“De nuevo, en el año 1895, el pueblo volvió a luchar. Ya en aquella ocasión contaban con muchos hombres que tenían experiencias de la guerra anterior. Y así, hombres procedentes del campo, como los Maceo, Calixto García, Máximo Gómez que si bien había tenido alguna educación militar en su tierra natal, era también un hombre humilde dedicado a las tareas agrícolas, aquellos hombres asombraron al mundo con su capacidad de jefe, con su audacia, con su inteligencia, y muchos de ellos derrotaron a los mejores generales del ejército español, graduados en las escuelas militares de su país.
Y no fueron los combatientes los que pudieron pasear esa bandera, la bandera de la patria en la hora del triunfo, fueron los rapaces extranjeros, los cowboys del oeste, los agentes de la rapiña, los que hicieron ondear en los mástiles de la patria su bandera, su bandera imperial, su bandera de explotación, y fueron sus soldados los que sustituyeron a los soldados de España, los que implantaron su orden, los que ni siquiera dejaron entrar en Santiago de Cuba al glorioso general Calixto García.”