Discursos e Intervenciones

Palabras pronunciadas por el Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, en la terraza norte del Palacio Presidencial, con motivo del recibimiento al Doctor Osvaldo Dorticós Torrado, Presidente de la República de Cuba, el 14 de junio de 1960, “Año de la Reforma Agraria”.

Fecha: 

14/06/1960
Compañero Presidente;
Compañeras y compañeros del pueblo:

Varias veces nos hemos reunido en esta terraza norte de lo que es hoy verdadero Palacio del pueblo (Aplausos).  Es imposible dejar de recordar aquellas ocasiones anteriores:  la primera fue el día de nuestra llegada a la capital, después, en varias ocasiones más, y esta de hoy.

La primera era aquella alegría propia de la victoria del pueblo sobre la tiranía (Aplausos); era la alegría enloquecida del pueblo.  Después, para protestar enérgicamente, para expresar nuestra amarga queja, bien contra la calumnia que se lanzaba contra nuestra Revolución, bien contra la agresión.  Hoy es una alegría distinta; no es la alegría loca del primer día, no es la indignación de otras ocasiones.  Hoy es la alegría de otro gran triunfo, hoy es el resultado de actuar bien, hoy es la celebración de una victoria que se ha logrado ante circunstancias que parecían imposibles, más difícil tal vez que las victorias militares, porque las victorias militares no las deciden solamente la razón y la moral, sino que la deciden también la fuerza.  Y esta no ha sido una victoria militar, ha sido una gran victoria moral, decidida no por la fuerza acompañando la razón y la moral, sino que ha sido una victoria de la razón, una victoria de la verdad, un triunfo de nuestro pueblo, en todo el extenso continente, donde radican los pueblos hermanos de la América Latina (Aplausos).

Y esa victoria se ha logrado exclusivamente con la razón, la moral y la verdad; esa victoria se ha logrado frente a todas las campañas; esa victoria se ha logrado frente a todos los intentos de aislarnos.  Y a pesar de todo lo que se ha tratado de calumniar y de desmoralizar a nuestra Revolución en los pueblos hermanos de América, utilizando todos los medios imaginables para confundir a los pueblos, utilizándose todos los vehículos de propaganda, a pesar de la distancia, a pesar de la mentira, a pesar del intento de aislarnos, los pueblos hermanos de América han respondido (Aplausos); los pueblos hermanos de América no solamente han demostrado su solidaridad, no solamente han demostrado sus simpatías, no solamente han demostrado el calor con que sienten la lucha del pueblo cubano, sino que han demostrado algo que tiene una significación extraordinaria, ¡han demostrado que a los pueblos ya no se les puede engañar fácilmente! (Aplausos), ¡han demostrado que los pueblos no son víctimas fáciles ya de las grandes mentiras de la oligarquía y de los poderosos intereses internacionales! (Aplausos.)

Y esta es, a nuestro juicio, la elección más importante de la gira triunfal de nuestro Presidente (Aplausos).  Y es para nosotros un motivo de aliento, una verdadera esperanza, no solo en el porvenir de nuestra patria, sino en el porvenir de los pueblos hermanos de nuestro continente, saber que a los pueblos ya no se les puede engañar (Aplausos).  ¡Y es un motivo de seguridad para nuestra Revolución saber que a los pueblos ya no se les puede engañar! (Aplausos.)  Porque a esos pueblos, que después de un año y medio de campañas hostiles contra nuestra Revolución, esos pueblos a los que no se les pudo arrancar del corazón la entrañable simpatía hacia este pueblo hermano que lucha heroicamente (Aplausos); a esos pueblos a los que no se les pudo confundir, a esos pueblos a los que no se les pudo matar la fe y la esperanza que con toda razón han puesto en la Revolución Cubana, esos pueblos que aprendieron a pronunciar con respeto y con cariño el nombre de Cuba (Aplausos), esos pueblos que saben que nuestra patria es una nación pequeña, pero que ha sabido erguirse valientemente frente a las fuerzas poderosas que han explotado las riquezas de nuestro continente; esos pueblos que saben lo que Cuba significa, que saben lo que significaría la derrota de nuestra Revolución (Exclamaciones de:  “¡No!”), como saben lo que significaría su victoria (Exclamaciones de:  “¡Venceremos!, ¡Venceremos!”); como saben que gracias a la entereza y al heroísmo de nuestro pueblo, venceremos (Aplausos).  Esos pueblos que desde la Argentina hasta México gritaron:  “¡Cuba sí, yankis no!” (Exclamaciones de:  “¡Cuba sí, yankis no!”)  Cuba sí, yankis no, consigna espontánea que ha surgido de todos los labios de nuestros sufridos hermanos; consigna que no les podrán arrebatar la mentira y la propaganda falsa; consigna que quiere decir mucho; consigna que es la expresión de la rebeldía de los millones y millones de seres humanos que han vivido humillados y explotados; consigna que quiere decir...  (Exclamaciones de:  “¡Cuba sí, yankis no!”); consigna que significa mucho y que quiere decir mucho; y que ha de ser motivo de desaliento para los que trataron de sumirnos en un diluvio de calumnias, en un diluvio de mentiras y en un mar de descrédito, porque no lograron que nuestros pueblos hermanos gritaran:  “¡Yankis sí, Cuba no!” (Aplausos); a pesar de todas sus influencias, a pesar de todos los periódicos que están a su servicio, a pesar de los millones de toneladas de papel que se han gastado; a pesar de los millones y millones de dólares que se han gastado para combatirnos y desacreditarnos; a pesar de esos 18 meses de incesante y hostil campaña.  Quiere decir mucho, pero mucho, esa consigna que ya no podrán arrancársela del corazón de nuestros pueblos hermanos (Aplausos), porque tiene sus raíces en toda la injusticia que se ha cometido contra ellos; tiene sus raíces en toda la sangre y en el dolor y en las lágrimas que les han hecho derramar, en el hambre y la miseria que les han hecho sufrir, demasiado enraizada en el corazón de esos seres humanos como ustedes, de tal forma que no se la podrán arrancar jamás (Aplausos).

Y eso quiere decir que Cuba no estará sola; eso quiere decir que no ha sido en vano el esfuerzo realizado, que no ha sido vana la sangre derramada, que no se ha perdido el sacrificio de nuestro pueblo, que ha fructificado el ejemplo magnífico de Cuba.  Y eso es lo que ha demostrado la gira triunfal de nuestro Presidente (Aplausos y exclamaciones de:  “¡Dorticós!, ¡Dorticós!”):  las entrañables simpatías hacia nuestra Cuba, nuestra Cuba, sí, nuestra por primera vez y nuestra para siempre (Aplausos).  Orgullo infinito para los que luchamos por ella, para los que trabajamos por ella, para los que estamos dispuestos a morir por ella (Aplausos y exclamaciones de:  “¡Venceremos!, ¡Venceremos!”); y vergüenza eterna para los que luchan contra ella...  (Exclamaciones de:  “¡Paredón!, ¡Paredón!”), para los que quieren destruirla, para los que quieren arrancarla del lugar de honor que ha ocupado, para los que ayer no se avergonzaron de verla humillada, para los que ayer no se indignaron de verla oprimida, para los que ayer no estuvieron dispuestos a dar una sola gota de sangre para salvarla y hoy se duelen de verla victoriosa, de verla luchadora, de verla fuerte, de verla triunfante; de verla admirada y de verla tomada de ejemplo, de ejemplo, sí, porque nuestra patria es hoy ejemplo (Aplausos), para los pueblos que han padecido y padecen las mismas penas que padecíamos nosotros.

Pero no habrá castigo mayor para los traidores... (Exclamaciones de:  “¡Paredón!, ¡Paredón!”)  No, un castigo peor todavía que el paredón:  ¡el castigo de no poder sentir jamás este sentimiento de orgullo y de dignidad (Aplausos), este sentimiento de generosidad y desprendimiento, este sentimiento de infinito amor y este sentimiento de esperanza con que premia la patria a los que saben ser verdaderos hijos!  (Aplausos.)  Y el verse privados de esa alegría, el verse privados de esa satisfacción y de ese orgullo, el verse privados de esa emoción, el tener que vivir rumiando la envidia y rumiando la ruindad, ¡el tener que llorar cuando el pueblo ríe, el tener que reír cuando el pueblo llora, es castigo peor que el paredón!  (Aplausos.)  El tener que vivir con la eterna vergüenza de no tener patria, el tener que vivir en el frío aterrador de los que no tienen el calor de su pueblo y de su tierra (Aplausos), es castigo peor, porque es el paredón moral de los traidores (Aplausos).

Por eso, este día de alegría es la alegría de los buenos, es la fiesta de los verdaderos patriotas, es la emoción de los sinceros revolucionarios, la felicidad de la inmensa mayoría de nuestro pueblo; de ese pueblo que a pesar de la lluvia —porque la lluvia es demasiado poca cosa ya para un pueblo como este— (Aplausos), esta multitud delirante que lanzaba flores y expresaba en sus rostros alegría indescriptible, esa alegría es la más emocionante alegría de los pueblos, que a nosotros, en nuestro trayecto, nos hacía meditar en que obrar bien tiene sus frutos extraordinarios, actuar con justicia tiene sus frutos extraordinarios, luchar por un gran ideal tiene sus frutos extraordinarios, sembrar conciencia, sembrar dignidad, sembrar justicia, tiene sus frutos extraordinarios (Aplausos).

Y si después de 18 meses de incesante y dura lucha, los frutos son estos, un pueblo de pie, un pueblo firme (Exclamaciones de:  “¡Venceremos!”), un pueblo dispuesto a los mayores sacrificios, un pueblo dispuesto a morir, sin que lo abandone la alegría y la sonrisa, es el fruto del esfuerzo, ¡es el fruto de la dignidad y de la conciencia formidable de los cubanos!  (Aplausos.)  Y que sembramos, no nosotros, que sembraron muchas generaciones de cubanos, que sembraron los que lucharon y los que cayeron.
Para ellos, para todos los que han luchado y los que han caído durante más de un siglo, por alcanzar lo que esta generación ha alcanzado, para todos los que se han sacrificado, ¡nuestro recuerdo emocionado y nuestra gratitud también, en un día como hoy!  (Aplausos); con la seguridad de que lo que hemos conquistado no lo perderemos; de que lo que está por conquistar no lo renunciaremos; de que, cualesquiera que sean los sacrificios, por grande que sea el esfuerzo que se requiera de todos nosotros, ¡el resultado no podrá ser otro que la victoria!  (Exclamaciones de:  “¡Venceremos, Venceremos!” y “¡Cuba sí, yankis no!”)

Y lo que me faltaba por decir, que este viaje de nuestro Presidente (Aplausos y exclamaciones de:  “¡Dorticós!, ¡Dorticós!”), ha demostrado lo que sus compañeros más cercanos sabíamos, lo que el pueblo sabía, lo que América ya sabe:  ¡que Cuba tiene un gran Presidente, a quien cedo la palabra!
(Ovación)
VERSION TAQUIGRAFICA DE LAS OFICINAS DEL PRIMER MINISTRO