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Asaltado y destruido el estudio del escultor Fidalgo

Data: 

08/02/1953

Fonte: 

Revista Bohemia

Han transcurrido cinco días, y en el momento en que redacto esta breve información el gobierno no ha dado todavía una explicación de los sucesos de El Calvario, ni Fidalgo ha aparecido todavía.

Fue el viernes, dos días después del natalicio de Martí: a las diez de la mañana se presentó un grupo de perseguidoras frente a los talleres del conocido escultor en El Calvario, allí comenzó el destrozo que continuó después en sus estudios situados dos cuadras más arriba. Como de costumbre carecían por completo de mandamiento judicial; jamás lo han usado.

No fueron los agentes los que iniciaron la fechoría; fue el capitán Oscar González de la 14 quien dio el mal ejemplo. Tomando una mascarilla de Eduardo Chibás, la lanzó furiosamente contra el suelo; luego agarrando una de las estatuas de Martí dijo que se la iba a hacer comer a Fidalgo y después lo iba a poner a fabricar estatuas de Batista.

Aquello fue como una orden: docenas de estatuas de Martí rodaron destrozadas a puntapiés, el resto las cargaron en un camión de desperdicios y las tiraron en un rincón de la estación; las mascarillas de Chibás fueron pulverizadas con innoble saña; cuanto busto de patriota había allí lo tiraron por el suelo o lo cargaron también para la estación; a una virgen de La Caridad le arrancaron la cabeza, otras desaparecieron. De los moldes no quedó uno entero, para evitar la reproducción.

Gracias a Chenard, bravo y audaz colaborador de Bohemia, hemos obtenido pruebas irrebatibles, pese a la ocupación militar del local y a la intransigente negativa a darle acceso a la prensa.

Además Fidalgo tenía una bella colección de manos famosas, copia natural de la mano de cada personaje. Allí estaban la de Roosevelt, la de Chibás, la de Coyula, Miguel A. Quevedo, Guido García Inclán, el juez Justiniani, y otras personalidades políticas y científicas de todo el orbe. Producto del trabajo de toda la vida del artista, era considerada única en el mundo. A estas horas no se sabe cuántas quedan sanas después de haber volcado contra el suelo las cajas que las contenían.

Ese mismo día, María Mantilla entregaba a Batista los grillos que torturaron los tobillos del Maestro, y en el Auditórium preparaban una brillante recepción a ilustres intelectuales que visitaban la patria sin libertades de Martí.

El crimen de Fidalgo era haber puesto al pie de sus estatuas aquellas palabras del Maestro pronunciadas en un momento similar a este «para Cuba que sufre...».

De este modo, la obra entera de Martí habrá que suprimirla, arrancarla de las librerías y bibliotecas, porque toda ella, pletórica de amor a la patria y al decoro humano, es una perenne acusación a los hombres que hoy gobiernan contra su voluntad soberana al pueblo de Cuba.

Y, ojalá que sea solo lo que han hecho contra Fidalgo, destruirle su obra de artista honrado, cuyas manos solo han esculpido figuras de próceres: ojalá no hayan destruido también su existencia.

Fidalgo no es hombre de sensacionalismos, ni notoriedades. A estas horas, miércoles por la tarde, ya alarma a la ciudadanía su ausencia inesperada e injustificable. Hemos sido prudentes hasta ahora en este punto, es demasiado serio para especular con esto, pero es demasiado grave para perder el tiempo.

No queremos prejuzgar, pero ya los índices están acusando... El gobierno tiene la palabra.