Discursos e Intervenciones

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN EL ACTO DE RECIBIMIENTO A LOS ATLETAS QUE PARTICIPARON EN LA XXV OLIMPIADA DE BARCELONA, PALACIO DE LA REVOLUCION, CIUDAD DE LA HABANA, 10 DE AGOSTO DE 1992

Fecha: 

10/08/1992

Compañeras y compañeros:

Hace apenas unas semanas abanderamos la delegación, y recuerdo que en aquellas breves palabras les dije que estaba seguro de que ustedes cumplirían el compromiso —el compromiso era quedar entre los diez primeros lugares—; les dije que el décimo lugar era muy bueno, que si lo podían bajar al noveno era bueno también, e igualmente si lo podían bajar a ocho, y creo que dije hasta siete, ¿no?, no lo recuerdo bien. No me atreví a pedir más, aunque en el fondo de mi corazón tenía la esperanza de que harían todavía más; y ustedes hicieron no solo más, sino más de lo que esperábamos. Pensábamos que tal vez bajarían a seis; pero, realmente, nadie estaba pensando en que lograrían bajar la posición de Cuba al quinto lugar, lo cual constituye una verdadera proeza deportiva, y así lo ha reconocido todo el pueblo. De modo que yo no sabría decir qué fue más emocionante, si las 140 medallas de oro y la victoria de los Panamericanos, o el éxito alcanzado en estas olimpiadas.

Todo el mundo ha dado muchos datos, y creo que el pueblo ha recibido, en general, una gran cantidad de información sobre lo ocurrido y sobre el significado de este éxito que, desde luego, tuvo, además, la especial emoción de irse produciendo progresivamente, porque en la mitad de las olimpiadas ocupábamos el puesto 11, el 12 o el 13, e íbamos después mejorando todos los días, sobre todo a medida que se efectuaban las últimas competencias: las medallas de pelota no se ganan en un día, ni las de boxeo, ni las de voleibol y otras. De modo que todo el mundo fue siguiendo el evento hasta el último día, porque fue el último día, y esto hace recordar mucho lo que ocurrió cuando los Panamericanos: la cosa se decidió, realmente, al final; es decir, el quinto puesto, que era ya el objetivo con el cual venía soñando nuestra población, y en él jugaron, de nuevo, un papel muy destacado los boxeadores.

Puedo explicarles, por ejemplo, que las peleas de boxeo de los últimos dos días empezaron a las 4:00 de la madrugada, hora de Cuba, y había mucha gente que no dormía, entre ellos yo: me desvelaba pensando en qué era lo que iba a pasar y me quedaba ahí leyendo hasta que se iniciaran los combates. Los escuchamos por la radio dos días consecutivos, a esa hora se seguían y después, desde luego, por el día ya la televisión los trasmitía y se podían ver las imágenes de lo que había ocurrido.

Esto sirve para dar una idea del enorme interés con que todo el pueblo siguió las competencias.

Como les decía antes, se dieron todo tipo de informaciones.

Nuestros periodistas hablaban de la historia de las olimpiadas, las participaciones de Cuba, los éxitos obtenidos a lo largo de los años, sobre todo los grandes avances después del triunfo de la Revolución.

Debo decir que no me gusta mucho este sistema de medir las posiciones en que solo cuentan las medallas de oro, porque reducir a cero prácticamente o convertir en suplentes las demás medallas no parece una cosa muy justa. Hay que darles valor a las medallas de plata, hay que darles valor a las medallas de bronce y hay que darles, en general, valor a las actuaciones de los atletas. Quizás el sistema más justo sea el que incluyera no solo las tres medallas, sino también la cuarta o quinta posición, con alguna puntuación.

Este sistema era difícil de entender. Había que sacar tantas medallas de oro, y si dos sacaban el mismo número de medallas de oro, decidía el número de medallas de plata, y si los dos sacaban el mismo número de medallas de plata y de oro, entonces iban a decidir las de bronce. Es una regla complicada y no parece enteramente justa.

A pesar de eso, nosotros habríamos ocupado el mismo quinto lugar de cualquier forma. Si es por el número total y dándole a cada medalla un número de puntos, tres, dos, uno, según fuese oro, plata o bronce —como creo que se ha hecho otras veces, o se hace en determinados deportes—, habríamos obtenido el quinto lugar; si es solo por medallas de oro, habríamos obtenido también el quinto lugar. De cualquier forma que se hubiese medido habríamos sido el quinto país.

Esto es algo verdaderamente asombroso; no algo inesperado para nuestro pueblo, pero sí asombroso para el mundo. Si se midiera la posición por el número de medallas por millón de habitantes, también estaríamos entre los primeros, posiblemente el primero, aunque se puede dar el caso de un país de muy poca población que saque una medalla de bronce. Pero si se mide, como han medido en estas olimpiadas, el número de medallas de oro por millón de habitantes de los países participantes, nosotros habríamos quedado ampliamente en el primer lugar del mundo, ¡ampliamente!, y los demás habrían quedado muy lejos de nosotros. Luego en medalla de oro per cápita hemos sido, en realidad, los primeros del mundo. Y si otras formas de medir las posiciones tienen algún valor, pienso que si medimos nuestro esfuerzo de esta forma también sería justo.

Nuestro país ha quedado por encima de todos los antiguos países socialistas del este de Europa —excluyendo la URSS, cuando decimos países socialistas del este de Europa no se incluye la antigua URSS—, ¡por encima de todos!, y nuestro país ha quedado por encima de todos los países de la Comunidad Económica Europea, con excepción de Alemania, que heredó el enorme potencial deportivo de la antigua RDA. Hemos estado por encima de países ricos y poderosos como Francia, Italia, Inglaterra, Japón y otros que tienen 40, 50, 120 millones de habitantes y enormes recursos de todo tipo.

Si comparamos la actuación de nuestra delegación con los resultados obtenidos por los demás países hermanos de América Latina, vemos que por cada medalla en total que obtuvieron América Latina y el Caribe, nosotros obtuvimos más del doble de medallas que todos los países de América Latina y el Caribe juntos.

Si a los países de América Latina y del Caribe juntos se les añade Canadá, que obtuvo 18 medallas, tendrían entre todos 32 medallas, y solo nosotros hemos sacado 31.

Ahora, si sumamos las medallas de oro obtenidas por toda la América Latina, el Caribe y Canadá, hemos obtenido 14 medallas frente a 8 que obtuvieron todos ellos juntos. Y si excluimos a Canadá y comparamos la actuación de Cuba con los países de América Latina y del Caribe, nosotros hemos obtenido 7 medallas de oro por cada medalla de oro que obtuvieron todos ellos juntos. ¡Catorce frente a dos!

Creo que hay un dato de especial importancia, que de cierta forma lo mencionó Conrado cuando habló del porcentaje de atletas que quedaron entre los primeros lugares; pero quizás —y sería bueno que nuestros periodistas reflexionaran sobre eso— lo más notable es que de una delegación de 192 atletas, 146 hayan quedado entre los ocho primeros del mundo, ¡de ciento noventa y dos atletas ciento cuarenta y seis quedaron en estas olimpiadas entre los ocho mejores del mundo!, si se consideran los cuartos, quintos lugares, los que clasificaron para finales en los distintos eventos aunque no hayan obtenido medallas. Creo que eso dice tanto como cualquier otro dato, o dice tanto como todos los demás datos juntos.

Estas no eran unas olimpiadas fáciles, por el contrario, han sido las olimpiadas más difíciles. Si se comparan con las de Moscú, en aquellas participaron 80 países y en estas 172. De modo que ocupar un quinto lugar un país pequeño como Cuba, un país pequeño del Tercer Mundo entre 172 países es, realmente, como dije, una gran proeza.

Algunos han sacado la cuenta de cuántas medallas más de oro habríamos necesitado para quedar en el cuarto lugar, y todo el mundo ha calculado muy bien que con tres medallas más de oro Cuba quedaba en cuarto lugar, que lo ocupó la República Popular China con 16 medallas de oro, y nosotros hemos obtenido 14. Desde luego, nos alegramos de que la República Popular China haya ocupado un lugar destacado, es un país que ha hecho mucho por su pueblo y ha alcanzado grandes logros sociales. Pero el número de medallas obtenidas por ellos sirve para dar una idea del esfuerzo realizado por Cuba.

En esencia quiero, simplemente, reiterar la idea de que estas han sido las olimpiadas más concurridas de toda la historia y, por tanto, las más difíciles. Nuestro problema será cómo mantener esas posiciones y cómo avanzar en el futuro.

Conrado fue crítico con algunos deportes. Creo que tenemos que ser críticos con todos, no solo con los que no obtuvieron los resultados esperados, sino también con aquellos que los han obtenido, y si determinados deportes alcanzaron resultados extraordinarios, no podemos dormirnos sobre los laureles y es nuestro deber analizar en qué puntos estuvimos débiles dentro de esos deportes.

Yo conversaba con las compañeras del voleibol y les decía: Hay que sacar diez mil veces —le dije en broma a una compañera—, porque tenemos que llegar a perfeccionarlo de manera que no perdamos puntos en el saque; tenemos que estar al tanto de las últimas técnicas, perfeccionarlo todo, porque también van a inventar cosas para en cierta forma afectar. Algunos no ven con mucha satisfacción los éxitos deportivos de Cuba.

Como ustedes saben, en los últimos tiempos han introducido el profesionalismo, con lo cual han ido mercantilizando el deporte por la influencia de determinados medios de comunicación masiva, por los negocios, por intereses para reunir millones, y le han ido quitando el carácter puro que tenía el deporte olímpico, han ido mistificando las olimpiadas. Ya ustedes vieron los resultados en el basketball: un país que tiene decenas y decenas de equipos profesionales que se dedican exclusivamente a eso, con grandes recursos, echa mano de todo ese poderío que no tiene nada que ver con el olimpismo, que no tiene nada que ver con el deporte amateur —que fue el alma del olimpismo a lo largo de la historia—, para hacer allí una exhibición de supremacía y prepotencia en partidos donde siempre les sacaba 30 y 40 puntos de ventaja a los adversarios.

Tenemos que prepararnos porque ya quieren introducir en el béisbol también el mismo sistema. Claro que hay que luchar contra eso, es nuestro deber luchar contra eso ante la opinión pública internacional; hay que luchar contra el profesionalismo, ha traído montones de problemas al olimpismo: en el balompié ha traído problemas, en el basket los va a traer; dondequiera que lo introduzcan va a traer problemas de un tipo o de otro.

Esa es, quizás, una de las cosas más tristes de los últimos años, la desviación hacia el mercantilismo, hacia el profesionalismo en el deporte. Pero, ¿qué significa esto? Que aunque nosotros luchemos, si se da la situación de que también introduzcan el profesionalismo en la pelota, debemos estar preparados para seguir siendo campeones en esas condiciones. Significa que el esfuerzo a realizar, el perfeccionamiento que debemos llevar a cabo son muy superiores. Digo por eso que tenemos que perfeccionar todos nuestros deportes, sin excepción.

Hemos pensado muchas veces qué estudiar en nuestras escuelas de iniciación deportiva, en qué proporción está cada uno de los deportes, qué hacemos para estimular aquellos en que somos más débiles.

Una de nuestras características, al revés de algunos de los que han obtenido un número de medallas de oro, es que participamos prácticamente en todos los deportes, y hay algunos que se especializan en unos pocos. Nosotros debemos en nuestras escuelas propiciar en una buena proporción la participación en todos los deportes y perfeccionar aquellos en que estamos más atrasados, que sabemos bien cuáles son. Ahora tenemos más instalaciones, después de los Panamericanos, instalaciones olímpicas para canoas, para natación, aunque no suficientes para todo el país.

Un dato importante que se dijo aquí, en el cual está el secreto de los éxitos, es que el 83% de los atletas de nuestra delegación provienen de los juegos escolares. Eso demuestra que la causa fundamental de nuestros éxitos es la participación masiva en los deportes y, como hemos dicho otras veces, nosotros desarrollamos el deporte no para obtener medallas simplemente o victorias en los eventos internacionales, desarrollamos el deporte, en primer lugar, como un derecho del pueblo, una posibilidad del pueblo, una parte de la cultura del pueblo, como algo que disfrute todo el pueblo, en especial los niños y los adolescentes, pero también los adultos. Tenemos que seguir perfeccionando todo este sistema que nos ha conducido a los éxitos actuales.

Recuerdo una vez, cuando llegaba un equipo que salió victorioso, que tuvimos un acto allá cerca del llamado Palacio de los Deportes, cuando se planteó que el deporte era un derecho del pueblo. Si alguien quiere saber el secreto de nuestros éxitos, se le puede responder que ello radica en el hecho de que la Revolución ha convertido el deporte en un derecho del pueblo. Ahora, ¿cuántos países del mundo han convertido el deporte en un derecho del pueblo? ¿Cuántos países del mundo le han dedicado toda la atención que se le debe dar al deporte, como a la educación, a la salud y a otras actividades sociales?

El deporte es una prueba del gran desarrollo social alcanzado por nuestro país; aunque, desde luego, los éxitos en esta esfera no dependen solo de los recursos económicos. Nuestro país ha dedicado recursos económicos y humanos; igual que a la salud y a otras actividades, ha dedicado esos recursos al deporte como parte de la educación del pueblo, como parte de la salud del pueblo, como parte del bienestar del pueblo.

Cuando uno analiza la situación de los países del Tercer Mundo, se pregunta qué posibilidades tienen de desarrollar el deporte. Llama la atención que algunos países muy ricos no le hayan dedicado atención al deporte, que algunos países muy poderosos de Europa, por ejemplo, no le hayan dedicado atención al deporte; países que tienen gran desarrollo económico, gran desarrollo científico, gran desarrollo técnico, no le han dedicado especial atención al deporte.

Hay muchos países, sobre todo del Tercer Mundo, que aunque quieran no tienen recursos para dedicárselos al deporte, no tienen instalaciones deportivas, no tienen instructores, no tienen técnicos, no tienen nada. A uno realmente le duele, uno sufre también en estas competencias internacionales, como las olimpiadas que acabamos de presenciar, con la situación de los países del Tercer Mundo, y uno recibe la impresión de que es como si se ignorara su existencia. Incluso, en determinados momentos, se escuchaban allí algunas bromas amargas cuando aparecían algunas delegaciones del Tercer Mundo. Es como si se ignorara por completo la existencia del Tercer Mundo.

¿Qué posibilidades tienen de desarrollar el deporte? ¿Qué posibilidades tienen de organizar una olimpiada? Uno puede apreciar que hay un potencial humano extraordinario para alcanzar éxitos deportivos; pero no existe el mínimo de condiciones, están como estábamos nosotros cuando triunfó la Revolución en cuanto a instalaciones, en cuanto a técnicos.

¿Qué sabíamos nosotros de polo acuático y de muchos de los deportes que después se desarrollaron considerablemente en nuestro país? Todo esto lo hemos ido creando a lo largo de los años. Tuvimos —es cierto y no lo olvidamos— colaboración internacional para alcanzar este desarrollo, no lo vamos a ignorar ahora por las cosas tristes que ocurrieron después; pero asimilamos esos conocimientos, esas experiencias, trabajamos, formamos cuadros, y con ello estamos contribuyendo hoy al desarrollo del deporte en otros países.

Pero, ¿cuál es el futuro que espera al deporte de los países del Tercer Mundo en este mundo injusto, donde un puñado de países viven en una enorme opulencia que se desarrolló a costa de los países del Tercer Mundo, que se mantiene a costa de la explotación de los recursos naturales y económicos del Tercer Mundo? ¿Cuál es el porvenir? ¿Cómo serán las olimpiadas dentro de 20, 30, 40 años, por el camino que llevamos? ¿Cuándo levantarán cabeza la América Latina y el Caribe en los deportes? ¿Cómo es posible que un conjunto de naciones que tiene más de 400 millones de habitantes obtenga solo dos medallas de oro en unas olimpiadas? ¿No da, acaso, una idea de la situación social de esos países? ¿No da, acaso, una idea de lo que son las consecuencias del subdesarrollo, la pobreza y el dominio imperialista?

En esas cuestiones es necesario meditar también cuando se vive una experiencia como la que hemos vivido en estos días. No obstante, para nosotros es una satisfacción que nuestro pueblo haya sacado la cara —digamos—, que nuestro pueblo le haya hecho frente a esa situación y que Cuba, país del Tercer Mundo, país del Caribe y país latinoamericano, haya ocupado el quinto lugar. Sirve para que tomemos conciencia de nuestras obligaciones, de nuestros deberes; sirve para que meditemos cómo llevar adelante esta marcha en las difíciles condiciones en que vivimos hoy, cómo seguir este ascenso no solo en el terreno del deporte sino en los demás terrenos en este mundo de tantas injusticias, donde se ha producido —como decía Conrado— el desmerengamiento de los países socialistas, donde se ha producido la hegemonía de una gran potencia, en esta circunstancia en que nuestro país está doblemente bloqueado, en esta circunstancia en que nuestro país vive un período especial. Cómo seguir enarbolando estas banderas, cómo seguir llevándolas adelante; cómo seguir alcanzando estos éxitos que nos llenan de tanta satisfacción y tan legítimo orgullo. Cómo optimizamos los recursos que tenemos; cómo perfeccionamos nuestro trabajo; cómo nos preparamos para Atlanta.

Porque tenemos que proponérnoslo aquí, en este recibimiento: seguir esta marcha ascendente en el deporte.

No voy a decir que las organizaciones deportivas norteamericanas hayan sido enemigas de nuestro país; al contrario, las organizaciones deportivas norteamericanas, el Comité Olímpico y otras organizaciones deportivas han tenido, en general, una actitud amistosa con nosotros. Las propias autoridades de Atlanta han tenido una actitud respetuosa hacia Cuba.

No creo que sea justa la distribución de las sedes de las competencias olímpicas; eso, hoy día, se rige realmente por muchos intereses.

Hay distintos aspirantes a organizar olimpiadas. Como se sabía, Grecia quería celebrar el centenario del renacimiento del movimiento olímpico con unas olimpiadas. Se dice que otros países, como la República Popular China, aspiran a organizar unas olimpiadas. Se dice también que Brasil aspira a organizar unas olimpiadas. Nos habríamos alegrado de que Grecia hubiese podido celebrar unas olimpiadas. Nos alegraríamos si la República Popular China tuviese la oportunidad de organizar unas olimpiadas; ese país posee recursos inmensos, podría hacerlo. Nos alegraría que Brasil pudiera organizar unas olimpiadas. Pero, cómo se decidirá esto en el futuro no lo sabe nadie.

De todas formas, puesto que fue escogida Atlanta —ya se vio inevitable que Atlanta iba a ser sede de las olimpiadas—, nos alegramos de que sea precisamente esa ciudad. Ya tuvimos alguna experiencia competitiva cuando los Panamericanos en Indianápolis. En realidad, fueron buenas las relaciones con las autoridades deportivas; digamos que, incluso, las autoridades deportivas norteamericanas —y estoy hablando de las autoridades deportivas— contribuyeron a solucionar determinados conflictos que surgieron en un momento determinado, se comprometieron a apoyar los Panamericanos en La Habana y los apoyaron, su comportamiento fue correcto, y ese será el mismo comportamiento que tendremos nosotros con relación a las olimpiadas, ya que le fue concedida la sede a Atlanta. Nuestro espíritu es cooperar con el éxito de esas olimpiadas, considero que es nuestro deber moral y nuestro deber deportivo.

Claro que las autoridades pueden cambiar, pero sobre las autoridades de esa ciudad norteamericana y sobre su alcalde tenemos una buena impresión, lo vimos anoche por televisión en la clausura.

Ya empezó el gran despliegue de recursos, de luces, de fuegos artificiales y de todas esas cosas; pero, bueno, dejando a un lado esos problemas, nuestra posición será de cooperación con los juegos olímpicos de 1996 en Atlanta. Nuestra posición también es de ir a competir, e ir a competir duramente; nuestra posición es la de empezarnos a preparar desde ahora para las próximas olimpiadas, porque las glorias que hemos alcanzado tenemos que defenderlas y, como no podemos conformarnos con ellas, debemos aspirar a nuevos avances y nuevos éxitos.

¿Creen ustedes que es posible, o no? (EXCLAMACIONES DE: ¡Sí!") ¿Qué piensan ustedes? ¿No piensan que en Atlanta podemos mejorar los resultados de Barcelona? (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!") ¡Bien!, entonces tendremos que ponernos a trabajar desde ahora mismo, todos, en esa tarea.

Desde luego, no están aquí todos los atletas de la delegación porque vinieron en distintos viajes, muchos de ellos están con sus familias, unos poquitos tuvieron que quedarse compitiendo en Europa —me dijeron que por aquí no estaban Sotomayor, ni Ana Fidelia, ni otros atletas que no han regresado—, otros están en las provincias; por eso hemos organizado este acto de recibimiento de una forma muy sencilla con los que estaban aquí en La Habana y con los que llegaban en el último avión. Pero quiero decirles que toda la delegación que participó en estas olimpiadas —los que estén en Cuba, si algunos están en una competencia no vamos a suspender su participación— está invitada a la conmemoración conjunta del 26 de Julio y el 5 de Septiembre en Cienfuegos (APLAUSOS). Pienso que ese día, en un lugar de honor, deben estar ustedes junto al pueblo, para que allí sea también, en parte, el saludo de bienvenida.

Puedo prometerles que seguiremos haciendo todo lo posible por el deporte, tanto como se lo merece nuestro pueblo, tanto como se lo merecen ustedes, tanto como se lo merece el Tercer Mundo y tanto como se lo merece América Latina, a la que tan dignamente hemos representado en estas olimpiadas.

Ha habido reconocimiento para todos, en primer lugar para los deportistas; pero también ha habido reconocimiento muy justo para los entrenadores, para los técnicos, para los auxiliares, para los médicos, para todo el mundo. Creo que nadie ha sido olvidado.

Tal vez sea necesario, sin embargo, hacer un reconocimiento especial a los periodistas que informaron sobre estos eventos y a los que colaboraron con ellos: a todos los ingenieros y técnicos de la radio y de la televisión; porque, a pesar del período especial y de las dificultades, pudimos recibir mucha información de lo que estaba ocurriendo en Barcelona a través de la radio, a través de la televisión, a través de la prensa escrita. Hicieron un trabajo extraordinario y creo que merecen por ello un especial reconocimiento los compañeros de la prensa que informaron sobre estas olimpiadas en condiciones tan difíciles (APLAUSOS).

Me imagino que se seguirá trabajando, me imagino que se recogerá material, se hará un documental amplio de todos los principales momentos de estas históricas olimpiadas. Son especialmente históricas para nosotros porque fueron el escenario de nuestros grandes triunfos.

Me preguntaba un periodista hace dos o tres días qué era lo que más me impresionaba de nuestros atletas y, realmente, de nuestros atletas me impresionan muchas cosas: me impresiona su modestia, su humildad; me impresiona extraordinariamente su espíritu patriótico, su espíritu revolucionario, demostrado siempre a lo largo de la historia de nuestros triunfos deportivos. Pero especialmente respecto a la actuación de Barcelona, que era a lo que se refería la pregunta, me impresiona mucho la dignidad de nuestros atletas, me impresiona extraordinariamente la honradez de nuestros atletas; porque cuántos no han querido comprar atletas de nuestra delegación, y me pregunto a cuántos han podido comprar en estas olimpiadas. ¡A ninguno!, porque todo el oro del mundo no es suficiente para comprar a un atleta con dignidad, a un patriota, a un revolucionario y, por tanto, a estas cualidades de nuestros atletas rindo tributo y rindo especial tributo a su valor, a su moral, a su honor, a su vergüenza (APLAUSOS).

Y para aquellos que se preguntaban —y eran muchos— cómo podíamos en medio de tantas dificultades alcanzar esos resultados, podríamos contestarles como contestó Ignacio Agramonte en la Guerra del 68 cuando le preguntaron con qué armas pensaba ganar la guerra y él dijo "con la vergüenza de los cubanos".

Por eso rindo tributo, por último, a esa virtud, a esa cualidad, a esa vergüenza de nuestros atletas.

Los felicito, los saludo, los abrazo en nombre del pueblo y, como ustedes, decimos también respecto a este largo y difícil camino de la Revolución: "¡Se hace camino al andar!"

¡Socialismo o Muerte!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(APLAUSOS PROLONGADOS)

CMDTE. EN JEFE FIDEL CASTRO.- ¿Teófilo, se oía?

TEOFILO STEVENSON.- Sí.

CMDTE. EN JEFE FIDEL CASTRO.- Entonces a ti los golpes que te dieron en el oído no te afectaron. Te dieron muy poco, ¿verdad?, como a Balado. ¿No dicen que a Balado le dieron una medalla? ¿Qué premio te dieron?

ROBERTO BALADO.- Una copa. Esa copa se la entregan al mejor boxeador de los juegos, y yo fui seleccionado el mejor boxeador de los juegos.

CMDTE. EN JEFE FIDEL CASTRO.- ¡Ah!, bueno, una felicitación especial (APLAUSOS).

Stevenson, tú recibiste también esa copa, ¿no?

TEOFILO STEVENSON.- Sí, en 1972.

Balado también cogió el más técnico en el mundial, que yo no lo había cogido.

CMDTE. EN JEFE FIDEL CASTRO.- ¿La cogió ahora?

TEOFILO STEVENSON.- No, la cogió en el mundial del año pasado, que es el boxeador más técnico.

CMDTE. EN JEFE FIDEL CASTRO.- ¿A quién se la dieron, a ti?

TEOFILO STEVENSON.- A Balado.

CMDTE. EN JEFE FIDEL CASTRO.- Debe haber sido una competencia difícil esa. Cuando nosotros vimos la pelea eran como las 6:00 de la mañana, que iba Balado por la medalla número 14, que era decisiva, y nosotros estábamos tranquilos. Después la vimos por televisión y, realmente, fue una técnica excelente y el hombre se veía que tenía fuerza, el contrario tuyo, el nigeriano, ¿verdad? Sí, sí, podía impresionar a cualquiera, menos a Balado (RISAS). En el ring fue excelente el combate ese y fue muy importante.

Ayer Eugenio decía por la televisión que, cuando Seúl, el equipo de las voleibolistas estaba listo para competir, que habían participado en no sé cuántas decenas de competencias en aquella época y no habían perdido ningún juego.

De eso habló Conrado aquí, de Seúl y de los que dijeron que íbamos a retroceder; hemos avanzado en vez de retroceder. Es verdad que nos dolió no poder participar y en las dos ocasiones fue por solidaridad: lo de Los Angeles fue por solidaridad con los demás países, no por razones de seguridad, porque todo el mundo recuerda que nosotros íbamos a desembarcar a nado en Puerto Rico para participar en unos juegos; eso está en una de las páginas más bellas de la historia de nuestro deporte, nunca nos hemos preocupado por las cuestiones de seguridad. Y después Seúl, por solidaridad con la República Democrática de Corea, que nosotros queríamos una solución y luchamos por una solución, queríamos que se compartieran aquellas olimpiadas, y pudo encontrarse una solución, si los países socialistas realmente hubieran luchado por eso. En una reunión de Moscú conversé sobre eso con los dirigentes de los países socialistas, hay que apoyar a la República Democrática de Corea, para buscar una solución al problema de esa olimpiada y que no haya abstenciones. Pero ya eso venía, la moral venía decayendo y no se pudo resolver el problema.

Recuerdo que dos veces me reuní con los atletas en el teatro del Ministerio de Defensa y conversamos de esto con los atletas.

Pero hay una razón por la cual, a pesar de que estuvimos 12 años sin participar en olimpiadas, haber tenido los éxitos alcanzados, que es porque lo hicimos por honor, por moral, por principio, por vergüenza, por eso no fuimos a esas olimpiadas. Nosotros no teníamos ningún problema en aquel tiempo con Los Angeles, pero por no dejar solos a los otros; después los otros dejaron solos a la República Democrática de Corea (RISAS), y eso nos costó que se pospusiera cuatro años los Panamericanos aquí en La Habana; pero dijimos "¡no!", y fuimos ya los únicos que dijimos "¡no!" No nos imaginábamos entonces que tantas veces tendríamos que decir "¡no!," en otras cosas, y no fuimos, pero fue por principio. ¿Y con qué otra cosa hemos ganado nosotros las medallas, si no con moral, con honor, con principio, con dignidad y con vergüenza, como decíamos antes?

Entonces, los que creyeron que se iba a debilitar nuestra eficiencia deportiva, no comprendieron que realmente se iban a fortalecer estas virtudes, estos valores morales, que son con los que nosotros ganamos las competencias deportivas (APLAUSOS).

Ahora, tú habrás cuidado a muchos boxeadores pero, parado al lado de esta gente, más vale que te busques una banquetica porque no se te ve, Kiko, y tú no eres un hombre bajito (RISAS).

Yo estuve viendo a Stevenson con otras personas por allá conversando, salió por la televisión. No contigo, ya se sabe que contigo ... (RISAS) No digas nada más, está bien.

¿Ahora qué tienen ellos?

JOSE R. FERNANDEZ.- Ahora van para Mulgoba, van a hacer el canje, van a recoger los equipajes y de ahí se marchan para las provincias.

CMDTE. EN JEFE FIDEL CASTRO.- ¿Ya el equipo de voleibol se disuelve también hoy, van para las provincias?

JOSE R. FERNANDEZ.- Ya los están esperando.

CMDTE. EN JEFE FIDEL CASTRO.- ¿Y tres de ellas no tenían que ir para Santo Domingo?

JOSE R. FERNANDEZ.- Sí, esas salen mañana. Mañana a la 1:00.

CMDTE. EN JEFE FIDEL CASTRO.- Correcto. Algún descansito, ¿verdad?

JOSE R. FERNANDEZ.- Sí, ya eso está planificado.

CMDTE. EN JEFE FIDEL CASTRO.- Entonces nos volveremos a ver en Cienfuegos.
 

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