Palabras del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, al finalizar la Segunda Reunión celebrada el 8 de diciembre de 1978 con miembros de la comunidad cubana en el exterior
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Ya se firmó todo, ¿no?
Decía, que quiero que me excusen por no hacer un discurso formal, protocolar, para terminar esta reunión. Solo quiero decirles que estamos conscientes todos, de que hemos trabajado duro, tesoneramente, para alcanzar estos resultados. Y estamos conscientes también, de que no era tarea fácil. Y nosotros sabemos perfectamente bien, que ustedes han tenido que enfrentar incomprensiones, incluso riesgos.
La vez anterior dije que habían tenido el valor de enfrentar esos riesgos. Creo que para cada uno de ustedes es una importante prueba de valentía moral. Yo también a veces veo un periódico de esos que se editan allí, a veces he visto alguno que otro casete de las cosas y comprendemos perfectamente bien que amargo es a veces enfrentarse a una tarea como esta, dentro de ese clima.
Pero si no fuera difícil en ese sentido, creo que no tendría ningún mérito lo que ustedes han hecho. Se bien que es difícil y que se necesita convicción, se necesita decisión para desafiar todas esas apariencias, porque se tratan de apariencias, todos esos fuegos artificiales, que los enemigos de este esfuerzo han realizado. Como sé que es difícil, que eso requiere valentía, por eso aprecio muchísimo el mérito de ustedes.
Desde luego, nosotros hicimos nuestros planteamientos el 6 de septiembre. Y estábamos tan decididos como ustedes a llevar adelante la idea, a pesar de las dificultades.
Considero que lo que hemos hecho se va a traducir en beneficio para muchas personas, pero créannos que también nosotros hemos necesitado una dosis alta de valentía moral para hacerlo, puesto que no transcurren en balde 20 años como los que trascurrieron en medio de grandes incomprensiones y de grandes hostilidades e importantes acontecimientos. Pero nosotros, sobre todo, hemos puesto a prueba la convicción, la solidez de nuestro pueblo del lado de acá, de la comunidad que radica aquí en la isla, que se caracteriza por el apasionamiento, se caracteriza por el ardor con que ha luchado durante todos estos años, la convicción y la forma tan digna, tan elevada, tan valiente con que ha enfrentado las amenazas, los bloqueos, las agresiones, todo. No hay que olvidarse que esta comunidad que esta radicando en la isla tuvo que atravesar por experiencias, incluso, como la Crisis de Octubre, que fue un momento realmente dramático, extraordinariamente arriesgado. Y no sé si ustedes saben que una de las cosas que caracterizo a nuestro pueblo en esos momentos tan difíciles, que posiblemente es uno de los más difíciles, uno de los más arriesgados, uno de los más peligrosos que ha vivido el mundo, y donde nuestro país fue centro de esa crisis, nuestro pueblo se caracterizó por la serenidad, por la ecuanimidad y por la decisión de afrontar cualquier riesgo con una dignidad realmente increíble.
Hablo de las características estas que definen a nuestro pueblo, y para nuestro pueblo tampoco era fácil comprender todo esto. Nosotros, sin embargo, confiamos. Confiamos, en primer lugar, en su confianza. Confiamos en la confianza del pueblo en la Revolución, en la seguridad que ha tenido siempre de la dirección de la Revolución ha actuado correctamente y honestamente, seriamente y revolucionariamente.
Yo creo, sinceramente, que esto que hemos hecho y que estamos haciendo es revolucionario. Si nos hubiésemos dejado llevar por la rutina, por las cosas más fáciles, entonces no habríamos emprendido esto que estamos haciendo. Creo firmemente que no lo haríamos si no fuéramos revolucionarios. Creo que lo hacemos porque somos revolucionarios.
Ser revolucionario, en nuestro concepto, implica desafiar la rutina, desechar los caminos fáciles y, muchas veces, emprender caminos difíciles. Pero nosotros no tenemos ninguna duda de que lo que estamos haciendo es altamente positivo, es altamente constructivo, es altamente moral, y que ello se traducirá en beneficio de todos los cubanos: de la comunidad cubana en el interior y de la comunidad cubana en el exterior.
Creo que cualesquiera que sean las incomprensiones de ahora, las dudas, el futuro consignará con reconocimiento esto que estamos haciendo.
No quiero ser grandilocuente ni emplear frases muy grandilocuentes, porque si uno las emplea dice y dice, como dije yo, que aunque no nos proponíamos escribir una página de la historia, tal vez la estábamos escribiendo –porque algunos de ustedes dijeron que estaba escribiendo una página de la historia, y yo coincidí con eso, porque tal vez lo estábamos haciendo-, los hombres no deben actuar para escribir páginas en la historia. Eso no tiene sentido. Pero siempre la historia consigna las cosas que tienen algún valor humano, social, político, y nosotros creemos que esto tiene valor, un alto valor humano, social y político.
Esta no es una reunión para que nosotros nos hiciéramos propaganda, ni ustedes ni nosotros. No era una reunión para que nosotros simuláramos ser que somos de una forma o de otra. En realidad, en esta reunión, creo que ustedes han sido como son, y nosotros hemos sido como somos. Y hemos discutido nosotros y ustedes con absoluta sinceridad, con absoluta honradez, con absoluta libertad, con absoluta confianza. Creemos que si no se actúa así, nada tiene éxito, y creemos, además, que si no hubiéramos actuado siempre así la, la Revolución no existiría, la Revolución habría sido derrotada. Creemos que lo que lo que le ha dado fuerza a nuestra Revolución, por encima de las maravillas de la tecnología, de las riquezas, del poder militar y político de nuestros adversarios, ha sido esa profundidad moral y esa honestidad que la ha caracterizado. Y así han sido estas reuniones, así han sido los resultados. Nuestro interés primordial, de ahora en adelante, es que todo lo que hemos acordado se cumpla hasta la última palabra, la última como y el último punto, y que no se pueda decir que nosotros, puesto que nos corresponde la mayor parte ahora de la tarea, dejemos de cumplir absolutamente nada, y lo cumplamos con absoluta pulcritud.
No saben la pena que me dio ese error mecanográfico como lo llamaron aquí; pero yo creo que fue más error de precipitación y de varias gentes trabajando en máquinas de escribir diferentes y haciendo listas. Y me dio una inmensa pena ese pequeño detallito, si, ese detallito de que apareciera un nombre dos veces, puesto que nosotros nos proponemos cumplir con la más absoluta pulcritud y honestidad lo que hemos acordado.
Y creo, estoy seguro de que aunque hemos tenido que trabajar duramente, y aunque ustedes han tenido que abandonar sus ocupaciones habituales, viajar, gastar de sus escasos recursos, para arribar a estos resultados, los frutos realmente lo justifican.
No se desalienten por la mala fe de alguien. No se desalienten jamás por las campañas, las intrigas, las mentiras, los insultos. Sosténganse en la convicción de que han hecho algo absolutamente correcto, lo más correcto que puede hacerse. Y estoy seguro de que ningún resentimiento, ninguna mala fe, ninguna envidia podrá arrojar ninguna mancha sobre lo que ustedes han hecho. Y estoy seguro de que tanto ustedes, como nosotros, nos sentiremos siempre satisfechos de este esfuerzo que en común hemos realizado.
Muchas gracias.