Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto de inicio del curso escolar 1978-1979, efectuado en el Instituto Politécnico de la Salud de la provincia de Camagüey, el 4 de septiembre de 1978
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Queridos compañeros:
Como todos los años, la inauguración del curso escolar constituye un acontecimiento muy importante para todas las familias y para todo el pueblo.
Se ha establecido la costumbre de inaugurar el curso en alguna obra educacional nueva, y en representación de todas las escuelas que se inauguran este día.
Para el comienzo del nuevo curso escolar contamos con 140 nuevas instalaciones, de un plan de 151; tengo entendido que algunas no están terminadas, pero se terminarán en las próximas semanas.
Un esfuerzo como este, muy grande, se viene realizando en los últimos años. Así, desde 1970 se han construido más de 1 000 nuevas instalaciones escolares, entre 1 200 y 1 300 nuevas instalaciones. Con ello ha sido posible, y muy apretadamente, dar respuesta a la demanda creciente de instalaciones escolares en estos años. Todavía nos quedan algunos años duros en este terreno, pero se han ido acumulando cientos y miles de instalaciones; y no se trata de instalaciones sencillas, sino que son lo que podemos llamar grandes instalaciones escolares.
Por esa vía, hemos ido creciendo en el número de estudiantes de nivel medio. Y por eso, en este año se da ya la circunstancia especial de que comenzamos el curso con más de un millón de estudiantes de nivel medio, más de un millón; son alrededor de 1 040 000 estudiantes.
Hay por ahí muchas cifras, pero yo no los quiero abrumar a ustedes con cifras; muchas de ellas han aparecido en los periódicos, en la televisión, por distintos medios de divulgación. Solo, por eso, nos limitaremos en algunos casos a mencionar algunas cifras.
En el año 1970 teníamos 238 000 estudiantes en nivel medio. Antes de la Revolución había 88 000.
Al principio no crecía rápido el nivel medio, puesto que fue necesario comenzar por la alfabetización y continuar con la escuela primaria, y por eso en los primeros años las cifras grandes se referían fundamentalmente a las escuelas primarias. En los últimos años todo el esfuerzo anterior comenzó a dar sus frutos y a crecer el ingreso en la enseñanza media, y por eso entre 1970 y 1978 ha crecido tanto la enseñanza media, hasta alcanzar la cifra exacta de 1 043 000. Nos parece que constituye un acontecimiento verdaderamente histórico, el hecho de que en este curso alcancemos ya la cifra de más de un millón de estudiantes en el nivel medio.
Y dentro de los niveles medios, naturalmente ahora el porcentaje más alto lo tiene la secundaria básica; pero en los años futuros irá creciendo el número de los estudiantes en los tecnológicos y en los preuniversitarios.
Baste señalar, por ejemplo, el número de graduados de 9no grado. Este año se graduaron de 9no grado 116 000. Sigue creciendo, y en los próximos dos años alcanzaremos la cifra de 200 000 graduados de 9no grado.
Yo no sé cuantos se graduaban de 6to grado antes de la Revolución, no estoy muy seguro; pero creo que los graduados en aquella época no llegaban a 30 000 por año. Este año se han graduado de 6to grado 282 000. Son cifras realmente impresionantes.
El número total de estudiantes en el país equivale casi al 40% de la población; es decir, alrededor del 40% de la población del país está estudiando sistemáticamente. Esa cifra sí creo que la tengo por acá —3 700 000 personas que están estudiando en Cuba. Me parece que pocos países en el mundo tienen un porcentaje tan alto de su población estudiando.
Por otro lado, el número de estudiantes de la escuela primaria comienza a disminuir. No es que vayamos mal, sino es que vamos mejor. Muchos estudiantes han ido pasando al nivel medio y, por otro lado, el porcentaje de nacimientos en los últimos años también ha ido disminuyendo, lo cual es bueno.
Llegamos a tener en cierto momento 1 922 000 niños entre el preescolar y la primaria. Este año tenemos 1 780 000. Y si desean saber cuántos tendremos en 1985, la proyección es de 1 270 000 para ese año. Y estos datos tienen mucha importancia; después puedo hablar de eso.
En Camagüey, como ustedes han podido apreciar, en los últimos años se han hecho un gran número de centros escolares. Pero, para dar una idea de cómo se ha desarrollado la educación en nuestro país, baste señalar lo siguiente. Que, por ejemplo, entre Camagüey y Ciego de Avila en el pasado curso teníamos 35 centros tecnológicos, con una matrícula de 15 196 en las dos provincias. Este total de alumnos estudiando en los centros tecnológicos, es aproximadamente igual al total de alumnos en los centros tecnológicos que había en todo el país antes de la Revolucióno
Otro ejemplo es la comparación con el número de jóvenes que tenemos estudiando en Camagüey y Ciego de Avila en la formación de personal pedagógico. En todo el país, en 1958, estudiaban 9 023 jóvenes en la formación de personal pedagógico; y en el pasado curso en las dos provincias, solo en estas dos provincias, estudiaban 12 863. Casi 4 000 más, solo en estas dos provincias, de los que estudiaban antes en todo el país. ¿Ustedes van entendiendo?
En cuanto a maestros graduados y profesores este año, recientemente hablamos de esto, dos veces: cuando se graduó el segundo contingente del Destacamento Pedagógico, y el 26 de Julio en Santiago de Cuba, yo di una cifra incorrecta; cometí una pequeña equivocación, no en exceso sino en defecto. Dije que se habían graduado, entre profesores y maestros, algunos a través de las escuelas de formación pedagógica, es decir, estudiantes, y otros trabajadores de la docencia que continuaron sus estudios. Yo dije que se habían graduado 18 000. En realidad, hemos revisado bien las cifras y se graduaron, recibieron sus títulos como maestros primarios, o como profesores de secundaria, de preuniversitario y otras enseñanzas 28 000 personas; es decir, 10 000 más que la cifra que yo había mencionado. Fueron 8 775 estudiantes, y 19 313 trabajadores de la educación. Total: 28 088, recibieron sus títulos como maestros o profesores. Es también una cifra impresionante.
Ustedes recordarán que hace unos seis o siete años, el 70% de los maestros primarios no tenían títulos todavía. Para 1980, el ciento por ciento de los maestros primarios tendrán títulos.
Pero no es solo esto; los programas son todavía más ambiciosos en lo que se refiere a la calidad. Hasta hace unos años, para el ingreso en las escuelas de maestros primarios hacía falta el 6to grado; ya hace algún tiempo, para ingresar en las escuelas de maestros primarios hace falta el 9no grado. También para ingresar en el Destacamento Pedagógico se exigía 10mo grado; ahora, para ingresar en el Destacamento Pedagógico se requiere el título de bachiller. Un gran número, casi podemos decir el ciento por ciento de los graduados del Destacamento Pedagógico se han matriculado en las universidades, para hacer dos años más de estudio y obtener el título de Licenciados en Educación.
También, para continuar elevando la calidad de la educación, se está pensando en un plan de perfeccionamiento para los maestros primarios ya titulados que ingresaron con un 6to grado en las Escuelas Formadoras de Maestros. El propósito es darles una preparación equivalente a los que ingresan en la actualidad con 9no grado. Ya muchos maestros han comenzado a hacer el curso preparatorio para la licenciatura en educación primaria; es decir, miles y miles de maestros están haciendo el curso preparatorio para ingresar en la universidad y obtener la licenciatura en educación primaria.
Del mismo modo, se piensa que todos los profesores de la educación media deben tener una preparación universitaria completa, lo que se ha dado en llamar Pedagógico Superior.
Así, una cantidad de estos profesores tendrán la oportunidad de obtener después grados científicos.
Vean cómo vamos avanzando; desde el analfabetismo o desde la alfabetización, hasta ahora; desde los días aquellos en que no teníamos maestros, en que ingresaban cientos de miles de niños, de nuevos alumnos en las escuelas primarias y había que buscar estudiantes de bachillerato, personas de cierto nivel a través de las organizaciones de masas para que se hicieran maestros, darles un cursillo e improvisarlos como maestros, a esta situación actual en que ya estamos próximos al momento en que el ciento por ciento de los maestros de primaria sean titulados; a esta situación en que graduamos 28 000 maestros y profesores en un solo curso; a esta situación en que tenemos ya a miles de maestros estudiando, preparándose para obtener la licenciatura en la universidad.
Esto significa que la calidad de nuestro personal docente mejora por año. Y en el futuro, cuando se hable de educación, ya las cifras no nos dirán nada. Ya en primaria incluso empieza a reducirse el número de alumnos. Seguirá aumentando en secundaria en los años futuros, es decir, en nivel medio; pero llegará un momento también en que eso alcance su límite. Llegará el momento en que prácticamente todos los jóvenes entre las edades de primaria y de nivel medio estarán estudiando.
Entonces, lo más importante para nosotros ha empezado a ser ya, desde hace algunos años, la calidad de la enseñanza. Pero la calidad de la enseñanza va a depender fundamentalmente de la preparación del personal docente. En cuanto a instalaciones, crecen por año y seguirán creciendo.
Ahora, vean la ventaja. Al principio teníamos casi 2 millones de alumnos en primaria y no teníamos maestros. Fue necesario improvisar el maestro. En el futuro tendremos cada vez más maestros graduados y experimentados y menos alumnos de primaria. Si al mismo tiempo se están construyendo nuevas escuelas cada año tendremos mejor base material. Porque hubo momentos en que fue necesario improvisar la escuela en un bohío. Recuerdo que en los primeros años de la Revolución decíamos: "Si es necesario, que se dé clases debajo de un árbol, pero que no falte el maestro." Ahora ya no se da clases en ningún lugar bajo un árbol. Las escuelas primarias no todas tienen la base material adecuada, pero todos los años tenemos más escuelas primarias, más maestros, maestros más capacitados y menos alumnos de primaria. Las posibilidades de mejorar la calidad son muchas. Llegará el día en que tengamos miles y miles de licenciados en Educación Primaria enseñando en la escuela primaria. Todo esto acompañado con el plan de perfeccionamiento del sistema de educación de nuestro país que se viene llevando a cabo.
De modo que en materia de educación, algo tan fundamental para nuestra sociedad, hemos avanzado extraordinariamente en el orden cuantitativo, hemos avanzado extraordinariamente en el orden cualitativo; pero si bien el orden cuantitativo tiene sus límites en el número de alumnos, el mejoramiento cualitativo de la educación es un camino infinito. Además, las técnicas de educación se revolucionan. Esto significa que año por año, en el futuro, indefinidamente, debe mejorar la calidad de nuestra educación.
Aumentará el número de titulados, de personal bien capacitado; aumentará la experiencia; se mejorarán las técnicas. Y nuestro país podrá sentirse orgulloso de sus trabajadores docentes y de su educación. Cada año los niños y los jóvenes de nuestra patria tendrán una mejor base material y una mejor educación.
Nos parece esencial resaltar esto un día como hoy.
No mejora solo la educación primaria y media, mejora también la educación superior. Aumenta en cantidad y mejora en calidad.
En el pasado había unas poquitas universidades, unos pocos alumnos. Las universidades estaban cerradas —por cierto— al triunfo de la Revolución. Anteriormente habían alcanzado cifras de alrededor de 15 000 estudiantes en 24 carreras universitarias. Actualmente ya nuestra universidad, en este curso, cuenta con un número de 145 000 estudiantes, que estudian 162 especialidades. Y en los años futuros continuará desarrollándose fundamentalmente el plan de construcciones de instalaciones universitarias, para alcanzar en 1985 una cifra de alrededor de 300 000 estudiantes universitarios. Esas son las perspectivas. Habrá universidades prácticamente en todas las provincias, en las 14 provincias. No todas las facultades, por supuesto; pero habrá facultades universitarias en todas las provincias del país.
¿Marcha todo bien? Bueno, marcha bastante bien. Pero siempre hay algunas dificultades. Hay una que quiero destacar, y es lo siguiente. Hay poca vocación para el estudio de las Ciencias Básicas. Por ejemplo, en el Destacamento Pedagógico, entre los que ingresan son pocos relativamente los que quieren estudiar Matemática, Física y Química, ¡nada menos que Matemática, Física y Química! En la universidad, son pocos, muy pocos, los que quieren estudiar estas materias: Matemática, Física y Química. Hay carreras que sí tienen un gran atractivo. La de medicina siempre lo tuvo, la de agronomía hubo un tiempo en que no tenía esos atractivos. Sin embargo, hoy —y esto es muy bueno— muchos de los mejores expedientes solicitan estudiar Agronomía. Eso ya es un triunfo. Pero tenemos que preocuparnos por qué hacer para despertar en los jóvenes el interés por las carreras de Matemática, Física y Química. Lo repito y habrá que repetirlo muchas veces, porque qué puede hacer el país sin buenos profesores de Matemática, Física y Química. Todos los países lo necesitan, mucho más un país que lucha por su desarrollo como Cuba.
Será necesario inculcar la idea de la necesidad de que un mayor número de jóvenes, sobre todo maestros, se interesen por estas materias, porque son fundamentales en nuestro programa de educación. Y ese es uno de los puntos débiles que tenemos.
Ojalá llegue el día en que se despierte tanto interés por la Matemática, la Física y la Química como por la Agronomía. Es muy bueno, desde luego, que muchos jóvenes quieran estudiar agronomía; pero es muy malo que no haya muchos jóvenes —sobre todo los que van a ser profesores y maestros— que no se interesen por estos estudios. Ese es uno de los puntos débiles que nos interesa recalcar en el día de hoy.
En el pasado curso la cuestión de las promociones mejoró con relación al año anterior. Se destacó especialmente, y merece mencionarse, en el esfuerzo de promoción en los diversos niveles de educación sobre todo en el nivel medio, la provincia de Santiago de Cuba (APLAUSOS).
El Partido y los órganos de Poder Popular tienen en esto una tarea muy importante, muy importante; independientemente del esfuerzo del Ministerio de Educación, independientemente del esfuerzo del país en general.
Hace falta la atención del Partido y la atención de los Poderes Populares. Los Poderes Populares tienen hoy a su cargo la administración de todos los centros de enseñanza primaria y de todos los centros de enseñanza media. Y cuando el Partido y los Poderes Populares le prestan la debida y necesaria atención a la educación, los resultados son obvios.
En cierta época se enfatizaba la promoción; pero no basta la promoción. Hace falta la promoción con calidad, hace falta la promoción con exigencia de parte de los maestros y profesores. No se trata de ocupar un buen lugar nacionalmente descuidando el rigor de las pruebas. Es necesario que las pruebas sean rigurosas, y es necesario, sobre todo, la lucha intransigente e infatigable contra el fraude escolar (APLAUSOS). Y el fraude tiene distintas formas: hay el fraude abierto y hay el fraude sutil; y hay muchas formas de fraudes sutiles, desde establecer una prueba muy débil, muy fácil, hasta darle alguna indicación a los alumnos de cuáles pueden ser las materias más importantes para el examen.
Yo diría que aun más importante que la promoción o el número de los alumnos promovidos, es la calidad de la promoción (APLAUSOS).
Y en cuanto al fraude, es una lucha de todos: del Partido, de la Juventud Comunista, de las organizaciones de masas, de los maestros, y de los familiares. Porque hay familiares que no entienden todavía que si el niño sacó una buena nota mediante el fraude, eso es una cosa muy mala, y que en la sociedad del futuro ese niño no va a engañar a nadie, porque no por sacar la nota fraudulentamente en un examen se ha adquirido un conocimiento, y al contrario, eso hace un efecto tremendamente dañino en cualquier niño y en cualquier joven. ¿Y qué se puede esperar de un joven que copie en el examen o que haga fraude?
Esa conciencia sobre la negatividad del fraude debe tenerla todo el pueblo, y todos tenemos que luchar por eso. No estamos en el capitalismo, en el capitalismo el fraude era la moda. Pero no puede dedicar un pueblo tantas energías, tantos recursos y tantos esfuerzos a la educación con fines tan nobles, para que nuestra sociedad socialista tolere el fraude académico.
Debe ser una lucha de todos los estudiantes y, desde luego, muy especialmente, de la Unión de Jóvenes Comunistas. No se puede concebir un joven comunista cometiendo fraude académico; pero no se puede concebir un solo estudiantes —aun cuando no sea de la Juventud Comunista— cometiendo un fraude académico. Porque no todos los jóvenes pertenecen a nuestra organización de vanguardia, pero partimos del concepto de que todos nuestros jóvenes viven en una sociedad revolucionaria y deben ser revolucionarios (APLAUSOS). Partimos del concepto de que toda nuestra juventud, de que nuestras masas juveniles, nuestras masas estudiantiles son revolucionarias. Eso implica el deber colectivo, y a la vez individual, de combatir el fraude. ¿Cómo nosotros vamos a permitir que se introduzca en el seno de nuestra juventud el concepto burgués de la complicidad o del silencio frente a algo mal hecho? Y así, cuando en algún colectivo de estudiantes o entre algunos estudiantes persiste la idea de que si un estudiante ve un fraude y no se queda callado, si un estudiante ve un fraude, lo combate y lo informa ese estudiante es un traidor a sus compañeros. Y es precisamente al revés, lo opuesto: aquel que ve cometer un fraude y no lo combate enérgica y revolucionariamente, comete una traición a sus compañeros (APLAUSOS), una verdadera traición a sus compañeros, a su escuela y a la educación del país; comete una traición a sus principios. Porque no queremos formar solo sabios, aparte de que nunca los fraudulentos serán sabios; no queremos formar falsos sabios. Y, sobre todo, queremos formar hombres puros y limpios, hombres leales y honestos, hombres de principios.
Ya el año pasado, frente a casos que se presentaron se tomaron medidas enérgicas. Se descubrieron casos como el de algún trabajador de la imprenta donde se imprimían los exámenes, que tenia un hijo estudiando en alguna escuela y se llevaba la copia del examen. Y se dio el caso de alguna escuela donde en determinada materia todo el mundo sacó en la prueba el máximo, habiendo recibido previamente la copia del examen.
¿Cómo puede pasar eso en un curso? ¿Cómo puede pasar eso en una escuela? Si hay combatividad, si hay vigilancia, si la Juventud Comunista está atenta, ¿cómo puede pasar eso? A no ser que haya todavía viejos conceptos prevaleciendo en la mente de muchas personas. ¿Qué es eso de que un trabajador, que tiene la confianza de estar imprimiendo una prueba, se lleve una copia de la prueba? Y esa es otra de las manifestaciones en el rico anecdotario de las formas de fraude.
Siempre es necesario estar enfatizando algo. En otras ocasiones, hemos enfatizado la cuestión de la educación formal; y siempre hay que enfatizarla, ¡siempre! Este año debemos enfatizar el deber moral de todos los estudiantes, y especialmente de los estudiantes comunistas, de luchar enérgica y resueltamente contra toda manifestación de fraude; porque así, sin ello, no sería pura nuestra educación, no sería legítima, no sería honesta. Y, a decir verdad, cuando digo enfatizar no se trata de que haya un fraude generalizado, ni mucho menos; al contrario, debemos señalar que los fraudes son las excepciones.
Mas, sin embargo, tenemos que combatir duramente esas excepciones, porque demuestran que todavía subsisten viejas ideas, que chocan con los principios morales de la Revolución.
Educación formal y lucha contra el fraude, deben acompañar indefinidamente el desarrollo cualitativo de nuestra educación. Lo más limpio, lo más puro, lo más honesto debe ser el estudiante, porque ellos serán los trabajadores de mañana; ellos son llamados a desarrollar, hasta su máxima perfección, la sociedad socialista y avanzar resueltamente por los caminos del comunismo. Y donde hay fraude, hay engaño; donde hay fraude, hay daño al país, hay daño al pueblo, hay daño a la Revolución, hay daño a la patria.
Imagínense, para citar un ejemplo, a un estudiante de medicina que cometa fraudes; o cualquiera de ustedes, estudiantes de este Instituto Politécnico de la Salud que cometa fraudes y después tenga que ver con la atención de los ciudadanos en un hospital. Desde luego, es casi seguro que aquel que empieza copiando en el primer año, o en el segundo, no llega al último año, es casi seguro. Pero un médico en una asignatura importante, o en cualquier asignatura, que haya cometido un fraude y que no la conozca, y que después tenga en sus manos la vida de un niño, la vida de una madre, la vida de un adulto, la vida de un anciano, ese es el momento en que necesita aquello que dejó de estudiar.
Pero esto, que se entiende quizás con más claridad cuando se habla de algo tan sagrado como la salud humana, se puede extender a cualquier otra actividad. Imagínense un técnico de una industria importante que no esté preparado, que haya adquirido el título a base de fraudes; imagínense el ingeniero que lo adquiera a base de fraudes. O en cualquier actividad, porque todo el mundo tiene importantes responsabilidades; porque el que conduce un tren, o conduce un ómnibus, o trabaja en un hospital, en muchas actividades tiene que ver con la seguridad y la vida de los demás; o si es profesor de una escuela, que tiene que ver con algo tan sagrado también como es la educación de las nuevas generaciones.
Por eso, hay que ver en toda su profundidad lo que significa en cualquier joven las consecuencias de una actitud fraudulenta. Nosotros estamos seguros de que nuestros jóvenes comunistas, nuestros trabajadores docentes y nuestros estudiantes, comprenden eso perfectamente bien.
Hemos querido inaugurar el curso escolar precisamente en una escuela de este tipo. Otras veces se han inaugurado escuelas vocacionales, o escuelas secundarias, o escuelas deportivas; pero nos interesaba mucho este año que el curso se iniciara en un centro docente del frente de la salud, porque también hay que enfatizar la importancia de las actividades de la salud y la importancia de la formación de los médicos y los técnicos de la salud.
Grandes esfuerzos se hicieron en la formación de maestros y han dado sus frutos; grandes esfuerzos se hicieron en otros campos. Pero a decir verdad, aunque en la formación de técnicos de la salud se hicieron grandes esfuerzos en estos años de la Revolución, tal vez no se había divulgado suficientemente, no se trabajó suficientemente en la idea de inculcar en nuestra juventud la enorme importancia de esta actividad. El trabajo de los médicos, bueno, el de los médicos se comprende mejor; la carrera de medicina tiene muchos atractivos en la juventud. Pero, ¿qué ocurría? Se pensaba en el médico. Bueno, ¿y el trabajo de las enfermeras? ¿Y el trabajo de los técnicos de la salud? ¿Qué ocurría? Que no existía en nuestra juventud el mismo interés por los estudios de enfermería y de técnicos de la salud que existía en otras actividades. Abrase una escuela deportiva, y se llena enseguida. Pero nos interesa aun más, mucho más, que se llenen las escuelas de enfermería y las escuelas de técnicos de la salud. Pero no solo eso. Algo más y más importante: ¡que se llenen con los jóvenes de la mejor calidad! (APLAUSOS) Mucho, mucho, mucho nos interesa la calidad de los jóvenes que ingresen en estos centros docentes de la salud. Nos interesa la calidad de los que van para las escuelas de medicina y nos interesa mucho la calidad de los que van para las escuelas de enfermería y de técnicos de la salud. Y nos interesaría que los que aspiren fuesen muchos más que los que puedan ingresar, para que podamos escoger los mejores expedientes para esas actividades.
Si ustedes le preguntan a cualquier ciudadano qué le interesa que marche perfecto en este país, les dirá muchas cosas, pero entre las dos primeras les señalará la salud pública y la educación (APLAUSOS).
En el pasado la inmensa mayoría del pueblo no tenía una asistencia médica adecuada o no tenía ninguna. Había algunas clínicas privadas muy sofisticadas, que tenían equipos de esto, de lo otro. La Revolución estableció el derecho del pueblo a la asistencia médica y es necesario que esa asistencia sea de la máxima calidad. El pueblo tiene derecho no solo a la asistencia médica, sino a la óptima asistencia médica. Y las instituciones de salud del pueblo en el socialismo tienen que ser mejores, tienen que funcionar mejor que las más sofisticadas clínicas privadas del capitalismo (APLAUSOS). Porque aquellas clínicas escasas adonde iban los millonarios eran para servir a millonarios, y los millonarios del socialismo son los ciudadanos del pueblo, ¡y todos los ciudadanos del pueblo! (APLAUSOS) Y el socialismo puede brindarle al pueblo una mejor atención médica que la que se brindaba en esas clínicas sofisticadas en el capitalismo, porque todo aquello era un negocio, una forma de negocio, un negocio privado, mientras que para el Estado revolucionario la salud no es un negocio, al contrario: se invierten esfuerzos, energía, grandiosos recursos en esa actividad. Pudiéramos decir que a los capitalistas les interesaba que hubiera enfermos, y al socialismo le interesa que no haya enfermos, por eso empieza trabajando con la medicina preventiva. ¿De qué valía que un millonario pudiera llevar a su hijo a una gran clínica para atenderlo de una poliomielitis, cuando lo ideal es que nadie se enferme de poliomielitis y que se erradique la poliomielitis? ¿De qué valía que pudiera llevarlo a un gran hospital enfermo de tuberculosis? Lo ideal es que la tuberculosis se erradique, como se han ido erradicando numerosas enfermedades en el proceso de nuestra Revolución.
Lo que importa no es una gran clínica para atender un caso de tifoidea, sino que no exista tifoidea; o una gran clínica para atender un caso de paludismo, sino que no exista el paludismo.
Por eso, la Revolución, donde la medicina y la salud no es un negocio de nadie ni le interesa que haya enfermos, desde el momento en que combate y erradica enfermedades ya está brindando una salud muy superior a la que se podía brindar en las pocas instalaciones privadas, que eran las mejores en el capitalismo. Había también algunos hospitales públicos, pero ya se sabe cómo era aquello: un rosario de calamidades, donde había que entregar hasta la cédula electoral o contar con la influencia de un personaje importante para que le dieran ingreso en un centro médico. Hemos hablado de la medicina preventiva.
Pero también en la medicina asistencial, la atención al ciudadano tiene que ser superior a la de las mejores clínicas capitalistas. Antes, desde luego, infinidad de gente tenía que operarse, pero no podía operarse; no tenían dinero, se morían. Hoy eso no ocurre aquí. Se atienden todos los casos, por difíciles que sean, por graves que sean, por costosos que sean. Se realizan operaciones quirúrgicas por salvar una vida, sin importar jamás, ¡jamás!, cuánto cuesta.
Y cuando algún problema de la vista, del corazón, de cualquier tipo, no se ha podido resolver en el país siendo soluble el problema, no ha vacilado jamás el Estado en buscar otros recursos y enviarlos al extranjero, cuando el problema no puede ser resuelto aquí. Lo cual no debe confundirse, desde luego, con aquellos casos que infortunadamente existen, casos que no tienen solución aquí ni en ninguna parte, y entonces los familiares en su angustia piensan que ese problema si no se resuelve aquí se puede resolver en otro lado. No me refiero a esos casos —porque se presentan, las familias hacen esfuerzos desesperados en esos casos imposibles—, me refiero a aquellas situaciones que se pueden haber presentado en algunas especialidades, y que no podían resolverse aquí y se han enviado a donde puedan resolverse.
Los servicios médicos se han extendido también a los servicios estomatológicos, en los cuales debemos procurar ir mejorando cualitativamente cada vez más.
Ahora, ¿de qué depende la medicina asistencial? De la calidad de los médicos, de la calidad de las enfermeras y de los técnicos de la salud. Y no solo de la calidad técnica sino también mucho de la calidad humana (APLAUSOS). Los hombres y mujeres de mejor calidad humana han de estar en este frente.
Hay calidad humana en nuestro pueblo para todos los frentes de trabajo; pero si hay un frente donde se exige la calidad humana, la vocación, el espíritu de sacrificio, es en este frente de la salud. El médico sin los enfermeros y los técnicos no es nada. y son precisamente las enfermeras y enfermeros, los que están la mayor parte del tiempo con el enfermo; y de la forma en que cumplan, de la forma en que trabajen, dependerá el resultado del esfuerzo. No se puede nadie equivocar dando una medicina por otra; no se puede nadie descuidar con respecto a un enfermo que necesita la atención incesante. Pero el enfermo la necesita no solo desde el punto de vista de la salud, no solo para preservar su vida y recuperar su salud, sino que lo necesita hasta para su estado anímico.
Y se sabe que si en algo se exige, se requiere espíritu de sacrificio, vocación, amor a los demás, solidaridad con los demás, es en esa actividad.
Antes, para atender ancianos o para trabajar en algunas clínicas surgían órdenes religiosas, personas que por motivaciones religiosas se consagraban a la asistencia médica, o al trabajo de enfermeros o de técnicos o de servicios en los hospitales. Porque claro está que no solo los técnicos de los hospitales, también los trabajadores de servicios del hospital: el que cocina, el que limpia, el que mantiene el hospital, tiene que ser gente de especial calidad. Aun quedan en nuestro país algunos servicios que son prestados por algunas personas de estas órdenes religiosas. Lo hacen, y lo hacen bien, y les estamos —por cierto— muy reconocidos.
Ahora, para atender a todo el pueblo, en el socialismo lo que necesitamos son hombres y mujeres capaces de hacer, por sus convicciones humanas, por sus convicciones políticas, por sus principios, y en masa, los sacrificios que en el pasado hacían contadas personas por motivaciones religiosas (APLAUSOS).
El comunista debe ser eso. Ser comunista es ser eso: es dedicarse enteramente, con espíritu de sacrificio y solidaridad, a algo. Y si entre los comunistas se pudieran establecer clasificaciones, y decir que unos son mejores que otros, necesitamos que los que trabajen en la salud pública se puedan conceptuar como el tipo del mejor comunista (APLAUSOS).
Es necesario que nuestros trabajadores docentes, nuestras organizaciones de masas, nuestro pueblo, tomen conciencia de esto. Para que pueda existir la mejor atención médica, la mejor salud para el pueblo, es necesario que sus mejores hijos se dediquen a ese frente de trabajo. Porque en esto, como en todo, el pueblo tendrá lo que sea capaz de dar, el pueblo tendrá lo que sea capaz de formar, el pueblo tendrá lo que sea capaz de crear. Y si nuestro pueblo quiere una óptima salud para sus hijos, para sus hermanos, para sus padres, para sus esposas, para sus esposos, es necesario que cree los factores humanos necesarios para ello. Y ese es el tipo de estudiante que queremos en nuestros centros docentes de la salud pública.
Nuestra medicina es hoy mucho mejor que en el pasado. El país ha estado atento a todos los avances en este terreno, de las mejores técnicas, de los mejores equipos, para adquirirlos cuanto antes. Hoy hay servicios en todas las provincias que antes se daban solamente en algunos hospitales de la capital; y se extienden esos servicios, y se extienden las especialidades por todo el país.
Nuestros médicos tienen una mucha mejor formación, porque ya no se da el caso —ni se puede dar— de un primer premio en cirugía sin haber visto nunca una operación. Y así ocurría antes en nuestra universidad. Premio en cirugía, sin haber visto nunca una operación. Era todo teórico. Y nuestros estudiantes de medicina empiezan a trabajar en los hospitales en el primer año. Y según todos los que conocieron el pasado —que produjo, desde luego, buenos médicos, porque no todos eran iguales; no era en masa, pero que produjo buenos médicos—, según todos los que vivieron el pasado, la formación hoy de nuestros médicos es incomparablemente superior a la que existía antes. Y se ve en la actitud de nuestros médicos. Antes no había médicos para enviar a Baracoa, por ejemplo, o a las montañas. No, los médicos estaban todos en la capital. Hoy día no solo disponemos de médicos para cualquier lugar del país, sino que incluso nuestros médicos están dispuestos a prestar sus servicios en cualquier lugar del mundo (APLAUSOS). Y entre las tareas de colaboración técnica que nuestro país realiza en el exterior, una de las que tienen más prestigio es la medicina. En Asia, en Africa y en países del Caribe han trabajado y trabajan nuestros médicos, y crece extraordinariamente la demanda de médicos y técnicos de la salud cubanos, ¡crece extraordinariamente! Por el prestigio que se han ganado.
Como hemos explicado en otras ocasiones, cuando se trata de un país muy pobre, nosotros donamos la asistencia. Si el país tiene recursos económicos, compensa esos servicios de tipo médico que pueda realizar nuestro pueblo. Y hay una creciente demanda de esos servicios.
Por eso esta actividad también está estrechamente vinculada a la actividad internacional que desarrolla nuestro pueblo, aunque, ciertamente, en otras esferas como la construcción hay también gran demanda, y prácticamente en todas las actividades; pero una de las que más se solicitan es la asistencia médica, y no solo de médicos, sino personal de enfermería y técnicos medios de la salud. Hay una gran demanda.
Y en el mundo, según estadísticas, hay no solo déficit de médicos —déficit real; en teoría hay países que tienen tantos miles de médicos, pero ni uno solo es capaz de ir al campo, como pasaba aquí. Hay países desarrollados incluso que necesitan médicos, porque no tienen médicos para enviar a determinados lugares. Y en el caso de los países que fueron explotados por el colonialismo, la situación es verdaderamente trágica, ¡trágica! En muchos de ellos no tienen siquiera universidades, facultades de medicina, y tienen un puñado de médicos para atender millones de personas. Pero la crisis en enfermeros y técnicos medios es todavía mayor, y a nosotros en este terreno nos pasaba algo parecido. Se hicieron esfuerzos —como decíamos—, se han formado decenas de miles, pero el gobierno, el Partido, no habían enfatizado suficientemente la importancia, tanto en cantidad como en calidad, de la formación de los técnicos medios de la salud. Se puede decir algo más: se hicieron programas de construcciones escolares ambiciosos; de secundarias, de preuniversitarios, de profesores de educación física; de escuelas deportivas, en fin; pero las escuelas de técnicos de la salud eran las viejas escuelas, que eran unas pocas, y otras instalaciones adaptadas por el Ministerio. No existía un programa de construcción hasta muy reciente, de nuevas instalaciones docentes para la salud, aparte de las construcciones universitarias.
Cuando nos percatamos de esto, decidimos recuperar el tiempo perdido e incluir este tipo de instalaciones en los programas de todos los años. Actualmente la capacidad de alumnos en este tipo de instituciones, infinitamente superior a la que existía en el capitalismo, es de alrededor de 12 000 alumnos. Nos proponemos elevar las capacidades de estudiantes, las capacidades docentes para estudiantes de técnicos medios de la salud, hasta no menos de 30 000 en los próximos siete años.
Se dice que por cada médico el país debe disponer de varios técnicos medios, sin los cuales el médico no podría hacer nada. Y en este campo de la educación se viene desarrollando ya un programa ambicioso, consistente en la creación de capacidades para estudiantes de medicina de ahora a 1985; con la construcción de nuevas facultades de medicina, de modo que cada provincia tenga una, y algunas —las mayores—, dos, o más, como la provincia Ciudad de La Habana, que tiene 2 millones de habitantes e importantes instalaciones médicas. Se piensa establecer una facultad de medicina con aproximadamente 1 500 estudiantes en el principal hospital general de cada provincia, es decir, en la capital de la provincia. Hay algunas excepciones: el de la provincia Granma se construirá en Manzanillo, al lado del nuevo hospital moderno que se está construyendo allí; y la facultad de Ciego de Avila se construirá en las proximidades del moderno hospital que se edifica en la ciudad de Morón. Algunas provincias mayores, como Santiago, Holguín y Villa Clara, tendrán el equivalente a dos facultades de estas. Y la Ciudad de La Habana tendrá varias. En total calculamos tener capacidades, en 1985, para alrededor de 35 000 estudiantes de medicina y capacidades para técnicos medios de la salud para esa fecha, hasta alrededor de 30 000 estudiantes. Algunos preguntarán: ¿menos que de medicina? No. Mientras el médico necesita seis años, el técnico de la salud necesita tres. Y, por tanto, con una capacidad de 30 000 equivale 60 000 en seis años; al mismo tiempo, en cambio, estarían estudiando unos 35 000 alumnos de medicina. De modo que estaremos formando, prácticamente, el doble de técnicos medios que de médicos cada año.
¿Qué vamos a hacer? Junto a cada gran hospital donde haya una facultad de Medicina haremos un instituto politécnico igual a este (APLAUSOS). Por tanto, tendremos un total aproximado de 24 institutos politécnicos de este tipo en todo el país. Actualmente hay dos: el de Pinar del Río, que se construyó primero, aunque no en un edificio típico como este y con todas las facilidades que tiene este, pues este es un proyecto típico, tiene perfeccionamiento y capacidades que no tuvo el primero, en que se tomó como modelo una escuela secundaria. Los futuros que se construyan serán como este; y si a este le encontramos algunos defectos, un poquito mejores que este. Y en aquellos hospitales como Nuevitas, por ejemplo, digamos, aquellos hospitales de 300 camas, donde no existan servicios tan amplios como los de los hospitales de la capital de la provincia, se construirán escuelas de enfermeras. De modo que para formar los técnicos medios tendremos un número de alrededor de 24 institutos politécnicos, y de 10 a 12 nuevas escuelas de enfermería. Pero cada una de estas instituciones estará al lado del hospital. .
Ahora, ¿qué tendremos aquí? Bueno, ya tenemos el Hospital General próximo, ya tenemos ese policlínico, ya tenemos aquí el Instituto Politécnico. Más allá hay otros hospitales, habrá otros policlínicos. Y en ese terreno que se encuentra entre el Instituto Politécnico de la Salud y el Hospital General, se construirá la Facultad de Medicina de Camagüey (APLAUSOS).
De modo que quedará un gran complejo hospitalario y docente en esta área.
Y con esa concepción se están construyendo las demás facultades de Medicina y los demás politécnicos de la salud. Dondequiera que haya una facultad, habrá un instituto politécnico; y ello, al lado del hospital más importante de la región. Es con ese criterio que se está llevando el programa de ahora a 1985. Y en el Ministerio de la Construcción tienen bien atendidas estas actividades, tienen ya programado cómo se van a ir construyendo las escuelas de enfermeros, los politécnicos y las facultades de Medicina. De modo que ya vemos claro el camino en este terreno, las capacidades con que va a contar el país. La base educacional está creada, con graduaciones altísimas de alumnos de 9no grado. Dispondremos de la cantera necesaria para todos los estudiantes que necesitemos en este campo.
A decir verdad, esta instalación ha quedado, nos parece, muy bien. Hemos tenido la oportunidad de visitar los laboratorios, la base material de estudio, y es realmente excelente (APLAUSOS). El proyecto parece funcional, la terminación se ve bien hecha, y creo que podemos sentirnos satisfechos de empezar a contar con instituciones como esta. Y nos llena de alegría pensar que cada provincia tendrá la suya, y que algunas tendrán varias.
Hemos visto los laboratorios de prótesis. Y la dirección de la escuela tiene el proyecto no solo de enseñar, sino de montar una producción de prótesis en la escuela. El taller y el laboratorio cuentan con todos los medios necesarios para ello.
El equipo que lleva una de estas escuelas, el equipamiento como base material de estudio, cuesta alrededor de 300 000 dólares, de modo que no piensen que es una cosa muy barata. Y hay que hacer gastos y hay que hacer esfuerzos. Por lo tanto, se requiere de ustedes un buen mantenimiento y el mayor cuidado con esos equipos. En algunos casos, como el de los microscopios, los que tiene son prestados, puesto que los que corresponden a la escuela todavía no han arribado al país. Pero en general se cuenta con un material de óptima calidad.
Quiero dar algunos datos de cómo estamos en médicos. El país cuenta actualmente con 13 908 médicos, 11 284 enfermeras, 4 406 técnicos de laboratorio, y varias decenas de miles de auxiliares de enfermería y personal calificado.
Con respecto a 1958, tenemos más del doble de número de médicos, que eran aproximadamente 6 000. Ya estamos en un nivel de médicos por millar de habitantes bastante bueno.
En el período revolucionario se han graduado 12 646 médicos, 2 522 estomatólogos y 65 747 técnicos de la salud, en distintos tipos de cursos; pero, desde luego, no con las condiciones, los medios con que vamos a contar en los años futuros.
En los últimos cinco años se han graduado tantos médicos como todos los que había en Cuba antes de la Revolución. Claro, hubo graduaciones más altas, ahora son un poco más bajas. Hubo un período en que los ingresos no fueron tan altos, porque el número de bachilleres era poco y debieron ser distribuidos entre distintas facultades; pero ya están ingresando en la Facultad de Medicina entre 3 500 y 4 000 nuevos estudiantes por año, ¡de tres mil quinientos a cuatro mil! Y eso seguirá creciendo. Para 1985, los ingresos serán alrededor de 7 000, entre 6 000 y 7 000. De modo que llegará un momento en que el país graduará por año casi tantos médicos como los que había antes de la Revolución en Cuba, ¡los graduaremos por año!
Claro, ¿cuántos vamos a tener? ¿Uno por mil habitantes, o por 800, por 700, 400, 300? ¡Los que hagan falta! El médico no va a sobrar. Puede llegar a tenerse un médico en cada escuela, un médico en cada fábrica si se quiere, un médico en cada barco mercante, un médico en cada barco pesquero, un médico en cada pequeño pueblito.
Pero no es eso. Estamos pensando no solo en nuestras necesidades, sino en la extraordinaria demanda de médicos que está recibiendo el país en el exterior. Vamos a producir médicos para Cuba y vamos a producir médicos para la colaboración económica exterior, que tiene muchas perspectivas para nuestro país. Solamente en 1978, nuestro país tiene compromisos internacionales de prestar asistencia médica en especialidades a países subdesarrollados por un total de 2 531 especialistas y técnicos, entre los que se destacan 1 282 médicos, 640 enfermeras y 557 técnicos medios de la salud. Y les advierto que en este momento no podemos satisfacer la demanda que existe. Y la demanda crece. Algunos países que tienen importantes recursos económicos nos han solicitado médicos, y no hemos podido enviarlos en la cantidad que los requieren.
La exportación de servicios técnicos se convierte en un importante factor para el desarrollo económico del país. De modo que en este caso del frente de la salud trabajamos para incrementar y perfeccionar nuestros servicios médicos en cantidad y en calidad, y también para la exportación de servicios técnicos, además de la colaboración que en forma de donación damos a los países con menos recursos.
Tal vez nos falta —para no hacer demasiado extenso este acto—recordar a los constructores que hicieron este centro y que edificaron las 140 instalaciones que se inauguran hoy (APLAUSOS); reconocer el esfuerzo realizado por ellos y por el Ministerio de la Construcción, que con vistas a la iniciación del curso escolar se esmeraron para ayudar a recibir la avalancha de estudiantes que ingresa cada año en la enseñanza media y superior, haciendo el máximo esfuerzo. Sin ellos no habría sido posible inaugurar exitosamente este nuevo curso.
Recordar también el esfuerzo de los trabajadores de impresión de libros, que han hecho posible que tengamos una gran parte de los libros en las escuelas (APLAUSOS). Y digo una gran parte, no todos. En ese sentido, estamos mejor que el pasado año; tenemos un porcentaje más alto de libros. No todos los libros se producen en Cuba, algunos se imprimen en el extranjero. En el futuro los podremos imprimir casi todos, porque estamos construyendo una gran imprenta para el sector de la educación, vamos a tener capacidades sobrantes; pero en la actualidad algunos libros se imprimen en el exterior, es necesario transportarlos de los puertos hasta Cuba y luego redistribuirlos. Rastras, rastras y rastras de libros han pasado por esas carreteras en grandes cantidades en estos días; pero infortunadamente no tenemos todos los textos en todas las escuelas. Faltan al inicio de curso algunos libros, que irán llegando en las próximas semanas. No desalentarse por eso. La situación de los libros, repito, es mejor que la del pasado año, y están transportándose desde el exterior y en el interior del país con la mayor urgencia.
Valdría la pena recordar la necesidad de cuidar los libros, porque los libros —como ustedes saben— deben ser devueltos a las escuelas, y todos los años hay pérdida de algunos millones de libros. Sobre todo cuando los libros son muy bonitos y están muy bien hechos, aumentan las pérdidas. Claro, siempre algunos libros se deterioran, eso resulta inevitable. No me refiero a esos libros, sino a los libros que se pierden porque se descuidan y se dejan abandonados, o los libros que se pierden porque se queda alguien con los libros. Tenemos que disminuir el índice de libros que se pierden.
Es necesario reconocer el enorme esfuerzo realizado por los profesores y los maestros, tanto por los resultados del pasado curso escolar como por sus esfuerzos de preparación de este curso. Es necesario reconocer el enorme esfuerzo que están haciendo los trabajadores de la docencia por superarse y por estudiar. Es una verdadera epidemia de estudios la que felizmente se ha desarrollado entre nuestros maestros y profesores. Ese tipo de epidemia sí nos conviene, ese tipo de epidemia: la del estudio (APLAUSOS). Esa epidemia no la pensamos erradicar.
Comenzamos este curso con buenos augurios. Esperamos que signifique un paso más de avance, y esperamos la colaboración de todos, el esfuerzo de todos, del Partido en primer lugar, de nuestra Unión de Jóvenes Comunistas, de nuestras organizaciones de masas, de las familias —que tan importante papel tienen que jugar y juegan en la educación— y de todo el pueblo.
Recordemos también a los trabajadores de los centros, los que prestan los servicios, los que atienden a los estudiantes, realizando tareas modestas pero abnegadas.
Y los exhortamos a todos al máximo esfuerzo: a los estudiantes, a los trabajadores de la docencia y a los trabajadores de los servicios, para que nuestra patria siga con orgullo este camino victorioso que ya sitúa a la educación de nuestro país como la mejor de todo el hemisferio, y en camino de convertirse, para orgullo de nuestro pueblo, en una de las mejores del mundo (APLAUSOS).
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)