había que abandonar el inglés. Esto es confundir la gimnasia con la magnesia —como se diría popularmente—, la ideología con el idioma. Es muy poca la simpatía que tengo por la forma en que se desarrolló la universalización de ese idioma, es poca la simpatía que podamos tener por el colonialismo; pero es una realidad, se convirtió en idioma universal, igual que el español se convirtió en el idioma universal de una gran parte del continente que estaba habitado por miles de tribus indígenas de diferentes idiomas. Nos dejaron el español, algo de las pocas cosas positivas de esa terrible etapa histórica. Nos impusieron un idioma, pero ya que lo tenemos no vamos a renunciar a él, tenemos que perfeccionarlo y saber usarlo, además.
¡A estudiar ruso!, y usted no encuentra en ruso ninguna obra literaria nueva —tenía que esperar a que la editaran en la URSS, dentro de 10 ó 15 años—, o una obra científica; y, sobre todo, lo más importante: casi todas las obras científicas, si las hacen en Japón, o las hacen en Europa, o las hacen en cualquier país, inmediatamente las traducen al inglés. Se ha convertido en idioma internacional, y nosotros, de idiotas, abandonando el inglés. Eso fue necesario rectificarlo.
Recuerdo que el embajador soviético que estaba aquí, muy buena persona y muy amigo nuestro, se puso tristísimo porque yo, desde una tribuna como hoy, dije esto, que había que estudiar inglés, que había que rectificar aquello. Y yo le pregunto —esto lo conté el otro día en una comisión—: "Díganme, ¿ustedes qué idioma es el que estudian, español?" Dice: "No, inglés." ¡Todos los soviéticos estudiando inglés! Ahora le viene de mil maravillas al imperialismo, desde luego, pero no tiene nada que ver una cosa con la otra; no creo que aprendan a ser capitalistas en cuatro días, eso es seguro, por mucho inglés que sepan.
Todo el mundo estudiaba inglés, no español, y los idiotas estudiábamos ruso (RISAS). ¿Se dan cuenta lo que pueden las influencias y cómo pueden surgir influencias negativas?
Sobre influencias pudiéramos hablar más. En la comisión de ciencias cité algunas: ¿Qué editamos nosotros y qué hemos editado durante estos 30 años? Es una pregunta que pudiéramos hacernos. ¿Cuántos libros hemos editado y cuántos títulos? En una reunión que hace algún tiempo tuve con los estudiantes preuniversitarios, planteé con mucha fuerza la idea de que imprimiéramos 200 ó 300 obras clásicas que aquí no se imprimían. No voy a mencionar títulos, pero que eran conocidas y que existieron: muchas cosas de la historia de la antigüedad, libros de la antigüedad, donde están los orígenes de la filosofía, los orígenes de la civilización y muchos libros escritos a lo largo de 2 000 años que son clásicos y que estaban desaparecidos de las bibliotecas; o si no de las bibliotecas, por lo menos, desaparecidos de las bibliotecas personales de la gente o de las casas.
Sí, leemos muchísimo. Ese día estábamos discutiendo cuánto estudiamos y cuánto leíamos, se estaban analizando algunos factores relacionados con este tema; creo que era sobre la comunicación, sobre limitaciones en la comunicación que tenían a veces muchos muchachos y cuáles podían ser las causas de eso. Pregunté si era un fenómeno universal, y me dijeron que el fenómeno era universal, y que los medios masivos y la televisión tenían mucho que ver con todo eso, por la cantidad de horas que en el mundo los muchachos se pasaban delante del televisor, falta de educación de los padres, falta de técnica, falta de métodos adecuados de educación de los niños. Porque una compañera estaba hablando de unos estudios que están haciendo y de un diccionario que van a hacer con el vocabulario que necesitan nuestros niños. Es un trabajo muy bueno y muy loable, y alrededor de eso hice una serie de preguntas.
Es que el mundo moderno lee muy poco y se pasa todo el tiempo viendo televisión y casetes; no Cuba, el mundo.
Una pregunta que podríamos hacer: "¿Leemos mucho?" "Si, los libros vuelan." Pero, ¿qué libros? Muchos libros son ficción, solo ficción.
Ese día estábamos hablando de la necesidad imperiosa de una revista científica, como parte de todo el movimiento científico que estamos desarrollando, casi tan importante como un microscopio electrónico o un espectrofotómetro de masa o algo de eso, como una necesidad, en fin, igual que los instrumentos de trabajo en los laboratorios, y puse un ejemplo. Dije: A todos nos gusta la lectura de ficción, para un momento de entretenimiento o de esparcimiento; pero si usted se dedica a eso nada más no aprende, la lectura se convierte en una actividad simplemente recreativa, evasiva muchas veces.
Les decía que cuando leía un libro me preguntaba si había aprendido algo, y puse un ejemplo de la literatura de un amigo nuestro muy apreciado, García Márquez. Cuando usted se lee "Crónica de una muerte anunciada", puede pasarse horas entretenido viendo toda aquella trama y cómo ocurren los hechos, pero al final no ha aprendido nada. Si usted lee "El general en su laberinto", al final ha aprendido mucho de historia, del pensamiento de Bolívar, de las ideas de la integración latinoamericana, ha aprendido de cosas humanas; es recreativo el libro y enseña.
Ahora, ya que tenemos tanta gente que investiga, sobre todo en la rama de humanidades, podíamos hacer un estudio, y los invito a que hagan un estudio de todo lo que ha editado la Revolución, aparte de libros de texto, y qué proporciones son de libros exclusivamente recreativos y qué proporciones de libros que enriquecen la cultura de toda nuestra sociedad en todos los campos: la ciencia, la filosofía, la sociología, la psicología, la política, la economía; cuánto hemos dedicado a historia, cuánto hemos dedicado a biografías. Y resulta que nosotros no sabemos ni historia de Cuba, no sabemos lo suficiente sobre la historia de Cuba y casi nada sobre la historia de América Latina.
Una de las formas de promover los conocimientos de la historia de Cuba es imprimir libros; ya he tenido el privilegio de encontrarme con algunos de los libritos que se imprimieron después de aquella reunión con los dirigentes de la Federación Estudiantil Universitaria, y valiosísimos libros han aparecido por ahí. Hay que ser selectivo y hay que tener una política en las publicaciones porque no son comerciales, el Estado socialista debe editar libros no para ganar dinero, debe editar libros para beneficio del pueblo; y se beneficia al pueblo no solo con un tipo determinado de literatura, sino con una gran variedad de libros y con una política editorial que le permita a la población tener acceso a las mejores obras creadas por la inteligencia del hombre, tanto históricas, literarias como políticas o de otro tipo.
Leemos mucho pero tenemos que preguntarnos qué leemos. También podíamos preguntarnos cómo hemos usado nuestra televisión, algo que siempre aparece en todo congreso o reunión de maestros, y podíamos preguntarnos muchas de esas cosas. La educación no puede escapar a algunos de estos problemas, y debemos dirigir nuestros esfuerzos hacia el desarrollo de un pueblo, de una sociedad con un gran nivel cultural y también con un gran nivel científico, una educación que nos permita niveles de vida de calidad, tanto en los aspectos recreativos como en los aspectos creativos.
No nos desalientan en lo más mínimo las dificultades que hayamos tenido, tenemos que reconocerlas y analizarlas. Debemos sentirnos legítimamente orgullosos de la obra que la Revolución ha hecho en la educación, y creo que esa obra está influyendo mucho en este momento del período especial. Los maestros, aunque ahora van a sembrar yuca, boniato y plátano junto con los estudiantes, a limpiar, arrancar cebolleta y todas esas cosas (APLAUSOS) —y pidan caballerías, que sí las van a recibir, las que hagan falta—, producen como fruto fundamental el desarrollo de los conocimientos y la preparación del hombre para la vida en todos los sentidos. Su principal fruto es la educación, al menos, soy testigo en las últimas semanas de algunos de esos frutos, porque participé en el congreso de los pioneros y, realmente, no creo que pueda haber algo más impresionante, no creo que en ninguna parte del mundo la gente tenga el privilegio de ver lo que nosotros vimos aquí; no importa que nos ignoren como nos ignoran, y nos calumnien como nos calumnian, pero no se da en ningún lugar del mundo un congreso de pioneros como el nuestro. ¿Y de dónde salió todo eso? De nuestra educación.
Hemos visto el congreso de la FEEM, y estoy seguro de que en ningún lugar del mundo se da un congreso de estudiantes como ese, ni se expresa la calidad que se expresó en aquel congreso donde no estaban muchachos escogidos de dedo, sino muchachos escogidos dentro de la FEEM por sus compañeros, como los pioneros escogieron a los suyos, de manera absolutamente libre, democrática, y enviaron sus representantes. Yo estaba tan impresionado que dije: Será difícil que en el futuro volvamos a ver un congreso igual que este, porque veía casi el congreso de periodo especial, de los soldados que están en el medio de la batalla; me causaron una impresión tremenda.
Hace una semana tuvimos aquí mismo la clausura del evento del VI Foro de Piezas de Repuesto, Equipos y Tecnologías de Avanzada, qué cosa impresionante, qué expresión del avance de nuestra educación ahí estaban representados cientos de miles de trabajadores, obreros calificados, técnicos, profesionales de nivel superior, todos los que salieron de los tecnológicos y de las universidades, de nuestros centros de enseñanza, con un nivel de conocimiento y con una preparación impresionante.
¿De dónde salió eso, ha sido acaso por casualidad el que hayamos podido ver tres eventos como esos? Ha salido de la Revolución y ha salido, en gran parte, del proceso educacional de la Revolución, porque la inmensa mayoría de los que estaban allí pasaron por las escuelas primarias en la Revolución, por las secundarias, los preuniversitarios y las universidades; y se puede ver toda una obra, se puede ver toda una creación. De ninguna otra forma se puede apreciar mejor que cuando usted ve cientos y cientos de personas reunidas, representando a las que han sido creadoras o han presentado 34 000 ponencias con 40 000 soluciones para problemas del país. ¿En qué otro lugar del mundo se da eso?
Ellos también están en medio del campo de batalla del periodo especial, y eso es fruto genuino de la obra de la Revolución en la educación, que nos da motivo sobrado para sentirnos orgullosos, independientemente de la conciencia que tengamos de los errores que hayamos podido cometer, o de las fallas que hayamos podido tener.
Ya que hablé de la ciencia y de la técnica, pienso que tenemos que hacer algunas cosas.
Participé en la comisión científica, tenía mucho
interés por el peso tremendo que tienen en este momento las investigaciones científicas en la situación en que estamos.
Pensaba ir a una sesión por la mañana y hacer otras cosas después por la tarde, pero me interesó tanto aquello que me quedé y estuve como ocho horas en la comisión científica. Realmente escuché cosas extraordinarias. No es que yo ignore, porque recibo mucha información, estoy constantemente en contacto con los centros de investigación, sé muchas de las cosas que se están haciendo, cómo se están haciendo y las estamos apoyando, las estamos impulsando; pero cuando usted se reune con un grupo de científicos e investigadores, como el que se reunió en aquella comisión, aprende mucho.
Incluso recogí algunos datos, porque hay muchas instituciones científicas nuestras que uno no sabia bien qué era lo que hacían —ahora tenemos muchas más de 100—, es que algunas habían cambiado de nombre hacia cinco años, habían resultado de la fusión de dos instituciones; pero allí en esa comisión, tanto en el terreno de la ciencia como de la técnica, la sociología y la pedagogía, se plantearon cosas realmente muy, muy, muy interesantes.
Desde luego, un congreso no se puede medir por los plenarios. En las comisiones se discute mucho más profundamente sobre temas en concreto. En el plenario son 200 ó 300 peticiones de palabra y muchas cosas son repetitivas, y hay que darles un tiempo limitado a los que participan, no pueden hablar todos y no se puede profundizar mucho. En las comisiones se profundiza mucho más.
Para mí fue una experiencia la participación en esa comisión, porque allí se profundizó sobre muchas cosas.
Ahora, tremenda sorpresa la que me llevo y que demuestra cómo uno, por muy alerta que pueda estar, o por mucho que se pueda creer bien informado, siempre aprende algo. Creí que en este sindicato estaban todos los trabajadores científicos, y de repente digo: Y tal institución, la otra y la otra, quién las representa: Me dicen: "No, no pertenecen al sindicato." Digo: "¿Pero a quién demonios pertenecen?" "Pertenece cada una a su rama; los del azúcar están en el azúcar, los de la agricultura en la agricultura, los de la medicina en salud pública." Digo: "¿Cómo?"
Menos mal que los compañeros que organizaron este congreso tuvieron la genial idea de invitar a muchos centros científicos que no pertenecen a este sindicato, se dieron cuenta. No estaban allí como representantes o como delegados, pero estaban como invitados, y me doy cuenta de que los trabajadores de la ciencia no tienen un sindicato. ¿Qué contribuyó a mi engaño o a mi ignorancia? El hecho de que este sindicato tan ilustre, y justamente ilustre, se llame Sindicato de Trabajadores de la Educación, la Ciencia y el Deporte. Y digo: Trabajadores de la Educación, la Ciencia y el Deporte, van a estar todos los trabajadores de la ciencia, y resulta que no están. Ustedes nada más tienen a los trabajadores científicos de los centros que tiene la universidad y de los centros que tiene la Academia de Ciencias. Hay decenas, decenas y decenas de centros de investigaciones científicas que no están en este sindicato. Bueno, ¿qué hacemos?
Comprendo que el ICIDCA es otro centro similar y le interesa mucho estar en el sindicato del azúcar, es correcto; o estar en relación con aquella rama de la industria azucarera, correcto; pero nosotros tenemos que encontrarle una solución a ese problema.
No es posible, y menos todavía en este período especial, la ausencia de un sindicato de los trabajadores científicos. No es posible cuando uno ve el trabajo que hace y que puede hacer el sindicato en el impulso de las actividades.
No planteo que dejen de ser del otro sindicato ni de este, lo que planteo es su doble pertenencia. Planteo que debemos crear un sindicato de los trabajadores de la ciencia, que la CTC organice —y lo digo en periodo especial cuando estamos ahorrando, se vuelve una necesidad de este periodo— y vayamos a la creación de un sindicato de los trabajadores de la ciencia, aunque todos los que están aquí sigan aquí; pero estarán en dos sindicatos: los de la Academia de Ciencias y los de las universidades estarán en este, pero también en el otro.
¿Hay algún libro de Carlos Marx, o de Engels, algún pensamiento de Martí que prescriba y establezca definitivamente el principio de que un trabajador solo puede pertenecer a un sindicato? Creo que no debemos debilitar a ninguno de los sindicatos que tenemos; no debemos debilitar a este, por ejemplo quitándole a los trabajadores de la ciencia, aunque la ciencia en el plenario de ayer, ni se mencionó, a decir verdad; y los del ICIDCA, los de los centros de la industria azucarera, que sigan perteneciendo a aquel sindicato y a este de que estamos hablando que hay que crear, y el de la agricultura también; que tengan la doble pertenencia, que no pierdan los vínculos que tienen allá con la rama y con el sindicato, pero que haya un sindicato de trabajadores de la ciencia.
Les digo que esto es una necesidad, y puedo explicarlo lo más brevemente posible.
La ciencia hay que integrarla. El sindicato es un elemento integrador de la ciencia.
¿Cómo veo en estos momentos que nosotros debemos trabajar en el área científica? Veo primero la necesidad de dar algunos pasos. Ya hemos venido hace rato dando pasos en este terreno científico, y últimamente hemos dado otros; hemos creado el polo científico productivo del oeste de la capital. Hemos tomado en cuenta la ubicación geográfica, pero también hemos tenido que incluir algunos en virtud del tipo de investigaciones que realizan, y hemos agrupado en este polo a los centros de investigación de biotecnología, de medicina; los de la agricultura asociados a las investigaciones biotecnológicas, y a veces esos centros no están ubicados por aquí.
Biopreparados, por ejemplo, va a estar allá en Bejucal, lo están terminando. CENPALAB, Centro Productor de Animales de Laboratorio —institución importantísima sin la cual no hay investigación científica; tenemos un extraordinario centro que se está terminando, estará terminado en el primer trimestre del próximo año—, está por El Cacahual, pero pertenece a este polo científico, y también el ICIDCA, el INCA, el CENSA, que están por allá por San José, y el ICA.
Creo que uno de nuestros caminos para integrar la ciencia y desarrollar la más amplia colaboración, son estos polos científicos; pero no puede haber un solo polo científico.
Creo que en Villa Clara se desarrollará otro polo científico; en Santiago de Cuba se creará otro polo científico; en occidente se crearán otros. He estado meditando sobre este problema.
Este polo científico de que hablé está organizado. Los centros pertenecen a distintas instituciones, hasta el Consejo de Estado tiene algunos prestigiosos centros de investigación científica, los tienen las universidades, los tiene la Academia de Ciencias, los tiene la agricultura, los tienen distintos organismos. Estos se juntan y se reúnen sistemáticamente todos los meses, estudian servicios comunes para todos ellos; estudian la cooperación entre todos ellos, la información, los libros, la literatura que necesitan, las cosas esenciales que necesitan, las prioridades, la formación del personal, lo discuten todo.
El polo científico productivo del oeste de La Habana es una experiencia muy importante en el campo de las investigaciones científicas, y ya eso hay que trasladarlo al resto del país a medida que se vayan creando las condiciones de la existencia del polo científico. No es posible invitar a este polo al centro de biotecnología, a los centros de esta rama que se han creado en la universidad de Villa Clara, o los que se han creado en Santiago de Cuba, no es posible. Por lo tanto tendrá que haber un sistema y un estilo similar de cooperación, de unión y de trabajo entre todos los centros en distintas partes del país.
En la propia capital hay que crear otros polos, porque hay muchos centros de investigación importantes que no pertenecen a este, sino a la rama de la metalurgia, de la industria mecánica, de la química o de otras cosas; son otros procesos que no hacemos nada mezclándolos con este. Y habrá que crear otro polo científico con esa rama de las investigaciones, para hacer un trabajo similar al que estamos haciendo con el polo científico del oeste de la capital, para resolver muchos problemas y atender muchas necesidades de esos centros que a veces permanecen olvidados.
Algo más, creo que va a ser necesario crear un polo científico con los centros de investigación de humanidades, también aquí en occidente, puesto que no debemos ponerlos junto con los de la biotecnología, o la industria médica, o las ciencias médicas o agrícolas; ni podemos ubicarlos junto con los de la siderurgia, industria mecánica, pero tienen un papel muy importante que jugar en nuestra sociedad. Hay que reunirlos, organizarlos y ver cuáles son sus tareas, qué van a hacer en el período especial, qué van a hacer en el presente y qué van a hacer en el futuro. Los de pedagogía caben en ese polo, los centros de investigaciones pedagógicas, sociológicas y otros; hay que hacer una clasificación. Pero creo que solo en occidente caben tres polos científicos. Ya la idea de los polos científicos, como instrumento de cooperación y de apoyo mutuo entre los centros de investigación, es una idea que me parece muy útil y muy provechosa.
Estas son las cosas del socialismo, el capitalismo no puede ni soñar con nada de eso, si queremos ser socialistas con un sentido claro del socialismo, y el socialismo es por encima de todo cooperación. Mientras en el capitalismo todos los centros de investigación están en guerra unos con otros, nosotros tenemos el privilegio de poner a cooperar a todos esos centros, a ayudarse unos a otros en equipos, en personal, en experiencias, en conocimientos, lo cual multiplica sus posibilidades. El capitalismo no tiene eso ni puede tenerlo.
Ahora bien, debe haber un centro integrador o varias fuerzas integradoras de todos los centros de investigación científica, y tiene que ser la Academia de Ciencias. La Academia de Ciencias ya no administra muchos centros, le quedan algunos; pero es la que tiene que integrar a todos estos centros, sean de la rama médico-biotecnológica, sean de la rama industrial o de la rama de humanidades. Debe hacer el papel de coordinar, de organizar, de atender los polos y buscar la cooperación entre ellos. Ese debe ser el papel de la Academia de Ciencias, a mi juicio, un papel integrador de las instituciones científicas de este país. Y no sería la única, la otra fuerza integradora serían los foros, como el que tuvo lugar recientemente, que se van a efectuar todos los años.
El foro no es una institución administrativa, es un movimiento, y un movimiento de integración gracias al esfuerzo de algunos compañeros del departamento del Partido que atiende las industrias básicas, principalmente gracias al esfuerzo de los compañeros Maynegra y Miret, quienes han trabajado muchísimo en esto sin mucha publicidad, digamos. Pero, ¿qué hicieron ellos? No crearon una organización, sino que visitaron todos los centros de producción del país, conocen todos los especialistas, los mejores en cada cosa, en cada una de las industrias; los que han encontrado una solución aquí, un grupo eminente de ingenieros —ya no hablo de científicos—, de técnicos que saben mucho, por ejemplo, de calderas, o saben de magnetizadores, o saben de otras cosas, y fueron poniendo en contacto entre sí a los centros en la búsqueda de soluciones. Primero empezó por piezas de repuesto, después continuó por equipos y así se ha ido desarrollando ese movimiento. Yo diría que es un movimiento integrador de la ciencia y la técnica en nuestro país de una gran importancia.
Lo hicieron sin aparato, trabajaron en coordinación con la Academia de Ciencias, crearon comisiones a nivel de municipio, de manera que en cualquier municipio del país se hace una innovación, una racionalización de algo, una creación, una invención. Este foro ha convertido en investigadores y en científicos a cientos de miles de personas, hasta una ama de casa estaba; también puede haber un campesino creador, innovador, integrado a ese movimiento.
En el VI Foro —sobre todo en estos días, cuando me reuní con ellos y pude apreciar todo lo que habían hecho—, me di cuenta del inmenso trabajo silencioso, callado pero eficiente, que estos compañeros habían hecho en este campo.
Si los centros de investigación son los centros de investigación científica, el foro incluye a todos los técnicos, a todos los obreros calificados, a todos los ingenieros, a todos los profesionales de la producción. ¿Y ustedes saben lo que significa la fuerza creadora de cientos de miles de personas? Pues este foro la ha impulsado. Tuvimos que cambiarle el nombre, porque empezó con la modesta aspiración de resolver, en otros tiempos, dificultades con piezas de repuesto capitalistas; ahora tienen que resolver las capitalistas, socialistas y cuanta cosa haya por ahí. Porque ahora ya no son piezas capitalistas solamente, son piezas socialistas las que tienen que fabricar, inventar, innovar. Ya tienen que agarrar una grúa soviética y hacerla caminar de cualquier manera, aunque no haya una sola pieza soviética; la tarea que tienen es tremenda.
Ahora, vean ustedes cómo la evolución de los acontecimientos nos obliga a estar atentos para saber qué cosas tenemos que rectificar o qué cosas tenemos que introducir, no siempre rectificar.
Ya dije hace un rato que en este sindicato de trabajadores de la educación y de la ciencia falta el 80% de los trabajadores científicos, no estaban incluidos.
Puedo decirles otra cosa: En ese foro estaban hasta los compañeros del MINFAR —tienen su personal calificado, personal científico en distintas áreas, porque deben mantener sus armas, tienen que hacer muchas cosas, racionalizaciones, innovaciones—, sin embargo, los centros de investigación científica no estaban.
¿Qué hicimos el año pasado cuando el foro anterior terminó? Propusimos que se incluyeran los centros de investigación científica en ese movimiento. Y ya en ese movimiento que se reunió en estos días estaban todos los centros de investigación científica de todas las ramas, incluidas las universidades, porque a veces hay facultades que tienen dos o tres centros, dos o tres importantes grupos de investigadores.
En el foro están incluidos ya todos los científicos del país, además de los técnicos, obreros calificados, ingenieros de la producción, todos; es una fuerza impresionante la que tiene, ese es un segundo elemento integrador; primero la Academia de Ciencias, después el foro, voy a llamarlo foro para no ponerle su largo nombre, para no repetirlo.
La tercera fuerza integradora de todo el trabajo científico tiene que ser el sindicato, y es por eso que estoy planteando la necesidad de crear un sindicato de trabajadores de la ciencia. Es una necesidad, puesto que esto no es un deporte —y los deportes son muy importantes, como ustedes saben—, es algo que tiene que ver con la vida del país, con el futuro del país, con la supervivencia del país, porque en este trabajo de los racionalizadores, inventores, innovadores e investigadores está el arma principal con que cuenta el país en este momento, el instrumento principal para vencer el período especial. Lo afirmo, no lo voy argumentar, es evidente; las cosas que están haciendo, las cosas que están resolviendo, las cosas que pueden hacer y que pueden resolver, con beneficio directo para nuestra población en estos momentos, con la creación de recursos exportables importantísimos y con la sustitución de productos que hoy no tenemos.
Hoy debemos fertilizar en gran parte con bacterias; hoy tenemos que utilizar biopesticidas, la lucha biológica contra plagas, enfermedades; hoy tenemos que crear aceleradamente variedades nuevas de plantas, a partir del cultivo de tejidos y a partir, incluso, de células. Ya se han logrado producir las primeras plantas de caña a partir de una célula de caña, no de un canuto como se siembra la baña, sino que de una célula microscópica de la caña han sacado una planta. Y se están haciendo muchas cosas de este tipo, que son muy prometedoras para resolver problemas de nuestra agricultura.
Igualmente, el pastoreo Voisin, la siembra de leguminosas y el uso de la saccharina aplicados de una manera rigurosamente científica, deben resolver el problema de la falta de fertilizantes y de pienso para la ganadería vacuna. Estamos haciendo un programa acelerado de 6 000 pastoreos racionales con cerca eléctrica. Ahí han intervenido investigadores, innovadores, gente que ha ideado una maquinita para moler caña y darle saccharina al ganado allí, saccharina que salió de nuestros centros de investigaciones; gente que ha trabajado en equipos para producir electricidad para si falla el sistema eléctrico pueda contar con la corriente para la cerca, producida por aire o a mano, y, en fin, han tenido que encontrar muchas soluciones.
Esta situación va a impulsar el desarrollo de la ciencia en el país tremendamente, porque sin un período especial ni soñar con el impulso que están tomando muchas cosas en nuestro país, como la utilización del buey que ya se había olvidado y todo era en tractor, y el tractor era, además, el automóvil, el vehículo de paseo en el campo, para todas las cosas, y el buey olvidado.
Ahora se ha descubierto que el buey no solo ahorra combustible en muchas actividades, sino que eleva la productividad del hombre, porque hay momentos en que por la humedad del terreno o por el tamaño de los cultivos, no se puede introducir el tractor, porque lo desbarata todo, lo compacta todo, y va un hombre o una mujer —porque hay destacadísimas mujeres que se han hecho boyeras, demostrando que tenemos Mariana Grajales en cantidades infinitas en este país (APLAUSOS); han aprendido a manejar los bueyes, y mujeres de La Habana— que hace el trabajo de 10, 12, 15 hombres, desyerbando, haciendo algunos aporques y cosas que habría que hacerlas a mano.
Ahora hemos descubierto que el día que haya combustible suficiente, no podemos volver a la era exclusivamente del tractor y se acabó; igual que el día que haya combustible suficiente no podemos renunciar a las bicicletas, que son hijas del período especial y estaban olvidadas aquí completamente (APLAUSOS), son buenas para la salud, para millones de cosas; pero aquí estaba olvidado eso, todo era ómnibus, y ómnibus Ikarus que iban envenenando la ciudad y haciendo cuatro kilómetros por galón, una cosa ruinosa.
El período especial nos va a enseñar, realmente, muchas cosas, y va a impulsar muchas cosas. Algún día vamos a estar agradecidos del período especial, porque vamos a adelantar lo que no habríamos adelantado en veinte años; desgraciadamente el ser humano es así, a veces las cosas son claras, evidentes, razonables, y usted trata de convencerlo, convencerlo y convencerlo, y solo cuando se ve ante la necesidad imperiosa y no tiene nada más, entonces busca el buey. Dices: Señores, hay que domar bueyes, hay que domar bueyes, hay que domar bueyes; mientras le quede una gota de combustible es dura la batalla por la doma y domesticación de los bueyes. Ese es el ser humano, tiene esas características, y muchas veces necesita la fuerza de la necesidad, el impulso imperioso de la necesidad para resolver determinados problemas. Y así nos está pasando con el período especial.
No quiero extenderme mucho más, porque he tenido que pronunciar unos cuantos discursos en estos días y no deseo repetir; pero si debo señalar que ya la Unión Soviética dejó de existir como Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, como Unión de Repúblicas Socialistas y como Unión de Repúblicas Soviéticas; han desaparecido tres cosas: la unión, lo socialista y lo soviético. A partir de la reunión de ayer en Alma Ata con la participación del resto de las repúblicas, se declararon Estados independientes con la disposición de participar en alguna forma de unión como países soberanos. Discuten todavía algunas cosas relativas al espacio económico y relativas a la defensa; tienen algunas cuestiones todavía que resolver, pero ya fue disuelta la URSS, cosa que, naturalmente, a todos nos duele y nos entristece, por el papel que jugó la URSS, por las relaciones que tuvo con Cuba, por la amistad que tuvo con nuestro país.
Esto implica también tareas nuevas, importantes para nuestro país, y una política a seguir en la nueva situación en que se han creado 15 Estados independientes. Como hemos dicho otras veces, pensamos en tal situación continuar el desarrollo de las relaciones con esos pueblos, es lógico; de modo que reconoceremos a los nuevos Estados independientes, a todos, y en la medida de lo posible desarrollaremos nuestras relaciones comerciales, diplomáticas y políticas como hacemos con cualquier Estado independiente.
En estas circunstancias partimos de los vínculos históricos que se desarrollaron con cada uno de los pueblos de la Unión Soviética y los que se desarrollaron también con cada una de las repúblicas que constituían la Unión Soviética; a lo largo de 30 años fueron muchos los contactos, los vínculos, las amistades que se desenvolvieron con todas esas repúblicas, aparte de las relaciones con la Unión Soviética. Como ustedes saben, miles y miles de cubanos han estudiado en ese país, prácticamente en todas sus repúblicas. De modo que el número de las embajadas tendrá que crecer, puesto que tendremos necesidad de representantes en cada una de esas repúblicas. Hay vínculos económicos creados también, muchas de ellas consumían productos nuestros y los necesitan; nosotros consumíamos sus productos y los necesitamos. Es decir, ahora tiene que venir toda la reformulación y toda la instrumentación de la forma de desarrollo de las relaciones con esos Estados independientes.
Aparte de nuestra tristeza por todo lo que allí ha ocurrido, lo menos que podemos desear es que esos Estados independientes alcancen la mayor estabilidad política y económica posible, lo menos que podemos desear es que entre ellos reine la mayor armonía y la paz, lo menos que podemos desear es que entre ellos se desarrolle la cooperación; puesto que no concebimos cómo podrían desarrollarse esos países que formaban parte de una unión de repúblicas, con una economía extraordinariamente integrada, en que unos producían un mineral y lo enviaban a otra industria de otra república, unos producían piezas de repuesto y las enviaban a otra, unos producían un tipo de alimento, otros producían combustible —a lo largo de más de 70 años la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas creó una economía altamente integrada en todos aquellos territorios por donde se extendía—; cómo podría concebirse realmente el desarrollo de esos países si no alcanzan un nivel de cooperación y si no mantienen esa integración económica.
En el mundo se marcha hacia las integraciones. Europa después de siglos de guerra marcha hacia la integración, ha marchado considerablemente hacia la integración económica, y marcha también hacia la integración política; marcha hacia el uso de una sola moneda, marcha hacia la desaparición de todas las barreras aduanales en sus fronteras. Es decir, marcha hacia la integración de lo que pudiéramos llamar un poderoso Estado multinacional.
En América Latina se plantea la necesidad de la integración, y es vital, cuestión de vida o muerte para América Latina integrarse, si es que ha de tener un lugar en el mundo futuro, si ha de tener un porvenir; tiene que marchar hacia la integración, tiene que marchar hacia la realización de aquel que fue el sueño de Bolívar y de otros luchadores, la unión, y tendrá que marchar hacia la integración económica primero y después a la integración política.
No se puede por ello concebir que la Unión Soviética vaya en un sentido inverso y que todas aquellas repúblicas, de una poderosa unión, vayan a desintegrarse cada vez más. No sé cómo se las arreglarán en el terreno monetario, si lograrán mantener una moneda o habrá tantas monedas como Estados independientes; qué pasará en las fronteras con las aduanas y las barreras aduanales, cómo se instrumentará el comercio; cómo funcionarán todos aquellos sistemas de transporte que se crearon para la unión de repúblicas, aquellos gigantescos ferrocarriles, aquellos sistemas de carreteras, aquellas redes eléctricas y aquel sistema de electrificación del país, aquellos oleoductos, aquellos gasoductos, aquellos puertos; cómo funcionará todo eso. Es difícil imaginarse que funcione sin un gran nivel de cooperación entre ellas.
Por eso hablaba de lo que debemos desear en la nueva situación, porque con todo lo que ha ocurrido y lo que esto ha significado para nuestro país, para nuestra economía, y que nos ha obligado a un período especial duro, durísimo, aún podrían ocurrir cosas negativas y perjudiciales para nuestro país y para el mundo. Si esos Estados independientes no se estabilizan, si ocurren conflictos étnicos, si ocurren conflictos nacionales, pueden agravarse todavía más nuestras dificultades; no mucho más, pero pueden agravarse más. Y hay otros factores además que pueden perjudicarnos indirectamente. Si esos Estados no se estabilizan política y económicamente, si las producciones de alimentos disminuyen, una de las consecuencias es que puedan verse obligados a importar grandes cantidades de alimentos, y ya lo están haciendo.
Los imperialistas, que están felices con los acontecimientos que han ocurrido en el campo socialista, andan buscando dinero, alimentos y cosas que enviar para allá, para que aquello no termine en una catástrofe internacional, hablan de eso. Están, incluso, asustados, porque varios de esos Estados son nucleares y la cosa ha ido tan lejos, que hasta los propios países occidentales están preocupados de lo que pueda ocurrir. Por otra parte, tienen miedo a grandes olas de emigración.
Ellos, que tanto hablaron del muro de Berlín, a lo mejor terminan creando un muro desde el Báltico hasta el Adriático para evitar que decenas de millones de personas emigren hacia el oeste, como consecuencia de la calamitosa situación económica y el caos creado. De modo que ellos están preocupados por eso.
Como les decía, la falta de estabilidad económica, la falta de producción, si la situación de la producción de alimentos sigue agravándose en esos Estados independientes, si no resuelven los problemas, si no recuperan los niveles de producción agrícola, se convierten en importadores de alimentos con el riesgo de elevar el precio de estos en el mundo y afectarnos a nosotros también por esa vía.
Baste decir que el precio de la leche en polvo casi se ha duplicado ya, como consecuencia de las enormes importaciones de leche en polvo que ha hecho la Unión Soviética. Y así pueden elevarse los precios de otros alimentos que tradicionalmente importamos.
Otra circunstancia: si sigue bajando la producción de petróleo en la Unión Soviética, o en lo que fue la Unión Soviética, si no recuperan la producción de petróleo, si no vuelven a alcanzar los niveles que tenían, y, por el contrario, sigue decayendo tanto la producción como la exportación, otra de las consecuencias puede ser el aumento de los precios del petróleo que, como dije ya, son precios monopólicos y afectarnos a nosotros por esa vía; es decir, la no estabilización económica y política de esos nuevos Estados independientes, podría afectarnos tanto por la vía del encarecimiento de los productos alimenticios que tenemos que importar como por el encarecimiento del mínimo de combustible que necesita nuestro país en estas condiciones de período especial.
Por eso hay que seguir atentamente la marcha de los acontecimientos. Ha concluido prácticamente el proceso de desintegración, pueden faltar algunos aspectos formales; pero realmente se puede decir que ayer en Alma Ata se firmó el acta de defunción de la Unión Soviética.
Es conveniente que la población medite, reflexione sobre todas estas cosas y comprenda todos los factores que, de un modo u otro, pueden influir.
Pienso que ustedes los maestros están preparados para el desafío que tenemos delante.
Creo que ahora hay que elevar al máximo la importancia de la cuestión de la participación en las actividades productivas, sobre todo allí donde se pueda más, que es en el campo. Hay que elevar al máximo el objetivo del autoconsumo donde sea posible, como cosa importante, como tarea importantísima del período especial.
Piensen que son más de un millón los estudiantes, a la mitad de los cuales hay que darles desayuno, almuerzo y comida todos los días, y a otros hay que darles el almuerzo entre universidades, escuelas de nivel medio, seminternados, círculos infantiles, etcétera, y la importancia que tiene el autoabastecimiento.
Claro está que el país desarrolla grandes esfuerzos para producir alimentos en los planes nacionales; pero el que siembre el huerto, el pedacito de tierra que está en el patio de su casa, está ayudando al país en período especial, está ahorrando transporte, combustible, algo está haciendo; está ayudando todo el que siembre algo, todo el que haga algo.
Ese movimiento ha adquirido una gran fuerza en la capital. Tiene que adquirir toda la fuerza necesaria en el sector de la educación, sin abandonar las obligaciones que tiene cualquier politécnico, porque no se trata de abandonar los platanales que tienen que abastecer las ciudades, se trata de atender los platanales y, además, autoabastecerse con dos caballerías, o tres, o cinco, o siete, o diez, o las que sean, de las escuelas de agronomía, del ISCA, dondequiera.
Ya les digo que aquí en La Habana, del central "Martínez Prieto" le hemos dado cinco caballerías al IPSJAE para la producción de alimentos; eso ayuda muchísimo y contribuye a formar la conciencia y el espíritu necesario del período especial.
Tenemos que hacernos el propósito de que bajo ninguna circunstancia la educación cese en el período especial, o que cese una parte de la educación. Tenemos que arreglárnoslas para que en cualquier circunstancia todos los niños sigan teniendo su maestro, dondequiera que sea (APLAUSOS).
Si fue una gloria que la campaña de alfabetización no se parara en medio de la invasión mercenaria, una gloria mucho mayor tiene que ser la de que no se detenga nuestro sistema educacional, aun en las peores circunstancias. Esa es la conciencia que tienen que hacerse ustedes, que tienen que hacerles a todos los compañeros y que tienen que hacerles a todos los estudiantes: velar por la educación como algo sagrado, que no se detenga, que no se afecte y que continúe, incluso, mejorando.
Quizás las condiciones del período especial hagan reforzar nuestras conciencias para hacer un trabajo mejor en todos los sentidos.
Quiero decirles también algo muy importante. Nosotros vemos a los profesores y maestros como un ejército aguerrido de la Revolución, como un ejército aguerrido de la patria, como un inmenso ejército (APLAUSOS); un ejército de alrededor de 300 000 docentes, aparte de los demás trabajadores que participan con ustedes en el proceso, y un ejército de 300 000 docentes es una fuerza realmente extraordinaria, poderosa. El Partido necesita de esa fuerza, la patria y la Revolución necesitan de esa fuerza en estos tiempos difíciles. La patria necesita de las ideas que ustedes deben defender con decisión y calor.
Decía antes que trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra. Ustedes son trincheras de piedra, porque sé que son soldados de la patria en el sentido militar de la palabra; pero necesitamos, fundamentalmente, que sean soldados que defiendan las trincheras de ideas de la Revolución (APLAUSOS). ¡Soldados de las ideas y los valores de la patria!, ¡soldados de las ideas del socialismo, ahora más que nunca! (APLAUSOS) Cuando otros son cobardes tenemos el doble deber de ser valientes (APLAUSOS). Recordar aquello que dijo Martí de que cuando hay muchos hombres sin decoro, hay hombres que llevan en sí el decoro de todo el mundo (APLAUSOS).
¡Levantémonos con las ideas martianas! ¡Levantémonos con las ideas del marxismo-leninismo y del socialismo! ¡Levantémonos con la idea de la justicia, de la igualdad, de la hermandad entre los hombres! ¡Sepamos ser guardianes de esas esperanzas que otros han puesto en nosotros! Y les decimos también a quienes nos han dicho que la solidaridad de sus pueblos no le fallará a Cuba: ¡Cuba no les fallará a los pueblos del mundo! (APLAUSOS) ¡Cuba no dejará de cumplir sus deberes! ¡Cuba sabrá preservar las esperanzas! ¡Cuba sabrá estar a la altura del momento en que nos ha situado el destino! ¡Cuba sabrá cumplir ese papel que la historia ha querido asignarle! ¡Cuba acepta ese encuentro al que nos ha invitado la gloria!
Repetimos que no fuimos nosotros los que buscamos gloria ni lugar en la historia; puesto que la vida nos lo ha impuesto, sabremos tener un lugar en la historia, y sabremos alcanzar la gloria de que somos capaces (APLAUSOS).
Esta vez repito nuestras consignas, no estamos ante extranjeros. No hemos renunciado a las consignas; aunque el día del foro dije más o menos lo mismo pero de otra forma, hoy lo digo de la acostumbrada forma:
¡Socialismo o Muerte!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION