DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN LAS CONCLUSIONES DE LA ASAMBLEA PROVINCIAL DEL PARTIDO DE LA HABANA, EFECTUADA EN LA ESCUELA INTERARMAS GENERAL "ANTONIO MACEO", EN CEIBA DEL AGUA, LA HABANA, EL 3 DE FEBRERO DE 1991
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Queridos compañeros de la asamblea provincial de La Habana;
Queridos invitados:
En una reunión como esta podía estarse discutiendo una semana si analizamos todos los aspectos del trabajo del Partido en la provincia, si analizamos las múltiples actividades que en ella tienen lugar. Digamos que, por ejemplo, sobre salud pública se podía estar hablando un día, sobre educación otro día, sobre construcciones se pudiera hablar un tercer día, sobre industrias pudiéramos conversar bastante por el peso industrial de la provincia, sobre cuestiones políticas, ideológicas, internacionales. Pero hemos dispuesto de más de 12 horas, unas diez horas ayer y unas tres horas hoy, y esas horas las hemos dedicado, fundamentalmente, al programa alimentario.
No significa esto que subestimemos las demás actividades, en las cuales estamos trabajando. No podemos olvidar que, por ejemplo, en la salud pública se logró reducir de 10 la mortalidad infantil, con lo cual la provincia de La Habana está mejor que Estados Unidos en mortalidad infantil, para citar un ejemplo, y así por el estilo. Hay muchas actividades de todo tipo. Se trabaja en todos esos campos, y vamos a seguir trabajando en todos y a prestarles una creciente atención.
Hemos consagrado esta asamblea de 1991, yo diría que al punto clave, a la batalla decisiva, a la batalla más importante que estamos librando en este momento, a la batalla en común que están librando la capital y la provincia de La Habana, que se está librando en todo el país; pero que en ninguna otra parte tiene la importancia que tiene en las dos Habana. Y no es una batalla solo por las dos provincias, por mejorar las condiciones alimentarias de las dos provincias, sino por mejorar las condiciones alimentarias de todo el país; porque, como decía ayer, vamos a liberar al resto de las provincias de las entregas de 4 ó 5 millones de quintales de viandas todos los años, con lo que significa de esfuerzo para esas provincias y lo que significa de transporte. De modo que no estamos trabajando solo para nosotros en el programa alimentario, sino que estamos trabajando para todo el país.
En algunas áreas del programa alimentario históricamente hicimos grandes avances. Recuerdo cuando la provincia producía menos de 200 000 litros de leche diarios, a la circunstancia actual que produce 800 000, 900 000 y en ocasiones se aproxima al millón.
En la provincia de La Habana se construyeron alrededor de 1 000 vaquerías, 1 000 nuevas vaquerías. Esto fue por los años sesenta y tantos y por los años setenta, y todavía se construyen algunas vaquerías en la provincia de La Habana.
En la provincia de La Habana históricamente hubo una producción relativamente alta de carne de ave y de huevos, pero no era suficiente. Hay que tener en cuenta que en las dos provincias de La Habana se concentra casi un 30% de la población del país.
La provincia de La Habana produce, incluso, carne de res, carne de cerdo, el programa es bastante ambicioso; pero aun así la provincia de La Habana no podrá producir toda la carne de cerdo que necesitan las dos provincias, puesto que una de las bases alimenticias es la miel proteica y la miel proteica no abunda en estas dos provincias; las instalaciones de torula y de miel proteica están en otras provincias. Quizás si logramos algunas tecnologías más artesanales para la producción de miel proteica, podamos introducir también la miel proteica en estas dos provincias.
De todas formas, debo decir que la provincia de La Habana, desde el punto de vista agrícola, es altamente productiva. No creo que haya ninguna otra provincia más productiva en la agricultura que la provincia de La Habana. Podemos tener un rival fuerte en Matanzas, puesto que tiene producciones de azúcar mayores, tiene el plan de cítricos de Jagüey, que es el más grande del país y estoy por decir que uno de los más grandes del mundo; no tiene, desde luego, las producciones de leche, no tiene las producciones de viandas y vegetales que la provincia de La Habana.
La provincia de La Habana produce más de 600 000 toneladas de azúcar. Ya decía que produce suficiente azúcar para todo el país.
La provincia de La Habana produce cerca de un millón de litros de leche diarios, es la provincia de más alta producción de leche de todo el país.
La provincia de La Habana tiene las más altas producciones de viandas y vegetales de todo el país, aunque, desde luego, están muy lejos de ser suficientes.
La provincia de La Habana tiene importantes producciones de cítricos.
La provincia de La Habana tiene producciones de tabaco que son importantes por su calidad y como complemento del resto del tabaco del país.
La provincia de La Habana produce semillas.
La provincia de La Habana tiene importantes centros de investigación agrícola.
La provincia de La Habana posee, como ya mencioné, producciones relativamente altas de huevos, de pollo y de carne de cerdo.
Contaba ayer el caso de un latifundio en un país latinoamericano que posee 65 000 cabezas de ganado en una extensión que equivale a dos tercios de la provincia de La Habana y emplea doscientos y tantos trabajadores. La provincia de La Habana tiene unas tres veces todas esas cabezas de ganado; en la provincia de La Habana se emplean decenas de miles de trabajadores en la agricultura, y es una provincia que pudiéramos decir, desde el punto de vista agrícola, desarrollada. Igual que nuestro país, que produce bastante, nuestra agricultura nacional exporta alimentos para 40 millones de personas. Al exportar calorías por más de 7 millones de toneladas de azúcar, la isla produce calorías para 40 millones de personas, independientemente de las exportaciones de cítricos y algunos otros cultivos. Pero mi apreciación es que se trata de una provincia altamente productiva y, sobre todo, si le añadimos sus producciones industriales.
La provincia de La Habana tiene un importante peso industrial: el cemento de occidente se produce en la provincia de La Habana, casi toda la electricidad de occidente se produce en la provincia de La Habana, produce algunas cantidades de petróleo; la provincia de La Habana tiene importantes producciones textiles, tiene importantes producciones de la industria mecánica —allí mismo en Güira de Melena tenemos una importante industria de equipos de construcción—; la provincia de La Habana tiene industrias de gomas, industrias de cables, una serie de industrias importantes. Hay que ver que el municipio de San José es un municipio altamente industrializado. La provincia de La Habana produce cantidades importantes de ron y bebidas alcohólicas; la provincia de La Habana produce cartón y cartulina. Es decir, podemos partir del hecho real de que nuestra provincia es una provincia con elevada producción económica, están los hechos, son reales; sin embargo, estamos lejos de sentirnos satisfechos, y comprendemos que tenemos que incrementar la producción y tenemos que resolver importantes problemas pero, sobre todo, la provincia de La Habana tiene que producir las viandas y los vegetales que necesita la capital, puesto que tenemos 2 millones de habitantes en la capital que dependen por entero de las producciones agrícolas de la provincia. Y la provincia puede, tiene las tierras, y si no tiene suficiente fuerza de trabajo habrá que incrementar la fuerza de trabajo agrícola de la provincia. Tiene la capital y la capital posee un enorme potencial de movilización de fuerzas, y es aquí, precisamente, en la producción de viandas y vegetales, donde está comprometido el honor de las dos provincias.
Casi la mitad de las viandas y vegetales los estamos recibiendo del resto de la isla. Es un contrasentido que produzcamos azúcar suficiente para abastecer todo el país y no produzcamos viandas y vegetales suficientes para abastecer las dos provincias. Eso es lo que nos estamos proponiendo, esa es la decisión que hemos tomado, esa es la batalla en que estamos enfrascados, y digo que no se trata de una batalla solamente de orden económico y de orden social, es una batalla de orden político y de orden ideológico. Tenemos que demostrar y queremos demostrar que el socialismo puede resolver estos problemas; tenemos que demostrar y queremos demostrar que el socialismo va a resolver este problema de las viandas y los vegetales.
Se trata de un ingrediente de la alimentación muy importante. Los vegetales, por ejemplo, son muy ricos en vitaminas, sales minerales, fibras, que resultan indispensables para la dieta humana; cada día cobran mayor importancia. Las viandas, como les llamamos al plátano, el boniato, la yuca, la papa, la calabaza y otro, son importantes fuentes de nutrientes, y son, además, platos esenciales en la dieta del cubano; constituyen la parte fundamental de la alimentación. Estoy convencido, además, de que si dispusiéramos de más viandas y vegetales consumiríamos menos arroz; estoy convencido de que si dispusiéramos de más viandas y vegetales consumiríamos menos harina de trigo. Es una forma económica, es una forma segura de alimentación.
Algunos de estos cultivos llevan ingredientes importados importantes, llevan cantidades importantes de fertilizantes y no sabemos si esos fertilizantes los vamos a seguir recibiendo fundamentalmente de la URSS ni en qué cantidades, y tendremos que buscar recursos para importarlos. Llevan pesticidas, herbicidas, llevan muchos materiales, y mencionábamos ayer en el plátano lo que hay que gastar para su desarrollo.
Quiero que sepan que una caballería de plátano con microjet aéreo, si todo se importara del área capitalista, incluso las tuberías que tenemos que usar, el polietileno de alta y baja densidad y todos sus elementos, requiere 25 000 dólares de inversión, dólares, divisas convertibles. Es cierto que lo compensa con creces, por sus espectaculares rendimientos. Claro, no todo el plátano, estoy hablando del microjet aéreo; el microjet de superficie, que produce una tercera parte menos, cuesta aproximadamente una tercera parte menos también de insumos importados en dólares. Este plan de las 200 caballerías con microjet que estamos sembrando en la provincia de La Habana, en 1991 exige entre 4 y 5 millones de dólares de inversión, por una vez tiene que hacerse esa inversión. Ahora, todos los años tiene que haber inversiones en pesticidas y también en fertilizantes, sobre todo, aquellos fertilizantes que no podamos obtener de fuentes tradicionales, como la URSS.
En ese sentido hay mucha inseguridad, compañeros, porque nadie puede asegurar en este momento cuándo se habrá estabilizado la situación en la URSS, cuándo estarán en condiciones de cumplir todos los compromisos comerciales que acordemos; sí se ha avanzado, se han llegado a acuerdos económicos, pero para que los acuerdos económicos se cumplan hacen falta determinadas condiciones objetivas y esas condiciones objetivas no están presentes. Está presente la buena voluntad de los dirigentes soviéticos de mantener un nivel razonable, no el histórico, sino un nivel razonable de relaciones económicas; esa voluntad es incuestionable, pero solo de la voluntad no depende el cumplimiento riguroso de todos los compromisos económicos contraídos. Nosotros sabemos los que hemos contraído y los estamos cumpliendo; pero a veces hay dificultades, incluso, para exportar. Hay veces que faltan dos o tres barcos soviéticos para llevar cítricos y de repente nos vemos con una acumulación de cítricos en los almacenes, sobre todo toronja, que no gusta tanto aquí como la naranja, y hay que estar repartiendo cantidades de cítrico por encima; no en la capital, pero sí en otras provincias.
A veces encontramos dificultades no ya para transportar los productos que vienen para nuestro país, sino, incluso, para transportar los productos que debemos exportar a la Unión Soviética. En este momento hay retrasos en las exportaciones de azúcar este año, por falta de barcos soviéticos para transportar los productos.
Les cuento esto solamente para que ustedes comprendan que el comercio se desarrolla en condiciones muy difíciles y por eso, cuando hacemos un plan y decimos 200 caballerías con microjet y no sabemos qué tubos de acero u otros materiales vamos a recibir, si queremos que el plan sea seguro tiene que partir de la idea de la disposición de invertir 5 millones de dólares.
Independientemente de eso, la producción de viandas y vegetales es lo más noble de lo que podemos hacer.
Sabemos cómo se produce la caña de azúcar, sabemos cómo se produce el arroz. El cultivo del arroz es difícil relativamente, es duro; quizás la ventaja que tiene sobre las viandas y los vegetales es que es un cultivo muy mecanizado: se prepara la tierra con máquinas, se cosecha con máquinas, unos miles de hombres pueden atender 10 000 caballerías; pero, en realidad, a medida que aplicamos el sistema ingeniero en el arroz se reduce el número de hombres, porque aquel anegador que debe andar arreglando, abriendo y cerrando curvas de nivel, puede atender apenas cuatro caballerías; con el sistema ingeniero, en el que no existen las curvas de nivel y el terreno es plano, ese mismo anegador puede atender 16 ó 18 caballerías.
De modo que en el arroz, con el sistema ingeniero que estamos desarrollando, un hombre produce ocho veces más porque atiende cuatro veces más tierra, y la tierra produce el doble del arroz del que produce con el sistema tradicional y ahorra, además, agua.
Sin embargo, la producción de viandas y vegetales está muy poco mecanizada, es muy difícil mecanizarla. ¿Cómo hacer la recogida de habichuelas mecanizada? Sí, hay una máquina por ahí que recoge un poco de habichuelas, pero destroza casi todo. Hay algunas máquinas, quizás, de recoger papas; les decía ayer que estamos estudiándola, para el caso en que se nos produzca un pico demasiado grande en marzo y abril por las razones que expliqué ayer. Pero, en general, estos cultivos hay que hacerlos a mano.
Ya les contaba que en los países desarrollados esos cultivos los hacen los inmigrantes: los mexicanos, los chicanos, los latinoamericanos, los haitianos en Estados Unidos son los que van a realizar esas labores manuales.
Ciertamente nuestra población ha crecido. La población de la capital y de la provincia de La Habana es casi el doble de la que teníamos al triunfo de la Revolución, hay que alimentar a casi 3 millones de personas, eso es por un lado, y, por otro, se han producido éxodos de fuerza de trabajo de esas áreas. Ya les decía que el problema no era en la agricultura ganadera; ya les decía que en la cañera las máquinas vinieron a resolver el déficit de fuerza de trabajo.
Hay un hecho real, antes en una familia campesina se quedaban casi todos los hijos en el núcleo familiar para trabajar en la agricultura; hoy queda muy poco de eso.
En la época del analfabetismo, de falta de escuelas primarias y, sobre todo, falta de preuniversitarios y de tecnológicos, los hijos de los campesinos se quedaban en el campo, la falta de trabajo, además, los obligaba a permanecer allí; pero con la Revolución se crearon todas las posibilidades, se llenaron de preuniversitarios hasta los propios campos —¡y por suerte!, porque si no tendríamos a los hijos de los campesinos pero en las ciudades, estudiando en los tecnológicos y en los preuniversitarios—, se crearon escuelas tecnológicas, escuelas secundarias y preuniversitarios en el campo que tanto ayudan hoy, por cierto, a la agricultura, se crearon todas las posibilidades. ¡Cuántos hijos de campesinos se hicieron maestros! No se olviden de que en el país hay casi 300 000 profesores y maestros. ¿Cuántos hijos de campesinos se hicieron ingenieros? Son decenas de miles. ¿Cuántos hijos de campesinos se hicieron oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias u oficiales del Ministerio del Interior? Decenas de miles. ¿Cuántos se hicieron enfermeras y médicos? ¿Cuántos se hicieron técnicos medios?
Por eso decía —en broma, por supuesto—, a partir de nuestra propia experiencia: Crea escuelas y te quedarás sin obreros agrícolas. Claro que esa no va a ser nuestra conclusión, no seríamos socialistas. Lo que hace el capitalismo es eso, no brinda oportunidades para las masas, para los sectores humildes, para los hijos de los campesinos y de los obreros agrícolas; mantiene una reserva de desempleados tremenda, de cientos de miles o de millones según el país, en Cuba había como medio millón. Nadie tenía que organizar un campamento cañero; nadie tenía que movilizar a un machetero; nadie tenía que llevarlo al campo; nadie tenía que llevarle agua fresca al corte; nadie le llevaba merienda; nadie le llevaba almuerzo y comida; nadie le construía un albergue; nadie le organizaba los pases. Vean las diferencias: en el capitalismo iban solos, en el socialismo tenemos que hacer todo eso y más. Añádanle premios: automóviles, motocicletas, refrigeradores, lavadoras, cuantas cosas habidas y por haber, como las empleadas en la zafra cañera.
Pero es que nosotros escogimos el socialismo porque es un sistema justo, un sistema mucho más humano, un sistema de verdadera igualdad. ¿De qué igualdad se podía hablar en el capitalismo? Un sistema de verdadera oportunidad y posibilidad para todos, y ¿de qué posibilidad se podía hablar en el capitalismo?
El capitalismo tenía una reserva laboral enorme y, claro, el socialismo se puede ir desarrollando en la medida en que se desarrollan las fuerzas productivas. Hay muchos ejemplos: estamos ahorrando 300 000 cortadores de caña con las combinadas, ese es un ejemplo de productividad del trabajo que permite que muchos se hagan médicos, maestros, oficiales, técnicos, ingenieros, etcétera. Un buen ejemplo: las construcciones; hay que ver la productividad de nuestros buldóceres, nuestras grúas, nuestras máquinas, no siempre utilizadas con eficiencia, ni mucho menos. Hay que ver la productividad de nuestros cargadores en los muelles, cuando embarcan millones de toneladas de azúcar a granel. Hay que ver la productividad de las máquinas preparando la tierra, o las combinadas de arroz cosechando más de 10 000 caballerías de arroz. Claro que la productividad del trabajo es lo único que le puede permitir a la sociedad desarrollarse, reducir el número de los que se dedican a la producción directa y aumentar el número de los que se dedican a los servicios. La educación es un servicio, la salud pública es un servicio, y solo en estos dos sectores deben estar empleados no menos de 700 000 trabajadores en este país.
Por una ley humana, el individuo busca el trabajo que lógicamente le resulte más cómodo, que lógicamente le resulte menos duro, y entre el trabajo a la sombra, aunque sea en una fábrica, y el trabajo en el surco, hay una diferencia grande; si a esto se le suman errores, entonces el fenómeno se agrava. ¿Errores? Olvido del campo, desatención en el campo; cierto período en que prevalecieron conceptos erróneos, en que se paralizaron los planes de desarrollo social en el campo, en que se dejó de construir comunidades agrícolas, en que los obreros agrícolas fueron olvidados. Se hicieron cosas buenas, como el movimiento de cooperativas, y a las cooperativas se les dieron recursos, facilidades, toda una serie de cosas. A los campesinos se les aseguraron los precios, buenos ingresos; mientras, realmente, el obrero agrícola en aquellas famosas reformas salariales constituía la última carta de la baraja. Qué tiene de extraño que si tenían los hijos la oportunidad de estudiar, se hayan ido a estudiar, y quien pudo buscar un trabajo más cómodo, buscó un trabajo más cómodo.
Valgan las escuelas en el campo para este tipo de cultivos; ya no digo el del cítrico, que no es un cultivo tan duro, pero aquí en nuestra capital los cultivos de viandas y vegetales los atendían principalmente las escuelas en el campo, y en parte las escuelas al campo. Porque no debe olvidarse que nuestra capital enviaba decenas de miles, no sé el número exacto, pero podían ser 30 000, 40 000 ó 50 000 estudiantes a Pinar del Río; allá estaban produciendo tabaco y aquí se dejaban de producir viandas y vegetales. Y no es que se dejaran de producir viandas y vegetales, en los meses de frío estaba la escuela al campo y estaban las escuelas en el campo y había ciertas producciones.
El problema lo vinimos a ver con todo su dramatismo en el año 1990, cuando a raíz de las plagas de la mosca blanca para el tomate y de las lluvias y los calores para la papa, le pedimos a la agricultura un esfuerzo especial de siembra en marzo, abril y mayo; pero después se vio toda la verdad y toda la realidad con más claridad que nunca, ya la moral entre las empresas agrícolas y los obreros agrícolas estaba resquebrajada, les decían: "¡Siembren, siembren!", pero ya sabían que se iba a perder el cultivo.
Hicieron un gran esfuerzo en marzo y abril del año pasado, pero cuando llegó mayo empezaron los exámenes, se acabó la fuerza de la escuela en el campo, se acabó la fuerza de la escuela al campo y, en ese período, hasta nuestros ilustres obreros agrícolas se iban también de vacaciones, como regla, porque llegaban las vacaciones de los hijos y querían, más o menos, irse de vacaciones.
¿Quién quedaba en las empresas de cultivos varios en los meses de junio, julio y agosto? No quedaba nadie. ¿Quién podía atender 2 000 caballerías de viandas y vegetales?, y, sobre todo, ¿quién podía atender las 22 000 hectáreas del Estado? Por eso, cuando el año pasado se hizo la movilización en julio al tener noticias de los enhierbamientos, la hierba estaba más alta que un hombre, y allí llegaba un hombre con un machete cortando Don Carlos y otras hierbas, para sacar una calabaza allá abajo, para sacar un pepino, y hasta en los plátanos con microjet que habíamos sembrado la hierba estaba del alto del plátano.
Fue precisamente en ese momento cuando vimos con claridad todo el drama de la agricultura de cultivos varios para abastecer la capital, y se produjo la escasez de viandas y vegetales, a pesar de las siembras. Las empresas adaptaban el cultivo a lo que fuera más cómodo en ese momento: sembrar el maíz, una hilera, y después pasar un tractor por el medio para sacar 300 quintales en una caballería. Sí, podía haber tamal para tres días, y el resto del tiempo no había nada.
Se venía haciendo el programa alimentario; se venía desarrollando en muchas áreas los planes integrales porcinos, los planes avícolas. Nacionalmente hacía tres años que se habían asignado 5 000 caballerías de caña para la producción de viandas y vegetales; se venía haciendo un programa de construcción de presas, canales, sistemas de riego en todo el país para las viandas y los vegetales; se destinaron 5 000, repito, caballerías de áreas cañeras a estos cultivos, ¡y miren que la caña es sagrada! Eso ha permitido una mejoría considerable en el resto del país. En la propia Habana se destinaron más de 400 caballerías de caña al cultivo de viandas y vegetales; pero el problema no era de suficientes tierras, a pesar de que la provincia tenía menos tierra per cápita para viandas y vegetales que el resto del país.
Santiago de Cuba era el otro problema, y se hizo el propósito de autoabastecerse y lo está logrando, a pesar de que no tiene muchas tierras llanas. En el curso de breve tiempo, aplicando la técnica y con plátano también de microjet, y teniendo que alimentar, propiamente, de viandas y vegetales a unos 600 000 habitantes, Santiago de Cuba va a autoabastecerse, y tendrá más metros cuadrados con riego per cápita para viandas y vegetales que las dos Habana.
Se vio con toda claridad el drama, y hace apenas seis meses empezó este programa. No podemos llamarle programa al que empezó en julio, cuando la gente hizo una movilización para ayudar y se topó con los hierbazales. Ya se imaginarán el efecto que podría producir en alguien de la ciudad que llegaba a un campo de La Habana, y para recoger un pepino tenía que tumbar una hierba de metro y medio de alto, o para limpiar el plátano. Vimos la situación y dijimos: Esto requiere una solución. Septiembre, octubre, noviembre, diciembre y enero, hace apenas cinco meses se inició esta batalla por las viandas y los vegetales en las dos provincias, ¡hace apenas cinco meses!
Analizamos el problema a fondo, vimos la situación real, calculamos la tierra, la fuerza de trabajo real y decreciente, y elaboramos, entonces, determinadas ideas para la solución del problema; todo esto ya entrando en pleno período especial, cuando el combustible escaseaba, cuando los viajes tenían que reducirse. Descubrimos que no había ni suficientes campamentos en La Habana, muchos de ellos eran viejos campamentos de la escuela al campo. Descubrimos que si se movilizaban las brigadas estudiantiles en julio y agosto, no había capacidades para movilizar trabajadores de la Ciudad de La Habana.
Así empezó la batalla, con el análisis de la situación, la elaboración de los planes, los programas de siembra, el análisis de cada uno de los problemas, las plagas, qué plagas nos afectaban más, con qué debíamos combatirlas, la situación de cada uno de los cultivos, la tierra disponible, la tierra en manos del Estado, la tierra en manos de las cooperativas, la tierra en manos de los campesinos individuales. Y se discutió en el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, y más de una vez, el programa este de la producción de viandas y vegetales de la capital. Repito que no se trataba de ganadería, porque ya lo habíamos analizado y discutido; no se trataba del programa de piscicultura, ya lo habíamos analizado y discutido para todo el país y estaba en marcha; no se trataba del programa del arroz, ya lo habíamos analizado y discutido; no se trataba del programa nacional porcino ni del programa nacional para la producción de carne de pollo y de huevos; no se trataba del programa de cítricos, ya lo habíamos discutido; sino se trataba, en concreto, de la cuestión de suministrar de todas las viandas y vegetales necesarios a los casi 3 millones de habitantes de las dos Habana.
Así se empezó a librar esta batalla en la que estamos todos comprometidos, principalmente, desde luego, los compañeros de la zona de cultivos varios —aunque toda la provincia tiene que ayudar en esta batalla—, el gobierno central, con la colaboración que cada uno tenía que prestar a este esfuerzo.
Se le pidió ayuda a todo el mundo, se le pidió una fuerte ayuda a la capital, al Partido y al Poder Popular. Se hicieron distintas estimaciones de cuántos campamentos, cuánto de lo otro, hasta que llegamos a la conclusión de que tenían que ser alrededor de 60 campamentos, de que en determinado momento había que movilizar hasta 20 000 trabajadores.
Se le pidió a la capital que nos ayudara a hacer en tiempo récord por lo menos 40 campamentos. Se le pidieron a la provincia 20 campamentos. En el mes de marzo tenían que estar funcionando plenamente esos campamentos, fue un esfuerzo grande. Se les pidió a los microbrigadistas que dejaran lo que tuvieran que dejar para ir a hacer los campamentos, y los microbrigadistas tenían y tienen otros serios compromisos como los Panamericanos y numerosísimas obras en la capital, entre ellas cuatro mercados concentradores, que van a prestar unos servicios inestimables, y más de 150 placitas para completar la red de distribución de la ciudad.
Esto solo en esta área, porque en las demás áreas de la agricultura, les digo, hubo recursos, tiempo y dedicación; pero esta era la más difícil porque entrañaba un problema difícil: la movilización de los capitalinos. Y ese era un trabajo político porque los capitalinos no pueden venir por el cuello a trabajar en la agricultura de La Habana, tenía que ser un trabajo de persuasión, y un trabajo de persuasión que implicaba la participación de cientos de miles de capitalinos en distintos momentos.
Al principio se concibieron las movilizaciones quincenales, hasta que un día el compañero Palmero propuso crear una brigada como contingente en la agricultura, y la idea me pareció excelente. Dije enseguida: ¿Pero a dónde enviamos una brigada del contingente "Blas Roca"? Al plátano con microjet aéreo, porque un contingente necesita un trabajo todo el año, continuo, tal como concebimos los contingentes.
Al principio se concibe una sola brigada, pero después que surge la primera vimos que hacían falta más brigadas, puesto que las caballerías de plátano con microjet iban a ser alrededor de 500, incluidas las 100 de plátano burro; y dijimos: Es mejor que dondequiera que haya una plantación de estas haya un contingente, porque se presta más para la disciplina del contingente.
Y así surgieron unas 20 brigadas de contingentes, cada una de las cuales iba a tener, por lo menos, un poco de plátano, aunque ya era imposible a 20 brigadas solo para plátano... Porque el plátano estaba regado, una parte ya estaba sembrada, las áreas tenían que ser establecidas en cada una de las ocho empresas para que estuviera bien distribuido el plátano entre Artemisa y Nueva Paz y, por lo tanto, tuvimos que repartir el plátano, aunque al "Blas Roca" le tocaron más de 200 caballerías, como fuerza más veterana, más organizada. Entonces llegamos a la conclusión de que había que tener no menos de 20 brigadas organizadas como contingentes, el resto movilizaciones.
Todas estas ideas fueron desarrollándose. Nos pusimos a pensar en las soluciones definitivas y dijimos: ¿Cuáles serán las soluciones definitivas? Unicamente las comunidades; es cuando surge la idea de las comunidades. Hay que hacer pueblos para estabilizar la fuerza de trabajo con personal procedente de la capital. Cuando digo de la capital incluyo a guantanameros, granmenses, holguineros, tuneros, etcétera, etcétera, que en número altísimo hemos venido para la capital, aunque algunos llevamos un tiempito. Cuando le pregunto a alguno: Tú eres de Oriente, ¿no?, y me dice: "Sí, pero vine antes de la Revolución", digo: Bueno, está bien, están amnistiados los que vinieron antes de la Revolución. Yo puedo decir lo mismo, que vine antes de la Revolución, ¿comprenden? La cantidad de coterráneos que han venido, hasta de Pinar del Río. Y cuando digo: "Capitalinos para la provincia", incluyo a todos, es decir, incluso a los capitalinos que habiendo nacido capitalinos quieran ir.
Desde luego que hoy por hoy cada una de nuestras comunidades se convierte en un reparto de la capital propiamente, en un suburbio de la capital, independientemente de las ideas de los compañeritos de planificación física. Porque, bueno, si la guagua no les pasa por el pueblo, habrá que poner una línea o que alguno los lleve hasta cerca de donde cruza.
Todo en la vida es muy relativo. Muchos hemos vivido en el campo, y yo recuerdo los tiempos en que había que recorrer a caballo cuatro kilómetros, o a pie, para tomar el tren. Creo que nuestras comunidades van a tener tales condiciones que no va a resultar difícil vivir en ellas.
Pero surgió la idea. Hay que buscar soluciones definitivas. Calculamos cuántas comunidades, después que sabíamos cuántos campamentos, y las ubicamos. Yo discutí con los compañeros directores de las ocho empresas, con mapas en la mano, la ubicación de todas las comunidades, discutí con ellos cuando querían poner alguna en un pedregal y digo: El pedregal está lejos, debe buscarse una tierra cerca. Porque si tenemos 22 000 hectáreas en el Estado, ¿no valdrá la pena gastar 100, 200 hectáreas para que las otras 21 800 estén bien cultivadas y produzcan, que de eso se trata?
Lo que lleva una comunidad son unas cuantas hectáreas y nos garantiza la fuerza de trabajo para 1 000 hectáreas. Qué importa que usted utilice cuatro, cinco o seis, si va a poder atender bien, como se deben atender, 994, 995, 990 hectáreas; es lógico, y que la gente vaya a pie al trabajo, no tenga que usar carretas ni ómnibus, en algunos casos una bicicleta, porque le quede a un kilómetro o kilómetro y medio y pueda ir a almorzar a su casa. Ese es el criterio que hemos seguido en el desarrollo de la concepción de las comunidades agrícolas, ¡y que sea una comunidad agrícola, no una mezcla heterogénea de todo tipo de actividades!
Usted puede decir: Hay que hacer 32 comunidades. ¿Pero quién las hace? ¿Se imaginan ustedes construcciones en 32 comunidades? Dijimos: Los contingentes pueden hacerlas. Si el contingente está ciento por ciento en el plátano, le queda poco tiempo para construir, porque el plátano es de enero a diciembre; pero si el contingente está en otros tipos de cultivos, o solo tiene una parte del plátano, puede dedicarle tiempo a la construcción una parte del año con algún apoyo.
Nosotros tenemos, por ejemplo, un número de brigadas haciendo escuelas en La Habana. Como el "Blas Roca" está saturado de plátano y casi toda su fuerza está comprometida en el plátano, algunas de esas brigadas las vamos a poner a construir los pueblos. Pero la idea es buscar un apoyo para que cada uno de los contingentes vaya construyendo el pueblo.
Por lo que vemos, es posible que surjan cuatro contingentes más en las nuevas áreas, más los contingentes del cítrico, con los que tendremos que trabajar en 40 pueblos, aproximadamente un poco menos, un poco más.
Así surgió el número de contingentes. Ninguna idea nace pura ni completa desde el primer día, siguiendo una lógica se va desarrollando. Y así hemos ido resolviendo muchos de estos problemas.
Pero decía que lo más importante era el problema político. ¿Contábamos o no contábamos con la ciudad para esa tarea? Y los hechos demuestran que se puede contar con la ciudad, y no solo que se puede contar con la ciudad, sino que se puede contar con un creciente espíritu de cooperación de la ciudad.
La vida enseña mucho, hemos visto las reacciones de los que han participado, y se está desarrollando un nuevo espíritu en torno a estas movilizaciones. Ayer calculamos cuántos se movilizarían si necesitáramos 20 000, y como la mitad —10 000— será de contingentes que vienen por dos años, realmente hay que estar movilizando 10 000 quincenalmente, casi 20 000 mensualmente —porque no todo el año está el ciento por ciento, habrá momentos en que la demanda de fuerza sea un poco inferior—; alrededor de 200 000 habaneros si van una vez al año, alrededor de 100 000 si van dos veces al año. Ahí es donde discutíamos la conveniencia de que una parte de la población participe.
Estoy convencido de que desde el punto de vista político, desde el punto de vista ideológico, desde el punto de vista moral y hasta desde el punto de vista mental, es conveniente que muchos militantes del Partido y de la Juventud y muchos trabajadores pasen por esos 15 días, ¡tengo la absoluta convicción! Y si fueran una vez al año, puede ser que tengan que movilizarse en un período de tiempo, más o menos breve, más de 200 000 ciudadanos de la capital.
Estoy realmente impresionado de la forma en que los trabajadores de la capital han respondido y están respondiendo, no ya para venir a la provincia de La Habana, sino a lugares más distantes como Pinar del Río, en condiciones más duras y más difíciles.
Recordaba un poco los primeros tiempos de la Revolución, cuando las movilizaciones para la alfabetización, cuando las movilizaciones para las escuelas en las montañas, cuando las movilizaciones para hacer las zafras, porque en nuestro país se acabaron los cortadores de caña mucho tiempo antes de que llegaran las máquinas. Más de la mitad de los cortadores de caña desaparecieron en los primeros cuatro o cinco años de la Revolución, y no había ni una sola máquina, ni un centro de acopio, y decenas de miles de capitalinos se movilizaban por zafras enteras y se movilizaban los estudiantes, ¡zafras enteras!, ¡estudiantes de gran espíritu!
Pero no creo que esta generación o esta población sea menos entusiasta que aquella y sea menos combativa que aquella; por el contrario, pienso que esta población tiene mucha más cultura política, esta población necesariamente tiene que generar un entusiasmo más consciente que aquella, y es lo que se está poniendo en evidencia ahora con los múltiples ejemplos que escuchamos todos los días; la gente se está movilizando, ¡y con qué fuerza!
Hace dos días tuve la noticia de que los estudiantes universitarios iban a participar también, escuelas enteras 15 días. Dije: ¡Qué maravillosa cosa que esas decenas de miles de estudiantes universitarios participen también en estas movilizaciones! Eso los ayuda, los ayuda a educarse mejor, los ayuda a formarse más políticamente.
No se sabe lo que vale este fortalecimiento ideológico en las condiciones actuales que vive el mundo, este fortalecimiento ideológico en instantes de crisis del socialismo, ¡que nosotros podamos demostrar aquí lo que puede el socialismo, que podamos demostrar aquí la fuerza de nuestras ideas! Y no solo como idea política, no solo para fortalecer los músculos políticos de la gente y el cerebro político de la gente, sino para hacer cosas importantes, decisivas, en momentos de período especial, que es él que estamos viviendo, y para demostrar que le damos un vuelco a todo. Como lo han expresado aquí cada uno de los directores de empresa, como lo han expresado cada uno de los secretarios del Partido de las áreas de cultivos varios hay un vuelco, hay un cambio total, nunca se había hecho lo que se está haciendo ahora, nunca esos cultivos habían recibido la atención que están recibiendo ahora, nunca se habían sembrado tan puntualmente en la fecha óptima. Es agradable escuchar eso, es agradable escuchar que los cultivos están limpios como nunca, a pesar del clima, de los calores.
Ahora sabremos lo que da la papa si está limpia, si está fertilizada, si está cultivada, si está regada, haya o no dos o tres grados más de calor, ¡ahora lo sabremos! Ya estamos pensando qué variedades son, precisamente, las que resisten más el calor, porque hay un hecho real: el fenómeno de los cambios de clima nos obliga a pensar muy profundamente en estas cosas.
Pero, sobre todo, es agradable oír, como hemos oído aquí —y creo que esto hace histórica esta asamblea—, que un número de obreros agrícolas han comenzado a regresar a las empresas; cosa nueva. Durante muchos años lo que se oía, cada año, era que cada vez eran menos los obreros agrícolas. Y ahora han crecido en unos meses, en unos cuantos cientos, alrededor de 600 ó 700, los obreros agrícolas.
Es muy agradable oír aquí lo que se dijo de que obreros agrícolas que estaban trabajando cuatro horas, cuatro horas y media, cinco horas y media, ahora están trabajando ocho horas, ocho horas y media, nueve y hasta diez horas.
Es muy agradable escuchar que en este momento los estudiantes de las escuelas en el campo y de las escuelas al campo están trabajando mucho mejor y con más entusiasmo; es muy agradable escuchar que los movilizados por 15 días cumplen y sobrecumplen las normas, y es muy agradable escuchar que los contingentes, a pesar de que son recientemente nuevos, cumplen al 150% y al 200%, y hay casos en que los contingentes están cumpliendo al 250% de la norma.
Todas esas cosas son noticias realmente positivas, altamente positivas.
Es agradable escuchar que muchos desvinculados del estudio y del trabajo se están incorporando y que no solo se trata de desmovilizados del MINFAR o del MININT, sino, incluso, de jóvenes que no salieron ni del MINFAR ni del MININT, que se están incorporando y que están dando una buena respuesta, lo que demuestra el valor del ejemplo, la influencia del colectivo, el valor de la enseñanza y que el hombre no se forma espontáneamente.
Es agradable ver cómo el contingente "Blas Roca" se multiplica ya no solo como constructor en la capital, en Pinar del Río y en la provincia de La Habana, sino también en la agricultura, y que tiene seis brigadas agrícolas y que los principios, los conceptos y las normas que hicieron triunfar la idea del contingente están triunfando allí también en la agricultura, trabajando 10 horas, 11 horas, 12 horas, 13 horas, 14 horas o las que sean necesarias cuando las circunstancias lo requieren.
Todo eso hemos escuchado en la tarde de ayer y todo eso nos da mucha confianza en lo que estamos haciendo. Todas estas cosas nos demuestran el éxito del esfuerzo y las nuevas fuerzas. Por ahí ha estado ideándose que las amas de casa vayan también, pero por ocho días; ocho días una vez y ocho días otra. Surgen todos los días ideas nuevas.
Este verano la primavera nos sorprenderá con más de 2 000 caballerías sembradas, incluido el plátano sembrado o sembrándose; 20 000 trabajadores movilizados, más un número mayor de obreros agrícolas, y en los meses de julio y agosto las brigadas estudiantiles de trabajo que son una excelente fuerza.
Ahora no quedó en el olvido una cuestión tan esencial como la atención al hombre. Viendo campamentos, visitando campamentos, apreciábamos las condiciones en que la gente desenvolvía su vida allí, empezaron a desarrollarse ideas y se planteó la necesidad de un campamento de óptima calidad, de la mejor calidad posible, y no los grandes salones, sino distribuidos en cubículos más familiares, más humanos que el gran salón; cómo serían construidos los baños y todas las instalaciones sanitarias; cómo sería la recreación en los campamentos.
Ya habíamos dicho que La Habana en esto tenía que ser vanguardia y el experimento de La Habana tenía que marchar adelante. Había crisis energética, no se podía poner aire acondicionado, si no gustosamente les hubiéramos puesto aire acondicionado, ¿quién se lo iba a merecer más? Pero la crisis energética no nos lo permitía, y como con lo que se enciende un aire acondicionado se pueden encender tal vez 30 ventiladores y la crisis energética y el período especial nos obligaron a suspender la venta de todos esos artículos, y había un stock de ventiladores, dijimos: "Bueno, reservado para los campamentos, y cada campamento tiene 72 ventiladores e incluso un extractor de aire en la cocina.
Setenta y dos ventiladores gastan menos que dos aires acondicionados de dos toneladas, así que con el equivalente de dos hemos garantizado el fresco en cada cubículo del campamento, hemos garantizado el fresco en el comedor y hemos garantizado el fresco en los lugares de recreación.
Vimos que el espacio era un poco estrecho y pusimos 20 metros más de perímetro en la cerca para cada campamento; médico y enfermera para cada campamento; un buen comedor, dos freezers de entre 15 y 20 pies cúbicos cada uno y un refrigerador grande; las dos cocinas, la de combustible y la de leña, según la circunstancia y el momento; dos centros de recreación pequeños con un televisor en color en cada uno de ellos, juegos de mesa todos los que han pedido: dominó, ajedrez, parchís, damas, lo que quieran; un videocasete con televisor en color para ver las películas que sean del gusto de los trabajadores en horas de la noche; un automóvil como ambulancia allí para caso de novedad o de enfermedad, y van a tener, además, audio —están adquiridos, no han llegado, pero van a llegar—, y allí podrán despertarse los movilizados con música alegre si quieren, música dulce, o con la diana mambisa o cualquier otro toque de corneta que resulte menos traumatizante que el campanazo. El campanazo lo vamos a abolir del campamento y vamos a despertar a nuestros trabajadores con música.
Y no todo está concluido, hay más cosas. Hemos estado pensando que tienen una colchonetica finitica, una telita, que puede ser excelente para la espalda, excelente para el espinazo, pero no es nada excelente para dormir bien después de 10 ó 12 horas de trabajo en la agricultura. ¡Oiga, y después que uno se tiene que agachar dos mil, tres mil, cuatro mil veces para sembrar una caballería de boniato...! Estamos haciendo los esfuerzos para conseguir unos colchoncitos. Ahí sí establecemos una pequeña diferencia para cuidarles las espaldas a unos y otros: siete centímetros a los que van por 15 días y diez a los de los contingentes (RISAS).
Se ha estudiado la cuestión de los libros y la biblioteca de cada campamento. Estamos estudiando, además, algunos equipos de gimnasia, pesa y otras cosas que quieren hacer principalmente los jóvenes. ¡Ya se imaginarán qué cantidad de energía tienen, para ir a levantar pesa por la noche después de las diez horas de trabajo!
En fin, los campamentos son un modelo y para qué les voy a decir, la alimentación es igual o mejor que la de los contingentes de la construcción. Debo decir que la comida está mejor que en el hotel Habana Libre, eso es seguro, y las cantidades que tienen de proteína de origen animal son abundantes. Les aseguro que tienen lo mejor y eso no se le ha quitado a nadie. Quiero que se sepa que cada tonelada de pollo que se les da allí a los que están movilizados se importa; no se le quita a ningún hospital, a ninguna escuela, ni a la población, ¡se importa! Los calamares que se dan allí se pescan, y lo que tienen de cuota extra de alimentación es sobre la base de un gasto extra del país. No podemos menos que alimentar bien a los que van a ayudar decisivamente a la alimentación de casi 3 millones de ciudadanos de las dos Habana y tanto los contingentes como los movilizados tienen una excelente alimentación.
El principio de la atención al hombre es óptimo, y atención al hombre, como dijo Palmero, no es solo la comida o lo que se le dé, sino también cómo se le recibe, qué tratamiento se le da en ese colectivo. Y se están creando excelentes colectivos de trabajadores, un gran espíritu de hermandad, y muchos de los que han ido una vez quieren volver a ir juntos, Por eso nosotros pedimos que hicieran grupo por grupo, para —en lo posible— tratar de garantizar que vayan juntos los que fueron una vez, y se está creando toda una historia con estas movilizaciones.
Como explicó el compañero Lezcano, no solo están las movilizaciones a la provincia de La Habana, están las a Pinar del Río este año, están las movilizaciones para el corte de caña, están las movilizaciones para las construcciones de campamentos, están las movilizaciones para el tabaco, y lo importante no es que usted lleve a un trabajador; no se trata de una movilización festiva, un weekend en el campo, se trata de un trabajo serio y duro. He visto el sacrificio de los que van por 15 días, porque no están adaptados y se les hinchan las manos, les salen llagas y es un sacrificio duro para los que van por 15 días, un sacrificio que, lógicamente, no tienen que hacer los que van por dos años. De modo que la Revolución y la capital han demostrado poseer recursos.
Decía que en Pinar del Río este año porque, como les expliqué ayer, el tomate que se está sembrando en Pinar del Río este año lo vamos a sembrar el próximo año en la provincia de La Habana, mucho más cerca, en mejores campamentos, porque son campamentos para todo el año, con muchas más facilidades.
Hemos decidido incorporar 4 000 hectáreas más de tierra a las viandas y a los vegetales. A esto se une un serio compromiso de la provincia, una gran reacción de la provincia.
Como decíamos recientemente en una reunión, la provincia de La Habana ha reaccionado con honor a este esfuerzo, la provincia de La Habana ha estado movilizándose y las empresas de cultivos varios han estado movilizando miles de personas de las cabeceras de los municipios, puesto que todavía no está completa la movilización de la capital; pero, aun cuando esté completa la movilización de la capital, cuando llegue ese zafarrancho de marzo, abril y mayo, quién sabe cuánta gente necesitamos para recoger toda la papa, todos los cultivos y sembrar, al mismo tiempo, todo lo que hay que sembrar.
No quisiéramos estar movilizando a los pueblos desde enero o desde diciembre, sino quisiéramos que se movilizaran en aquellos momentos picos y para un trabajo práctico. No debemos movilizar a un hombre más del necesario, ni a una mujer más de la necesaria. Cuando tengamos la gran movilización ya de los 62 campamentos —que después serán 67 y que con el cítrico llegarán tal vez a 74 dividiendo a uno grande en dos—, cuando tengamos a esa fuerza movilizada, veremos, realmente, cuál es el déficit que tenemos en la agricultura; pero espero que se nos produzca, principalmente, en los momentos en que coinciden grandes cosechas con grandes siembras, y que es cuando va a ser necesaria esa movilización que hacen los pueblos de la provincia, relacionada con estos cultivos porque, repito, no es igual la situación en todas partes.
Vamos a convertir esas 42 000 hectáreas de viandas y vegetales en un verdadero huerto de óptima calidad. No podemos negar que a veces nos toparemos con temporales fuera de tiempo, que suelen hacer mucho daño; no podemos negar que podemos toparnos con ciclones. Desde ahora estamos mentalmente preparados, destruirán nuestras plantaciones de plátanos, pero las reconstruiremos rápidamente, porque pensamos que afecten las mangueras y todo eso, pero no que se lleven los postes; pueden destruir los cables, debemos tener reservas de cables; no van a destruir los tubos que están soterrados, no hay ni que sembrar de nuevo las plantaciones, basta con cortar aquellas matas que se hayan caído y esperar el retoño de nuevo. Es decir, un ciclón puede hacernos perder un año de producción. Por eso decía que hay que tener las producciones desarrolladas en distintas provincias, puesto que ese enemigo, los fenómenos climáticos, no nos lo podemos quitar de encima.
Pueden surgir enfermedades, lucharemos contra las enfermedades, porque hoy tenemos muchos más investigadores, muchos más centros de investigación, mucha más eficiencia y nuestro país está adquiriendo un gran dominio de la técnica y de la ciencia.
Estaremos preparados para defendernos de cualquier tipo de desastre natural y no nos va a desanimar por ello en el esfuerzo que estamos haciendo.
Es el propósito convertir esas tierras en un verdadero huerto de la capital y de la provincia. Siempre hago los cálculos: metros cuadrados per cápita, producciones per cápita, partiendo de los 2 700 000 habitantes de las dos provincias. Se les pueden quitar algunas decenas de miles, porque está el autoconsumo de la caña, el autoconsumo de las empresas de distintos tipos, campesinos que se autoabastecen de estos vegetales, pero —por si acaso— siempre hago el cálculo partiendo de 2,7 millones de habitantes.
Ayer decíamos que en la caña —que nos ha dado tierra y que a pesar de eso mantiene sus producciones azúcar, porque es un gran mérito del sector azucarero en la provincia de La Habana haber entregado en los últimos tres o cuatro años más de 400 caballerías de tierra y, al mismo tiempo, mantener las producciones azucareras—, que ahora entrega 300 caballerías más, es nuestro propósito ayudar a ese sector para introducir el drenaje parcelario en cuanta tierra quepa el drenaje parcelario y el regadío en cuanta tierra quepa el regadío. Esa es una especie de compromiso moral nuestro con los cañeros, que nos han ayudado a acumular estas 42 000 hectáreas de que vamos a disponer ya desde mediados de año, desde finales de esta misma zafra.
Ceiba del Agua también se convertirá en un huerto citrícola con las técnicas más modernas; tenía algunas caballerías con riego por goteo, se le han aplicado 100 más este año. Mas pienso que tenemos que acelerar allí la construcción de los campamentos, y vamos a tener que añadir en nuestra cuentecita, Lezcano y Lemus, no solo los cinco o seis que resulten de las nuevas adquisiciones de tierra, sino también los cinco o seis que nos faltan en el cítrico. Porque si no acabamos con el bejuco ubí, si no les damos las condiciones, de nada vale todo ese programa para sacar 71 000 toneladas en 1991 y 75 000 en 1992; creo que eso lo logramos solo si limpiamos bien, de verdad, el cítrico este año. Y si en 1991 sacamos 71 000, es lógico que para 1993 sacáramos más de 80 000 toneladas, si es que tenemos los campamentos, si es que le damos al cítrico la atención que le estamos dando. Ese ritmo que se planteó aquí nos parece demasiado lento.
Vamos a convertir a Ceiba del Agua —que fue uno de los acuerdos que se tomó hace más de un año— en un huerto citrícola, con el cual aspiramos a llegar hasta 200 000 toneladas con el doble número de plantas por hectárea, con el sistema de riego por microjet o por goteo, con la demolición de una parte de esa superficie, con la siembra de las áreas de cortinas rompeviento; porque realmente las cortinas rompeviento han demostrado ser hospederos de insectos que roban agua, roban luz, y que las plantas se protegen mejor con una mayor densidad de árboles, que serán como muros de árboles.
Nos proponemos hacer en Ceiba uno de los mejores huertos del mundo, con las técnicas más modernas —ya ustedes ven varios cultivos: caña, cítricos, viandas y vegetales, plátano, todo eso—, y seguiremos avanzando en los programas que nos hemos trazado con la ganadería y que no hemos discutido aquí en detalle.
Tenemos que convertir la agricultura de La Habana en un huerto digno de la cultura que hoy tiene nuestro país, de los avances científicos que hoy tiene nuestro país, de las necesidades de nuestro país, de los casi 3 millones de habitantes que se han acumulado en la provincia más estrecha del país, donde el agua que cae hay que distribuirla entre la gran ciudad, las necesidades de la población y la gran industria.
Creo que es realmente una meta interesante, una meta entusiasmante. Y no estamos hablando de fantasías, estamos hablando de realidades, de comunidades que ya están empezando a construirse y de programas que ya están realizándose.
Terminamos este año el trasvase de Matanzas para La Habana, lo usaremos solo en circunstancias excepcionales de grandes sequías por el costo energético; terminaremos este año el Dique Sur que va desde Artemisa hasta Batabanó y que debe rendirnos unos 300 millones de metros cúbicos de agua; trabajaremos de acuerdo con los estudios en el dique de Batabanó hacia el este, hay hacia allá una gran cuenca de unos 300 millones de metros cúbicos de agua, alrededor de Nueva Paz. De modo que podemos hacer muchas cosas.
Estamos fomentando los cultivos de plantas aromáticas, de modo que en cada campamento haya un huerto. Un programa ha sido elaborado para que empresas y cooperativas suministren en 50 lugares de la capital esas plantas aromáticas de condimento: ajo porro, cebollinos y otras, que hay muchas y que no las sabemos utilizar.
Vamos a desarrollar ampliamente la producción de plantas medicinales, lo cual es una tendencia moderna, para aprovechar nuestros recursos en plantas medicinales. Vamos a hacer toda una industria, ya se está trabajando en eso.
Es probable que surjan también algunas posibilidades de plantas de perfumería, como cultivos importantes y como cultivos útiles.
Creo que en todo eso la provincia de La Habana tiene que ser vanguardia; la provincia y la capital, porque la capital tiene sus tierritas también, que no están en ninguno de estos cálculos. ¿Cuánto vamos a producir? Creo que vamos a producir en viandas y vegetales, por ejemplo, lo que queramos. Y vamos a producir para que sobre, para poder ayudar a otras provincias si tienen una catástrofe, o para exportar lo que pueda ser exportable, y para utilizar en el programa porcino lo que no sea exportable y sobre; es preferible que sobre. No vamos a cosechar papa para el porcino, aunque hay países como Polonia que alimentan el cerdo con la papa. Para nosotros la papa es cara, pero estamos desarrollando las técnicas más modernas para producir la semilla; es cara, entre otras cosas, porque hay que gastar 10 millones de dólares en semilla, no la producimos toda aquí; pero ya tenemos biofábricas en La Habana y en Villa Clara, para llegar a producir toda la semilla de papa en nuestro país.
Las biofábricas están trabajando, porque quiero decirles que este programa alimentario va apoyado por todo un arsenal de instituciones científicas, de centros de investigación para preservar la salud de los animales, la salud de las plantas, para combatir las malas hierbas. Estamos desarrollando la producción de nuestros propios productos pesticidas, plaguicidas, herbicidas o biológicos para combatir plagas, esa es una de las ramas que vamos a desarrollar fuertemente. Y, casi parejamente con la salud humana, la salud animal, no solo para proteger nuestra población humana y nuestros animales sino, incluso, para exportar producciones para la salud humana y la salud animal, o exportar semillas u otras muchas cosas posibles.
Como he dicho otras veces, son tres los pilares en que se basa hoy el esfuerzo del desarrollo en período especial: el programa alimentario, uno de los primeros, con las dificultades que haya que vencer —las mayores estarán en aquellas producciones que requieran granos importados, ahí es donde tendremos siempre los mayores obstáculos, los mayores limitantes, los mayores dolores de cabeza—; el programa de turismo, que va desarrollándose con un buen impulso y que debe proporcionarnos divisa convertible para los demás programas; y el programa biotecnológico, de la industria farmacéutica y de los equipos médicos de alta tecnología, ese programa está recibiendo un tremendo impulso.
Nuestros trabajadores científicos están trabajando cada vez con mayor entusiasmo, podríamos decir que con espíritu de contingente, varios de ellos con el espíritu de los mejores contingentes. Se abre paso esa idea. Precisamente, de un centro de investigación científica surgió la idea de los contingentes. Así que van parejo. Les puedo asegurar que es impresionante el esfuerzo que se está haciendo en el campo de la ciencia y lo mucho que promete para nuestro país ese esfuerzo.
Ustedes tienen algunos de los centros de investigaciones. Ustedes tienen allí el ISCA, que se ha comprometido solemnemente a tener las 100 hectáreas mejor cultivadas en el mundo. Vamos a tratar de emular con el ISCA en el resto de la provincia.
Ustedes tienen el CENSA, tienen el ICA, tienen el INCA, es el tercero que tienen por allí. Tenemos muchas esperanzas puestas en esos centros, además de en la universidad.
Ustedes tienen CENPALAB, que esperamos que cumpla con lo que tiene que cumplir y que no vaya a embarcar a todo el programa científico, porque, de lo contrario, vamos a tener que anexar CENPALAB a la capital, y eso sería lo último. Ya que tienen el pueblecito entre los dos, el destino de CENPALAB, su suerte, estará determinado por la cantidad de animales que produzcan, y los tenemos allí en la provincia de La Habana.
Tenemos el Centro de Biopreparados, un gran centro; tenemos centros de investigaciones de la industria azucarera, el Cuba-9 y el Cuba-10; tenemos allá el "Dimitrova" y toda una serie —si no los recuerdo ahora todos, me lo perdonan.
Sobre todo, debemos ver el trabajo de las dos provincias muy compaginado, muy compenetrado; son dos provincias gemelas, no se olviden, en que lo que afecta a una afecta a la otra. Creo que es un gran esfuerzo, el esfuerzo de casi 3 millones de personas —repito—; y yo, que conozco los recursos que se han acumulado en esta región, las posibilidades de recursos de todo tipo, de agua, de tierra, la calidad de las tierras, la calidad de la gente, creo que tenemos un magnífico programa por delante en muchos campos.
Tenemos idea, por ejemplo, de poner un tecnológico agrícola en cada uno de los municipios de las ocho empresas de cultivos varios, de ser posible. (LE DICEN: "Los muchachos que están allá.") Sí, pero hay que traerlos de la ciudad también; sería imposible que solo los municipios de la provincia nutrieran ocho centros.
Le planteé al Ministro de Educación que tenemos que traer de La Habana también para los suburbios, un poco menos de bachilleres y más obreros calificados para la agricultura.
La agricultura se vuelve cada vez más un cultivo industrial; hay que ver que esa siembra de plátano con microjet aéreo es industrial, es un hombre cerrando y abriendo llaves. Son cinco hombres atendiendo una caballería, con una capacidad de producción de 60 000 a 80 000 dólares por hombre.
Me faltaba decirles que, por ejemplo, ese plátano fruta de primera tiene un valor en el mercado bastante elevado de alrededor de 400 dólares la tonelada. Eso quiere decir que 100 caballerías de plátano de primera podrían producir suficiente para todos los insumos: fertilizantes, pesticidas y todo lo que puedan necesitar 2 000 caballerías.
No pierdo la esperanza de que en algún momento, si se nos produce un excedente fuerte, podamos hacer algunas exportaciones de este tipo de plátano para que se autofinancie, porque lleva muchos fertilizantes y lleva pesticidas; herbicidas no, porque en ese plátano no crece la hierba. Pero estamos proyectando, a partir del ejemplo del tecnológico que está por allá por Quivicán, un tecnológico agrícola en cada una de las empresas de cultivos varios.
Ya ustedes ven el programa, pero también se puede apreciar claramente, compañeras y compañeros, que esto solo lo puede hacer el socialismo; un programa así solo lo puede hacer el socialismo, una rectificación así solo la puede hacer el socialismo.
Y tenemos que idear todas estas cosas porque no podemos renunciar al objetivo humano fundamental del socialismo, no podríamos resignarnos al principio de: Siembra escuelas y te quedarás sin obreros agrícolas. Más bien dirás: Siembra escuelas y tendrás decenas de miles de científicos; siembra escuelas y tendrás decenas de miles de buenos cuadros; siembra escuelas y tendrás un pueblo preparado; siembra escuelas y tendrás un pueblo consciente, capaz de enfrentar cualquier prueba; siembra escuelas y tendrás un pueblo de socialistas y de comunistas. Porque no es en las ideas socialistas donde puedan estar las dificultades, es en los errores que cometemos los hombres en cualquier tarea humana, en cualquier tarea social, en cualquier tarea revolucionaria. Somos los hombres los que a veces hemos copiado sin necesidad de copiar; somos los hombres los que nos olvidamos con las glorias de las memorias; somos los hombres los que nos aburguesamos o nos dejamos aburguesar; somos los hombres los que nos confundimos o nos dejamos confundir. Pero cualquiera que haya participado en esta reunión, que haya visto los análisis, lo que estamos haciendo, lo que nos proponemos, los éxitos que empezamos a alcanzar, solo puede sacar una conclusión, y es que únicamente con la Revolución, únicamente con el socialismo, se pueden hacer estos planes y se pueden alcanzar estos logros. Por eso es que hemos convertido en una de nuestras consignas aquella de:
¡Socialismo o Muerte!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)