Discurso en la Graduación de la Escuela Básica para Oficiales de Matanzas, el 18 de mayo de 1965
Data:
Compañeros graduados del quinto curso de la Escuela Básica para Oficiales;
Compañeras y compañeros invitados:
Cuatrocientos ochenta alumnos después de un año de intensos estudios se gradúan hoy del curso básico para oficiales. Esta graduación, su solemnidad, la marcialidad de los graduados, es el resultado del desarrollo de esta Escuela Básica para Oficiales.
No surgió de la casualidad ni de la nada, surgió de la necesidad y se ha forjado con el estudio, la superación y el trabajo. Esta escuela se organizó en 1960, cuando nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias con la incorporación masiva de las milicias obreras y campesinas, y con la adquisición de modernos equipos militares, crecían extraordinariamente; mientras por otra parte, carecían de cuadros. Surgió de la necesidad de afrontar los planes agresivos de nuestros enemigos, cuando ya en aquellos días se podía vislumbrar la perspectiva de un ataque armado contra nuestro país, cuando cantidades considerables de armas de distinto tipo necesitaban dotaciones; cuando, en fin, se aproximaba el combate. Así surgió la escuela para los Oficiales de Milicia, en primer lugar, que habían sido seleccionados en los distintos batallones de milicianos en todo el país.
Al principio, los cursos eran menos intensos, solo de tres meses en los primeros momentos; después, fueron aumentando en intensidad. En la medida en que crecía nuestra organización, las tareas de tipo militar se hacían más técnicas y más complejas y podíamos disponer de mayor número de oficiales para prolongar los cursos.
Esta escuela surgió —como les decía— en momentos difíciles y tiene una hermosa tradición a raíz de la invasión de Playa Girón. Cuando en la madrugada del 17 de abril de 1961 llegaron las primeras noticias de que elementos enemigos estaban desembarcando en la zona de Playa Girón y Playa Larga, una de las unidades que fueron inmediatamente movilizadas, fueron los dos batallones... Creo que, si mal no recuerdo, los efectivos eran el equivalente a dos batallones. Se llegó a constituir un batallón de tipo que llamábamos batallón pesado, con sus morteros, sus ametralladoras, sus armas de infantería que fue inmediatamente movilizado y emprendió la marcha hacia la Ciénaga de Zapata.
En las primeras horas de aquella mañana, el enemigo, con su ataque traicionero, empleando aviación, paracaidistas, tanques, equipos de desembarco, facilitado por el imperialismo yanki, trataba de tomar todas las entradas de la Ciénaga de Zapata. Era necesario garantizar para nuestras Fuerzas Armadas una vía de acceso del lado de allá de la Ciénaga, y comenzar inmediatamente el ataque contra el enemigo; y esa misión correspondió a los alumnos de la Escuela Básica de Matanzas. El batallón integrado por aquellos compañeros, se posesionó de la carretera de Jagüey Grande a Playa Larga y entabló inmediatamente combate contra las fuerzas enemigas, a pesar de que en esos instantes el enemigo disponía de artillería, de morteros pesados y de tanques, y de que nuestras fuerzas en esos momentos solo podían contar con sus armas de infantería.
Entre los primeros combatientes que cayeron, gloriosa y heroicamente aquella mañana, estaban alumnos de la Escuela Básica de Matanzas.
Recordamos la ocasión en que aquel curso se graduó, y el dolor que nos ocasionaba a todos la ausencia de aquellos compañeros que no habían podido terminar su curso. Y fue en aquella ocasión que nosotros expresamos una frase que ahora la hemos leído aquí mientras hacían la historia de la escuela, de que: "Aquellos compañeros no se habían graduado en el curso de oficiales, pero se habían graduado como héroes eternos de la patria."
Fue así formándose el espíritu y la tradición de esta escuela. Nuevos cursos vinieron después, nuevas graduaciones. Este curso de hoy puede decirse que expresa ya cabalmente todo lo que ha progresado esta escuela, todo lo que se ha superado esta escuela, toda la experiencia que han acumulado sus profesores y sus directores. Muestra también todo lo que han progresado nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Naturalmente que hoy son muchas las escuelas militares que funcionan en el país, y son muchos los conocimientos adquiridos no solo en el país, sino también fuera del país. Y ha sido precisamente con escuelas, como se han ido desarrollando la técnica y la capacidad combativa y los cuadros de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias.
De numerosas escuelas salieron los hombres que hoy manejan los distintos equipos militares de nuestras Fuerzas Armadas. Escuelas ha hecho muchas la Revolución, escuelas de todos los tipos, entre ellas, escuelas militares. Y hay algo que hemos aprendido de esta experiencia, y es que siempre que cualquier plan, cualquier propósito se organizó conjuntamente con las escuelas, todo ha marchado bien y ha alcanzado extraordinarios grados de progreso. Cualquier proyecto, cualquier plan que ha nacido junto con las escuelas, ha tenido éxito: Y cuando algunas cosas no marchan tan bien, cuando algunos aspectos de las múltiples actividades de nuestro país, no nos pueden satisfacer enteramente, observamos inmediatamente que falta experiencia, que faltan conocimientos, que faltan cuadros, es decir, que han faltado escuelas. Y si son muchas las escuelas que se han hecho de todos los tipos y para todas las actividades, la experiencia nos demuestra que aun no son suficientes, y que es un magnífico sistema cada vez que se quiere hacer algo, en cualquier orden, cada vez que se quiere desarrollar algo, junto con el plan fundar las escuelas.
Afortunadamente, en nuestras Fuerzas Armadas han abundado las escuelas. La necesidad de defendernos que fue una de las necesidades fundamentales del país, nos hicieron comprender esa necesidad y nuestras escuelas funcionaron con efectividad, y funcionaron al ritmo de la situación, porque aun cuando había que aprender a manejar un arma en 30 días aunque normalmente un curso llevara muchos meses, se aprendió a manejar el arma en 30 días.
Así fue como en cada uno de los momentos de peligro, ninguna de nuestras armas se ha quedado en los arsenales, ninguna de nuestras armas se han quedado en los depósitos. Así ha sido posible que cada vez que nos encontramos en peligro, hay más hombres que armas, y no se queda guardado ni un fusil viejo, porque para nosotros todas las armas pueden servir para algo. Y cuando no teníamos FAL, cuando no teníamos aviación, ni artillería, ni tanques, ni armas automáticas, sabíamos muy bien lo que se podía hacer con un fusil de cerrojo de seis balitas. Y muchos combates fueron librados y fueron ganados con estos fusiles de cerrojo de seis balitas, o de cinco balitas. Aprendimos la importancia que toda arma tiene en la lucha, y por eso, nunca hemos desechado ninguna arma, y cuando recibimos armas nuevas, las viejas las engrasamos y procuramos también tenerlas listas.
En las Fuerzas Armadas las escuelas han jugado un papel fundamentalísimo, y esta graduación —les decía— es la expresión de esa realidad. En la marcialidad, la disciplina, la correcta formación, la perfección y hasta incluso, la elegancia con que marchaban los bloques, se veía eso. Y yo les decía a algunos compañeros: "Ya este ejército nuestro no se parece a nuestro ejército guerrillero." Y es que nuestros guerrilleros, nuestros soldados que en una ocasión pasaron por aquí también, con aquella vanguardia del compañero Camilo Cienfuegos delante (APLAUSOS), y aquí hicieron rendir un regimiento, que ya de paso estaba rendido, porque era una guerra perdida para ellos, y por aquí pasaron por esa carretera en camiones, nuestras columnas y nuestros soldados. Muchos de los que hoy se gradúan aquí recordarán aquel día y podrán constatar todo lo que desde entonces han aprendido, han progresado, y se han superado.
Y es realmente para todos nosotros un motivo de satisfacción poder constatar este progreso, ver cómo se ha ido desarrollando nuestra patria —y con nuestra patria sus Fuerzas Armadas, en la medida en que la patria lo ha necesitado—, cómo se ha ido tecnificando, y cómo ha ido cumpliendo sus obligaciones.
Algunos otros compañeros graduados aquí se incorporaron después a las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Pero la historia de nuestras Fuerzas Armadas no se escribió solo en las montañas, surgieron en las montañas, surgieron de un grupo muy pequeño, muy reducido, de hombres que en determinado momento llegamos a ser, no 12 como se decía, sino 7 hombres armados. Poco a poco fue creciendo, despacio al principio, a un ritmo más acelerado después; la pequeña patrullita se fue convirtiendo en columna, y la primera columna se fue convirtiendo en muchas columnas. Pero la historia no se ha escrito solo en las montañas; hay quienes han escrito la historia en las montañas y la han seguido escribiendo después.
Pero en esa columna de la patria en marcha se han incorporado en los años sucesivos nuevos hombres para engrosarla y para fortalecerla.
Y la historia se ha escrito después del Primero de Enero también, en los combates contra los reaccionarios, en los combates contra los agentes del enemigo imperialista, en la lucha contra las agresiones de los imperialistas; se ha escrito la historia de nuestras Fuerzas Armadas en los combates contra las bandas mercenarias del Escambray que asesinaban campesinos, que asesinaban a maestros como Conrado Benítez, que asesinaban incluso brigadistas que estaban enseñando a leer y escribir a los campesinos, como a Manuel Ascunce; en la lucha contra aquellas bandas, armadas por los imperialistas, inspiradas por los terratenientes y los explotadores, se escribió también la historia; en la tenacidad con que nuestros hombres los combatieron y los aniquilaron en los combates de Playa Girón; en las luchas contra cada una de las acciones enemigas, contra sus actos de sabotaje, contra sus ataques piratescos. Miles de hombres, miles y miles en distintos puntos del país montan guardia, cuidan nuestras costas y nuestras riquezas, defienden a la Revolución; y muchos hombres han derramado su sangre en esa lucha en cada uno de los combates.
Viene a mi memoria aquel día de la explosión de "La Coubre" —cuando estaba siendo descargado por hombres de nuestras Fuerzas Armadas— los soldados que murieron allí, y los soldados y policías que murieron también durante la segunda explosión mientras socorrían a sus compañeros. Los obreros caídos allí constituyen un saldo de decenas y decenas de víctimas a consecuencia del criminal y cobarde acto de sabotaje perpetrado como otros tantos y otros muchos por los enemigos de nuestro pueblo, de nuestros trabajadores, de nuestros campesinos, por los enemigos de nuestra Revolución. Recordamos los días de la Crisis de Octubre, a nuestros hombres en las posiciones de combate, en las trincheras, sin vacilación y sin miedo, dispuestos a afrontar cualquier tipo de riesgo.
Por eso ha ido creciendo nuestra fuerza y seguirá creciendo, y nuevos y nuevos valores se incorporarán ya en nuestras escuelas. Se va incorporando también la nueva generación de jóvenes, los que se destacan en nuestras unidades, como los jóvenes de nuestro glorioso Batallón Fronterizo —allí cara a cara y frente al enemigo— de donde se seleccionan los mejores, los más destacados, para ingresar en nuestras escuelas militares, al igual que se seleccionan los mejores hombres de todas las unidades.
Así ha crecido y se ha desarrollado nuestra fuerza. Y cada día que pasa es mayor la organización, mayor la disciplina, mayores los conocimientos, superior la experiencia, porque en la época actual la carrera militar —que entre los revolucionarios tiene un sentido muy distinto del que tiene para los reaccionarios, que para aquellos que defienden una causa justa y revolucionaria tiene un sentido muy distinto que para aquellos que son educados y preparados para servir a los opresores y a los explotadores— la carrera militar se convierte cada vez más en una técnica compleja y difícil, se convierte cada vez más en una técnica, y no en una técnica estática, o más que en una técnica si se quiere decir en una ciencia, y no en una ciencia estática, sino en una ciencia dinámica, porque continuamente van cambiando las tácticas y continuamente van cambiando las armas, y continuamente hay que estarse adaptando a situaciones nuevas, a armamentos nuevos; y hay que conocer profundamente cuáles son las armas del enemigo, y las tácticas del enemigo, y la psicología del enemigo, adaptarse a esas tácticas, a esa psicología, a esas armas; porque siempre en la guerra, además del valor, la inteligencia juega un papel decisivo, el usar inteligentemente las armas, el conducir inteligentemente a los hombres es fundamental en toda guerra.
Y nosotros si somos atacados no tendríamos que enfrentarnos a un enemigo impreparado, sino a un enemigo preparado, que trata de perfeccionar y de modernizar cada vez más sus armas.
Pero a ese enemigo ni lo subestimamos ni lo sobreestimamos. Ellos nos subestimaron a nosotros, subestimaron a nuestro pueblo, subestimaron a nuestra Revolución, subestimaron a nuestro ejército, y creyeron que aquí iban a poder desembarcar e instalar su brigada mercenaria, y allí detrás de la brigada un gobierno de títeres, detrás de los títeres los miserables de la OEA para santificar el crimen. ¡Y aquella ilusión duró poco!
Nos subestimaron, subestimaron a nuestra Revolución y a nuestro pueblo cuando creyeron que con sus bloqueos económicos, con su hostilidad incesante, que volcando contra nuestro pequeño país el peso de su poderío económico y político hartan doblegarse al pueblo de Cuba, a este pueblo al que le impidieron su independencia, a este pueblo al que le arrebataron la victoria después de 30 años de lucha, a este pueblo donde desembarcaron su infantería de marina e implantaron su Enmienda Platt y su derecho a intervenir, su derecho constitucional a intervenir. ¿Cómo se podía llamar un país libre aquel país en cuya constitución se estableciese el derecho de una potencia extranjera a intervenir?
Mas, los imperialistas demostraron que no necesitaban cláusulas constitucionales para intervenir en cualquier parte, e intervinieron también en otros muchos pueblos, sin derecho de ninguna índole, invocando cualquier pretexto —por cínico y descarado que fuese— siempre para "proteger vidas y haciendas de sus ciudadanos", con un desprecio absoluto hacia los pueblos de América Latina, con un desprecio absoluto hacia todos nuestros pueblos.
Así también nos despreciaban a nosotros y nos subestimaban, y creían que no podría ninguna revolución levantar cabeza, es decir, ninguna verdadera revolución, y que aquí no habría más que politiquería siempre y sustitución de unos ladrones por otros ladrones, pero revolución con reforma agraria, revolución con nacionalización de las minas, de los centrales azucareros, de la industria —que estaba en manos extranjeras haciendo a nuestro pueblo trabajar para enriquecer a los extranjeros—, eso no lo creyeron nunca posible, no se lo imaginaron siquiera.
Creían que nos aplastarían, que nos arrodillaríamos, que nos vencerían, con ese desprecio de que ellos hacen gala cuando miran hacia el sur, hacia los pueblos de América Latina.
y han transcurrido ya unos cuantos años, y en vez de un pueblo arrodillado encuentran cada vez un pueblo más fuerte, cada vez un pueblo más preparado.
Nos subestimaron, nos despreciaron, ¡y se equivocaron! Nosotros al enemigo ni lo subestimamos ni lo sobreestimamos. Sabemos cuáles son sus puntos débiles también, sus puntos débiles frente a nosotros, y sabemos —sobre todo— que en cualquier aventura contra nuestra patria habría un factor que ellos no miden, porque son incapaces de medirlo, sienten demasiado desprecio hacia las normas morales para medirlo: ¡Es el patriotismo de una nación, la dignidad de una nación, el honor de una nación, la convicción de una nación que defiende lo suyo y que defiende su derecho!
Y ese factor jugaría un papel muy importante, pero no sería solo dignidad, ni sería solo honor, ni sería solo valor, sino junto con todo eso mucha metralla, y junto con todo eso mucha técnica militar y mucha inteligencia (APLAUSOS). Y hacerles pagar un precio alto; y, sobre todo, que sepan a qué atenerse, sobre todo que no se equivoquen, sobre todo que no se imaginen que va a ser un paseo. Porque cada día se les hace más difícil, y cada día están más protegidas nuestras armas, y cada día estamos más preparados contra la sorpresa. Y, además, difícilmente nos puedan sorprender, porque preferimos pecar de exceso de precaución a ser descuidados. ¡Descuidados no seremos nunca en la defensa de la Revolución y de la patria!
Hechos recientes, como el hecho doloroso que viene ocurriendo en la República Dominicana, nos dice mucho, nos enseña mucho, porque ahí estamos viendo lo que es el imperialismo, al desnudo; ahí estamos viendo lo que es el imperialismo, sin disimulo de ninguna clase. Claro que los hechos de Santo Domingo no nos sorprenden a nosotros. Pero por el mundo andaba alguno que otro idiota, alguno que otro que se dejaba confundir por la propaganda de los imperialistas, que se pintaban buenos. Y mientras asesinan a vietnamitas en el sudeste del Asia, mientras asesinan congoleños en el Africa, mientras asesinan dominicanos, mientras apoyan y protegen a todos los reaccionarios del mundo, a todos los explotadores, a todos los fascistas, mientras fortalecen y apoyan en todas partes del mundo a lo peor de la humanidad, todavía ensayaban pintarse de buenos, todavía ensayaban pintarse de nobles.
Pero nosotros, que los conocíamos tan bien, ¿qué tiene de extraño para nosotros las mentiras que empezaron a decir a raíz de lo de Santo Domingo? Si recordamos bien todavía que cuando no se había disipado el humo de las bombas que hicieron descargar sus aviones pintados con insignias cubanas en San Antonio de los Baños, en el aeropuerto de Ciudad Libertad, y en Santiago de Cuba, ya estaban allá en las Naciones Unidas, el cínico —¡¿qué cínico?!, ese más que un cínico es un pobre diablo—, el representante de Estados Unidos en las Naciones Unidas, porque le hacen hacer cada papelazo, que si tuviera nada más que una micra de vergüenza, habría dejado de ser delegado de Estados Unidos. Porque ese señor fue un día candidato a Presidente de Estados Unidos, y le han hecho hacer los más increíbles papelazos.
Pero todavía no se había disipado el humo y ya estaba mostrando las fotografías de los aviones con insignias cubanas, diciendo que eran aviones que habían desertado de nuestra fuerza aérea. Tranquilamente, tranquilamente elaboran semejante argumento, semejante explicación para engañar al mundo, para estafar al mundo, y dicen que aquellos aviones, aviones piratas, salidos de bases extranjeras, eran aviones de nuestras propias Fuerzas Armadas, que se habían sublevado y habían lanzado unas bombas y habían aterrizado en Miami. Y en realidad, habían tenido que aterrizar en Miami porque no habían contado con nuestras antiaéreas, y no habían contado con nuestros artilleros que a los que no derribaron los llenaron de agujeros, y los obligaron a buscar refugio en el punto más próximo, que era en la Florida.
Y, claro, eso estaba fuera de los planes, como todas las cosas que les salieron después estaban fuera de los planes.
¿Qué nos extraña ese cinismo con que han actuado en el problema de Santo Domingo? ¿Y qué nos extraña, si nosotros sabemos que esa es la política de los imperialistas?
Pero, en realidad, no los hace esto más fuertes, los hace más débiles. Y en realidad, más que una prueba de poderío, es una prueba de miedo, es una prueba de cobardía y es una prueba de desesperación esa intervención injustificada, criminal y, además, estúpida. Porque vieron un alzamiento del pueblo allí contra sus títeres, un levantamiento de militares y de civiles; vieron que les dieron armas al pueblo, y se llenaron de pánico, ¡se llenaron de espanto! Y ya vieron allí otra Cuba surgiendo en Santo Domingo.
No tuvieron tiempo ni de razonar, ni de analizar, ni de pensar, porque ya por dondequiera están viendo fantasmas, ya por dondequiera están viendo nuevas Cuba. Y eso demuestra que ya no desprecian a Cuba; eso demuestra que, después de habernos despreciado tanto, hay un paisito chiquito en este continente que ya no desprecian tanto, que les inspira respeto, y algo más increíble todavía: les inspira miedo.
Porque Cuba se ha convertido para los imperialistas yankis en algo así como eso que se inventa para los niños y que llaman "el Cuco"; Cuba se ha convertido en algo así como "el Cuco" de los imperialistas yankis (APLAUSOS).
Porque incluso en esta lucha, que no era socialista, que planteaba el restablecimiento de un gobierno derrocado, ya vieron ahí el fantasma de una nueva Cuba, y sin pensarlo dos veces enviaron a sus barcos. Claro, con la mentira. Primero para la "protección de vidas y haciendas", y desembarcan unos cuantos; cuando atacan los gorilas y son rechazados, entonces desembarcan un batallón. Pero creían que un batallón iba a poner a todo el mundo boca abajo allí y que todo el mundo se iba a asustar, y así ha surgido una cosa nueva, algo nuevo y que tiene que espantar a los imperialistas, y es que los pueblos les han perdido el miedo a los imperialistas yankis (APLAUSOS).
Y eso es nuevo, porque no contaban con eso. Creían que con un batallón, todo resuelto, y no sonaba un tiro más. Desembarcaron el batallón y siguieron sonando los tiros; y los constitucionalistas siguieron derrotando a los proimperialistas, y entonces se asustaron más todavía y entonces no fue un batallón: dos, tres, una división, 400, 1 000, 10 000, 30 000, 40 000, han desembarcado. Y entre desembarcados y tripulantes de barcos, tienen allí a unos 40 000 hombres.
Y, desde luego, debemos distinguir entre desembarcar y embarcar. Porque el día que se atrevieran a desembarcar aquí, no solamente van a desembarcar, sino que, además, se van a embarcar (APLAUSOS).
Y parece ser que en Santo Domingo, por lo menos en el orden político, se han embarcado. Porque, en realidad, esta aventura ingloriosa, impremeditada, producto del miedo, producto de estar viendo fantasmas... Porque es que la ola revolucionaria que sacude al mundo, la conciencia revolucionaria de los pueblos que en todos los continentes aspiran y luchan por su liberación, tiene asustados a los imperialistas en tal grado, a tal grado y de tal forma, que están incurriendo en verdaderos actos de desesperación. Y se puede considerar que para el imperialismo el desembarco de sus marinos en Santo Domingo se ha convertido en una verdadera debacle política.
Pero no es que lo digamos nosotros. Yo traigo aquí unos cables que escogí al azar; no al azar, mejor dicho, mientras leía al azar los cables, escogí algunos que expresan eso. Y les voy a leer un comentario de un comentarista de la UPI —y ustedes saben qué es la UPI—, explicando; y es muy interesante y muy revelador, porque revela las intenciones a la vez que las preocupaciones de los imperialistas. Porque los imperialistas no solo han metido la pata hasta más arriba de la cintura en Santo Domingo, desprestigiando sus propios instrumentos, su propio ministerio de colonias, que es la OEA, esa organización dócil y sumisa, que no hace más que recibir órdenes de Washington; la han maltratado, de tal forma la han tratado con la punta del pie, que han puesto aquello, señores, en una situación insoportable, en una situación ridícula; porque encima de ser una organización que no hace más que obedecer órdenes de Washington, ni siquiera la consultan cuando van a desembarcar sus marinos allí. Es decir, que desembarcan, ¡y ahí te va! Y después la reúnen, para decir que tuvieron que actuar rápido y prontamente, y que no hubo tiempo de explicar, etcétera.
Y, de paso, quieren aprovechar la coyuntura para hacer algo que ellos hace rato tienen en mente, que es organizar una fuerza represiva internacional en este continente, para intervenir no ellos solos, porque les resulta un poco desagradable, les resulta un poco escandaloso, les resulta cada vez más difícil. ¿Y ahora qué quieren hacer? Organizar con los gorilas una fuerza internacional para intervenir en cualquier país de América Latina donde vean el fantasma de una revolución.
Y la revolución en América Latina es algo más que un fantasma, porque ellos a veces ven fantasmas donde no los hay, y en Santo Domingo vieron fantasmas. Pero es una verdad de la historia, una ley inexorable de la historia, que todos los pueblos explotados por el imperialismo se liberarán del imperialismo, y que los pueblos de América Latina se liberarán también, como se liberarán los que quedan en Asia por liberarse y se liberarán los que quedan en Africa por liberarse (APLAUSOS).
Y eso, desde luego, no es un fantasma, eso es una realidad. Y quieren organizar sus fuerzas internacionales para intervenir ellos, pero poniendo por delante la OEA.
Y, naturalmente, algunos de esos gobiernos son más descarados que otros, y algunos son menos descarados; y a algunos de esos gobiernos, incluso, no podemos llamarlos descarados, pero son muy pocos, muy pocos. Hay algunos gobiernos que son gobiernos burgueses, capitalistas, aliados de los imperialistas, pero quieren por lo menos tener un poco de vergüenza y quieren tener un poco de prestigio ante su propio pueblo, un poco de moral. Y cuando pasan estas cosas como las de Santo Domingo ellos embarcan de tal manera a los gobiernos, que algunos de los gobiernos se resisten.
Y, claro, siempre tienen un número de votos. Pero ustedes saben cómo consiguieron los 14 votos —aunque ahí los votos no cuentan, eso es un cuento lo de los votos en la OEA, siempre se ha hecho lo que ha dicho Estados Unidos allí. Pero en este caso de la intervención encontraron alguna resistencia de algunos gobiernos a quienes habían puesto en una situación muy difícil.
Hicieron los 14 votos con el voto dominicano y, además, con el voto de Estados Unidos. El gobierno que había desaparecido y había sido derrocado y, además, el gobierno interventor. ¿Qué buscaron? El que la OEA santificara aquello.
Claro está que Estados Unidos había cometido una flagrante violación del derecho internacional, de la propia Carta de la OEA y todos los pactos que tiene suscritos con sus títeres; mas, sin embargo, después de cometido el delito aspiraron y lograron, con el voto de todos esos gobiernos reaccionarios de las repúblicas bananeras de Centro América, los gorilas de Brasil, de Paraguay y demás gobiernos reaccionarios de los peores y, además, el voto del gobierno derrocado en Santo Domingo, que se acordaba crear una fuerza internacional.
Pero aun la creación de esa fuerza ha traído problemas, porque hay muchos gobiernos, como el gobierno argentino que no halla qué hacer, que está entre la espada y la pared, que está entre los gorilas y el pueblo. Y en Argentina la Cámara de Representantes condenó la intervención yanki en Santo Domingo y tiene problemas para mandar a los soldados, y está indeciso si los manda o no; el de Venezuela esta indeciso si los manda o no, porque tiene miedo que aquellos soldados venezolanos —donde el espíritu revolucionario ha ido penetrando en sus cuadros oficiales y en sus tropas, como lo demostraron las rebeliones revolucionarias de Puerto Cabello y de Carúpano— tienen miedo que manden soldados allí y se vayan a contagiar del espíritu revolucionario del pueblo dominicano y no hallan qué hacer. Y uno de los voceros de la reacción en Venezuela dijo: No manden tropas, porque les van a hacer el juego a los comunistas, no manden tropas porque el ejército venezolano no está preparado para esas misiones. En dos palabras: tienen miedo de que la infección revolucionaria de Santo Domingo se amplíe y contagie a algunas de aquellas tropas.
Por eso solo habían mandado tropas el gobierno de la dictadura reaccionaria de Honduras, algunos de Somoza, de Nicaragua, de los esbirros de Somoza, unos policías de Costa Rica que ha incurrido en la desvergüenza de mandar allí una tropita de veinte y tantos hombres, simbólica; pero el hecho de que sean unos pocos no le quita toda la inmoralidad que tiene la acción; y los gorilas de Brasil que dicen que van a mandar 800 hombres.
Pero han ocurrido cosas insólitas: esas tropas ya han desembarcado pero la OEA todavía no ha creado un mando de esa fuerza multilateral. Entonces las han desembarcado allí y no hay mando multilateral. Entonces están allí ya hondureños y costarricenses y allá un coronel norteamericano los montó en un jeep y los puso a recorrer la zona de seguridad, porque claro que los yankis necesitan algunos latinoamericanos allí para mancharlos con la sangre de Santo Domingo, para distribuir el desprestigio entre más de un gobierno. Y esa situación revela la catástrofe, a la vez que las intenciones.
Y aquí hay un comentarista de la UPI que dice lo siguiente. Vale la pena leerlo, porque dice —esto es el 15 de mayo en Washington, el 15 de mayo y las cosas no se habían empeorado como se han empeorado:
"Cada día que pasa se hace más evidente en los círculos diplomáticos latinoamericanos el desaliento por las implicaciones, casi fatales, que la crisis política de la República Dominicana y el desembarco de fuerzas militares de Estados Unidos en esa isla han tenido para la Organización de Estados Americanos (OEA). Sin embargo, en medio de las ruinas jurídicas de la peor catástrofe que haya sufrido la OEA en toda su historia —esto lo dicen ellos, ellos— comienzan a perfilarse algunas esperanzas de que este conflicto sirva, por fin, para amoldar la organización a una realidad americana de la cual ha estado generalmente muy distante."
Es decir, todas estas ruinas que quedan pueden servir para que la OEA sea un instrumento mejor todavía para la agresión imperialista, es decir, que se amolde a la política intervencionista de Estados Unidos, sin más trámites.
Dice: "Lo irónico del caso es que todo esto haya ocurrido cuando el sistema estaba celebrando alborozado por todo el continente sus primeros 75 años de vida —¡pobrecita la ancianita OEA con 75 años lo que le han hecho!—, y cuando se estaba preparando una conferencia extraordinaria que, por lo menos sobre el papel, debía decidir si había llegado el momento de que la OEA se modernizara para ponerse a tono con el mundo de la segunda mitad del siglo XX.
"El miligramo de optimismo que se percibe hoy en algunas esferas latinoamericanas se basa en la idea de que la acción militar norteamericana, que para muchos representa un retroceso de medio siglo en las relaciones continentales, pueda convertirse en el motor de una indispensable revitalización de la OEA, lo que lleva a algunos a traer a cuento con cierto cinismo —dicen ellos—, el viejo adagio de que no hay mal que por bien no venga."
Dice: "El golpe más fuerte que recibieron los diplomáticos latinoamericanos, muchos de ellos bastante orgullosos de la OEA —de buena porquería estaban orgullosos— fue la brusca comprobación de que la máxima conquista que creían haber logrado a través de esa organización no pasaba de ser una mera ilusión: la contención de la política de Estados Unidos, para ajustarla a ciertas normas colectivas.
"La crisis del sistema no se había presentado, por lo menos en forma aguda, porque Estados Unidos venía desarrollando una política interamericana 'a la defensiva'. En el momento en que el presidente Lyndon B. Johnson decidió tomar la iniciativa y anticiparse a una posible situación de peligro, la OEA ya no podía ser operante.
"Si el presidente Johnson hubiera consultado con la OEA antes de enviar sus marinos y sus paracaidistas, es muy posible que se hubiese tropezado con los escrúpulos de muchos embajadores que no se hubieran atrevido a violar la Carta de Bogotá y los Tratados Interamericanos. Con su 'estilo tejano' —dice un corresponsal de la UPI, no vayan a imaginarse que este es un revolucionario; no, estos son los corresponsales de la UPI haciendo el análisis pesimista, naturalmente, de la situación—; dice: 'Con su estilo tejano' —esto, cuando dice 'su estilo tejano', lo dice como un mérito, ¿comprenden?, como si fuera un hombre de acción, un hombre decidido— con su 'estilo tejano', Johnson creó para la organización un hecho gravísimo, que sacudió sus cimientos y colocó a esos embajadores en la embarazosa situación de denunciar a Estados Unidos o tratar de enmendar la situación. Vacilantes e impotentes ante la obvia determinación norteamericana, una mayoría de países optó por el segundo camino —es decir, no denunciar, sino tratar de apañar.
"En el proceso de legalizar la acción norteamericana, no obstante, estos embajadores se han visto en la necesidad de remendar su organización con parches de dudosa legitimidad.
"Cada remiendo ha sido una violación de la Carta. En esta forma los diplomáticos latinoamericanos que se han hecho plenamente solidarios de la acción norteamericana, no pueden alegar ya el supuesto consuelo de que, al no consultar con la OEA, el presidente Johnson, por lo menos, asumió toda la responsabilidad histórica de lo ocurrido. Oficialmente la OEA se ha hecho cómplice tardío del desembarco norteamericano, y esto la coloca en el mismo torbellino en que se encuentra el gobierno de Washington."
Es decir que después que la OEA acuerda la formación de esta tropa, esta gente canta victoria y dice: Bueno, ya son cómplices, ya el asesinato este no lo ha hecho solo Estados Unidos, lo han hecho todos los demás porque lo han legalizado.
"La reunión de consulta se instaló el Primero de Mayo" —algunas de estas cosas precisamente nosotros las veníamos explicando al pueblo el Primero de Mayo—; dice: "Cuando Estados Unidos todavía invocaba razones humanitarias para la acción, la convocaron de acuerdo con la Carta de Bogotá. En la práctica, sin embargo, desde el primer instante ha estado manejando una explosiva situación política y ha tenido que acudir sin decirlo, al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca de Río de Janeiro, sobre la presunción de que la situación dominicana constituye una amenaza para la paz y la seguridad del continente.
"Johnson justificó ‘a posteriori’ el desembarco afirmando que tal amenaza existió. Algunos de los embajadores que formaban la comisión especial que viajó a Santo Domingo declararon más tarde que ellos también creían que esa amenaza había existido, pero la propia reunión de consulta no se ha declarado al respecto y, sin embargo, ha creado un ejército interamericano.
"La razón de todo este proceder irregular, según los mismos embajadores, es que tal fuerza interamericana se creó no porque existiera la amenaza sino para justificar la presencia de las tropas norteamericanas en otro país del continente. El presidente Johnson se había encargado ya de atender personalmente cualquier amenaza real que hubiera podido existir.
"Esto hace aparecer entonces a la OEA como simple instrumento de la política internacional de Estados Unidos. Y aquí es donde surge, según los diplomáticos, el desacuerdo entre la OEA y la realidad. Si Estados Unidos y la mayoría de los países norteamericanos desean que la OEA sea un instrumento efectivo para combatir el comunismo, deben dotarla de los mecanismos legales y aun militares que sean necesarios para lograrlo. Hasta ahora la OEA ha demostrado que no puede pasar del terreno retórico de las declaraciones.
"Por otra parte, la crisis dominicana ha producido, por primera vez, un delicado enfrentamiento de la OEA con las Naciones Unidas. Este es un problema que también preocupa a muchos diplomáticos latinoamericanos, que están de acuerdo con la tesis sostenida por Uruguay en el Consejo de Seguridad.
"En general, todos los diplomáticos latinoamericanos admiten que es necesario una revisión del sistema para evitar que sucumba ante el problema dominicano."
En síntesis: Estados Unidos comete un crimen, la OEA legaliza el crimen. Conclusión que saca un corresponsal de la UPI: Estados Unidos no ha cometido crimen, sino que la OEA no sirve, y para que Estados Unidos no tenga que cometer crimen, la OEA tiene que servir; es decir, tiene que haber un instrumento, una fuerza militar y una intervención inmediata y automática en cualquier país de América Latina cuando haya un peligro de revolución.
Yo traje por aquí una Declaración de La Habana, la II Declaración de La Habana, porque ya en aquella ocasión en este documento, ratificado por todo el pueblo se explicaba cuál era la política de Estados Unidos en América Latina. Es decir, esto fue el 4 de febrero de 1962. ¿Qué decía la II Declaración de La Habana? No la voy a leer completa, voy a leer una página y media.
Dice: "Y ante la realidad objetiva históricamente inexorable de la revolución latinoamericana, ¿cuál es la actitud del imperialismo yanki? Disponerse a librar una guerra colonial con los pueblos de América Latina; crear el aparato de fuerza, los pretextos políticos y los instrumentos pseudolegales suscritos con los representantes de las oligarquías reaccionarias para reprimir a sangre y fuego la lucha de los pueblos latinoamericanos.
"La intervención del gobierno de Estados Unidos en la política interna de los países de América Latina ha ido siendo cada vez más abierta y desenfrenada.
"La Junta Interamericana de Defensa, por ejemplo, ha sido y es el nido donde se incuban los oficiales más reaccionarios y proyankis de los ejércitos latinoamericanos, utilizados después como instrumentos golpistas al servicio de los monopolios.
"Las misiones militares norteamericanas en América Latina constituyen un aparato de espionaje permanente en cada nación, vinculado estrechamente a la Agencia Central de Inteligencia, inculcando a los oficiales los sentimientos más reaccionarios y tratando de convertir los ejércitos en instrumentos de sus intereses económicos y políticos.
"Actualmente, en la zona del Canal de Panamá, el alto mando norteamericano ha organizado cursos especiales de entrenamiento para oficiales latinoamericanos de lucha contra guerrillas revolucionarias, dirigidos a reprimir la acción armada de las masas campesinas contra la explotación feudal a que están sometidas.
"En el propio Estados Unidos, la Agencia Central de Inteligencia ha organizado escuelas especiales para entrenar agentes latinoamericanos en las más sutiles formas de asesinatos; y es política acordada por los servicios militares yankis la liquidación física de los dirigentes antimperialistas.
"Es notorio que las embajadas yankis en distintos países de América Latina están organizando, instruyendo y equipando bandas fascistas para sembrar el terror y agredir las organizaciones obreras, estudiantiles e intelectuales. Esas bandas, donde reclutan a los hijos de la oligarquía, a lumpen y gente de la peor calaña moral, han perpetrado ya una serie de actos agresivos contra los movimientos de las masas.
"Nada más evidente e inequívoco de los propósitos del imperialismo, que su conducta en los recientes sucesos de Santo Domingo —esto fue cuando ocurre el primer movimiento allí, en Santo Domingo. Sin ningún tipo de justificación, sin mediar siquiera relaciones diplomáticas con esa república, Estados Unidos, después de situar sus barcos de guerra frente a la capital dominicana, declararon, con su habitual insolencia, que si el gobierno de Balaguer solicitaba ayuda militar, desembarcarían sus tropas en Santo Domingo contra la insurgencia del pueblo dominicano.
"Que el poder de Balaguer fuera absolutamente espúreo, que cada pueblo soberano de América deba tener derecho a resolver sus problemas internos sin intervención extranjera, que existan normas internacionales y una opinión mundial, que incluso existiera una OEA, no contaba para nada en las consideraciones de Estados Unidos. Lo que sí contaban eran sus designios de impedir la revolución dominicana, la reimplantación de los odiosos desembarcos de su infantería de marina, sin más base ni requisito para fundamentar ese nuevo concepto filibustero del derecho, que la simple solicitud de un gobernante tiránico, ilegítimo y en crisis.
"Lo que esto significa no debe escapar a los pueblos. En América Latina hay sobrados gobernantes de ese tipo, dispuestos a utilizar las tropas yankis contra sus respectivos pueblos cuando se vean en crisis.
"Esta política declarada del imperialismo norteamericano de enviar soldados a combatir el movimiento revolucionario en cualquier país de América Latina, es decir, a matar obreros, estudiantes, campesinos, a hombres y mujeres latinoamericanos, no tiene otro objetivo que el de seguir manteniendo sus intereses monopolistas y los privilegios de la oligarquía traidora que los apoya."
Hace tres años, en la Declaración de La Habana se explicaba cuál era la política de Estados Unidos. En cada una de nuestras denuncias sobre los acuerdos de la OEA, en cada una de nuestras denuncias en la ONU, hemos venido explicando esto mismo. Y los hechos, los hechos, como siempre, se han ido encargando de darle la razón a nuestra Revolución, de darle la razón a los documentos de nuestra Revolución y a los puntos de vista de nuestra Revolución.
Porque eso mismo, de una manera increíblemente cínica, es lo que han hecho en Santo Domingo. Y todos estos actos mezclados con la mentira, con el engaño, con la doblez; la misma cosa que cuando los aviones con insignias cubanas.
¿Qué es lo que ha complicado la situación de Estados Unidos en Santo Domingo? La decisión del pueblo, la determinación del pueblo, el hecho de que el pueblo no se asustara con los desembarcos. Y los imperialistas se vieron en una situación, ante la decisión del pueblo, de tener que llevar a cabo una masacre y temían. Si el pueblo no hubiese tenido firmeza, entonces, sin consideraciones de ninguna clase habrían obligado a rendirse a los constitucionalistas y a entregar las armas. Se mantuvieron firmes, y con esa firmeza han ganado tiempo. Se mantuvieron firmes y con esa firmeza las mentiras y los falsos pretextos, y los argumentos empleados por el imperialismo han ido desmoronándose. Y así, mientras en la OEA no acababan de saber qué hacer, mientras no surgía ninguna solución, los constitucionalistas, a través de la estación de radio, llamaban al pueblo, explicaban al pueblo su causa.
¿Qué ocurrió? ¿A qué procedimiento acudieron los imperialistas? Había una estación de radio en el aire. ¿Qué hacer? Ellos estaban en la base de San Isidro. La base de San Isidro la habían ocupado totalmente, pero allí estaban los aviones de Wessin, entonces les dieron instrucciones a los aviones de Wessin de elevarse y bombardear la estación de radio. Y mientras los aviones de Wessin bombardeaban la estación de radio —y aquellos aviones no podían despegar de la base de San Isidro sin la participación de los norteamericanos—, en la OEA el Embajador norteamericano protestaba de ese bombardeo, decía que era un bombardeo... que era una violación de la tregua. Es decir que mientras por un lado mandaban a bombardear la estación, en la OEA protestaban.
Claro está que el embajador de un gobierno latinoamericano que acababa de ir a Santo Domingo, el Embajador chileno, y había visto las cosas, declaró allí en la OEA que aquellos aviones no podían despegar sin el consentimiento de los norteamericanos. Y que ese cuento de que había sido una acción por "la libre" de Wessin era mentira, y que Estados Unidos era responsable de ese bombardeo.
Naturalmente que la posición internacional de Estados Unidos se hacía cada vez más débil con estos hechos, pero seguía sin resolverse el problema, seguían firmes los rebeldes. ¿Y qué han hecho ahora? Ellos, cuando intervinieron, hicieron un corredor, dividieron en dos partes a las fuerzas constitucionalistas, una parte quedó dentro del cerco del corredor norteamericano, y otra parte quedó fuera. Ahora le han dado instrucciones a las fuerzas proimperialistas de atacar al grupo de constitucionalistas que están fuera del cerco. Y hace más de 48 horas que están allí defendiéndose heroicamente, separados, es decir, agarrados entre el ataque de los reaccionarios y el cordón norteamericano que los separa de sus compañeros.
Naturalmente que los norteamericanos siguen con los mismos dobleces, y dicen que han roto la tregua y tratan de presentar ese hecho como una acción independiente de su voluntad.
En realidad, cuando los imperialistas intervienen, el pueblo había aplastado allí a sus enemigos, estaban en plena derrota, tan en plena derrota que pidieron la intervención yanki.
Estados Unidos ha atado las manos de los revolucionarios, los ha cercado, y mientras ata las manos, lanza a las fuerzas reaccionarias a atacar a los rebeldes, primero, en el reducto que está separado del grueso de sus fuerzas, es decir, como un medio de ir presionando.
Había otro cable aquí, esta vez de la France Press, que explica la participación de Estados Unidos en esa ofensiva. Porque allí yo subrayé lo que explica, trata de dar una visión de todo lo que ocurre, habla de las víctimas, del número de muertos, de aquella situación, y dice: "Camiones con la estrella blanca del ejército norteamericano marchan hacia la zona de los combates, repletos de soldados imbertistas —es decir, los soldados de la junta reaccionaria. Otros imbertistas que llegan de la zona de los combates se arraciman para protegerse de las balas detrás de un carro blindado norteamericano."
Es decir que después de salvarla de la ira del pueblo, ha reorganizado aquella fuerza, le ha dado transporte, y está lanzando esas fuerzas contra los constitucionalistas. Naturalmente que la situación de Estados Unidos es cada vez más débil; hacen todo eso para presionar al máximo y obtener el máximo de concesiones. Ahora mientras están atacando a los constitucionalistas presentan una nueva fórmula, un gobierno presidido por un señor que era ministro de Boch, dicen que es un millonario. Entonces ahora se encuentran con que dicen que Imbert —los de la junta que ellos protegen y que están allí dentro de su zona— se opone.
Este es un cable de la AP, dice: "Imbert calificó a Guzmán de un títere de Boch; dijo que recordaba a los enviados de Estados Unidos que el objetivo primario norteamericano era prevenir que la República Dominicana caiga bajo el dominio comunista. Pero los voceros estadounidenses han comenzado a retractarse de la afirmación original de Washington de que los comunistas dominaban el movimiento rebelde."
Ahora, después que fueron periodistas, después que fueron distintas gentes allí, que han podido comprobar la verdad, tienen que empezar a buscar una explicación. Y un tal Harriman, un descarado más de estos imperialistas, que anda por el mundo tratando de explicar las cosas, decía lo siguiente: "Que los 'aguerridos' comunistas que había allí estaban ya saliendo de la isla para ir a crear problemas en otras partes, y desapareciendo." ¿Quién puede creer que de aquel lugar cercado por un cordón, con la flota yanki detrás, en 20 manzanas de casas, puede estar saliendo nadie?
Pero, ¿qué ocurre? Que los periodistas y todo el mundo han demostrado la falsedad de todos los argumentos empleados por Estados Unidos, entonces ahora empiezan a decir que se esfumaron.
El hecho es que la resistencia del pueblo le ha creado un problema serio a los imperialistas. Quieren resolver el problema, aparentemente están dispuestos a hacer algunas concesiones, pero el mínimo. Nosotros estamos seguros de que en la medida en que los constitucionalistas se mantengan firmes ganarán la pelea, porque la situación de Estados Unidos es cada vez es más débil, más crítica, más falsa, más ridícula en la opinión mundial.
Ahora la OEA se encuentra con que allí también está la ONU —la ONU no es ninguna santa, la ONU todo el mundo sabe la responsabilidad que tuvo en los problemas del Congo, todo el mundo sabe que a Lumumba lo asesinaron en el Congo estando allí la ONU—, la ONU no es ninguna santa, pero en la ONU participan distintos puntos de vista, participan distintos gobiernos; la ONU es una tribuna donde el gobierno revolucionario de Cuba, por ejemplo, siempre esta allí frente a frente diciéndole todas las verdades a los imperialistas; la ONU no es un instrumento tan fácil de manejar, aunque ha sido manejado en muchas ocasiones por los imperialistas, como la OEA, a ellos les resulta más fácil manejar la OEA que manejar a la ONU.
Se ha creado un nuevo problema para ellos: la presencia de la ONU allí. Nosotros conocemos bien la ONU, ahora mandó U Thant un representante de la ONU y una delegación, esas no son nunca gentes de mucha confianza, pero como quiera que sea, ese tipo de testigo no le conviene a los imperialistas. La situación de los imperialistas se ha debilitado, por eso tienen que estar acudiendo a esos trucos, al bombardeo de la estación de radio. ¿Por qué? Porque la estación de radio diciendo la verdad al pueblo iba debilitando cada vez más las fuerzas reaccionarias, iba fortaleciendo cada vez más a las fuerzas constitucionalistas. Bombardearon la estación; ahora las están atacando.
Un corresponsal de la France Press da testimonio que las tropas que atacan se trasladan en camiones yankis, y se protegen detrás de los blindados yankis; un periodista que, sencillamente, no es americano, y que dice lo que está viendo allí. Y entonces la situación de Estados Unidos es cada vez más débil. En la OEA están divididos; algunos gobiernos se resisten a seguir haciendo el papel miserable, ridículo y ruin que están haciendo allí, el desprestigio de la OEA es total, la situación de todos los gobiernos aliados de Estados Unidos es difícil, delicada, y por lo tanto, en la misma medida en que los constitucionalistas sean capaces de mantenerse firmes, su causa saldrá airosa. Porque ya empiezan los imperialistas a hacer concesiones: primero era Wessin, después pusieron una Junta Militar con Imbert, ahora proponen a un tal Guzmán, que era ministro de Boch; pero están en el camino de las concesiones porque su situación es desastrosa, su situación política y su situación moral, consecuencia de la firmeza y de la resistencia del pueblo. Lo que demuestra una vez más aquello de que cuando al imperialismo se le enfrenta decididamente, los imperialistas vacilan; que cuando se encuentran firmeza, los imperialistas se detienen.
Entre los papeles que yo tenía por aquí hay uno que vale la pena ver, hay un cable aquí, también escrito por la AP, otra de las agencias yankis, en que explica cómo se comportan los soldados yankis allí en Santo Domingo, y es indignante leer este cable, es indignante.
Explica aquí: "Desde lo alto de un silo de ocho pisos, un paracaidista norteamericano atisba con un telémetro, tratando de localizar un camión amarillo a lo largo de los muelles.
"Su misión es dirigir las letales granadas de los artilleros de la división de paracaidistas contra los rebeldes. El blanco esta mañana es una ametralladora montada en la parte trasera del vehículo.
"Una unidad de los certeros artilleros se ha instalado en lo alto del silo sobre las márgenes del río Ozama. Del otro lado del río, la zona rebelde se extiende a manera de blanco para las ametralladoras, bazukas, lanzagranadas y cañones de 106 milímetros de las tropas de Estados Unidos.
"Por dos semanas han estado disparando contra la ciudad..." —dice este corresponsal de la AP. Dice: "Por dos semanas han estado disparando contra la ciudad, despachándose francotiradores y destruyendo puestos de artillería. Los dominicanos han huido de la zona portuaria aterrorizados.
"El sargento Robert Orem, de 35 años, de Hutchison, Kansas, finalmente localiza el camión amarillo. Está estacionado en una calle estrecha, parcialmente oculto por uno de los deteriorados edificios del sector.
"El tirador es Robert Hooker, de 19 años, de Baltimore, Maryland. Hace a un lado una carta que escribe a su madre y se aposta tras unos sacos de harina para avizorar su objetivo. Un trozo de acero corrugado ha sido quitado de la pared del silo y Hooker puede ver claramente la ciudad a sus pies. Para su tarea usa un fusil M-16.
"Dispara con tal velocidad que si una bala alcanza un dedo arranca todo el brazo —se jacta un soldado.
"Hooker espera que su objetivo se mueva, para brindarle un buen blanco. Pero suena el teléfono. Llega orden del puesto de comando de que no debe dispararse contra el camión a menos que se dispare primero desde este.
"Pero, ‘¿qué pasa? ¿Es que estamos en un cese al fuego o algo así?', pregunta otro soldado. Se refiere sarcásticamente al cese del fuego convenido hace dos semanas y que la Organización de Estados Americanos no ha conseguido poner en vigencia.
"Orem dice que a veces se deja en libertad a los artilleros de ejercitar su puntería sobre cualquier insurgente armado. Otros días, señala, la orden es de disparar solo cuando somos atacados."
Es decir que unos días los dejan en libertad de practicar la puntería los artilleros, y otros días les dicen que no tiren si no les tiran.
"Hooker vuelve a su carta. .
"El mortal fuego de los tiradores ha dejado grandes boquetes en media docena de edificios a lo largo de los muelles. Esta semana lanzaron una granada de 106 milímetros contra el frente de un depósito de aduana.
"Por tres días habían sido vistos rebeldes, entrando y saliendo del lugar. El depósito ardió hasta los cimientos así como otros dos junto al mismo.
"Los artilleros de la tercera brigada de la 82 División están orgullosos de su puntería y de su reputación. Los insurgentes han denunciado que han muerto 27 dominicanos.
"Los rebeldes llevan la cuenta por nosotros —comenta irónicamente el sargento Henry Wiggins, de 26 años, de Indianola, Mississippi. Su colega Douglas Lucas, de 21 años, de Whitesburg, Kentucky, tiene la marca máxima: 'Que yo sepa, he dado muerte a ocho dominicanos. Supongo que será que tiro más que mis compañeros'."
Y estos no son periodistas enemigos de los imperialistas, no, es un periodista de la AP reportando desde allí la conversación de los soldados, celebrando, porque para los yankis esto de tener ocho dominicanos asesinados es una gracia; que los de la brigada de artillería estén orgullosos de su puntería asesinando dominicanos, es una gracia.
Y esto revela lo que son los imperialistas, la mentalidad de los imperialistas, la forma en que han educado a esos esbirros miserables, la forma en que incluso elogian sus crímenes. Y a nadie le quepa dudas que cualquier día hacen una película en Hollywood hablando del "heroísmo" de ese que mató a ocho dominicanos, del "heroísmo" y de la puntería de los artilleros de la brigada de paracaidistas, igual que hacían películas sobre Tarzán y los hombres blancos, siempre luchando en Africa, luchando contra las tribus, venciendo; ellos eran los buenos, los nobles, los otros eran los salvajes.
En esa mentalidad educaron al pueblo, y por eso digo que nada tiene de extraño que después hagan héroes de novelas y de películas a estos criminales, que están allí como quien está de cacería, con armas superiores cazando a seres humanos, jactándose de ello. Estos son los imperialistas, estos son los soldados del imperialismo y esto es lo que nos indica a nosotros quiénes son nuestros enemigos y cómo hay que tratar a nuestros enemigos, ¡y cómo los vamos a tratar si un día ponen un pie sobre nuestra tierra!
Este tipo de mercenarios, este tipo de criminales Y estos hechos que no son invenciones, que no son publicaciones hechas por periódicos revolucionarios y que demuestran todo el cinismo, toda la entraña hedionda, podrida, reaccionaria e inhumana de los imperialistas. Estos hechos enseñan más que ningún libro, más que ningún manual, más que ninguna teoría; estos hechos nos enseñan a ser revolucionarios, estos hechos nos enseñan a conocer a nuestros enemigos, estos hechos nos demuestran la justeza de nuestra causa, la razón de nuestra causa, la hermosura y la belleza de nuestra causa, la justicia, la dignidad, la moral que entraña nuestra causa revolucionaria. La causa de los pueblos que quieren liberarse de los criminales —como nos liberamos nosotros—, de los explotadores —como nos hemos liberado nosotros—, luchando duro.
Quienes estuvieron en las montañas recuerdan este tipo de esbirro, recuerdan las matanzas, recuerdan aquella matanza del Oro de Guisa: en una sola tarde 46 campesinos asesinados.
Y luego un parte de guerra: 46 rebeldes muertos en combate. Y las matanzas en Peladero, y las matanzas en Ojo de Agua, y las matanzas en todas aquellas regiones de aquellos criminales que defendían los intereses de los imperialistas, los intereses de la United Fruit Company, a los terratenientes, a los explotadores, a los esquilmadores de nuestro pueblo.
De ellos nos liberamos luchando, frente a ellos hemos mantenido nuestra libertad combatiendo, por ellos nos vemos en la necesidad de tener unas fuerzas armadas grandes, de hacer un sacrificio grande empleando incontables contingentes de hombres jóvenes, capaces, trabajadores que en cualquier lugar de la producción serían vanguardia, que al frente de la producción estarían creando riquezas con sus manos o con su dirección, y tenemos que tener incontables cuadros, incontables hombres en nuestras fuerzas armadas, invertir recursos económicos, porque la libertad cuesta, la independencia cuesta, y tal cuesta que por ella lucharon un siglo nuestros antepasados; tal cuesta que desde que Carlos Manuel de Céspedes se alzó allá en La Demajagua en 1868, hasta que Maceo cayó en Punta Brava, llevaban casi 30 años luchando y no habían conquistado su independencia, y cuando la conquistaron vinieron los gringos y se la quitaron, y durante 50 años tuvimos aquí al embajador norteamericano dando órdenes; tal cuesta, que ha costado no solo ríos de sangre, ha costado un siglo. Aquellas guerras de independencia trajeron la destrucción de nuestros campos, trajeron la destrucción de nuestras riquezas, pérdidas de cientos de miles de vidas. Y no se había logrado la libertad, no se había logrado la independencia; éramos como cualquiera de esos países que vota en la OEA.
Si no hubiera habido una revolución, allí habrían estado los llamados representantes de Cuba apoyando la intervención; allí habrían estado los esbirros que aquí asesinaban campesinos, estudiantes y obreros, desembarcando también para matar dominicanos. Pero Cuba no está ahí, para honra y para gloria de Cuba, porque hubo una Revolución, porque nos hicimos independientes, y ya no somos como esos países que intervienen también por órdenes del imperialismo, o son intervenidos cuando el imperialismo quiere. ¡Ni intervenimos, porque estamos al lado de los pueblos, estamos al lado de los explotados, estamos al lado de los humildes, de los pobres, de los que luchan! ¡Y, además, no nos pueden intervenir, mas no porque nos proteja una carta de la OEA, sino porque nos protegen nuestros cañones, nos protegen nuestros fusiles, nos protegen nuestras armas! (APLAUSOS.)
Es decir que nos hemos ganado ese derecho, y ese derecho cuesta trabajo, cuesta sacrificios, cuesta recursos, porque ese es el precio de la libertad, ese es el precio de la independencia, ese es el precio de la Revolución.
Sentimos la satisfacción de haber concluido la obra que empezaron nuestros antepasados, y la seguridad de que la llevaremos adelante sin que nada pueda impedirlo. Sentimos la satisfacción de que aun con esos sacrificios progresamos; sentimos la satisfacción de que aun bajo el bloqueo, de que aun cuando tenemos necesidad de tener tantos hombres sobre las armas, de que aun cuando no hay desempleo, ya produciremos este año 6 millones de toneladas de azúcar (APLAUSOS).
Sentimos la satisfacción de que la Revolución avanza en organización; sentimos la satisfacción de que cientos de miles de obreros ya estudian para alcanzar el sexto grado; sentimos la satisfacción de que no hay un solo niño sin escuela, de que no hay un solo enfermo sin médico; sentimos la satisfacción de cómo en medio de las luchas y de las batallas ganamos terreno y avanzamos.
Nos recordamos en aquellos días de Girón, que precisamente se estaba llevando a cabo la lucha por la alfabetización, la gran campaña de la alfabetización, y la batalla de Girón se libró sin suspender aquella campaña, sin dejar de seguir haciendo el trabajo creador. Porque así tiene que marchar la Revolución: luchando y avanzando, defendiéndose y haciendo los sacrificios que sean necesarios para ello, pero progresando, creando. Estos tiempos nos toca esto: ¡Luchar, estudiar, trabajar! ¿Cuánto tiempo será? No lo sabemos. Pero mientras haya imperialismo —y habrá imperialismo mientras haya pueblos oprimidos por el imperialismo— habrán amenazas, y tendremos necesidad de estar preparados; durará muchos años, debemos comprenderlo, pero no importa: sabemos que nuestro camino es justo, que nuestro paso es firme, que nuestra victoria es segura, como segura será la victoria de los pueblos. ¡De los pueblos será la victoria! ¡De los imperialistas, años más o años menos, será la derrota!
¡De los pueblos explotados hoy en América, en Asia y en Africa, será la victoria! ¡De los imperialistas y de los colonialistas, años más o años menos, será la derrota!
Por eso no nos duelen estos sacrificios. A nosotros menos que a nadie. Los que nos precedieron lo hicieron, y no vieron la victoria. Nosotros hemos visto la victoria y seguiremos viendo la victoria, y nunca jamás la derrota, porque siempre la muerte antes que la derrota. Para el revolucionario no hay derrota; para el hombre que se ha liberado y el pueblo que se ha liberado, no hay derrota posible. Pueden los hombres morir en el combate, puede una parte del pueblo morir en el combate, mas los pueblos que están dispuestos a morir por lo suyo nunca conocerán la derrota. Y nosotros estamos dispuestos a eso, hemos aprendido eso. ¡Y eso lo aprenderán otros pueblos! y el miedo será cada vez mayor de los imperialistas, y la desesperación será cada vez mayor de los imperialistas, y no porque Cuba conspire, porque Cuba lo que da es el ejemplo, el ejemplo de no tenerle miedo a los imperialistas —que ya aprenden otros pueblos—, el ejemplo de que es posible alcanzar la libertad luchando, sino porque es ley de la historia que los pueblos vencerán y atrás irán quedando estas páginas bochornosas y oscuras, estas páginas sangrientas e inenarrables, y los culpables recibirán el castigo de su derrota.
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)