Sin Fidel no habríamos tenido una compañía como el Ballet Nacional
La premio nacional de Enseñanza Artística 2002 y de Danza 2006, Doctora Honoris Causa en Arte, solista principal del Ballet Nacional de Cuba, una de las figuras más notables de la Pedagogía de la Danza en el mundo contemporáneo, reconocida internacionalmente y forjadora del actual sistema de enseñanza de la Danza en Cuba, la maitre de Ballet Ramona de Saá, es la actual directora de la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso.
Para ella el ballet es su vida. La Escuela, dice, «es un “virus” del cual no puede escapar», el sitio donde hoy está más presente que nunca el recuerdo de Fidel, sin el cual, asegura, no habríamos tenido una compañía como el Ballet Nacional. «Él ideó y fundó la Escuela Nacional de Arte y, cuando aquella escuela creció y se multiplicó, su presencia fue decisiva para que el ballet tuviera esta hermosa escuela que hoy lleva el nombre de Fernando Alonso, justamente, el primer director que tuvimos en la ENA».
Bajo la dirección de Fernando, Ramona fundó en 1962 la Escuela de Ballet, de la Escuela Nacional de Arte, la cual dirigió por primera vez entre 1965 y 1976, año en que al crearse el Ministerio de Cultura fue promovida a metodóloga nacional de la Dirección de Enseñanza Artística (actual Centro Nacional de Escuelas de Arte, CNEart). Ello, explica, sin dejar de impartir clases en la Escuela Nacional de Ballet, a la que nuevamente regresó como directora, en el 2001, a pedido de Fidel, quien le entregó a su cargo la actual sede de la Escuela Nacional de Ballet, ubicada en un hermoso edificio en el Paseo del Prado. Ese día, dice, jamás lo va a olvidar.
Su labor se ha visto compensada con la graduación de las aulas de la escuela en estos primeros 50 años de más de mil estudiantes cubanos y de 80 extranjeros y la formación de principales figuras del Ballet Nacional de Cuba. Mas el tiempo no pasa por gusto…
«Hoy me gustaría, no descansar porque jamás dejaría de venir a la escuela a dar clases, tener más tiempo para escribir la historia de la Escuela Cubana de Ballet, de esta escuela que también es mi vida, donde he tenido buenos y malos momentos que han sido compensados con creces cada vez que un estudiante se gradúa, ya sea del país o extranjero, y luego ves sus nombres entre los mejores solistas de casa o del mundo.
«Por eso me preocupa mucho no la existencia de la Escuela Cubana de Ballet, porque esa siempre va a seguir existiendo, sino la insensibilidad que noto hoy en algunos de los graduados que forman parte de nuestro Ballet Nacional ante la necesidad que tiene la escuela de que compartan con los estudiantes sus conocimientos y experiencias. Es verdad que no son todos, pero esos deberían mirarnos con otros ojos, recuerda que el Ballet Nacional de Cuba existe porque existe la Escuela Nacional de Ballet».
«Quizá debería hacerse como hacían Fernando y Alicia cuando tenían la Academia de Ballet. Ya de graduada y siendo parte del Ballet Nacional de Cuba, una vez creada la Escuela Nacional de Arte que estaba en Cubanacán, nos traían todos los días a la escuela, donde se formaban también los futuros profesores de las escuelas que se preparaban en las provincias, a dar clases y luego nos regresaban al ballet donde nos preparábamos y se montaban las obras».
Según la propia maitre hoy no solo hacen falta profesores que apoyen el trabajo de la escuela. También hacen falta cuadros, es decir, personal que dirija la labor de enseñanza artística que aquí se hace. «No solo aquí, sino también en las otras cinco escuelas que tiene el país, ubicadas en las provincias de Holguín, Matanzas, Villa Clara, Camagüey y Santiago de Cuba. Llegamos a tener 12, y por ejemplo, la de Pinar del Río, era muy importante, pues aportaba más varones a la enseñanza del ballet en Cuba».
Pero no solo estas son algunas de las preocupaciones que hoy rondan a Ramona, quien fue promotora y fundadora de la carrera de Arte Danzario del Instituto Superior de Arte, dirigió la labor de la elaboración de los primeros planes y programas de estudio del perfil de ballet y fue su primera profesora de Metodología de la Enseñanza del Ballet. Le preocupa mucho la actual tendencia en el mundo del concursionismo, lo cual va en detrimento de la enseñanza del ballet. Por suerte, ese no es nuestro caso.
«Nosotros solo asistimos a los concursos necesarios. El único evento que tenemos es el Encuentro Internacional de Academias de Ballet, el cual tuvo sus comienzos en el ya lejano año de 1994 y cuya edición XXIV celebraremos a finales de marzo y principios de abril. Y como concurso contamos con el Coreográfico Internacional de La Habana que instituimos en el 2016. Ambos se han convertido en un obligado punto de reunión para instituciones para la enseñanza de la danza, y principales eventos metodológicos acerca de los estudios de ballet en Latinoamérica. Sin embargo, son muchos los países de Europa y de América que se interesan por estos».
Sobre la Escuela Cubana de Ballet, Ramona reconoce que es una de las mejores del mundo. «Nosotros estamos en constante desarrollo, somos atípicos. Nuestra enseñanza es dialéctica, tomamos lo general, pero lo demás lo aportamos nosotros, por eso somos diferentes. Y nos ha dado buenos resultados.
A diferencia de otros países, nuestro Ballet Nacional está formado por bailarines que nosotros mismos graduamos. Si te fijas, con sus excepciones, verás que la mayoría de las compañías de otros países están integradas por bailarines que no son de esos países, que no se graduaron en esos mismos países. Eso marca nuestra diferencia y nos ha dado buenos resultados. De esos resultados estamos orgullosos».