Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto por el XXXV Aniversario de la Campaña de Alfabetización, efectuado en el Teatro "Lazaro Peña", el 22 de diciembre de 1996
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Queridos maestros, profesores y dirigentes de la educación:
Ellos me dicen que les diga qué otra cosa tienen que hacer, y lo primero que hacen es decirme que venga a esta tribuna a pronunciar un discurso (RISAS). Suerte para ustedes que ayer se terminó el XI Foro de Ciencia y Técnica, y allí me pidieron que dijera unas palabras y a mí se me pasó un poco la mano y me extendí más de lo habitual.
En este caso yo, realmente, con mucho placer les hablo, los saludo, los abrazo y los felicito (APLAUSOS).
Siempre fue como algo sagrado y respetado por todo el pueblo el educador. Antes se hablaba solamente de maestros, hoy se habla de educadores por el gran número de escuelas de otro tipo: secundarias, escuelas medias, escuelas especiales y círculos, donde tenemos tantos educadores que se han graduado de nivel superior, por eso digo que siempre fueron muy respetados los educadores, pero nunca lo fueron tanto como hoy; siempre tuvieron muchos méritos ante nuestra sociedad, pero nunca tantos méritos como hoy.
Esto tiene raíces profundas, porque ya ven ustedes cuánto tiempo y cuánto pensamiento dedicó Martí a la educación y a los maestros, ya que desde los primeros luchadores por la independencia hasta hoy, siempre el educador fue un símbolo de lo que significaba la independencia, la patria y la libertad.
Si ustedes hubieran podido participar en el foro que les mencionaba anteriormente, con seguridad se habrían sentido muy orgullosos, y cuando yo hablé lo primero que me vino a la mente fue el trabajo que ustedes han hecho en estos años; incluso el que habían hecho antes de la Revolución, porque habían logrado que al menos una parte del pueblo tuviera una cierta educación, que ustedes habían alcanzado en condiciones muy difíciles, y eso ayudó a la Revolución desde antes del triunfo del 1ro de Enero.
Yo les explicaba a los científicos y a los que estaban presentes en aquel foro que esto que tenemos hoy, y repito, digno de orgullo, comenzó por la Campaña de Alfabetización.
Hoy las cosas que se hablan allí parecen cosas de sueño, con los resultados y logros que van obteniendo nuestros científicos; pero nosotros no teníamos entonces 30 000 trabajadores científicos como hoy, había alrededor de 100 trabajadores, contándolos a todos, en el área de la ciencia.
Hace 35 años no se podía mencionar todo lo que a lo largo de este tiempo se ha alcanzado, cuando el número de analfabetos y de semianalfabetos era de no menos de 30% —esas cifras siempre están un poco imprecisas—, porque a quien había cursado un grado no lo podríamos llamar hoy un alfabetizado, o un segundo grado, un tercer grado, un cuarto grado. Hoy prácticamente quien solo tenga la enseñanza primaria se puede considerar un analfabeto.
El camino aquel fue largo, muy largo. Era imposible no recordar algunas de las cosas que hemos visto hoy en este documental tan breve que se queda uno con deseos de seguir viendo cosas; era imposible no recordar aquel entusiasmo con que masivamente se incorporaron los maestros, la juventud y los estudiantes a esta tarea. Prácticamente se le dedicó un curso, la campaña comenzó en enero para tratar de salvar el curso, no perder un curso, no estábamos en condiciones de perder un curso, puesto que se abrieron de nuevo las universidades que teníamos y empezaron a crearse nuevas universidades; pero no había suficientes graduados de bachiller para las universidades, y muchos de los que se graduaron o estaban al graduarse fueron llamados para incontables tareas que emergieron de la propia Revolución en todas las ramas del país.
Pero la primera trinchera a tomar era esta cuestión de la alfabetización. Yo decía que podía ser un 30%; pero, ¿quién puede asegurarlo, en una sociedad donde había, como se dijo aquí, 500 000 niños sin escuelas? El número de analfabetos tenía que seguir creciendo. Crecía la población, pero no crecían las escuelas, ni crecían los empleos de maestros, y una de las grandes contradicciones era esa, 500 000 niños sin escuelas y 10 000 maestros sin empleo. Ese es el capitalismo, lo que teníamos aquí; por no querer aceptarlo, nos castigan y nos quieren hacer desaparecer de la faz de la Tierra.
Se pueden mencionar muchas citas, por ejemplo, acerca del número de escuelas de nivel medio que había, unas pocas; algunos institutos en determinadas ciudades; las universidades: la de La Habana; estaba ya la de Villa Clara, que se creó gracias al esfuerzo de algunos prominentes villaclareños, y la de Santiago de Cuba. Los que no tenían universidades en sus provincias no podían estudiar, lo hacían únicamente los que dispusieran de algunos recursos económicos. La gran masa del pueblo no tenía ni esperanza de llegar a las universidades, y aquellos que podían llegar —por las razones que expliqué— iban a algunas casas de huéspedes, los demás no.
Pero hablamos de universidades. No podían llegar a la escuela secundaria porque no había, y no podían llegar a los preuniversitarios porque no había o había muy pocas de estas instituciones. El hombre de pueblo no podía ser ya ni siquiera un graduado de secundaria básica, ni de preuniversitario, porque tenía que pasar casi los mismos trabajos que para ir a la universidad.
Realmente aquel esfuerzo valiente de nuestro pueblo, audaz, de erradicar el analfabetismo en un año, como aquí se dijo, solo podía concebirse con una revolución.
¿Es que acaso aquel capitalismo que teníamos en Cuba, aquella politiquería, aquella división, aquella fragmentación, aquella sociedad de explotadores y explotados podía movilizar 100 000 estudiantes para irse a las montañas, a los campos, a los poblados? Muchos de ellos nunca habían estado ni siquiera en el campo, y dieron la respuesta, se organizaron y partieron.
Aquí se mencionaron los nombres queridos e inolvidables de Conrado Benítez, Manuel Ascunce, Delfín Sen y otros que fueron asesinados por agentes del imperialismo, de ese imperialismo que habla de los derechos humanos y ha sembrado de cadáveres todos los continentes. Agentes mercenarios, pagados, armados por ellos, fueron los que cometieron esos crímenes contra los alfabetizadores.
Recordaba, que no se había mencionado hasta que lo hizo Abreu, que una de las cosas más importantes, más traumáticas es que cuando más de 100 000 maestros y profesores estaban dando esa batalla histórica, se produce la invasión mercenaria de Girón. No será posible olvidar jamás que en ese momento en que se trataba de enseñar a leer y a escribir a un millón de personas, nos invaden.
¡Qué democracia! ¡Qué gladiadores en favor del hombre y en favor de la humanidad! Si un hombre tiene que utilizar las huellas digitales para identificarse, como lo tenían que hacer cientos y cientos de miles de cubanos, porque hablamos de gente ya de cierta edad, los considerábamos analfabetos, qué cosa tan humillante; y cuántos millones de humillaciones recibieron millones de compatriotas, porque los analfabetos se reproducían también, vivían, morían y nacían.
A lo largo de esa neocolonia que implantaron aquí después de las heroicas y gloriosas luchas de nuestros antepasados, a lo largo de todo ese tiempo, cuántos compatriotas nuestros sufrieron de esa humillación, y estoy hablando solamente de la humillación de tener que usar las huellas digitales. Es que no tenían empleo la inmensa mayoría, o le daban los peores empleos; era la fuerza que suministraba los trabajadores de la zafra y de las tareas más duras en todos los sentidos. Ser analfabeto era terriblemente humillante, degradante para el ser humano; y fue en ese momento, ese momento tan noble, uno de los más nobles, si no el más noble de la Revolución, cuando invaden el país.
Allá estaban los jóvenes en los picos de las montañas y no se movió un solo alfabetizador, no se detuvo la campaña, siguió. Los mercenarios fueron derrotados rápido, en menos de 72 horas, y del mismo modo en que fueron derrotados los mercenarios fue derrotado el analfabetismo en nuestro país; pero era solo el comienzo, vino después lo que se llamó la continuación.
Aquel mismo año se crearon 100 000 becas para los jóvenes que habían estado alfabetizando, ¡cien mil becas!, y las casas de los burgueses, que se habían marchado en muchos lugares, sirvieron precisamente de albergues, ¡y magníficos albergues! Miles de instalaciones se convirtieron en albergues para aquellos estudiantes, así empezó la campaña de las becas, y ya tuvieron desde ese mismo año oportunidad de estudiar en cualquier parte del país. Dos años antes se habían creado 10 000 plazas de maestros.
Vean lo que hizo la Revolución en los primeros dos años, 1959, 1960, 1961; antes de cumplir exactamente los tres años les había dado empleo a todos los maestros, ya había creado escuelas primarias en todo el país: desaparecieron las cifras de niños que no tenían escuelas y desapareció el analfabetismo. Claro que aquello era un comienzo, como decía; pero ya no se podía hablar de analfabetismo, las cifras se habían reducido a números insignificantes, y hubo de todo, hasta abuelos con 80 y 90 años que se alfabetizaron, hubo casos de esos. Desde luego, no estaba dirigido a esa categoría de personas, ni eran tantos los que vivían tantos años en nuestro país, en las condiciones sanitarias de Cuba.
Se crearon también en ese período los maestros voluntarios, porque para ir a dar clases a lugares distantes, para cumplir esa tarea, no todos los maestros estaban preparados, y hubo que buscar estudiantes que se hicieran maestros.
De tal manera aquello nos afligía, o nos preocupaba, que las primeras escuelas que hicimos las hicimos en las montañas; claro, no era posible, no era lo más práctico. Las primeras escuelas de maestros las hicimos en las montañas, pero después las fuimos extendiendo a montañas, llanos y ciudades, hasta disponer de todos los maestros titulados; porque en aquel tiempo lo que se discutía en una escuela era si era un maestro titulado o era un estudiante de preuniversitario, o hasta de secundaria, o un vecino de cierto nivel cultural que iba a dar clases en la primaria.
Este proceso por etapas se fue repitiendo. Bueno, escuelas primarias hubo que construir, pero llegó un momento en que la gran masa estaba en cuarto grado, quinto grado y sexto grado, y no había escuelas secundarias; pero tampoco había maestros, era peor, no había profesores de secundaria.
Ya por aquellos tiempos estaban desarrollándose las ideas de combinar el estudio y el trabajo, con las primeras escuelas al campo y en el campo que empezaron a funcionar más adelante. Se empezó a cumplir ese precepto martiano: por la mañana en el campo y por la tarde en las escuelas, o a la inversa, y un precepto marxista también, porque estaba en la doctrina marxista la cuestión de la combinación del estudio y del trabajo. Y eso surgió porque ellos descubrieron las ventajas que podía tener, y descubrieron el fenómeno que existía en Europa, especialmente en Inglaterra, país que comenzaba la industrialización, o era de los más industrializados de Europa, donde a los niños los hacían trabajar 14 horas. Es decir, los niños habían demostrado, a cierta edad, la capacidad de trabajar; allá los ponían a trabajar a los seis o a los siete años.
Era necesaria la combinación, porque el socialismo busca una sociedad sin clases, no una sociedad de explotadores y de explotados. Esa era una idea que recuerdo que influía mucho en el ánimo de nosotros, yo decía: Bueno, ahora, si todo el mundo estudia se acabarán los trabajadores manuales; si no se combina el estudio y el trabajo, se desarrolla una sociedad exclusivamente de intelectuales.
En muchos de estos temas hubo que meditar bastante, porque nosotros incluso soñábamos con la idea de que toda la población tuviera un día nivel universitario, pero no nivel universitario para ganarse la vida como profesional universitario. Sin los trabajadores manuales no puede vivir la sociedad, pero eso no está reñido con la idea de que un trabajador manual tenga una altísima cultura, y yo citaba el ejemplo del tractorista, que si fuera ingeniero mecánico sería mejor.
Los sueños eran muy elevados en el sentido de que un día toda la sociedad tuviera un nivel, y son sueños a los que no debe renunciarse, pero que no pueden conciliarse con las realidades económicas; ya el problema es de otro tipo, es de economía, de recursos, de productividad del trabajo, pero algún día la sociedad tendrá que marchar hacia eso.
Nosotros, por ese camino, buscando fórmulas revolucionarias, fuimos tratando de resolver: que hay decenas de miles que se gradúan en la primaria y no tienen escuelas, no podíamos detenernos ahí y crear una nueva forma de analfabetismo; no teníamos las escuelas y se organizaron decenas y decenas de brigadas de construcción de escuelas secundarias. Y ya las hacíamos en el campo, lo cual resolvía otros problemas del país, además del educacional. Mucha gente cuando tuvo oportunidad de otro empleo se marchó del campo, y había muchas actividades de tipo agrícola, frutales, vegetales, no el trabajo en la caña, solo en un lugar hicimos una experiencia de preuniversitario en el campo en un área cañera, como prueba; pero se buscó el tabaco, se buscó el café, se buscaron los vegetales, las frutas y actividades que podían realizar perfectamente bien los adolescentes.
Recuerdo que en un año se construyeron hasta 100 escuelas secundarias de 500 alumnos, capacidades para 50 000 estudiantes en un solo año, por esas brigadas especializadas en montar escuelas, y así se construyeron cientos de escuelas. También se construyeron algunas filiales pedagógicas, y los aspirantes a profesores, a una hora recibían clases y a otra hora daban clases; lo que aprendían por la mañana lo enseñaban por la tarde, o lo que aprendían por la tarde lo enseñaban por la mañana, muchos alumnos de preuniversitario.
Creo que en aquellos momentos los primeros que escogimos para el destacamento "Manuel Ascunce" eran alumnos de 10mo grado, voluntarios también, y se inscribían por miles todos los años. Y muchos de los mejores cuadros de la juventud, de la FEU y de los centros preuniversitarios iban a cumplir ese deber. A cada rato había que hacer un llamamiento a la juventud, a los bachilleres o a estudiantes universitarios, lo mismo para que fueran a aprender a manejar cohetes, radares y cosas de esas de la defensa que requerían un nivel, que para enseñar en las montañas, que para hacerse maestros de secundaria básica. Por eso no había bachilleres; pero seguía creciendo la gran masa que se inició con la alfabetización, y llegaron a la secundaria y a los preuniversitarios.
Lo que ocurrió con las secundarias, ocurrió con los preuniversitarios, y hubo que repetir la misma fórmula. Pero no fue eso solo, estaban las escuelas tecnológicas y hacían falta los profesores de las tecnológicas: la misma receta. Y como la Revolución nunca dejó ni dejará de ser ambiciosa en cuanto a todo aquello que pueda estar al alcance de sus manos, hacían falta atletas e instructores de educación física, no solo para formar campeones, sino para llevar la educación física a las escuelas, a las primarias, a las secundarias, a los preuniversitarios, y se hicieron las escuelas de profesores de educación física en todas partes, esas no estaban solo en La Habana, y se graduaron.
Después vinieron las escuelas vocacionales militares, las escuelas vocacionales para los alumnos más destacados, y se hicieron en todas las provincias, no en una sola provincia. En La Habana, sí, empezamos por La Habana, aunque la primera secundaria en el campo se hizo creo que en Jagüey, o tal vez fue la "Che Guevara", en La Habana. Más tarde las escuelas vocacionales se convirtieron en escuelas vocacionales de ciencias exactas, que son excelentes escuelas.
Después de todo esto venían las universidades, cuando ya podíamos disponer de bachilleres, y así las universidades llegaron a casi medio centenar. Yo dije ayer más de 40, para no exagerar; eran cuarenta y tantas, ¿no? (Le dicen que 46.) Si hubieran llegado a 52 habríamos tenido dos por cada día del mes de julio que precedió al ataque del Moncada; pero 46 recuerda en parte al 26, fue casi el doble del 26, podríamos decir. Y así, la explosión en esos niveles.
Pero habían surgido los estudios dirigidos para trabajadores. También antes había surgido, en el Seguimiento, la Educación Obrera Campesina; son tantas cosas que se corre el riesgo de que algunas se olviden. Además, surgieron los círculos infantiles, ya desde bastante temprano, para ayudar a las mujeres a medida que se incorporaban al trabajo (Ross le dice que también las escuelas de arte).
¡Ah!, no había mencionado las escuelas de arte, que Ross se acordó; yo me estaba acordando de otra. Las de arte también, de las primeras, incluso donde está la Escuela Nacional de Arte hoy, donde había un gran campo de golf con algunas residencias allí, construimos el Instituto Superior de Arte.
Estaba pensando en las escuelas especiales; no es posible que se nos queden fuera de la lista, es una de las mejores cosas que ha hecho la Revolución, eso de garantizarle a cada niño que lo necesite la enseñanza especial y que decenas de miles de niños estén en esas escuelas, que hay de todo tipo, desde minusválidos, o niños que tienen grandes deficiencias visuales, o niños que son ciegos, o niños que tienen deficiencias auditivas o son sordos, o niños que tienen determinados tipos de atrasos, atraso mental, por ejemplo, esos casos se dan. ¿Qué ocurría antes con esos niños? Andaban por las calles arrastrándose, pidiendo limosnas.
Por eso es que tenemos que luchar todavía por educar a quienes faltan por educar aquí, que son muchos adultos y, sobre todo, muchos padres que permiten y hasta instigan a los hijos a que vayan a pedir limosnas, ahora que vienen extranjeros con el turismo. Es una cosa contra la que hay que librar una batalla política, ideológica y educacional. ¿Qué niño aquí tiene necesidad de ir a pedir una limosna, cuando la seguridad social los protege a todos sin excepción; los hospitales los atienden a todos sin excepción, niños y adultos? Entonces quieren reconstruir aquí el cuadro que se ve en el mundo capitalista.
Hay valores de este tipo que hay que defenderlos, como hay que luchar contra toda tendencia a la prostitución, y luchar decididamente contra cualquier tendencia a la droga. Este es el país más limpio del mundo. A ver si alguien se acuerda de alguno que lo sea en grado superior. Sí, hay otros países que luchan, pero el país más limpio en cuestiones de drogas es este país. Y no podemos permitir jamás que ese horrible fenómeno de la prostitución infantil se insinúe siquiera en este país. Es el capitalismo el que ha establecido las drogas en el mundo, la prostitución infantil, la mendicidad y todas esas cosas, con las cuales nosotros tenemos que mantenernos muy firmes y muy duros.
Mencionábamos anteriormente que no fue solo la secundaria, ni fue solo la preuniversitaria, sino que todas, las más variadas enseñanzas, se promovieron en nuestro país. Por eso hoy nuestro país es el que más médicos tiene por amplio margen, y buenos médicos, con buenos programas, y presentes en los hospitales y en los policlínicos desde los primeros años; por eso tenemos alrededor de 30 000 médicos de la familia, prácticamente todos los que se necesitan, y una reserva de médicos igual que tienen ustedes una reserva de pedagogos, de donde salió esa excelente directora que nos dirigió hoy la palabra. Reserva de médicos por si alguien se enferma, o para que puedan estudiar los demás, igual que se creó una reserva de maestros para que otros maestros pudieran estudiar.
Así esta revolución ha mantenido miles y miles de maestros estudiando, sobre todo aquellos que ingresaron en las escuelas de maestros con sexto grado. Después entraban con secundaria básica y más tarde con preuniversitario; fuimos elevando los niveles de los que ingresaban en todas estas instituciones, gracias a una reserva de maestros que hemos mantenido, bajo el principio de que el maestro, como el médico, nunca sobra. En todas partes hace falta un maestro o un profesor, un educador, como les llaman ustedes; en todas partes hace falta un médico.
Ojalá un día la sociedad pudiera tener reservas en todas las ramas más importantes. En vez de tener un ejército de desempleados como tienen los capitalistas, tener ejércitos de reserva que sirvan para que los demás estudien, porque hay una realidad —y ayer la mencionábamos en el foro de ciencia y técnica—, el mundo del porvenir es un mundo de la ciencia y de la técnica; el país que se quede rezagado en eso, se quedará rezagado para siempre.
Hemos creado las condiciones del futuro. El futuro no es este, el futuro está por delante. Este fue el futuro de ayer, y mucha lucha hubo que librar para crear este presente que tiene tantas cosas de estas que hemos estado mencionando que no existían antes.
Es que hoy tenemos —como les decía— hasta un ejército de científicos. ¡Cómo habríamos podido llegar a eso, al XI foro clausurado ayer! ¡Cómo hubiéramos podido escuchar las maravillas del esfuerzo que están haciendo nuestros científicos sin todo esto de que estamos hablando y que precedió ese foro! Aun en aquel terreno tendremos que trabajar mucho, y ahí está nuestro porvenir.
Vean cuántas cosas nacieron aquel año 1961 y aun desde antes de 1961, hace 35, 36 ó 37 años. Esta es la cosecha. No son palabras, no son folletos, no son programas; son realidades que están aquí y que hacen a nuestro país el país más justo de la Tierra, aunque haya diferencias todavía, y aunque el período especial y las medidas que hemos tenido que tomar establezcan diferencias con las cuales nadie simpatiza, pero que cualquiera está dispuesto a soportar con tal de librar esta batalla del período especial y de salir adelante en estos años tan difíciles en que nos quedamos solos.
Esta batalla de ahora, ¡ah!, esta será una de las más históricas, porque habrá un día que reunirse también para conmemorar el trabajo de los educadores en el período más difícil de la Revolución, en el período especial (APLAUSOS).
Estamos muy conscientes de que este es uno de los sectores más abnegados y que ha cumplido con mayor patriotismo sus deberes en estos tiempos en que se puede salvar o se puede perder la patria, en que se puede salvar o se puede perder la independencia, en que se puede salvar o se puede perder todo lo que hemos hecho y que jamás este país habría logrado con aquella plaga de politiqueros y de ladrones a las que quisieran devolvernos hoy las mafias contrarrevolucionarias que trabajan desde el extranjero, a las que quisieran devolvernos hoy los imperialistas.
Estas conquistas no pueden, ni permitiremos jamás que se pierdan, y no lo permitirá el pueblo, ¡no lo permitirá! (APLAUSOS.)
Ayer entre los científicos se dio un hecho que se convierte en una anécdota, entre aquellos hombres y mujeres de todos los sectores, incluido un numeroso grupo de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias: al final del evento fueron visitados por los compañeros de la juventud y de los estudiantes que están trabajando en la organización del festival —ese festival que vamos a organizar con período especial y sin gastar un centavo, pagándose los gastos de viaje los que vienen, albergándose en casas de familias o en algunas instituciones que puedan estar libres—, ellos están recaudando los fondos para el festival, e hicieron una colecta entre los mil y tantos delegados y recogieron 1 200 pesos y solo 15 centavos en divisa convertible, ¡quince centavos de dólar!
Yo les decía que era una de las cosas más simbólicas, más valiosas que habíamos visto, una muestra de la honradez, y más que de la honradez, de la modestia y el desinterés con que trabajan nuestros científicos, hombres y mujeres, muchos de los cuales tienen una enorme preparación. Pudieran ganar lo que quisieran en otras partes, solo tenían 15 centavos de dólar.
Yo miraba aquello y meditaba. Sí, los cambios han hecho que las situaciones no sean iguales, y que unos tengan algunos ingresos en divisas, de una procedencia o de otra; incluso, hay cientos de miles de trabajadores que reciben algún estímulo adicional a su sueldo, trabajadores en el azúcar, en la minería, en algunas cosas. Es elevado el número ya y crece por año, y en la medida que lo podamos hacer lo haremos, a medida que vayamos avanzando; pero no dejaba de ser admirable el hecho real, en aquel foro, de la contribución de gente generosa y que ha entregado 1 200 pesos. Y no es que sobren los pesos, porque ustedes saben que los pesos ya empezaron a escasear (RISAS), era una necesidad de la economía.
Grandes esfuerzos tuvo que hacer el país por el daño terrible que nos hacía ese mar de dinero en la calle con que tuvimos que enfrentarnos a causa del inicio del período especial. Hemos avanzado y tenemos que seguir avanzando, y las distintas medidas han logrado ya que antes se pagaba por un dólar hasta 150 pesos y hoy se consigue un dólar con 20 pesos (RISAS).
¿Ustedes no lo sabían? Mejor es que no lo sepan, no se vayan a poner a cambiar (RISAS). Hay unas casitas de cambio y se ha revalorizado el peso, lo cual tiene una enorme importancia para la economía y una enorme importancia en el exterior, porque ningún país ha obtenido esos resultados en materia de finanzas, que son básicos para poder avanzar también en la producción material. Si la gente no se interesa por trabajar entonces no avanzamos.
Ha sido muy importante para el país revalorizar el peso, y estoy seguro de que si hicieran la misma colecta aquí —yo no la recomiendo (RISAS)—, si acaso llegan a 10 centavos en divisas, es porque a alguien se le quedaron en el bolsillo de casualidad, si los tuvo en algún momento.
Revaloricemos nuestra moneda. Algunos precios los han ido rebajando. En lo del mercado agropecuario, sin incluir el ciclón, que vino a perturbar un poco la cosa, sus precios bajaron, y han ido bajando; llegará el día en que no habrá dos monedas. Y estamos hablando de un país bloqueado, no podemos olvidarnos; es como si pusieran a alguien a boxear en una olimpiada y le amarraran los pies y las manos, y dijeran: Miren que mal boxeador es (RISAS).
Eso es lo que hace la propaganda imperialista con nosotros; pero nosotros, incluso, con los pies y las manos amarrados hacemos cosas (APLAUSOS).
Le damos un cabezazo bien dado y noqueamos a cualquiera, la cabeza tenemos que usarla en un doble sentido: como sabios y como un toro Miura (RISAS), tenemos que portarnos como unos miuras sabios; o un rodillazo bien dado, o algunas otras técnicas. Así es como tenemos que luchar nosotros, en esa situación, realmente. Sin embargo, como aquí se dijo con orgullo, no se ha cerrado una sola escuela, no se ha quedado sin trabajo un solo maestro. Es verdad que no podemos retribuirlos como se lo merecen, sinceramente; pero hemos repartido lo más justamente posible en esta situación y logramos eso.
¿Qué país de América Latina, con su neoliberalismo y con la filosofía imperialista, puede decir eso de que no ha cerrado una sola escuela? ¿Hay alguno? ¿Hay alguno en el mundo, o en Europa, incluso, que diga que no ha cerrado una sola escuela? Están cerrando también ellos escuelas y hospitales, con sus ideas neoliberales, con ese capitalismo más reaccionario que quieren implantar en el mundo.
¿Cuál puede decir que no tiene un analfabeto? Vean qué cosa, y vean qué tipo de democracia conciben.
Aquí nosotros, para tomar medidas que implican algún sacrificio, reunimos la Asamblea Nacional, vamos al pueblo a discutir en decenas de miles o cientos de miles de asambleas, con estudiantes, con trabajadores, con todo el mundo; volvemos a la Asamblea, volvemos al pueblo. En esos países hacen todas esas cosas de una sola vez y el ciudadano no cuenta para nada en absoluto; en esos países cuenta el dinero y el interés de los ricos y nada más.
Nosotros, aun en el período especial, luchamos por hacer viviendas de bajo consumo e hicimos decenas de miles cuando nos faltó el combustible hasta para producir cemento. En esos países son casas de latas, de cartón, de lo que aparezca por ahí, creando barrios de indigentes y más barrios de indigentes.
¿Ese es el concepto que tienen de la democracia?, fragmentados en mil partidos, dividida la sociedad. Imagínese que usted tenga que ir a una guerra por el desarrollo de un país rodeado de tiburones, porque en el mundo capitalista desarrollado son tiburones, y tiburones como los de la película esa famosa —así han tenido que luchar nuestros países, en condiciones muy difíciles—, y que tenga un ejército y lo divida en 40 ejércitos independientes para que libren la guerra. No, no triunfaría jamás.
En una revolución, un pueblo con un ejército no se divide. Habría que aumentar el número de camas allá, en nuestro famoso y prestigioso Hospital Psiquiátrico, para enviar a los que realmente crean en esas locuras, aunque hay locos que creen en esas locuras y andan por la calle sueltos.
Bueno, la enajenación vino del Norte, de allí donde se cometen tantas injusticias y donde tanta gente vive en los portales y en las aceras, a pesar de ser el país más rico del mundo; y otros no tienen seguridad social ninguna y la que tienen se la quieren quitar, o no tienen escuelas, o no tienen hospitales, o no tienen empleo, con toda esa riqueza. Aunque por temor al comunismo algunos de estos países capitalistas aflojaron un poco; sobre todo después de la Revolución de Octubre, no querían que se les produjeran revoluciones proletarias y buscaron aliviar algo la cosa.
Pero comparen nuestra situación con esa, o comparen nuestra situación con lo que pasó en los países socialistas. Se oyen cosas y se leen cosas que son asombrosas: mafias en las capitales y mafias sangrientas, creciente número de crímenes, secuestros, robos, negocios, corrupción y desigualdades, cosas que nosotros jamás vimos en más de 30 años. Están creando los ricos a la fuerza, se ha dado un fenómeno no conocido en la historia: la construcción de un capitalismo salvaje; a partir de una sociedad bastante igualitaria y bastante justa, entonces crear ricos a la fuerza, para que después ocurra lo que ocurre en muchos países de estos, en que menos de un 10% de la población tiene el 80% de las riquezas, y el 20% más pobre a veces tiene el 1,5%. Y el país de más desigualdades sociales está entre los países de América Latina, una diferencia terrible, sin contar todos los problemas de desempleo y falta de seguridad social.
Dicen que privatizan, pero lo que hacen realmente es regalar muchas veces las grandes empresas que eran propiedad de todo el pueblo. Entonces, la filosofía no es luchar y trabajar para que funcione bien una de esas empresas, sino regalarla. Y así han surgido montones de millonarios en esas llamadas privatizaciones.
Aquí ha habido una política de apertura, hacemos empresas mixtas fundamentalmente; pero ayer, cuando veíamos el foro aquel donde estaban representados los 222 centros de investigaciones que hay en el país, ninguno era propiedad de extranjero. El ciento por ciento de esos centros de investigación son cubanos (APLAUSOS).
Ustedes saben muy bien que no hay una sola escuela aquí propiedad de extranjeros ni de nadie, son escuelas de la nación. Ustedes hacen el más noble trabajo, como lo hacen los médicos, para los hijos de la nación. A las futuras generaciones no nos las va a educar nadie, las van a educar ustedes. Igual que nuestros policlínicos, hospitales y consultorios médicos, que no hay ninguno propiedad de nadie, son de la nación. ¿Y cuántos pueden decir eso?
¿Puede dejar la nación en manos de extranjeros la educación de sus hijos, o la atención de la salud de sus hijos, en este mundo hegemónico, de hegemonismo unilateral? ¿Creen ustedes que si nuestra medicina fuera como la medicina que hay en América Latina estaríamos en alrededor de 8 fallecidos por cada 1 000 nacidos vivos, en pleno período especial? (APLAUSOS.) Todo esto en pleno período especial: estos índices en la salud, índices de muerte materna más bajos que nunca en la historia de la Revolución, grandes y acelerados esfuerzos en el campo de la investigación para disponer de más medicamentos y para también utilizar sabiamente la medicina natural y tradicional, que se trabaja en eso muchísimo. Ayer se habló sobre el tema. Es una batalla tremenda.
¿Qué nos van a venir a hablar de capitalismo, de la basura del capitalismo, que muchas veces no suministra ni la tierra para enterrar a los muertos?, ustedes saben que en el capitalismo los muertos sirven para las autopsias, y todos los pobres, toda aquella gente, iban a las autopsias para los estudios de medicina. Aquí buscamos otros medios, otros procedimientos, como la donación de órganos y todo eso, y todos nos ofrecemos, si es necesario, si un día la ciencia lo necesita.
Ayer mencionaba un ejemplo impresionante. Ya estamos haciendo ensayos humanos en un proyecto de vacuna contra el SIDA (APLAUSOS); muy pocos países del mundo lo han hecho todavía. Eso demuestra lo avanzado que va nuestra ciencia; pero hay que hacer pruebas humanas también. Primero se hacen todo tipo de pruebas en laboratorio, después con animales, ratones, monos, lo que más se parezca al hombre, aunque al final hay que hacer las pruebas también con el ser humano.
Aquí, ¿las pruebas quiénes las hacen cuando hacen falta?, los propios científicos (APLAUSOS). Cuando hicieron la vacuna antimeningocócica, la del cólera y otras vacunas, e hicieron falta voluntarios, entre ellos escogieron los voluntarios, y hay en este momento 24 científicos jóvenes, destacados, que ya han recibido la primera vacuna contra el SIDA. Hay riesgos, siempre hay riesgos, aunque en nuestro caso siempre tomamos especiales medidas; vean qué generosidad.
Vayan al mundo capitalista, a las grandes transnacionales a buscar gente de esa calidad. Algunos lo hacen, siempre hay algunas excepciones; pero por lo general realmente buscan a un país del Tercer Mundo, muy pobre, muy pobre, con una catástrofe arriba, y le dicen: "A ver, a hacer las pruebas." Si es prueba de paludismo, que son millones y decenas de millones de palúdicos, llegan y allí es donde reclutan a la gente para hacer las pruebas, esas y de otro tipo. Pero nosotros no, somos nosotros mismos los que voluntariamente participamos en aras de la ciencia.
Ese es el espíritu solidario, generoso, demostrado por nuestro pueblo. Y lo demostraron los maestros; por ejemplo, cuando se pidieron maestros para Nicaragua, ustedes recuerdan que se ofrecieron 30 000, y cuando asesinaron a algunos maestros se ofrecieron 100 000. ¡Ese es este país, este país! (APLAUSOS.)
Vayan a un país capitalista a buscar eso, esa democracia que nos quieren trasplantar y no la nuestra que es cien veces más demócrata que la de ellos, y mil veces más humana (APLAUSOS), con una participación constante de los ciudadanos en todo, desde el delegado de circunscripción. Todo el pueblo es el que propone; ustedes saben muy bien cómo son las cosas allí en la circunscripción: no es un grupito que propone por aquí y otro por allí. El Partido no interviene en eso; el pueblo es el que postula y elige, y siempre va a votar más del 90% de la población, aunque no es obligatorio.
En Estados Unidos no llegan al 50%. Acaban de elegir a un presidente con el 24% de los electores de ese país. ¡Ah!, pero como se llenan la boca para hablar de democracia y de derechos humanos. Nada de todo esto que hemos hablado nosotros aquí es humano, ni el hecho de que no haya habido aquí nunca un asesinato político. ¿De qué país vecino se puede decir eso, donde no haya habido nunca un escuadrón de la muerte, donde no haya habido nunca un desaparecido, donde no haya habido nunca un torturado? Y ustedes, que son maestros y están en constante contacto con el pueblo, lo saben mejor que nadie.
A cada rato vemos en documentales de todos esos países desarrollados, llamados democráticos, la caballería contra el pueblo, los golpes contra el pueblo. No hay más que ver en la televisión todos los días lo que aparece en todas partes, gente con unas escafandras y una serie de cosas, a golpe puro y arrastrando a la gente por la calle, o tirándole los carros. Esos son los métodos mediante los cuales mantienen ese sistema de explotación y de injusticia; mediante eso y mediante la mentira, mediante la disponibilidad de los medios para manipular, frente a un mundo que cada vez se muestra más rebelde, porque se observa la tendencia a una rebelión creciente en todos esos países por las medidas antipopulares que van tomando. Ese mismo sistema es el que quieren implantar en el mundo, por eso tanto odio contra la Revolución Cubana.
Un día como hoy, un día tan digno, tan hermoso como el de hoy, no podía dejar de hacer algunas reflexiones sobre esto, y reiterar que nuestra patria recordará siempre a los hombres y mujeres que están haciendo hoy la tarea de ustedes; como recordará a aquellos que ya no están activos como profesores, pero que participaron en todas aquellas batallas heroicas de que he hablado (APLAUSOS). Y digo heroica porque fue heroico lo que mencioné sobre los voluntarios para ir a enseñar a otros países; y fue heroica la acción de los maestros en aquella batalla de Angola, en la ciudad de Sumbe, donde quisieron capturar a los cubanos, en que los maestros desempeñaron un papel destacado, lo mismo allí que en cualquier parte del mundo, y mucho más aún en nuestra tierra, aunque nosotros somos tan solidarios como patriotas.
¡Cuánto se equivocan aquellos que crean que pueden venir a agarrarnos con las manos!, porque estoy seguro de que si un día tuviéramos que enfrentar la dura tarea de defender esta tierra contra los que pretendan apoderarse de ella, ustedes, los maestros, los que lo son y los que lo fueron, estarán en las primeras filas del pueblo, como han estado en estos años de Revolución (APLAUSOS).
Un día habrá que levantarles un monumento a los educadores, como habrá que levantarle un monumento gigantesco a todo el pueblo, aunque no se pueda hacer el monumento que merecen de piedra, o de mármol, o de acero.
Hay algo más duro que todo eso y más duradero, porque un monumento material puede ser destruido, lo que no podrá ser destruido jamás es la página de la historia que ustedes han escrito (APLAUSOS).
¡Socialismo o Muerte!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION.)