Lo que nos dejó Senén, el hombre que salvó a Fidel Castro
Sin tiempo para la despedida, así sin esperarlo se marchó Senén Silva, pero nos dejó sus impresiones, cargadas de enriquecedoras memorias siempre al lado de la Revolución y de Fidel Castro.
Enfrentó una niñez mediada por las condiciones de una humilde familia que lo condujo al trabajo honrado como única alternativa para aportar a su sustento.
En el bregar por la subsistencia adquirió habilidades y siendo adolescente se batía con las turbulentas aguas crecidas del río Cauto para acompañar el paso de rebaños de bovinos sin que hubiese pérdidas de animales.
Pero su destreza y valentía le permitían, en tiempo de gigantescas crecidas, conducir con suma habilidad, de un lado al otro del río, cántaras de leche a cambio de escasas monedas, así aprendió de valiente y creció robusto en una mezcla de buen criollo.
Pero el cautero, como muchos lo identificaron, creció con físico de atleta y recio de espíritu, lo que le permitió con sólo 27 años cruzar las embravecidas aguas del río La Rioja y devolver a buen resguardo al Comandante Fidel Castro y la tripulación de su carro anfibio cuando el azote del ciclón Flora, en 1963, hazaña que le ganó el calificativo de El hombre que salvó a Fidel.
La última vez que lo vimos estaba cabizbajo, pero muy elocuente y honesto en sus testimonios, sorprendido por la cámara de la Agencia Francesa de Prensa, mientras ejecutaba sus habituales faenas del pequeño huerto, pero lucía fuerte y vigoroso a pesar del paso del tiempo.
Partió Senén Silva Cabrera, a los 86 años, fuerte como un jiquí, apegado al trabajo del campo que convirtió en distracción durante los días de jubilación, rodeado de sus vecinos y familiares, de la gente que lo admira por sus méritos y su hazaña.
Ahora descansa en la eternidad, pero nos dejó su laboriosidad sin límites, la capacidad para desafiar el peligro y las memorias de un socorrista junto a Fidel.