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Quiénes mienten; quiénes salvan

Fecha: 

02/09/2019

Fuente: 

Periódico Granma

Un jefe del Departamento de Estado, un asesor de Seguridad Nacional y un senador republicano por el Estado de la Florida son capaces de inventar las mentiras más burdas, que luego los grandes medios a su servicio se encargan de repetir y un excéntrico presidente rubrica y exhibe como si fueran un trofeo de guerra. Eso ocurre hoy mismo en Estados Unidos.
 
Pero, ¡cuidado!, porque están tratando de denigrar una de las más hermosas obras humanas: la salud para todos y la solidaridad.
 
La última agresión contra nuestro país la ejecutan a través de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), una institución tapadera de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que, financiada con unos cuantos millones de dólares, se presta a costear acciones y búsqueda de información para sabotear y desacreditar la cooperación que brinda Cuba en la esfera de la salud en decenas de países y en beneficio de millones de personas.     
 
Contra la Isla lo han usado todo y siempre han recibido la respuesta adecuada: la verdad. Esa que ni Mike Pompeo, ni John Bolton, ni Marco Rubio, ni el propio Trump están acostumbrados a practicar.
 
El dinero, en ninguno de los casos, puede sustituir la verdad, el honor, la ética y la profesionalidad de cientos de miles de compatriotas que han asistido y lo seguirán haciendo, en los más apartados lugares de nuestro planeta.
 
Los difamadores lo saben muy bien, Cuba es la excepción, por aplicar servicios de salud masivos, gratis y de calidad, lo que ha hecho posible que los indicadores de hoy, en muchos casos, estén por encima de países del llamado Primer Mundo, incluido Estados Unidos.
 
Retemos a los impostores de la administración Trump a que digan cuántos países del mundo utilizan el 51 % de su Producto Interno Bruto anual para los servicios de salud y educación.
 
Y lo que resulta más importante, con ese presupuesto se podrán garantizar, en 2019, alrededor de 226 millones de consultas médicas gratuitas y 1,38 millones de ingresos hospitalarios, mientras que en la educación se asegura la matrícula de casi dos millones de estudiantes de la enseñanza prescolar, primaria, especial, secundaria y media superior, y de 250 000 estudiantes universitarios.
 
Un informe publicado en la Revista Panamericana de la Salud en 2018 reconoce que «el Sistema Nacional de Salud cubano cuenta con una infraestructura sólida, constituida por una amplia red de instalaciones sanitarias que garantizan la cobertura total, el acceso y la equidad en los servicios de la población con recursos humanos calificados».
 
El show salido del equipo de Trump no puede tener otro calificativo que el de execrable. En Estados Unidos, país donde se preparan y ejecutan los planes para asfixiar económicamente a Cuba, los servicios de salud, por su alto costo, nunca podrán ser inclusivos para todos los ciudadanos.
 
Estamos hablando de una nación donde la factura de un hospital por un accidentado en una moto por cuatro días de ingreso es de casi 126 000 dólares; donde los servicios complementarios de laboratorio, anestesista, fisioterapia y rehabilitación pueden costar más de 47 000 dólares; una fractura de tobillo de un ciudadano desembocó en el estratosférico importe de 80 000 dólares que, por cierto, no incluyen la ambulancia, la anestesia ni el posoperatorio; y una operación de apendicitis vale algo más de 36 000 dólares.
 
Son solo unos pocos datos del precio de la salud en el país más rico del mundo y donde millones de personas pobres, para pagar los gastos por un ingreso hospitalario o alguna intervención quirúrgica, tienen que vivir empeñados el resto de sus vidas.
 
Un dato muy importante, ese mismo país dedica en el presente año fiscal un presupuesto de 718 000 millones de dólares en acciones al servicio de la guerra y la muerte, tiene alrededor de 800 bases militares y más de 300 000 soldados desplegados en 177 países.
 
El gobierno de Donald Trump, que se propone desprestigiar los servicios de salud cubanos y la contribución internacionalista de sus galenos, no cuenta con ninguna brigada médica que preste servicios en las naciones más empobrecidas y necesitadas, allí donde cada año mueren millones de niños por falta de asistencia médica.
 
Ese es el país, cuyo gobierno también destina fondos millonarios para mentir ante el mundo respecto a la labor humanitaria de la medicina cubana y el principio de solidaridad, estandarte de quienes cumplen misiones internacionalistas en más de cien países, de forma voluntaria y comprometidos con su misión de salvar vidas.