Los pobladores de Laborde sí pueden
Data:
03/03/2011
Fonte:
Periódico Granma
La holguinera Yanet Landa Wilson nunca pensó que algún día visitaría Haití, y que lo haría como asesora del reconocido programa cubano de alfabetización Yo sí puedo para llevar la luz de la enseñanza a apartados rincones de la vapuleada geografía haitiana, que sufre la ignorancia y el analfabetismo, fenómenos tan letales como un terremoto o una epidemia.
Y es que por las venas cubanas de esta hermosa mujer de ébano corre sangre haitiana, legada por su madre Rosa Wilson Barón, de 76 años, quien salió hacia Cuba a los 15 años de edad. Su padre, el puertorriqueño Enrique Landa Maturell, ya fallecido, reforzó en su formación ese amor por nuestro Caribe, un crisol de razas y culturas, que se reafirma constantemente frente a los paradigmas hegemónicos de la era digital.
La segunda de menos edad entre siete hermanos relata que su progenitora siempre inculcó en ellos el amor por la patria del gran Toussaint Louverture, y de hecho todos saben hablar creole, uno de los idiomas oficiales haitianos, "enseñanza que he trasladado a mi hijo Leonardo Enrique Rodnei Landa, estudiante de tercer años de la Licenciatura en Cultura Física en nuestro país", afirma con orgullo.
Integrante de la misión educativa cubana en esta nación antillana desde el 14 de diciembre del 2008, no la desaniman ni siquiera las duras condiciones de la organización del proceso de alfabetización en Haití, traumatizado por el terremoto de hace un año, una infinita miseria y una implacable epidemia de cólera, que aún no retrocede.
Defectóloga y maestra primaria de la escuela especial 28 de Septiembre, en Cacocum, Holguín, expresa que gracias a la Revolución cubana "he podido ayudar a un pueblo que siento como propio, donde están parte de mis raíces, de mis ancestros. Tengo que darles las gracias a Fidel y a Raúl por la formación que me han dado, que hoy me sirve para auxiliar a este u otros países del Tercer Mundo", significa emocionada.
Su dominio perfecto del creole ha sido una herramienta eficaz para llevar en el apartado y humilde poblado de Laborde, una subcomuna de Les Cayes, capital del departamento Sur, región donde nació precisamente su madre.
Allí, Yanet asesora metodológicamente a varios facilitadores y supervisores haitianos en el dominio del Yo sí puedo, que son los responsables posteriormente de enseñar a leer y a escribir a sus compatriotas en aulas improvisadas.
Particular satisfacción le causa a Yanet, según confiesa, que Artilio Gaselin persista en dejar de ser iletrado, a pesar del desgaste de su visión por sus ocho décadas de una existencia azarosa.
"Este es un pueblo muy inteligente, tiene avidez por el conocimiento, por abrirse espacio en este cruel mundo. He visto en ellos cómo crece día a día su autoestima, tras salir de la oscuridad de la ignorancia y no tener que depender de otros para caminar por la vida, ese es mi mayor recompensa", puntualiza.
EL RETO
El también holguinero Robely Reina Ramírez, jefe de la misión educativa cubana en el departamento Sur, manifiesta a Granma que aquí el reto es muy grande, pues es analfabeto el 50 % de los más de 810 000 habitantes de este territorio.
La aspiración, explica, es que aprendan a leer y a escribir este año 33 000 adultos mayores en ciclos de cuatro meses en este departamento, que tiene como principales actividades económicas la agricultura, la pesca y el comercio informal.
"Ahora tenemos matriculados a 7 637 alumnos en 265 grupos, no nos asusta el desafío", manifiesta Robely, un hombre que a sus 60 años de edad y con una misión en África, no deja de luchar por los demás, impulsado, dice, por el amor que siente por su patria, por su esposa Edemia Sánchez, por sus hijos Yamislay y Robely, sus tres nietos y el resto de su linda familia.
Yanet y Robely comprenden que la educación es imprescindible y una de las tantas formas de sacar al adolorido Haití de nuestros días del atraso y del subdesarrollo.
Y es que por las venas cubanas de esta hermosa mujer de ébano corre sangre haitiana, legada por su madre Rosa Wilson Barón, de 76 años, quien salió hacia Cuba a los 15 años de edad. Su padre, el puertorriqueño Enrique Landa Maturell, ya fallecido, reforzó en su formación ese amor por nuestro Caribe, un crisol de razas y culturas, que se reafirma constantemente frente a los paradigmas hegemónicos de la era digital.
La segunda de menos edad entre siete hermanos relata que su progenitora siempre inculcó en ellos el amor por la patria del gran Toussaint Louverture, y de hecho todos saben hablar creole, uno de los idiomas oficiales haitianos, "enseñanza que he trasladado a mi hijo Leonardo Enrique Rodnei Landa, estudiante de tercer años de la Licenciatura en Cultura Física en nuestro país", afirma con orgullo.
Integrante de la misión educativa cubana en esta nación antillana desde el 14 de diciembre del 2008, no la desaniman ni siquiera las duras condiciones de la organización del proceso de alfabetización en Haití, traumatizado por el terremoto de hace un año, una infinita miseria y una implacable epidemia de cólera, que aún no retrocede.
Defectóloga y maestra primaria de la escuela especial 28 de Septiembre, en Cacocum, Holguín, expresa que gracias a la Revolución cubana "he podido ayudar a un pueblo que siento como propio, donde están parte de mis raíces, de mis ancestros. Tengo que darles las gracias a Fidel y a Raúl por la formación que me han dado, que hoy me sirve para auxiliar a este u otros países del Tercer Mundo", significa emocionada.
Su dominio perfecto del creole ha sido una herramienta eficaz para llevar en el apartado y humilde poblado de Laborde, una subcomuna de Les Cayes, capital del departamento Sur, región donde nació precisamente su madre.
Allí, Yanet asesora metodológicamente a varios facilitadores y supervisores haitianos en el dominio del Yo sí puedo, que son los responsables posteriormente de enseñar a leer y a escribir a sus compatriotas en aulas improvisadas.
Particular satisfacción le causa a Yanet, según confiesa, que Artilio Gaselin persista en dejar de ser iletrado, a pesar del desgaste de su visión por sus ocho décadas de una existencia azarosa.
"Este es un pueblo muy inteligente, tiene avidez por el conocimiento, por abrirse espacio en este cruel mundo. He visto en ellos cómo crece día a día su autoestima, tras salir de la oscuridad de la ignorancia y no tener que depender de otros para caminar por la vida, ese es mi mayor recompensa", puntualiza.
EL RETO
El también holguinero Robely Reina Ramírez, jefe de la misión educativa cubana en el departamento Sur, manifiesta a Granma que aquí el reto es muy grande, pues es analfabeto el 50 % de los más de 810 000 habitantes de este territorio.
La aspiración, explica, es que aprendan a leer y a escribir este año 33 000 adultos mayores en ciclos de cuatro meses en este departamento, que tiene como principales actividades económicas la agricultura, la pesca y el comercio informal.
"Ahora tenemos matriculados a 7 637 alumnos en 265 grupos, no nos asusta el desafío", manifiesta Robely, un hombre que a sus 60 años de edad y con una misión en África, no deja de luchar por los demás, impulsado, dice, por el amor que siente por su patria, por su esposa Edemia Sánchez, por sus hijos Yamislay y Robely, sus tres nietos y el resto de su linda familia.
Yanet y Robely comprenden que la educación es imprescindible y una de las tantas formas de sacar al adolorido Haití de nuestros días del atraso y del subdesarrollo.