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Héroe cubano José Martí, pensamiento y acción

Año: 1853; mes: enero; día: 28; y lugar: una casa cubana de La Habana, donde la alegría resultó inmensa para dos españoles identificados como Mariano Martí y Leonor Pérez.
 
Tales datos pueden integrar el resumen sobre el nacimiento del primer descendiente y único varón de aquellos emigrados, quienes -quizás- nunca imaginaron la trascendencia de dicha jornada en la historia de los pueblos.
 
Inicialmente, el 28 de enero fue el momento para festejar la vida multiplicada del niño, joven y hombre José Julián Martí Pérez; después, y hasta nuestros días, 170 almanaques posteriores, el tiempo para resaltar la obra del Héroe Nacional de Cuba.
 
Y es que aquella bala española responsable de acabar con la existencia física del excelso patriota, el 19 de mayo de 1895, no pudo borrar su legado repleto de amor por el saber y la cultura, la honradez, la valentía, el apego a la raíz y el respeto a la humanidad.
 
Así fue, por exponer un ejemplo sublime, a 100 años del alumbramiento de Martí, cuando en medio de la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1958), jóvenes revolucionarios decidieron rendir con una Marcha de las Antorchas merecido homenaje a quien representaba guía para tener una patria libre.
 
La movilización popular partió de la base de la escalinata de la Universidad de La Habana y llegó a la llamada Fragua Martiana, donde el héroe sufrió cárcel a los 17 años de edad por la posición contra el colonialismo español.
 
Varios de los participantes en la caminata estuvieron después en el ataque a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes el 26 de julio de 1953, pues al decir del líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, qué hubiera sido de Cuba si dejaba morir al Apóstol en el año de su centenario.
 
Dicha acción contra los recintos militares en el oriente del país caribeño comenzó la lucha armada para poner fin al régimen de Batista que culminó con el triunfo revolucionario el 1 de enero de 1959.
 
En aquellos bisoños estuvieron presentes las enseñanzas, las ideas y el ejemplo del universal cubano, cuyas acciones en aras de lograr la unidad de sus compatriotas, desde niños hasta ancianos, llevaron el sello de la constancia y la pasión.
 
“Yo evoqué la guerra: mi responsabilidad comienza con ella en vez de acabar. Para mí la Patria no será nunca triunfo, sino agonía y deber”, apuntó Martí en carta al dominicano Federico Henríquez y Carvajal.
 
Fue el máximo impulsor y organizador de la contienda bélica de 1895, que constituyó el segundo gran esfuerzo de Cuba por dejar de ser colonia de España.
 
EN POS DE SUPREMOS OBJETIVOS
 
Para lograr los supremos objetivos de poner nuevamente a su país en pie de lucha y fundar la república “con todos y para el bien de todos”, realizó un exhaustivo estudio del contexto político y social de la tierra natal de entonces.
 
Sagaz, sincera, amorosa fueron calificativos característicos de la prédica martiana entre cubanos de adentro y de afuera de la geografía nacional en momentos de gran incertidumbre por el fracaso de la Guerra de los Diez Años (1868-1878).
 
En misiva al dominicano Máximo Gómez para pedirle que se pusiera al mando del Ejército Libertador, Martí apuntó: “…ofrezco a usted, sin temor de negativa, este nuevo trabajo, hoy que no tengo más remuneración que brindarle que el placer del sacrificio y la ingratitud probable de los hombres”.
 
Con delicadeza y respeto respondió a la adolescente Meletina Azpeytía, presidenta de un club de niñas, el aporte monetario hecho por ellas a la causa independentista mientras se desarrollaban los planes organizativos.
 
¿Quién sabe, niñas del club, qué herida se curará con ese bálsamo, que bandera se comprará con esa ofrenda? No yo, sino mi patria, besa a ustedes la mano, escribió el llamado además Maestro.
 
Como evidencian testimonios de contemporáneos y afirman estudiosos, Martí logró la congruencia entre palabras y hechos, lo cual elevó su ascendencia y prestigio en círculos políticos, hogares de emigrados y antiguos jefes militares, y cuánto espacio defensor de Cuba existiera.
 
Viajes por ciudades de Estados Unidos, donde vivió la mayoría del tiempo desde 1880 a 1895, y varios países latinoamericanos marcaron también la permanente búsqueda de la unidad imprescindible.
 
Papel de suma importancia en ese sentido desempeñaron dos creaciones suyas de 1892: el Partido Revolucionario Cubano, de un recio carácter independentista, latinoamericanista y antianexionista, y el periódico Patria.
 
Desde el primer momento, la palabra precisa del Apóstol apareció para guiar a un pueblo y lanzarlo al combate otra vez en las páginas de esa publicación, que fue el punto culminante de un periodismo iniciado a temprana edad.
 
“Patria quiere honrar a los buenos, contar sus historias, propagar el modo de pelear con éxito, preparar la victoria de la libertad equitativa sobre los meros medios que se han de emplear para su triunfo, levantar un pueblo”, subrayó Martí en el número 14 correspondiente al 11 de junio de 1892.
 
Su mensaje orientador encontró cauce en los futuros revolucionarios, en los patriotas veteranos, en los jóvenes, en las madres, en los escépticos, pues se trataba de una obra urgente de propaganda, conciliación y explicación política.
 
Bajo el principio de igualdad plena entre los hombres, Martí aglutinó a la mayoría de los cubanos, explicó la continuidad histórica de la Revolución y demostró que la independencia de su país era necesaria para evitar la absorción de “Nuestra América” por Estados Unidos y alcanzar el equilibrio del mundo.
 
Alertó que “es de supina ignorancia, y de ligereza infantil y punible, hablar de los Estados Unidos y de las conquistas reales u oponentes de una comarca suya o grupo de ideas, como de una nación total e igual, de libertad unánime y de conquistas definitivas”.
 
Para beneficio de las actuales y venideras generaciones, están la poesía, la literatura infantil y de mayores, las piezas oratorias, las cartas, los escritos periodísticos y los documentos de ese hombre que cayó en combate de “cara al sol”.

Fuente: 

Prensa Latina

Fecha: 

23/01/2023