Discursos e Intervenciones

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la Marcha por la Libertad, Estatua de la Emancipación, en Bridgetown, Barbados, el día 1ro de agosto de 1998

Fecha: 

01/08/1998

Estimado señor Primer Ministro,

Miembros del Gabinete, parlamentarios y autoridades,

Queridos hermanos y hermanas barbadenses:

Agradezco infinitamente al Primer Ministro Arthur por sus generosas y emotivas palabras con relación a Cuba y al noble y desinteresado aporte de nuestro pueblo en las luchas más recientes por la liberación de Africa  (Aplausos).  Debo decir, sin embargo, que el pueblo cubano no hizo más que saldar una deuda con Africa y con la humanidad (Aplausos).

Cientos de miles de hijos e hijas de Africa fueron arrancados a la fuerza de sus lugares de origen y llevados como esclavos a Cuba, donde a fuerza de sudor, sacrificio y martirio crearon riquezas para el lujo y disfrute de sus crueles amos, pero que con su sangre generosa y su noble raza contribuyeron a forjar la nación digna y heroica que es la Cuba de hoy.  Las raíces de nuestras luchas por la independencia y por la definitiva liberación están en la resistencia de esos esclavos y sus luchas pioneras por la emancipación.  Decenas de miles de esclavos y descendientes de esclavos africanos lucharon en nuestros ejércitos mambises durante los treinta años de guerra contra el régimen colonial español en el pasado siglo; años de lucha que culminaron hace exactamente cien años con la frustración de nuestra independencia por la intervención de una codiciosa potencia extranjera.

Por eso los cubanos no buscamos reconocimiento ni gratitud por lo que consideramos el cumplimiento de un deber, y el ejercicio de una vocación internacionalista que llevamos hondamente grabada en nuestra conciencia como pueblo (Aplausos).

Nuestra relación con el Caribe está basada en esos mismos sentimientos. Nuestros países insulares son especialmente vulnerables y están en situación más difícil en muchos aspectos que otros países subdesarrollados.

Nuestros pueblos están expuestos como ninguno a los efectos más inmediatos y devastadores de los cambios climáticos provocados por la conducta irresponsable del hombre.  Ya no se trata tan solo de la radical transformación de su ambiente y de sus condiciones físicas de vida:  lo que está en juego es la supervivencia de sistemas culturales únicos y de riqueza singular, la existencia misma de naciones cuyos frágiles territorios corren el peligro de ser borrados del mapa mundial por la marea creciente del calentamiento global.

La globalización de la economía internacional es un proceso objetivamente irreversible.  Lo que cabe preguntarnos es qué tipo de globalización queremos para nuestros pueblos.  ¿Es acaso la globalización neoliberal que se propugna desde los grandes centros de poder económico en el mundo?  Esa globalización, aparte de ser insostenible, no es la que conviene a nuestros pueblos.

No somos nosotros los responsables principales de los fenómenos que hoy acechan a todos los países del Tercer Mundo, y entre ellos a los del Caribe.  El verdadero desarrollo sostenible al que nuestros pueblos aspiran se funda ante todo sobre la liquidación de un orden económico internacional injusto que mantiene a nuestros pueblos en el subdesarrollo y el atraso.

La deuda externa, el intercambio desigual, la apertura indiscriminada del comercio y de las relaciones económicas, son los verdaderos enemigos de nuestro desarrollo.  Ellos son la causa de que se agrande cada vez más la brecha entre países ricos y pobres, de que en el Tercer Mundo el hambre se agrave, de que las enfermedades prevenibles cobren más víctimas, de que se extienda la pobreza.

Distribúyase mejor la riqueza a nivel mundial, redúzcase el despilfarro en las sociedades más ricas, impídase la transferencia al Tercer Mundo de hábitos de consumo que agreden al medio y distorsionan nuestras economías, bríndese acceso a todos los pueblos a las tecnologías disponibles, y se habrá hecho algo concreto en favor del desarrollo de las dos terceras partes de la humanidad.

Dedíquense al fomento del desarrollo sostenible al menos una fracción de los gigantescos recursos financieros que aún hoy, desaparecida la guerra fría y alejado el peligro de una confrontación nuclear, se dedican a los gastos militares (Aplausos).

Creemos en la fuerza de un Caribe unido.  Estamos convencidos de que juntos venceremos los grandes retos que nos esperan (Aplausos).

Creemos en la utilidad de programas concretos de cooperación entre nuestros países.

Creemos, por ejemplo, sumamente injusto y egoísta que los países del Caribe sean despojados, a través de la OMC, de sus modestas cuotas en el mercado bananero para satisfacer el apetito insaciable de tres o cuatro poderosas transnacionales norteamericanas (Aplausos).

Creemos que los países de habla inglesa del Caribe no pueden seguir siendo subestimados e ignorados por las demás naciones de América Latina (Aplausos).

Cuba está dispuesta a contribuir al proceso de inserción de nuestro país en el Caribe, del que Barbados ha sido uno de los impulsores principales, y a la integración del Caribe con el resto de América Latina.  Somos pequeños, pero nuestra voz unida y firme puede ser poderosa.

En el caso de Barbados, nuestra identificación con este pueblo se hace todavía más completa si, a todo lo que nos une con el Caribe, añadimos la especial relación surgida entre nuestros dos pueblos hace 22 años, con motivo del criminal sabotaje perpetrado contra un avión civil de Cubana de Aviación que causó la muerte en las aguas de esta isla a 73 víctimas inocentes, de ellas 57 cubanos.  En aquella ocasión quedó de manifiesto la calidad de este pueblo cuando condenó enérgica y unánimemente el crimen, y apoyó los ingentes esfuerzos realizados por el gobierno y las autoridades barbadenses de entonces para buscar algún posible sobreviviente y para realizar sin demora una exhaustiva investigación del hecho.

¡La sangre de los caídos como consecuencia de aquel crimen selló para siempre la amistad y la solidaridad del pueblo cubano con el pueblo de Barbados! (Aplausos.)

Cuba será siempre fiel a esa amistad y a esa solidaridad.

Barbados y el Caribe podrán contar con la solidaridad de Cuba en todas y cada una de las batallas que deban librar por el desarrollo de sus pueblos.  Cuba defenderá en la Organización Mundial del Comercio y en cuanto otro foro internacional sea necesario, el  derecho de los países del Caribe de conservar las preferencias comerciales que son justas e imprescindibles teniendo en cuenta sus peculiares condiciones como países pequeños y sus desiguales niveles de desarrollo.

Barbados y el Caribe podrán contar con la eterna gratitud de Cuba por haber sido los iniciadores del movimiento por liquidar el aislamiento impuesto a  nuestro país (Aplausos).

Barbados y el Caribe podrán contar con el apoyo de Cuba en la defensa de cualquier causa justa en beneficio de sus pueblos (Aplausos).

¡A nuestros hermanos del Caribe y de Barbados les decimos que Barbados y el Caribe pueden contar con Cuba como cuenta un árbol con la savia que circula por sus venas!

Muchas gracias (Aplausos).

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