Discursos e Intervenciones

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN EL ACTO DE INAUGURACION DE LA PLANTA DE VACUNAS DEL INSTITUTO "CARLOS J. FINLAY", EFECTUADO EN EL PALACIO DE LAS CONVENCIONES, EL 3 DE DICIEMBRE DE 1993

Fecha: 

03/12/1993

Distinguidas personalidades de la ciencia y la industria farmacéutica mundial que nos visitan;

Invitados;

Compañeras y compañeros:

Siempre me pasa lo mismo (RISAS). Quizás insisto en no hablar porque soy perseverante; no sé de qué valen las veces que le he pedido a María de los Angeles que haga el discurso de clausura y que discuto con los organizadores de los actos, pero ya mi única alternativa es venir o no venir.

En realidad, ¿qué puedo decir aquí donde han hablado tan valiosos y capaces compañeros? ¿Qué puedo decir sobre Finlay que no haya dicho su biógrafo, el doctor López Sánchez? Tenemos el privilegio de contar con un hombre como él, que tanto ha profundizado en la vida de Finlay, y que tan detallada y pormenorizadamente conoce su obra y su vida.

El habló ya de lo que significó para la humanidad su descubrimiento. Podría decirse que más tarde o más temprano alguien lo habría descubierto, eso ocurre en todo; pero, ¿quién podría calcular el número de vidas que salvó al elaborar aquella teoría cuando la elaboró, y al hacer posible su aplicación cuando surgieron las circunstancias en que aquello era posible? ¿Cuántos años más habría tardado la humanidad en descubrir aquel agente trasmisor?

La misma teoría sirvió no solo contra la fiebre amarilla, sino para descubrir los trasmisores de otras enfermedades. ¿El paludismo podemos olvidarlo?

Podría preguntarte, López Sánchez, si en aquella época ya se sabía que un mosquito era trasmisor del paludismo (Le contesta que eso fue después de Finlay). Fue después de Finlay, ¿en qué año? (Le contesta que en 1902.) ¿Ya se había descubierto la influencia del Aedes Aegypti? (Le explica que los trabajos de Ross fueron en 1902 y que Finlay en 1881 había resuelto el problema de la trasmisión por vectores.) En 1881 había resuelto el problema en teoría.

¿Las primeras pruebas que tú dices, cuándo las hicieron, en qué año? (Le dice que la primera vez que se reproduce artificialmente una enfermedad fue en 1881 y lo hizo Finlay con su propia familia.)

¿Y no le dieron un premio al valiente que se dejó picar por el mosquito? (RISAS.) Dijiste aquí que se salvó, fue muy interesante para todos nosotros.

Hay que decir que entre nuestros científicos he conocido a mucha gente que ha utilizado la vacuna para probarla en ellos mismos. Los del grupo que trabajó en la vacuna meningocócica la utilizaron en ellos e hicieron pruebas luego con familiares, claro, después de un nivel de seguridad bastante alto, ¿no? Pero en aquel tiempo tenía un mérito muy grande cualquier persona que se prestara para probar una teoría en una enfermedad tan peligrosa y sin tratamiento alguno.

Mientras tú hablabas, yo pensaba que, ya desde el momento en que existía la teoría, la simple utilización del mosquitero con los casos de enfermos era un elemento preventivo importante.

Me acordaba no solo de otras enfermedades, sino también del dengue. Hay que ver que la influencia de esa teoría llega hasta el dengue, que después se supo también que era trasmitido por el mismo tipo de mosquito.

Nosotros tuvimos la epidemia de dengue hemorrágico y fuerte, realmente muy fuerte; nos vimos enfrascados en una lucha muy seria, y ahí estaban la teoría y el pensamiento de Finlay presentes.

La batalla fue contra el vector; se usaron métodos terapéuticos eficientes y fue muy importante saber qué había que hacer, porque llegamos a tener más de 300 000 casos de dengue hemorrágico y el tratamiento que se hizo redujo la mortalidad a 159 casos. Es elevado, pero estoy convencido de que en cualquier otra circunstancia y en muchos países del mundo una epidemia como esa habría costado miles de vidas. Es decir, la terapéutica redujo al mínimo la mortalidad por la atención esmerada que se les brindó a los enfermos, pero la lucha contra el vector fue la clave para erradicar la enfermedad, y en la fase final el internamiento de todos los casos y evitar el contacto con el mosquito. Si se conoce el vector, la lucha se hace más práctica, más posible. Así, hasta el día en que no se reportó un solo caso de dengue hemorrágico, y desde entonces nuestra lucha ha sido por mantener el vector en los niveles más bajos.

Es muy triste saber que se le haya discutido tanto a Finlay su mérito. No es chovinismo nuestro, pero es que está total y absolutamente probado la paternidad del descubrimiento, la paternidad de esa teoría.

Leí recientemente que durante muchos años se había discutido darle el Premio Nobel a Finlay y que, al fin y al cabo, por la oposición de determinados intereses, no se le dio ese premio, de manera que hasta en eso se fue injusto con Finlay; y hace muy poco se escribió un libro en Europa impugnando los méritos de Finlay, por eso hay que seguir luchando.

Nosotros creemos en esto con una convicción muy profunda, reconocemos sus méritos, los reconocen muchos en el mundo, los reconocen en América Latina, por ello hemos utilizado la fecha de su nacimiento para conmemorar el Día de la Medicina Latinoamericana.

No sé si todos los países latinoamericanos lo conmemoren, pero sé que hay algunos que conmemoran en esta fecha el Día de la Medicina. ¿Es universal esta fecha? (López Sánchez le explica que no se conmemora en todas partes.) En algunos países se conmemora (Le aclara que en algunos países latinoamericanos).

¿Qué se conmemora, el Día de la Medicina o el Día de la Medicina Latinoamericana? (Le dice que hablan del Día de la Medicina o del Día del Médico.) ¿A partir de la fecha del nacimiento de Finlay o fue esto una casualidad? (Le aclara que fue después.) ¿Tiene un alto nivel de reconocimiento la vida de Finlay en Latinoamérica? (Le dice que mucho.) ¿Y el libro tuyo se ha editado mucho por allá o nos han faltado medios? Tenías que haberte puesto de acuerdo con una transnacional de la publicidad para llevar tu libro (Manifiesta que su libro está en manos de todos los médicos de Cuba).

Pero no está en manos del resto de los médicos (Explica eso no depende de él).

¿De quién depende, de la editora, del papel? (Aclara que de la editora.) Tal vez se hubiera podido hacer algo más por divulgar tu libro por allá y por el resto del mundo, hace falta, porque todavía se escribe y se impugnan los méritos de Finlay.

Me dijo Rosa Elena que esta mañana habías hecho una excelente conferencia defendiendo la paternidad de esa teoría (López Sánchez expresa que fue polémica). Dices tú que polémica. Cuando le pregunto:"¿Y por qué no utilizas esos argumentos en el acto que tendremos hoy?" Me dijo: "Bueno, porque tenemos visitantes extranjeros, no quiero entrar en un tema polémico", lo cual es tan sabio como el descubrimiento de Finlay (RISAS). Así es.

Tampoco puedo hablar de lo que ha significado el desarrollo de la medicina en Cuba desde el triunfo de la Revolución, porque sobre eso habló el compañero Teja con mucha elocuencia; nos dio algunas cifras que llaman la atención, sobre las que puede reflexionarse.

El nos habló, por ejemplo, de que hasta este momento la mortalidad infantil está en 9,4%. Eso ni nosotros mismos lo podíamos esperar en las circunstancias en que estamos viviendo de período especial. Luchábamos por mantener la mortalidad con el nivel que habíamos alcanzado, luchábamos por tratar de evitar que se incrementara; pero la idea de que bajara de 10 era uno de nuestros objetivos en épocas normales, tómese en cuenta que todos estos programas se hicieron en épocas normales.

Todos esos programas de que habló Teja, que él enumeró, es larga la lista —yo creo que eran más de 50 medidas asociadas a la medicina que se desarrollaron en los últimos 10 ó 12 años y que se han estado aplicando; eso va desde la cirugía cardiovascular infantil hasta programas de genética prenatal, para citar algunos casos, todos estos programas de vacunaciones, el desarrollo de las especialidades, la terapia intensiva pediátrica, los cuidados intensivos perinatales—, el conjunto de estos programas ha hecho posible esa disminución, y fíjense lo que son los resultados de un buen trabajo que, aun en circunstancias tan difíciles, se puede seguir avanzando y marchando adelante.

Claro, esto no deja de estar asociado también al médico de la familia, uno de los cincuenta y tantos programas o medidas; pero lo del médico de la familia es todo un programa, el desarrollo de las especialidades es todo un programa. Así que pudiéramos decir que son decenas de programas los que se han estado aplicando en materia de salud para alcanzar estos resultados; pero cuando se hablaba de 51 000 médicos, les confieso que me quedé sorprendido, como si nunca hubiera escuchado la cifra de los médicos que tenemos y es algo de lo cual se habla con mucha frecuencia. Yo mismo hablo de eso con mucha frecuencia, pero el tiempo me traicionó; no me di cuenta de que en agosto se graduaron 4 600, y con esos es que llegamos a los 51 000 médicos.

Los éxitos de la salud de que habló Teja, hay que asociarlos, desde luego, a la presencia de ese personal humano y a su capacidad; pero se pudieran medir mejor si recordamos que al triunfo de la Revolución había 6 000 médicos, que muchos no tenían trabajo y que 3 000 se marcharon; nos quedaron 3 000 médicos. Ahora por cada uno de los que se fueron hay 17 y tenemos, además, miles de alumnos en las facultades.

Nosotros tenemos una facultad de medicina por provincia, ese fue otro programa; en la capital hay varias, por eso son alrededor de 20 ó 21 las facultades de medicina con que contamos. Claro, ahora las utilizamos principalmente en la formación de licenciadas en enfermería, puesto que ya hemos tenido que reducir el número de ingresos de medicina en las facultades; pero están ingresando alrededor de 2 500 por año. Hemos ido reduciendo, en cierto momento ingresaban más del doble, y hasta ahora no nos han sobrado los médicos.

El problema con los médicos es que no hay quién los retire. A un general de división, de ejército, de lo que sea, se le puede retirar; pero a un médico no se le puede retirar, un médico no se retira nunca (Mira hacia López Sánchez). Bueno, hace muy bien, ¿verdad? (López Sánchez le dice que él no se ha retirado.) Tú no te has retirado y has hecho muy bien en no retirarte, y cuidado con dejar de estudiar a Finlay, porque estarías incumpliendo tu deber más sagrado. Todos estos esfuerzos han conducido a esta situación.

Cuando Teja hablaba de hospitales y grandes instalaciones hospitalarias, hablaba del hospital "Hermanos Ameijeiras". Inicialmente el hospital "Hermanos Ameijeiras" iba a ser un banco —era un banco creo que central, aquella instalación no estaba terminada, después se quemó y estuvo muchos años ahí esperando que se pudiera hacer, o tal vez que hubiera dinero para el banco—, pero la cuestión es que transformamos el proyecto y convertimos el edificio, que ya tenía muchos pisos, en hospital. Claro, hubo que transformar muchas cosas, y yo meditaba cuando se mencionó ese hospital: Bueno, ¿habremos hecho bien las cosas? ¿Qué habrá que hacer primero, un banco o un hospital?

Lo cierto es que nosotros hicimos el hospital y todavía no hemos hecho el banco, y está claro que se necesitan los bancos, ¿verdad Benavides? (Refiriéndose al jefe de la delegación mexicana, importante industrial farmacéutico.) Se necesitan los bancos porque hace falta dinero para todos estos proyectos.

Realmente dinero tenemos muchísimo pero en pesos cubanos (RISAS); en divisas convertibles, muy poco. Sin embargo, hemos sabido arreglárnoslas con lo poco que tenemos para mantener estas cosas en pleno período especial.

Yo diría que lo más extraordinario de lo que aquí explicó el Ministro de salud, es que estamos manteniendo estos resultados en estos momentos. Eso es lo verdaderamente admirable, pudiéramos llamar milagroso el haber logrado eso.

Tampoco puedo hablar —aunque estoy hablando— de lo que significa esta planta nueva que se inaugura hoy, ya lo hizo Conchita. Solo puedo decir que yo estaba en una contradicción, porque me dicen: El día 3 se inaugura la Planta 3, que es como se llama esa planta, del Instituto "Finlay", con una capacidad de 100 millones de vacunas anuales. Digo: ¿Y dónde van a inaugurar la planta? Me explican: En el Palacio de las Convenciones. Y yo me decía: ¡Pero cómo es posible! Nunca había visto eso. Decían: Es imposible inaugurarla aquí por las áreas verdes;  por lo que significaría, por los visitantes que tenemos para que puedan estar cómodos en un salón. Yo dije: Bueno, está bien, es imposible inaugurarla aquí, pero, ¿será posible inaugurarla en un teatro? Parece que sí, que es posible inaugurarla en un teatro; la estamos inaugurando por lo pronto, lo que hace falta es un poco de imaginación (RISAS), hacer uso de la imaginación para, cuando hablemos aquí de la planta, estarla viendo allí, o imaginándonos cómo podría ser la planta.

Así nosotros también queríamos imaginarnos cómo era la planta de Merieux, en Francia, cuyo fundador está aquí, tenemos el honor de tenerlo aquí con nosotros (APLAUSOS).

Cuando nosotros estábamos con la idea de hacer esta planta y otras, nos preguntábamos, ¿cómo serán las de Merieux? Veíamos algún folleto, alguna publicidad sobre aquella planta que, sin duda, se ve muy moderna y da una tremenda impresión.

Teníamos que acudir a la literatura, también teníamos que acudir a nuestra experiencia, porque la Planta 3 es nieta de la Planta 1. Fue en la Planta 1 donde se resolvieron los problemas prácticos de la producción de la vacuna, cuando ya se había logrado desarrollarla y se había logrado probarla, pero hacía falta producirla industrialmente.

Las ideas que se aplicaron en aquella Planta 1 fueron de mucha utilidad a la hora de elaborar los conceptos de cómo debía ser la Planta 3.

Creo que hay un mérito que es justo reconocerles a nuestros científicos, al grupo del "Finlay", a Conchita, a Gustavo y a los demás, a nuestros diseñadores, a nuestros proyectistas e ingenieros, que fueron capaces de elaborar la idea de cómo debía ser la Planta 3, cómo debían ser los flujos de producción, cómo debían ser los equipos.

Ahora uno visita la planta ya terminada y se ve que es una obra realmente compleja, que requiere, sobre todo, de mucha calidad, y que ha sido construida con mucha calidad. Claro, allí se ven los procesos —no divulgo ningún secreto—, el área de cultivo y de fermentación, las áreas principales, el área de purificación y el área aséptica —como la llama Conchita, la oí decir aquí esa palabra—, es decir, el área de terminación y envase de los productos, que es la más compleja. Se ve perfectamente cómo ha sido diseñada con una gran lógica, con una gran racionalidad, a mi juicio, que no soy experto en eso; tal vez Merieux, por cortesía, diga que sí, que está muy bien diseñada la planta. Me pareció muy racional la forma en que está todo, y tengo gran confianza en la capacidad de producción y en la calidad de la producción de esa planta, a partir de que ya es la tercera, incluso.

Como mencionó Conchita aquí, esta idea surge no con los criterios comerciales de que hablaba María de los Angeles, que ella reconocía con franqueza que esa planta también tiene propósitos de tipo económico; nuestra preocupación cuando se inicia el trabajo para la producción de una vacuna contra la meningitis meningocócica de tipo B fue como consecuencia de una epidemia que teníamos. Era desesperante ver todos los años más de mil casos con una alta mortalidad, y un terror tremendo en las familias de que los hijos, los nietos, los niños pudieran verse afectados por la enfermedad; porque no hay que medir solo el daño directo que ocasiona una epidemia o una enfermedad en las personas que afecta y en los familiares de esas personas que afecta, sino la inseguridad, la intranquilidad que siembra en millones de personas. Se puede decir que una vacuna como esta, vacuna contra otra enfermedad, que es la angustia, a millones de personas y las beneficia. Ese es el valor que tienen esas vacunas, como el de todas las que se han desarrollado y las que se están desarrollando.

Realmente tenemos planes ambiciosos en esto, y creo que la cifra que daba Conchita lo justifica: los 2,1 millones de niños que todavía mueren por carecer de vacunas que existen contra enfermedades que son previsibles o prevenibles —ella dijo prevenibles, habría que consultar a un gramático bueno para que nos dijera cuál es la palabra que debemos usar—, y 8 millones que padecen enfermedades de las que mueren, para las cuales todavía no hay una prevención, aunque puede haber un tratamiento, desde luego.

Es impresionante la cifra de 900 millones de niños que se enferman cada año. Creo que esto da una idea de la importancia que tiene el trabajo en el campo de las vacunas.

Recuerdo, sin embargo, a un escritor irlandés bastante conocido —muchos de ustedes lo habrán leído, habrán oído hablar de él, quizás no tanto la generación joven—, Bernard Shaw. Bernard Shaw era un enemigo jurado de las vacunas; lo leí de estudiante, pero no me impregné de los prejuicios que él tenía sobre las vacunas; él decía que eso era un veneno y una toxina que le inyectaban a la gente, etcétera. Creo que objetivamente no es sostenible esa teoría, porque las vacunas han salvado ni se sabe cuántos miles de millones de personas.

La Organización de Naciones Unidas para la Población me regaló un reloj que lleva la proyección del crecimiento de la población de Cuba y la población mundial, y creo que ayer estaba en 5 541 millones de habitantes —eso varía, cuando transcurre un minuto hay otro montón de habitantes más. Ese equipo programado, que es pequeño, es como un reloj, va dando todos esos datos.

Ahora, sin las vacunas, esas colosales reducciones de la mortalidad infantil no se habrían logrado. Claro que no son solo las vacunas, están los tratamientos terapéuticos, que han desempeñado un papel muy importante; pero las vacunas han sido decisivas, porque los países del Tercer Mundo no tienen, en general, muchas posibilidades terapéuticas y tienen las posibilidades de la vacuna.

El crecimiento demográfico colosal que estamos viviendo, el incremento de casi 100 millones de habitantes por año, está bastante asociado con el desarrollo de las vacunas. Ahora bien, cualquier día, Conchita, te van a echar la culpa en parte, y al "Finlay" y a otros científicos del mundo, del hambre en la Tierra, porque se han resuelto los problemas de cómo preservar la vida del niño, pero no se han resuelto los problemas de cómo alimentarlo, que esa es la gran tragedia de nuestros tiempos. No quiero adentrarme en esto, porque ya dije que no tenía de qué hablar con todo lo que aquí ya se dijo.

Vuelvo a repetir que no tendría nada que decir después que habló María de los Angeles sobre la cuestión histórica, las estrategias de salud y todas esas cuestiones que dieron lugar a nuestro programa en este campo. Creo que ella habló explicando en términos políticos e históricos, lo cual no está prohibido, ¿verdad?

Creo que la historia ha hablado dos veces aquí, habló por boca de López Sánchez y por boca de María de los Angeles; él hizo la historia de Finlay y ella hizo la historia de la medicina en la Revolución. Teja habló de los procesos y Conchita de la vacuna y de la planta; pero creo que todo el mundo ha sido recordado también: Finlay, los médicos, porque hoy es el Día del Médico, todos han sido felicitados calurosamente, a lo cual me uno de corazón; también fueron felicitados los científicos y fueron felicitados los trabajadores que construyeron este centro.

El centro se inaugura hoy, y ellos celebran mañana el Día del Trabajador de la Construcción en las inmediaciones, en una avenida que pasa por el lado de la instalación.

Ha sido necesario el esfuerzo de muchos; tampoco podemos olvidar a los proyectistas, a los ingenieros, al personal técnico que trabajó en todo esto; a los que trabajaron en la adquisición del equipamiento para que este fuera de la mejor calidad, y venciendo obstáculos, como ustedes comprenderán que hay que vencer en medio del bloqueo.

Considero que en esta área marchamos bien. Creo que hemos ido acumulando un gran potencial en materia de vacunas, estamos trabajando en varias vacunas; no se ha mencionado que, incluso, estamos trabajando o tratando de aportar algo en la vacuna contra el SIDA, una de las más temibles plagas que estamos padeciendo, porque es una amenaza que crece, es un peligro que crece todos los días, al extremo que resultan espeluznantes algunos datos que se dan sobre la situación en determinadas áreas del mundo y el hecho de que haya países donde el 30% de la población esté infectada del virus. ¡Imagínense un país con un 30% de la población infectada!, la importancia que tienen tanto la terapéutica como la prevención de esta enfermedad, en que todas las medidas adoptadas hasta ahora han dado resultados modestos, no se detiene el avance.

Con medidas muy particulares y aplicables en nuestro país, puesto que empezamos a luchar contra el SIDA cuando era un número muy reducido de casos el que teníamos, quizás nosotros seamos el país del mundo en que menos haya avanzado la epidemia del SIDA, el país del mundo en que menos haya avanzado. Hemos ido adquiriendo una experiencia importante que es cada vez más comprendida, pero que no es aplicable cuando realmente se masifica la enfermedad.

Sí, López Sánchez, en esto hemos tenido que acudir a algunos métodos tradicionales —cierta forma de cuarentena— combinados con una atención especial; no es una cuarentena total, ni mucho menos, es una relativa cuarentena, un sistema que vamos perfeccionando y, a pesar de eso, crece el SIDA aun en nuestro país; a pesar de eso crece, pero al menos hemos podido mantenerlo en niveles razonablemente bajos.

Estamos trabajando también en esa vacuna, estamos trabajando en vacunas contra parásitos, es muy importante. Creo que ese es uno de los más grandes retos que tiene la ciencia médica.

También en la meningocócica por hemófilo estamos trabajando, y pensamos combinar la meningocócica B y la meningocócica por hemófilo en la misma vacuna, es una de las perspectivas que tienen los del Instituto "Finlay"; en ese campo estamos avanzando.

Estamos avanzando en otros muchos campos de las investigaciones sobre la salud, en la biotecnología, en la industria farmacéutica.

No se mencionó aquí otro instituto que vamos a terminar, que es el Instituto de Investigaciones sobre el Ozono, que ha demostrado resolver importantísimos problemas.

Está adelantado ya el Centro de Inmunología Molecular para el desarrollo y producción de anticuerpos monoclonales.

Tal vez no se mencionó el concepto de que en este desarrollo, ciencia y producción van unidos; anexas a los centros de investigación, se van haciendo las fábricas. Hacemos primero el centro de investigación y después la fábrica, con lo cual se mantiene una relación muy constante y sistemática entre la investigación y la producción. Es una idea que hemos ensayado y que estamos aplicando en el mayor número posible de centros de investigación con buenos resultados.

A esta tarea hemos dedicado esfuerzos, hemos dedicado recursos, y, al igual que la medicina, no ha sido descuidada en este período especial que vivimos porque, aparte de los beneficios de carácter humano que significan para nuestra salud y que pueden significar también muchas de estas investigaciones para el resto del mundo, prometen recompensas económicas para el país que en realidad necesitamos, por lo cual esta rama seguramente se convertirá, en el futuro, en una de las más importantes ramas económicas de nuestra patria.

¿Qué podemos decirles? Conchita les daba las gracias a todos. Nosotros les damos las gracias a los invitados, sobre todo a los invitados extranjeros; también a los nacionales, porque algunos habrán tenido que venir, incluso, en bicicletas o venciendo grandes dificultades en el transporte que tenemos hoy día.

Queremos expresar nuestra admiración por lo que hizo Merieux, de quien esperamos ser socios y no competidores; el venir a la inauguración de esta planta es reflejo de su gran pasión por la medicina y por las vacunas, porque tenía un programa muy comprometido en su país y en Europa, y, sin embargo, buscó 24 horas para viajar a este lado del Atlántico, llegar hoy aquí después del mediodía y regresar mañana a las 6:00 de la mañana.

Realmente hay que agradecer y hay que admirar un gesto como ese; hay que agradecer y hay que admirar el gesto de todos los que viajaron desde distancias importantes; a los argentinos también los menciono porque están tan distantes en horas-vuelo como los franceses; los mexicanos están un poquito más cerca, pero no por ello dejamos de apreciar mucho su presencia aquí y la presencia de..., dilo (Le dicen en el corazón). ¡Ah!, más cerca en el corazón también.

No voy a decir que los demás no estén cerca en el corazón, porque me volvería yo muy impolítico y voy a echar a perder todo el trabajo de María de los Angeles (RISAS).

Todos están cerca del corazón, realmente, aunque los mexicanos hay que decir que están históricamente muy cerca, y sin decir todo lo que estoy sintiendo (RISAS).

No podemos olvidar a brasileños, colombianos y otros.

Deseo darles las gracias por haber compartido con nosotros este Día de la Medicina, este éxito de nuestros investigadores, esta proeza de nuestros constructores, y decirles que siempre estaremos en disposición de trabajar y colaborar con ustedes.

Siempre los tendremos muy presentes, y siempre tendremos presente también el recuerdo de este día y de este encuentro.

Muchas gracias (APLAUSOS).

 

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