¿Se concretarán las respuestas que necesita el mundo?
Ha llegado el momento de enviar un mensaje político claro que renueve nuestro compromiso colectivo de aplicar la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, y replantearse las bases actuales que definen las relaciones Norte-Sur y la coexistencia en el planeta.
Diáfano, sin medias tintas, fue el discurso del Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en uno de los espacios de la Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Mundial.
Además de Díaz-Canel, que estuvo al frente de la delegación cubana en el ejercicio de la Presidencia pro tempore del G-77 más China, participan los mandatarios Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, y Gustavo Petro, de Colombia.
La cita, que sesiona en el palacio Brongniart, ha reunido entre ayer y hoy a unos 40 jefes de Estado y de Gobierno, directivos de instituciones internacionales y representantes de la sociedad civil.
Por nuestra región asisten, además, los primeros ministros caribeños, Ralph Gonsalves, de San Vicente y Las Granadinas, que preside actualmente la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), y Mia Amor Mottely, de Barbados.
La Iniciativa de Bridgetown, de Mottely, está entre los principales antecedentes de esta Cumbre, sin duda uno de los más importantes de este año en cuanto a lo económico, lo social y lo ambiental.
Al inaugurar la reunión su organizador, el presidente francés Emmanuel Macron, pidió «soluciones muy concretas» para reformar la actual arquitectura financiera mundial en función del financiamiento al desarrollo, de forma tal que permita a los países más afectados enfrentar mejor los efectos del cambio climático.
«Ningún país debe tener que elegir entre la reducción de la pobreza y la protección del planeta», fue uno de los axiomas de Macron.
Repasando los efectos de la pandemia de la COVID-19 en el mundo, que incrementó las desigualdades y la vulnerabilidad social, este es un momento, señaló el Presidente francés, en el que las «desigualdades aumentan y el cambio climático eleva los riesgos».
La intención que mueve a esta Cumbre, dirigida a crear las bases de un nuevo sistema de financiación del desarrollo, también fue ponderada por el secretario general de la ONU, António Guterres, para quien la actual estructura financiera internacional es obsoleta y contribuye a acrecentar las desigualdades.
Guterres pidió medidas urgentes dirigidas a una mayor «justicia mundial», sin esperar la transformación radical de la actual arquitectura financiera internacional, cambio en el cual, explicitó, no tiene muchas esperanzas.
Además del segmento de alto nivel, el encuentro se ha estructurado en cuatro grupos de trabajo en los que se discutirá sobre la restauración del espacio fiscal de los países con situaciones difíciles a corto plazo; la promoción del sector privado en países de bajos ingresos; el fomento de la inversión en infraestructura «verde» para la transición energética en países emergentes y en desarrollo; y la movilización de la financiación innovadora en países vulnerables al cambio climático. Cuenta para ello con seis mesas redondas, 30 eventos etiquetados y más de 50 actos paralelos.
La agenda de hoy, su último día, incluye la acostumbrada «foto de familia» y la ceremonia de clausura. También habrá una conferencia de prensa, pero la respuesta a la pregunta de si se podrán concretar las soluciones más imperiosas que necesita el mundo, solo la tendrán la vida y el tiempo.
Esperemos que las esenciales palabras del Presidente Díaz-Canel, en la Cumbre, sean escuchadas y asumidas.