Federación Estudiantil Universitaria: herencia de las raíces y de la historia
La Federación Estudiantil Universitaria (FEU) cumple 95 años el 20 de diciembre con la misma vocación de firmeza política y social del primer día, con el espíritu indómito y juvenil de su fundador y la vocación de interactuar con su tiempo. Siempre a la vanguardia, fiel a su esencia de cuna y fragua.
Quienes muchas veces han visto las imágenes de Julio Antonio Mella -su creador-, más que actuales, como envueltas en un destello muy moderno, sepan que llevan la razón. Sus instantáneas expresaban al Mella interior, al hombre de avanzada en la acción y el pensamiento que llevaba dentro.
Y si hay una obra que hizo al combatiente, asesinado tan temprano con solo 26 años, un héroe joven y de todos los tiempos, fue la creación de la FEU. Y miren que Mella hizo mucho más, como fundar junto a Carlos Baliño, en 1925, el primer Partido Comunista de Cuba.
Además, en octubre de 1923 bajo su dirección y organización se realiza el Primer Congreso Nacional de Estudiantes.
Al mes siguiente de ese mismo año abre sus puertas una obra que parecía increíble en su tiempo, si no hubiera sido un proyecto de él: la Universidad Popular José Martí. Allí se impartirían conocimientos académicos e ideológicos a los trabajadores, a los desposeídos de siempre.
Como estudiante y dirigente de sus compañeros en las aulas de la Universidad de La Habana practicó deportes y expresó su formidable ideario político, no solo teórico sino con metodología de lucha organizativa y práctica desde las páginas de la revista Alma Mater, también símbolo de esa venerable institución desde esos históricos tiempos de principios del siglo XX.
Después del cobarde asesinato de Julio Antonio por órdenes del tirano Gerardo Machado, la FEU heredó su batón en la lucha, contra el machadato y contra la politiquería venal que le siguió en los años posteriores. Y hubo otros estudiantes revolucionarios, formados en aquellos claustros que ofrendaron su vida en la lucha.
Desde su creación, la FEU nunca estuvo ajena a la situación político y social del país y al drama que la inequidad y las injusticias causaban al pueblo. Se acercó al movimiento obrero, a líderes progresistas de Cuba, a su entorno latinoamericano. Estuvo al lado y combatió por una justa reforma universitaria.
Hoy se reconoce como Presidente de Honor a José Antonio Echeverría, quien también cayó asesinado bajo la dictadura batistiana el 13 de marzo de 1957. Fue un ejemplar y combativo presidente de la FEU, muerto a los 24 años cuando, al frente del Directorio Estudiantil –brazo armado de la FEU- dirigía una acción que pretendía hacer justicia contra el dictador, en apoyo a la lucha en las montañas de la Sierra Maestra.
Pero son más los héroes o incluso grandes líderes políticos surgidos desde las luchas de la FEU, como el Canciller de la dignidad Raúl Roa García y Rubén Batista.
El Comandante en Jefe Fidel Castro afirmó en más de una ocasión que fue a su paso por las aulas de la Universidad de La Habana, de donde egresó como graduado de Derecho, cuando se hizo revolucionario.
Una revelación trascedente que todos guardan en su corazón, tal y como él hiciera con ese recuerdo.
Hoy, cuando ese mismo líder pobló a Cuba de nuevas universidades, tras el triunfo de la Revolución, e hizo de la instrucción superior no un privilegio de una reducida casta, sino un derecho de todos, la Federación Estudiantil Universitaria también se extendió en número y fuerza, y tiene una influencia de un gran alcance nacional.
Sus miles de afiliados se precian de ser tan alegres y entusiastas como lo reclama su tiempo, y se mantienen solidarios, unidos. Son jóvenes preocupados y ocupados por el destino de su país, que buscan seguir conectados con el fluir de la sociedad y el fluir del mundo. Estudian, hacen arte, deporte, investigan, se preparan para la defensa, hacen labor comunitaria.
Movilizativos, combativos, aportadores, podría decirse eso de ellos. Se nutren de la herencia, de las raíces, de la historia. Hacen mucho ruido, pero con muchas nueces también, aunque a veces a algunos no les parezca. Conocen bien de la vida de los padres fundadores. Se parecen a su tiempo sí, pero por dentro está el hilo conductor sagrado de la continuidad y fidelidad a la Patria. El que los asegura como fieles defensores de la tierra que los vio nacer.