Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto clausura del XIII Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba, efectuado en La Habana, teatro de la Central de Trabajadores de Cuba, el 15 de noviembre de 1973
Date:
Distinguidos invitados;
Compañeros de la dirección del Partido y del Gobierno;
Compañeros dirigentes de la CTC;
Compañeras y compañeros delegados a este Congreso:
No será fácil sintetizar en breves palabras toda la importancia, toda la riqueza, todo el significado de este evento. Se ha dicho, con razón, que este XIII Congreso de nuestros trabajadores será histórico. Y en este Congreso se ha expresado esencialmente el nivel de conciencia política y revolucionaria de nuestros trabajadores.
Aquí se han discutido —y a lo largo de este proceso que dio lugar al Congreso— cuestiones profundas, importantes, decisivas, para nuestro proceso revolucionario. Lo primero que resalta es el espíritu democrático que presidió todo el trabajo de este Congreso obrero, fieles al propósito de desarrollar un movimiento sindical poderoso y profundamente democrático.
Las cuestiones discutidas en las tesis tocan muy de cerca puntos esenciales del proceso ideológico y político de nuestra Revolución, pero las decisiones que aquí se han tomado, aunque expresan —como señaló el compañero Lázaro Peña en su informe— el criterio de la dirección política del país y el criterio de nuestros trabajadores, no fueron establecidas en virtud de una decisión del Partido, sino que han sido ampliamente discutidas en el seno de nuestros trabajadores. No se impone un punto de vista; se discute con los trabajadores. No se adoptan medidas por decreto, no importa cuán justas o cuán acertadas puedan ser determinadas medidas. Las decisiones fundamentales que afectan a la vida de nuestro pueblo, tienen que ser discutidas con el pueblo y esencialmente con los trabajadores (APLAUSOS).
Algunos de los puntos de las tesis eran cuestiones complejas. Se necesitaba de la comprensión de los trabajadores, requerían discusiones amplias. Algunas de ellas podían afectar a determinados trabajadores, algunas de ellas implicaban sacrificios. Pero cualquier sacrificio necesario, en el seno de un pueblo revolucionario y dueño de sus destinos, no se hace en interés de ninguna clase explotadora, sino que se hace en interés del pueblo.
Uno de los puntos esenciales contenidos en las tesis era ese punto, ese principio: "De cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo". Esta es una cuestión esencial en la construcción del socialismo, y nuestros obreros revolucionarios y socialistas así lo comprendieron. Y al discutir ese principio, hemos estado discutiendo un principio esencial y clave en la ideología revolucionaria. Que cada cual aporte según su capacidad, que cada cual reciba según su trabajo, es un principio, una ley inexorable de la construcción del socialismo.
Cuando aprendemos a conocer profundamente ese principio, penetramos en las profundidades del pensamiento político, penetramos en las profundidades del pensamiento revolucionario y aprendemos a distinguirlo de otro principio, el principio de la sociedad comunista, establecida por Carlos Marx: "De cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades". Esto es lo que distingue precisamente la fase socialista de la fase comunista del proceso revolucionario.
Es muy posible que a todos nos agrade más el principio comunista, que a todos nos parezca más bello el principio comunista, que a todos nos parezca más humano el principio comunista. Pero el comunismo no se puede implantar por decreto en la sociedad humana, es una meta que debe conquistarse en el duro bregar de la lucha y solo puede ser resultado de un proceso.
Hace algunos años, en nuestro país no se podía siquiera mencionar la palabra comunismo. Y hoy es necesario explicar que el comunismo solo puede ser un resultado final del proceso social revolucionario; y aunque nos agrade más el principio comunista, si queremos llegar al comunismo es preciso empezar aplicando el principio socialista.
Naturalmente que desde el triunfo de la Revolución se adoptan medidas y se aplican principios que tienen cierto carácter comunista. Hay ciertos servicios a los cuales se hace acreedor todo el pueblo, hay ciertos servicios que se aplican según el principio de la necesidad. Por ejemplo, la salud pública es un servicio que se brinda a todo el pueblo, que se brinda por igual a todos los trabajadores, independientemente de su trabajo y de su capacidad; es un servicio que se brinda a todos los ciudadanos.
Otro ejemplo: la educación. Nuestro país se esfuerza por brindar la más esmerada educación a todos los niños, independientemente de la familia, independientemente de los ingresos, independientemente de la capacidad de trabajo de sus padres.
Hay muchos servicios que la Revolución brinda a todo el pueblo. Pero en la distribución del ingreso de cada trabajador no se puede aplicar ese principio; es necesario aplicar el principio socialista.
Cuando nosotros decíamos el 26 de Julio, en la conmemoración del XX Aniversario, que debíamos saber corregir valientemente los errores de idealismo en que hubiésemos incurrido, eso significaba que, si en determinados momentos habíamos tratado de avanzar más de lo posible, era necesario rectificar. Porque las consecuencias de tratar de avanzar más de lo que se puede es tener la necesidad de retroceder, ¡y aquí no se trata afortunadamente de retroceder! (APLAUSOS) ¡Se trata de rectificar! (APLAUSOS) ¡Y de rectificar porque somos socialistas! (APLAUSOS) ¡Y porque queremos ser comunistas! (APLAUSOS y EXCLAMACIONES DE: "¡Fidel, Fidel!") ¡Y porque no renunciaremos jamás al objetivo comunista de nuestra Revolución y al desarrollo de nuestra conciencia revolucionaria: y porque seguiremos siempre poniendo en primer lugar el altruismo, el desinterés y el espíritu solidario de los hombres (APLAUSOS).
Aplicar principios igualitaristas en la ejecución del mismo trabajo —porque lógicamente en todos estos años han existido salarios de acuerdo con la producción, como en los cortes de caña, o los salarios en dependencia de la calidad del trabajo— con independencia del esfuerzo productivo, es un principio igualitarista que debemos saber corregir.
Marx dijo de ese principio, de que cada cual aporte según su capacidad y reciba según su trabajo, que era un principio que no rebasaba los estrechos horizontes del derecho burgués. Y lo decía partiendo de la realidad de que no todos los hombres son iguales de que no todos los hombres tienen las mismas energías, de que no todos los hombres tienen la misma capacidad.
Pero Marx no olvidaba que el socialismo comenzaba a construirse a partir de la sociedad capitalista y sobre las ruinas de la sociedad capitalista. Y por eso también expresó aquella idea que nosotros recordábamos el pasado 26 de julio, cuando dijo: "En la fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo y con ella el contraste entre el trabajador intelectual y el trabajador manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida sino la primera necesidad vital; cuando con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, solo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués, y la sociedad podrá escribir en sus banderas: "De cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades."
Hay muchos ejemplos que nos demuestran que todavía no estamos preparados para vivir en el comunismo, aparte de que para vivir en el comunismo no solo se necesita una conciencia comunista, sino que las riquezas broten del trabajo del hombre abundantemente. Es necesario el desarrollo de las fuerzas productivas.
Y tal vez a ninguno de nosotros nos agrade exponer nuestras debilidades y nuestros defectos ante una concurrencia tan valiosa y tan representativa del movimiento obrero internacional. Pero si nosotros debemos ser honestos con ellos y si nosotros aspiramos a ser acreedores a su reconocimiento, debe ser en primer lugar porque no ocultamos nuestros errores y nuestras fallas (APLAUSOS), porque tengamos el valor de reconocerlos y de combatirlos.
Cuando nos reunimos con los trabajadores tabacaleros, nosotros citábamos algunos de estos ejemplos. Un día surgieron dificultades con los equipos de medición del agua, y en el organismo encargado de la tarea de distribuir y cobrar el agua, tomaron la decisión de dar el agua gratuitamente.
Parece una cosa muy bella y muy justa. El agua es una necesidad esencial. Y sin embargo, ¿qué pasó? El despilfarro del agua es increíble. Una de las ciudades que más agua despilfarra —cuando la tiene (RISAS), y si no la tiene en parte es porque la despilfarra (APLAUSOS)— es la ciudad de La Habana.
Bien es cierto que nuestras redes de distribución de agua son muy antiguas y que están bien necesitadas de una reconstrucción, que aspiramos a realizarla tan pronto podamos, y que está en el programa de los muchos trabajos que debemos hacer en los años venideros. Pero también es cierto que desde que no se cobra el agua, muchas personas no se ocupan jamás de cerrar la pluma (RISAS y APLAUSOS). Desde que no se cobra el agua, el esfuerzo que cualquier persona realiza para resolver el problema de los salideros de agua, es mínimo. Y la conciencia de la necesidad de ahorrar el agua no existe. Y la distribución comunista del agua nos conduce al despilfarro del agua, demostrando que no estamos preparados para distribuir el agua comunistamente (APLAUSOS).
Resultado de esta experiencia, de ciertos estudios, como el que tuvo lugar en Alamar.
En Alamar hay obreros conscientes y buenos trabajadores. Pero se hizo una prueba, y se decidió dar a un número de familias una cantidad de agua —porque incluso una cierta cantidad de agua se puede dar gratuitamente—, y se le dio a todo el mundo 90 litros de agua por día. A partir de ahí, tengan que pagarla y tenían que pagarla cara. En otros edificios no se cobraba el agua, pero se medía el agua. Y el resultado fue —y yo estuve hoy comprobando esos resultados en concreto (RISAS)— que las casas que no pagaban el agua gastaban de cuatro a cinco veces más agua que las casas que la pagaban. Y aquellos a los que se les puso el medidor, no gastan ni un litro de agua más del necesario (APLAUSOS).
Entonces tenemos en nuestro programa, construir una fábrica de medidores de agua y, como lo que interesa no es tanto el cobro del agua como el ahorro del agua —porque no se trata de recaudar con el agua, sino de ahorrar el agua, que cuesta cara, que requiere numerosas instalaciones, gasto de energía, de motores, de todo—, y puesto que muchos de los pueblos nuevos que se construyen necesitan agua y muchos de los pueblos que existían antes necesitan agua, establecer en todas las viviendas que reciban el agua el medidor, tan pronto dispongamos de medidores (APLAUSOS). Y se pueden adoptar dos criterios: o cobrar desde el primer litro; o dar alguna cantidad gratuitamente a todos y, a partir de esa cantidad, como se hizo en Alamar, cobrarla, y cobrarla cara, para cobrar sobre todo el despilfarro del agua (APLAUSOS).
Tenemos otro ejemplo. Este no es de una distribución comunista. Era prácticamente semicomunista.
Teníamos las conductoras y los conductores en los ómnibus. Y en un momento determinado, confiando plenamente en la conciencia del público, se decidió ahorrar el gasto de los conductores. Y, desde luego —digámoslo con toda justicia—, la inmensa mayoría del pueblo paga honestamente el transporte. Pero hay algunos que no pagan, hay algunos que echan cualquier cosa allí en la caja del cobro. Y a medida que el balance financiero se establece, al parecer aumenta el número de los que no echan nada para pagar el ómnibus.
Bien, cualquiera puede plantearse esta cuestión. Qué sería más útil: si 1 000 trabajadores cobrando en los ómnibus en la ciudad de La Habana, o 1 000 trabajadores en una industria textil. Cualquiera comprende que 1 000 trabajadores en una industria textil producirían mucho más para todo el pueblo.
Y sin embargo tal vez nuestra sociedad se vea en la necesidad de emplear miles de trabajadores para la improductiva tarea de controlarnos a nosotros mismos. Sencillamente a controlar el pago de los ómnibus.
Este es otro ejemplo que demuestra, aparte de argumentos teóricos fácilmente comprensibles y lógicos, que no estamos preparados para la distribución comunista.
Pero podríamos seguir y preguntarnos cuánto combustible gastamos inútilmente; cuánta materia prima desperdiciamos; cuánta electricidad gastamos en exceso. Y está claro que todavía con patrullas "click" y con simples apelaciones a la conciencia no lograremos ahorrar la electricidad.
Y traigo el tema porque este problema de la electricidad es un problema desagradable que tendremos que abordar; un problema impopular, pero un problema que tenemos que abordar (APLAUSOS), puesto que hicimos la gran rebaja a la Electric Company (ya yo no recuerdo muy bien cómo se llamaba), al "pulpo eléctrico", el "pulpo eléctrico" tenía una tarifa para promover el gasto: los primeros kilowatts los cobraba más caros, y mientras más se gastaba, más barato; y nosotros, con nuestra inexperiencia revolucionaria o, digamos nuestra imprevisión revolucionaria, rebajamos las tarifas que tenía aquel "pulpo eléctrico" a la mitad, todas, y dejamos el mismo sistema que promovía el gasto.
Y digo imprevisión, porque teníamos que haber pensado en el día en que el sistema eléctrico no fuera propiedad de ningún "pulpo", sino propiedad del pueblo. Luego el "pulpo" pasó a propiedad del pueblo, y es el pueblo el que tiene que pagar las consecuencias de cualquier despilfarro de la electricidad.
Las inversiones que hay que hacer cada vez son mayores. Este país es un país pobre en energías, porque no tiene energía hidroeléctrica ninguna —una isla larga y estrecha que no tiene grandes ríos—, no tiene carbón, no ha aparecido todavía el petróleo, y ni siquiera madera quedaba en nuestros bosques. Hay que traer el combustible de 10 000 kilómetros, cruzar los océanos; invertir cientos de millones de pesos en las plantas generadoras de energía eléctrica y en los sistemas de trasmisión de electricidad. El petróleo vale hoy tres veces más en el mercado mundial de lo que valía antes del triunfo de la Revolución; y nosotros tenemos en la electricidad los precios de antes reducidos a la mitad, y con un sistema que alienta el gasto.
No estoy explicando todo esto detalladamente para prepararlos a ustedes mentalmente a que el Gobierno cambie las tarifas eléctricas. Estoy sencillamente explicándoles, como hacemos con todas las cosas, y porque sostenemos el criterio de que el Gobierno debe modificar las tarifas eléctricas; no las tarifas básicas, es decir, la que se paga por los que son consumidores de relativamente poca electricidad, pero empezar a modificar las tarifas a partir de determinados límites, más allá de determinados consumos. ¿Con ánimo de recaudar? ¡No! Ya se sabe que con los cigarros se recauda mucho más que con todos los sistemas eléctricos juntos (APLAUSOS); con la bebida se recauda más, con la cerveza se recauda más. Yo sé que algunos de esos precios no son populares (APLAUSOS). Con el ánimo de ahorrar electricidad. Y si tenemos cada vez más artículos electrodomésticos, ¿adónde vamos a parar con el televisor encendido todo el día, con la plancha eléctrica encendida todo el tiempo?
Y, en fin, lo digo muy seriamente y muy sinceramente, una de las tareas que tendrá que abordar el Gobierno en el próximo año es un estudio de las tarifas eléctricas, y no con ánimo de recaudar —lo repito— sino con ánimo de ahorrar electricidad.
Pero cuando hablo de ahorrar electricidad, los primeros responsables del despilfarro de electricidad son esencialmente los centros de producción, y es esencialmente la administración (APLAUSOS). Una gran parte de los despilfarros de electricidad corren a cargo de las administraciones y de las despreocupaciones en la cuestión del ahorro de la energía eléctrica.
Y desde luego, nosotros consideramos que uno de los índices de la eficiencia de cualquier fábrica, de cualquier industria, es la cuestión del ahorro de la electricidad; y de cualquier centro de servicios, y de cualquier escuela.
Y desde luego, tenemos esperanzas de que los trabajadores libren la batalla —entre otros muchos índices— por el ahorro de la electricidad en los centros de trabajo (APLAUSOS).
Uno de los problemas importantes es el acomodo de carga (APLAUSOS). Es decir, ciertos gastos eléctricos hacerlos en las horas que son las de más bajo consumo, y evitarlos en las horas de máximo consumo eléctrico, para evitarnos los apagones. Puedo citar un ejemplo: unas máquinas de bombear para la irrigación, que pueden trabajar 12, 14, 16 horas, esas máquinas hay que tratar de usarlas en las horas del día, evitar usarlas entre las 7:00 y las 9:00, entre las 7:00 y las 10:00 de la noche. De lo contrario, no se sabe lo que cuesta. Incluso los países industrializados, con grandes recursos energéticos, tienen problemas a las horas del máximo consumo. Y es imprescindible que en todos los centros de trabajo, en todos los centros de servicios, se aplique el principio del acomodo de carga, para que todas aquellas actividades que puedan ser realizadas en determinadas horas se realicen en aquellas horas, y todas las actividades que no es imprescindible realizar en esas horas de máxima demanda, evitar el empleo y el gasto de la energía en esas horas.
Recientemente el país tuvo que hacer un gasto extra en adquisición de determinadas plantas, llamadas "plantas pico". Casi 20 000 000 de dólares se gastó el país para tener esas máquinas disponibles en el momento de máxima demanda, en tanto maduran las inversiones que se están realizando con relación al problema eléctrico, las plantas que se hacen en La Habana y las plantas que se están construyendo en Mariel. El país tiene un importante programa de inversiones eléctricas. La cantidad de electricidad que se genera es tres veces mayor que antes de la Revolución, y el sistema eléctrico se está ampliando considerablemente. Pero no basta ampliar y ampliar y gastar y gastar combustible; tenemos que tener una línea de ahorro de la energía, de ahorro del combustible.
Y el gasto principal de combustible que el país tiene, lo tiene en la producción de energía eléctrica. Claro que nuestros centrales azucareros consumen, nuestras plantas de cemento consumen, nuestra industria consume, nuestros barcos mercantes consumen, nuestra flota pesquera, nuestro transporte, en fin, todo lo que se mueve en el país se mueve con combustible. Por eso el índice de ahorro de combustible en todas las industrias es una cuestión esencial.
El mundo tiene un problema creciente con el combustible, independientemente de esta situación provocada por las agresiones imperialistas en el Cercano Oriente; las perspectivas futuras se muestran inciertas, y el mundo se enfrenta a un problema cada vez mayor con los combustibles. La tonelada de petróleo está casi a 50 pesos en el Mercado Mundial; las proyecciones y los cálculos son que antes de 1980 estará alrededor de 80 ó 90 dólares la tonelada y que el mundo se enfrentará a dificultades crecientes con los combustibles.
Este es un ejemplo más de cómo nosotros debemos desarrollar una política de ahorro en todos los sentidos, y esencialmente en el combustible, y donde el movimiento obrero nos puede dar una extraordinaria ayuda en dondequiera que se esté despilfarrando el combustible, sea una granja, sea una fábrica, sea cualquier punto.
Y estas son realidades con las que nuestros trabajadores tienen que enfrentarse.
Pero el análisis de un sinnúmero de hechos demuestra claramente que todavía nuestra sociedad, nuestro pueblo no tiene una cultura para vivir en el comunismo, aparte de no tener una economía suficientemente desarrollada para vivir en el comunismo, y que nosotros realistamente, muy realistamente, tenemos que aplicar las fórmulas que corresponden a esta fase de nuestra Revolución, y aplicarlas en todos los sentidos; no solo en la distribución, no solo en los salarios, sino también en la administración, todas las fórmulas que corresponden a la fase socialista de la Revolución (APLAUSOS).
Y si hemos cometido errores de cualquier tipo, saberlos rectificar (APLAUSOS).
Porque, desde luego, el Congreso obrero no es más que un primer paso. Ustedes han hablado mucho y se han preocupado mucho por el principio de producir más con mejor calidad y a menor costo. Eso es lo que han dicho los obreros. Y ahora eso mismo es lo que tiene que decir la administración, todo el aparato económico de la Revolución (APLAUSOS). ¡Producir más, mejor y con menos costo, y adoptar todas las medidas pertinentes para ello!
El movimiento obrero alrededor de este principio ha sugerido una serie de medidas pertinentes y adecuadas, como es la relación entre el salario y la norma; la relación del salario con el cumplimiento o el sobrecumplimiento o el incumplimiento de la norma; los problemas relacionados con las horas extra cuando surge la necesidad real de horas extra; el problema del doble turno cuando un obrero se tiene que quedar cumpliendo el turno de otro obrero que no asiste al trabajo.
¿Pero acaso estas medidas o estas sugerencias se han hecho con espíritu economicista? ¡No! Y quizás lo más interesante, lo más extraordinario del comportamiento de nuestros trabajadores, y prueba de su conciencia, es que en este proceso del Congreso no ha habido ni un ápice de espíritu economicista (APLAUSOS).
El economicismo es un vicio sembrado en el seno de los trabajadores por los burgueses y por los capitalistas. El economicismo sería indigno de una clase obrera revolucionaria que piensa en hoy, pero que tiene el deber más sagrado todavía de pensar en el mañana; que piensa en la generación presente, pero que piensa más todavía en las generaciones futuras (APLAUSOS).
No ha sido el economicismo lo que ha inspirado las sugerencias de las tesis, sino la real preocupación por el ahorro, por la producción, por la productividad, por la disciplina del trabajo. Y ahí ha estado presente en todo instante el punto de vista de que se debe tratar de cumplir con los planes sin horas extra.
¿Es que acaso estas sugerencias están en contradicción con el trabajo voluntario? ¡No! Porque los trabajadores han comprendido perfectamente la importancia educativa, revolucionaria, comunista, del trabajo voluntario, y han especificado perfectamente bien en sus resoluciones todos aquellos casos en que es justo, es adecuado y es correcto aplicar las fórmulas del trabajo voluntario. Al contrario: la preocupación de que el trabajo voluntario no se convierta en un despilfarro, en un gasto inútil de fuerza, de fuerza humana y de recursos materiales; que el trabajo voluntario no se convierta en un medio para disimular ineficiencias administrativas (APLAUSOS), sino que el trabajo voluntario sirva para los fines educativos y para los fines de beneficios sociales con los cuales tiene plena justificación y plena razón de ser.
Y nuestra clase obrera, al plantear, al esclarecer, al mantener en alto la bandera y los principios del trabajo voluntario, ha dado una prueba de alta conciencia, y ha rendido un tributo de reconocimiento a quien fue un ejemplo de revolucionario socialista y comunista, el comandante Ernesto Guevara (APLAUSOS).
El trabajo voluntario se mantendrá, ¡y se mantendrá limpio de ficciones, de impurezas y despilfarros!
Por eso nosotros decimos que esa ausencia de espíritu economicista ha sido, a nuestro juicio, uno de los aspectos fundamentales de este Congreso en la aplicación de un principio revolucionario correcto.
Ese espíritu altruista, ese espíritu solidario, esa profunda preocupación por el interés colectivo y por los intereses de la clase obrera y del pueblo en su conjunto, se han manifestado en otros aspectos y en otros puntos de las tesis; porque diversos puntos entrañaron sacrificios concretos en el orden económico.
Tenemos el caso de la Resolución 270. No era una cuestión fácil; era una cuestión delicada, porque había ya medio millón de trabajadores comprendidos en los beneficios de la Resolución 270. ¡Y la Resolución 270 había que superarla, había que derogarla!
¿Cuál ha sido la actitud de los trabajadores con esta Resolución, que implicaba sacrificios? ¿Cuál ha sido la actitud de nuestros trabajadores que estaban más próximos a la jubilación? Ha sido una actitud ejemplar, una actitud desinteresada, una actitud verdaderamente altruista.
Cierto que tal vez esta era una de las medidas más difíciles, pero nuestros trabajadores comprendieron que tenía que suprimirse la Resolución 270 porque no era ya soportable para nuestra economía.
Yo personalmente tengo mucha responsabilidad con esta Resolución 270 (DEL PUBLICO LE DICEN: "¡La tenemos todos, Fidel!") (APLAUSOS)
Yo les doy las gracias por esa solidaridad de ustedes. No obstante, voy a desarrollar la idea que había iniciado.
Nosotros lanzamos la idea de premiar, de hacer objeto de una especial distinción a los trabajadores con méritos extraordinarios (APLAUSOS). Y quisimos asociarlo no solo a los esfuerzos individuales sino a los esfuerzos colectivos, en un momento de gran auge de la emulación.
Lógicamente, ya ese principio adolecía de una falla que se evidenció después, y es que había obreros individualmente con enormes méritos que no resultaban favorecidos por la medida, ya que resultaba necesario el mérito colectivo.
Y esta idea y esta contradicción nos vienen a demostrar el desenvolvimiento dialéctico de los acontecimientos; porque una idea buena en un sentido, justa en un sentido, que pretende unir dos méritos —el individual y el colectivo—, se puede convertir por sí misma en una idea injusta cuando casos con méritos personales grandes resultan excluidos, y luego expresan su queja del hecho de que sin culpa de ellos resulten no beneficiados por una medida que no les llega porque su centro de trabajo no tiene tal mérito o tal bandera.
A nosotros siempre nos preocupaba el hecho de que obreros que tenían una conducta intachable, conocido por todos en el centro de trabajo, el día que se enfermaban y faltaban menos de tres días al trabajo, se les descontaba del sueldo.
Ese método, ese sistema, obedeció al hecho, o había obedecido en la Ley 1100 al hecho de que había muchos trabajadores —no digamos muchos, nunca podemos decir muchos; muchos puede parecer que es la mayoría de los trabajadores. ¡No!—, había trabajadores que solían enfermarse los lunes. Y también había en aquella época médicos que daban el certificado a sus amigos. Y se había considerado que, al fin y al cabo lo que importaba de la seguridad social y de la garantía contra la enfermedad, no era prevenir los casos del enfermo de un día o dos días, sino los casos que realmente se enferman que tienen que estar una semana, un mes, o el tiempo que sea necesario. Que la verdadera esencia de la seguridad social era dar una garantía para los casos importantes. Y por eso en la 1100 se había adoptado aquella disposición.
Pero siempre dolía pensar en aquellos obreros de conducta ejemplar a los cuales había que aplicarles la presunción de que no se habían enfermado cuando faltaban un día. Y eran obreros sobradamente conocidos en los centros de trabajo. Lo mismo el caso de aquellos obreros que habían consagrado toda su vida al trabajo con una conducta ejemplar, cuando llegaba la hora de la jubilación.
Es indiscutible que aquella idea entrañaba su aplicación por excepción, no como regla. De aquella idea surgió una resolución. No vamos a culpar al Ministerio del Trabajo por eso. La culpa la tenemos nosotros, que cuando se hizo aquella resolución teníamos que haberla estudiado bien, analizarla profundamente, y ver en que condiciones se iba a aplicar. Nosotros teníamos el deber de prevenir que aquella medida no se convirtiera en una medida masiva, como se convirtió la Resolución 270, por las condiciones en que se aplicaba, llegándose a convertir en un gravamen para la economía, y obligándonos a la amarga necesidad de suprimirla.
Y nos debe enseñar, además, a que cualquier medida de este tipo que se tome, debemos entre todos estudiarla profundamente para estar absolutamente seguros de sus resultados (APLAUSOS).
Y por eso este era uno de los puntos más difíciles de las tesis. Sin embargo, más del 99% de los trabajadores lo aprobó (APLAUSOS). Y fue verdaderamente impresionante la actitud de la inmensa mayoría de los trabajadores que estaban próximos a la jubilación, y que en número absolutamente mayoritario apoyaron la derogación de la Resolución 270 (APLAUSOS).
y la Resolución —como decíamos nosotros en una asamblea— no podrá nunca olvidar y no olvidará a esos trabajadores.
Porque había que tomar una decisión. Y ese era un punto discutido: ¿por dónde se empezaba? ¿Se afectaba a los que ya se habían acogido a la Resolución o no? El Partido adoptó el criterio de que no se debía afectar a los que ya se habían acogido a la Resolución, puesto que estaba de por medio la fe y la confianza en las medidas que toma la Revolución. Y parecía absurdo, parecía inhumano afectar a esos trabajadores que ya se habían acogido. Pero después venía la situación de aquellos que por civismo y por espíritu revolucionario y por permanecer en el centro no se habían acogido pudiendo retirarse, o estaban en trámite, o estaban próximos. Aquella era una cadena interminable. Y fue necesario adoptar un criterio, que fue el criterio de respetar únicamente a los que ya se habían acogido a los beneficios de la Resolución. Porque había que cortar por lo sano en un punto determinado.
Se analizó en el seno de las asambleas obreras y en el seno del Partido la cuestión de la Ley 1100 y las eventuales modificaciones a la 1100, que están recogidas en las resoluciones. Y nosotros somos efectivamente partidarios del criterio de estudiar la 1100 y tomar en cuenta en la retribución a los trabajadores que, estando en edad de jubilación, deciden continuar en el trabajo para retribuir en un porcentaje mayor a todos esos casos (APLAUSOS).
¡Pero esa Ley 1100 tenemos que estudiarla bien y calcularla bien, con una computadora en la mano! (RISAS), viendo cuánto cuesta cada medida y el aspecto económico de la cuestión. Y esa ley, aunque no esperando para las calendas griegas, puesto que este es un problema que debe resolverse lo más pronto posible, someterla también a la discusión de los trabajadores, la Ley 1100 modificada (APLAUSOS).
Hay otro punto que fue arduo: el problema del salario histórico.
El salario histórico tenía otros orígenes. No fue —digamos— resultado de una disposición mal estudiada. El salario histórico surgió primeramente como una necesidad de establecer cierta disciplina en el salario, partiendo de la enorme diversidad de tipos de salarios existentes, de la necesidad de establecer la escala, y del deseo y del propósito de no afectar a los trabajadores, puesto que muchos de esos salarios históricos eran resultado de grandes luchas anteriores de los propios obreros, y la Revolución no quería adoptar medida que afectara a los trabajadores.
Luego surgió también de necesidades económicas, refundición de unidades productivas en que los obreros venían con distintos salarios.
Eso fue el origen del salario histórico.
Pero después el salario histórico se fue convirtiendo en un vicio. Fueron surgiendo nuevas fuentes de salario histórico, y fuentes ilegítimas, incluso, de salario histórico.
¿Cómo se iba a aplicar ese principio socialista, si no se adoptaba un criterio con respecto al salario histórico?
Pero el salario histórico era una cosa compleja, pues, aunque el número de trabajadores que hoy tienen salario histórico ha disminuido en volumen total, había casos de nuevos salarios históricos; y también un problema que afectaba a cientos de miles de trabajadores.
Se adoptó el criterio de no proponer formas radicales, el criterio de no resolver de la noche a la mañana el problema, puesto que muchos salarios históricos tuvieron un origen legal y basado en la confianza de los trabajadores en la Revolución; y que por lo tanto, a la hora de enfrentar este problema, había que hacerlo con mucho cuidado, y teniendo en cuenta los intereses legítimamente adquiridos. Adoptar una política progresiva, para evitar que surja un solo salario histórico más en primer lugar, e ir progresivamente y por distintos caminos a la desaparición del salario histórico.
Lógico es que con nuevas escalas, con la vinculación del salario a la producción, por distintos caminos, se puede ir progresivamente suprimiendo el salario histórico. No de una manera drástica, no de una forma en que intereses legítimos de los trabajadores, que la Revolución les concedió en un momento dado, se puedan considerar defraudados; pero sí llevar adelante la voluntad inconmovible de luchar hasta la erradicación progresiva por distintas vías —incluida la calificación— del salario histórico, y que desaparezca toda posibilidad de nuevo salario histórico (APLAUSOS).
Y ciertamente que cada hombre reciba la remuneración por el puesto de trabajo que desempeña. Y si alguien en un momento tiene un cargo muy importante y después tiene que ocupar un cargo muy modesto, que pase de la remuneración importante a la remuneración modesta (APLAUSOS). Nadie nació en este país con cargo (RISAS Y APLAUSOS). Eso no es un derecho hereditario (APLAUSOS). Y ese principio tenemos que aplicarlo aunque nos duela, aunque se presenten situaciones individuales penosas. Aquí tenemos incluso la seguridad social para que no haya un solo desamparado en este país (APLAUSOS). ¡Cualquier fórmula es mejor a la fórmula de mantener el salario que se devengaba!
Y aplicar consecuentemente ese principio, y que ya todo el mundo sepa que esa es la norma, que ese es el principio, que esa es la ley, que esa es la voluntad de los trabajadores.
Y, lógicamente, la remuneración tiene que estar asociada con la calidad y la cantidad del trabajo que la persona está desempeñando. Si está desempeñando un cargo responsable, importante, debe tener una remuneración mayor. Si después, por su falta de aptitud para ese cargo, por errores o por fallos no puede seguir en ese cargo, tampoco puede seguir con el salario (APLAUSOS). Ese es un principio esencial.
Y claro que será una cuestión de tiempo. No se pueden aplicar en esto soluciones drásticas de la noche a la mañana. Pero tenemos que trabajar tenazmente en ese sentido.
Aquí citamos dos ejemplos importantes de tesis apoyadas decididamente por los trabajadores, a pesar de que implicaba para muchos de ellos sacrificios de orden económico.
Pero en las asambleas no se discutieron solo las tesis. Se discutieron otros muchos puntos. Y se han tenido en cuenta en el Congreso, y se han tenido en cuenta por el Partido, y tendremos en cuenta las resoluciones que se han tomado sobre otros puntos. Quiere decir que todo este proceso no se hizo alrededor de determinadas tesis solamente. A lo largo de él aparecieron otras cuestiones que preocupaban a los trabajadores, y que, por el hecho de que un número determinado de trabajadores mostraron en las asambleas preocupaciones por ellas, han sido recogidas por el movimiento obrero y han sido recogidas por el Partido.
Aquí tenemos por ejemplo la cuestión de revisar la escala salarial y los calificadores, no poner límite a horas extra en determinadas actividades, acumulación del descanso retribuido al obrero agrícola manual, la estabilización salarial en la industria azucarera.
Ahí tenemos otro problema arduo, puesto que un día se estableció la estabilización salarial en la industria azucarera, y un trabajador representante del sindicato de "Cuba Libre" dijo aquí con mucha claridad que en el capitalismo 200 trabajadores realizaban las tareas de reparación del central, y que ahora, en virtud de la estabilización, hay creo que dijo 702 trabajadores o 708. Nosotros, porque teníamos aquí muchos visitantes, no quisimos preguntar, porque nos daba pena (RISAS).
Es cierto que nosotros no hemos participado en este Congreso. Nosotros hemos sido invitados a este Congreso. Algunos se preguntaban que por qué no hablábamos, y es que nosotros no vinimos aquí a hablar, nosotros vinimos a escucharlos a ustedes (APLAUSOS). Pero me pasó por la mente la cuestión de que si nosotros les preguntábamos a muchos representantes de los trabajadores de los centrales azucareros cuantos obreros operaban el central en el capitalismo y cuántos lo operaban ahora, se habría podido demostrar que nosotros utilizamos mucha más fuerza de trabajo de la que utilizaban los capitalistas, para manejar los centrales con menos eficiencia de la que lo manejaban los capitalistas (APLAUSOS).
Y eso no les quita nada de revolucionarios a nuestros trabajadores. No tienen la culpa nuestros trabajadores. La culpa la tenemos nosotros (EXCLAMACIONES DE: "¡Todos!"), porque no hemos sido capaces de desarrollar la eficiencia administrativa para que por lo menos sea igual a la de los capitalistas.
Pero nosotros tenemos la culpa de que un central se nos llene, y al menos de esa estabilización la tenemos sin discusión: que si no había fuerza de trabajo en los centrales, que si había que hacer la estabilización. Y en definitiva se hizo la estabilización; ahora habrá que ver qué se hace con la estabilización, para poder aplicar ese principio que rigió las tesis de este Congreso.
Tampoco digo que de la noche a la mañana hay que buscar una solución. Ninguna de las soluciones que busquemos pueden ser de la noche a la mañana: ¡hay que estudiarlas bien, todas! (APLAUSOS)
Claro que la industria azucarera nuestra tiene una gran desgracia, y es una desgracia para el país que su principal industria sea una industria cíclica. Y esto, naturalmente, crea problemas muy serios, desde el momento en que las industrias esas trabajan la mitad del año, y la Revolución también tiene deberes sagrados con los trabajadores, como es encontrarles empleo a todos los trabajadores, y empleo lo más estable posible.
Nosotros tenemos que pensar cómo les encontramos un empleo estable a los trabajadores de los centrales azucareros. Aspiramos a que incluso cada central se convierta en uno complejo agroindustrial, en que en el período de tiempo muerto se repare no solo el central sino que se reparen todas las maquinarias, todos los sistemas de riego, todos los equipos; en fin, buscar una actividad. Pero realmente resulta antieconómico a todas luces que el central que se reparaba con 200 obreros tenga ahora 700 obreros estabilizados en ese período. El compañero dijo que 400 eran suficientes. El no explicó muy bien por qué 400, pero dijo 400 con toda honradez.
Es cierto que si nosotros dispusiéramos hoy de más materiales de construcción, una de las tareas que podíamos darles a los trabajadores excedentes en ese período en que el central está parado serían las construcciones —que bien necesitados estamos de construcciones de todo tipo en todas partes—, pero desgraciadamente ahora no tenemos esos excedentes de materiales para buscarles un empleo en la construcción a los obreros excedentes en los centrales azucareros.
Naturalmente, nosotros creemos que la resolución que ustedes han tomado es correcta, de estudiar ese problema y de buscar cómo se aplica ese principio con relación a los centrales azucareros.
De todas formas, no podemos quedarnos con la conciencia tranquila mientras tengamos la realidad de una subutilización durante una parte del año de miles de trabajadores azucareros que están en las plantillas de los centrales en virtud de la estabilización.
No medidas que implique desamparo para ningún trabajador. ¡La Revolución no dejará desamparado jamás, jamás dejará abandonado a su suerte a un solo trabajador en este país! (APLAUSOS) Pero busquemos fórmulas, elaboremos fórmulas, busquemos soluciones que sean no solo justas, no solo humanas, sino también económicas. Y que nosotros no adoptemos la línea del menor esfuerzo, de la solución más fácil, aunque resulte excesivamente gravosa para el país.
También algunos de estos problemas son resultado del subdesarrollo. En la medida en que nosotros desarrollemos nuevas industrias en los centrales, en la medida en que se revolucione la agricultura, en la medida en que se combinen la agricultura y la industria alrededor de todos los centrales azucareros, tendremos más posibilidades de trabajo y tendremos más soluciones para este tipo de problemas.
Pero de todas formas hay que preocuparse seriamente por esa cuestión.
También se plantearon los casos de pérdida de capacidad laboral por enfermedad profesional o accidente no imputable a negligencia del trabajador, y que se tuvieran en cuenta estos casos a los efectos de la remuneración, en que se planteaba que no se le hiciera un descuento total con relación al trabajo que desempeñaba anteriormente. Esta es una preocupación justa.
El restablecimiento de los escalafones. La cuestión de la doble ocupación. El fondo de tiempo de los maestros —que es un viejo problema que viene saliendo en todas las asambleas: desde la asamblea de producción, pasando por el Congreso de Cultura, hasta ahora. La guardia médica. La eliminación de la chequera en el sector periodístico —que tengo entendido que ahora lo van a discutir en el Congreso de los Periodistas (porque los periodistas son trabajadores que tienen también sus congresos). Y la eliminación de los bonos de comida y hospedaje —que al parecer ha sido una proposición muy popular en este Congreso. Algunas de estas medidas, que surgieron en un tiempo llenas de buenísimas intenciones, después se convirtieron en un "viacrucis". Muchas son cuestiones que no estaban en las tesis, pero que fueron planteadas por los trabajadores y que fueron discutidas aquí en el Congreso, y que nuestro Partido va a estudiar cuidadosamente, con el ánimo de resolver todo lo que pueda resolver, discutiéndolo con los compañeros del movimiento obrero.
A algunos de estos temas, como es la guardia médica, no se puede dar una respuesta impensada a ese problema, porque hay que ver de cuántos médicos disponemos, cuál es la situación del servicio, cuál es la situación en cada uno de los hospitales. Pero tenemos que analizarlo con vistas a dar solución dondequiera que sea posible. También contemplar con espíritu positivo la cuestión de la doble ocupación, en todos aquellos casos en que va a ayudar a resolver problemas de la economía, problemas de la producción, problemas de los servicios.
Nos parecía muy justo que si, por ejemplo, un trabajador retirado de los centrales va a trabajar allí en un tecnológico además, que se le pague, ¡que se le pague! Porque, lógicamente, si aplicamos la 1100 y tiene una remuneración determinada, y después le damos otro trabajo, que se le remunere ese trabajo de tres o cuatro horas que él pueda realizar. Eso es muy justo.
Con los maestros hay algo más que un problema de fondo de tiempo. Los maestros tienen una escala salarial bastante precaria, y sobre todo los maestros populares. Ustedes saben que un gran número de los maestros de que disponemos son maestros no titulados, que empiezan con un salario muy bajo. Sin duda que esta cuestión de los maestros es algo que tenemos que analizar y tratar de encontrarle alguna solución, porque el trabajo del maestro está resultando un trabajo muy tenso. Los éxitos de la educación en los últimos años son extraordinarios, alentadores para el país en todos los sentidos. Y creo que todos los trabajadores estarán absolutamente de acuerdo en que se estudie de qué forma podemos ayudar mejor a los maestros (APLAUSOS).
Sobre algunos problemas, y mientras se desenvolvía todo el proceso para el Congreso, en la Dirección del Partido se analizaban varias de estas cuestiones acerca de las cuales ustedes tomaron resoluciones. En la Dirección del Partido se adoptaron algunas medidas o criterios favorables acerca, por ejemplo, del re ordenamiento de la escala, revisión de los calificadores, perfeccionamiento del pago por condiciones anormales de trabajo, aplicación de la forma de pago por rendimiento, incremento de las tarifas de la escala en las unidades que pasen a la organización y normación técnica del trabajo.
Este último punto pienso que ustedes lo han comprendido perfectamente bien, pero voy a añadir algunas palabras. Se trata de que con las normas en cierto modo estamos agarrados en una trampa, porque algunas normas son muy elementales, algunas están más ajustadas y otras están más desajustadas. Y lógicamente aquí la contradicción surgía porque si se demuestra que la norma es baja y se sobrecumple, el resultado podrá ser que elevaran la norma.
Ahora mismo, ustedes en la resolución plantearon una idea: la cuestión del perfeccionamiento de las normas. Hay que ver con qué criterio van a empezar a aplicar la cuestión de la norma, del salario ajustado a la norma, y a qué norma lo van a ajustar. Porque ustedes saben que hay algunas normas que están bajas, indiscutiblemente, y tendrán los dirigentes obreros que calcular con toda honestidad si la aplicación de algunos de estos principios no se puede traducir en un incremento de salarios sin ningún incremento de producción. Pero de todas formas, nosotros pensamos que las normas que están de una forma o de otra, están, y por mucho que ustedes las perfeccionen van a seguir estando; y que cuando se hagan normas técnicas de verdad, lógicamente la productividad se va a elevar. Pero pensamos que aquellos centros de trabajo donde se empezaran a aplicar normas técnicas y donde, como resultado de normas verdaderamente técnicas y científicas, se aumente la productividad, se aplicara una escala de salarios diferente a los centros de trabajo donde se aplican normas elementales. Ese es el principio. ¿Ustedes han comprendido? (APLAUSOS y EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!")
Es decir, nos interesa aplicar las normas técnicas en una región, en una industria determinada, por los problemas que sean: se introducen las normas técnicas y se pone una escala de salarios superior a un centro donde no existen las normas técnicas. Por eso el punto de incremento de las tarifas de la escala en las unidades que pasen a la organización y normación técnica del trabajo.
Nosotros expresamos el criterio del Partido de analizar, junto con los dirigentes del movimiento obrero, todas y cada una de estas cuestiones que ustedes han planteado en las resoluciones, con el espíritu de resolverlas, estudiándolas —desde luego— cuidadosamente, aunque con la mayor premura posible. Y sobre muchas de estas cuestiones ya existe criterio en el seno de la Dirección del Partido.
Si ustedes no están demasiado aburridos (EXCLAMACIONES DE: "¡No!"), sería interesante, a los efectos de que realmente saquemos de este Congreso y de todo el proceso que lo precedió un verdadero y máximo provecho para la Revolución, señalar algunas cosas que deben preocuparnos, exponer algunos datos que son de interés.
Hay una cuestión sin la cual ninguno de los acuerdos que hemos adoptado en el Congreso tendría posibilidad práctica. De nada valdría la cuestión del principio de darle a cada cual según su trabajo, pagar horas extra, o un doble turno, o revisar cualquier escala, si no mantenemos un equilibrio financiero. Incluso, la aplicación de estímulos materiales no tiene validez, no tiene vigencia en una situación de inflación desmedida.
Si en el Congreso hemos podido plantearnos todos estos problemas como fórmulas y soluciones adecuadas, es porque efectivamente el dinero comienza a tener algún valor. En una situación en que cualquiera tenía los bolsillos llenos de dinero, ninguna de estas fórmulas habrían de tener gran virtualidad.
Hay que decir algo más: en el capitalismo el dinero es todo, el dinero es la vida y la muerte de las personas.
Nosotros señalábamos nuestras debilidades y nuestras deficiencias. El capitalista funciona, y el sistema capitalista funciona, en virtud de determinadas motivaciones muy poderosas. El capitalismo tiene, en primer lugar, el ejército de la reserva laboral: los desempleados. Y no hay disciplina más eficiente que el miedo a perder el trabajo, que equivale a morirse de hambre en el capitalismo (APLAUSOS).
En la puerta de cada fábrica había virtualmente una cola de desocupados esperando la oportunidad de encontrar un empleo. Ese mecanismo facilita la disciplina capitalista.
En el capitalismo, además, el obrero que no tiene trabajo, o que no tiene dinero, se muere de hambre y se mueren sus familiares de hambre; si se enferman los hijos, la familia o él, se mueren si no tiene trabajo o no tiene dinero. Las posibilidades de vivir, las posibilidades de defender su salud, las posibilidades de obtener una seguridad frente a la vejez, frente al accidente, las posibilidades de educación de sus hijos: todo está en dependencia de su trabajo y del dinero que tenga en el bolsillo.
Con el socialismo no sucede así. Aunque todavía el socialismo no sea el comunismo y aunque todavía la distribución socialista no sea la distribución comunista, en el socialismo desaparece el desempleo, en el socialismo desaparece la inseguridad ante la vida, el miedo al desalojo de la casa, a la enfermedad, a la vejez, al accidente; todo el mundo tiene asegurado el empleo, todo el mundo tiene asegurada la asistencia médica en óptimas condiciones, mucho mejor que la que tenían los capitalistas para ellos en el capitalismo. Porque nosotros podemos decir con orgullo que nuestros servicios médicos son mucho más eficientes que los servicios médicos que tenían los capitalistas para ellos y para su familia (APLAUSOS), que la Revolución ha erradicado infinidad de enfermedades, que la mortalidad infantil en nuestro país está ya a nivel de países desarrollados, es decir, es mínima, y que nuestros servicios médicos mejoran y mejorarán por año; que ya incluso recientemente se han establecido los servicios a domicilio de nuestros policlínicos para los casos de ancianos, para los casos de niños con dificultades para trasladarse al hospital (APLAUSOS).
El socialismo brinda al pueblo todas estas seguridades, a los trabajadores y a su familia.
Y el hombre en el capitalismo, cuando tiene una motivación, en lo primero que piensa es en la supervivencia, en la salud, en los hijos; en el terror de verse sin un centavo en el bolsillo cuando tiene un familiar, un ser querido enfermo, en todos esos terrores de los cuales se alimenta la disciplina del trabajo capitalista. Es decir, son las condiciones infrahumanas de vida y de trabajo en el capitalismo lo que impele a la disciplina laboral.
En el socialismo no existen esos resortes, en el socialismo no existen esas motivaciones, en el socialismo el dinero no se hace indispensable para todas esas cosas. Ya cosas importantes, cosas que les interesan desde luego a los trabajadores, los problemas más vitales han desaparecido, están resueltos por toda la sociedad.
Es por eso que el aporte de la conciencia de los trabajadores, la cultura política de los trabajadores y la actitud de los trabajadores se convierte en un elemento insustituible en el socialismo, puesto que ya las motivaciones del trabajador son otras.
Desde luego, en el socialismo se produce la identificación total del hombre con los medios de producción, la identificación total del hombre con las riquezas del país, la identificación total del hombre con el destino de su país, con el proceso político de su país, con los problemas políticos de su país. Es decir, el trabajador pasa a ser el dueño de las riquezas y pasa a regir los destinos de su patria.
Pero los factores morales, los factores de conciencia, los factores culturales, son insustituibles en el socialismo.
No debemos pensar ni por un minuto que vamos a resolver con dinero los problemas que solo la conciencia puede resolver. Debemos usar los estímulos materiales inteligentemente y combinarlos con los estímulos morales (APLAUSOS), pero no creer por un instante que ya al hombre de hoy, al hombre socialista, lo vamos a manejar en virtud de estímulos exclusivamente materiales, porque los estímulos materiales ya no tienen la vigencia que tienen en el capitalismo en que todo se resuelve, la vida y la muerte, con el dinero que se tenga en el bolsillo.
Pero de todas formas, una abundancia de dinero, una superabundancia de dinero se convierte en un desestímulo del trabajo en muchas personas, no en todas. No podemos olvidar ni por un instante las decenas de miles de obreros, los cientos de miles de obreros, la inmensa mayoría de los trabajadores de este país dispuestos a hacer en todos los sentidos, en cualquier instante y sin incentivos materiales de ninguna clase, lo que fuera necesario en la zafra, en la defensa del país, en todo (APLAUSOS). Eso no lo podemos olvidar jamás —como decían algunos trabajadores—: cuando no había artículos electrodomésticos, cuando no había microbrigadas, cuando no había viviendas, cuando no había nada, lo que hicieron los trabajadores de nuestro país, con lo cual adquirieron esta conciencia que tienen hoy, y de la cual nosotros nos sentimos orgullosos. Y nos sentimos orgullosos ante nuestros visitantes con relación a los cuales, aunque tengamos pena, no vacilamos también en reconocer nuestras debilidades (APLAUSOS).
Desde el año 1971 ha habido un proceso de desinflación, de disminución del dinero circulante. Es decir que éramos millonarios en 1971, y ahora somos menos millonarios. Claro, la economía ha ido creciendo. En 1971 creció un 5%, en 1972 creció un 9%, en 1973, hasta ahora, ha crecido un 13%. El total acumulado es un 30% en estos tres años.
Claro, uno de los sectores que más ha impulsado el crecimiento económico ha sido el sector de la construcción (APLAUSOS). Y desde luego, nosotros tenemos que proponernos en los años futuros crecimientos modestos pero seguros.
Cuando la conmemoración del XX Aniversario, decíamos alrededor del 6% por año. Seis por ciento por año equivale a duplicar toda la producción en 11 años. No es un ritmo despreciable. No es una cosa sensacional. Pero si podemos superar estos ritmos, superarlos, pero planificar muy realistamente. Y por eso nosotros decimos un crecimiento promedio de un 6% por año en los próximos 10 años.
En estos años han aumentado los salarios; al menos lo que se paga en salarios. En 1967 se pagaban 2 773 millones en salarios; en 1970, 3 111; en 1971, 3 187; 1972, 3 367; y en 1973 se calculan 3 690 millones en salarios. A pesar de que el fondo salarial es mayor, sin embargo se ha producido desemisión. Les explicaré luego esto. Quiero primero añadir que la seguridad social se eleva a 547 millones, porque la seguridad social crece por año aun con 1 100.
Pagos a campesinos por compras a producciones agropecuarias, 240 millones; otros pagos a la población: porteadores privados, estipendios a estudiantes, etcétera, 273, que hacen un total de ingresos de la población ascendente a 4 750 millones de pesos.
Eso es lo que en 1973 recibe en dinero la población.
El fondo de salarios ha crecido desde 1967 en unos 900 millones. A pesar de eso, el dinero en poder de la población ha disminuido, porque la población ha estado gastando más de lo que ha recibido en estos años. Este proceso comenzó en 1971. En el segundo semestre se recogieron 150 millones...
¡Ah!, me faltaba un dato que seguramente ustedes quieren saber. ¿Cuánto dinero tenía la población en el momento pico? ¡Tenía 3 478 millones! Ese fue el máximo. Ahora somos más pobres.
En el segundo semestre de 1971 se recogieron 150 millones; en el año 1972 se recogieron 680 millones; en el año 1973 se recogerán según cálculos 400 millones. En total se habrán recogido, en dos años y medio, 1 230 millones.
Claro, es un dinero que se le ha recogido a la población y pasa a enriquecer la población. Porque aunque parezca paradójico, mientras más dinero teníamos en la calle, más pobres éramos. Porque quien recaudó esto no fueron los latifundistas, ni los burgueses: fue el propio Estado revolucionario de ustedes (APLAUSOS).
Esto se ha logrado, como ustedes saben, mediante dos fórmulas: una, aumento de bienes a distribuir a la población; y dos, aumento de precios de algunos artículos no esenciales. Cuando digo no esenciales no quiero decir que no nos gusten (RISAS). Digo simplemente no esenciales. No fue la leche, no fue el pan, no fueron los alimentos. Fueron los cigarros, la bebida. En fin, pero la gente nadaba en dinero. Y ya se empiezan a observar los efectos de esa disminución progresiva del dinero.
¿Ustedes comprenden? (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!")
Nosotros estamos encantados de que nuestros trabajadores tengan estos datos y comprendan esto, porque es la única manera de marchar adelante. Nosotros no somos especuladores, no nos gustan las cosas caras. Pero este mar de dinero se estaba reflejando en la economía. Díganme: en medio de ese mar de dinero, ¿de qué valdrían todos los acuerdos de este Congreso?
Ya sabemos que si el dinero abunda más que los bienes y los servicios, entonces muchos empiezan a desinteresarse por el dinero; ese dinero que de todas formas ya no resuelve algunos problemas vitales, porque esos problemas vitales los resuelve ya toda la sociedad. Todo el mundo siente una gran tranquilidad con los hijos, con todo, no necesita dinero para eso.
Formar una maestra cuesta, ¡cuesta bastante...! Formar una enfermera cuesta, ¡cuesta bastante...! Los años que hay que estar desde la primaria y la secundaria... Y una mujer calificada. Y la falta que nos hacen los maestros. Pero si alguien tenía un buen sueldo, un joven, y se casaba con la maestra, le decía: "No trabajes, no hace falta" (RISAS). Y el país perdía la maestra. Y el país perdía la enfermera.
Desde luego que cuando el país pierde la maestra y la enfermera, no lo pierde solo por el dinero, sino por los rezagos de machismo y de superhombrismo y de todas esas cosas que todavía nos quedan (APLAUSOS).
¿Qué hacemos con esto? ¿Volver al capitalismo, en que las mujeres viven del marido, en que la mujer es un adorno en la casa? (EXCLAMACIONES DE: "¡No...!") Estoy seguro de que por lo menos las mujeres cubanas no estarán de acuerdo con eso (EXCLAMACIONES DE: "¡No...!" Y APLAUSOS). Y no debemos olvidarnos de que ahora tenemos dos mujeres en el Secretariado Ejecutivo de la CTC (APLAUSOS).
Pero toda esta superabundancia de dinero se estaba expresando en términos económicos: una necesidad de fuerza de trabajo en muchos lugares críticos, a veces un hospital, a veces un servicio importante, y no aparecía la fuerza de trabajo. ¡Abundaba el dinero! Lo que viene a ser un ejemplo más de nuestra impreparación para el comunismo. Porque Marx decía "cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital". Y cuando el joven que se casa manda a la maestra para la casa, se demuestra que todavía el trabajo no es la primera... como dice Marx (RISAS), "la primera necesidad vital". No solo un medio de vida, dice "vital".
Y esa realidad la teníamos: que las textileras paradas, que la fábrica tal no tiene fuerza de trabajo, que las que entraron se fueron; que de las 100 faltan 60, porque no hubo permanencia en el trabajo. Eso es lógico resultado de la superabundancia de dinero. ¿Ustedes lo comprenden? (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!")
Ahora ya se empiezan a ver los efectos a la inversa (RISAS). Se empieza a notar una mayor demanda de trabajo. Y en un momento dado podemos tener nuestro dolorcito de cabeza, que es encontrar empleo para todo el que lo pide. Pero, ¡bueno! Nos tendremos que romper la cabeza y resolverlo. Pero eso será mejor que tener una fábrica parada por falta de fuerza de trabajo.
No queremos un ejército de reserva laboral. Eso está bien claro. ¡Jamás la Revolución acudirá a tales procedimientos, porque son procedimientos capitalistas! (APLAUSOS)
Pero de todas maneras tenemos que vivir, tenemos que satisfacer nuestras necesidades materiales, tenemos que marchar hacia adelante, tenemos que vencer el subdesarrollo, tenemos que vencer la pobreza. Y, por lo tanto, es necesario ser realista, comprender todo esto, saber qué medidas se aplican, por qué se aplican, qué es bueno y qué es malo para la economía, y por qué es bueno y por qué es malo, cuántos somos y cuánto tenemos de revolucionarios, cuántos somos y cuánto tenemos de comunistas, ¡y todo lo que nos falta todavía de revolucionarios y de comunistas! (APLAUSOS)
Bien. En la actualidad en la calle hay 2 248 millones. Ha disminuido. Un poco menos, y estaremos dentro de los que se consideran —según los técnicos— límites normales de dinero en circulación. Es una gran cosa llegar a los límites normales, y un avance sin duda. Y sin esos límites normales, no tendrían vigencia práctica en el orden económico ninguno de los acuerdos que ustedes han tomado, los acuerdos de orden económico. No funcionarían, no tendrían virtualidad.
De ahí un principio muy importante: el balance financiero. Que exista en poder de la población una cantidad de dinero que no exceda los límites normales; que el balance entre lo que se paga de salarios y el total de bienes y servicios a disposición de la población sea equilibrado.
Si nos lanzamos a regar dinero otra vez, si empezamos a distribuir más por salarios que lo que tenemos de mercancías y de servicios disponibles, volvemos a convertirnos en millonarios, es decir, a tener muchos papeles y pocos bienes y servicios. Por lo tanto, es de suma importancia que se mantenga la relación entre el ingreso total de la población y los bienes y servicios disponibles. Ese es un principio esencial. ¿Lo comprendemos? (EXCLAMACIONES DE: "¡sí!")
Por aquí está también una lista de en qué gasta la población. Digamos: Reforma Urbana es poco, son 60 millones; cine y teatro, 46; electricidad y gas, 70. No son renglones grandes. Esos no son elementos recaudatorios.
Hay estadística incluso hasta de lo que se gasta en peluquería, en barbería, en transporte —los que pagan (RISAS).
Ahora bien: el año que viene pensamos todavía recoger otro poco de dinero. Es muy bueno, para situarnos en los límites —si es que los técnicos no están equivocados acerca de los límites.
Ahora vean qué gasto obligado tenemos que hacer de incremento de salarios para el año que viene —eso no tocando los precios; y desde luego que los precios alguno? Están altos, pero están ahí: hace tiempo que no se tocan... Y si quieren una buena noticia les diré que los compañeros del sector de servicios han propuesto una rebajita en las bebidas alcohólicas (APLAUSOS). Porque, desde luego, están teniendo unos stocks, y van a hacer una reducción. Si existe un producto, si no se puede exportar, es mejor que lo tenga la población. Ese es otro principio. Aunque debemos acostumbrarnos a ver algo en las bodegas; porque se ha creado el hábito de que si hay algo dicen: "¿Por qué hay algo ahí? ¿Por qué no le bajan el precio? ¡Habrá que acostumbrarse a que haya algo como constancia de que lo que se gana en salario tiene una contrapartida en las tiendas! (APLAUSOS).
Pero de todas formas el stock que tienen va siendo más de la cuenta, y le van a hacer una rebajita.
Pero bien: ¿cuánto hay que gastarse de todas maneras el año que viene, de ingresos adicionales ala población?
Incremento de fuerza de trabajo: 113 500 trabajadores; 177 millones de pesos. Esto es todos los años. Y cuando sean más, más.
Disminución del ausentismo. He aquí un cálculo optimista: representará 37 millones más en salarios. ¡La confianza en los acuerdos del congreso obrero! (APLAUSOS)
Cambios de puestos de trabajo: 5 millones. Seguridad social, Ley 1100: 40 millones.
En total, el gasto —obligado ya— de 254 millones de pesos más en 1974 que en 1973. ¿Está claro?
De manera que hay que desembolsar 254 millones de todas formas, aunque no hagamos más nada que emplear a los que hay que emplear, jubilar y dar las pensiones a los que hay que darles las pensiones. En fin, gastos inevitables.
Ahora, se ha hecho un cálculo. Distintas medidas, de algunas de las que ha aprobado en principio el Partido, acorde con los planteamientos de los trabajadores, y de las aprobadas por ustedes: eliminación de dos primeros grupos; reorganización, calificadores, pagos de vacaciones...
Bueno, aquí pago de vacaciones está equivocado, debió haber dicho descuento, y si es descuento no veo por qué esto tiene que incrementar el gasto.
Pero bien: la eliminación de los dos primeros grupos de la escala, que afecta a trabajadores agrícolas; esos son 10,5 millones.
Ampliación escala de técnicos —para ampliar la escala de los técnicos, para crear una remuneración adecuada en el personal más calificado—; eso significaría 67 millones.
Esto es en teoría. No están tomadas estas decisiones. Están consideradas positivamente.
Ampliación de la escala de personal responsable de dirección de la producción; ascendería a 65 millones.
Revisión de calificadores: 7,2 millones.
Pago por condiciones anormales: 50 millones.
Pago horas-extra y doble turno: 55 millones.
Vinculación del salario a las normas: 44 millones.
Normación técnica: 2,5.
Otros: 13,6.
Esto arroja un total de 314,8 millones, lo que significaría la aplicación de todas estas cosas.
En total serían 569 millones más de salario en 1974.
Aquí cuando se habla de ampliación en la escala de personal responsable en la dirección de la producción se trata del jefe de brigada, del jefe de lote, que tiene que tener un salario equiparado con el que va a ganar el tractorista, o con el operario.
¿Qué significa esto? Significa que tenemos que tener un gran cuidado en la instrumentación de todos estos acuerdos. ¿Qué significa un gran cuidado? Empezar a estudiar los centros de producción, y empezar a aplicar estos acuerdos allí donde todo incremento salarial vaya a estar acompañado de un incremento de la producción material, para ampliar la producción material que responda a los incrementos de salarios.
Claro, hay producciones materiales que no se traducen de inmediato, que se pueden traducir en incremento de salarios y no en incremento de bienes disponibles para la población; digamos, una termoeléctrica se está construyendo dos años, no significa de inmediato un ingreso material. Puede haber un incremento de salarios en las construcciones; hay construcciones que no se traducen de inmediato en un incremento de bienes disponibles a la población.
Pero, en fin, no se pueden aplicar ninguna de estas medidas sino progresivamente, y cuidadosamente, comenzando por todos aquellos centros de trabajo donde la fuerza de trabajo es lo fundamental, donde el incremento de salarios se traduce de inmediato en un incremento de bienes disponibles a la población. Y llevar un balance muy cuidadoso, discutiendo esto con los dirigentes obreros, cada una de estas medidas, y sus consecuencias económicas, para evitar que los acuerdos —que pueden ser un instrumento formidable para elevar la eficiencia económica— se nos puedan convertir en un nuevo proceso inflacionario, donde los salarios, y los ingresos de salarios o el gasto en salarios no esté en correspondencia con la producción de bienes materiales. Y, sobre todo, cuidar el balance financiero.
No hacemos nada con aplicar los acuerdos y que se nos produzca de nuevo un desbalance financiero.
Es muy importante que los dirigentes obreros conozcan estos datos.
De todas formas, hay un incremento en la producción material, desde luego; pero lo que no podemos es hacer un incremento de salarios por encima de la producción material. Porque, además, el país tiene que hacer fuertes inversiones en desarrollo. Eso es muy importante.
En ocasiones también nuestra producción material no tiene limitantes de fuerza de trabajo. Si el limitante en todos los casos fuera la fuerza de trabajo para la producción material... Hay muchas industrias en que el limitante es que estamos al tope de su capacidad, que no dan más; hay otras industrias en que el limitante es la materia prima, que es cara o que es escasa o que no se obtiene la materia prima. Es decir, hay aquí capacidades subutilizadas en industria por problemas de materia prima, y capacidades subutilizadas en otras por problemas de fuerza de trabajo. Donde el limitante es de materia prima, puede depender de las posibilidades de adquisición de esa materia prima en el exterior.
Claro, si las producciones de azúcar aumentan y aumentan las exportaciones, ahí tenemos una vía de aumentar las importaciones de materias primas. A medida que se aumenta las exportaciones se puede aumentar las importaciones. Ahora bien, no es fácil recurrir al camino de las importaciones. ¿Por qué? Yo les voy a mostrar cómo se han presentado o se están presentando los precios en el Mercado Mundial, para poner algunos ejemplos.
Claro, se dice: hay mucho más dinero, vamos a traer más bienes de importación. Eso depende, en primer lugar, de nuestras exportaciones. Pero en algunos artículos: los frijoles, precio en el año 1969 por tonelada, 121,5 pesos; precio de los frijoles que hay que comprar para 1974, 574 pesos la tonelada. Maíz, mercado capitalista, precio de 1969, 58,08; precio para 1974, 131,55 la tonelada. Trigo, año 1969, 71,76; año 1974, 159,45. Arroz consumo, en el año 1970 llegó a estar hasta a 90 dólares la tonelada; precio para 1974, 400 pesos.
Aceite vegetal, 228,51 en el año 1969; precio para 1974, 329,22. Leche en polvo, año 1969,128 pesos; año 1974, 603 pesos. Harina vegetal, año 1969, 93,60; año 1974, 191. Harina de pescado, año 1969, 129,80; año 1974, 386,2. Roca fosfórica —una materia prima—, año 1969, 22 pesos; año 1974, 50.
Fertilizante nitrogenado, urea, año 1969, 80,13; año 1974, 141. Superfosfato triple, año 1969, 67,57; año 1974,120. Tejido de rayón, en miles de metros cuadrados, precio de 1969, 643,13; año 1974, 964,69. Tejido de lana, año 1969, 871,23; año 1974, 1306,70. Hilo de algodón, en miles de metros lineales, año 1969, 227,52; año 1974, 379,98.
Hilaza de acetato en toneladas, año 1969,1314; año 1974, 2 284. Hilaza de nylon, año 1969, 2 570; año 1974, 4 155,77. Hilaza acrílica, año 1969, 2 360; año 1974, 4 738. Y siguen los productos por el estilo.
¿Qué significa esto? Hay un proceso de inflación mundial; algunas materias primas fundamentales, como el petróleo, se están poniendo muy caras, y la industria química tiene un peso muy grande en la economía mundial. Hay en general una fuerte escasez de alimentos en el mundo. Muchos de estos productos incluso no se consiguen, independientemente del precio que tengan, y muchos de esos renglones —como harina vegetal, harina de pescado o leche en polvo, todos esos productos, pero sobre todo las materias primas para los piensos— se han encarecido extraordinariamente; sin embargo, se mantienen las producciones de huevos, se mantienen los huevos al precio que han tenido todos estos años, se mantiene la leche a la población, a los niños, al precio que ha tenido todos estos años. Lógicamente, la economía tiene que hacer frente a todos esos incrementos de costo.
Si se comparan los precios de los productos actualmente, de las importaciones, con el precio obtenido por el azúcar, de acuerdo con los límites del Mercado Mundial, era el equivalente a disponer el azúcar a tres centavos; incluso fue difícil llegar a un acuerdo en el convenio azucarero, porque los países importadores querían poner topes a los precios azucareros, que eran inaceptables. Había que aceptarle un tope a los precios del azúcar, y después salir a comprar todas estas materias primas y productos con esos precios fabulosos que tienen. Por lo tanto, no hubo convenio.
De modo que es una situación objetivamente complicada, no de una situación fácil. Por eso no se puede decir que con importaciones resolvemos traer productos para balancear cualquier incremento de salarios que se produzca. Es decir que hay limitantes objetivos, que deben tenerlos muy en cuenta.
Pero estos datos que les hemos ofrecido a ustedes nos vienen a enfatizar más todavía la necesidad de buscar a toda costa la eficiencia económica, vienen a fortalecer todos los criterios y todos los puntos de vista que ustedes han analizado a lo largo de este proceso, y la aplicación del principio de buscar más producción y más calidad a menos costo.
Un compañero decía que los trabajadores habían estado en estas discusiones a la altura de verdaderos estadistas. Y eso es cierto. ¡Y resulta de extraordinaria importancia que los trabajadores tomen estas cuestiones en sus manos muy seriamente!
En la batalla por producir más con mejor calidad a menor costo, todos estos hechos resaltan la importancia del trabajo económico en general, y muy especialmente del trabajo agrícola; la importancia del trabajo en los planes cañeros, en los planes ganaderos, en los planes arroceros; la enorme importancia que tiene el trabajo del Sindicato Agrícola, tanto en la tarea de los ahorros como en los incrementos de la producción.
En este Congreso se adoptaron resoluciones relativas a la participación de los obreros en la gestión económica. Y en una de las resoluciones se planteaba la necesidad de la presencia de los trabajadores en el consejo de dirección de las unidades productivas de las empresas, e incluso en los ministerios.
La dirección del Partido está absolutamente de acuerdo con esa resolución del Congreso obrero (APLAUSOS). Pero algo más: a las reuniones sistemáticas del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, donde se analizan los planes anuales, donde se toman decisiones fundamentales de carácter administrativo y de carácter económico, tenemos el criterio de invitar a que participe también la representación del movimiento obrero (APLAUSOS).
Esto hace realidad un viejo anhelo revolucionario de darles a los trabajadores organizados el máximo de participación en la gestión económica, como corresponde a un proceso socialista.
Ustedes tomaron otro importante acuerdo: fortalecer y mantener el movimiento de las microbrigadas, sobre la base de plustrabajo, como el método correcto y la solución adecuada al problema de la vivienda (APLAUSOS).
Actualmente se están construyendo más viviendas que en ningún otro año anterior de la Revolución, y gran parte de esas viviendas las están construyendo las microbrigadas. ¡Ah, si tuviéramos más materiales, con los acuerdos del Congreso obrero, con la fuerza de trabajo que podríamos liberar aplicando esas Resoluciones, las cantidades de viviendas que podríamos hacer de escuelas primarias, de círculos infantiles y de soluciones sociales a través del plustrabajo!
De todas formas, no debemos desalentarnos. Se están realizando importantes inversiones para ampliar la base material de las construcciones para tener más cabillas, más cemento, más piedra, más arena, más materiales de todo tipo. Y llegará el momento en que podamos darle un nuevo y más grandioso impulso a las construcciones con las microbrigadas, para resolver el problema de las viviendas (APLAUSOS).
¡Es importante que este movimiento no decaiga!
Ustedes van a ser invitados a visitar —para los que no lo conocen— el reparto de Alamar, que es uno de los que se están construyendo. Y ustedes verán la funcionabilidad, la amplitud y las condiciones sociales de vida que crean allí los trabajadores para los trabajadores, de modo tal que ni soñando ningún barrio de burgueses y capitalistas tenía los servicios, la belleza y la amplitud que tiene aquel reparto que están construyendo las manos laboriosas de nuestros trabajadores (APLAUSOS).
Hay el riesgo de que algunos centros de trabajo avancen tanto que tengan los principales problemas de vivienda resueltos, y eso conspire contra la continuidad del trabajo de las microbrigadas. Eso no estaría bien. sí estaría bien que resolvieran sus viviendas, pero no estaría bien que se disolviera o se desalentara esa microbrigada de esa fábrica.
Lo correcto es que cuando ya algunas microbrigadas tengan un número tal de viviendas acumuladas que la situación se haga menos apremiante para sus centros de trabajo, con espíritu proletario, con espíritu solidario, trabajen construyendo viviendas para otros sectores laborales (APLAUSOS), que como el caso de los maestros —por ejemplo— (APLAUSOS), no pueden disponer de una fuerza constructiva poderosa, porque son en su inmensa mayoría mujeres. Y si dicen que los maestros están sobrecargados de trabajo, quiero que me expliquen cómo van a resolver el problema de la vivienda.
Claro está que el día que tengamos mucha más productividad en la construcción y liberemos fuerza de trabajo, podemos tener también brigadas estatales construyendo viviendas para esos casos o casos similares, como tenemos brigadas construyendo para técnicos. Porque vienen los técnicos, y lo menos que podemos hacer es darles una vivienda.
Y en el futuro, con el prefabricado, con la elevación de la productividad, no solo deberemos trabajar en la vivienda con microbrigadas, sino que tendremos que tener brigadas estatales también, contribuyendo a resolver el problema de la vivienda sobre todo para aquellos sectores que no tienen la posibilidad de acogerse al plan de microbrigadas por las características y la naturaleza de su fuerza de trabajo.
Por eso es necesario que las microbrigadas no pierdan fuerza, y transfiramos esa fuerza a los puntos necesarios manteniéndola vinculada a su centro de trabajo. Debemos impedir a toda costa la desvinculación del trabajador de microbrigada al centro, porque esa vinculación con el centro de trabajo es el alma de la microbrigada. Incluso hemos llegado a ciertos criterios con relación a la calificación: que cuando se califiquen como constructores, puedan recibir los beneficios de ese incremento de su capacidad como constructores en las microbrigadas; cuando tengan un salario por debajo del que les correspondería como tales obreros calificados, se les tome en cuenta esa calificación y se les mejore su salario.
Pero no desvincularlos del centro de trabajo. Si desvinculamos al obrero de la microbrigada del centro de trabajo, matamos las microbrigadas.
Y nosotros no vemos ninguna otra solución. Porque el día que podamos hacer brigadas estatales, haremos más viviendas. Pero por lo menos durante 10 ó 12 años, consideramos que las microbrigadas serán el alma de las construcciones de viviendas y de otras muchas construcciones sociales vinculadas a la vivienda. Y por supuesto, la fuerza excedente de los centrales azucareros, cuando tengamos materiales, podrán hacer una gran tarea en ese sentido.
Nosotros le recomendamos al movimiento obrero que vele por la continuidad de las microbrigadas.
Se ha hablado del salario por acuerdo en las construcciones. Hay veces que el problema en determinadas construcciones no está en la fuerza de trabajo, sino está en los materiales. Para aplicar la fórmula de salario por acuerdo, hay que garantizar los materiales.
Ahora, se tiene el propósito de experimentar en unas cuantas obras priorizadas y comenzar por esas obras priorizadas a ensayar la aplicación de este método de pago por acuerdo en las construcciones. Obras que tengan garantizados sus materiales, de lo contrario no tendría ninguna virtualidad el pago por acuerdo. Hacerlo en esas obras donde tenemos problemas de fuerza de trabajo y no hay problemas de materiales por cuanto están priorizadas.
El sector de la construcción, de acuerdo con el sindicato de la construcción, va a comenzar a ensayar ese método de remuneración.
Se ha discutido el problema de los artículos electrodomésticos. Nosotros entendemos que las soluciones a las que ustedes han llegado son adecuadas. Claro, aquí se han manifestado algunas contradicciones. Incluso un obrero dijo que al simpático, al que le caía bien a la gente, a veces le tocaba en suerte alguna distribución. Pero estoy seguro de que esa es la excepción de la regla, como dijo el compañero Lázaro. Seguro.
Ahora, si el simpático puede confundir a la masa, ¿adónde llegará con el funcionario? Porque si el que reparte no es la masa y es un funcionario, si la masa se puede equivocar, cuando la masa se equivocó una vez el funcionario se equivocó cien (APLAUSOS).
¿Las viviendas que construyen las microbrigadas creen ustedes que tendríamos otro procedimiento de repartirlas que el procedimiento asambleario? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!")
Claro que todo en la vida tiene sus problemas, y entre otras cosas comprendemos que es un trabajo adicional para los dirigentes obreros. Y claro está, aquellos productos que empiezan a liberarse, no hay por qué repartirlos en las asambleas. Relojes, ollas de presión, debemos alegrarnos muchísimo de que ya no haya que repartirlos por ese procedimiento. Y cuando sobren los televisores, ¡magnífico! Ya se están distribuyendo más de 100 000 por año. Pero esos televisores han ido fundamentalmente a través de los centros de trabajo. Esos 250 000 televisores han ido a parar a manos de familias obreras. Los refrigeradores, no tenemos superabundancia de ellos; se incrementa el número; vamos a mantener la distribución a través de los centros de trabajo.
¿Y si después se instala la televisión en colores y empiezan a aparecer los primeros televisores en colores; y si un día hay que repartir motocicletas, o incluso una vez resueltas otras necesidades puede el país disponer de algunos miles de automóviles? (APLAUSOS)
¿Qué quiere decir esto? Que habrá algunos artículos escasos. Cuando nos vayamos liberando, nos vamos liberando. Pero nosotros creemos que, en tanto esos artículos escaseen, debemos darles preferencia a los trabajadores. Se trata de darles una preferencia a los trabajadores en un pueblo que es de trabajadores. Antes esos artículos los conseguían en las colas de las tiendas, y so era más irritante. A medida que encontremos un procedimiento mejor —si lo encontramos— manteniendo el mismo principio, pues apliquemos ese procedimiento más cómodo que les ahorre a ustedes todo ese trabajo en los centros. Pero por ahora, esos artículos que ustedes han seleccionado, no se desprendan de ellos; carguen con ese trabajo en las secciones sindicales en tanto encontremos una mejor fórmula siguiendo el mismo principio (APLAUSOS).
Claro, no vayan a pensar demasiado pronto en automóviles (RISAS).
Ahora el país va a importar algunos automóviles de alquiler para sustituir la cacharrería esa que desluce por las calles de nuestras ciudades y que cuesta muy caro (APLAUSOS).
También se van a adquirir algunos automóviles para técnicos —no se trata de un privilegio—, para venderles automóviles a técnicos que los necesiten de acuerdo con las funciones que desempeñan, a los efectos de elevar su productividad. ¿Ustedes estarán de acuerdo con eso? (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!" Y APLAUSOS) Por ejemplo, los médicos que están prestando el servicio a domicilio. Se les ha dado el automóvil para que lo paguen, a precio de costo; lo pagan con facilidades y sufragan parte de los gastos de mantenimiento y de combustible. Es de ellos el automóvil, y lo cuidan muy bien, no hay duda. Además, ellos mismos lo manejan. Y resultan muy económicos.
Porque estos artículos que hoy son lujo hay que darlos con el criterio de donde resulten más útiles al país. Sé que ustedes no lo dicen, pero nosotros sabemos que también el movimiento obrero necesita algunos vehículos (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES). Claro que la razón alegada por el compañero Lázaro y por los dirigentes obreros es una razón muy sabia. Cuando nosotros les preguntamos cuántos cuadros permanentes y profesionales van a tener —y que nos preocupamos muy seriamente porque no se infle la plantilla del movimiento obrero—, ellos han explicado que a veces necesitan tres cuadros donde bastaría con uno, por cuestión de recursos para trabajar. Y también aquí salió a relucir en la discusión sobre los comités municipales. Realmente nosotros entendemos que ustedes deben hacer ahorro de cuadros y deben tener la mayor productividad. No les prometemos soluciones inmediatas, pero sí les aseguramos que a lo largo del año 1974 vamos a hacer un esfuerzo por facilitarle al movimiento obrero el mínimo indispensable de los recursos automotrices que necesita para el trabajo (APLAUSOS), y con vistas a incrementar la productividad de ustedes como cuadros obreros (APLAUSOS).
Ustedes han tomado acuerdos sobre la calificación. Incluso tienen un proyecto de ley aprobado aquí en el Congreso, que con toda seguridad será convertido en ley por el Gobierno Revolucionario (APLAUSOS). Es muy importante el problema de la calificación, porque se calcula que el movimiento obrero tiene que calificar más de 100 000 trabajadores en los próximos años, independientemente de los obreros calificados que salgan de las escuelas politécnicas y los institutos tecnológicos, es decir, de la enseñanza regular.
En materia de calificación en los años futuros podremos hacer verdaderas maravillas, porque están multiplicándose por todas partes del país las escuelas politécnicas, los institutos tecnológicos, y cada año vamos a poner un acento mayor en ese tipo de escuelas.
Entre escuelas politécnicas y secundarias básicas se están construyendo en todo el país alrededor de 150 por año, es decir, el equivalente de 150 unidades de 500 alumnos. ¡Solo en la provincia de Oriente y en un solo año se han construido casi 20 politécnicos en centrales azucareros! (APLAUSOS)
En Alquitex se acaba de inaugurar el Instituto Tecnológico Textil; en Ariguanabo en diciembre se inaugurará la escuela politécnica con capacidad de 1 000 alumnos allí al lado de la fábrica (APLAUSOS).
La base material para la formación profesional de nuestra juventud se incrementa extraordinariamente. Y esa propia base material puede ser aprovechada también por los trabajadores. Pueden actuar allí como profesores al lado de las fábricas, pueden utilizar los profesores de los centros para los cursos de calificación. Se pueden estudiar todas las múltiples formas de cooperación entre el movimiento obrero y los planes de capacitación de la juventud.
Como decíamos al principio, el valor de este congreso se destaca porque constituye un primer paso importante y decisivo en la tarea de buscar la máxima eficiencia de nuestra economía. ¡Buscar que la máxima eficiencia de la economía se convierta en tarea fundamental de la Revolución en los años venideros, en tarea del Partido, del Gobierno, del movimiento obrero, de las organizaciones juveniles y de las organizaciones de masas! (APLAUSOS)
Ya se está trabajando en la elaboración del plan 1976-80, que será el primer plan quinquenal de la Revolución (APLAUSOS), plan que a grandes rasgos será aprobado por el Primer Congreso de nuestro Partido en 1975 (APLAUSOS). Y este plan será inevitablemente un plan tenso, un plan fuerte, que garantice el avance del país en los próximos años, y que requerirá el máximo esfuerzo de todo nuestro pueblo.
Nosotros esperamos que en la elaboración de ese plan participen los dirigentes obreros, y en el análisis y discusión de ese plan participen todos nuestros trabajadores (APLAUSOS).
La batalla económica es fundamental. Y esa batalla solo se podrá ganar con la máxima participación de nuestras masas trabajadoras.
Será necesario fortalecer también la autoridad de la administración. Otras de las virtudes que tuvo este proceso obrero es que —como decía Lázaro— no se evidenció ningún espíritu antiadministrativo. Esperamos las más estrechas relaciones de cooperación y de trabajo entre ambos representantes de nuestro pueblo: ustedes, representantes de los trabajadores, que con sus manos crean las riquezas; y los administradores representantes del Estado socialista (APLAUSOS), representantes de la administración socialista.
Hemos fortalecido la contrapartida de la administración (APLAUSOS). ¡Hay que fortalecer ahora a la administración! (APLAUSOS)
Compañeras y compañeros:
Nuestro Partido se siente orgulloso de los resultados de este Congreso, del trabajo de ustedes, de los éxitos de ustedes. Ha sido una extraordinaria prueba de madurez política y revolucionaria. Ha revelado en toda su profundidad la conciencia de nuestra clase obrera.
En el día de hoy ustedes escogieron a los dirigentes de la CTC. El Partido no fue ajeno a la selección de la candidatura. Pero el Partido no intervino diciendo a quiénes había que elegir: el Partido intervino preguntándoles a los máximos dirigentes del movimiento obrero cuál era el criterio de la masa trabajadora, cuál era el criterio de los sindicatos y cuál era el criterio de los dirigentes obreros acerca de la candidatura que tendría que proponerse al Congreso. Y de manera unánime los dirigentes que hoy integran el Comité Nacional, hablando en nombre de los trabajadores, expresaron que el sentimiento de los trabajadores cubanos es que el compañero Lázaro Peña debía ser el Secretario General de la CTC (APLAUSOS PROLONGADOS).
El compañero Lázaro desempeñaba un importante cargo en la dirección del Partido, pero por la enorme importancia que tiene para la Revolución este movimiento obrero vigorizado, la dirección del Partido aceptó que el compañero Lázaro formara parte de la candidatura y pasara a trabajar directamente a este frente obrero.
Esta selección, realizada de manera absolutamente democrática, expresiva del sentimiento de los trabajadores —y esa es la tarea del Partido: garantizar el espíritu democrático del proceso, interpretar y apoyar la voluntad de las masas, orientarlas en los problemas fundamentales—; esta elección constituye, en primer lugar, un tributo a un compañero que ha dedicado toda su vida a la causa de los trabajadores (APLAUSOS PROLONGADOS); constituye un reconocimiento a su condición de maestro de cuadros sindicales (APLAUSOS), porque lo que nos decían los dirigentes obreros es que Lázaro ha sido para ellos como un maestro, y que durante estos meses junto a él habían aprendido más de cuestiones del movimiento obrero, y de trato con los obreros, y de tareas sindicales, que lo que habían aprendido antes en toda su vida. Pero es también un reconocimiento al extraordinario talento del compañero Lázaro Peña para tratar y para dirigir a los trabajadores (APLAUSOS).
El compañero Lázaro ha sido además el alma de este proceso que precedió al Congreso, desde que se trabajó en las tesis hasta la celebración del Congreso (APLAUSOS).
Pero, además, junto al compañero Lázaro Peña ha sido elegido un contingente de jóvenes dirigentes obreros —Agapito no se pondrá bravo porque yo lo llame joven también, porque así, por su entusiasmo, lo consideramos todos nosotros (APLAUSOS)—; hay todo un contingente de cuadros jóvenes, con magníficas condiciones, con magnífica actitud y con sólido prestigio ante los trabajadores, que estamos seguros que al lado del compañero Lázaro Peña aprenderán mucho.
Y por eso, una de las tareas que tendrá el compañero Lázaro Peña es formar en su estilo y en su ejemplo a ese valiosísimo contingente de cuadros jóvenes, que son una esperanza para el movimiento obrero cubano (APLAUSOS).
Nos satisface ver la forma en que se desenvolvió todo el proceso del Congreso, y nos sentimos satisfechos, altamente satisfechos, de los compañeros que ustedes han elegido. Nos satisface profundamente el espíritu democrático de este movimiento obrero. Y podemos decir que si en 1970 se lanzó la consigna de crear un vigoroso, un poderoso movimiento obrero, profundamente democratizo, ya hoy se han creado —sólidas e indestructibles— las bases de ese movimiento obrero (APLAUSOS).
Nos llena de esperanza el entusiasmo y la calidad de los delegados que han venido a este Congreso. Nos llena de satisfacción la seguridad, la confianza con que han actuado, con que han trabajado, con que se han expresado aquí. Y no tenemos el menor temor a equivocarnos al afirmar que nuestro movimiento obrero y nuestro Partido tienen una magnífica cantera de cuadros combativos, entusiastas, honestos, revolucionarios (APLAUSOS).
¡Jamás nuestro movimiento obrero tuvo semejantes perspectivas! ¡Jamás nuestro movimiento obrero fue tan sólido como lo es hoy día!
Y así la Revolución podrá contar con una fuerza más, el Partido podrá contar con una fuerza más en las tareas que debe llevar adelante.
Será deber de ustedes continuar por este camino ascendente, esforzarse, estudiar, prepararse, seguir la magnífica tradición que ustedes han sentado con este Congreso histórico.
Este Congreso ha sido, además, una magnífica prueba de espíritu internacionalista. Con satisfacción, con entusiasmo, con decisión, nuestros trabajadores se han solidarizado con la causa y las luchas de los trabajadores de todo el mundo (APLAUSOS).
Aquí, en presencia de los representantes de casi 70 organizaciones obreras del mundo, ustedes han expresado ese espíritu internacionalista en las magníficas muestras de amistad, de cariño y de solidaridad, con los trabajadores de la Unión Soviética y con los trabajadores de todos los países socialistas (APLAUSOS); ustedes han expresado su apoyo incondicional a los trabajadores del hermano pueblo chileno (APLAUSOS), a la heroica lucha de los pueblos árabes (APLAUSOS), al pueblo querido de Viet Nam (APLAUSOS), al pueblo hermano de Puerto Rico (APLAUSOS), a los luchadores que en Africa combaten contra el neocolonialismo, el colonialismo y el racismo (APLAUSOS).
Ustedes han expresado su orgullo por los trabajadores cubanos que en diversos países del mundo cumplen sus deberes internacionalistas (APLAUSOS), por las brigadas médicas que prestan sus servicios al hermano pueblo de Siria (APLAUSOS), por los obreros de la construcción que trabajan en la República Democrática de Guinea (APLAUSOS), por los médicos, técnicos de diversos tipos, maestros y otros que actualmente prestan servicios en la Guinea Ecuatorial, o en Argelia, o en Yemen (APLAUSOS). Y expresaron el deseo de que las brigadas de constructores cubanos marchen a Viet Nam (APLAUSOS), como marcharán en breve con sus equipos, a contribuir a la reconstrucción de ese país hermano (APLAUSOS).
Esos sentimientos nos honran, honran a nuestra clase obrera y llenan de satisfacción y de aliento a nuestro Partido, porque sin espíritu internacionalista no podría haber jamás conciencia comunista (APLAUSOS).
Aunque un país pequeño y pobre todavía, no debemos dolernos en lo más mínimo de quitarnos algo de nuestros recursos para ayudar a otros pueblos revolucionarios que son todavía más pobres que nosotros (APLAUSOS).
Además, si un pueblo tiene el deber de ayudar a otros, ese pueblo es un pueblo como el nuestro, que ha conocido tan de cerca los frutos del internacionalismo proletario, que ha recibido tanta ayuda como hemos recibido nosotros (APLAUSOS).
Si la gran patria de Lenin ayudó a Cuba en momentos decisivos con todas sus fuerzas, justo es que nosotros ayudemos también, en la medida de nuestras fuerzas, a otros pueblos revolucionarios (APLAUSOS).
Pero este Congreso ha sido también una demostración de magnífico espíritu internacionalista desde otro ángulo: por la presencia aquí de representantes de casi 70 organizaciones obreras de otros países (APLAUSOS).
Con verdadero orgullo hemos visto desfilar por esta tribuna a los representantes de las organizaciones obreras más prestigiosas y más sólidas del movimiento obrero mundial. Hemos tenido la satisfacción de escuchar al Secretario General de la Federación Sindical Mundial, compañero Pierre Gensaus (APLAUSOS); al compañero Alexander Shelepin, presidente de la Central de Sindicatos soviéticos y miembro del Buró Político del Partido Comunista de la Unión Soviética, que nos trajo la expresión de los sentimientos fraternales y solidarios de los trabajadores soviéticos (APLAUSOS).
Han desfilado los dirigentes de las organizaciones obreras de los hermanos países socialistas y de las organizaciones obreras de Africa, de Asia y de América Latina, y los dirigentes de importantes organizaciones internacionales.
Hemos tenido oportunidad de escuchar, con palabras emocionadas y profundas, al representante de nuestros hermanos trabajadores puertorriqueños (APLAUSOS), al representante de los pueblos árabes, de Viet Nam, de Corea, de los trabajadores africanos (APLAUSOS). Tenemos aquí entre nosotros dirigentes obreros norteamericanos (APLAUSOS). Han estado presentes los representantes de los heroicos trabajadores de Chile (APLAUSOS).
Con nosotros han estado en este Congreso honrándolo, la compañera Hortensia Bussi, viuda de Allende (APLAUSOS), y su hija Beatriz (APLAUSOS).
Todos ellos han tenido para nosotros palabras extraordinariamente amables, cariñosas y llenas de fraternal aliento.
En la medida en que cada uno de ellos desfilaba por esta tribuna, podíamos apreciar, como en un libro abierto, hasta qué punto se ha desarrollado la solidaridad de nuestro pueblo y de nuestros trabajadores con las causas más justas y más revolucionarias de todo el mundo (APLAUSOS).
¡Nuestro país ha cumplido y cumplirá con sus deberes internacionalistas! ¡Y al recordar a los cubanos que cumplen sus deberes en otras tierras, no debemos olvidar a los compañeros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias que de una forma o de otra también cumplen sus deberes como técnicos en varios países! (APLAUSOS PROLONGADOS).
A Chile este Congreso le ha dedicado especial atención. Y a todos los trabajadores del mundo, en el día de hoy se les dirigió un vibrante llamamiento a la solidaridad con el pueblo de Chile y a la lucha activa contra la criminal junta fascista (APLAUSOS).
Estamos seguros de que el movimiento obrero de todo el mundo, y en especial los representantes obreros de los países europeos que tan digna y brillantemente representaron aquí sus organizaciones sindicales —nos referimos a los representantes obreros de los países capitalistas presentes aquí también entre nosotros (APLAUSOS)—, estamos seguros de que los dirigentes obreros recogerán ese llamamiento y lo harán suyo (APLAUSOS).
Miles de chilenos, y no solo chilenos sino latinoamericanos que vivían en Chile, han sido encarcelados o perseguidos o expulsados por la junta fascista. En numerosos países les han ofrecido hospitalidad. Gran número de ellos desea venir a nuestra patria y residir en nuestra patria mientras no puedan volver a un Chile liberado o a sus patrias liberadas.
Nosotros tenemos dificultades de vivienda. Pero proponemos aquí, a los trabajadores, a los miembros de este Congreso, que las microbrigadas obreras de La Habana, por cada edificio que en el futuro terminen, ofrezcan un apartamento a una familia chilena o latinoamericana (APLAUSOS PROLONGADOS).
Tenemos en La Habana cerca de 500 microbrigadas. Eso significaría en menos de un año, 500 apartamentos para que residan en ellos los que, procedentes de la hermana tierra de Chile, vengan a residir en nuestra patria (APLAUSOS).
No tenemos mucho. Pero lo poco que tenemos lo compartimos gustosamente y revolucionariamente con nuestros hermanos latinoamericanos perseguidos de cualquier parte de este continente (APLAUSOS).
Compañeras y compañeros delegados:
Solo me resta expresar a todos los representantes del movimiento obrero aquí presentes, nuestro infinito agradecimiento por su presencia en este acto. Y expresarles a todos ustedes, en nombre de nuestro Partido, nuestro más profundo reconocimiento y nuestra más sincera felicitación por el éxito de este Congreso.
¡Viva la clase obrera cubana! (EXCLAMACIONES DE: "¡Viva!")
¡Viva el internacionalismo proletario! (EXCLAMACIONES DE: "¡Viva!")
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos! (EXCLAMACIONES DE: "¡Venceremos!" y OVACION)