Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto central con motivo del "Día de los niños", celebrado en el Palacio Central de Pioneros "Ernesto Guevara", el 15 de julio de 1984
Data:
Invitados:
Yo sabía ya que no podía escapar del deber de decirles algunas palabras en el día de hoy, y por eso, incluso, había estado pensando en algunas cosas para comentarlas y conversar con ustedes.
En primer lugar los quiero felicitar, a los pioneros, a la Organización y a la Juventud, por el impresionante acto cultural que nos han ofrecido en la tarde de hoy, que refleja el avance de los pioneros en todos los terrenos.
Como se dijo aquí, hoy se conmemora el quinto aniversario de la inauguración de este centro. Desde entonces se han hecho algunas nuevas instalaciones y se ha avanzado algo, algo nada más, en la construcción del teatro. Aquí está el compañero Ministro de la Construcción, él pudiera ayudarnos a terminar esa obra, ese complemento que es indispensable para este centro. Y oí decir que el próximo año van a contar ya con el teatro, que es lo único que falta. Las piscinas están funcionando, todo marcha bien: aparte de las nuevas piscinas del Parque "Lenin" que también, como un homenaje a los niños, se inauguraron en el día de hoy.
Este centro realmente se ha ido ganando un prestigio nacional por su trabajo, por los resultados, por las experiencias acumuladas que sirven también a los palacios de pioneros del resto del país, y por eso adquirió en este año la condición de Vanguardia Nacional y el privilegio de ser sede del acto central del Día de los Niños.
Hay que ver los círculos de interés científico-técnicos y las actividades que realizan los pioneros, para comprender la importancia de esta institución. Baste señalar, por ejemplo, que tiene actualmente una matrícula de más de 31 000 pioneros, que participan, si no recuerdo mal, en 1 829 círculos de interés, en 207 especialidades; le faltaba una muy importante que estuvimos discutiendo hoy en el recorrido, que es la especialidad de computación. Aunque vino a la exposición un círculo del interior —creo que de Oriente—, de computación, el Palacio Nacional de Pioneros no tiene círculo de computación.
Han pasado, han laborado, han estudiado y han desarrollado su vocación por este centro, en cinco años, 170 000 pioneros. Es notable, por ejemplo, el hecho de que en el pasado curso la asistencia fue del 97,6% de los alumnos matriculados, y en los adultos, es decir, en los instructores fue del 98%, 98 y un poquito más, y la retención fue del 99%, según los datos que me pasaron los compañeros de la Juventud. Son índices realmente altos, que explican la razón por la cual esta institución ha sido declarada vanguardia; no lo lograron el primer año, en los primeros años la asistencia era alrededor del 85%. Estos índices reflejan un trabajo progresivo, un perfeccionamiento de la institución y realmente un gran éxito al cabo de cinco años, que me parece que debe estimular a los instructores, a los dirigentes de esta institución y a la Organización de Pioneros, a seguir trabajando en esa dirección.
Ya existen actualmente en nuestro país 80 palacios de pioneros, unos mayores, otros menores, unos más modernos, son construcciones nuevas, otros en construcciones adaptadas, con una capacidad para 150 000 pioneros. Cuando uno ve el trabajo de estas instituciones, no puede menos que lamentarse del hecho de que no tengamos más palacios de pioneros.
Todos los años se hacen algunos nuevos con la ayuda de los poderes populares. Tengo entendido que hay 23 en proyección, con los cuales en 111 municipios habrá palacios de pioneros; pero quedan muchos municipios sin palacios de pioneros todavía.
Se ha avanzado también en otras instituciones, corno son los centros de exploradores; contamos ya con 66 y 10 más en proyecto, con una capacidad actual para 590 000 pioneros exploradores que pueden pasar por esos centros en un año. Sin embargo, el movimiento desarrollado por la Organización de Pioneros Exploradores abarca ya más de un millón de pioneros. Esta actividad que comenzó hace relativamente pocos años, se ha extendido y se ha hecho masiva: necesitamos más centros de pioneros exploradores.
También contamos con 23 campamentos de pioneros para los períodos de vacaciones o para las actividades docente-recreativas a lo largo del curso escolar, con una capacidad para 457 000 pioneros que pueden pasar a lo largo del año por esos centros: 15 días en la etapa docente-recreativa y una semana en la época de vacaciones.
También se han creado 107 campiñas pioneriles, con la cooperación de las organizaciones campesinas. En total existen ya 276 instituciones a disposición de los pioneros, que se han creado en un período de tiempo relativamente breve.
Nos recordaban hace un momento que el próximo año se cumple el décimo aniversario de la Ciudad de los Pioneros "José Martí". Es decir, se ha avanzado en el esfuerzo por dotar a la Organización de Pioneros de estas instituciones tan necesarias en todos los sentidos, que tanto complementan la escuela y que tanto ayudan a formar a nuestra niñez.
Debemos seguir trabajando en esa dirección. Nos parece que las apelaciones que hemos hecho en otros momentos, han tenido eco entre todos los factores que pueden contribuir al desarrollo de las mismas.
Debe resaltarse el hecho de que se cuenta en la actualidad con 125 000 guías de pioneros. Nada mas justo que un reconocimiento y una felicitación por el trabajo abnegado que realizan esos guías, invirtiendo tiempo libre, dedicando horas de descanso al trabajo con los pioneros, períodos de receso escolar, etcétera, integrados en un 75% aproximadamente por maestros.
Pienso que la institución ha ganado mucho, la organización de los pioneros, con la extensión de la edad hasta 9no grado, antes era solo hasta 6to grado. Eso se puede apreciar en las mismas actividades culturales: cuando se destacaban antes los niños en estas actividades, pasaban al nivel superior y se perdían para la organización. Al extenderse tres años, la experiencia acumulada se refleja en todas sus actividades, y la FEEM tiene el privilegio de ser heredera de todos los avances que ellos van logrando en la cultura, el deporte y otras actividades.
Es verdad que estos muchachos crecen a una velocidad supersónica. Hoy se puede apreciar, incluso, el cambio de fisonomía de los niños cubanos, por la educación física, por la alimentación, por el estado de salud, por el estado higiénico; hay diferencias notables con los primeros años, ¡y en todos!, porque aquí han estado representadas hoy todas las provincias. Y algunos —decía— crecen a velocidad supersónica, porque yo he visto a algunos que han expresado un saludo en la Asamblea Nacional hace un año, y ahora veo que han crecido muchísimo en un año, o algo así. Ese es el caso de Isis, que recitó aquí, en la tarde de hoy. No hace mucho tiempo la vimos creo que en el Palacio de Convenciones, y ha crecido muchísimo. Y así otros compañeritos, porque a algunos los conocemos, que realmente son muy destacados en estas actividades.
Es un motivo de satisfacción para todos poder apreciar estos verdaderos progresos que hemos alcanzado en los años de la Revolución. Yo meditaba: bueno, ¿qué ha hecho la Revolución por los niños? No son solo estas instituciones de que hemos hablado, estas instituciones pioneriles, hay que pensar también en el gigantesco esfuerzo educacional realizado por la Revolución en estos 25 años, cuyos beneficiarios fundamentales han sido los niños y los jóvenes de nuestro país.
Nuestros pioneritos, nuestros estudiantes de secundaria y de preuniversitario, incluso una gran parte, prácticamente todos los estudiantes regulares, diurnos, de nuestras universidades, no conocieron el pasado prerrevolucionario. Ellos han nacido todos en la Revolución, y oyendo hablar de la Revolución; saben del pasado por lo que les cuentan en la escuela, por lo que les cuentan sus padres, o por lo que les cuentan los abuelos, lo que leen en los libros; pero el pasado no lo conocieron, ese terrible pasado que todavía es una realidad prácticamente en todos los países latinoamericanos y del Caribe, una realidad presente en una gran parte del mundo, como resultado del colonialismo, del neocolonialismo y del capitalismo. Sí, porque cuando quieran una definición del capitalismo pregunten qué hace el capitalismo con el ser humano, qué hace con los niños, qué hace con los enfermos, qué ocurre con las mujeres en el capitalismo, qué ocurre con los trabajadores, qué ocurre con los campesinos. Es una realidad incuestionable, expresada en los datos estadísticos y en la situación, las condiciones de vida, verdaderamente espantosas, que afectan en un grado mayor o menor a los pueblos hermanos de este hemisferio y a gran parte de los países del Tercer Mundo.
Y no solo es la falta de riqueza, no solo es la pobreza, sino la desigual distribución de las riquezas. No hay que ser ricos —y nosotros no somos ricos—, no hay que ser un país desarrollado o superdesarrollado para poder resolver muchos de los problemas del hombre. Nosotros hemos resuelto la inmensa mayoría de esos problemas: la educación, la salud, la eliminación del desempleo, la discriminación racial, la desigualdad —no solo social, sino, además, la desigualdad con relación a la mujer—; hemos erradicado todas aquellas lacras, los vicios, las drogas, la prostitución, la mendicidad, el juego, la explotación a que eran sometidos nuestros trabajadores y nuestros campesinos, ¡sin ser un país rico!, lo que demuestra que la sociedad humana cuenta hoy con posibilidades, aun sin ser rica, para resolver una gran parte de estos problemas que nosotros hemos resuelto.
Y pensaba en lo que se había hecho por los niños en el esfuerzo educacional; recordamos el índice de analfabetismo, que según las viejas estadísticas alcanzaba un 23,6%, y yo estoy convencido de que era mucho más alto, porque no se sabe en el censo de 1953 a quién llamaron analfabeto, posiblemente al que aprendió a firmar ya lo excluían de la lista de analfabetos, y llamarían analfabeto únicamente a aquel que iba con las huellas digitales a firmar algo.
Analfabetos absolutos un 23,6%, más de un millón de personas, de 10 años en adelante; y semianalfabeto casi el resto. No se puede decir que está alfabetizado un individuo que pasó solo del primer grado, del segundo grado, del tercer grado, con el cúmulo de conocimientos que ha ido desarrollando la humanidad. ¿Qué sabe un hombre con un segundo grado o un tercer grado?
En aquella situación cientos de miles de niños carecían de aulas, de maestros, a pesar de que la población era menor que en la actualidad. Entre los 6 y los 16 años, solo asistía alrededor del 50% de los niños a la escuela.
Cuando triunfó la Revolución lo primero que hizo fue dar empleo a 10 000 maestros, porque había 10 000 maestros sin trabajo; se crearon 10 000 aulas, pues necesidades de maestros y de aulas había muchas, fue lo primero que hizo la Revolución. Después vino la Campaña de Alfabetización, otro colosal esfuerzo. Después se crearon las instituciones de educación para adultos, la enseñanza obrero-campesina, etcétera. Y cuando nos dimos a la tarea de garantizar que no existiera un niño sin escuela y sin maestro en ningún rincón del país, nos encontramos con que no alcanzaban los maestros; fue necesario improvisar muchos maestros, traer estudiantes, trabajadores con algún nivel de preparación, darles cursos pedagógicos y ponerlos a enseñar.
Por aquellos tiempos el número de alumnos de primaria creció mucho, pero era pequeño todavía el número de alumnos de secundaria y de preuniversitario, es decir, el número de alumnos de nivel medio, puesto que no había una masa de niños y de adolescentes con nivel suficiente para ingresar en esas escuelas.
Se puede hacer una comparación: antes de la Revolución el 85% de la matrícula era de primaria, de lro. a 6to grado. Es decir, no solo la mitad de los niños y adolescentes entre 6 y 16 años no asistían a la escuela, carecían de escuelas, sino que de esos que asistían a la escuela, el 85,6% era de la enseñanza primaria, y alrededor de un 14% de enseñanza media y superior. Actualmente, con 1 390 000 estudiantes en primaria, solo un 49% de la matrícula corresponde a los estudiantes de primaria, y el 51% al nivel medio y al nivel universitario, del total de la matrícula; un 44% aproximadamente al nivel medio y un 7% al nivel superior de las matrículas de estudiantes, con un 92,4% entre 6 y 16 años escolarizados. Es decir, se ha dado un salto de calidad tremendo, ya tenemos una gran masa en esos niveles medios y en el nivel superior.
Según las estadísticas, tenemos entre 6 y 12 años el 97,3% matriculados; falta un 2,7%, y uno se pregunta, ¿cuáles son las causas? ¿A qué se debe que aparezca un 97,3%, con todo el esfuerzo que hacemos y todo el trabajo que realizan las organizaciones de masas? Hay que ver si esas estadísticas contienen algún error o requieren de un análisis complementario. Porque, por otro lado, por ahí aparecían unas estadísticas que decían que América del Norte tenía el ciento por ciento. Digo, el ciento por ciento, con la cantidad de barrios pobres, de barrios marginales que tienen los propios Estados Unidos, con los problemas sociales, con la cantidad de niños abandonados que hay en ese país. Me pareció un poco extraño ese dato, que yo diría que está por comprobar y por profundizar, pues señala un ciento por ciento en esos niveles de 6 a 12, cuando nosotros sabemos los problemas sociales tremendos que existen en ese país, con las minorías, con la población negra, con los millones de mexicanos, chicanos, muchas veces perseguidos, explotados. Me pregunto si esos datos están en las estadísticas oficiales de Estados Unidos, porque nosotros hacemos un esfuerzo tremendo, y barrios de indigentes aquí no hay, barrios marginales aquí no hay, discriminación aquí no hay, y hasta en el último rincón de las montañas hay un aula, un maestro, en lugares donde viven tan aislados, que a veces hay un maestro con siete alumnos, un maestro con seis alumnos.
Oí hablar del caso de una maestra en las montañas que paga el Estado y le da clases únicamente a sus hijos, una escuela constituida por una familia y la madre maestra, ¡maestra pagada por el Estado! Así que el Estado no ha escatimado recursos para poner un aula y un maestro, aun con cinco alumnos, seis alumnos y siete alumnos. Por eso me quedo con esa interrogante y esas dudas. Si acaso se incluyen los que no pueden asistir a la escuela por razones de enfermedad o de otro tipo, pero es un dato a profundizar y a comparar, para que no nos engañen con estadísticas falseadas. No estoy hablando ya del resto del hemisferio.
Las cifras tal vez estén manipuladas, y nosotros no andamos manipulando nunca cifras, al contrario, somos muy rigurosos en los datos, tenemos 97,3% y entre 13 y 16 años, en la actualidad tenemos más del 84%; no sé si es 84,4%, aproximadamente, de 13 a 16 años.
Se han creado otras instituciones. Un problema que no recibía ninguna atención en nuestro país antes de la Revolución, ninguna, era la cuestión de los niños que tenían problemas físicos, mentales o de otro tipo, no había ninguna atención, y hoy día nuestro país cuenta con una matrícula de 40 000 niños en escuelas adecuadas llamadas Escuelas Especiales, que son tan importantes, y que resuelven problemas tan humanos, como puede ser el caso de un niño que haya perdido la visión, que tenga problemas de visión, de audición o de otro tipo. Si puede haber una escuela realmente humana, realmente solidaria, realmente justa, es una escuela que atiende a esos niños. Nosotros tenemos buen número de esas escuelas, con una matrícula de 40 000 y casi 10 000 maestros, casi 10 000 maestros trabajando en esas escuelas; es decir, la proporción de un maestro por cuatro alumnos aproximadamente. El Estado no ha escatimado recursos de ninguna clase y ha venido formando, a lo largo de estos años, los profesores para esas escuelas, escuelas que tienen, a mi juicio, extraordinaria importancia social y humana. Esas instituciones no existían antes de la Revolución.
La enseñanza profesional y técnica prácticamente no existía, solo unas pocas escuelitas; hoy tenemos 605 escuelas, con 312 000 alumnos en la enseñanza profesional y técnica.
Tenemos los preuniversitarios, con alrededor de 170 000 alumnos.
Se han creado las escuelas secundarias básicas en el campo, los preuniversitarios en el campo, las escuelas vocacionales, que en el futuro darán un salto de calidad para ser escuelas vocacionales de nivel preuniversitario, pues hoy son de secundario y de preuniversitario, con capacidad para 24 000 estudiantes, lo que nos permitirá poner más énfasis en la preparación de esa masa de jóvenes destacados en los estudios y llamados a ingresar en la enseñanza superior. Se crearon escuelas de profesores de educación física, de educadoras de círculo, tecnológicos de la salud.
Antes de la Revolución se graduaban 100 enfermeras por año, y actualmente tenemos estudiando en enfermería y técnicos medios de la salud 28 000 alumnos. Se crearon escuelas de maestros, facultades de pedagogía, escuelas vocacionales de arte. Aquí vimos trabajando y actuando algunos de los niños, el grupo de Matanzas que tiene su escuela de danza. No tenemos todavía esas instituciones en todas las provincias, pero las tendremos. Se crearon las escuelas vocacionales "Camilo Cienfuegos" para todos aquellos que tuvieran inclinación por las actividades militares, donde estudian futuros cuadros de nuestras Fuerzas Armadas.
Fue creado recientemente el primer instituto preuniversitario de ciencias exactas, cuyos alumnos son primeros lugares en los concursos de matemática, de física, de química. Se ha elevado la matrícula en esas escuelas para el próximo curso de 300 a 600, y el próximo año se creará una más en el centro y una tercera en la provincia de Oriente.
Se han desarrollado las facultades universitarias. De tres centros de enseñanza superior que había, con una matrícula antes de la Revolución de 15 000 estudiantes, muy pocos de ellos por cierto en las carreras técnicas y científicas, contamos hoy con 43 centros universitarios, 222 000 estudiantes, 16 000 profesores en ese nivel, 1 000 de ellos ya con grado científico.
Tenemos facultades universitarias en todas las provincias del país, incluido el municipio especial de Isla de la Juventud. Facilidades enormes, extraordinarias, para todos los niños y todos los adolescentes y jóvenes del país.
Recientemente hemos creado los centros de preparación para el ingreso a la universidad de los jóvenes egresados del Servicio Militar, que no habían obtenido anteriormente la oportunidad de ingresar en los estudios superiores. Ya tenemos varias de esas escuelas, con muy buenos resultados, y el próximo curso tendremos nueve de esas escuelas con capacidad para 600 estudiantes cada una. Son escuelas en el campo, convertidas en ese tipo de institución donde ingresarán el curso venidero más de 5 000 jóvenes, egresados del Servicio, con una nueva oportunidad de realizar los estudios superiores. ¡Y qué magnífica cosa resulta que esos jóvenes, que tienen una gran disciplina, una gran formación política, una gran conciencia patriótica, nutran en número creciente nuestras universidades!
De unas pocas carreras que se estudiaban en el pasado, hoy tenemos 98 especialidades.
Se crearon las becas para los estudiantes, primero los estudiantes universitarios, y actualmente, de 86 000 estudiantes universitarios, tenemos 35 000 becados, y en total, entre estudiantes becados internos y seminternos de los distintos niveles de enseñanza hay más de un millón que reciben los servicios, que reciben la alimentación gratuitamente. ¡Más de un millón de estudiantes becados entre internos y seminternos! Internos, alrededor de 600 000 con todos los gastos costeados por el Estado.
Solo en los últimos 13 años se han invertido en construcciones escolares y laboratorios, alrededor de 2 000 millones de pesos. En ese mismo período se han editado 270 millones de libros escolares; y no solo en este período se crearon escuelas de maestros en prácticamente todas las provincias, sino también facultades pedagógicas. Pudimos salir de aquella situación que teníamos hace alrededor de 14 ó 15 años cuando el 70% de los maestros eran no titulados, para tener hoy un ciento por ciento titulado, una reserva de maestros, y 3 600 profesores y maestros prestando colaboración en más de 20 países.
Se crearon sistemas a fin de promover la superación de los maestros. Se creó incluso la carrera de Licenciatura en Enseñanza Primaria, de modo que en un futuro no lejano, la totalidad de las escuelas primarias tendrán licenciados en enseñanza primaria, es decir, graduados en las universidades con un nivel superior, y además la experiencia que han venido acumulando en todos estos años. Se han graduado en las escuelas de maestros y pedagógicas alrededor de 289 000 maestros y profesores. No quiere decir que se cuente con ese número total, el maestro, el profesor es un profesional muy apreciado, al que constantemente le están ofreciendo otras tareas en las organizaciones de masas, en las organizaciones partidistas, en actividades de los poderes populares, en actividades administrativas, etcétera. Esto tiene solo un lado positivo: nos alegramos de que el maestro tenga esa consideración social.
Contamos en la actualidad con 258 000 profesores y maestros. Es una cifra realmente impresionante. No se sabe cuántas veces más que las que teníamos al triunfo de la Revolución: 258 000 profesores y maestros en los distintos niveles, y, de ellos, alrededor de 100 000 superándose, con un total de 159 000 entre estudiantes de docencia y docentes ya graduados que estudian.
Todo esto se traduce y se tiene que traducir cada vez más en una mayor eficiencia del sistema educativo y en una mejor calidad de la educación.
Hace 13 ó 14 años el número de atrasados escolares era alto. Había muchos niños que no estaban en correspondencia con el grado; en 1970 eran alrededor del 36%. Hoy solo queda un 11% de los alumnos que están por debajo de su grado, y hay algunos que están por delante de su grado.
Se extiende la doble sesión. Problema importante que tenemos que resolver en los próximos años. Algunas provincias, como Ciudad de La Habana, tienen ya más del 90% de los alumnos de primaria en doble sesión. Matanzas tiene un nivel alto también. La Isla de la Juventud tiene el ciento por ciento, un ciento por ciento de verdad, no le ha quedado ni uno que no esté en doble sesión; y se están haciendo esfuerzos, inversiones, para alcanzar lo más rápidamente posible el ciento por ciento de doble sesión en la primaria y en la secundaria, al menos, en las ciudades en todo el país. Ya es más difícil resolver la doble sesión con relación a aquella parte de la población que vive aislada, muy aislada en las montañas.
Todo este esfuerzo se ha traducido en resultados, en índices que son realmente impresionantes. Por ejemplo, se han graduado de 6to grado en estos años de Revolución —aparte del millón y medio de adultos que alcanzaron el 6to grado— 3 250 000 alumnos, de secundaria básica creo que alrededor de 1 275 000; de enseñanza media superior, más de un millón; en la enseñanza superior, 171 000: de ellos, 15 000 como ingenieros agrónomos, o pecuarios, o agropecuarios, distintas especialidades, 15 000 en Ciencias Agropecuarias; 22 800 en Ciencias Médicas: entre ellos, 18 500 como médicos, el resto fundamentalmente estomatólogos; más de 25 000 en Tecnología, y más de 60 000 en la rama pedagógica. Son cifras realmente impresionantes, que continuarán, por supuesto, engrosándose, sobre todo si se tiene en cuenta la masa de estudiantes de los niveles medios y de los niveles universitarios. Alrededor de 100 000 trabajadores cursan estudios superiores, una parte importante de ellos maestros y profesores.
Se trabajó arduamente durante años en el perfeccionamiento del sistema de educación, y se trabaja constantemente en esa dirección. Es decir, iremos, en lo adelante, elevando la calidad de la enseñanza.
Esas cifras de graduados que mencioné, en solo 25 años, triplican las que habíamos tenido antes de la Revolución en casi 60 años, desde la supuesta independencia hasta 1959. Y tenemos todas las posibilidades, porque contamos con el personal calificado, los centros de investigación, para mejorar ilimitadamente la calidad de nuestra educación. Eso es parte de lo que ha hecho la Revolución por nuestros niños y adolescentes que, afortunadamente, no conocieron el pasado; no solo eso, sino las condiciones de justicia social, igualdad y dignidad con que hoy crecen estos niños, y que se percibe en el contacto con ellos, en los círculos de interés que se exponen aquí: la personalidad, la preparación, la madurez que tienen, que están reflejando las condiciones de un medio social que no es perfecto todavía, que debemos perfeccionarlo, pero que es radicalmente distinto al medio social en que crecían y se educaban los niños y los jóvenes en el pasado.
Lo que ha hecho la Revolución por garantizarles a los niños y a los jóvenes todas las oportunidades de estudio, de trabajo, de acuerdo con su talento, su voluntad, su capacidad; por garantizarles, no solo una preparación, sino un empleo decoroso; las posibilidades de desarrollo de las capacidades del individuo, sin límites, ¿qué sociedad puede ofrecer eso, como no sea una sociedad socialista? Esas condiciones las ha creado la Revolución para toda la sociedad, pero especialmente para los niños y los jóvenes. No solo eso, las condiciones de salud y de seguridad con que crecen, porque el haber rebajado los índices de mortalidad infantil, mortalidad prescolar y mortalidad de adolescentes a niveles que están en el primer lugar entre todos los países del Tercer Mundo, significa que se ha salvado la vida de decenas y decenas de miles de niños. Es un notable éxito haber reducido la mortalidad infantil en el primer año de vida a menos de 17 por cada 1 000 nacidos vivos.
Tampoco son confiables las estadísticas de antes de la Revolución, cuando nacían muchos niños y no los registraba nadie, no quedaban inscriptos en ningún lugar y cuando venían las epidemias, sobre todo en el campo, y mataban miles de niños, nadie sabe cuál era aquí realmente el índice. Se dice que era 60 por 1 000, pero ¿quién cree en esas estadísticas? La Revolución ha logrado bajarlos a menos de 17, también con el mismo éxito los índices de mortalidad prescolar y escolar.
Las instituciones que se han creado, los especialistas que se han formado en estos años, los hospitales pediátricos especializados, las salas de terapia intensiva que tienen hoy todos los hospitales pediátricos del país y los esfuerzos que se continúan haciendo en esa dirección. Las posibilidades de electricidad, de agua corriente, de alcantarillado, condiciones higiénicas que se han ido creando progresivamente para la población, contribuyen también al desarrollo y a la salud de los niños. A esto se añade los 835 círculos infantiles creados por la Revolución para ayudar a las madres trabajadoras y a sus hijos.
Se ha hecho un esfuerzo grande también en la educación física, en el deporte. Se han graduado 17 900 profesores de educación física de nivel medio en estos años y 2 300 de nivel superior. Esta categoría de profesor prácticamente no existía en el pasado. Se dispone de 6 000 instalaciones deportivas de diversos tipos, y se crean nuevas.
Se han formado miles de instructores de arte desde los primeros años de la Revolución, lo que se manifiesta en las decenas de miles de grupos de aficionados entre los niños, los adolescentes, los estudiantes de nivel medio y los estudiantes universitarios.
No solo en el campo de la enseñanza y de la preparación técnica y profesional, de la educación en general, se ha avanzado mucho en el campo de la cultura y del deporte. No se han escatimado gastos y lo refleja el propio presupuesto de educación, que en 1984 alcanza la cifra de 1 676 millones frente a 79 millones antes de la Revolución, del cual, por supuesto, se robaban una buena parte.
Todas las cifras reflejan el enorme esfuerzo de la Revolución con relación a un pasado que, repito, afortunadamente estos niños y estos adolescentes no conocieron y que no conocerán (APLAUSOS). Y lo expresan ellos mismos en sus canciones, en sus poesías, en sus círculos de interés. Eso es lo que le da contenido al sentimiento patriótico y revolucionario de nuestro pueblo y de nuestros niños, adolescentes y jóvenes, porque quienes conocieron ese pasado y quienes tienen conciencia de lo que significó para nosotros y significa hoy para tantos pueblos en el mundo, saben que un país que ha conocido la dignidad, la soberanía, la libertad, un país que ha alcanzado esas conquistas, no puede volver a ser sometido jamás al yugo imperialista, al yugo capitalista, a la explotación del hombre por el hombre. Estas cosas están en la conciencia y están en el corazón de cada cubano —y hay que decirlo—, de cada joven, de cada adolescente, de cada niño. Y es por eso que también tenemos que desarrollar los círculos de la defensa, y tienen que aprender a manejar las armas. ¡Triste necesidad, triste deber que nos impone el imperialismo!
Las cosas que mencionaba —para señalar solo algunas— son las que les dan sentido, les dan significado, les dan contenido a nuestras posiciones políticas, a nuestras posiciones revolucionarias, a nuestras posiciones patrióticas y a nuestras posiciones internacionalistas; porque este pueblo que emergió de aquel pasado, donde ni siquiera existían condiciones para que el hombre pudiera sentirse respetado y respetarse a sí mismo, donde el patriotismo estaba casi olvidado, es el mismo pueblo que hoy, al cabo de 25 años, sus hijas y sus hijos, en número de miles, decenas de miles, cientos de miles, y aun millones, expresan sin vacilación su disposición a cumplir cualquier misión internacionalista, y no solo la expresan de palabra, sino de hecho, como lo ha mostrado la historia de estos años (APLAUSOS).
No somos ricos —repito—, no somos todavía un país que en el orden económico e industrial nos podamos llamar desarrollado, según los índices de lo que se requiere para considerarse un país ya industrializado, aunque sí nos hemos desarrollado mucho en el orden social, en el orden político y en el orden cultural. En el orden social estamos por encima de los países capitalistas desarrollados (APLAUSOS), no todavía en el orden industrial, ¡lo seremos!, pero hemos demostrado lo que puede hacerse sin muchas riquezas.
Estamos conscientes de que creamos un mundo nuevo, y de ese mundo nuevo, estos niños, estos pioneros, son su mejor expresión.
Sabemos bien que estamos lejos todavía de poderles hablar de perfecciones. ¡No importa cuán grande sea la obra de la Revolución, no tenemos ningún derecho, ni nos sentiremos satisfechos de lo que hayamos hecho! La eterna inconformidad tiene que ser una de nuestras divisas, porque cuando alcanzamos algo, se sabe siempre que todavía puede alcanzarse mucho más (APLAUSOS). Y si se han hecho bien las cosas, se sabe que todavía pueden hacerse mucho mejor, y si se han hecho mal, con más razón hay que rectificar, perfeccionar, hacerlas bien y hacerlas mejor. Pero estamos muy conscientes de que nos encontramos enfrascados en la tarea de crear un mundo nuevo, que muchas cosas y más cosas podrán hacerse y mejor hechas, tenemos esa convicción, tenemos esa esperanza.
Y cuando hablamos de más y mejores cosas, estamos pensando, sobre todo, en lo que harán estos niños, adolescentes y jóvenes, será la tarea de ellos; empezarán con mucho más de aquellas cosas con las que empezamos nosotros, con mucha más cultura, con mucha más educación, con mucha más ciencia, con mucha más técnica, con mucha más organización, con instituciones y organizaciones que no existían siquiera en el pasado cuando comenzamos nosotros, nuestro Partido, nuestras organizaciones de masas, nuestras instituciones de todo tipo: de trabajadores, de campesinos, de mujeres, de estudiantes, de pioneros, de vecinos, y las demás instituciones sociales que agrupan a diversos sectores de la población; empezarán con todas las escuelas que no teníamos entonces, con los millones de graduados de 6to grado, de secundaria y de enseñanza media superior, y los cientos de miles de graduados universitarios, y los miles y decenas de miles de técnicos y de científicos, que laboran en los centros de investigación, con las instituciones creadas por la Revolución; empezarán con toda esa cultura que ellos reflejan, con toda esa conciencia que ellos tienen hoy y que no tenía nuestro pueblo en el pasado, con todo ese optimismo, con todo ese patriotismo, con esa alegría, con esa conciencia, con ese optimismo, con esa juventud, y podrán llegar lejos, ¡muy lejos! Ellos nos dieron las gracias a nosotros por la obra de la Revolución, ¡y nosotros les damos también mil gracias a ellos por la profunda esperanza que dejan en nosotros!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)