Maceo, el Che y Fidel: paradigmas que trascienden siglos
Fecha:
Fuente:
Autor:
Dos hombres de diferentes generaciones nacidos en esta fecha, Antonio Maceo Grajales y Ernesto Guevara de la Serna, junto al líder indiscutible de la Revolución, Fidel Castro Ruz, centraron la disertación del teniente coronel retirado Efrén León Nápoles ante el auditorio de la Escuela Provincial del Partido Mártires de Bolivia, en Ciego de Ávila.
Efrén León Nápoles es un asiduo conferencista en los eventos promovidos en la Escuela Provincial del Partido Mártires de Bolivia
Abundan las coincidencias en este trío de gigantes, sobre todo, porque predicaron con el ejemplo, fueron temerarios en el combate, certeros en las ideas y con una solidez indestructible en sus convicciones.
El integrante de la tropa del Che deleitó a profesores, estudiantes y dirigentes con anécdotas del Titán de Bronce y del internacionalista argentino, quienes vivieron en siglos diferentes, pero tuvieron en común sentimientos antimperialistas, libertarios e internacionalistas.
De Maceo emergió la trascendental Protesta de Baraguá, momento que identifica una actitud mantenida hasta nuestros días, en los que la rendición ante el enemigo no se incluye en los postulados de Cuba.
Sobre el guerrillero argentino-cubano las historias fueron más cercanas, ya que Efrén resultó, junto a él, testigo de numerosas vivencias.
“Lo conocí en la Sierra Maestra, y en ese lugar, alfabetizaba a sus compañeros, fundó una escuela en la zona conocida como la Pata de la Mesa, era el médico dispuesto a atender a todo el que lo necesitara, gestionó la creación de un horno para hacer pan, creó la emisora Radio Rebelde y el periódico El Cubano Libre.”
De sus nexos con Fidel trasciende el hecho de que si el líder planteaba determinado problema, él salía a solucionarlo de inmediato. Ni el asma, ni las molestias por una herida en un pie quebrantaron su espíritu.
Recuerda Efrén que en una ocasión el Che perdió un zapato. Cuando los curiosos indagaron sobre lo sucedido, supieron que su pie se enterró en una zona fangosa y no le importó perder el calzado, lo que valía para él era preservar medios importantes de la tropa.
Esa manera de actuar le daba suficiente fuerza moral a la hora de exigir a sus soldados, por los cuales también sufrió. Quienes lo vieron en Santa Clara, ante el cadáver de El Vaquerito, no apreciaron en su rostro la contracción de ningún músculo, sin embargo, León Nápoles, que estaba allí, confiesa que debe habérsele comprimido el corazón cuando dijo: “Me han matado 100 hombres.”
Claro que el Che tenía un paradigma a seguir: aquel Fidel Castro al cual conoció en México, líder de la expedición del Granma, jefe de la lucha en la Sierra y el Llano, el maestro que iba a las raíces de la historia, el que subía al Turquino no solo para preparar a la tropa y reconocer el terreno, sino en busca de la cercanía del Héroe Nacional José Martí.
De esa triada de paradigmas que trascienden siglos se alimenta la ideología cubana, que este 14 de junio, en Ciego de Ávila, promovió el intercambio científico en su Evento Provincial de Estudios Sociopolíticos y de Opinión.
En el mencionado encuentro fue expuesta más de una veintena de trabajos en representación de la mayoría de los municipios avileños, los cuales, entre otras propuestas, promueven ideas para mejorar el funcionamiento del Partido, la vida en las comunidades y la atención a determinados segmentos de la sociedad.