DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN EL ALMUERZO EN SU HONOR EFECTUADO EN LA CIUDAD DE LOS COSMONAUTAS, URSS, EL 29 DE JUNIO DE 1972
Fecha:
Querido compañero Brezhnev;
Queridos compañeros del destacamento de cosmonautas;
Queridos compañeros soviéticos y cubanos:
En el día de hoy, durante esta visita a la población estelar, nosotros hemos vivido horas muy agradables y muy emocionantes. En primer lugar, tuvimos la oportunidad, pudiéramos decir el privilegio, de ver el centro de entrenamiento, de ver los lugares donde ustedes se entrenaron, las naves; tuvimos la posibilidad de obtener una idea real de las condiciones en que ustedes trabajan y las condiciones en que ustedes han realizado las exploraciones espaciales. Tuve incluso la oportunidad de introducirme en una de esas naves. Por unos segundos es posible que yo me haya imaginado que también era cosmonauta.
Y yo pensaba en esos momentos cómo recibimos las noticias de los viajes espaciales: cada vez que se producía un vuelo espacial, en el mundo se informaba del vuelo, de la órbita, del número de vueltas y de múltiples noticias que llegaban del espacio. Veíamos fotografías, veíamos películas; leíamos libros, revistas; conocimos los cosmonautas. Pero, sin embargo, cuánto esfuerzo, cuánto tiempo, cuántas horas de trabajo, de estudio y de sacrificio; cuánta dedicación, cuánta voluntad, cuánta abnegación, ¡cuántas cosas han tenido que ocurrir para que se produzca el vuelo de los cosmonautas! Y además, cuántos riesgos, cuántas incomodidades, que verdaderamente hacen de los vuelos espaciales una gran hazaña.
Por mucho que la imaginación del hombre trate de comprenderlo, difícilmente llegue a alcanzar la realidad de lo que significa ese esfuerzo de ustedes.
Pero además qué gran esfuerzo científico, qué gran esfuerzo técnico, qué extraordinario y complejo desarrollo de la economía ha sido necesario para eso.
El compañero Brezhnev nos explicaba que todos los componentes de esas naves espaciales han sido construidos en la Unión Soviética. Cuántos miles de equipos, cuántas decenas de miles de piezas, cuántos diferentes metales, cuántos diferentes productos químicos, qué desarrollo de la electrónica y de las computadoras, y de la física y de las matemáticas, ha hecho falta para lograr la proeza de los vuelos espaciales.
Nosotros ayer, en nuestra visita al Distrito de Gagarin, recordábamos que con motivo del recorrido por el GOSPLAN habíamos visto una exposición de Lenin: los cuadros de Lenin hablándoles a los soldados, a los obreros, al pueblo; las fotografías de Lenin en aquella época, que eran épocas tan duras, épocas tan difíciles. Y hay una fotografía de Lenin mirando el paso de una carreta que llevaba troncos de árboles para hacer madera.
Han transcurrido no mucho más de 50 años, y en esos 50 años, a pesar del punto de partida de la Unión Soviética, en medio de las ruinas de la guerra imperialista, de las intervenciones, de las bandas contrarrevolucionarias, en medio del aislamiento y del bloqueo, empezaron a construir el Estado socialista, se enfrentaron a las tareas del desarrollo, a los planes quinquenales. Luego de nuevo la guerra, la invasión hitleriana, y la destrucción, las pérdidas de enormes riquezas y de 20 millones de vidas, el surgimiento del campo socialista en un área destruida por la guerra. Y aun en medio de esas terribles circunstancias, la Unión Soviética, el pueblo soviético, bajo la dirección de su Partido, ha llegado a los avances, ha llegado a los éxitos, ha llegado a las proezas —en todos los campos— que se han logrado.
Lenin y los primeros bolcheviques no tuvieron la oportunidad de contemplar esta era de la conquista del espacio, pero ellos creyeron en el poder soviético, ellos creyeron en las ideas marxistas, ellos creyeron en el hombre, ellos creyeron en el Partido que habían fundado, y la realidad ha venido a demostrarlo de una manera absoluta, de una manera impresionante.
Por eso, cuando nosotros vemos estos logros, no podemos menos que rendir nuestro tributo de respeto a los que fueron capaces de ver las posibilidades de la revolución socialista.
Y todos estamos conscientes de que es un camino que apenas comienza. ¡Cuántas cosas en el futuro, cuántas nuevas conquistas de la ciencia del espacio nos quedan por delante!
Pero además hemos tenido la oportunidad de ver no solo la técnica, sino de ver los hombres que han trabajado, han manejado esa técnica y han conquistado el espacio.
Nosotros hemos tenido el privilegio de conocer a muchos de esos hombres, comenzando por el compañero Gagarin, que visitó a nuestro país algún tiempo después de su viaje espacial. Nosotros hablábamos ayer de eso en el Distrito Gagarin: de su juventud, de su espíritu lleno de optimismo, lleno de vida, y al mismo tiempo de su nobleza, de su modestia, de su sencillez, de su espíritu amistoso que dejó en nuestro país un gran recuerdo.
Sin duda que los hombres que han estado trabajando en la conquista del espacio han sido escogidos por el Partido por su conciencia revolucionaria, por su espíritu de disciplina, por su abnegación, sus méritos, su valor, su capacidad, su inteligencia, su voluntad. Pero no es casual el hecho de que detrás de cada hombre de esas características hay un hombre verdaderamente sensible, hay un hombre de una gran calidad humana.
Lo que nosotros hemos podido ver en los destacamentos de cosmonautas son precisamente esas extraordinarias cualidades humanas que están detrás del revolucionario, detrás del buen revolucionario, detrás del buen trabajador.
Nuestro país ha tenido el honor de recibir a nueve de los 25 cosmonautas. Infortunadamente varios de ellos ya no se encuentran aquí entre nosotros. Nosotros deseamos verdaderamente que Cuba pueda seguir teniendo el honor de recibir con frecuencia la visita de ustedes. De todo corazón les brindamos nuestro país, nuestra hospitalidad, nuestra tierra, nuestros mares (APLAUSOS). Esos mares azules que ustedes ven desde el espacio cuando viajan. Nuestros mares son, además, mares muy claros, muy bellos. Imaginamos que desde el aire también se vean bellos, desde tierra también son así realmente: las aguas, los fondos de coral, las arenas. Y nada más justo que si ustedes los ven desde lejos, a cientos de kilómetros, tengan la oportunidad de verlos de cerca y de palpar todo eso.
Nosotros también hemos visto hoy el aspecto humano de la vida de los cosmonautas. Hemos visto el pueblo donde viven, los edificios de apartamentos. Hemos visto sus familiares, hemos visto sus hijos y los familiares de sus compañeros, y pensamos que ellos viven junto con ustedes el esfuerzo, el sacrificio en la lucha por la conquista del cosmos; ellos han sufrido junto con ustedes los riesgos: el cosmonauta, el riesgo de perder la vida; los familiares, el riesgo de perder a los seres queridos; las esposas, a los esposos; los hijos, a los padres; los riesgos de perder al compañero, de perder al amigo.
Imaginamos los inmensos dolores de ustedes cuando han ocurrido accidentes, cada vez que se ha producido un hecho doloroso. Hay una cifra que da la idea de los riesgos del esfuerzo de ustedes, y es el número de compañeros que han muerto, de entre los 25 que han participado en la conquista del espacio.
Por último, en aquellos momentos tuvimos un instante de mucha emoción cuando visitamos la estatua de Gagarin y le pusimos la ofrenda floral, y aparecieron los niños, apareció la población, y una banda de música tocaba la Marcha del 26 de Julio. Fueron para nosotros minutos que no podremos olvidar.
Y aquí en este Museo, al final, vimos las fotos, vimos los recuerdos, vimos los regalos que les dieron a lo largo de la visita a todo el mundo. Entre ellos estaban las fotos en ocasión de la visita a Cuba del compañero Gagarin y de otros compañeros. Vimos también los presentes que a todos les han hecho en todos los países que visitaron. Por último, admiramos y celebramos realmente la idea de organizar ese pequeño Museo. Porque, a pesar del poco tiempo transcurrido, ya la conquista del espacio tiene su historia: una historia llena de esfuerzo, llena de sacrificio y llena de proezas. Y es bueno que las generaciones venideras tengan la posibilidad de conocer y de comprender cómo comenzó todo esto.
Nosotros no tenemos la menor duda de que en los próximos 20, 25 años, 50 años, quién sabe las cosas que estarán ocurriendo en el espacio, quién sabe las naves que estarán volando; quién sabe las plataformas, los laboratorios, las cosas que se estarán haciendo entonces. Pero todo eso ha tenido un comienzo, como tuvo un comienzo la revolución bolchevique, como tuvo un comienzo el Estado soviético.
Y así como nada nos conmueve tanto como recordar aquellos primeros tiempos, también nada conmoverá en el futuro tanto como recordar estos tiempos, como conocer estos inicios, este comienzo, conocer la vida y la historia y el trabajo de los hombres que iniciaron la conquista del espacio.
Nosotros, a la vez de expresarles a ustedes nuestra más profunda admiración, queremos también expresar nuestro agradecimiento, nuestro recuerdo a los compañeros que dieron su vida por estos éxitos; recordar también a los que están ausentes, físicamente ausentes, pero plenamente presentes en nuestro recuerdo y en nuestros sentimientos; expresar nuestra admiración por el pueblo soviético, por su Partido y por su dirección, por el interés que le han puesto a la cuestión de la conquista del espacio, por el tiempo y la energía que han dedicado a este esfuerzo.
Por eso, compañeros, nosotros deseamos brindar por el destacamento heroico de los cosmonautas soviéticos, brindar por los éxitos del pueblo soviético, brindar por su Partido y brindar por su dirección, brindar por el compañero Brezhnev (APLAUSOS).