Discorsi

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en conmemoración al Día Internacional de los Trabajadores, celebrada en la Plaza de la Revolución “José Martí”, el 1º de mayo de 1964

Data: 

01/05/1964

Trabajadores:

Hoy, cuando veíamos marchar a nuestros trabajadores, veíamos también en ese desfile la expresión de cinco años de Revolución.

Hoy hemos visto gráficamente la historia de estos cinco años, los cambios, los avances de estos cinco años.  Y así los trabajadores nos recordaban el Año de la Libertad, el Año de la Reforma Agraria, el Año de la Educación, el Año de la Organización y el Año de la Economía, y nos iban recordando los esfuerzos de nuestro pueblo en estos años y los triunfos de nuestro pueblo en estos años.

El Año de la Libertad nos recordaba no solo la libertad conquistada por nuestro pueblo contra la opresión, destruyendo el sistema de gobierno corrompido y sanguinario, sino también la libertad que hemos tenido que sostener y defender en estos cinco años; los grandes cambios en nuestra economía, los avances en el campo de la educación.  Saber, como sabemos, no ya solo que fue erradicado el analfabetismo en nuestro país, sino que ya hoy nuestro pueblo, a los cinco años de Revolución, está librando la batalla del sexto grado (APLAUSOS).

Y quizás una de las cosas más reveladoras e impresionantes, a la vez que emocionante, es escuchar lo que decía una compañera dirigente del Sindicato Nacional de la Enseñanza cuando desfilaba la representación de los alumnos de la facultad obrera; y nos decía:  “algunos de esos estudiantes de la facultad obrera eran analfabetos antes del triunfo de la Revolución” (APLAUSOS).  Lo que ha avanzando nuestro país en organización y de lo cual estos actos son prueba y expresión cabales.

Y hoy por nuestras mentes cruzaban todos los días vividos en estos años, las fotos de los mártires, de los héroes, brigadistas mártires, maestros mártires, obreros, campesinos, héroes de la patria, hombres que dieron sus vidas por los triunfos de su patria.

Y por último, realmente impresionante fue el desfile del batallón de madres e hijos (APLAUSOS)  en representación de los primeros hombres llamados al Servicio Militar Obligatorio (APLAUSOS), esa ley que tantos beneficios traerá a nuestro país y, sobre todo, a nuestra juventud; esa institución no solo necesaria en esta hora sino educadora, para ayudarnos a limar algunos defectos que todavía nos quedan, y quizás ese defecto de la indisciplina, de la desorganización, esas cosas que nos vienen del carácter que nos quisieron hacer y de la mentalidad que nos quisieron imponer.  Y viene esa institución precisamente a poner esa nota de disciplina, de hábitos de disciplina, tan necesarios a los pueblos, tan necesarios a los jóvenes.

Y así se puede ver, un día como hoy, lo que hemos andado.

No he enumerado, ni mucho menos, el tramo recorrido, sino algunos aspectos de ese tramo.  ¿Quiere esto acaso decir que nos sentimos satisfechos?  ¡No!  ¿Que ya hemos alcanzado bastante?  ¡No!  Todo lo contrario, lo que hemos alcanzado no ha de servirnos sino para proponernos logros aun más altos.  Mucho nos falta por hacer, mucho nos falta por recorrer, pero lo iremos haciendo, lo iremos logrando.

Todavía no podemos sentirnos orgullosos; quizás no lleguemos a estarlo nunca, quizás nunca lleguemos a estar satisfechos, y siempre el pueblo tendrá delante nuevas y nuevas aspiraciones, nuevas y nuevas tareas.  Y, afortunadamente, la vida nos presenta ese incentivo, el incentivo de tener muchas cosas por delante que lograr, de tener muchas cosas por delante que conquistar.  Y si un día nuestro incentivo fue liquidar el analfabetismo, después nuestro incentivo fue lograr que cada trabajador llegara hasta el sexto grado, y después el incentivo será que cada ciudadano curse hasta la enseñanza secundaria (APLAUSOS).

Y así, cuantas veces alcancemos una meta, nuevas metas aparecerán ante nuestros ojos.

Puede decirse que el tiempo no se ha perdido.  Hay quienes acusaban a la Revolución de andar demasiado de prisa.  ¡Lástima que no pueda andar más de prisa todavía!  (APLAUSOS.)

Teníamos prisa porque habíamos perdido más de 50 años y debíamos recuperar el tiempo perdido.  Y, por eso, cada año tenemos que multiplicarlo, cada año de Revolución debe significar varios años de avance y de progreso.

Los revolucionarios somos impacientes, y los revolucionarios no podemos sentirnos fácilmente satisfechos.  Pero vamos marchando.  Nos quedan por delante problemas, tenemos por delante peligros.  Sí, peligros, trabajo, pero eso no nos desalienta.  Hay algo que podemos decir, y es que estamos venciendo (APLAUSOS); y hay algo que podemos asegurar, hay algo que podemos asegurar, y es que jamás seremos vencidos (APLAUSOS).

Las revoluciones plantean este tipo de lucha, un tipo especial de lucha, y en las revoluciones los pueblos no admiten ni conocen otra alternativa que la victoria.

En realidad, aquello que dijo Carlos Marx el siglo pasado de que “los proletarios no tenían otra cosa que perder que sus cadenas” (APLAUSOS), explica por qué los pueblos revolucionarios no tienen otra alternativa, ni la conocen, que la victoria, porque no tienen nada que perder sino sus cadenas, sus miserias; y, en cambio, tienen un mundo por ganar.

No es el caso de los imperialistas, no es el caso de los millonarios yankis:  esos sí tienen mucho que perder.  Y es por eso que los millonarios yankis y sus representantes no nos pueden intimidar, no nos pueden chantajear.  Porque son dos concepciones distintas de la vida, dos actitudes distintas ante la vida.

Los imperialistas —y hablo del imperialismo fundamental, que es el imperialismo yanki— se han creado una especie de complejo con la Revolución Cubana, una especie de manía que les ha ido quitando cada vez más la tranquilidad y el sueño.  Y aparentemente no hacen más que pensar y pensar en la Revolución Cubana, y parece mentira que un país tan pequeño les produzca tanta zozobra y tanto temor a los señores gobernantes de un país grande y que se dice poderoso y rico, y que es efectivamente poderoso y rico.

Yo quería mostrar un ejemplo de hasta qué punto llega el delirio, la manía, el complejo que los imperialistas se han hecho con nosotros y, al mismo tiempo, hasta qué grado llega la hipocresía de esos señores.

Ayer, día 30, víspera de este Primero de Mayo, aparece una declaración del Departamento de Estado norteamericano.  ¿De qué hablaba?  ¿De aviones U-2?  ¡No:  ¿Acusaba a Cuba de estar promoviendo subversión?  ¡No!  Era una extraña declaración, hablaba de problemas económicos.  ¿Qué decía?  Se la voy a leer (APLAUSOS).

Decía:  “Washington, abril 30.  El Departamento de Estado acusó hoy a Cuba de estimar deliberadamente una zafra azucarera muy baja, en un esfuerzo por mantener una presión alcista en el precio.  En un comunicado leído en reunión con la prensa, el funcionario del Departamento de Estado dijo que los estimados de Estados Unidos sobre la zafra de azúcar cubana eran más altos que los del régimen de Castro.

“El funcionario dijo que Estados Unidos creía que la producción azucarera de Cuba este año sería, por lo menos, similar a la cifra del año pasado, o sea, 3 800 000 toneladas métricas.

“El comunicado leído por el señor Richard Hill, funcionario del Departamento, decía:  'Tenemos motivos para creer que los cubanos están tratando de mantener una presión alcista en el precio del azúcar por medio de la realización de transacciones inexplicables y también dejando traslucir deliberadamente bajos estimados en relación con la zafra del presente año.

“Nuestros motivos para creer esto son que los cubanos dicen que su producción hasta marzo 31 fue de 1 950 000 toneladas.  Tenemos informes confiables de que la producción en marzo 31 fue realmente         2 300 000, a 2 500 000 toneladas.  Si la cifra de producción de los cubanos de marzo 31 fuese aceptada como real, esto significaría que su producción promedio diario en el mes de marzo fue solo de 19 000 toneladas, mientras que la producción durante la segunda quincena de febrero fue de 36 000 toneladas por día”.

Cuando nosotros leemos este cable, decimos:  ¡Qué extraño, qué raro está esto!  Si han estado todos estos años diciendo que la Revolución va de mal en peor, y que la economía va “en picada” y ahora se aparecen diciendo que cuando menos es igual que el año pasado; y esto a pesar de que —como ustedes recordarán— a raíz del ciclón lanzaron infinidad de infundios, alegrándose del ciclón, y diciendo:  “la economía cubana se hundió”.

Es necesario contestar esta declaración, y yo creo que es una buena oportunidad este Primero de Mayo para contestar esta declaración (APLAUSOS).

En primer lugar, es falso que el Gobierno de Cuba haya dado ningún estimado acerca de su producción de azúcar; el Gobierno Revolucionario no ha hecho ninguna declaración en ese sentido, porque nosotros en materia de azúcar mantenemos y mantendremos una discreción azucarera (APLAUSOS).  Vamos a ser discretos en materia de azúcar; no nos da la gana de decirles cuánto azúcar producimos (APLAUSOS).  ¡Qué les importa, para qué lo quieren saber!  Ese es un problema nuestro y un secreto nuestro.  Así que por ahora y durante el tiempo que sea necesario mantendremos una discreción azucarera.

¿Quiénes son los que han estado dando estimados sobre la producción de azúcar?  Ellos, ellos; ellos son los que han estado diciendo que nuestra producción era más baja, más baja y más baja.  Y así, el 27 de noviembre de 1963, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos dijo que nuestra producción sería de 3 629 000 toneladas.  En enero 30 de 1964, Willies Grey, editores del “Weekly Statistical Sugar Trade Journal” de New York, dice:  que la producción de Cuba sería de 3 100 000 toneladas.  Fíjense.  En marzo 25 de 1964, Julio Lobo —que es uno de los “cerebros grises” de las especulaciones azucareras— reportó al mercado que su estimado de producción cubana sería de 3 300 000.  Abril 16 de 1964, un cable de la UPI analiza la “desastrosa zafra de Cuba”, e indica que será de menos de 3 800 000.  Otro cable de la UPI del 25 de abril de 1964, analiza que será también de 3 300 000.  Otro cable que dice que será de               3 300 000.

¿Quiénes son los que han estado diciendo que nuestra producción iba a ser una producción bajísima?  Estados Unidos, los voceros del Gobierno de Estados Unidos, las revistas del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, las compañías comerciales.  Pero, entonces, ¿por qué ahora dicen todo lo contrario, y ahora dicen que será por lo menos de        3 800 000?  Se lo vamos a explicar.

En primer lugar, por una cuestión de propaganda.  Siempre han estado haciendo la campaña de que el Gobierno Revolucionario ha destruido la economía cubana, que es precisamente lo que ellos han querido hacer por todos los medios, con bloqueos, presiones de todo tipo.  Pero a pesar de todo su poderío y de toda su influencia, no han podido destruir la economía cubana.  Eso, naturalmente, les duele, y entonces han estado haciendo una incesante campaña contra la Revolución en ese sentido, como diciendo:  “aquellos burgueses explotadores, aquellos sí eran unos magníficos economistas”; los Lobo y compañía, y todas las compañías americanas, y todos los explotadores que aquí saqueaban al pueblo y se llevaban el dinero para afuera, esos, esos sí, esos eran unos economistas maravillosos:  se llenaban los bolsillos de los millonarios y los bolsillos de los monopolios.  Pero, además, ellos estaban interesados en evitar que Cuba obtuviese créditos, que Cuba comprase maquinarias.  Como ustedes saben, una de las cosas que el imperialismo ha tratado de destruir es nuestro transporte, prohibiendo las ventas de piezas a camiones que eran de fabricación norteamericana.  Como estos señores no juegan limpio en nada...  ¿Anda mal el transporte?  ¡Sí!  Desgraciadamente todos los camiones eran de procedencia yanki en su mayor parte; y cuando los ingleses, que nos habían vendido antes algunos ómnibus, nos vendieron piezas para esos ómnibus y nos vendieron ómnibus nuevos, armaron un escándalo tremendo, una protesta tremenda.  Bien:  ellos estaban tratando de entorpecer todas las gestiones de Cuba.

Sin embargo, ¿por qué ahora dicen que nuestra zafra va a ser, por lo menos, igual que la del año pasado?  Sencillamente se lo voy a explicar:  es un truco, es una estafa que el Gobierno de Estados Unidos quiere hacer.  ¿Por qué?  Porque quienes han estado haciendo una política especulativa en el azúcar es Estados Unidos.  A Estados Unidos con respecto a Cuba todos los tiros les han salido por la culata; pero uno de esos tiros que les salió más directo para atrás fue el tiro de las agresiones azucareras.  Ellos nos quitaron la cuota, de cerca de 3 millones que les vendíamos, nos la quitaron de un plumazo, y dijeron:  “con esto se hunden”.  Esa fue una de las causas precisamente por las cuales el país de repente se vio con grandes cantidades de azúcar, necesidad de buscarle mercados y la atención a la caña perdió estímulo, y se redujo el área de producción cañera; después las realidades demostraron la posibilidad de tener mercados, no solo para el azúcar que teníamos antes, sino para mucho más azúcar, y de nuevo se inició un trabajo de incremento de la producción azucarera.

Pero, ¿quiénes han pagado los platos rotos?  Ellos.  Al sustraer Cuba ese azúcar —sustraído por la fuerza, porque ellos nos quitaron la cuota—, y al enviar Cuba ese azúcar al campo socialista, unido al incremento del consumo de azúcar en el mundo y al hecho de que los americanos tenían que comprar del mercado mundial ese azúcar que antes le compraban a Cuba, los precios subieron extraordinariamente.  Los “sesudos” asesores políticos y económicos de Washington, con lo que creyeron que nos iban a arruinar no nos arruinaron; los precios subieron, Cuba ha hecho magníficos contratos azucareros, y así nos desquitamos de la agresión que nos habían hecho con el azúcar (APLAUSOS).  Quisieron arruinarnos, ¡y si siguen arruinándonos así, nos van a hacer ricos!

Y entonces, ¿qué les pasó?  Se les puso caro el azúcar, y se han tenido que gastar cientos de millones de dólares en exceso, comprando azúcar más caro.  ¡Caramba!, posiblemente eso los perturbó un poco.  Pero este año estaba también el precio alto; hubo momentos en que el precio estuvo a 12 centavos.  ¿Qué hicieron ellos?  Anunciaron su programa de compra de azúcar, pero anunciaron un programa falso, un estimado de sus necesidades falso; hicieron un cálculo de por lo menos 800 000 arrobas menos de las que realmente necesitan.  ¿Para qué?  Para influir en los precios, para bajar los precios.  ¿Y qué resulta?  Que en este momento Estados Unidos tiene que comprar todavía grandes cantidades de azúcar, y determinados países, como Brasil, Perú, México, Santo Domingo y otros países han reservado cantidades de azúcar para vendérsela a Estados Unidos; entonces ellos andan muy preocupados de que el precio suba.  Quieren comprar azúcar barata, y entonces ahora dicen todo lo contrario de lo que han estado diciendo siempre.  Entonces dicen que nuestra producción de azúcar va a ser cuando menos de 3,8, que la producción de azúcar de Cuba va a ser alta, y acusan a Cuba de que está haciendo presiones alcistas en los precios.  No vamos a negar que a nosotros nos gustan los precios altos, claro que nos gustan los precios altos; el azúcar es nuestro principal producto, fuente principal de nuestras divisas, y deseamos que el azúcar tenga buenos precios.  Pero, sin embargo, la política que Cuba propugna es una política de convenios a largo plazo, con precios garantizados, como el convenio que hicimos con la Unión Soviética (APLAUSOS).

Y Cuba está dispuesta a comerciar sobre esa base.  A Cuba no le interesan los precios especulativos del azúcar, a Cuba no le interesa que un año los precios estén a 10 y otro año, estén a tres.  El país que suscriba con Cuba un convenio de compra a largo plazo, de azúcar, convenio que a su vez incluye las compras que Cuba está interesada hacer en los países que le compran a Cuba, los consumidores de otro países no estarían a merced de las jugadas de bolsa ni de las especulaciones azucareras.  La política que Cuba promueve es una política de convenios a largo plazo, con precios estables y precios satisfactorios tanto para los consumidores como para los productores.  Esa es la política que Cuba propugna.

¿Cuál fue el pretexto que han tomado ellos para realizar esta maniobra bajista?  Lo vamos a explicar.  Porque aquí tenemos que hablarles sobre el azúcar primero a ellos, segundo a nuestros clientes, y tercero al pueblo.

El motivo fue el hecho de que Cuba hiciera algunas compras de azúcar.  Entonces, un gran escándalo:  “Cuba ha comprado algunos miles de toneladas de azúcar.”  ¡Cuba comprando azúcar!, ¿cómo?  Muy sencillo; Cuba ha vendido mucho azúcar, Cuba ha vendido para este año —y voy a decir lo que hemos vendido— 3 840 000 toneladas de azúcar (APLAUSOS).

Teníamos clientes, teníamos que atender a nuestros clientes y garantizarles el azúcar, y nosotros, cuando vino el ciclón y los imperialistas —para quitarles clientes a Cuba— decían que no tendríamos azúcar, nosotros le decíamos a todo el mundo que nos compraba azúcar:  “Cuba le garantiza la entrega del azúcar que usted compre.”  Y Cuba ha declarado que cumplirá estrictamente todos sus compromisos y todos los convenios azucareros que ha hecho.

Y como ustedes saben, este año, al revés que otros años, empezó a llover temprano; como ustedes saben, en las provincias principales productoras de azúcar, que son Oriente y Camagüey, han estado cayendo torrenciales aguaceros.  Incluso en Oriente, después del ciclón, se observaron ciertos fenómenos atmosféricos, y en los meses de enero y febrero estuvo lloviendo torrencialmente.  Y el problema de las lluvias es algo que puede afectar la producción azucarera.

Como ustedes saben, ha sido necesario hacer una gran movilización de obreros hacia Camagüey para adelantar la producción de azúcar antes de que vengan las lluvias, y las lluvias se han adelantado.

Cuando las lluvias se presentaron en una forma tan prematura, el Gobierno de Cuba tomó medidas tendientes a garantizar el cumplimiento estricto de todas sus obligaciones azucareras, y en consecuencia ha estado adquiriendo determinadas cantidades de azúcar, y está dispuesto a adquirir las cantidades de azúcar que sea necesario a fin de cumplir su palabra, de cumplir todos los convenios de azúcar que ha contraído (APLAUSOS).

Es decir, para los imperialistas tenemos una respuesta, que es desenmascararlos, y demostrar cómo los imperialistas quieren estafar a los países que venden azúcar, quieren estafar a Santo Domingo, a Brasil, a Perú, a México, y a todos los países que han guardado azúcar para venderles a ellos; están haciendo una maniobra para bajar los precios y comprar el azúcar barato.  Y aunque, desde luego, el Gobierno de Santo Domingo, el Gobierno de Perú no tienen ni siquiera relaciones diplomáticas con nosotros, eso no nos importa:  los pueblos no tienen la culpa de los gobiernos; y aunque en esos países persiste la explotación del hombre por el hombre, de todas formas mientras menos precios les paguen por el azúcar más hambre van a pasar los trabajadores en esos países.  Y nosotros preferimos que ganen más dinero los pueblos que producen azúcar, a que los imperialistas dispongan de más dinero para seguir explotando a los pueblos.

Y, por lo tanto, denunciamos esto.  Y denunciamos que el Gobierno de Estados Unidos está tratando de estafar a las naciones productoras de azúcar, está promoviendo una maniobra bajista.  Esa es la Alianza para el Progreso.  Hablan de Alianza para el Progreso, y están tratando de estafar a los pueblos de América Latina que producen azúcar.  Nosotros no hablamos de Alianza para el Progreso, pero defendemos el precio del azúcar para los pueblos de América Latina (APLAUSOS)  y para todos los pueblos subdesarrollados.  Y esa fue la política que siguió nuestra delegación en Ginebra.

A nuestros clientes, a los que les han comprado azúcar a Cuba, les aseguramos que Cuba cumplirá al ciento por ciento con todos los compromisos azucareros que tiene (APLAUSOS), aunque sea necesario para ello que Cuba compre azúcar.

Y al pueblo de Cuba —sobre todo a los trabajadores azucareros, a los trabajadores voluntarios que en número de decenas de miles están dando su aporte a nuestra zafra—, exhortarlos a hacer un esfuerzo.  Porque si tenemos vendidas 3 840 000, a lo cual hay que añadirle el consumo nacional, esto significa que por cada tonelada de azúcar que dejemos de producir tenemos que gastarnos más de 150,00 pesos en divisas, por cada tonelada de azúcar que dejemos de producir tenemos que gastarnos más de 150,00 pesos en divisas.  Y que, por lo tanto, nosotros debemos hacer un esfuerzo máximo a fin de poder cumplir todos nuestros compromisos y satisfacer nuestras necesidades nacionales con un gasto mínimo de divisas.

Desde luego, hemos podido hacer esto.  Y el hecho de tener que comprar azúcar en determinadas circunstancias para cumplir un compromiso, cuando hay que hacerlo es bueno hacerlo.  Porque nuestro país necesita mercados, nuestro país necesita defender sus mercados, y lo peor que le puede ocurrir a un país y al prestigio de un país es ofrecer determinadas cantidades de un producto y no poderlas cumplir.  Por eso nosotros, antes de dejar de cumplir un solo compromiso, estamos dispuestos a comprar azúcar para cumplir esos compromisos (APLAUSOS).

Pero no hay que asustarse, no hay que asustarse, no nos vamos a arruinar; porque con el azúcar que hemos vendido, con los ingresos que tenemos programados, con las reservas en divisas con que cuenta nuestro país actualmente, podemos afrontar cualquier contingencia de este tipo.

Pero es muy importante, muy importante que hagamos el máximo de esfuerzo para producir el máximo de azúcar y —cuando tengamos producido nuestro máximo de azúcar— empecemos a cultivar la caña para el año que viene.

Y los imperialistas no van a saber cuánto azúcar producimos, ni cuánto azúcar producimos este año, ni cuánto azúcar vamos a producir el otro; no lo van a saber.  Eso es un problema que nos incumbe a nosotros y nos interesa a nosotros y, por lo tanto, Cuba mantendrá una política de discreción azucarera (APLAUSOS).  Y que los imperialistas digan lo que les dé la gana.  Si dicen que nuestra producción es de un millón de toneladas, ¡allá ellos!; si dicen que es de 10 millones de toneladas, ¡allá ellos!

Nosotros tenemos una política azucarera sólida, tenemos un convenio muy bueno que hemos suscrito; podemos aumentar nuestra producción, y tenemos mercado seguro para todo el azúcar que produzcamos.  Y mientras tengamos mercado seguro para todo el azúcar que produzcamos, estaremos produciendo y aumentando nuestra producción de azúcar (APLAUSOS).

Esa es la política declarada del Gobierno Revolucionario.  Y Cuba tiene una posición privilegiada para producir azúcar, la naturaleza nos ha dado el privilegio de que esta es una tierra dulce que produce mucho dulce.  Y ese es un privilegio.  Y por eso nosotros tenemos que aprovechar esas condiciones naturales, desarrollar más aun nuestra agricultura azucarera, nuestra industria azucarera, y desarrollar la química azucarera.

Por algo el Gobierno Revolucionario le está prestando tanta atención a la enseñanza tecnológica, a los institutos tecnológicos, y entre estos institutos, a los institutos de química.  Porque del azúcar y de los derivados del azúcar, se pueden producir muchas cosas.  Y Cuba va a trabajar seriamente en las investigaciones azucareras, y Cuba va a trabajar muy seriamente en el desarrollo de la química azucarera.

Y tenemos que hacer investigaciones, y tenemos que estudiar, y tenemos que preparar muchos cuadros técnicos, y tenemos que aprender de todos los países.  Toda investigación, todo descubrimiento que el hombre haga en cualquier hemisferio, en cualquier país, bajo cualquier sistema social, puede sernos útil a nosotros.  La inteligencia, nosotros pensamos que bajo un sistema socialista se desarrolla más; la posibilidad de estudiar está al alcance de las masas y, desde luego, un país instruido producirá en el orden técnico y en el orden científico mucho más que un país de analfabetos.

Pero en cualquier lugar del mundo donde el hombre descubra algo, donde el hombre descubra algún procedimiento técnico o científico, debemos aprovecharlo.  Y por eso el Gobierno Revolucionario está prestando atención a la importación de libros científicos y de revistas científicas en todos los campos del conocimiento humano.

Y tenemos que estar al día en la ciencia y en la técnica; y no debemos reparar gastos en la obtención de libros técnicos y científicos en todas las ramas del saber.

En los últimos meses han llegado decenas de miles de libros técnicos, que se les están vendiendo a los profesionales universitarios, a los médicos, los ingenieros, los arquitectos; pero cada día serán más y más los libros que necesitemos para estar al día en todas las investigaciones y en todos los descubrimientos que se hagan.  Nosotros debemos aprovechar lo que la humanidad, lo que la inteligencia humana produce y, de la misma manera, debemos estar dispuestos siempre a facilitarles a los demás pueblos los descubrimientos que nosotros hagamos, las investigaciones que nosotros hagamos, los éxitos que nosotros tengamos.  Y esa es la filosofía de nuestra Revolución:  si recibimos de todos los pueblos, debemos estar dispuestos a facilitarles también nuestros conocimientos a todos los pueblos.

El tema de las cosas económicas no termina aquí, y aquí les voy a poner otro ejemplo del papel ridículo, del delirio de persecución, de la manía que está padeciendo el Gobierno de Estados Unidos:  un cable de Washington, abril 30, UPI.  Dice:  “Las relaciones entre Gran Bretaña y Estados Unidos han descendido a un bajo nivel, debido al mantenimiento del comercio británico con Cuba, según trascendió hoy.  Esta situación quedó al descubierto esta semana, durante la breve visita que cumplió en Washington el ministro de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, R.A. Butler, al discutir el problema por iniciativa del secretario de Estado, Dean Rusk, y el presidente Lyndon B. Johnson.”

Este es un Lyndon que, en realidad, no tiene nada de “lindo” (RISAS).

“La reacción de Estados Unidos...”

Sí, ¡porque le ponen cada nombres!  (RISAS.)

Dice:  “La reacción de Estados Unidos aparentemente tomó por sorpresa al alto funcionario británico.  Fuentes británicas habían expuesto previamente la opinión de que en la visita de Butler a Washington no se plantearía la cuestión del comercio anglocubano.  Butler recibió la primera advertencia de que surgiría el problema, sin embargo, al entrevistarse con Rusk, este le informó que el presidente Johnson estaba muy disgustado...”

¡Muy disgustado!  Se va a enfermar del hígado este señor (RISAS).

“...  ante el anuncio de que Gran Bretaña ¡no solo vendería más autobuses a Cuba, sino también locomotoras y grúas, alegando que tal comercio era de proporciones insignificantes.

“Se tiene entendido que Rusk preguntó a Butler por qué si tal comercio era tan pequeño Gran Bretaña persistía en realizarlo, arriesgándose con ello a dislocar sus relaciones con el Gobierno de Johnson.

“Según se dice, Rusk previno a Butler que el presidente Johnson le plantearía personalmente el problema cuando lo recibiera más tarde.

“Así lo hizo el Presidente cuando lo visitó el funcionario británico junto con otros cancilleres extranjeros asistentes a la recepción de la Organización del Tratado Central.

“Johnson vio a cada ministro en privado solo por varios minutos, por lo que no tuvo mucho tiempo para hacer un enfoque en detalle de la cuestión.  Pero en los 15 minutos, aproximadamente, que duró la entrevista con Butler, le planteó el problema en forma más bien brusca, según se afirma.

“El Presidente dijo a Butler que se sentía muy disgustado ante el hecho de que Gran Bretaña siguiera violando una política que Estados Unidos entendía que era idónea y en interés de Occidente.

“Los acostumbrados argumentos británicos fueron recibidos con frialdad por Johnson y Rusk.  Tales argumentos se fundamentan en que Gran Bretaña vive del comercio; que su comercio con Cuba no es sobre la base de Gobierno a Gobierno; que los gobiernos no pueden ni quieren actuar contra ellos; y que Gran Bretaña no lo consideraba de importancia estratégica.”

Ya ustedes ven la lógica de los americanos:  nunca hablan de un problema de principio.  Los ingleses defienden por un problema de principio la libertad de comercio.  Pero los americanos no hablan del problema de principio; dicen:  si es poco el comercio, ¿por qué le venden?  No son capaces, no les entra en el meollo entender que el problema de la libertad de comercio es un principio que no se mide por la cantidad que se vende o que se compra.

Esto es como el juez que va a juzgar a un delincuente:  no lo castiga según la cantidad de sangre que haya derramado la víctima, lo castiga según el crimen, según el delito, según la violación de la ley.

Pero los imperialistas yankis no razonan sobre bases de principio ni de lógica.  Los ingleses dicen:  “si ese comercio no es tan grande”; y ellos dicen entonces:  “si no es tan grande, ¿por qué le venden a Cuba?”

Pero este cable es muy revelador; revela la idiosincrasia de los imperialistas.  Vean como dice:  “Gran Bretaña está violando la política de Estados Unidos.”  Es decir, que para ellos la política de Estados Unidos es ley universal, y que todo país que no acepte esa política está cometiendo un delito, una violación de esa política.

Pero, además, demuestra —además de esta manía persecutoria que tienen con respecto a Cuba—, demuestra cómo los imperialistas yankis tratan a sus aliados.  Cuando uno lee estas cosas se asombra que el Gobierno de Inglaterra...  Creo que a Inglaterra le llamaban “la soberbia de Albión” o “la orgullosa Albión”, un nombre histórico de esos.  Sin embargo, estos señores le hablan al representante del Gobierno inglés como a un satélite.

Este cable demuestra cómo Estados Unidos trata a sus aliados, y realmente los trata como verdaderos satélites, con una insolencia, con un desprecio tremendo.  Y así, no tratan, sino maltratan, a sus aliados.

Desde luego que Inglaterra está en un período preelectoral, y todos estos problemas que tienen que ver con la libertad de comercio son problemas que les interesa defender a los políticos ingleses, porque los que eligen a los gobernantes ingleses son los ingleses; y lo que le interesa al pueblo inglés son los intereses ingleses.  ¿Qué le puede importar que se disgusten o no se disgusten el señor Johnson y el señor Rusk?  Y el pueblo inglés, tradicionalmente, ha defendido una política de libertad de comercio.  Luego, el Gobierno de Estados Unidos, con esas presiones, pone en apuro a sus amigos de Inglaterra, que están en vísperas de unas elecciones; y pone al Gobierno inglés entre la espada y la pared:  si no cede ante las presiones americanas, se disgustan el señor Johnson y el señor Rusk; y si cede ante las opiniones y ante las presiones de Rusk y de Johnson y no le venden a Cuba locomotoras y suspenden la posibilidad de vender artículos a Cuba, entonces se disgustarán los electores ingleses.

Y el problema de Inglaterra —como el problema de todos esos países europeos— es que tienen que competir con la industria americana, necesitan mercados.  Y así como nosotros necesitamos mercados para nuestros productos, ellos necesitan mercados para sus barcos, para sus camiones, para sus ómnibus, para sus locomotoras, para sus grúas y para sus artículos industriales.

Por eso, esta política de los imperialistas es una política torpe, es una política estúpida, una política insensata.

Pero, ¿quién nos va a hacer a nosotros historia de estos señores?  Tenemos el problema de los U-2, tenemos el problema de las violaciones a nuestro espacio aéreo.  Ustedes saben que este es un problema viejo, ustedes saben que este problema viene desde la crisis de octubre.  Desde hace 18 meses el Gobierno de Cuba ha estado protestando de las violaciones al espacio aéreo y advirtiendo que no está en disposición de tolerar esas violaciones.

A raíz de la crisis de octubre, estos señores no se contentaban con volar solo a 30 000 metros, sino querían estar volando sobre las cabezas de nuestros artilleros antiaéreos.  Nuestras armas antiaéreas no alcanzaban más allá de algunos miles de metros, y nosotros advertimos que los vuelos rasantes se suspendieran, y nuestros artilleros antiaéreos recibieron órdenes de disparar contra todo avión militar extranjero que volara rasante sobre nuestro territorio, hasta donde alcanzaran nuestras armas antiaéreas (APLAUSOS).  Nuestros artilleros recibieron la orden y la cumplieron, ¡la cumplieron!  (APLAUSOS.)  Y cuando vieron las balas de nuestras armas, vieron que no estábamos bromeando, vieron que estábamos hablando en serio.

Porque, ¿qué pretendían?  Desmoralizarnos volando sobre la cabeza de nuestros soldados y de nuestros artilleros.  Bien.  Esa era una cosa intolerable, era una cosa inaceptable.  Se lo advertimos y se lo dijimos.  Y, efectivamente, se dio la orden y se cumplió; nuestras armas no llegaban más lejos.

Ellos entonces siguieron volando a 20 000, 25 000 metros de altura, adonde no llegaban nuestras armas.

Pero el Gobierno de Estados Unidos sabía que el Gobierno soviético nos había entregado a nosotros un armamento moderno, eficiente, para defender el espacio aéreo, y durante año y medio se han estado entrenando nuestros hombres en el manejo de esas armas (APLAUSOS).

Ellos saben perfectamente bien cuál es la posición de Cuba respecto a las violaciones del espacio aéreo, y ellos saben también cuál es la posición del Gobierno de la Unión Soviética con respecto a las violaciones al espacio aéreo (APLAUSOS).

Ellos alegan distintas razones, ninguna de las cuales tiene base real, ni base moral, ni base legal; ellos dicen que tienen derecho a volar porque nosotros no permitimos la inspección.  ¿Y quién les ha dicho que nosotros tenemos la obligación de permitirles que inspeccionen nuestro territorio?  (APLAUSOS.)  Nosotros no hemos aceptado por parte de los imperialistas inspeccionar nada de lo que ocurra dentro de nuestra frontera soberana, nada en lo que se refiera a los pasos que da nuestro país para fortalecer su defensa; nosotros no aceptamos el derecho de los imperialistas a decir qué tipo de armas podemos o no podemos tener.  Y nosotros tenemos las armas que creamos necesarias tener para nuestra defensa.  ¡Y ese derecho no lo hemos renunciado!  (APLAUSOS.)

A raíz de la crisis de octubre nosotros no aceptamos la inspección; era nuestro derecho soberano, y legítimo como país independiente.  Pero eso ellos no lo pueden alegar como pretexto, porque ellos no tienen ningún derecho a inspeccionarnos, porque nosotros no nos comprometimos a ningún tipo de inspección, porque nosotros no aceptamos ningún tipo de inspección.

Nosotros les dijimos:  “Bueno, nosotros nos dejamos inspeccionar si ustedes se dejan inspeccionar la Florida” (APLAUSOS).  Inspecciones unilaterales aquí, ¡no!  Pero cuando a raíz de la crisis de octubre el Gobierno soviético y el Gobierno norteamericano llegaron a determinados acuerdos, Estados Unidos comprobó que esos acuerdos a que habían llegado con la Unión Soviética se habían cumplido; Estados Unidos comprobó que por parte de la Unión Soviética se habían cumplido los acuerdos.  Sin embargo, siguieron volando los U-2.  Ellos también afirman que necesitan esos vuelos para su seguridad; pues nosotros afirmamos que para nuestra seguridad necesitamos que esos vuelos cesen (APLAUSOS).

Y como prueba de que es un acto simplemente para humillar a Cuba, como es la pretensión de arrogarse el privilegio de violar el espacio aéreo de un país soberano —y eso es lo único que pretenden—, ellos han declarado que pueden hacer fotografías sin volar sobre Cuba; ellos han declarado que pueden hacer fotografías con sputniks, o con satélites de esos.  Entonces, si pueden tomar esas fotografías, ¿por qué violan nuestro espacio aéreo?  ¿Para humillar a Cuba?  Se equivocan:  ¡Cuba no se dejará humillar!  (APLAUSOS.)

Nosotros vamos a definir bien nuestra posición, porque queremos que quede bien clara.  Por ahí hay un letrero que dice:  “Si quieren paz, con nuestro pueblo habrá paz; si quieren guerra, no tenemos miedo a la guerra” (APLAUSOS).  Cualquiera pudiera pensar que nosotros somos amantes de la guerra, que nosotros somos guerreristas.  ¡No!  Nosotros no somos guerreristas, nosotros no somos enemigos de la paz; pero vamos a aclarar bien esto, vamos a aclarar conceptos.  Nosotros sabemos lo que es la guerra, los sacrificios que la guerra impone, los dolores que la guerra impone, el luto que la guerra impone.  Nadie puede amar la guerra.  La guerra es algo odioso, aunque se sabe que hay dos tipos de guerra:  guerras justas y guerras injustas.  Si a nosotros se nos impone una guerra injusta, si se hace contra Cuba una guerra injusta, ¡defendernos de la agresión y defendernos de esa guerra es un acto justo, equivaldría a una guerra justa! (APLAUSOS.)

Nosotros nunca invadiremos a nadie, nunca agrediremos a nadie, nunca emplearemos nuestras armas contra ningún pueblo; somos enemigos de la guerra.  Pero eso no quiere decir que si nos hacen la guerra nos cruzamos de brazos, porque entonces no nos cruzamos de brazos.  Y entonces, cuando se nos impone esa guerra, se nos obliga a defendernos, peleamos, ¡peleamos!

No somos guerreristas, ni somos gallos finos, ni tenemos un concepto romántico de la vida.  Somos marxistas, somos revolucionarios (APLAUSOS), somos realistas, pero tenemos cosas muy sagradas; sobre una serie de cuestiones tenemos nuestras ideas revolucionarias, nuestros conceptos, y hay cosas muy sagradas, y como revolucionarios las defendemos y las sabemos defender.

Si se nos quiere implantar otra vez el régimen de explotación del hombre por el hombre, preferimos que nos maten a todos antes de aceptar que nos impongan otra vez ese régimen (APLAUSOS); si se nos agrede nos tienen que matar, ¡pero peleando!  (APLAUSOS.)  No tenemos ese espíritu de resignación cristiana de que nos van a matar y nos dejamos matar.  Si nos quieren destruir, ¡nos defendemos!, si nos atacan, ¡peleamos!; y si nos quieren matar, ¡matamos!  (APLAUSOS.)

Es muy importante que los imperialistas no se equivoquen con nosotros, es muy importante que sepan bien claramente nuestra determinación.  Y si se equivocan la culpa será de ellos.  Y es bueno que sepan a qué atenerse sobre esto.

Nosotros llevamos 18 meses protestando contra las violaciones del espacio aéreo, denunciando esos actos como actos ilegales, actos criminales, actos violatorios de nuestra soberanía, y que esos actos violan y menoscaban nuestra soberanía, y que Cuba no acepta ese menoscabo de nuestra soberanía.

Ellos saben qué armas tiene Cuba, y ellos saben que se ha estado entrenando nuestro personal durante todo este tiempo.  Ellos saben que en un momento determinado estaremos en condiciones de emplear esas armas.  Y, desde luego, ¿pensar que nosotros vamos a aceptar, sencillamente a aceptar, que Cuba tenga que ser el único país del mundo, ¡el único país del mundo!, sobre el cual tengan derecho a volar aviones militares de otra nación, sencillamente porque esa nación tenga muchos ejércitos y muchas armas?  ¡No!  ¿Por una razón de fuerza?  ¡No!  Y Cuba no está defendiendo aquí el derecho de Cuba, está defendiendo el derecho de todos los demás pueblos del mundo (APLAUSOS); porque si se sienta el precedente de que un país por ser poderoso tiene derecho a hacer trizas el derecho de otros pueblos y violar su espacio aéreo, todos los pueblos del mundo estarían perdiendo, todos los pueblos del mundo verían sus derechos peligrados por ese precedente.  Luego, cuando defendemos este derecho de Cuba estamos defendiendo el derecho de los demás países también.  Y estamos seguros de que la opinión pública mundial estará junto a Cuba, estamos seguros de que todos los pueblos verán que la posición de Cuba es justa, que la posición de Cuba es moral, que la posición de Cuba es legal (APLAUSOS).

¿Es una cuestión simplemente romántica?  No, no es una cuestión romántica, ¡no es una cuestión romántica!, no es un concepto romántico del derecho.  Nosotros sabemos que si les permitimos eso a los imperialistas hoy, mañana tenemos que permitirles otra cosa, y pasado tenemos que permitirles otra cosa.  ¡Y nosotros no queremos que este pueblo aprenda a renunciar derechos que son sagrados!  (APLAUSOS.)

¿Es que acaso no nos importan los sacrificios, es que acaso no nos importa la sangre del pueblo?  Sí, sí nos importa la sangre del pueblo y nos importa mucho; sí nos duele la sangre del pueblo y nos duele mucho, porque, en definitiva, qué sentido tienen nuestras vidas, si todo lo que hemos hecho lo hemos hecho por eso, lo hemos hecho por el pueblo.  Lo que los revolucionarios hacemos lo hacemos por amor al pueblo, lo hacemos por el bien del pueblo (APLAUSOS).  Y los que cayeron combatiendo y dieron su vida lo hicieron por amor al pueblo.  Y las revoluciones se hacen para crear, no para destruir.

Los jóvenes estudian, los obreros estudian, y el pueblo trabaja para crear, para disfrutar de lo que ha hecho, disfrutarlo en paz, disfrutarlo con dignidad.  Y tienen derecho a disfrutar de esa paz con dignidad los pueblos que no renuncian derechos, los pueblos que no transigen con derechos que son sagrados.

El día en que todos los pueblos del mundo se reúnan y digan que desaparezca la soberanía sobre el espacio aéreo, nosotros decimos:  que desaparezca la soberanía del espacio aéreo.  Incluso, el día que todos los pueblos del mundo se reunieran y dijeran:  que desaparezcan las banderas, nosotros diríamos con el mundo:  desaparezcan las banderas (APLAUSOS).  El día que los pueblos del mundo tuvieran una ley para todo el mundo, nosotros acataríamos esa ley.

Pero mientras el concepto de soberanía exista como prerrogativa de las naciones y de los pueblos independientes, y como derecho de todos los pueblos, nosotros no aceptaremos la exclusión de nuestro pueblo de ese derecho.  Mientras el mundo se rija por esos principios, mientras el mundo se rija por esos conceptos, y sean los conceptos que tengan validez universal porque son universalmente aceptados y consagrados por los pueblos, nosotros no aceptamos que se nos prive de ninguno de esos derechos, nosotros no renunciaremos a ninguno de esos derechos (APLAUSOS).

Y por lo tanto, ¡esa bandera, y ese cielo, y esa tierra, los defenderemos al precio que sea necesario y al costo que sea necesario!  (APLAUSOS.)

¿Quiere esto decir que nosotros como gobernantes del pueblo queremos llevar al pueblo a callejones sin salida?  ¡No!  ¿Que queremos llevar al pueblo a derramar su sangre por conceptos personales?  ¡No!  Entiéndase de una vez que nosotros no exponemos criterios personales, no exponemos sentimientos personales, porque en aras de sentimientos personales nosotros nunca sacrificaríamos una sola gota de sangre de nadie.



No sería honesto, no sería justo que los hombres que dirigen a los pueblos se desentiendan del pueblo para satisfacer sentimientos exclusivamente personales.

Creemos que nosotros somos simplemente intérpretes del sentimiento de la nación (APLAUSOS).  Y los dirigentes de la nación no son más que la nación, ni están por encima de la nación; pero los dirigentes de la nación no estarán por debajo de la nación (APLAUSOS).  ¡Los dirigentes de la nación estarán a la altura de la nación!  (APLAUSOS.)

¿Lo que he dicho significa acaso que nosotros seamos unos irresponsables?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”)  ¿Que nosotros vamos a actuar de una manera impremeditada (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”), de una manera superficial?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”)  ¡No!, no seríamos dignos de estar aquí, no seríamos dignos de contar con la confianza y con el apoyo de la nación (APLAUSOS)  .

La nación puede tener la seguridad de que el Gobierno Revolucionario no la llevará a luchas estériles, no la llevará a sacrificios que puedan evitarse.  La nación puede estar segura de eso.  Las madres, los padres, el pueblo entero debe saber que nosotros nos preocuparemos de la suerte de sus hijos, como nos preocuparíamos de la suerte de nuestros propios hijos (APLAUSOS); que nosotros no llevaremos irreflexiblemente al combate y a morir a los jóvenes, tranquilamente, como si la sangre no valiera nada, como si la vida no valiera nada, como si el trabajo del pueblo y el fruto del esfuerzo del pueblo no valieran nada.  ¡No!  Nosotros no somos de esos hombres, y el pueblo lo debe saber.

Esto es tan cierto y tan verdadero como lo otro, tan cierto y verdadero como que nosotros sabemos dónde están los límites de cada cosa y dónde están los límites que separan el amor a la paz y el sometimiento a los enemigos de la paz y de la patria; que nosotros sabemos dónde están los límites en que transigir es traicionar, en que ceder es perder.

Nosotros hemos sido pacientes, somos y seremos pacientes.  Nosotros hemos sido, somos y seremos tolerantes.  Nosotros no estamos actuando irreflexivamente en este problema.  El Gobierno Revolucionario está dando todos los pasos de orden legal, está dando todos los pasos de orden internacional, está dando y dará los pasos que sean necesarios.  Acudiremos a todos los trámites para resolver este problema de las violaciones de nuestro espacio, para hacer desistir a los imperialistas de ese acto piratesco y bandidesco —que ellos quieren convertir en ley— sobre nuestro país, y que no aceptamos.  Pero los imperialistas deben saber, deben saber sin que les quede ninguna duda, que esos vuelos tienen que cesar, que al final de este esfuerzo esos vuelos tendrán que cesar (APLAUSOS).

Nosotros recurriremos a los medios legales internacionales discutiendo este problema; lo llevaremos ante la opinión del mundo, lo llevaremos ante los organismos que sean necesarios.  Pero al final los imperialistas deben saber que esos vuelos tienen que cesar (APLAUSOS).  ¿Y por qué?  ¡Porque no los aceptamos!  (APLAUSOS.)  Y si todas las razones resultan inútiles, si el argumento, la ley, el derecho y la moral resultan inútiles, nosotros consideramos esos vuelos como agresiones armadas a nuestra soberanía, y como tal repeleremos con las armas esa agresión (APLAUSOS PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES DE:  “¡Fidel, seguro, a los yankis dales duro!”).

Hay otros problemas más viejos, como es el problema de la Base (EXCLAMACIONES).  La Base estaba ahí cuando la Revolución triunfó, es un problema viejo que viene desde hace medio siglo; hemos declarado cuál es nuestra posición sobre el problema de la Base, hemos declarado que nosotros nunca acudiríamos a la fuerza para resolver el problema de la Base, y esa ha sido siempre la posición del Gobierno Revolucionario.  Porque como conocemos a estos imperialistas, que son unos descarados (EXCLAMACIONES), nosotros hemos seguido la política de no facilitarles pretextos para sus planes.  Y el problema de la Base es un problema viejo, que podemos tomarnos todo el tiempo que sea necesario para discutirlo y para resolverlo, porque era un problema, un mal viejo que se encontró la Revolución al llegar al poder.  Nosotros entendemos que es ilegal, nosotros entendemos que ningún país puede mantener una Base en el territorio de otro por la fuerza, pero es un problema de naturaleza distinta que el problema de las violaciones del espacio aéreo, es un problema de naturaleza distinta.

No voy a decir que si los gringos de la Base quieren meterse hasta Guantánamo, los vamos a dejar entrar, ni mucho menos; no quiere decirse que les vayamos a estar tolerando provocaciones como las del otro día.  ¿Comprenden?  Porque la paciencia tiene su límite, y más allá de ciertos límites no se puede jugar con la paciencia de un pueblo.  Pero el problema de la Base es un problema de otra naturaleza.  El problema del espacio aéreo es un problema muy distinto, es una violación descarada, no pueden alegar ningún tratado, porque ellos alegan supuestos tratados, tratados que les impusieron a la nación cubana para apoderarse de ese pedazo de nuestro territorio; pero el caso de la violación del espacio aéreo es una violación tan flagrante, tan descarada, tan piratesca y tan bandidesca, que constituye un problema de una índole y de una naturaleza muy distinta.

¿Cómo han respondido los imperialistas a nuestras protestas sobre los vuelos de sus aviones?  Pues concentrando aviones de bombardeo, concentrando aviones de combate al sur de Estados Unidos, amenazando con un ataque, movilizando aviones.  Si los imperialistas creen que nos van a asustar, permítannos los imperialistas que nos sonriamos de sus aviones (APLAUSOS y EXCLAMACIONES).  Se ve que no conocen a los cubanos, se ve que tienen un concepto despectivo de los pueblos latinoamericanos; consideran a los pueblos latinoamericanos pueblos inferiores, pueblos despreciables, incluso consideran cobardes a nuestros pueblos latinoamericanos.  Tienen ese concepto.

¿Para qué movilizan a los aviones?  ¿Para intimidarnos?  No lo van a conseguir.  ¿Para atacarnos?  Bueno:  pues tendrán que pelear.  Si a consecuencia de la defensa de nuestros derechos legítimos, sagrados, indiscutibles, los imperialistas responden con nuevas violaciones y nuevas agresiones, entonces los imperialistas pretenden plantearle a este país un problema de honor, pretenden poner a este país en una disyuntiva, en una disyuntiva de la que este país no saldrá deshonrado, de la que este país no saldrá desacreditado.  Y los imperialistas se están comprando el peor problema que se puedan haber buscado en toda su vida.

Porque no voy a hablar ya de los problemas internacionales; no quiero que nadie piense que si nosotros decimos aquí las cosas con claridad, si aquí nosotros hablamos con dignidad, lo hacemos porque nos sintamos impunes, lo hacemos a costa de otros países o de otros pueblos, lo hacemos a costa de la amistad y de la solidaridad de la Unión Soviética.  ¡No!  (APLAUSOS)  Cuando hablamos así, hablamos por Cuba y hablamos en nombre de Cuba (APLAUSOS PROLONGADOS).

No hablamos pensando en cohetes intercontinentales, porque si nosotros habláramos aquí amparados en cohetes, ¿qué sentido tendría nuestra palabra, qué seriedad tendrían nuestros pronunciamientos?  Si nosotros habláramos así porque pensáramos que un ataque a Cuba sería una conflagración mundial, pudiera llamársenos irresponsables el día que derribáramos uno de esos aviones.  Y el día en que nosotros decidamos restablecer el derecho soberano de Cuba violado por esos aviones, no lo hacemos pensando en conflagraciones mundiales, ni lo hacemos pensando en cohetes estratégicos, ¡lo hacemos pensando en nuestra sangre, lo hacemos pensando en nuestra fuerza, lo hacemos asumiendo nosotros la responsabilidad y los riesgos!  (APLAUSOS.)

Este no sería un pueblo digno si cuando adopta actitudes en defensa de su dignidad y de su soberanía, lo hiciera cómodamente amparado en las fuerzas de otros países.  Cuando se trata de defender nuestra soberanía y nuestra dignidad, nosotros ni contamos qué fuerza es la del enemigo ni contamos qué fuerza es la nuestra.  Lo único que contamos es que tenemos el deber de defender ese derecho, y que sabemos cumplir ese deber y que estamos dispuestos a cumplir ese deber (APLAUSOS), porque es el derecho nuestro y es la dignidad nuestra.

Los imperialistas, sin duda que tienen más cañones, más aviones y más cosas que nosotros, pero más razón y más derecho no lo tienen y, por lo tanto, más valor que nosotros no tendrían jamás (APLAUSOS).  Porque el valor no es un concepto animal, un concepto biológico; el valor es un concepto moral, el valor es un concepto espiritual.  No hay pueblos más valientes que otros, ni hombres más valientes que otros.  El valor, como concepto moral y como concepto espiritual, nace de la razón, de la fuerza que lo inspira, de la justicia, del derecho, de las aspiraciones legítimas de los pueblos.  Y por eso, los que nos atacaran a nosotros nunca tendrían ni la sombra de nuestro valor para combatir contra nosotros (APLAUSOS).

Nosotros no pensamos solo en la alternativa de combates frontales si nos atacan; si nos atacan libraremos combates frontales con nuestras armas adecuadas para combates frontales, pero al mismo tiempo nos prepararíamos para una lucha larga, una lucha que no terminaría nunca para el enemigo.  Nosotros conocemos a este pueblo, las fuerzas morales y revolucionarias que lo inspiran, y nosotros sabemos que este pueblo podrá ser invadido, ocupado incluso, ¡pero jamás vencido, jamás derrotado!  (APLAUSOS.)

Mientras los imperialistas nos amenacen, nosotros debemos estar preparados no solo para librar combates frontales, sino para la lucha clandestina y combates irregulares.  Imagínense que los imperialistas nos invadieran, que por la fuerza del número y a un precio muy alto lograran ocupar el territorio, ¿terminaba ahí la lucha?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”)  ¡No!, terminaba una fase de la lucha y empezaba otra, en las ciudades, en los campos y en todas partes (APLAUSOS).

Por eso, nuestro Partido y nuestras organizaciones de masas, y nuestro pueblo revolucionario, tienen que estar preparados para todas las fases, ¡para todas las fases!  Solo convencidos de esto, solo sabiendo esto —y por eso es que podemos llamarnos un pueblo invencible— empezaría entonces la lucha contra los gringos aquí adentro; contra gringos, chivatos y esbirros de los que se fueron (EXCLAMACIONES), empezaría una lucha larga, en que van a tener que enfrentarse con un pueblo de verdad.  Eso es cuando ya no quedara una sola unidad organizada.  Nuestro pueblo tiene que estar preparado para esa contingencia en todas sus formas.

¿Cuándo terminaría esa lucha?  ¡Nunca!  ¿Quién la dirigiría?  ¡El Partido, el Partido!  (APLAUSOS.)  Ya entonces la dirección del Partido sería la única forma insustituible, porque los hombres caen, los hombres mueren en la lucha, y nunca ningún pueblo combatiente debe depender de hombres, sino de instituciones, de organizaciones.

Si los imperialistas invadieran este país, ustedes tendrían que contar que la mayor parte de nosotros, los dirigentes de hoy, desapareceríamos en esa lucha, ¡pero queda el pueblo y quedaría el Partido!  (APLAUSOS.)  No habría que preguntar por nombres, ni por hombres, porque cada uno de nosotros cumpliría su deber en la forma que deba cumplirlo, y lo cumpliremos bien.

Mucho más importante que para nosotros saber que este pueblo no se rendiría nunca, es importante que el pueblo lo sepa, es importante que cada combatiente lo sepa, y por eso decimos que somos un pueblo invencible; y no hablamos pensando sino en nuestra fuerza, no hablamos pensando sino en nosotros.  Y por eso este pueblo es digno del mayor respeto, y por eso a este pueblo tendrán que respetarlo hasta sus más encarnizados enemigos (APLAUSOS).  Es un pueblo que comprende el valor de la paz, es un pueblo que comprende la tragedia de la guerra, que ama la paz y odia la guerra y, sin embargo, es un pueblo capaz de derramar hasta su última gota de sangre en defensa de su patria y de su causa (APLAUSOS).

¡Así es nuestro pueblo, así es el pueblo de Martí, el pueblo que luchó 30 años por su independencia!  (APLAUSOS.)  ¡Así es el pueblo de Maceo!  (APLAUSOS.)  Y los derechos, los derechos que este pueblo ha conquistado y que este pueblo defiende no son derechos heredados, no son privilegios concedidos, ¡son derechos conquistados luchando, derechos conquistados peleando!  (APLAUSOS.)  Estos derechos no nos los ganamos en una lotería ni son el resultado del azar, sino el resultado de la historia, el resultado de toda la vida de una nación.  ¡Y esos derechos que nos hemos ganado los sabremos mantener, los sabremos defender!

Queremos un mañana próspero, pacífico y feliz; lo deseamos con lo más profundo de nuestros corazones.  Queremos ver la obra de nuestro trabajo y de nuestro esfuerzo; lo deseamos hondamente.  Pero si nos obligan a luchar, y nos obligan a hacer los más inconcebibles sacrificios, no sería culpa nuestra, ¡no sería culpa nuestra!  Y de las cosas que no sean culpa nuestra nunca debemos sentirnos apesadumbrados.

¡Si la vida nos brinda triunfos y éxitos, vengan los triunfos y vengan los éxitos que ganemos con dignidad y con honor; si la vida nos brinda sacrificios y lucha, bienvenidos sean el sacrificio y la lucha, porque eso es lo que la vida nos brinda con dignidad y con honor!  (APLAUSOS.)

Por eso podemos volver todos a nuestras casas tranquilos, serenos, felices, encarando con resolución y con serenidad el porvenir, con alegría y con optimismo el porvenir, conscientes de nuestra fuerza, de la fuerza de nuestros principios, del prestigio de nuestra causa.

Y mientras tanto, se escuchan algunas voces de falderillos, de gusanillos, que desde Miami proclaman que pronto estarán combatiendo aquí (EXCLAMACIONES DE:  ”¡Que vengan!”); jefecillos de grupitos de vendepatrias, amamantados por ese imperialismo feroz y sangriento.  Hablan de llamados a las armas y hablan de desembarcos.  Y creo que mala hora van a escoger, ¡mala hora!

Ellos piensan que como nuestros soldados están en los cañaverales nadie les va a salir al paso.  Pero esa gente no merece más que una ligera mención.  ¿Qué nos importan los pelagatos esos?  (RISAS y EXCLAMACIONES)  Si los lobos que los amamantan no nos importan, si las víboras que los incuban no nos importan, ¿cómo nos van a importar ellos; esos vendepatrias, armados por los imperialistas, entrenados por los imperialistas en distintos países de América Central, que dicen que les han estado enseñando guerra de guerrillas?

Nosotros les vamos a enseñar lo que es el “cross country” ese (RISAS y EXCLAMACIONES).  El “cross country” es una carrera larga (RISAS), ciertas competencias que el INDER organiza, que corren 20, 30 kilómetros.  ¡Van a romper todos los récords de todas las olimpíadas!  (APLAUSOS.)

Estos señores tienen una cosa en la mente.  Ustedes se recordarán cuando los agarramos lo que decían:  “Yo no sabía...”, “yo creía...”, “A mí me habían dicho...”, “Miren, por su madre...”, “Que de verdad, que yo le juro...”  (RISAS), “Que me decían que la milicia se unía, que lo otro se unía, que todo el mundo se unía...”  (RISAS).  Después llegan aquí, y donde creen que los van a recibir con flores los reciben con toda clase de fuegos de todos los colores, con fuegos que no son precisamente artificiales (RISAS), balas de todos colores.  Porque esto es como quien está esperando un león y se le aparece un ratón (RISAS).  Nosotros estamos esperando.  No voy a decir que los imperialistas son leones, para nosotros son también unos ratones a la hora de combatir (RISAS Y APLAUSOS).

Esto pasaba con los guardias de Batista:  aquel ejército invencible, aquel ejército que dondequiera que llegaba acababa, y nosotros éramos cuatro gatos, y los cuatro gatos poco a poco aprendieron a ir acabando con aquel ejército.  Siempre eran treinta veces más que nosotros, cuarenta.  ¿La cuenta?  Se perdía la cuenta.  Y lo mismo los imperialistas.  Pero, en definitiva, tenemos fuerzas para enfrentarnos a fuerzas poderosas.

Claro que los ratones usan ciertas tácticas:  tratan de abrir un huequito por abajo y “colarse” (RISAS).  Ellos piensan que siendo tan ratoncitos pueden pasar desapercibidos, que se pueden filtrar por nuestras costas, hacer guerritas de guerrillas, y siempre les pasa lo mismo.  No es lo mismo hacer una guerra de guerrillas contra los enemigos del pueblo que hacer una guerra de guerrillas contra el pueblo.  Ejemplo el de nosotros:  una guerra de guerrillas contra los enemigos del pueblo; Viet Nam del Sur:  una guerra de guerrillas del pueblo vietnamita contra los enemigos del pueblo (APLAUSOS).

En cinco años de Revolución no se sabe lo que los imperialistas han gastado tratando de organizar bandas, filtraciones, los recursos que han empleado; se les ha derretido los sesos a la gente de la CIA.  Y, sin embargo, en cinco años ¿qué?

Para destruir a Batista los hombres del Ejército Rebelde necesitaron apenas 25 meses (APLAUSOS).  En cinco años los imperialistas no han podido hacer el menor progreso, y más bien han ido retrocediendo y retrocediendo cada día más en los planes de promover aquí luchas intestinas, en los planes de promover bandas contrarrevolucionarias.  ¡Y han fracasado!

Bueno, no quiero que esos señores vayan a pensar que nosotros tenemos interés en meterles miedo; más bien, de veras, nosotros somos un poco más hospitalarios y nosotros lo que sinceramente deseamos es que vengan (APLAUSOS).  Y de veras que la próxima vez, la próxima vez no los devolvemos ni por toda la tetraciclina y penicilina y todas las medicinas que haya en Estados Unidos (RISAS Y APLAUSOS).

Porque aunque entendemos que fue correcto, fue correcto de veras hacerles pagar a los imperialistas un buen impuesto de guerra por esos mercenarios, la próxima vez —bueno, que ellos no digan después que no están advertidos—, no les podremos aplicar la misma medicina, y los vamos a tratar un poquito más duro (DEL PUBLICO LE DICEN ALGO).  No, no, que busquen otro ya, que busquen otro.  Se los estamos devolviendo y los mandan otra vez para acá.  Bueno:  ya estamos aburridos de estar en el juego ese...  (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE:  “¡Paredón!”).

Así que no tendría nada de extraño que en los próximos meses tengamos que tirar algunos tiritos salteados por ahí, cazando ratones de esos, de los que están preparando para organizar bandas y que han estado entrenando en selvas.  Lo único que aquellas selvas no tienen milicianos ni soldados rebeldes, ni nada de eso (EXCLAMACIONES).  No es lo mismo andar allá con unos cuantos yankis de instructores...  Y yo no sé qué demonios les van a enseñar los yankis, porque los yankis la guerra de Viet Nam del Sur la tienen perdida (APLAUSOS); qué les van a enseñar a los contrarrevolucionarios estos en materia de guerra.

Entonces, los estamos esperando, los estamos esperando.  Pero son pocas glorias las que se ganan exterminando los parásitos; nosotros estamos preparados para glorias más grandes que esas.  No da gusto ese tipo de gloria.  Pero bien, si ellos lo quieren, ¡qué se va a hacer!

Así que, yo creo que estas eran las cosas más importantes que teníamos que tratar hoy para estar claros, para estar bien orientados.  No son las únicas cuestiones que nos interesan.  Nosotros no debemos abandonar nuestro trabajo.  Nosotros no debemos bajar la guardia militar, pero tampoco bajar la guardia en la producción, no bajar la guardia en la producción.

Y sinceramente que en estos cinco años nuestro pueblo ha ido acumulando experiencias, experiencias sobre todas las cosas, las que están bien y las que están mal, sobre nuestras eficiencias y nuestras deficiencias.  Y tenemos mucho que hacer en todos los órdenes.

Un detallito nada más, por estar aquí principalmente los obreros de la capital, que quería explicarles.  Ultimamente se han hecho algunas distribuciones hacia el interior de la república.  Se ha afectado —aunque en medida muy pequeña— la capital en ciertos abastecimientos.  El problema de los pollos —¿y vamos a tener miedo a hablar de pollos aquí?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”)—, que efectivamente había distintos criterios, y se adoptó el criterio de destinar la cuota correspondiente a los niños.  ¿Por qué?  Hay algunos planes que nosotros hemos explicado; por ejemplo, en el sector avícola estamos desarrollando no la producción de carne, sino de huevos, y hemos prometido que para el mes de enero la producción será tal —y no me paro aquí si no es verdad eso; digo, si no pasan otras cosas más graves, ¿no?— que para el mes de enero del año que viene tenemos una producción de 60 millones mensuales, y con lo cual entendemos que alcanzará para la libre distribución, y si no alcanza, tenemos condiciones para aumentarla rápidamente más todavía.  Y ya empezaremos algunos artículos como ese.

Hemos decidido mejor desarrollar primero un sector; después, el otro.  Mientras tanto, está congelada en los niveles actuales la producción de carne de ave, que, como ustedes saben, es más cara, hay que alimentarla con pienso que hay que importar.

Parejamente con eso se está haciendo un gran desarrollo ganadero.  Claro que los resultados no los vemos de un mes para otro; lleva años, pero se está trabajando muy intensamente, y ya veremos los frutos de ese trabajo.

Pero yo no les voy a estar hablando aquí de problemas técnicos y eso; es un poco tarde.  Solo quería decirles que, mientras llegue el mes de enero, todos los aumentos en la producción de esos artículos vamos primero —los aumentos— a enviarlos al interior de la república (APLAUSOS).  Es decir, que la producción va a ir en aumento de algunos de esos productos, como la producción de huevos; pero primero los vamos a vender por la libre en Oriente, después en Camagüey, después en Las Villas, después en Matanzas y después en las dos provincias occidentales (APLAUSOS).

¿Por qué vamos a empezar por las provincias del interior?  Porque los trabajadores de la capital deben comprender que es justo que se haga eso, que es justo que se mejoren los abastecimientos en el interior de la república.  ¿Por qué?  Porque, en realidad, la capital de la república tenía los mejores ingresos, y, por lo tanto, tenía históricamente un consumo más alto.  Y así, la población de la capital recibe más carne que el resto de la isla, y en general tiene una distribución mucho mejor.  Y es justo que los aumentos de producción se envíen al interior del país primero; antes de aumentar los niveles de consumo de La Habana, debemos emparejar los niveles de consumo de Oriente (APLAUSOS).

Claro está que no me refiero a la población que vive en el campo, porque la población que vive en el campo no necesita libreta; cría, produce, tiene todas las cosas que necesita.  Pero, sobre todo, nos referimos a los trabajadores del interior, a la población urbana del interior de la república, a Santiago de Cuba, a Holguín, Camagüey, a las poblaciones urbanas del interior, que no tienen los mismos recursos que tienen los campesinos, los pequeños agricultores en el interior.

Y es justo que, antes de aumentar los consumos en la capital, aumentemos los actuales consumos en el interior del país.

Miren:  La Habana tiene 60 000 obreros comiendo en los comedores obreros, miles y miles de niños en comedores escolares; tiene más restaurantes y consumo social que ninguna otra ciudad de la república, y además tiene consumos individuales más altos.  Por eso, es justo incluso, alguna pequeña restricción, como se hizo con la cuestión de los pollos, que fue lo que se restringió.

Hay que tener en cuenta el daño que el ciclón hizo en Oriente, cómo acabó con las aves de corral, cómo acabó con las viandas.  Y no era cuestión de ayudar a Oriente solamente en los días de ciclón; durante todo este año, todavía tenemos que seguir ayudando a Oriente y a las zonas afectadas por el ciclón (APLAUSOS).

Ustedes comprenderán que esto es justo, si tienen en cuenta que en Oriente, Camagüey y Las Villas, por ejemplo, se produce la mayor parte de las divisas que ingresan en el país.

Ustedes no tienen la culpa de vivir en La Habana, ni tienen la culpa de que La Habana sea una ciudad demasiado grande en una provincia pequeña, que no tiene ni ríos; una ciudad que ha crecido extraordinariamente, planteando problemas de agua y planteando problemas de todo tipo.  Ustedes no tienen la culpa.

Es indiscutible que, si fuéramos a planificar la república desde el principio, no habríamos hecho una ciudad tan grande aquí, desde luego; y las industrias hubieran estado mejor distribuidas.  Pero estas son realidades que existen.

Ahora bien:  el interior del país produce la mayor parte de las divisas que el país recibe; todo lo que nosotros importamos lo pagamos, principalmente, con divisas que produce el interior del país.

En la capital no producimos muchas divisas, desgraciadamente, y, sin embargo, consumimos muchas, muchas divisas en la capital del país.  Porque ustedes, incluso, cuando van a un cine están consumiendo divisas, cuando montan en un automóvil, en un ómnibus, en dondequiera, que eso no lo tiene el hombre de campo, no lo tiene el obrero agrícola del interior.

Por eso, yo estoy seguro de que los trabajadores de la capital —yo no voy a decir los burgueses, los burgueses no van a entender esto más nunca—-, ustedes, obreros, sí lo entienden; ustedes, trabajadores, sí lo entienden (APLAUSOS);  ustedes, trabajadores de la capital, comprenden que es justo que el Gobierno ponga el acento de su preocupación en mejorar los abastecimientos en el interior del país, en igualar los abastecimientos del interior del país con los abastecimientos de la capital de la república (APLAUSOS).

Y de veras que ansiamos el día en que los trabajadores de Santiago de Cuba y de todo el interior del país puedan tener los mismos niveles de consumo que los trabajadores de nuestra capital.  Esa es una aspiración de nuestra Revolución, y una aspiración justa de nuestra Revolución.

Y por eso a ustedes, trabajadores, a ustedes, obreros de la capital, se les puede explicar esto sabiendo que lo entienden.  Nosotros no tenemos temor a explicar ningún problema; no debemos tenerlo nunca, porque nosotros sabemos que todas las cosas que se le explican al pueblo claramente, el pueblo las entiende.  El pueblo sabe que hacemos el máximo, el pueblo sabe que nos desvelamos, y que vivimos perennemente en la preocupación y en el deseo de mejorarlo todo, de producir más, de organizarlo mejor todo, de administrarlo mejor todo.  Ese es nuestro deseo, nuestra preocupación, por esas cosas nos desvivimos.

Y si un día, si cualquier día vemos que no tenemos todavía todo lo que necesitamos y todo lo que queremos, es porque no podemos, es porque no podemos.  Nosotros no somos un país que heredara grandes riquezas:  heredamos un país con mucho analfabetismo, un país subdesarrollado, un país sin desarrollo técnico; y todo eso lo tenemos que hacer nosotros.  Por eso ustedes ven cuántas escuelas, cuántas universidades, cuántos institutos, porque estamos preparando al pueblo, porque no es un problema de tener fábricas.  Si pudiéramos por arte de magia tener 1 000 fábricas de repente, ¿qué íbamos a hacer con ellas?, ¿quién las manejaba?, ¿quién manejaría sus máquinas?, ¿quién manejaría sus tornos?  Eso solo puede ser posible cuando tengamos decenas de miles de ingenieros, de técnicos universitarios, de obreros altamente calificados.

De ahí la importancia de la educación, de la instrucción y de la educación técnica del pueblo.  A veces, cuando hemos tenido la desgracia de que se ha quemado una fábrica o algo, nosotros preguntamos:  ¿Se quemó algún obrero?, ¿no se quemó ningún obrero?  Lo más importante de cualquier fábrica no es la fábrica, sino el obrero que la sepa manejar (APLAUSOS).  Lo más importante no es el instrumento de trabajo, sino el hombre que maneja ese instrumento de trabajo.

Y eso es lo que está haciendo nuestro pueblo hoy:  estudiando, instruyéndose, aprendiendo la técnica, desarrollando su economía en aquellos renglones en que tenemos hoy más experiencia y más facilidades, y preparando las condiciones, que no está lejano el día en que de esa universidad, y de las otras universidades, y de los institutos tecnológicos de nuestro país, salgan por millares, y aun por decenas de miles, los hombres más preparados, más capacitados, y no solo nuestros jóvenes, sino nuestros obreros, nuestros trabajadores.  Yo quiero que ustedes sepan que en la universidad hay más de 1 000 alumnos en la facultad obrera, pero son muchos miles los que han solicitado ingreso.  Y es realmente impresionante el interés por el estudio, el deseo de superarse y el deseo de capacitarse que tiene hoy nuestro pueblo, y es una de las cosas verdaderamente que más nos impresiona de la Revolución, porque lo más importante es el hombre, lo más importante es el pueblo.

A nosotros podrán preguntarnos cuántas fábricas nuevas hemos hecho, cuántos edificios nuevos, y podemos responder:  hemos hecho todo lo que nos ha permitido nuestra capacidad técnica, nuestros instrumentos de trabajo y nuestros recursos económicos.  Pero la obra de la Revolución no se mide solo en su aspecto externo; hemos edificado mucho más que eso, hemos construido mucho más que eso:  tenemos un pueblo, un pueblo cada vez más preparado, un pueblo cada vez más formado, un pueblo cada vez más consciente, un pueblo cada vez más revolucionario.

Y por eso, a nuestros visitantes —que pueden ir a ver nuestras escuelas, nuestros planes de estudio, nuestros planes económicos, pueden ir a ver nuestros campos, pueden ir a ver lo que la Revolución ha hecho externamente— les recordamos sobre todo que se fijen en la formidable, en la gigantesca obra que la Revolución ha creado y ha construido en el pueblo.

Nuestra Revolución tiene muchas cosas interesantes, muchas experiencias interesantes y útiles a todos los pueblos.  Pero sobre todo nuestro país tiene algo maravilloso, algo que hoy, Primero de Mayo, fiesta de los trabajadores, podemos proclamar con orgullo:  ¡Nuestro país tiene este pueblo, y este pueblo es lo más admirable que la Revolución tiene!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACION)

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