Celebración compartida
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La memoria de los pueblos lleva la marca de días que le dieron un viraje a su historia. Pasan los años y, de algún modo, esa fecha crucial se vuelve tiempo de recuento, en algunos casos, de celebración. El aniversario XXV de la independencia de Namibia, nos remite a un pasado no tan lejano y al resurgimiento de un país con el que Cuba tiene lazos históricos de amistad y sobradas razones para acompañar los festejos.
Si el 21 de marzo de 1990 esa nación africana se abrió las puertas a una nueva era y tras 25 años, tiene logros que mostrar al mundo, ello está indisolublemente ligado a cuanto ocurrió antes de la fecha y lo que vino después. Aunque durante años se haya tratado de borrar el significativo aporte de Cuba en la independencia de los países africanos, la sangre de los cubanos permanece plantada en ese suelo y nada allí resulta ajeno para la gente que habita en la isla caribeña.
Poco antes de que Cuba entrara en uno de los períodos más complejos de su historia reciente, a finales de 1987, se produjo la última gran invasión contra Angola. Sudáfrica y Estados Unidos lanzaron el último y más amenazador golpe contra el país y esa decisión fue el principio del fin del régimen del apartheid. En un artículo publicado por Rebelión hace unos años, José Daniel Fierro escribió:
«Esta vez fueron 55 000 los soldados cubanos que pusieron punto final a la agresión militar extranjera contra Angola. Pero suman millones los hombres y mujeres que aseguraron desde Cuba el éxito de cada misión y se esforzaron para que nada faltara a la familia del combatiente o colaborador civil. La gesta resultó decisiva para consolidar la independencia de Angola y alcanzar la de Namibia. Fue además una contribución significativa a la liberación de Zimbabwe y a la desaparición del odioso régimen del apartheid en Sudáfrica».
«Fue una larga y compleja batalla», afirmó Fidel, el líder histórico de la Revolución Cubana, al periodista Ignacio Ramonet para el volumen Cien horas con Fidel.
A estas alturas pocos se atreverían a negar la importancia decisiva que tuvo la colaboración cubana en la independencia de varios países africanos. Los hechos hablan por sí solos y los cubanos celebran como si de su propia independencia se tratara, porque mucho queda allí de lo más noble de los seres humanos que entonces dieron muestras supremas de altruismo.
Hace unos días el Presidente Fundador de Namibia, Dr. Sam Nujoma, recibió al embajador cubano en esa nación africana, Giraldo Mazola Collazo. Sostuvieron un diálogo cordial y fraterno, según reflejó la noticia, pero hubo una frase esencial del Padre de la Nación namibia: «Namibia no sería la misma de no ser por los cubanos».
La sentencia resume un sentimiento y para Cuba que ni entonces ni ahora basa su solidaridad en aplausos o prebendas se convierte en orgullo.