Mensaje de Fidel a la tribuna abierta de Manzanillo
Manzanilleros;
Bayameses;
Orientales:
No estaba entonces multiplicada por cinco nuestra querida provincia de Oriente cuando quiso el destino que nuestro diminuto Granma, con sólo dos pulgadas de combustible en sus tanques y ya de día, nos condujera irremisiblemente a la orilla pantanosa de Las Coloradas, en el municipio de Niquero, donde, descubiertos por el enemigo, hambrientos y agotados por larga travesía, iniciamos de inmediato nuestra azarosa marcha hacia la Sierra Maestra, cuyas primeras alturas ni siquiera se divisaban en la lejanía.
No podíamos entonces imaginarnos que aquella región donde después del peor de los reveses reconstruimos y desarrollamos nuestro pequeño ejército con los pocos combatientes dispersos que quedaron, sería convertida un día en provincia y llevaría el nombre del pequeño yate que nos trasladó desde México hasta ese rincón de Cuba.
Allí libramos los primeros combates victoriosos y batallas decisivas. Allí aprendimos a vencer y a no darnos jamás por vencidos. Desde allí salieron todas las columnas que luego invadieron el resto del país. Desde allí, en menos de dos años, luchando siempre en proporción no menor de 20 soldados adversarios por cada uno de nosotros, derrotamos totalmente al ejército enemigo el Primero de Enero de 1959.
Ese día exactamente, la gloriosa lucha iniciada a pocos kilómetros de Manzanillo en el ingenio de La Demajagua, hace más de 130 años, culminó en victoria total y por primera vez fuimos enteramente libres. Desde entonces nada ni nadie ha podido ni podrá derrotar a un pueblo como el nuestro.
Sin el apoyo de Manzanillo, de Bayamo, de todos los compatriotas que habitaban lo que hoy constituye el territorio de Granma, nada de lo referido habría sido posible.
No existe otro sitio en nuestra isla con más simbolismo y mejores augurios para proseguir la batalla de ideas y de masas que desde hace siete meses venimos librando frente al más poderoso imperio que jamás conoció la humanidad.
Han transcurrido apenas unas horas del emotivo regreso de Juan Miguel y Elián a nuestra Patria, convertidos en dos gigantes morales, y nuestra lucha, sin tregua ni descanso, se reanuda vigorosamente para entrar en una nueva y prolongada fase. No somos un pueblo que se detenga a saborear el placer de las victorias ni a vanagloriarse de sus éxitos. Con la experiencia adquirida y las formidables fuerzas acumuladas, no nos detendremos hasta que todos y cada uno de los justos objetivos que juramos en Baraguá hayan sido alcanzados.
A ningún país hemos arrebatado derecho alguno, a ninguno pretendemos privarle de los frutos del trabajo pacífico ni de su independencia; a nación alguna amenazamos, contra pueblo alguno hemos proclamado hostilidad belicosa, bloqueo ni guerra económica; a ninguno hemos declarado enemigo, mucho menos al pueblo norteamericano que, a pesar del mar de prejuicios y mentiras con los que siempre tratan de engañarlo cuando se buscan pretextos para cometer grandes crímenes, apoyó la justa causa del niño secuestrado y de su padre, como un día fue capaz de poner fin a la cruenta e injusta guerra que mató 4 millones de vietnamitas y asoló totalmente a un país pequeño y pobre del Tercer Mundo.
Nada nos importa quién pueda ser el próximo jefe del gobierno de la superpotencia que ha impuesto al mundo su sistema de poder hegemónico y dominante. Ninguno de los que aspiran a serlo nos inspira confianza alguna. Es inútil que inviertan innecesario tiempo en declaraciones y promesas contra Cuba para obtener el voto de unos cuantos apátridas que hasta se atrevieron a pisotear y quemar banderas norteamericanas. Cualquiera que fuese el nuevo Presidente de Estados Unidos, deberá saber que aquí está y estará Cuba con sus ideas, su ejemplo y la indoblegable rebeldía de su pueblo; que toda agresión y todos los intentos de asfixiarnos y ponernos de rodillas serán derrotados. Debieran bastar cuatro décadas de prepotencia, necia subestimación y bochornosos fracasos.
Desde el Primero de Enero de 1959 Cuba fue, es y seguirá siendo libre para siempre. Su capacidad de lucha y resistencia, su profunda cultura política, la conciencia y valentía de su pueblo demuestran que la Revolución Cubana, con su obra de justicia y sus nobles objetivos ha creado tal espíritu de solidaridad y heroísmo y se ha enraizado tan profundamente en el corazón de la Patria, que se ha hecho invencible.
Este sentimiento de confianza, seguridad y sano orgullo patriótico y revolucionario, es lo que deseo transmitirles hoy, 1º. de julio del 2000, un nuevo día que será inolvidable en la historia de Granma y de Cuba.
Fidel Castro Ruz