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¡Te quiero Cuba!

Barco británico: Foto: Ricardo López Hevia/Granma.
Barco británico: Foto: Ricardo López Hevia/Granma.

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Cubadebate

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Te quiero Cuba por ser tan fértil y parir hijos valientes de todos los colores, tus mujeres insumisas, reverberas de tu mezcla española, africana y china, tu sabiduría ante supuestas riquezas cegadoras y tu extrema sensibilidad cuando sientes tuyo el dolor del otro.
 
Sobran los ejemplos a cerca de los antecedentes de solidaridad internacionalista en Cuba. En la época de la colonia hubo médicos que partieron voluntariamente a diferentes países para ofrecer su ayuda como profesionales o se alistaron en sus Ejércitos como soldados. Tal es el caso del Dr. Manuel García-Lavín y Chapotín, quien participó en la guerra franco-prusiana, el Dr. Luis Díaz Soto que integró la lucha del pueblo español contra el fascismo en la guerra civil de 1936-1939, el camagüeyano Dr. Antonio Lorenzo Luaces de Iraola; quien significó también con el grado de Coronel en la Guerra de Secesión norteamericana, entre muchos más.
 
Otro antecedente importante lo constituye el aporte brindado por cubanos en organismos internacionales. El sanitarista Dr. Juan Guiteras Gener, quien posteriormente en el año 1921 fuera nombrado Secretario de Sanidad y Beneficencia de la República de Cuba, fungió como jefe de la I Convención Sanitaria Internacional de Washington donde participó además el científico Dr. Carlos Juan Finlay, cuyos aportes, al principio incomprendidos, beneficiaron mundialmente.*
 
Más cercano en la historia, el potencial médico comprometido con el futuro de Cuba se alistó voluntariamente para cooperar con los hermanos chilenos, que enfrentaban el devastador terremoto de Valdivia, en 1960. Luego sucedieron proezas como la de Argelia, encabezando el continente africano, después el suramericano, hasta llegar a una inmensidad tal, que sobrepasa la lógica imaginable de los verdaderamente humanos. Actualmente más de 28 000 colaboradores de la salud ofrecen ayuda médica en más de 61 países.
 
No obstante existen razones que explican que tales proezas por el mundo, no estén profundamente divulgadas, ni gocen de extendida cobertura mediática. Algunas de ellas han sido abordadas por el catedrático de historia Latinoamericana en la Universidad de Dalhousie, John M. Kirk, y otros colegas. Comparten el criterio de que el internacionalismo médico cubano es ampliamente conocido en los países en desarrollo y los más necesitados, pero no por los más desarrollados, donde la cobertura en los medios es esporádica y desinformadora.
 
Entre otras causas porque nuestro internacionalismo no está financiado por ningún país del primer mundo y es más amplio en el tercero, no cuenta con el auspicio de fundaciones o empresas privadas, y no recibe fondos del Banco mundial, ni de "multimillonarios anónimos". Por el contrario, dispone de los propios recursos que le son inherentes solo al Socialismo, ese al que bloquea con impotencia el Imperialismo.
 
Hoy vuelve a brillar el internacionalismo por la actitud del gobierno y la diplomacia cubana, por nuestros prácticos que condujeron el crucero británico al puerto del Mariel, por los transportistas que propiciaron el traslado de los más de 600 turistas y su tripulación, así como por los funcionarios y personal se la salud que usan la ciencia en el respaldo de protocolos de solidaridad en situaciones extremas.
 

Barco británico: Foto: Ricardo López Hevia/Granma.

Por eso te quiero Cuba, porque el humanismo maximizado por Fidel Castro persiste en el plano internacional para orgullo de todo un pueblo. Solidarios honramos al Comandante, a los miles que dieron su vida por el bienestar de los desfavorecidos, a los que abonaron con su sangre suelos lejanos en lucha contra el colonialismo. A los que han formado profesionales para otras tierras del mundo, a los que enfrentaron desastres naturales, incluyendo epidemias, a los que no titubearon al analizar el costo de su propia vida.
 
Y es que desde dentro y fuera de esta isla, se grita: ¡Te quiero Cuba!, y solo es justificable una emoción contraria, en desconocedores timados por las falacias que convienen a desgastados discursistas de mentiras pagadas por décadas. Pero perdonadlos, no importan, esos no movilizan a las mentes sanas de este mundo, su insalubridad solo gana transmisibilidad en mentes con ignorancia semejante, depreciados a la larga por la humanidad. La historia no contará con ellos en su memoria.
 
    *Delgado, G. (1996). Conferencias de Historia de la Salud Pública en Cuba. Cuaderno de Historia de la Salud Pública (81).