DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN EL ACTO DE CLAUSURA DEL PRIMER CONGRESO DE LOS CDR EN EL XVII ANIVERSARIO DE SU FUNDACION, EN LA PLAZA DE LA REVOLUCION, CIUDAD DE LA HABANA, EL 28 DE SEPTIEMBRE DE 1977
Date:
28/09/1977
Distinguidos invitados;
Compañeros de la Dirección del Partido, del Gobierno y de las organizaciones de masas;
Queridos compañeros de los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS):
Hoy se encuentra entre nosotros, en esta importante fiesta y conmemoración de nuestro pueblo, el Presidente del Consejo Presidencial de la República Democrática y Popular de Yemen, compañero Robaya Alí (APLAUSOS). Su presencia nos recuerda la similitud y el vínculo estrecho, fraternal, sincero, entre los pueblos de Yemen y de Cuba.
Yemen es un país pequeño, con menos de 2 millones de habitantes, similar en muchos aspectos a nuestra propia patria, a nuestro propio proceso político y revolucionario. Ellos conquistaron su independencia frente al colonialismo, igual que nosotros, en una lucha heroica y sangrienta. Ellos, igual que nosotros, no conquistaron la independencia para permitir el establecimiento de un régimen burgués o neocolonialista. Ellos decidieron seguir también el camino del socialismo (APLAUSOS).
El pueblo yemenita, como el cubano, es un pueblo combativo y entusiasta, y como nuestro propio país, es pobre y subdesarrollado; podríamos decir que más pobre y más subdesarrollado que nosotros.
Y es sobre todo admirable la política de principios que sigue la Revolución Yemenita. Ellos no son hombres que cambien los principios por los intereses económicos. Ellos no son hombres que se dejen sobornar, ni intimidar por nadie (APLAUSOS). Están sometidos a la hostilidad imperialista y están rodeados de países reaccionarios muy ricos que, en ocasiones, han sobornado a otros gobiernos en aquella región del mundo, pero que con todos sus miles de millones han sido incapaces de sobornar la dirección política digna y honorable del pueblo de Yemen (APLAUSOS).
Ellos, al igual que nosotros, se han visto obligados a mantener al pueblo constantemente movilizado para hacer frente a las amenazas y a los peligros de agresión. Ellos, igual que nosotros, apoyan sin vacilación el movimiento de liberación de los pueblos. Ellos, igual que nosotros, estrechan sus relaciones con la Unión Soviética y los países socialistas (APLAUSOS), y mantienen una magnífica posición de principios en todas las cuestiones fundamentales de la vida internacional.
Pero hay algo más que nos une a los yemenitas, y sobre todo une a los Comités de Defensa de la Revolución con Yemen. Cuando se hicieron los primeros contactos entre las revoluciones yemenita y cubana, ellos se interesaron mucho por esta organización de los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS). Es cierto que otros movimientos progresistas se han interesado por esta organización, pero podemos afirmar que ellos fueron los primeros que con esa modestia, esa humildad revolucionaria que los caracteriza, apreciando la experiencia de Cuba, decidieron crear en su propio país una organización similar a los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS). Solicitaron nuestra cooperación, y ya muchos cuadros de los CDR han estado en Yemen, ayudándoles a crear sus CDP, porque se llaman así: Comités de Defensa Populares (APLAUSOS), muy similares a los Comités de Defensa de la Revolución, donde ya militan más de 100 000 yemenitas (APLAUSOS).
Por eso para nosotros constituye una feliz coincidencia la presencia del compañero Robaya en Cuba y la realización del I Congreso y la conmemoración del XVII aniversario de los CDR.
Como todos sabemos, en estos días nuestro país ha seguido atentamente el desarrollo del I Congreso de los Comités de Defensa de la Revolución. Por ello se ha recordado mucho la historia de los Comités de Defensa de la Revolución y los orígenes de los Comités de Defensa de la Revolución.
Si del Quijote, la obra más famosa de la literatura española, su autor Cervantes, dijo que se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y todo triste ruido hace su habitación, de los Comités de Defensa podemos decir que se engendraron en la plaza pública, en medio de la lucha antimperialista, el fragor del combate y el ruido insolente de las bombas contrarrevolucionarias (APLAUSOS).
En estos días se han recordado incluso aquellas bombas, pero nadie ha dicho con exactitud cuántas fueron, y no sabemos si alguien podrá decirlo alguna vez. Lezcano habló en su informe de una bomba; Felicita, en su brillante intervención en el Congreso, creo que habló de dos bombas; y si mal no recuerdo, si la memoria con los años no empieza a traicionarme, yo siempre creía que fueron cuatro bombas las que explotaron aquel día, durante el acto que se efectuaba frente al antiguo Palacio Presidencial.
Hace un rato también se sintió una explosión, y yo miré el reloj: eran las 9:01. Es que yo tengo un minuto adelantado el reloj: era el cañonazo de las 9:00. Me preguntaba: Bueno, ¿pero va a explotar también hoy, al cabo de 17 años, una bomba? Unicamente para rememorar también la fundación de los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS), aprovechando que la mayor parte de los miembros de los Comités —y yo creo que hasta los que hacen guardia por ahí, todo el mundo— está en esta plaza.
Debemos decir que la idea esencial cuando se engendraron los Comités de Defensa de la Revolución era la lucha frente al imperialismo, frente a los terroristas, frente a los contrarrevolucionarios. Así surgieron los Comités de Defensa de la Revolución. Fue la propia lucha la que inspiró, motivó y desarrolló esta organización. Pero lo extraordinario de este movimiento, de esta tremenda fuerza de masas organizada, es que a lo largo de su lucha demostró infinitas posibilidades que iban más allá del mero combate frente a la contrarrevolución.
A veces los compañeros recuerdan amablemente, fraternalmente, cariñosamente, que yo tuve que ver con la fundación de los Comités de Defensa de la Revolución. Eso es cierto, pero nadie se imaginaba realmente —ni yo ni nadie— la clase de organización que estábamos creando (APLAUSOS).
Claro que el principio sí lo comprendíamos, el principio básico, el principio esencial: el principio de apoyarse en las masas, el principio de organizar esas masas, el principio de apoyarse en el pueblo, de organizar al pueblo, como elementos básicos de una lucha revolucionaria. Eso sí lo entendíamos perfectamente bien. Pero hace 17 años nadie era capaz de imaginar el papel, el vacío y las funciones que una organización como esta iba a llenar en el proceso revolucionario (APLAUSOS).
Apoyarse en las masas fue siempre un axioma de la estrategia revolucionaria. Por eso la Revolución prestó tanta atención al desarrollo del movimiento obrero y a la organización de los trabajadores, al desarrollo del movimiento campesino y a la organización de los campesinos, al desarrollo del movimiento de las mujeres y a la organización de las mujeres; al desarrollo de la juventud y a la organización de nuestra juventud, del mismo modo que al desarrollo de la masa estudiantil y a la organización de los estudiantes; y por último, al desarrollo del movimiento infantil y a la organización de los niños.
Pero no obstante esas poderosas organizaciones de masas, nuestro proceso revolucionario y nuestro sistema revolucionario habrían estado incompletos sin los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS).
Llenaron un enorme vacío, un vacío que no podían llenar las demás organizaciones de masas; un vacío que no podía llenar el Partido, vanguardia dirigente de la Revolución. Porque el ciudadano no solo es obrero o la ciudadana no solo es mujer, el estudiante no es solo estudiante ni el campesino es solo campesino, sino que viven en la comunidad, actúan en la comunidad, perciben los problemas de la comunidad, luchan todos en el seno de la comunidad. Hay muchas mujeres que no son obreras, son amas de casa; hay infinidad de personas que se jubilaron y no están en los sindicatos; pero, además, están los obreros, los estudiantes, las mujeres trabajadoras, los campesinos, que viven allí, en el barrio, en la aldea, en el pueblo, en la ciudad. Sin los Comités de Defensa, toda esa enorme masa no se habría podido organizar en su conjunto.
Ahora bien, los Comités de Defensa vinieron a demostrar que no solo eran un instrumento eficaz, muy eficaz, para combatir al enemigo contrarrevolucionario, sino un instrumento muy eficaz prácticamente en todos los frentes de la Revolución.
Así, los Comités dieron un aporte decisivo en el frente de la salud pública, desde la lucha contra las epidemias, la lucha por la vacunación, la lucha por la medicina preventiva —que es esencial en una comunidad socialista—, hasta las donaciones de sangre.
Los Comités de Defensa dieron un gran aporte a la educación, desde el reclutamiento de maestros primarios en aquellos días en que no teníamos maestros titulados, hasta las escuelas de padres.
Los Comités de Defensa de la Revolución han dado un importante aporte a la economía, desde la recogida de materias primas, hasta la limpia de obstáculos para la mecanización de la caña.
Los Comités de Defensa dieron un ejemplar aporte, un insustituible aporte, al proceso de institucionalización de nuestro país y a la constitución de los Poderes Populares.
Los Comités de Defensa de la Revolución han librado una extraordinaria batalla en el campo de la educación política y el desarrollo ideológico de nuestro pueblo.
Hoy los Comités de Defensa de la Revolución están integrados por más de 5 millones de ciudadanos adultos de este país, ¡cinco millones! (APLAUSOS) Si contamos con que hay más de 3 millones de niños y adolescentes menores de 15 años, puede decirse que la inmensa mayoría de nuestro pueblo, a través de los Comités de Defensa, son militantes de la Revolución (APLAUSOS). De modo que esta organización se convierte en un imprescindible y valiosísimo auxiliar del Partido y del Poder Popular (APLAUSOS).
En la creación de los Poderes Populares fue indispensable un largo proceso, y en el funcionamiento de los Poderes Populares son necesarias infinidad de actividades, desde la convocatoria de las asambleas de nominación y las elecciones, hasta las asambleas de balance y todo un cúmulo de actividades en que el trabajo de los CDR resulta imprescindible.
Para el Partido, los Comités de Defensa de la Revolución constituyen un auxiliar de primer orden, valiosísimo, insustituible. Porque el Partido está constituido por una selección, una vanguardia cuyos miembros se eligen con mucho rigor y sin mucho apuro. El Partido se formó en un proceso riguroso y gradual que se inició por los centros de trabajo; los que están en el Partido son, desde luego, revolucionarios; pero la inmensa masa de nuestro pueblo es también revolucionaria (APLAUSOS); hay millones de revolucionarios en nuestro país afortunadamente, y si esos millones no están en el Partido —porque no están todos ni mucho menos en el Partido—, sí están en los Comités de Defensa de la Revolución. Sin los Comités de Defensa de la Revolución, nuestro Partido no podría ser un partido de selección; tendría que ser un partido de masas para llenar ese vacío, y dejaría de ser realmente una vanguardia. Es por eso que debemos seguir y mantenernos firmes en la idea del rigor y la selección en el Partido (APLAUSOS).
El Partido tiene muchas canteras: la Juventud, por supuesto y lógicamente, es una cantera del Partido; los sindicatos son también, por supuesto, una cantera del Partido; y los Comités de Defensa de la Revolución son del mismo modo una importante cantera del Partido (APLAUSOS). Gracias a esta concepción de la organización del pueblo y gracias a la organización de nuestras masas en los distintos sectores: obreros, campesinos, femeninos, estudiantiles, infantiles; gracias a eso y a los Comités de Defensa de la Revolución, nuestro sistema es tan sólido, nuestra Revolución es tan fuerte, y nuestro Partido está en las más óptimas condiciones para desempeñar su papel dirigente (APLAUSOS). Realmente nos sentimos por ello muy satisfechos de la evolución de este histórico proceso.
Hace 17 años nacieron los Comités, pero qué diferencia de entonces a hoy. Todavía en 1960 teníamos un millón de analfabetos en el país; todavía en 1960 había muchos niños que no tenían escuela; en 1960, los estudiantes de nivel medio eran unas decenas de miles, los estudiantes universitarios eran algo más de 15 000, los graduados de sexto grado eran unos pocos, el nivel cultural de nuestras masas muy bajo, el nivel político también bajo; lo que había era el espíritu de clase, la conciencia de clase, el odio a la opresión, a la explotación, ¡la esperanza en la Revolución!
Hace muchos años el analfabetismo fue erradicado; nuestros trabajadores luchan hoy, todos ya por el sexto grado; la educación obrera y campesina cuenta con cientos de miles de estudiantes; las promociones se han elevado extraordinariamente; todos los niños estudian; dentro de tres años todos los maestros estarán titulados; el Destacamento Pedagógico hizo sus primeras graduaciones, está compuesto por casi 20 000 jóvenes, más el nuevo ingreso, integrado por 6 000 con nivel de preuniversitario, que arriba a las universidades, y de cuyo seno va a salir ya nada menos que un destacamento pedagógico internacionalista (APLAUSOS); los estudiantes de nivel medio ascienden a 880 000, si incluimos todas las enseñanzas, entre ellas las militares. ¡Ochocientos ochenta mil! Hay muchos más estudiantes de nivel medio hoy, que estudiantes de nivel primario había al triunfo de la Revolución. Los estudiantes universitarios, incluidos unos 5 000 que estudian en el extranjero, ascienden a 130 000, aproximadamente. El número de obreros cursando estudios de nivel medio, es tres o cuatro veces mayor que el número de estudiantes jóvenes en ese nivel cuando se crearon los Comités de Defensa de la Revolución.
El avance en el terreno cultural, en la educación y en la conciencia política desde 1960 hasta hoy, es realmente extraordinario. En aquellos días empezaban a desarrollarse nuestro Ministerio del Interior y nuestro Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, hoy vemos el enorme avance de esas instituciones. Nuestro Estado, recién salido del cascarón burgués, no tenía nada, y cuánto se ha avanzado en organización desde entonces hasta hoy. El Partido empezaba a fluir, empezaba a desarrollarse y crecer a partir de la fusión de las organizaciones revolucionarias. Por eso, cuando se crearon los Comités, en 1960, no teníamos prácticamente nada. De entonces acá cuánto se ha logrado en organización, cuánto se ha esforzado nuestro pueblo en el trabajo, en el estudio; cuántos millones y millones de círculos de estudio se han hecho, cuántos miles de millones de horas han dedicado solo ustedes, los miembros de los Comités de Defensa de la Revolución, al estudio y al desarrollo de una cultura y de una conciencia política.
Por eso era doblemente emocionante presenciar el desenvolvimiento del Congreso, del Primer Congreso de los CDR, integrado en muchos casos por militantes que fueron fundadores de esa organización, hace 17 años. Cuánto trabajo realizado, cuántas experiencias adquiridas. Y eso se podía apreciar, palpar, en el Congreso; porque fue un excelente Congreso en su gestación, en su desarrollo, en su organización, en la madurez de sus integrantes, que nos hacían sentir orgullosos a todos de los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS).
Ya los Comités van constituyendo incluso una tradición familiar, ya existe la familia cederista; es cederista el bisabuelo, el abuelo, el hijo, el nieto y el pionero está esperando crecer para que lo ingresen también en los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS).
Ya los Comités se han convertido en una tradición en el seno de nuestro pueblo. Y ese es un valor muy importante, porque se va trasmitiendo a las nuevas generaciones la conciencia, la moral, el espíritu de la Revolución.
Y no estuvo exento de errores este proceso, más de una vez se cometieron errores; pero los Comités siempre estuvieron alertas, sensibles a cualquier análisis, a cualquier crítica. Hubo un momento en que crecíamos, y crecíamos, y crecíamos, y no se sabía hasta cuándo íbamos a crecer; pero hay un punto en que el crecimiento puede chocar con la calidad. Y cuando el crecimiento chocó con la calidad, entonces se aminoró el crecimiento y se intensificó el esfuerzo por la calidad.
Ahora los Comités cuentan después de su Congreso con toda una serie de ideas, de instrumentos; los estatutos bien perfilados, los métodos de trabajo bien esclarecidos; y, a nuestro juicio, este Congreso le va a dar un impulso a los Comités, y va a promover además un salto importante de calidad (APLAUSOS).
Pero el proceso del Congreso fue, además, una oportunidad para que las masas analizaran infinidad de problemas presentes y de problemas futuros. Fue la oportunidad de establecer un contacto estrecho entre las masas, el Partido y el Gobierno, de trasmitir ideas, opiniones, inquietudes, porque no fue solo un recuento histórico: ¡No! Los Comités no están dormidos en los laureles, ni soñando en las glorias pasadas; los Comités están pensando en el presente, en el futuro y, sobre todo, forjando la lucha, los éxitos, las victorias y las glorias futuras (APLAUSOS).
Se han aprobado las Tesis, se han hecho infinidad de proposiciones que deberán ser analizadas por el Gobierno y por el Partido. Pero este Congreso sirvió, además, para poner al día, digamos, poner sobre el tapete algunos problemas actuales de nuestra lucha. Y eso es muy interesante y muy importante, porque la contrarrevolución ha ido descendiendo, ha ido decayendo, cada vez da menos muestras de vida en el terreno de la subversión y en el terreno práctico del sabotaje, del atentado, de las bandas y todo eso, porque bandas no hay aquí hace ya... Bueno, bandas de música sí hay muchas, cada vez hay más (APLAUSOS); pero bandas contrarrevolucionarias ustedes saben que se acabaron hace tiempo y no volvió ni a retoñar una sola de esas malas hierbas hace tiempo.
En cuanto a terrorismo, digamos que en todo este hemisferio y en una buena parte del mundo no hay país más tranquilo que este. Se lo podemos decir a los turistas, que no hay país más tranquilo que este.
Claro, los Comités están conscientes de que esta lucha —que antes era una lucha armada, sabotajes, planes de agresión imperialista, guerra secreta de la CIA, etcétera, etcétera, etcétera—, se va transformando en otro tipo de lucha. Y dicen nuestros enemigos: bueno, esta gente no hay manera de destruirlos, son más fuertes que El Morro; entonces empieza otro tipo de lucha, de campaña, de erosión de tipo ideológica, y los Comités están muy conscientes de eso sin bajar nunca la guardia en el otro terreno, porque esa consigna tiene que mantenerse siempre: no bajar nunca la guardia.
Pero tener conciencia al mismo tiempo de que debemos estar cada vez más preparados, poseer cada vez más nivel político y cada vez prepararnos mejor para enfrentar al enemigo imperialista, al enemigo contrarrevolucionario en el campo de la lucha ideológica.
Pero en otros terrenos también se manifestaron en el Congreso las inquietudes de los Comités. Bien, en los primeros tiempos el esfuerzo principal se encaminó a luchar frente a los contrarrevolucionarios, frente al delito contrarrevolucionario; nadie le prestaba mucha atención al delito común. Incluso si usted visitaba una prisión por ahí y se encontraba un preso y le preguntaba, ¿qué era? Decía: No, no, no, no, yo soy delincuente común. Lo decía prácticamente como un honor, como diciendo: Yo no pertenezco a esa gente, yo soy bueno, porque yo soy delincuente común.
Ahora bien, en nuestro país hay mucho menos delitos de tipo común que en el resto de América Latina, infinitamente menos que en Estados Unidos y en cualquier sociedad capitalista. No se puede ni comparar las estadísticas de antes en Cuba con las de ahora, pero todavía subsiste el delito común. Y en este Congreso los CDR pusieron el acento y pusieron el énfasis en la necesidad de combatir también —entiéndase bien—, también, y con la misma energía el delito común (APLAUSOS). ¡Malas noticias para los delincuentes!
El delito común es una reminiscencia de la sociedad burguesa en todos los sentidos. Bueno, en la sociedad burguesa había algunos delitos que prácticamente no se consideraban como tales, el juego no era delito en la sociedad burguesa, porque era permitido, tolerado, auspiciado por el Estado, por la policía —virtualmente no era delito— y estaba muy extendido; el juego se convierte en un delito con la Revolución. Pero el juego es una reminiscencia burguesa. Eso de que el hombre no piense en el trabajo y esté soñando con el azar para disponer de bienes, para disponer de riquezas, es una herencia netamente burguesa.
La prostitución en este país que con algo más de 6 millones de habitantes tenía 100 000 prostitutas, la prostitución no era delito prácticamente en la sociedad burguesa, era permitida, tolerada, de manera muy hipócrita, no es que hubiera una ley expresa autorizándola, aunque hubo leyes aquí que hablaban abiertamente de la prostitución y de las zonas de tolerancia. La prostitución se permitía dentro de las zonas de tolerancia y en muchas otras partes y la sociedad burguesa estimulaba la prostitución, con la discriminación de la mujer, la falta de oportunidad de estudios, y de empleos para la mujer, estimulaba y hacía grandes negocios con la prostitución. Era uno de los empleos que la burguesía reservaba a la mujer; la prostitución se convierte en delito con la Revolución precisamente. De la forma más humana imaginable, el proceso revolucionario se enfrentó a aquel problema y lo resolvió.
Las drogas constituyen una forma de delito eminentemente burgués y propio de la mentalidad enajenada del ciudadano en el régimen burgués; además, este negociaba con las drogas. Eran un gran negocio las drogas, el contrabando de drogas, y se manejaban decenas de millones de pesos en el mismo que también era tolerado de muchas formas. Algún que otro infeliz iba a parar a la cárcel; pero los grandes negociantes y grandes contrabandistas de drogas no tenían problemas de ninguna clase, la droga se convierte en un delito con la Revolución.
Otra forma delictiva: los delitos contra la propiedad.
La sociedad burguesa era por excelencia ladrona, porque lo que hacían los burgueses todos los días, a todas horas del día y de la noche, era robarle al pueblo trabajador. Es decir, que la clase explotadora, los burgueses, los terratenientes, eran ladrones por excelencia, vivían del trabajo ajeno, explotaban el trabajo ajeno. La burguesía no tenía ninguna moral para luchar contra el robo, porque los primeros ladrones eran ellos, y ¿qué moral tenían para exigirle a alguien que no robara, si ellos daban el ejemplo como clase explotadora, daban el ejemplo como gobernantes? Porque los mayores ladrones del país eran los gobernantes: estaba corrompido el policía, por lo general, el oficial, el militar, el inspector, toda aquella enorme plaga se enriquecía con el chantaje, la exacción y el robo.
La idea de robar es lo más típico de la mentalidad burguesa. Luego la supervivencia de algunas de estas manifestaciones delictivas son incuestionablemente rezagos que nos quedan de la mentalidad, de la tradición y de la cultura burguesa. Y, claro, resulta chocante para nuestros ciudadanos y para nuestro pueblo cualquier manifestación delictiva de tipo común por pequeña que sea. Y tienen razón, tienen absoluta razón.
Si nuestra ciudadanía observa que por un muelle, por un puerto o por un hotel donde vienen visitantes extranjeros se aparece una jovencita que ha abandonado los estudios e intenta practicar la prostitución, es lógico que se sienta indignada; porque eso atenta contra la moral de la Revolución, los principios de la Revolución, la ética de la Revolución, e incluso el prestigio de la Revolución (APLAUSOS).
El país tiene que abrir cada vez más las puertas al mundo, las relaciones con el mundo serán progresivamente mayores. Y tienen que serIo, porque el mundo tiende cada vez más a la comunicación, al contacto. El turismo se puede desarrollar porque es un recurso económico del país, proveniente de los recursos de nuestro cielo, de nuestros mares, de nuestra atmósfera; no somos petroleros, tenemos que explotar el sol, el mar, el aire y las bellezas naturales de nuestro país.
Pero que nadie se imagine aquí jamás un turismo de juegos, de casino, de prostitución, o cosas por el estilo, ¡porque primero nos morimos de hambre hasta el último ciudadano de este país (APLAUSOS) antes que consentir ninguna violación de esa índole a la moral de nuestro pueblo, a la ética de nuestra Revolución!
Eso está claro, aquí pueden venir los visitantes que sean necesarios; pero la muralla no hay que hacerla alrededor de la isla, la defensa, la verdadera defensa hay que hacerla en la conciencia y en la dignidad de cada cubano, de cada ciudadano (APLAUSOS). De modo que se pueda decir que si alguien se vende aquí, ese no pertenece a la estirpe de nuestro pueblo, ese no es cubano (APLAUSOS).
Y no tenemos temor a los visitantes, y no tenemos temor a los visitantes porque tenemos confianza en nosotros mismos; porque no somos cualquier cosa, no somos un pueblo al que se pueda ultrajar, un pueblo al que se pueda ofender, un pueblo al que se pueda sobornar o corromper. De nada valdría todo lo que ha hecho nuestra patria en estos años y toda la sangre derramada si las nuevas generaciones fueran susceptibles a la degeneración y a la corrupción. Mas nosotros pensamos que no será jamás así, será a la inversa, cada día seremos más invulnerables a la degeneración y a la corrupción. Y las virtudes no se prueban en una urna de cristal, las virtudes se prueban en la vida y en el contacto con las realidades (APLAUSOS). El ciudadano ascético, viviendo en una torre de marfil y rodeado de cristal nunca tendremos la seguridad de que será un ciudadano virtuoso; la virtud se prueba frente a la vida, del mismo modo que el valor se prueba en el combate.
Por tanto, los rezagos del pasado que puedan intentar revivir aquí hay que erradicarlos (APLAUSOS), ¡erradicarlos! Y cada familia debe saber que si por irresponsabilidad suya o por cualquier razón que sea, hubiera jóvenes que se dejaran arrastrar a la idea de la prostitución, estas deberán ser sencillamente recluidas donde haya que recluirlas, y rehabilitadas (APLAUSOS). Combatir con el máximo de energías cualquier intento de resucitar tales vicios. Y los de este tipo es más fácil de combatir que el robo, porque eso se ve fácil, no cuesta mucho trabajo. Lo importante es que sepan que habrá medidas y se tomarán medidas.
Del mismo modo podemos decir de cualquier intento de resucitar el juego, y todavía hay incautos en este mundo que andan pensando en el azar y en el juego; desgraciadamente los hay. Y algunos pícaros que en vez de trabajar en la construcción, en la agricultura, en la industria, piensan vivir de la industria del juego. Eso tampoco es tan difícil de descubrir, es fácil; yo estoy seguro que nuestros Comités y nuestra Policía tienen todos los medios que quieran para averiguar cuando hay una banquita de bolita por ahí en cualquier lugar (APLAUSOS).
De drogas ni hablar, aquí no hay negocio de drogas, es muy difícil traer drogas de contrabando aquí. La droga que se ve aquí es que de vez en cuando aterriza forzosamente un avioncito o un barquito se encalla en nuestras costas, cargados de marihuana. Millones de pesos hemos confiscado aquí de avioncitos y de barquitos, que cruzando del sur al norte y del norte al sur —sobre todo del sur al norte— con esos cargamentos, involuntariamente han tenido que recalar en nuestro país. Puede haber todavía alguno que otro por ahí desorientado que siembre su matica (RISAS). No es fácil, y creemos que las medidas deben ser enérgicas, de confiscación a todo el que tenga un pedacito de tierra y siembre una matica, medidas enérgicas.
Indiscutiblemente que algunos de estos rezagos se pueden combatir actuando simplemente con energía.
Ahora, quedan otras manifestaciones que son más difíciles de combatir. Queda un rezago burgués por excelencia: el delito contra la propiedad, pero no ya contra la propiedad del burgués, ni del terrateniente, ni del explotador, sino contra la propiedad del trabajador, la propiedad del pueblo, en medio de un sistema socialista que establece la distribución conforme al trabajo, a la cantidad y a la calidad del trabajo; y un sistema socialista además, que brinda el máximo apoyo a toda persona desvalida, con la educación gratuita, con los servicios médicos gratuitos, con la atención al accidentado, al jubilado, en fin, a todos los ciudadanos. Cualquier delito contra la propiedad es característico de gente con reminiscencia burguesa; no quiere trabajar y quiere establecer una distribución por su cuenta de los bienes personales del trabajador, de la familia trabajadora y del pueblo trabajador, los bienes de todo el pueblo. Aquí el que roba en una tienda le está robando a todo el pueblo, el que roba en un almacén le está robando a todo el pueblo. Eso claramente está en absoluta contradicción con los principios del socialismo y con la ética del socialismo.
Aparte de esto, el delincuente de este tipo promueve la indignación, el disgusto del pueblo, del trabajador, la intranquilidad. Y una familia que diga: Dejé mi casa sola, a lo mejor cuando llego me la han vaciado —para poner un ejemplo. Porque son delitos contra la propiedad personal y delitos contra la propiedad de todo el pueblo.
Y la gente se pregunta: pero si la Revolución ha luchado contra el imperialismo, contra la contrarrevolución, ¿por qué la Revolución no va a liquidar también o por lo menos darle una batida bien fuerte a todo rezago que quede aquí de espíritu de delito contra la propiedad?
En los Comités de Defensa decían: Hacen falta más policías. Y es verdad, tienen razón, ¡ojalá nadie tuviera que estar de policía, cuidando nada! Pero si no hay policía, el ciudadano tiene que descansar, tiene que dormir, ¿quién lo cuida frente a agresiones de ese tipo, de delitos contra la propiedad? ¿Quién lo cuida? Claro, todos tenemos que luchar contra esa forma de delito, ¡todos!, combatiendo el delito y también educando, forjando una nueva ética. Esa es una lucha larga, no se puede pensar que esa es una lucha fácil, esa es una lucha muy larga que solo se puede llevar adelante con la participación de todos.
¿Más policías? Sí, hacen falta más policías. Es un gasto que el Estado tiene que hacer, son hombres que en vez de estar en una actividad productiva directa tienen que dedicarse a esta tarea, pero no nos queda más remedio que hacerlo porque caeríamos en el idealismo de pensar que solo con la conciencia y la buena voluntad se van a resolver esos problemas.
La delincuencia impune es muy mala; porque si hay cinco ladrones potenciales y uno real, el real roba y después los cinco potenciales roban también, porque ve que al que roba no le pasa nada (APLAUSOS), entonces en vez de tener que enviar a la cárcel a uno hay que enviar cinco por cada ladrón, él y los émulos de él.
En el Congreso se plantearon estos problemas, con toda razón, y pidieron medidas más severas. ¿Pero es tan difícil enfrentarse a este tipo de delincuente? No es tan difícil, si adaptamos nuestra mentalidad y nuestra conciencia a esa lucha; si nos damos cuenta que no solo tenemos que luchar contra la delincuencia contrarrevolucionaria, sino también contra esa delincuencia común antisocial, si nos damos cuenta y luchamos.
Nuestras leyes existen. Si son débiles podemos hacerlas más severas (APLAUSOS). Tenemos la Asamblea Nacional, tenemos el Poder Popular, y estoy seguro de que toda medida que se proponga para hacer más severas las leyes contra las formas de delito común, tendrán el apoyo unánime de todos los miembros de la Asamblea Nacional del Poder Popular, o del Consejo de Estado, que son los que hacen las leyes (APLAUSOS). Si hacen falta leyes más severas, leyes más severas.
Nuestros jueces son jueces revolucionarios; si el pueblo demanda que haya más rigor, nuestros jueces serán más severos contra el delito común (APLAUSOS). Nuestros fiscales son revolucionarios, si la línea del pueblo es combatir con más energía el delito común, ellos combatirán también con la mayor energía el delito común. Nuestra policía es revolucionaria, si el pueblo demanda que nuestra policía sea más enérgica contra el delito común, nuestra policía será más enérgica contra el delito común (APLAUSOS PROLONGADOS). Digámoslo francamente: nuestra policía es la policía más decente del mundo. Y se escuchan muchas anécdotas: que si le dieron al policía, que si el tipo no quiso entrar aquí ni allá, en el patrullero o donde sea, que si el delincuente no respeta al policía, que si a veces el civil que está al lado tiene que ponerse más enérgico y dice que sí, que tiene que entrar ahí y tiene que acabarse el desorden.
No hay que violar ninguna ley, no tenemos que caer en ninguna ilegalidad. Si las leyes no son lo suficientemente fuertes, ¡hacerlas más fuertes! No hay que cometer ningún abuso de autoridad. ¡No! No hay que caer en prácticas de violencia. ¡No! Nosotros no podemos caer en lo que caen las sociedades capitalistas, que organizan escuadrones de la muerte, cometen crímenes, etcétera, y hacen cosas de esas. ¡No! No hay que golpear a nadie, no hay que matar a nadie. La ley sí puede establecer una sanción muy severa para determinados tipos de delitos de sangre y violencia que luego los hay, y decir: Esto se sanciona con la pena capital (APLAUSOS). Pero nuestra policía debe saber que tiene el apoyo y el respaldo del pueblo, y que tiene que hacerse respetar sencillamente (APLAUSOS).
Nosotros no tenemos ningún delincuente en nuestra policía, ningún esbirro, ningún asesino. Pero el policía no se puede dejar agredir, se tiene que defender si lo agreden (APLAUSOS). Y si usan la fuerza contra él, tiene que usar la fuerza en la medida de lo necesario (APLAUSOS).
Estamos tranquilos, sabemos que nuestros policías nunca se dejarán arrastrar al abuso, a la soberbia, al exceso de autoridad. ¡No! Eso se erradicó; pero no podemos tolerar el abuso, la soberbia y el exceso de autoridad de los delincuentes bajo ningún concepto. De eso se trata (APLAUSOS). Que hacen falta más policías, los reclutamos.
Ya el Partido está haciendo un trabajo entre los militantes. Prepararlos después bien. Porque la lucha contra la delincuencia es una lucha larga y se necesita un nivel técnico, se necesita una preparación. Si hay que invertir algo en prisiones, invertimos algo en prisiones también, lo invertimos (APLAUSOS); si hay que hacer algunas cárceles, hacemos algunas cárceles para una estancia más prolongada. Y que la rehabilitación se haga mediante el trabajo y sea verdadera. Y la reincidencia, circunstancia fuertemente agravante, y cada vez más agravante (APLAUSOS). ¡Cómo no vamos a poder luchar contra esos rezagos del pasado con el apoyo y la colaboración de todo el pueblo!
Todos los delitos, desde luego, no son iguales. A veces hay gente sobre las que tenemos en general un buen concepto. A veces hay incluso militantes del Partido presos. ¿Qué hizo? Bueno, violó las leyes del tránsito y cometió una falta de ese tipo. No tenemos por criminal al que viola la ley del tránsito; pero el que viola la ley del tránsito es un criminal en potencia por irresponsabilidad, porque dio la casualidad que no pasó nada aunque cruzó a 100 kilómetros, donde debe ir a 50, a 40, ó a 60. Se llevó la luz roja y no pasó nada una vez, dos, tres, diez; pero una vez asesina a un niño, asesina a un ama de casa, asesina a un trabajador, asesina a un anciano. Los violadores de las leyes del tránsito son asesinos en potencia, sin querer ser asesinos, desde luego; pero hay gente que son absolutamente irresponsables. O tomaron y manejaron, y a veces hasta es una gente que tú no puedes decir que sea un delincuente común, pero es un irresponsable común. A la sociedad no le queda más remedio que defenderse de esos criminales en potencia. El no quiere matar a nadie, pero mata; y a veces no mata a uno, a veces mata a 10 y a veces mata a 20.
Las leyes del tránsito se han ido haciendo más rigurosas, pero si no bastan hay que hacerlas más rigurosas todavía (APLAUSOS). Hay que usar el transporte, tenemos que movernos, no hay derecho a que nos estén asesinando en la calle los irresponsables.
Eso es también un rezago. El individuo con una conciencia social desarrollada, con un sentido de la legalidad, del orden; con un sentido de sus obligaciones para con los demás no hace eso. Y a veces nos encontramos hasta un militante del Partido preso por eso. Bueno, ¿pues qué se va a hacer? No queda más remedio.
Y en realidad nuestra sociedad tiene que tomar esas medidas. Nosotros compartimos por entero esas justísimas preocupaciones de los Comités de Defensa de la Revolución y entendemos que es un deber de la Revolución, del Partido, del Gobierno, con el apoyo del pueblo, prestarles a todos esos problemas el máximo de atención.
Hoy nuestro pueblo tiene una moral pública nueva por completo, una ética diferente. Algunas de las personas que hablaron en el Congreso, de una manera muy elocuente manifestaron las diferencias entre el pasado y el presente, y la enorme distancia que existe con relación a aquella época de privilegios, de abusos, de injusticias, que no conocen bien las nuevas generaciones ciertamente. Y la diferencia más importante es en la ética. Antes los gobiernos no hacían más que robar, y se hacían millonarios descaradamente en unos meses. ¿Quién concibe hoy un ministro robando y haciéndose millonario y cosas por el estilo? ¡No lo concibe nadie! Nuestra ética revolucionaria no admite el privilegio, el amiguismo bajo ningún concepto. Y desde luego, toda manifestación de privilegio hay que combatirla enérgicamente (APLAUSOS). Toda manifestación de amiguismo hay que combatirla del mismo modo, porque eso lo exige la ética nueva de nuestro pueblo. y podríamos decir que en este Congreso de los Comités esa ética se sentía, se palpaba.
El pueblo con razón es exigente, con toda la razón es muy exigente, y es correcto. Nosotros consideramos que esas preocupaciones deben ser atendidas, y que juntos, el pueblo y el Estado debemos resolverlas sin extremismos de ninguna clase, no hay que caer en extremismos. Cuando se castiga a alguien no se hace por vengarse de nadie, el castigo no es la venganza contra ningún ciudadano; es la necesidad de defender a la sociedad, es la necesidad de defender al pueblo, defender al trabajador, a su familia, a sus hijos, a sus padres. Nadie siente placer al castigar a alguien. Hay que castigar a los irresponsables, sencillamente no queda otro remedio, y hay que castigar a los incorregibles, no queda otro remedio. Hay que castigar a los que atentan contra los intereses, la tranquilidad y el bienestar del pueblo (APLAUSOS).
Hay algunos otros problemas no planteados en el Congreso pero que yo sé que están latentes. Voy a mencionar uno simplemente: es el problema del transporte en la Ciudad de La Habana (APLAUSOS). Digo que simplemente lo voy a mencionar porque tendremos ocasión próximamente de hablar más otro día de este problema. Simplemente les diré que tenemos las mismas preocupaciones que ustedes, y estamos estudiando qué medidas, qué pasos dar para mejorar esta situación del transporte en la capital, donde se presenta con su carácter más agudo.
Hace un año precisamente nosotros planteábamos las dificultades con que nos íbamos a enfrentar, la política que seguiría el Partido de enfrentar toda esta situación de crisis económica internacional, de bajos precios del azúcar, etcétera, tratando de no afectar el estándar de vida de la población, de mantener los planes de desarrollo posibles, y en fin, seguir adelante.
Estas dificultades han implicado, por ejemplo, que en algunas escuelas secundarias, al iniciar el curso no había uniformes para todos. Teníamos las escuelas y los maestros. No había uniformes para todas las escuelas. Son 880 000 los que están en nivel medio y dijimos: Donde no se pueda llevar uniformes que se lleve ropa normal; pero que asistan a la clase, vayan a la clase, y hagan su vida de estudiante y no se afecten en nada los estudios. Porque no importa el uniforme que se tenga en una escuela. Quisiéramos que todos tuvieran sus uniformes, desde luego; pero si no hay suficientes, el problema es no perder las clases, no perder el curso y que no se quede un muchacho sin estudiar. Eso es lo importante: tener el maestro y la escuela (APLAUSOS).
A veces no había suficientes utensilios, hasta calderos faltaban a veces para una nueva escuela. Había que empezar a buscar por aquí, pedir al MINFAR, a la construcción, a todo el que tenía algo por ahí la colaboración; pero que empiece el curso escolar y tengan los equipos de cocina, lo que sea necesario.
A veces, incluso, nos hemos encontrado con problemas como no contar con algunos libros al inicio del curso. Había dificultades con determinado tipo de papel que se exige para impresiones de calidad, y en esos casos dijimos: Bueno, si hay que usar papel de periódico para algunos textos, aunque no tengamos el papel óptimo para la imagen, para la letra y todo, usamos papel gaceta en el libro, pero que no les falten los libros a los muchachos.
Por distintas vías nos hemos estado enfrentando a esas limitaciones y a esas dificultades. También esto ha incidido algo en el transporte, al dificultar la adquisición de piezas de repuestos y la compra de nuevos equipos. Pero de todas formas, aun dentro de las dificultades actuales, queremos simplemente expresarles a ustedes que son habaneros en su inmensa mayoría, que estamos preocupados de ese problema y analizando todas las medidas que puedan tomarse para mejorarlo. Es lo único que quiero decir en este momento sobre esta cuestión.
Este Congreso y esta conmemoración se efectúan en el marco de la conmemoración del LX Aniversario de la Revolución de Octubre (APLAUSOS), a la cual nuestro pueblo ha estado rindiendo tributo, el tributo que se merece con el máximo de interés y de cariño. Siempre será poco todo lo que se diga acerca de lo que significa la Revolución de Octubre para el mundo y muy especialmente para nosotros.
¿Qué sería por ejemplo de nuestro país en estos momentos, cuando el azúcar está a menos de siete centavos y el petróleo a casi 100 dólares la tonelada, sin la Revolución Cubana y sin la Revolución de Octubre? (APLAUSOS) Les puedo asegurar que toda el azúcar del país a ese precio no alcanzaría prácticamente para pagar el petróleo que consume nuestro país, porque nuestro país consume ya algo más de 8 millones de toneladas de combustible, y con azúcar a menos de siete centavos y petróleo a 100 dólares la tonelada, habría que exportar toda el azúcar nuestra nada más que para comprar petróleo.
Ni soñar en las posibilidades que a pesar de las dificultades hoy cuenta nuestro país, para los servicios médicos, para tener 880 000 muchachos en el nivel medio, todos los niños estudiando, 130 000 estudiantes universitarios, para llevar adelante nuestro desarrollo social, nuestro desarrollo económico, nuevas fábricas. Eso sería virtualmente imposible sin las relaciones de intercambio que tenemos hoy con la Unión Soviética, especialmente con la Unión Soviética, porque tenemos unas magníficas relaciones de intercambio con ellos por los precios que pagan por nuestra azúcar (APLAUSOS), y también las buenas relaciones, no en el mismo nivel que con: los soviéticos, pero buenas relaciones económicas de intercambio en general con los demás países de la comunidad socialista.
Es por eso que esta crisis económica mundial no golpea a nuestro pueblo de una forma mucho más terrible, y podemos ir enfrentando las dificultades, y las vamos enfrentando, y vamos marchando adelante. El pueblo ha respondido bien al llamado en favor del trabajo, de la austeridad, de la eficiencia, del ahorro.
Hay que decir que se realizó la pasada zafra en condiciones difíciles, con muchas lluvias, porque le dio por llover cuando no tenía que llover, nada menos que en medio de la zafra, y a pesar de todo se hizo una buena zafra. Se atendieron los cultivos mejor que nunca este año, los cultivos de caña. Porque —repito— el azúcar, a pesar de que nosotros exportamos una parte importante al mundo occidental y tiene precios muy bajos actualmente en ese mercado, la mayor parte de nuestra azúcar la exportamos al área socialista y a la Unión Soviética a otros precios. Y por lo tanto, no debemos desatender el azúcar nunca.
Tratamos cada vez más de conseguir mercancías en el área socialista; comprar en el área occidental exclusivamente aquello que no podemos obtener en el área socialista. Y estamos haciendo por distintas vías todos los esfuerzos para enfrentar las dificultades.
Pero podemos decir que el Partido respondió bien, muy bien al esfuerzo de la zafra, de las atenciones a los cultivos azucareros; y el pueblo, los trabajadores han respondido con la mayor seriedad a los planteamientos que se hicieron hace un año en esta misma plaza.
También se celebra este Congreso de los CDR en el ámbito de un importante acontecimiento, importantísimo —podríamos decir— para nuestro pueblo, que es la celebración del XI Festival de la Juventud y los Estudiantes (APLAUSOS). Como parte de la política de buscar la mayor eficiencia, de ahorrar, de evitar el exceso de circulante, se lanzó la consigna de que estos eventos fueran sufragados con las recaudaciones de la propia organización. Los Comités de Defensa recaudaron el dinero que necesitaron para su Congreso, es decir, no le ha costado un centavo al Estado, ¡lo pagaron todo! (APLAUSOS) Y además, les quedó un millón de pesos, el cual lo donaron al Festival Mundial (APLAUSOS). ¡Espléndidos! Es una suerte realmente que una organización reciba así de repente un millón de pesos.
Nosotros sabemos cómo se recaudó ese dinero, con cuánto esfuerzo, con cuánto cariño; inventando aquí, haciendo cosas, objetos artesanales; pidiéndoles contribuciones a los cederistas. No solo costearon sus gastos, sino que han ayudado al Festival con un millón de pesos.
Ahora, los compañeros de la juventud, el pueblo y las organizaciones de masas están ayudando al Festival recaudando los fondos del Festival, para que no cueste nada al Estado (APLAUSOS).
El Festival se realizará con algunas contribuciones internacionales, en alimentos y en distintos artículos, de manera que no gravite sobre nuestros recursos disponibles. Y los demás gastos de transporte aquí, de servicio, etcétera, y todo, se van a costear con las recaudaciones. De modo que no le costará tampoco un centavo al Estado cubano; salvo alguna contribución en algunas cosas, alguna obra que se haga, que de todas maneras se tenía que hacer. Si se termina el palacio de pioneros, pues será el palacio de pioneros que se iba a hacer de todas maneras para los niños.
Los delegados se van a albergar en escuelas, porque el Festival tiene lugar precisamente en las vacaciones. Para el transporte se usarán ómnibus escolares principalmente de los nuevos que se darán a las escuelas en el curso 1978-79, muchos de los cuales estarán terminados ya para el verano; buscaremos algunos conductores que no corran mucho, ni nos desbaraten el carro para usarlos en el transporte durante el Festival; y usarlos después en el curso escolar que se inicia. Todo ese tipo de medidas se van a tomar.
Ahora, ellos tienen que seguir recaudando. Dicen que tienen 12 millones. ¡Son ricos! Pero su programa es recaudar 50 millones. Yo no sé cómo los van a recaudar, se los digo en serio, porque 50 millones es mucho, y si no los ayudamos, ¡si no los ayudamos no van a recaudar sus 50 millones! Pero bien, están haciendo todo el esfuerzo.
Las más interesantes de estas recaudaciones son las que se hacen con el trabajo, como el aporte que se da a la agricultura, con el ahorro, y en fin, muchas iniciativas que se han tomado; sobre todo cuando se están creando nuevas riquezas, se hace un aporte real con el trabajo.
Otros idearon cosas muy ingeniosas como nuestro poeta Nicolás Guillén, que imprimió en una edición especial unos versos suyos, con su firma autografiada y todo; 100 nada más, porque quiere hacer un aporte de 3 000 pesos al Festival (APLAUSOS). Hizo 100, buscó 100 amigos y les vendió sus versos. Indiscutiblemente que es una buena inversión la que se hace en esos versos de Guillén, porque mientras más pasa el tiempo más vale. Y después una firma de Guillén, dentro de 20 años no se sabe lo que vale (RISAS). Hoy vale mucho, pero mientras más tiempo pase, más todavía.
A mí por cierto me regaló una, no me la vendió. Pero yo me siento en la obligación moral de buscar 30 pesos y dárselos al compañero Guillén, no me voy a quedar con el obsequio, tengo que reciprocar el gesto (APLAUSOS). Pero bueno, digamos que es un ejemplo muy ingenioso.
Hay médicos que por su servicio han recibido dólares, los han entregado al Festival; artistas, muchas personas que han recibido ese tipo de ingreso y lo aportan al Festival. Eso es correcto. Es de esa forma que debemos hacer el Festival, con las recaudaciones de ese tipo.
No sé si llegarán a los 50 millones. ¡Porque cincuenta millones son muchos millones! Pero tenemos que ayudarlos a ver si llegan al máximo. Seguir pensando cómo los ayudamos. Se retira un poco de dinero de la circulación también. Y les va a sobrar a lo mejor. Yo preguntaba, ¿a quién se lo van a donar en ese caso? Porque los Comités donaron lo que les sobró al Festival. Ellos tendrán que donar cualquier excedente al pueblo. ¿Cómo? Pues pueden costear algunas escuelas, algún palacio de pioneros, algunas instituciones de ese tipo con lo que les sobre del Festival (APLAUSOS).
El Festival de la Juventud y los Estudiantes constituye un inmenso honor para nuestro pueblo y para nuestra Revolución, y un importantísimo evento por su valor político y educativo. De modo que todo lo que hagamos por el éxito del Festival vale la pena hacerlo.
Quiero abordar otro puntico brevemente, y es el siguiente. En estos tiempos se ha producido una disminución de las tensiones entre Estados Unidos y nosotros. Se manifiesta en algunos hechos. Han suspendido por ejemplo sus vuelos espías sobre el territorio nacional.
Extendieron unilateralmente las aguas jurisdiccionales a 200 millas. Jurisdicción sobre la zona de pesca comprendida en ese límite, etcétera. Esa práctica ya una serie de países la habían llevado a cabo sin esperar un acuerdo de tipo internacional. Nosotros también nos vimos en la necesidad de ampliar nuestra jurisdicción sobre los recursos económicos dentro de las 200 millas a partir de nuestras costas y esto trajo como consecuencia unas negociaciones para un acuerdo sobre límites y pesquero. Nosotros históricamente pescábamos en esos mares que quedaron dentro de las 200 millas de Estados Unidos. Y se llegó a un acuerdo.
Ellos tomaron la decisión de levantar la prohibición de que ciudadanos norteamericanos vinieran a Cuba. Entonces, al tomar ellos la decisión de no prohibírselo, nosotros, por supuesto, como gesto de reciprocidad, adoptamos la decisión de permitir que ciudadanos norteamericanos pudieran visitar nuestro país.
Por último, nos propusieron una oficina de intereses, aceptamos y se ha creado lo que se llama una oficina de intereses. Si ustedes me preguntan en qué texto de derecho internacional está eso de una oficina de intereses, les diría pues no está en ningún texto de derecho internacional. Es una cosa nueva. La cuestión es que hay 10 norteamericanos aquí, en su oficina de intereses, dentro de la embajada suiza, y hay 10 cubanos en Washington, en la oficina de intereses dentro de la embajada checoslovaca. Ellos usan el edificio donde anteriormente tenían la embajada para la oficina de intereses, y nosotros usamos el que teníamos en Washington. Esto sirve para tramitar lo relacionado con los convenios pesqueros, la cuestión de pasaportes, de visas, etcétera, y puede ser considerado como un contacto entre los dos países.
De modo que se ha producido una cierta distensión, digamos. Todavía subsisten problemas enormes. Por ejemplo, está el bloqueo económico contra nuestro país, que se mantiene en plena vigencia por parte de Estados Unidos. Está la base naval de Guantánamo, ocupada por la fuerza en la región oriental del país, porque ellos no tienen ningún derecho a estar en ese territorio contra la voluntad de nuestro pueblo. Están ahí sencillamente por la fuerza, en virtud de un tratado impuesto a principios de la república y por tiempo indefinido. Subsisten muchos problemas.
Nosotros no creemos que este proceso sea un proceso rápido, ni mucho menos; más bien creemos que este es un proceso lento y largo. De todos modos, no somos renuentes, ni damos respuesta negativa cuando se produce algún tipo de gesto positivo.
Nuestra política en el campo internacional, como planteamos en el primer Congreso del Partido, se base en principios marxista-leninistas. Nosotros sostenemos las posiciones de toda la comunidad socialista en favor de la paz y de la distensión. Nosotros creemos sinceramente que los agobiantes problemas que tiene el mundo, que cada vez se irán acumulando más y son muy graves, no tendrán solución si no se establece realmente una política de paz y de distensión. Estamos sinceramente persuadidos de eso.
Cuando recorremos el mundo, vemos la miseria, la pobreza, el subdesarrollo, las calamidades que sufren incontables naciones del llamado Tercer Mundo. Sabemos que miles de millones de personas viven en esas condiciones. Y por otro lado vemos que cientos de miles de millones de dólares se gastan todos los años en armamento y actividades de carácter militar.
Nuestro país basa su política en estas premisas y en esta concepción de la necesidad de la paz y de la distensión.
A nosotros el bloqueo económico nos perjudica, nos hace mucho daño, desde luego, pero sobre todo nos hizo mucho daño en el pasado. Lo consideramos una política injusta, arbitraria, criminal —así, en dos palabras— contra nuestro país.
Nuestro país se beneficiaría de cualquier clima de paz y de distensión, igual que todos los demás países. Y si independientemente de los regímenes políticos y sociales podemos vivir en paz y respetándonos mutuamente, basando nuestras relaciones en normas internacionales, indiscutiblemente que nuestro pueblo, como todos los demás pueblos del mundo, se beneficiaría con esta política (APLAUSOS).
Nosotros no tenemos nada contra el pueblo norteamericano. Nunca en esta tribuna, nunca, jamás, en ningún pronunciamiento público, nuestra Revolución ha pronunciado palabras de hostilidad hacia el pueblo de Estados Unidos. Nuestras palabras de hostilidad han sido contra el sistema imperialista, contra las agresiones a nuestro país y contra los crímenes del imperialismo.
Hemos luchado, si mal no recuerdo —bueno, ya voy perdiendo la cuenta—, contra la hostilidad y las agresiones de cinco administraciones diferentes de Estados Unidos: Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon y Ford. Cinco ya en estos casi 20 años de Revolución. Aquellas administraciones fueron muy hostiles a nuestro país, y nuestro país supo responder con valentía y con dignidad a cada agresión (APLAUSOS).
Si la sexta administración cesa en la hostilidad hacia nuestro país, en las agresiones, en el bloqueo económico, naturalmente que entonces podrán mejorarse las relaciones estatales entre Estados Unidos y Cuba.
Pero nadie se debe confundir por esto. Esto no implica que pueda haber jamás ningún tipo de promiscuidad entre el sistema de Estados Unidos y el de Cuba. Ellos seguirán siendo capitalistas y nosotros seguiremos siendo socialistas (APLAUSOS). Ellos seguirán teniendo sus doctrinas burguesas, y nosotros seguiremos siendo marxista-leninistas (APLAUSOS).
Cuba mantendrá inalterable su política internacional de principios y sus relaciones cada vez más estrechas y sólidas con la Unión Soviética (APLAUSOS).
Nadie se llame a engaño ni a confusión de ninguna índole. Lo que ocurre es que ya la Revolución Cubana es un hecho irreversible; la Revolución Cubana es indestructible, y nuestro país se ha ganado el derecho a la independencia, el derecho a la más plena soberanía y el derecho al respeto de los demás países del mundo (APLAUSOS).
Al principio nos subestimaron. Dijeron: A estos los aplastamos. Pero todos los esfuerzos por aplastarnos fueron inútiles: una administración tras otra pasó, y su política se estrelló contra la roca inconmovible de la Revolución Cubana (APLAUSOS).
No fuimos nosotros los que decretamos bloqueos contra Estados Unidos o contra el pueblo norteamericano, no fuimos nosotros quienes organizamos actos de terrorismo y de subversión contra Estados Unidos, ni lanzamos armas, ni preparamos planes de asesinato contra los dirigentes norteamericanos. Pero sí sabemos y sí recordamos y no podemos olvidar todas las cosas que los gobiernos de ese país hicieron contra nuestro pueblo y nuestra patria durante casi 19 años: todos los actos de la CIA, los planes de subversión, los actos de terrorismo, los sabotajes, la invasión de Girón, las bandas contrarrevolucionarias, los planes de atentados, etcétera, etcétera, etcétera cien veces. No lo podremos olvidar, y no lo olvidaremos.
Somos un país que cree en la necesidad de la paz entre todos los pueblos del mundo; somos un país que cree en la necesidad de impedir una guerra mundial que sería el holocausto de la humanidad, en la necesidad de impedir la carrera armamentista, en la necesidad de impedir el retorno a la guerra fría; somos un país dispuesto a vivir ajustado a las normas del derecho internacional, y respetar a los demás estados en la misma medida en que se respete a nuestro Estado y a nuestro pueblo (APLAUSOS).
Como dije antes, nunca la Revolución preconizó campañas de hostilidad y odio contra el puebla norteamericano; siempre distinguió entre pueblo y gobierno. Por eso algunos de ellos se asombran, cuando nos visitan, al no encontrar manifestaciones de odio y de hostilidad, sino de respeto, de cortesía, de hospitalidad.
Eso habla muy alto de nuestro pueblo, porque tener una conciencia revolucionaria es una cosa muy distinta a ser fanáticos. Otros procesos políticos —reaccionarios, por supuesto— movilizaron las masas a través del fanatismo, a través del chovinismo, a través del odio nacional.
Nosotros no somos ni fanáticos ni chovinistas; nosotros somos internacionalistas y somos marxista-leninistas (APLAUSOS). Y somos fuertes porque hemos desarrollado en el seno de nuestro pueblo una conciencia revolucionaria y una cultura política. Y esos son valores verdaderamente sólidos y duraderos.
Sembrar el fanatismo y el chovinismo es fácil, y mucha gente en el mundo no tiene otra doctrina que el chovinismo y el fanatismo nacional, y a través de eso estimular las masas. Así surgieron el fascismo, el nazismo, etcétera.
Nuestra Revolución no se ha caracterizado nunca, jamás, por desarrollar sentimientos de esta índole. Es por eso que hoy estamos preparados; y de la misma forma que ustedes confían en el Partido, el Partido confía en su pueblo y sabe que este pueblo está preparado para todo: está preparado para combatir hasta el último de sus hijos si lo atacan y lo agreden (APLAUSOS), está dispuesto a derramar hasta su última gota de sangre por defender sus principios y por defender su Revolución. Es un pueblo que cada vez barre más el egoísmo estrecho, los rezagas que puedan quedar de nacionalismo burgués, y que desarrolla cada vez más una conciencia internacionalista; que no solo piensa en sí mismo, sino que piensa en los demás pueblos; que no solo piensa en sus propios problemas, sino que piensa también en los problemas de los demás pueblos. Y si no pensáramos así, no seríamos ni internacionalistas ni marxista-leninistas.
Pero de la misma forma que estamos dispuestos a combatir hasta el último hombre y verter hasta nuestra última gota de sangre en defensa de nuestra Revolución y de nuestros principios, estamos preparados también para vivir en paz (APLAUSOS).
Hay mucha gente que ha pensado si acaso la Revolución no necesitaba —no gente de Cuba, sino de fuera de Cuba— toda esta hostilidad y toda esta agresión imperialista para crear aquí una conciencia revolucionaria. Eso sería necesario si no tuviéramos una conciencia política, una doctrina. Claro está que las agresiones nos hicieron más fuertes, claro está que las agresiones aceleraron el proceso revolucionario en nuestro país; las agresiones nos trajeron sacrificio, pero también fortalecieron nuestro espíritu. Pero es falso pensar que para que el gobierno revolucionario pueda contar con el apoyo del pueblo, que para que el pueblo esté unido y para que el pueblo sea revolucionario, necesita de agresiones. ¡Nosotros no necesitamos de ninguna agresión para ser revolucionarios! ¡Nosotros somos revolucionarios con agresiones y sin agresiones! (APLAUSOS)
Las guerras de agresión a nuestra patria no nos interesan en absoluto para nada. Nosotros tenemos una guerra muy larga y muy dura contra la pobreza, contra el subdesarrollo, contra el atraso en que nos dejó el colonialismo; en la lucha contra la incultura, en la lucha contra las enfermedades, en la lucha por el desarrollo social y económico de nuestro país. Tenemos muchas cosas positivas y creadoras que hacer en nuestra patria y tenemos muchas formas de ayudar a otros pueblos. Esta Revolución tiene delante un enorme porvenir; no necesita de agresiones imperialistas para ser fuerte. ¡Seremos fuertes con agresiones o sin agresiones imperialistas! (APLAUSOS)
Estos son los avances, los logros alcanzados en estos 17 años, desde que se fundaron los Comités de Defensa de la Revolución.
Nuestra patria tiene un sólido prestigio en el mundo. Nuestros enemigos saben que ya no pueden destruirnos. Tenemos un pueblo preparado para cualquier circunstancia: para resistir agresiones y para vivir en paz; para resistir bloqueos o dejar de tener bloqueos. Pero, desde luego, hay una cosa muy buena: si el bloqueo perdura 10 años, 20 años, 30 años; si no solamente 5, sino 10 ó 15 administraciones de Estados Unidos mantienen el bloqueo y la hostilidad sobre nuestro país, eso no alterará en nada el curso victorioso de nuestro pueblo y de nuestra Revolución (APLAUSOS). Por tanto, no estamos impacientes; y eso es muy bueno: no estar impacientes por nada y saber esperar.
Conocemos el daño que nos hace el criminal bloqueo, cuando a un país le prohiben vender incluso medicinas, medicinas que pueden salvar vidas. ¡Ah!, medicinas de esas que no podemos adquirir. Si la tecnología de Estados Unidos descubre una medicina que pueda salvar a una persona de determinada enfermedad, nosotros no podemos tenerla, porque está prohibido vendernos las medicinas. Semillas, alimentos; en fin, un bloqueo total y absoluto. Nosotros lo consideramos un hecho injusto y criminal, pero podemos resistirlo, ¡podemos resistirlo! ¡Con sacrificios, pero podemos resistirlo!
Si el bloqueo cesa, habrá menos sacrificios. Digamos, para no confundirnos: tendremos más facilidades para nuestros servicios médicos; tendremos más mercado para nuestros productos, para nuestro níquel, nuestra azúcar, nuestro tabaco, nuestro pescado, en fin, los productos que nuestro país exporta; se facilitará más nuestro comercio, pero no significaría ningún cambio radical en realidad. Ya nosotros de tal modo en estos 17 años hemos cambiado nuestras relaciones comerciales hacia otros mundos y hacia otros mercados, que el cese del bloqueo hoy, al cabo de 17 años, no significa nada del otro mundo. Lo digo también, no sea que dentro de un año o dos o cinco, cese el bloqueo y entonces digamos: "¡Ah!, aquí todo cambia ahora que cesó el bloqueo; va a haber tal y más cual cosa!" No, no. Porque nosotros no vamos a dedicar nuestro dinero a comprar chucherías. Nosotros, bueno, compramos alimentos en el área occidental; si Estados Unidos nos compran productos, pues, nosotros podemos comprarles algunos productos a ellos de los que necesitamos, pero cosas esenciales.
El bloqueo nos ha hecho mucho daño, sobre todo en los primeros años. Piezas de repuesto industriales, de transporte, ¡de todo!, ¡mucho daño! Nos hizo mucho daño, porque nos suprimió un mercado que se había creado durante 100 años: el mercado azucarero de Estados Unidos. Pero todavía más daño que el bloqueo nos hicieron las agresiones, que nos obligaron a tener cientos de miles de hombres movilizados durante muchos años y a derramar sangre de nuestro pueblo.
Ellos hablan de que hay que discutir la cuestión de las indemnizaciones de las empresas nacionalizadas. Bueno, nuestra posición es que, si quieren discutir esas indemnizaciones, tienen que discutir las indemnizaciones que hay que hacerle a Cuba por el bloqueo económico y por las agresiones (APLAUSOS). Si lo desean, podemos indemnizarnos mutuamente: ellos nos indemnizan el daño causado a la economía del país por el bloqueo y las agresiones, y nosotros entonces, con ese dinero, indemnizamos a las empresas norteamericanas nacionalizadas. Nos parece una buena fórmula, ¿qué opinan ustedes? (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!" Y APLAUSOS) Esa sería la única forma en que podrían cobrar realmente las empresas nacionalizadas.
Nos parece conveniente exponer estos principios y estas ideas en que se basa la política de nuestro Partido con relación a Estados Unidos.
Excúsenme de que me he prolongado un poco más de lo que deseaba esta noche (APLAUSOS). Pero no es un día cualquiera; es una fecha importante: el XVII aniversario de la fundación de los Comités y, sobre todo, la clausura de su brillante Congreso.
Muchos de nosotros, que tuvimos oportunidad de participar en el Congreso, o que tuvimos oportunidad —en aquellas sesiones donde no pudimos participar— de leer las intervenciones de los delegados, experimentamos profundos momentos de emoción. Allí hablaron los representantes de nuestras masas cederistas, es decir, de nuestro pueblo. Y algunas personas, en ciertos casos mujeres de avanzada edad, con impresionante energía y optimismo participaron en las intervenciones. Nosotros tuvimos oportunidad de ver cómo ellas reflejaban los sentimientos de nuestro pueblo. Y casi todas, de una forma o de otra, decían que eran viejas; casi todas, de una forma o de otra, hablaban de la muerte. Pero decían algo muy profundo. Ellas decían que vivieron el pasado, que han vivido el presente, que han consagrado estos años a luchar por la Revolución en los Comités de Defensa de la Revolución, que estaban orgullosas de su obra y de su trabajo, y que no les preocupaba ya la muerte.
Todos tenemos irremediablemente que morir, más tarde o más temprano, algunos jóvenes, otros muy viejos. Nadie puede señalar cuándo está próxima la muerte. Pero cuando se tiene la oportunidad de escuchar, a esos hombres y mujeres humildes, honestos, revolucionarios, del pueblo; cuando son capaces de trasmitirnos a todos sus impresiones, sus sentimientos, sus ideas, nosotros valoramos como algo grandioso cuando, después de haber vivido y haber luchado decenas y decenas de años, alguien dice: "Me puedo morir tranquilo", porque eso es señal de que le encontró un sentido a la vida, eso es señal —como diría Martí— de que se ha cumplido bien la obra de la vida (APLAUSOS).
El ser humano no tiene que preocuparse por cuánto va a vivir, sino para qué ha vivido y por qué ha luchado, qué objetivos nobles y elevados ha perseguido a lo largo de su vida. Eso es verdaderamente lo que importa. Y cuando el ser humano tiene ese sentido moral, sabe que lo que importa es realmente la dedicación que ha dado a su vida y la obra a la que ha consagrado su vida.
Algunos de ellos decían: "De todas formas no moriremos nunca, seguiremos viviendo en los CDR y seguiremos viviendo en el trabajo revolucionario" (APLAUSOS). Ellos están confiados y seguros de que la semilla que sembraron prosperará, de que la obra realizada perdurará.
Hoy también, en las horas finales del Congreso, tuvimos oportunidad de escuchar a una jovencita, que este día 28 precisamente cumple 17 años, que nació en la misma fecha que se fundaron los Comités de Defensa de la Revolución, que ya fue elegida delegada a este histórico Congreso, y está en el segundo curso del Destacamento Pedagógico (APLAUSOS).
Esa es nuestra juventud. Esos son los ejemplos aleccionadores. Por cada joven desviado —por las causas que sean, muchas veces por abandono de sus propios padres—, hay 20, hay 40, hay 50, hay 100 jóvenes como la que habló hoy en la clausura del Congreso.
Nuestra juventud es magnífica, nuestra juventud es excelente, ha escrito y escribe cada vez páginas más brillantes en la historia de nuestra patria; y ese es el mejor fruto de la Revolución. Todos nosotros, todos ustedes, ven en esa juventud, la obra de la Revolución, el fruto de la Revolución, los continuadores de la Revolución, el porvenir de la Revolución.
El Primero de Enero de 1959, se inició un camino nuevo. Cualesquiera que hayan sido los errores, cualesquiera que hayan sido los problemas y las dificultades, no cabe duda de que aquel día emprendimos un camino maravilloso. Por ese camino han marchado millones de nuestros compatriotas. A nuestro pueblo, a las vanguardias, a los primeros combatientes, se unen las nuevas generaciones. Es maravilloso ese sentimiento de que se ha transformado la vida de nuestro país, que hemos emprendido un camino nuevo y digno, que estamos armados con ideas justas, y guiados por una nueva ética.
Ese ambiente, esa atmósfera, se respiraba en el Congreso de los CDR. Esas ideas, esos sentimientos expresaron sus delegados, y ese espíritu es el que reina aquí esta noche en nuestras masas, al conmemorarse el 17 aniversario y al clausurarse el Congreso (APLAUSOS).
Ustedes han dicho que están satisfechos de lo que hemos avanzado en estos años. Nosotros, todos nosotros: nuestro Partido, sus dirigentes, nuestros compañeros que ocupan responsabilidades en el Partido, en la Juventud, en las organizaciones de masas y del Estado, podemos decirles que no solo nos sentimos satisfechos de ese camino, sino que nos sentimos legítimamente orgullosos de representar y de luchar junto a un pueblo como ustedes.
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)
Compañeros de la Dirección del Partido, del Gobierno y de las organizaciones de masas;
Queridos compañeros de los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS):
Hoy se encuentra entre nosotros, en esta importante fiesta y conmemoración de nuestro pueblo, el Presidente del Consejo Presidencial de la República Democrática y Popular de Yemen, compañero Robaya Alí (APLAUSOS). Su presencia nos recuerda la similitud y el vínculo estrecho, fraternal, sincero, entre los pueblos de Yemen y de Cuba.
Yemen es un país pequeño, con menos de 2 millones de habitantes, similar en muchos aspectos a nuestra propia patria, a nuestro propio proceso político y revolucionario. Ellos conquistaron su independencia frente al colonialismo, igual que nosotros, en una lucha heroica y sangrienta. Ellos, igual que nosotros, no conquistaron la independencia para permitir el establecimiento de un régimen burgués o neocolonialista. Ellos decidieron seguir también el camino del socialismo (APLAUSOS).
El pueblo yemenita, como el cubano, es un pueblo combativo y entusiasta, y como nuestro propio país, es pobre y subdesarrollado; podríamos decir que más pobre y más subdesarrollado que nosotros.
Y es sobre todo admirable la política de principios que sigue la Revolución Yemenita. Ellos no son hombres que cambien los principios por los intereses económicos. Ellos no son hombres que se dejen sobornar, ni intimidar por nadie (APLAUSOS). Están sometidos a la hostilidad imperialista y están rodeados de países reaccionarios muy ricos que, en ocasiones, han sobornado a otros gobiernos en aquella región del mundo, pero que con todos sus miles de millones han sido incapaces de sobornar la dirección política digna y honorable del pueblo de Yemen (APLAUSOS).
Ellos, al igual que nosotros, se han visto obligados a mantener al pueblo constantemente movilizado para hacer frente a las amenazas y a los peligros de agresión. Ellos, igual que nosotros, apoyan sin vacilación el movimiento de liberación de los pueblos. Ellos, igual que nosotros, estrechan sus relaciones con la Unión Soviética y los países socialistas (APLAUSOS), y mantienen una magnífica posición de principios en todas las cuestiones fundamentales de la vida internacional.
Pero hay algo más que nos une a los yemenitas, y sobre todo une a los Comités de Defensa de la Revolución con Yemen. Cuando se hicieron los primeros contactos entre las revoluciones yemenita y cubana, ellos se interesaron mucho por esta organización de los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS). Es cierto que otros movimientos progresistas se han interesado por esta organización, pero podemos afirmar que ellos fueron los primeros que con esa modestia, esa humildad revolucionaria que los caracteriza, apreciando la experiencia de Cuba, decidieron crear en su propio país una organización similar a los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS). Solicitaron nuestra cooperación, y ya muchos cuadros de los CDR han estado en Yemen, ayudándoles a crear sus CDP, porque se llaman así: Comités de Defensa Populares (APLAUSOS), muy similares a los Comités de Defensa de la Revolución, donde ya militan más de 100 000 yemenitas (APLAUSOS).
Por eso para nosotros constituye una feliz coincidencia la presencia del compañero Robaya en Cuba y la realización del I Congreso y la conmemoración del XVII aniversario de los CDR.
Como todos sabemos, en estos días nuestro país ha seguido atentamente el desarrollo del I Congreso de los Comités de Defensa de la Revolución. Por ello se ha recordado mucho la historia de los Comités de Defensa de la Revolución y los orígenes de los Comités de Defensa de la Revolución.
Si del Quijote, la obra más famosa de la literatura española, su autor Cervantes, dijo que se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y todo triste ruido hace su habitación, de los Comités de Defensa podemos decir que se engendraron en la plaza pública, en medio de la lucha antimperialista, el fragor del combate y el ruido insolente de las bombas contrarrevolucionarias (APLAUSOS).
En estos días se han recordado incluso aquellas bombas, pero nadie ha dicho con exactitud cuántas fueron, y no sabemos si alguien podrá decirlo alguna vez. Lezcano habló en su informe de una bomba; Felicita, en su brillante intervención en el Congreso, creo que habló de dos bombas; y si mal no recuerdo, si la memoria con los años no empieza a traicionarme, yo siempre creía que fueron cuatro bombas las que explotaron aquel día, durante el acto que se efectuaba frente al antiguo Palacio Presidencial.
Hace un rato también se sintió una explosión, y yo miré el reloj: eran las 9:01. Es que yo tengo un minuto adelantado el reloj: era el cañonazo de las 9:00. Me preguntaba: Bueno, ¿pero va a explotar también hoy, al cabo de 17 años, una bomba? Unicamente para rememorar también la fundación de los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS), aprovechando que la mayor parte de los miembros de los Comités —y yo creo que hasta los que hacen guardia por ahí, todo el mundo— está en esta plaza.
Debemos decir que la idea esencial cuando se engendraron los Comités de Defensa de la Revolución era la lucha frente al imperialismo, frente a los terroristas, frente a los contrarrevolucionarios. Así surgieron los Comités de Defensa de la Revolución. Fue la propia lucha la que inspiró, motivó y desarrolló esta organización. Pero lo extraordinario de este movimiento, de esta tremenda fuerza de masas organizada, es que a lo largo de su lucha demostró infinitas posibilidades que iban más allá del mero combate frente a la contrarrevolución.
A veces los compañeros recuerdan amablemente, fraternalmente, cariñosamente, que yo tuve que ver con la fundación de los Comités de Defensa de la Revolución. Eso es cierto, pero nadie se imaginaba realmente —ni yo ni nadie— la clase de organización que estábamos creando (APLAUSOS).
Claro que el principio sí lo comprendíamos, el principio básico, el principio esencial: el principio de apoyarse en las masas, el principio de organizar esas masas, el principio de apoyarse en el pueblo, de organizar al pueblo, como elementos básicos de una lucha revolucionaria. Eso sí lo entendíamos perfectamente bien. Pero hace 17 años nadie era capaz de imaginar el papel, el vacío y las funciones que una organización como esta iba a llenar en el proceso revolucionario (APLAUSOS).
Apoyarse en las masas fue siempre un axioma de la estrategia revolucionaria. Por eso la Revolución prestó tanta atención al desarrollo del movimiento obrero y a la organización de los trabajadores, al desarrollo del movimiento campesino y a la organización de los campesinos, al desarrollo del movimiento de las mujeres y a la organización de las mujeres; al desarrollo de la juventud y a la organización de nuestra juventud, del mismo modo que al desarrollo de la masa estudiantil y a la organización de los estudiantes; y por último, al desarrollo del movimiento infantil y a la organización de los niños.
Pero no obstante esas poderosas organizaciones de masas, nuestro proceso revolucionario y nuestro sistema revolucionario habrían estado incompletos sin los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS).
Llenaron un enorme vacío, un vacío que no podían llenar las demás organizaciones de masas; un vacío que no podía llenar el Partido, vanguardia dirigente de la Revolución. Porque el ciudadano no solo es obrero o la ciudadana no solo es mujer, el estudiante no es solo estudiante ni el campesino es solo campesino, sino que viven en la comunidad, actúan en la comunidad, perciben los problemas de la comunidad, luchan todos en el seno de la comunidad. Hay muchas mujeres que no son obreras, son amas de casa; hay infinidad de personas que se jubilaron y no están en los sindicatos; pero, además, están los obreros, los estudiantes, las mujeres trabajadoras, los campesinos, que viven allí, en el barrio, en la aldea, en el pueblo, en la ciudad. Sin los Comités de Defensa, toda esa enorme masa no se habría podido organizar en su conjunto.
Ahora bien, los Comités de Defensa vinieron a demostrar que no solo eran un instrumento eficaz, muy eficaz, para combatir al enemigo contrarrevolucionario, sino un instrumento muy eficaz prácticamente en todos los frentes de la Revolución.
Así, los Comités dieron un aporte decisivo en el frente de la salud pública, desde la lucha contra las epidemias, la lucha por la vacunación, la lucha por la medicina preventiva —que es esencial en una comunidad socialista—, hasta las donaciones de sangre.
Los Comités de Defensa dieron un gran aporte a la educación, desde el reclutamiento de maestros primarios en aquellos días en que no teníamos maestros titulados, hasta las escuelas de padres.
Los Comités de Defensa de la Revolución han dado un importante aporte a la economía, desde la recogida de materias primas, hasta la limpia de obstáculos para la mecanización de la caña.
Los Comités de Defensa dieron un ejemplar aporte, un insustituible aporte, al proceso de institucionalización de nuestro país y a la constitución de los Poderes Populares.
Los Comités de Defensa de la Revolución han librado una extraordinaria batalla en el campo de la educación política y el desarrollo ideológico de nuestro pueblo.
Hoy los Comités de Defensa de la Revolución están integrados por más de 5 millones de ciudadanos adultos de este país, ¡cinco millones! (APLAUSOS) Si contamos con que hay más de 3 millones de niños y adolescentes menores de 15 años, puede decirse que la inmensa mayoría de nuestro pueblo, a través de los Comités de Defensa, son militantes de la Revolución (APLAUSOS). De modo que esta organización se convierte en un imprescindible y valiosísimo auxiliar del Partido y del Poder Popular (APLAUSOS).
En la creación de los Poderes Populares fue indispensable un largo proceso, y en el funcionamiento de los Poderes Populares son necesarias infinidad de actividades, desde la convocatoria de las asambleas de nominación y las elecciones, hasta las asambleas de balance y todo un cúmulo de actividades en que el trabajo de los CDR resulta imprescindible.
Para el Partido, los Comités de Defensa de la Revolución constituyen un auxiliar de primer orden, valiosísimo, insustituible. Porque el Partido está constituido por una selección, una vanguardia cuyos miembros se eligen con mucho rigor y sin mucho apuro. El Partido se formó en un proceso riguroso y gradual que se inició por los centros de trabajo; los que están en el Partido son, desde luego, revolucionarios; pero la inmensa masa de nuestro pueblo es también revolucionaria (APLAUSOS); hay millones de revolucionarios en nuestro país afortunadamente, y si esos millones no están en el Partido —porque no están todos ni mucho menos en el Partido—, sí están en los Comités de Defensa de la Revolución. Sin los Comités de Defensa de la Revolución, nuestro Partido no podría ser un partido de selección; tendría que ser un partido de masas para llenar ese vacío, y dejaría de ser realmente una vanguardia. Es por eso que debemos seguir y mantenernos firmes en la idea del rigor y la selección en el Partido (APLAUSOS).
El Partido tiene muchas canteras: la Juventud, por supuesto y lógicamente, es una cantera del Partido; los sindicatos son también, por supuesto, una cantera del Partido; y los Comités de Defensa de la Revolución son del mismo modo una importante cantera del Partido (APLAUSOS). Gracias a esta concepción de la organización del pueblo y gracias a la organización de nuestras masas en los distintos sectores: obreros, campesinos, femeninos, estudiantiles, infantiles; gracias a eso y a los Comités de Defensa de la Revolución, nuestro sistema es tan sólido, nuestra Revolución es tan fuerte, y nuestro Partido está en las más óptimas condiciones para desempeñar su papel dirigente (APLAUSOS). Realmente nos sentimos por ello muy satisfechos de la evolución de este histórico proceso.
Hace 17 años nacieron los Comités, pero qué diferencia de entonces a hoy. Todavía en 1960 teníamos un millón de analfabetos en el país; todavía en 1960 había muchos niños que no tenían escuela; en 1960, los estudiantes de nivel medio eran unas decenas de miles, los estudiantes universitarios eran algo más de 15 000, los graduados de sexto grado eran unos pocos, el nivel cultural de nuestras masas muy bajo, el nivel político también bajo; lo que había era el espíritu de clase, la conciencia de clase, el odio a la opresión, a la explotación, ¡la esperanza en la Revolución!
Hace muchos años el analfabetismo fue erradicado; nuestros trabajadores luchan hoy, todos ya por el sexto grado; la educación obrera y campesina cuenta con cientos de miles de estudiantes; las promociones se han elevado extraordinariamente; todos los niños estudian; dentro de tres años todos los maestros estarán titulados; el Destacamento Pedagógico hizo sus primeras graduaciones, está compuesto por casi 20 000 jóvenes, más el nuevo ingreso, integrado por 6 000 con nivel de preuniversitario, que arriba a las universidades, y de cuyo seno va a salir ya nada menos que un destacamento pedagógico internacionalista (APLAUSOS); los estudiantes de nivel medio ascienden a 880 000, si incluimos todas las enseñanzas, entre ellas las militares. ¡Ochocientos ochenta mil! Hay muchos más estudiantes de nivel medio hoy, que estudiantes de nivel primario había al triunfo de la Revolución. Los estudiantes universitarios, incluidos unos 5 000 que estudian en el extranjero, ascienden a 130 000, aproximadamente. El número de obreros cursando estudios de nivel medio, es tres o cuatro veces mayor que el número de estudiantes jóvenes en ese nivel cuando se crearon los Comités de Defensa de la Revolución.
El avance en el terreno cultural, en la educación y en la conciencia política desde 1960 hasta hoy, es realmente extraordinario. En aquellos días empezaban a desarrollarse nuestro Ministerio del Interior y nuestro Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, hoy vemos el enorme avance de esas instituciones. Nuestro Estado, recién salido del cascarón burgués, no tenía nada, y cuánto se ha avanzado en organización desde entonces hasta hoy. El Partido empezaba a fluir, empezaba a desarrollarse y crecer a partir de la fusión de las organizaciones revolucionarias. Por eso, cuando se crearon los Comités, en 1960, no teníamos prácticamente nada. De entonces acá cuánto se ha logrado en organización, cuánto se ha esforzado nuestro pueblo en el trabajo, en el estudio; cuántos millones y millones de círculos de estudio se han hecho, cuántos miles de millones de horas han dedicado solo ustedes, los miembros de los Comités de Defensa de la Revolución, al estudio y al desarrollo de una cultura y de una conciencia política.
Por eso era doblemente emocionante presenciar el desenvolvimiento del Congreso, del Primer Congreso de los CDR, integrado en muchos casos por militantes que fueron fundadores de esa organización, hace 17 años. Cuánto trabajo realizado, cuántas experiencias adquiridas. Y eso se podía apreciar, palpar, en el Congreso; porque fue un excelente Congreso en su gestación, en su desarrollo, en su organización, en la madurez de sus integrantes, que nos hacían sentir orgullosos a todos de los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS).
Ya los Comités van constituyendo incluso una tradición familiar, ya existe la familia cederista; es cederista el bisabuelo, el abuelo, el hijo, el nieto y el pionero está esperando crecer para que lo ingresen también en los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS).
Ya los Comités se han convertido en una tradición en el seno de nuestro pueblo. Y ese es un valor muy importante, porque se va trasmitiendo a las nuevas generaciones la conciencia, la moral, el espíritu de la Revolución.
Y no estuvo exento de errores este proceso, más de una vez se cometieron errores; pero los Comités siempre estuvieron alertas, sensibles a cualquier análisis, a cualquier crítica. Hubo un momento en que crecíamos, y crecíamos, y crecíamos, y no se sabía hasta cuándo íbamos a crecer; pero hay un punto en que el crecimiento puede chocar con la calidad. Y cuando el crecimiento chocó con la calidad, entonces se aminoró el crecimiento y se intensificó el esfuerzo por la calidad.
Ahora los Comités cuentan después de su Congreso con toda una serie de ideas, de instrumentos; los estatutos bien perfilados, los métodos de trabajo bien esclarecidos; y, a nuestro juicio, este Congreso le va a dar un impulso a los Comités, y va a promover además un salto importante de calidad (APLAUSOS).
Pero el proceso del Congreso fue, además, una oportunidad para que las masas analizaran infinidad de problemas presentes y de problemas futuros. Fue la oportunidad de establecer un contacto estrecho entre las masas, el Partido y el Gobierno, de trasmitir ideas, opiniones, inquietudes, porque no fue solo un recuento histórico: ¡No! Los Comités no están dormidos en los laureles, ni soñando en las glorias pasadas; los Comités están pensando en el presente, en el futuro y, sobre todo, forjando la lucha, los éxitos, las victorias y las glorias futuras (APLAUSOS).
Se han aprobado las Tesis, se han hecho infinidad de proposiciones que deberán ser analizadas por el Gobierno y por el Partido. Pero este Congreso sirvió, además, para poner al día, digamos, poner sobre el tapete algunos problemas actuales de nuestra lucha. Y eso es muy interesante y muy importante, porque la contrarrevolución ha ido descendiendo, ha ido decayendo, cada vez da menos muestras de vida en el terreno de la subversión y en el terreno práctico del sabotaje, del atentado, de las bandas y todo eso, porque bandas no hay aquí hace ya... Bueno, bandas de música sí hay muchas, cada vez hay más (APLAUSOS); pero bandas contrarrevolucionarias ustedes saben que se acabaron hace tiempo y no volvió ni a retoñar una sola de esas malas hierbas hace tiempo.
En cuanto a terrorismo, digamos que en todo este hemisferio y en una buena parte del mundo no hay país más tranquilo que este. Se lo podemos decir a los turistas, que no hay país más tranquilo que este.
Claro, los Comités están conscientes de que esta lucha —que antes era una lucha armada, sabotajes, planes de agresión imperialista, guerra secreta de la CIA, etcétera, etcétera, etcétera—, se va transformando en otro tipo de lucha. Y dicen nuestros enemigos: bueno, esta gente no hay manera de destruirlos, son más fuertes que El Morro; entonces empieza otro tipo de lucha, de campaña, de erosión de tipo ideológica, y los Comités están muy conscientes de eso sin bajar nunca la guardia en el otro terreno, porque esa consigna tiene que mantenerse siempre: no bajar nunca la guardia.
Pero tener conciencia al mismo tiempo de que debemos estar cada vez más preparados, poseer cada vez más nivel político y cada vez prepararnos mejor para enfrentar al enemigo imperialista, al enemigo contrarrevolucionario en el campo de la lucha ideológica.
Pero en otros terrenos también se manifestaron en el Congreso las inquietudes de los Comités. Bien, en los primeros tiempos el esfuerzo principal se encaminó a luchar frente a los contrarrevolucionarios, frente al delito contrarrevolucionario; nadie le prestaba mucha atención al delito común. Incluso si usted visitaba una prisión por ahí y se encontraba un preso y le preguntaba, ¿qué era? Decía: No, no, no, no, yo soy delincuente común. Lo decía prácticamente como un honor, como diciendo: Yo no pertenezco a esa gente, yo soy bueno, porque yo soy delincuente común.
Ahora bien, en nuestro país hay mucho menos delitos de tipo común que en el resto de América Latina, infinitamente menos que en Estados Unidos y en cualquier sociedad capitalista. No se puede ni comparar las estadísticas de antes en Cuba con las de ahora, pero todavía subsiste el delito común. Y en este Congreso los CDR pusieron el acento y pusieron el énfasis en la necesidad de combatir también —entiéndase bien—, también, y con la misma energía el delito común (APLAUSOS). ¡Malas noticias para los delincuentes!
El delito común es una reminiscencia de la sociedad burguesa en todos los sentidos. Bueno, en la sociedad burguesa había algunos delitos que prácticamente no se consideraban como tales, el juego no era delito en la sociedad burguesa, porque era permitido, tolerado, auspiciado por el Estado, por la policía —virtualmente no era delito— y estaba muy extendido; el juego se convierte en un delito con la Revolución. Pero el juego es una reminiscencia burguesa. Eso de que el hombre no piense en el trabajo y esté soñando con el azar para disponer de bienes, para disponer de riquezas, es una herencia netamente burguesa.
La prostitución en este país que con algo más de 6 millones de habitantes tenía 100 000 prostitutas, la prostitución no era delito prácticamente en la sociedad burguesa, era permitida, tolerada, de manera muy hipócrita, no es que hubiera una ley expresa autorizándola, aunque hubo leyes aquí que hablaban abiertamente de la prostitución y de las zonas de tolerancia. La prostitución se permitía dentro de las zonas de tolerancia y en muchas otras partes y la sociedad burguesa estimulaba la prostitución, con la discriminación de la mujer, la falta de oportunidad de estudios, y de empleos para la mujer, estimulaba y hacía grandes negocios con la prostitución. Era uno de los empleos que la burguesía reservaba a la mujer; la prostitución se convierte en delito con la Revolución precisamente. De la forma más humana imaginable, el proceso revolucionario se enfrentó a aquel problema y lo resolvió.
Las drogas constituyen una forma de delito eminentemente burgués y propio de la mentalidad enajenada del ciudadano en el régimen burgués; además, este negociaba con las drogas. Eran un gran negocio las drogas, el contrabando de drogas, y se manejaban decenas de millones de pesos en el mismo que también era tolerado de muchas formas. Algún que otro infeliz iba a parar a la cárcel; pero los grandes negociantes y grandes contrabandistas de drogas no tenían problemas de ninguna clase, la droga se convierte en un delito con la Revolución.
Otra forma delictiva: los delitos contra la propiedad.
La sociedad burguesa era por excelencia ladrona, porque lo que hacían los burgueses todos los días, a todas horas del día y de la noche, era robarle al pueblo trabajador. Es decir, que la clase explotadora, los burgueses, los terratenientes, eran ladrones por excelencia, vivían del trabajo ajeno, explotaban el trabajo ajeno. La burguesía no tenía ninguna moral para luchar contra el robo, porque los primeros ladrones eran ellos, y ¿qué moral tenían para exigirle a alguien que no robara, si ellos daban el ejemplo como clase explotadora, daban el ejemplo como gobernantes? Porque los mayores ladrones del país eran los gobernantes: estaba corrompido el policía, por lo general, el oficial, el militar, el inspector, toda aquella enorme plaga se enriquecía con el chantaje, la exacción y el robo.
La idea de robar es lo más típico de la mentalidad burguesa. Luego la supervivencia de algunas de estas manifestaciones delictivas son incuestionablemente rezagos que nos quedan de la mentalidad, de la tradición y de la cultura burguesa. Y, claro, resulta chocante para nuestros ciudadanos y para nuestro pueblo cualquier manifestación delictiva de tipo común por pequeña que sea. Y tienen razón, tienen absoluta razón.
Si nuestra ciudadanía observa que por un muelle, por un puerto o por un hotel donde vienen visitantes extranjeros se aparece una jovencita que ha abandonado los estudios e intenta practicar la prostitución, es lógico que se sienta indignada; porque eso atenta contra la moral de la Revolución, los principios de la Revolución, la ética de la Revolución, e incluso el prestigio de la Revolución (APLAUSOS).
El país tiene que abrir cada vez más las puertas al mundo, las relaciones con el mundo serán progresivamente mayores. Y tienen que serIo, porque el mundo tiende cada vez más a la comunicación, al contacto. El turismo se puede desarrollar porque es un recurso económico del país, proveniente de los recursos de nuestro cielo, de nuestros mares, de nuestra atmósfera; no somos petroleros, tenemos que explotar el sol, el mar, el aire y las bellezas naturales de nuestro país.
Pero que nadie se imagine aquí jamás un turismo de juegos, de casino, de prostitución, o cosas por el estilo, ¡porque primero nos morimos de hambre hasta el último ciudadano de este país (APLAUSOS) antes que consentir ninguna violación de esa índole a la moral de nuestro pueblo, a la ética de nuestra Revolución!
Eso está claro, aquí pueden venir los visitantes que sean necesarios; pero la muralla no hay que hacerla alrededor de la isla, la defensa, la verdadera defensa hay que hacerla en la conciencia y en la dignidad de cada cubano, de cada ciudadano (APLAUSOS). De modo que se pueda decir que si alguien se vende aquí, ese no pertenece a la estirpe de nuestro pueblo, ese no es cubano (APLAUSOS).
Y no tenemos temor a los visitantes, y no tenemos temor a los visitantes porque tenemos confianza en nosotros mismos; porque no somos cualquier cosa, no somos un pueblo al que se pueda ultrajar, un pueblo al que se pueda ofender, un pueblo al que se pueda sobornar o corromper. De nada valdría todo lo que ha hecho nuestra patria en estos años y toda la sangre derramada si las nuevas generaciones fueran susceptibles a la degeneración y a la corrupción. Mas nosotros pensamos que no será jamás así, será a la inversa, cada día seremos más invulnerables a la degeneración y a la corrupción. Y las virtudes no se prueban en una urna de cristal, las virtudes se prueban en la vida y en el contacto con las realidades (APLAUSOS). El ciudadano ascético, viviendo en una torre de marfil y rodeado de cristal nunca tendremos la seguridad de que será un ciudadano virtuoso; la virtud se prueba frente a la vida, del mismo modo que el valor se prueba en el combate.
Por tanto, los rezagos del pasado que puedan intentar revivir aquí hay que erradicarlos (APLAUSOS), ¡erradicarlos! Y cada familia debe saber que si por irresponsabilidad suya o por cualquier razón que sea, hubiera jóvenes que se dejaran arrastrar a la idea de la prostitución, estas deberán ser sencillamente recluidas donde haya que recluirlas, y rehabilitadas (APLAUSOS). Combatir con el máximo de energías cualquier intento de resucitar tales vicios. Y los de este tipo es más fácil de combatir que el robo, porque eso se ve fácil, no cuesta mucho trabajo. Lo importante es que sepan que habrá medidas y se tomarán medidas.
Del mismo modo podemos decir de cualquier intento de resucitar el juego, y todavía hay incautos en este mundo que andan pensando en el azar y en el juego; desgraciadamente los hay. Y algunos pícaros que en vez de trabajar en la construcción, en la agricultura, en la industria, piensan vivir de la industria del juego. Eso tampoco es tan difícil de descubrir, es fácil; yo estoy seguro que nuestros Comités y nuestra Policía tienen todos los medios que quieran para averiguar cuando hay una banquita de bolita por ahí en cualquier lugar (APLAUSOS).
De drogas ni hablar, aquí no hay negocio de drogas, es muy difícil traer drogas de contrabando aquí. La droga que se ve aquí es que de vez en cuando aterriza forzosamente un avioncito o un barquito se encalla en nuestras costas, cargados de marihuana. Millones de pesos hemos confiscado aquí de avioncitos y de barquitos, que cruzando del sur al norte y del norte al sur —sobre todo del sur al norte— con esos cargamentos, involuntariamente han tenido que recalar en nuestro país. Puede haber todavía alguno que otro por ahí desorientado que siembre su matica (RISAS). No es fácil, y creemos que las medidas deben ser enérgicas, de confiscación a todo el que tenga un pedacito de tierra y siembre una matica, medidas enérgicas.
Indiscutiblemente que algunos de estos rezagos se pueden combatir actuando simplemente con energía.
Ahora, quedan otras manifestaciones que son más difíciles de combatir. Queda un rezago burgués por excelencia: el delito contra la propiedad, pero no ya contra la propiedad del burgués, ni del terrateniente, ni del explotador, sino contra la propiedad del trabajador, la propiedad del pueblo, en medio de un sistema socialista que establece la distribución conforme al trabajo, a la cantidad y a la calidad del trabajo; y un sistema socialista además, que brinda el máximo apoyo a toda persona desvalida, con la educación gratuita, con los servicios médicos gratuitos, con la atención al accidentado, al jubilado, en fin, a todos los ciudadanos. Cualquier delito contra la propiedad es característico de gente con reminiscencia burguesa; no quiere trabajar y quiere establecer una distribución por su cuenta de los bienes personales del trabajador, de la familia trabajadora y del pueblo trabajador, los bienes de todo el pueblo. Aquí el que roba en una tienda le está robando a todo el pueblo, el que roba en un almacén le está robando a todo el pueblo. Eso claramente está en absoluta contradicción con los principios del socialismo y con la ética del socialismo.
Aparte de esto, el delincuente de este tipo promueve la indignación, el disgusto del pueblo, del trabajador, la intranquilidad. Y una familia que diga: Dejé mi casa sola, a lo mejor cuando llego me la han vaciado —para poner un ejemplo. Porque son delitos contra la propiedad personal y delitos contra la propiedad de todo el pueblo.
Y la gente se pregunta: pero si la Revolución ha luchado contra el imperialismo, contra la contrarrevolución, ¿por qué la Revolución no va a liquidar también o por lo menos darle una batida bien fuerte a todo rezago que quede aquí de espíritu de delito contra la propiedad?
En los Comités de Defensa decían: Hacen falta más policías. Y es verdad, tienen razón, ¡ojalá nadie tuviera que estar de policía, cuidando nada! Pero si no hay policía, el ciudadano tiene que descansar, tiene que dormir, ¿quién lo cuida frente a agresiones de ese tipo, de delitos contra la propiedad? ¿Quién lo cuida? Claro, todos tenemos que luchar contra esa forma de delito, ¡todos!, combatiendo el delito y también educando, forjando una nueva ética. Esa es una lucha larga, no se puede pensar que esa es una lucha fácil, esa es una lucha muy larga que solo se puede llevar adelante con la participación de todos.
¿Más policías? Sí, hacen falta más policías. Es un gasto que el Estado tiene que hacer, son hombres que en vez de estar en una actividad productiva directa tienen que dedicarse a esta tarea, pero no nos queda más remedio que hacerlo porque caeríamos en el idealismo de pensar que solo con la conciencia y la buena voluntad se van a resolver esos problemas.
La delincuencia impune es muy mala; porque si hay cinco ladrones potenciales y uno real, el real roba y después los cinco potenciales roban también, porque ve que al que roba no le pasa nada (APLAUSOS), entonces en vez de tener que enviar a la cárcel a uno hay que enviar cinco por cada ladrón, él y los émulos de él.
En el Congreso se plantearon estos problemas, con toda razón, y pidieron medidas más severas. ¿Pero es tan difícil enfrentarse a este tipo de delincuente? No es tan difícil, si adaptamos nuestra mentalidad y nuestra conciencia a esa lucha; si nos damos cuenta que no solo tenemos que luchar contra la delincuencia contrarrevolucionaria, sino también contra esa delincuencia común antisocial, si nos damos cuenta y luchamos.
Nuestras leyes existen. Si son débiles podemos hacerlas más severas (APLAUSOS). Tenemos la Asamblea Nacional, tenemos el Poder Popular, y estoy seguro de que toda medida que se proponga para hacer más severas las leyes contra las formas de delito común, tendrán el apoyo unánime de todos los miembros de la Asamblea Nacional del Poder Popular, o del Consejo de Estado, que son los que hacen las leyes (APLAUSOS). Si hacen falta leyes más severas, leyes más severas.
Nuestros jueces son jueces revolucionarios; si el pueblo demanda que haya más rigor, nuestros jueces serán más severos contra el delito común (APLAUSOS). Nuestros fiscales son revolucionarios, si la línea del pueblo es combatir con más energía el delito común, ellos combatirán también con la mayor energía el delito común. Nuestra policía es revolucionaria, si el pueblo demanda que nuestra policía sea más enérgica contra el delito común, nuestra policía será más enérgica contra el delito común (APLAUSOS PROLONGADOS). Digámoslo francamente: nuestra policía es la policía más decente del mundo. Y se escuchan muchas anécdotas: que si le dieron al policía, que si el tipo no quiso entrar aquí ni allá, en el patrullero o donde sea, que si el delincuente no respeta al policía, que si a veces el civil que está al lado tiene que ponerse más enérgico y dice que sí, que tiene que entrar ahí y tiene que acabarse el desorden.
No hay que violar ninguna ley, no tenemos que caer en ninguna ilegalidad. Si las leyes no son lo suficientemente fuertes, ¡hacerlas más fuertes! No hay que cometer ningún abuso de autoridad. ¡No! No hay que caer en prácticas de violencia. ¡No! Nosotros no podemos caer en lo que caen las sociedades capitalistas, que organizan escuadrones de la muerte, cometen crímenes, etcétera, y hacen cosas de esas. ¡No! No hay que golpear a nadie, no hay que matar a nadie. La ley sí puede establecer una sanción muy severa para determinados tipos de delitos de sangre y violencia que luego los hay, y decir: Esto se sanciona con la pena capital (APLAUSOS). Pero nuestra policía debe saber que tiene el apoyo y el respaldo del pueblo, y que tiene que hacerse respetar sencillamente (APLAUSOS).
Nosotros no tenemos ningún delincuente en nuestra policía, ningún esbirro, ningún asesino. Pero el policía no se puede dejar agredir, se tiene que defender si lo agreden (APLAUSOS). Y si usan la fuerza contra él, tiene que usar la fuerza en la medida de lo necesario (APLAUSOS).
Estamos tranquilos, sabemos que nuestros policías nunca se dejarán arrastrar al abuso, a la soberbia, al exceso de autoridad. ¡No! Eso se erradicó; pero no podemos tolerar el abuso, la soberbia y el exceso de autoridad de los delincuentes bajo ningún concepto. De eso se trata (APLAUSOS). Que hacen falta más policías, los reclutamos.
Ya el Partido está haciendo un trabajo entre los militantes. Prepararlos después bien. Porque la lucha contra la delincuencia es una lucha larga y se necesita un nivel técnico, se necesita una preparación. Si hay que invertir algo en prisiones, invertimos algo en prisiones también, lo invertimos (APLAUSOS); si hay que hacer algunas cárceles, hacemos algunas cárceles para una estancia más prolongada. Y que la rehabilitación se haga mediante el trabajo y sea verdadera. Y la reincidencia, circunstancia fuertemente agravante, y cada vez más agravante (APLAUSOS). ¡Cómo no vamos a poder luchar contra esos rezagos del pasado con el apoyo y la colaboración de todo el pueblo!
Todos los delitos, desde luego, no son iguales. A veces hay gente sobre las que tenemos en general un buen concepto. A veces hay incluso militantes del Partido presos. ¿Qué hizo? Bueno, violó las leyes del tránsito y cometió una falta de ese tipo. No tenemos por criminal al que viola la ley del tránsito; pero el que viola la ley del tránsito es un criminal en potencia por irresponsabilidad, porque dio la casualidad que no pasó nada aunque cruzó a 100 kilómetros, donde debe ir a 50, a 40, ó a 60. Se llevó la luz roja y no pasó nada una vez, dos, tres, diez; pero una vez asesina a un niño, asesina a un ama de casa, asesina a un trabajador, asesina a un anciano. Los violadores de las leyes del tránsito son asesinos en potencia, sin querer ser asesinos, desde luego; pero hay gente que son absolutamente irresponsables. O tomaron y manejaron, y a veces hasta es una gente que tú no puedes decir que sea un delincuente común, pero es un irresponsable común. A la sociedad no le queda más remedio que defenderse de esos criminales en potencia. El no quiere matar a nadie, pero mata; y a veces no mata a uno, a veces mata a 10 y a veces mata a 20.
Las leyes del tránsito se han ido haciendo más rigurosas, pero si no bastan hay que hacerlas más rigurosas todavía (APLAUSOS). Hay que usar el transporte, tenemos que movernos, no hay derecho a que nos estén asesinando en la calle los irresponsables.
Eso es también un rezago. El individuo con una conciencia social desarrollada, con un sentido de la legalidad, del orden; con un sentido de sus obligaciones para con los demás no hace eso. Y a veces nos encontramos hasta un militante del Partido preso por eso. Bueno, ¿pues qué se va a hacer? No queda más remedio.
Y en realidad nuestra sociedad tiene que tomar esas medidas. Nosotros compartimos por entero esas justísimas preocupaciones de los Comités de Defensa de la Revolución y entendemos que es un deber de la Revolución, del Partido, del Gobierno, con el apoyo del pueblo, prestarles a todos esos problemas el máximo de atención.
Hoy nuestro pueblo tiene una moral pública nueva por completo, una ética diferente. Algunas de las personas que hablaron en el Congreso, de una manera muy elocuente manifestaron las diferencias entre el pasado y el presente, y la enorme distancia que existe con relación a aquella época de privilegios, de abusos, de injusticias, que no conocen bien las nuevas generaciones ciertamente. Y la diferencia más importante es en la ética. Antes los gobiernos no hacían más que robar, y se hacían millonarios descaradamente en unos meses. ¿Quién concibe hoy un ministro robando y haciéndose millonario y cosas por el estilo? ¡No lo concibe nadie! Nuestra ética revolucionaria no admite el privilegio, el amiguismo bajo ningún concepto. Y desde luego, toda manifestación de privilegio hay que combatirla enérgicamente (APLAUSOS). Toda manifestación de amiguismo hay que combatirla del mismo modo, porque eso lo exige la ética nueva de nuestro pueblo. y podríamos decir que en este Congreso de los Comités esa ética se sentía, se palpaba.
El pueblo con razón es exigente, con toda la razón es muy exigente, y es correcto. Nosotros consideramos que esas preocupaciones deben ser atendidas, y que juntos, el pueblo y el Estado debemos resolverlas sin extremismos de ninguna clase, no hay que caer en extremismos. Cuando se castiga a alguien no se hace por vengarse de nadie, el castigo no es la venganza contra ningún ciudadano; es la necesidad de defender a la sociedad, es la necesidad de defender al pueblo, defender al trabajador, a su familia, a sus hijos, a sus padres. Nadie siente placer al castigar a alguien. Hay que castigar a los irresponsables, sencillamente no queda otro remedio, y hay que castigar a los incorregibles, no queda otro remedio. Hay que castigar a los que atentan contra los intereses, la tranquilidad y el bienestar del pueblo (APLAUSOS).
Hay algunos otros problemas no planteados en el Congreso pero que yo sé que están latentes. Voy a mencionar uno simplemente: es el problema del transporte en la Ciudad de La Habana (APLAUSOS). Digo que simplemente lo voy a mencionar porque tendremos ocasión próximamente de hablar más otro día de este problema. Simplemente les diré que tenemos las mismas preocupaciones que ustedes, y estamos estudiando qué medidas, qué pasos dar para mejorar esta situación del transporte en la capital, donde se presenta con su carácter más agudo.
Hace un año precisamente nosotros planteábamos las dificultades con que nos íbamos a enfrentar, la política que seguiría el Partido de enfrentar toda esta situación de crisis económica internacional, de bajos precios del azúcar, etcétera, tratando de no afectar el estándar de vida de la población, de mantener los planes de desarrollo posibles, y en fin, seguir adelante.
Estas dificultades han implicado, por ejemplo, que en algunas escuelas secundarias, al iniciar el curso no había uniformes para todos. Teníamos las escuelas y los maestros. No había uniformes para todas las escuelas. Son 880 000 los que están en nivel medio y dijimos: Donde no se pueda llevar uniformes que se lleve ropa normal; pero que asistan a la clase, vayan a la clase, y hagan su vida de estudiante y no se afecten en nada los estudios. Porque no importa el uniforme que se tenga en una escuela. Quisiéramos que todos tuvieran sus uniformes, desde luego; pero si no hay suficientes, el problema es no perder las clases, no perder el curso y que no se quede un muchacho sin estudiar. Eso es lo importante: tener el maestro y la escuela (APLAUSOS).
A veces no había suficientes utensilios, hasta calderos faltaban a veces para una nueva escuela. Había que empezar a buscar por aquí, pedir al MINFAR, a la construcción, a todo el que tenía algo por ahí la colaboración; pero que empiece el curso escolar y tengan los equipos de cocina, lo que sea necesario.
A veces, incluso, nos hemos encontrado con problemas como no contar con algunos libros al inicio del curso. Había dificultades con determinado tipo de papel que se exige para impresiones de calidad, y en esos casos dijimos: Bueno, si hay que usar papel de periódico para algunos textos, aunque no tengamos el papel óptimo para la imagen, para la letra y todo, usamos papel gaceta en el libro, pero que no les falten los libros a los muchachos.
Por distintas vías nos hemos estado enfrentando a esas limitaciones y a esas dificultades. También esto ha incidido algo en el transporte, al dificultar la adquisición de piezas de repuestos y la compra de nuevos equipos. Pero de todas formas, aun dentro de las dificultades actuales, queremos simplemente expresarles a ustedes que son habaneros en su inmensa mayoría, que estamos preocupados de ese problema y analizando todas las medidas que puedan tomarse para mejorarlo. Es lo único que quiero decir en este momento sobre esta cuestión.
Este Congreso y esta conmemoración se efectúan en el marco de la conmemoración del LX Aniversario de la Revolución de Octubre (APLAUSOS), a la cual nuestro pueblo ha estado rindiendo tributo, el tributo que se merece con el máximo de interés y de cariño. Siempre será poco todo lo que se diga acerca de lo que significa la Revolución de Octubre para el mundo y muy especialmente para nosotros.
¿Qué sería por ejemplo de nuestro país en estos momentos, cuando el azúcar está a menos de siete centavos y el petróleo a casi 100 dólares la tonelada, sin la Revolución Cubana y sin la Revolución de Octubre? (APLAUSOS) Les puedo asegurar que toda el azúcar del país a ese precio no alcanzaría prácticamente para pagar el petróleo que consume nuestro país, porque nuestro país consume ya algo más de 8 millones de toneladas de combustible, y con azúcar a menos de siete centavos y petróleo a 100 dólares la tonelada, habría que exportar toda el azúcar nuestra nada más que para comprar petróleo.
Ni soñar en las posibilidades que a pesar de las dificultades hoy cuenta nuestro país, para los servicios médicos, para tener 880 000 muchachos en el nivel medio, todos los niños estudiando, 130 000 estudiantes universitarios, para llevar adelante nuestro desarrollo social, nuestro desarrollo económico, nuevas fábricas. Eso sería virtualmente imposible sin las relaciones de intercambio que tenemos hoy con la Unión Soviética, especialmente con la Unión Soviética, porque tenemos unas magníficas relaciones de intercambio con ellos por los precios que pagan por nuestra azúcar (APLAUSOS), y también las buenas relaciones, no en el mismo nivel que con: los soviéticos, pero buenas relaciones económicas de intercambio en general con los demás países de la comunidad socialista.
Es por eso que esta crisis económica mundial no golpea a nuestro pueblo de una forma mucho más terrible, y podemos ir enfrentando las dificultades, y las vamos enfrentando, y vamos marchando adelante. El pueblo ha respondido bien al llamado en favor del trabajo, de la austeridad, de la eficiencia, del ahorro.
Hay que decir que se realizó la pasada zafra en condiciones difíciles, con muchas lluvias, porque le dio por llover cuando no tenía que llover, nada menos que en medio de la zafra, y a pesar de todo se hizo una buena zafra. Se atendieron los cultivos mejor que nunca este año, los cultivos de caña. Porque —repito— el azúcar, a pesar de que nosotros exportamos una parte importante al mundo occidental y tiene precios muy bajos actualmente en ese mercado, la mayor parte de nuestra azúcar la exportamos al área socialista y a la Unión Soviética a otros precios. Y por lo tanto, no debemos desatender el azúcar nunca.
Tratamos cada vez más de conseguir mercancías en el área socialista; comprar en el área occidental exclusivamente aquello que no podemos obtener en el área socialista. Y estamos haciendo por distintas vías todos los esfuerzos para enfrentar las dificultades.
Pero podemos decir que el Partido respondió bien, muy bien al esfuerzo de la zafra, de las atenciones a los cultivos azucareros; y el pueblo, los trabajadores han respondido con la mayor seriedad a los planteamientos que se hicieron hace un año en esta misma plaza.
También se celebra este Congreso de los CDR en el ámbito de un importante acontecimiento, importantísimo —podríamos decir— para nuestro pueblo, que es la celebración del XI Festival de la Juventud y los Estudiantes (APLAUSOS). Como parte de la política de buscar la mayor eficiencia, de ahorrar, de evitar el exceso de circulante, se lanzó la consigna de que estos eventos fueran sufragados con las recaudaciones de la propia organización. Los Comités de Defensa recaudaron el dinero que necesitaron para su Congreso, es decir, no le ha costado un centavo al Estado, ¡lo pagaron todo! (APLAUSOS) Y además, les quedó un millón de pesos, el cual lo donaron al Festival Mundial (APLAUSOS). ¡Espléndidos! Es una suerte realmente que una organización reciba así de repente un millón de pesos.
Nosotros sabemos cómo se recaudó ese dinero, con cuánto esfuerzo, con cuánto cariño; inventando aquí, haciendo cosas, objetos artesanales; pidiéndoles contribuciones a los cederistas. No solo costearon sus gastos, sino que han ayudado al Festival con un millón de pesos.
Ahora, los compañeros de la juventud, el pueblo y las organizaciones de masas están ayudando al Festival recaudando los fondos del Festival, para que no cueste nada al Estado (APLAUSOS).
El Festival se realizará con algunas contribuciones internacionales, en alimentos y en distintos artículos, de manera que no gravite sobre nuestros recursos disponibles. Y los demás gastos de transporte aquí, de servicio, etcétera, y todo, se van a costear con las recaudaciones. De modo que no le costará tampoco un centavo al Estado cubano; salvo alguna contribución en algunas cosas, alguna obra que se haga, que de todas maneras se tenía que hacer. Si se termina el palacio de pioneros, pues será el palacio de pioneros que se iba a hacer de todas maneras para los niños.
Los delegados se van a albergar en escuelas, porque el Festival tiene lugar precisamente en las vacaciones. Para el transporte se usarán ómnibus escolares principalmente de los nuevos que se darán a las escuelas en el curso 1978-79, muchos de los cuales estarán terminados ya para el verano; buscaremos algunos conductores que no corran mucho, ni nos desbaraten el carro para usarlos en el transporte durante el Festival; y usarlos después en el curso escolar que se inicia. Todo ese tipo de medidas se van a tomar.
Ahora, ellos tienen que seguir recaudando. Dicen que tienen 12 millones. ¡Son ricos! Pero su programa es recaudar 50 millones. Yo no sé cómo los van a recaudar, se los digo en serio, porque 50 millones es mucho, y si no los ayudamos, ¡si no los ayudamos no van a recaudar sus 50 millones! Pero bien, están haciendo todo el esfuerzo.
Las más interesantes de estas recaudaciones son las que se hacen con el trabajo, como el aporte que se da a la agricultura, con el ahorro, y en fin, muchas iniciativas que se han tomado; sobre todo cuando se están creando nuevas riquezas, se hace un aporte real con el trabajo.
Otros idearon cosas muy ingeniosas como nuestro poeta Nicolás Guillén, que imprimió en una edición especial unos versos suyos, con su firma autografiada y todo; 100 nada más, porque quiere hacer un aporte de 3 000 pesos al Festival (APLAUSOS). Hizo 100, buscó 100 amigos y les vendió sus versos. Indiscutiblemente que es una buena inversión la que se hace en esos versos de Guillén, porque mientras más pasa el tiempo más vale. Y después una firma de Guillén, dentro de 20 años no se sabe lo que vale (RISAS). Hoy vale mucho, pero mientras más tiempo pase, más todavía.
A mí por cierto me regaló una, no me la vendió. Pero yo me siento en la obligación moral de buscar 30 pesos y dárselos al compañero Guillén, no me voy a quedar con el obsequio, tengo que reciprocar el gesto (APLAUSOS). Pero bueno, digamos que es un ejemplo muy ingenioso.
Hay médicos que por su servicio han recibido dólares, los han entregado al Festival; artistas, muchas personas que han recibido ese tipo de ingreso y lo aportan al Festival. Eso es correcto. Es de esa forma que debemos hacer el Festival, con las recaudaciones de ese tipo.
No sé si llegarán a los 50 millones. ¡Porque cincuenta millones son muchos millones! Pero tenemos que ayudarlos a ver si llegan al máximo. Seguir pensando cómo los ayudamos. Se retira un poco de dinero de la circulación también. Y les va a sobrar a lo mejor. Yo preguntaba, ¿a quién se lo van a donar en ese caso? Porque los Comités donaron lo que les sobró al Festival. Ellos tendrán que donar cualquier excedente al pueblo. ¿Cómo? Pues pueden costear algunas escuelas, algún palacio de pioneros, algunas instituciones de ese tipo con lo que les sobre del Festival (APLAUSOS).
El Festival de la Juventud y los Estudiantes constituye un inmenso honor para nuestro pueblo y para nuestra Revolución, y un importantísimo evento por su valor político y educativo. De modo que todo lo que hagamos por el éxito del Festival vale la pena hacerlo.
Quiero abordar otro puntico brevemente, y es el siguiente. En estos tiempos se ha producido una disminución de las tensiones entre Estados Unidos y nosotros. Se manifiesta en algunos hechos. Han suspendido por ejemplo sus vuelos espías sobre el territorio nacional.
Extendieron unilateralmente las aguas jurisdiccionales a 200 millas. Jurisdicción sobre la zona de pesca comprendida en ese límite, etcétera. Esa práctica ya una serie de países la habían llevado a cabo sin esperar un acuerdo de tipo internacional. Nosotros también nos vimos en la necesidad de ampliar nuestra jurisdicción sobre los recursos económicos dentro de las 200 millas a partir de nuestras costas y esto trajo como consecuencia unas negociaciones para un acuerdo sobre límites y pesquero. Nosotros históricamente pescábamos en esos mares que quedaron dentro de las 200 millas de Estados Unidos. Y se llegó a un acuerdo.
Ellos tomaron la decisión de levantar la prohibición de que ciudadanos norteamericanos vinieran a Cuba. Entonces, al tomar ellos la decisión de no prohibírselo, nosotros, por supuesto, como gesto de reciprocidad, adoptamos la decisión de permitir que ciudadanos norteamericanos pudieran visitar nuestro país.
Por último, nos propusieron una oficina de intereses, aceptamos y se ha creado lo que se llama una oficina de intereses. Si ustedes me preguntan en qué texto de derecho internacional está eso de una oficina de intereses, les diría pues no está en ningún texto de derecho internacional. Es una cosa nueva. La cuestión es que hay 10 norteamericanos aquí, en su oficina de intereses, dentro de la embajada suiza, y hay 10 cubanos en Washington, en la oficina de intereses dentro de la embajada checoslovaca. Ellos usan el edificio donde anteriormente tenían la embajada para la oficina de intereses, y nosotros usamos el que teníamos en Washington. Esto sirve para tramitar lo relacionado con los convenios pesqueros, la cuestión de pasaportes, de visas, etcétera, y puede ser considerado como un contacto entre los dos países.
De modo que se ha producido una cierta distensión, digamos. Todavía subsisten problemas enormes. Por ejemplo, está el bloqueo económico contra nuestro país, que se mantiene en plena vigencia por parte de Estados Unidos. Está la base naval de Guantánamo, ocupada por la fuerza en la región oriental del país, porque ellos no tienen ningún derecho a estar en ese territorio contra la voluntad de nuestro pueblo. Están ahí sencillamente por la fuerza, en virtud de un tratado impuesto a principios de la república y por tiempo indefinido. Subsisten muchos problemas.
Nosotros no creemos que este proceso sea un proceso rápido, ni mucho menos; más bien creemos que este es un proceso lento y largo. De todos modos, no somos renuentes, ni damos respuesta negativa cuando se produce algún tipo de gesto positivo.
Nuestra política en el campo internacional, como planteamos en el primer Congreso del Partido, se base en principios marxista-leninistas. Nosotros sostenemos las posiciones de toda la comunidad socialista en favor de la paz y de la distensión. Nosotros creemos sinceramente que los agobiantes problemas que tiene el mundo, que cada vez se irán acumulando más y son muy graves, no tendrán solución si no se establece realmente una política de paz y de distensión. Estamos sinceramente persuadidos de eso.
Cuando recorremos el mundo, vemos la miseria, la pobreza, el subdesarrollo, las calamidades que sufren incontables naciones del llamado Tercer Mundo. Sabemos que miles de millones de personas viven en esas condiciones. Y por otro lado vemos que cientos de miles de millones de dólares se gastan todos los años en armamento y actividades de carácter militar.
Nuestro país basa su política en estas premisas y en esta concepción de la necesidad de la paz y de la distensión.
A nosotros el bloqueo económico nos perjudica, nos hace mucho daño, desde luego, pero sobre todo nos hizo mucho daño en el pasado. Lo consideramos una política injusta, arbitraria, criminal —así, en dos palabras— contra nuestro país.
Nuestro país se beneficiaría de cualquier clima de paz y de distensión, igual que todos los demás países. Y si independientemente de los regímenes políticos y sociales podemos vivir en paz y respetándonos mutuamente, basando nuestras relaciones en normas internacionales, indiscutiblemente que nuestro pueblo, como todos los demás pueblos del mundo, se beneficiaría con esta política (APLAUSOS).
Nosotros no tenemos nada contra el pueblo norteamericano. Nunca en esta tribuna, nunca, jamás, en ningún pronunciamiento público, nuestra Revolución ha pronunciado palabras de hostilidad hacia el pueblo de Estados Unidos. Nuestras palabras de hostilidad han sido contra el sistema imperialista, contra las agresiones a nuestro país y contra los crímenes del imperialismo.
Hemos luchado, si mal no recuerdo —bueno, ya voy perdiendo la cuenta—, contra la hostilidad y las agresiones de cinco administraciones diferentes de Estados Unidos: Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon y Ford. Cinco ya en estos casi 20 años de Revolución. Aquellas administraciones fueron muy hostiles a nuestro país, y nuestro país supo responder con valentía y con dignidad a cada agresión (APLAUSOS).
Si la sexta administración cesa en la hostilidad hacia nuestro país, en las agresiones, en el bloqueo económico, naturalmente que entonces podrán mejorarse las relaciones estatales entre Estados Unidos y Cuba.
Pero nadie se debe confundir por esto. Esto no implica que pueda haber jamás ningún tipo de promiscuidad entre el sistema de Estados Unidos y el de Cuba. Ellos seguirán siendo capitalistas y nosotros seguiremos siendo socialistas (APLAUSOS). Ellos seguirán teniendo sus doctrinas burguesas, y nosotros seguiremos siendo marxista-leninistas (APLAUSOS).
Cuba mantendrá inalterable su política internacional de principios y sus relaciones cada vez más estrechas y sólidas con la Unión Soviética (APLAUSOS).
Nadie se llame a engaño ni a confusión de ninguna índole. Lo que ocurre es que ya la Revolución Cubana es un hecho irreversible; la Revolución Cubana es indestructible, y nuestro país se ha ganado el derecho a la independencia, el derecho a la más plena soberanía y el derecho al respeto de los demás países del mundo (APLAUSOS).
Al principio nos subestimaron. Dijeron: A estos los aplastamos. Pero todos los esfuerzos por aplastarnos fueron inútiles: una administración tras otra pasó, y su política se estrelló contra la roca inconmovible de la Revolución Cubana (APLAUSOS).
No fuimos nosotros los que decretamos bloqueos contra Estados Unidos o contra el pueblo norteamericano, no fuimos nosotros quienes organizamos actos de terrorismo y de subversión contra Estados Unidos, ni lanzamos armas, ni preparamos planes de asesinato contra los dirigentes norteamericanos. Pero sí sabemos y sí recordamos y no podemos olvidar todas las cosas que los gobiernos de ese país hicieron contra nuestro pueblo y nuestra patria durante casi 19 años: todos los actos de la CIA, los planes de subversión, los actos de terrorismo, los sabotajes, la invasión de Girón, las bandas contrarrevolucionarias, los planes de atentados, etcétera, etcétera, etcétera cien veces. No lo podremos olvidar, y no lo olvidaremos.
Somos un país que cree en la necesidad de la paz entre todos los pueblos del mundo; somos un país que cree en la necesidad de impedir una guerra mundial que sería el holocausto de la humanidad, en la necesidad de impedir la carrera armamentista, en la necesidad de impedir el retorno a la guerra fría; somos un país dispuesto a vivir ajustado a las normas del derecho internacional, y respetar a los demás estados en la misma medida en que se respete a nuestro Estado y a nuestro pueblo (APLAUSOS).
Como dije antes, nunca la Revolución preconizó campañas de hostilidad y odio contra el puebla norteamericano; siempre distinguió entre pueblo y gobierno. Por eso algunos de ellos se asombran, cuando nos visitan, al no encontrar manifestaciones de odio y de hostilidad, sino de respeto, de cortesía, de hospitalidad.
Eso habla muy alto de nuestro pueblo, porque tener una conciencia revolucionaria es una cosa muy distinta a ser fanáticos. Otros procesos políticos —reaccionarios, por supuesto— movilizaron las masas a través del fanatismo, a través del chovinismo, a través del odio nacional.
Nosotros no somos ni fanáticos ni chovinistas; nosotros somos internacionalistas y somos marxista-leninistas (APLAUSOS). Y somos fuertes porque hemos desarrollado en el seno de nuestro pueblo una conciencia revolucionaria y una cultura política. Y esos son valores verdaderamente sólidos y duraderos.
Sembrar el fanatismo y el chovinismo es fácil, y mucha gente en el mundo no tiene otra doctrina que el chovinismo y el fanatismo nacional, y a través de eso estimular las masas. Así surgieron el fascismo, el nazismo, etcétera.
Nuestra Revolución no se ha caracterizado nunca, jamás, por desarrollar sentimientos de esta índole. Es por eso que hoy estamos preparados; y de la misma forma que ustedes confían en el Partido, el Partido confía en su pueblo y sabe que este pueblo está preparado para todo: está preparado para combatir hasta el último de sus hijos si lo atacan y lo agreden (APLAUSOS), está dispuesto a derramar hasta su última gota de sangre por defender sus principios y por defender su Revolución. Es un pueblo que cada vez barre más el egoísmo estrecho, los rezagas que puedan quedar de nacionalismo burgués, y que desarrolla cada vez más una conciencia internacionalista; que no solo piensa en sí mismo, sino que piensa en los demás pueblos; que no solo piensa en sus propios problemas, sino que piensa también en los problemas de los demás pueblos. Y si no pensáramos así, no seríamos ni internacionalistas ni marxista-leninistas.
Pero de la misma forma que estamos dispuestos a combatir hasta el último hombre y verter hasta nuestra última gota de sangre en defensa de nuestra Revolución y de nuestros principios, estamos preparados también para vivir en paz (APLAUSOS).
Hay mucha gente que ha pensado si acaso la Revolución no necesitaba —no gente de Cuba, sino de fuera de Cuba— toda esta hostilidad y toda esta agresión imperialista para crear aquí una conciencia revolucionaria. Eso sería necesario si no tuviéramos una conciencia política, una doctrina. Claro está que las agresiones nos hicieron más fuertes, claro está que las agresiones aceleraron el proceso revolucionario en nuestro país; las agresiones nos trajeron sacrificio, pero también fortalecieron nuestro espíritu. Pero es falso pensar que para que el gobierno revolucionario pueda contar con el apoyo del pueblo, que para que el pueblo esté unido y para que el pueblo sea revolucionario, necesita de agresiones. ¡Nosotros no necesitamos de ninguna agresión para ser revolucionarios! ¡Nosotros somos revolucionarios con agresiones y sin agresiones! (APLAUSOS)
Las guerras de agresión a nuestra patria no nos interesan en absoluto para nada. Nosotros tenemos una guerra muy larga y muy dura contra la pobreza, contra el subdesarrollo, contra el atraso en que nos dejó el colonialismo; en la lucha contra la incultura, en la lucha contra las enfermedades, en la lucha por el desarrollo social y económico de nuestro país. Tenemos muchas cosas positivas y creadoras que hacer en nuestra patria y tenemos muchas formas de ayudar a otros pueblos. Esta Revolución tiene delante un enorme porvenir; no necesita de agresiones imperialistas para ser fuerte. ¡Seremos fuertes con agresiones o sin agresiones imperialistas! (APLAUSOS)
Estos son los avances, los logros alcanzados en estos 17 años, desde que se fundaron los Comités de Defensa de la Revolución.
Nuestra patria tiene un sólido prestigio en el mundo. Nuestros enemigos saben que ya no pueden destruirnos. Tenemos un pueblo preparado para cualquier circunstancia: para resistir agresiones y para vivir en paz; para resistir bloqueos o dejar de tener bloqueos. Pero, desde luego, hay una cosa muy buena: si el bloqueo perdura 10 años, 20 años, 30 años; si no solamente 5, sino 10 ó 15 administraciones de Estados Unidos mantienen el bloqueo y la hostilidad sobre nuestro país, eso no alterará en nada el curso victorioso de nuestro pueblo y de nuestra Revolución (APLAUSOS). Por tanto, no estamos impacientes; y eso es muy bueno: no estar impacientes por nada y saber esperar.
Conocemos el daño que nos hace el criminal bloqueo, cuando a un país le prohiben vender incluso medicinas, medicinas que pueden salvar vidas. ¡Ah!, medicinas de esas que no podemos adquirir. Si la tecnología de Estados Unidos descubre una medicina que pueda salvar a una persona de determinada enfermedad, nosotros no podemos tenerla, porque está prohibido vendernos las medicinas. Semillas, alimentos; en fin, un bloqueo total y absoluto. Nosotros lo consideramos un hecho injusto y criminal, pero podemos resistirlo, ¡podemos resistirlo! ¡Con sacrificios, pero podemos resistirlo!
Si el bloqueo cesa, habrá menos sacrificios. Digamos, para no confundirnos: tendremos más facilidades para nuestros servicios médicos; tendremos más mercado para nuestros productos, para nuestro níquel, nuestra azúcar, nuestro tabaco, nuestro pescado, en fin, los productos que nuestro país exporta; se facilitará más nuestro comercio, pero no significaría ningún cambio radical en realidad. Ya nosotros de tal modo en estos 17 años hemos cambiado nuestras relaciones comerciales hacia otros mundos y hacia otros mercados, que el cese del bloqueo hoy, al cabo de 17 años, no significa nada del otro mundo. Lo digo también, no sea que dentro de un año o dos o cinco, cese el bloqueo y entonces digamos: "¡Ah!, aquí todo cambia ahora que cesó el bloqueo; va a haber tal y más cual cosa!" No, no. Porque nosotros no vamos a dedicar nuestro dinero a comprar chucherías. Nosotros, bueno, compramos alimentos en el área occidental; si Estados Unidos nos compran productos, pues, nosotros podemos comprarles algunos productos a ellos de los que necesitamos, pero cosas esenciales.
El bloqueo nos ha hecho mucho daño, sobre todo en los primeros años. Piezas de repuesto industriales, de transporte, ¡de todo!, ¡mucho daño! Nos hizo mucho daño, porque nos suprimió un mercado que se había creado durante 100 años: el mercado azucarero de Estados Unidos. Pero todavía más daño que el bloqueo nos hicieron las agresiones, que nos obligaron a tener cientos de miles de hombres movilizados durante muchos años y a derramar sangre de nuestro pueblo.
Ellos hablan de que hay que discutir la cuestión de las indemnizaciones de las empresas nacionalizadas. Bueno, nuestra posición es que, si quieren discutir esas indemnizaciones, tienen que discutir las indemnizaciones que hay que hacerle a Cuba por el bloqueo económico y por las agresiones (APLAUSOS). Si lo desean, podemos indemnizarnos mutuamente: ellos nos indemnizan el daño causado a la economía del país por el bloqueo y las agresiones, y nosotros entonces, con ese dinero, indemnizamos a las empresas norteamericanas nacionalizadas. Nos parece una buena fórmula, ¿qué opinan ustedes? (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!" Y APLAUSOS) Esa sería la única forma en que podrían cobrar realmente las empresas nacionalizadas.
Nos parece conveniente exponer estos principios y estas ideas en que se basa la política de nuestro Partido con relación a Estados Unidos.
Excúsenme de que me he prolongado un poco más de lo que deseaba esta noche (APLAUSOS). Pero no es un día cualquiera; es una fecha importante: el XVII aniversario de la fundación de los Comités y, sobre todo, la clausura de su brillante Congreso.
Muchos de nosotros, que tuvimos oportunidad de participar en el Congreso, o que tuvimos oportunidad —en aquellas sesiones donde no pudimos participar— de leer las intervenciones de los delegados, experimentamos profundos momentos de emoción. Allí hablaron los representantes de nuestras masas cederistas, es decir, de nuestro pueblo. Y algunas personas, en ciertos casos mujeres de avanzada edad, con impresionante energía y optimismo participaron en las intervenciones. Nosotros tuvimos oportunidad de ver cómo ellas reflejaban los sentimientos de nuestro pueblo. Y casi todas, de una forma o de otra, decían que eran viejas; casi todas, de una forma o de otra, hablaban de la muerte. Pero decían algo muy profundo. Ellas decían que vivieron el pasado, que han vivido el presente, que han consagrado estos años a luchar por la Revolución en los Comités de Defensa de la Revolución, que estaban orgullosas de su obra y de su trabajo, y que no les preocupaba ya la muerte.
Todos tenemos irremediablemente que morir, más tarde o más temprano, algunos jóvenes, otros muy viejos. Nadie puede señalar cuándo está próxima la muerte. Pero cuando se tiene la oportunidad de escuchar, a esos hombres y mujeres humildes, honestos, revolucionarios, del pueblo; cuando son capaces de trasmitirnos a todos sus impresiones, sus sentimientos, sus ideas, nosotros valoramos como algo grandioso cuando, después de haber vivido y haber luchado decenas y decenas de años, alguien dice: "Me puedo morir tranquilo", porque eso es señal de que le encontró un sentido a la vida, eso es señal —como diría Martí— de que se ha cumplido bien la obra de la vida (APLAUSOS).
El ser humano no tiene que preocuparse por cuánto va a vivir, sino para qué ha vivido y por qué ha luchado, qué objetivos nobles y elevados ha perseguido a lo largo de su vida. Eso es verdaderamente lo que importa. Y cuando el ser humano tiene ese sentido moral, sabe que lo que importa es realmente la dedicación que ha dado a su vida y la obra a la que ha consagrado su vida.
Algunos de ellos decían: "De todas formas no moriremos nunca, seguiremos viviendo en los CDR y seguiremos viviendo en el trabajo revolucionario" (APLAUSOS). Ellos están confiados y seguros de que la semilla que sembraron prosperará, de que la obra realizada perdurará.
Hoy también, en las horas finales del Congreso, tuvimos oportunidad de escuchar a una jovencita, que este día 28 precisamente cumple 17 años, que nació en la misma fecha que se fundaron los Comités de Defensa de la Revolución, que ya fue elegida delegada a este histórico Congreso, y está en el segundo curso del Destacamento Pedagógico (APLAUSOS).
Esa es nuestra juventud. Esos son los ejemplos aleccionadores. Por cada joven desviado —por las causas que sean, muchas veces por abandono de sus propios padres—, hay 20, hay 40, hay 50, hay 100 jóvenes como la que habló hoy en la clausura del Congreso.
Nuestra juventud es magnífica, nuestra juventud es excelente, ha escrito y escribe cada vez páginas más brillantes en la historia de nuestra patria; y ese es el mejor fruto de la Revolución. Todos nosotros, todos ustedes, ven en esa juventud, la obra de la Revolución, el fruto de la Revolución, los continuadores de la Revolución, el porvenir de la Revolución.
El Primero de Enero de 1959, se inició un camino nuevo. Cualesquiera que hayan sido los errores, cualesquiera que hayan sido los problemas y las dificultades, no cabe duda de que aquel día emprendimos un camino maravilloso. Por ese camino han marchado millones de nuestros compatriotas. A nuestro pueblo, a las vanguardias, a los primeros combatientes, se unen las nuevas generaciones. Es maravilloso ese sentimiento de que se ha transformado la vida de nuestro país, que hemos emprendido un camino nuevo y digno, que estamos armados con ideas justas, y guiados por una nueva ética.
Ese ambiente, esa atmósfera, se respiraba en el Congreso de los CDR. Esas ideas, esos sentimientos expresaron sus delegados, y ese espíritu es el que reina aquí esta noche en nuestras masas, al conmemorarse el 17 aniversario y al clausurarse el Congreso (APLAUSOS).
Ustedes han dicho que están satisfechos de lo que hemos avanzado en estos años. Nosotros, todos nosotros: nuestro Partido, sus dirigentes, nuestros compañeros que ocupan responsabilidades en el Partido, en la Juventud, en las organizaciones de masas y del Estado, podemos decirles que no solo nos sentimos satisfechos de ese camino, sino que nos sentimos legítimamente orgullosos de representar y de luchar junto a un pueblo como ustedes.
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)
VERSIONES TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO