La fuerza de la Revolución está en los barrios
«¡Díaz-Caneeel!». Desde un balcón la voz infantil sobrepasó el ruido de los equipos de bacheo y el bullicio de la gente. El Presidente lo escuchó. Aminoró su paso. Volvió el rostro. Alzó la mano en señal de saludo y le devolvió una sonrisa al niño.
El ajetreo continuó en La Timba, uno de los 65 barrios que son parte de la transformación que viven lugares profundos de la capital cubana, y a uno de los cuales llega cada semana el Jefe de Estado.
Este viernes, la visita allí del Primer Secretario del Comité Central del Partido tuvo una compañía sui géneris: junto a él caminaron calles y ciudadelas los 15 secretarios de los comités provinciales del Partido en el país y la secretaria del Comité Municipal del Partido en el municipio especial Isla de la Juventud, quienes se encuentran en La Habana para participar en el II Pleno del Comité Central.
Con ellos compartió el mandatario la experiencia que desde el mes de julio se multiplica en La Habana, con el reto de «extender a todo el país, teniendo en cuenta las particularidades de cada territorio».
El recorrido había iniciado en la escuela primaria Gustavo Pozo, donde la primera secretaria del Comité Municipal del Partido en Plaza de la Revolución, Leira Sánchez Valdivia, les habló sobre los desafíos para el desarrollo que distinguen al municipio, entre ellos el manejo de las diferencias que se generan en un entorno donde confluyen grandes edificios y 53 ciudadelas.
«En La Timba se está construyendo un sueño; ahora estamos en un punto de partida que nos seguirá dando contenido para trabajar más», dijo, y detalló luego sobre las 47 obras en las cuales se llevan a cabo acciones constructivas, todas de elevado interés para la población, como la bodega, varios mercados, el consultorio del médico y la enfermera de la familia, un punto de correo y otras.
Las estructuras viales de La Timba estuvieron bien definidas desde su surgimiento, pero el barrio «ha crecido desordenadamente» en el transcurso de los años y sus calles requieren de un amplio proceso de asfaltado y bacheo.
En medio de esas labores recorrió el Presidente la comunidad, saludaba a los pequeños grupos de trabajadores, les preguntaba por las obras y continuaba avanzando: en los últimos meses aquí se han empleado, en acciones de bacheo, más de 300 toneladas de asfalto y se han reparado casi 150 metros cúbicos de aceras.
«Con estas acciones y después, cuando todos los edificios e inmuebles estén pintados y arreglados, las calles tienen otra vida», le dijo Díaz-Canel a un grupo de vecinos, a quienes convocó «a seguir y no parar en todo lo que se está haciendo».
«¿Están al tanto de las prioridades? ¿Están de acuerdo?», preguntaba una y otra vez según avanzaba entre la multitud laboriosa, que apenas detenía sus faenas para saludarlo.
«¡Gracias, Presidente! ¡Gracias, mijito! ¡Gracias!», eran frases que gritaban algunos desde lejos y otros –los que por más rápidos o bien ubicados podían chocar puños con el mandatario– le soltaban en ráfaga cuando lo tenían cerca.
La Timba es un pueblo que confía en su Revolución, que agradece. Mayra Arevich Marín, ministra de Comunicaciones –organismo que apadrina este barrio–, recordó a Díaz-Canel cómo en los primeros días de iniciar las labores de reanimación en la comunidad ella pensaba que el pueblo nunca se sumaría. Eso fue solo al principio, dijo, después la participación desbordó todos los espacios.
PRIORIDADES MATERIALES Y DEL ALMA
Porque en las prioridades definidas por la comunidad están los caminos para iniciar las acciones, una de las más importantes que en estos momentos se lleva a cabo en La Timba está dirigida a la conservación y mantenimiento de edificios, la construcción de nuevas viviendas para personas que viven en estado crítico, y la rehabilitación de ciudadelas con sus infraestructuras.
Más de mil familias de la comunidad –de unos 4 000 habitantes– serán beneficiadas con algunas de estas acciones. Sobre ello quiso conocer el Presidente, sin informes de por medio, desandando las callejuelas y «pidiendo permiso» para irrumpir en los humildes hogares que hoy se llenan de esperanzas.
En lo agitado del recorrido resultó imposible seguir la cuenta de cuántas viviendas visitó. Entraba, recorría, llenaba de preguntas a los vecinos y constructores, salía, avanzaba en el trayecto, y otra vez se repetía el ciclo. Cada familia tiene una historia que contar, y en cada familia pueden descubrirse singularidades, que ayudan a resolver también muchos problemas en el país.
La Manigua es un centro cultural y creativo que se ejecuta en el corazón de La Timba, y pretende convertirse en un espacio innovador, donde niñas y niños podrán aprender, experimentar y divertirse con la historia, el arte y la cultura cubanos, a través del humor y los valores de la obra de Juan Padrón.
Cerca del lugar de las acciones constructivas, Silvia Padrón, hija del venerado historietista cubano, explicó a Díaz-Canel que el lugar será la materialización de «un sueño que mi papá tenía, de ver su obra trascendiendo el mundo de los dibujos animados, donde los niños pudieran interactuar con ella, experimentar y conectar».
Entonces, surgió esta idea, «que es un regalo para la familia cubana; va a estar muy conectada con La Timba, pero que es un regalo para toda la ciudad. Se trata de que las personas que vengan puedan, a partir de los valores de la propia obra, conectar con lo mejor de ser cubano y el disfrute del juego. Este sitio se trata de eso: las personas van a aprender jugando, divirtiéndose».
Así, durante el recorrido, Díaz-Canel y quienes lo acompañaban pudieron conocer sobre diferentes proyectos comunitarios que se desarrollan e implementan en La Timba, entre ellos uno que han decidido llamar Entimbalao, y que ha cobrado vida en un parque, donde los adolescentes y jóvenes practican deportes con patinetas.
Aquí los propios muchachos han participado con sus opiniones en el diseño del parque, y según el líder del proyecto, una vez concluido, contribuirá también a mejorar la calidad de vida del barrio y a ampliar las ofertas recreativas.
En el Centro Cultural Plaza concluyó el recorrido. Allí tuvo lugar un provechoso intercambio del Presidente Díaz-Canel con los dirigentes partidistas que le acompañaban, junto a ellos también el miembro del Buró Político y secretario de Organización y Política de Cuadros, Roberto Morales Ojeda; la ministra de Comunicaciones, Mayra Arevich Marín, y el gobernador de La Habana, Reinaldo García Zapata.
Por más de una hora, desde ese escenario se compartieron útiles experiencias que ratificaron la imperiosa necesidad de que las acciones de reanimación que se realizan en barrios capitalinos, lleguen a todos los territorios del país.
Entre otros temas, Díaz-Canel habló entonces de trabajo conjunto, escuchando siempre qué quiere y necesita la comunidad como clave para fortalecer esta experiencia y hacerla sostenible en el tiempo. Subrayó la importancia de propiciar debates públicos, donde la población participe; la transparencia de las gestiones; perfeccionar el papel del delegado; y asumir cada vez con más sensibilidad los problemas que existen en nuestras comunidades.
Y porque «la fuerza de la Revolución está en los barrios», el Primer Secretario del Comité Central del Partido insistió en mirar constantemente a ellos y aprender de las muchas lecciones que nos deja siempre el pueblo.
A los habitantes de la comunidad, que esperaban su salida del Centro Cultural para saludarlo, el Jefe de Estado pidió seguir trabajando como hasta ahora lo han hecho: de conjunto con los organismos que han llegado para apoyarlos.
Que todo lo que hagamos –acotó– sea porque lo proponen ustedes y lo necesiten. «Hay muchos problemas y no los podemos resolver de golpe, pero todos los días le vamos a estar arrancando un pedacito a cada uno, y así vamos a ir avanzando», explicó.
En ellos dejó el reto de «apoyar que todo se haga con calidad y no se viole nada de lo que sean motivaciones y aspiraciones de la población en el barrio».