Primera Declaración de La Habana: una respuesta contundente
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Pocos meses habían transcurrido del triunfo de la Revolución cubana el primero de enero de 1959 cuando Cuba enfoca su interés en reconstruir el país después de varios años de una tenaz lucha contra gobiernos entreguistas.
El país había quedado arruinado no solo como secuela de la guerra, el gobierno de Batista se había enriquecido explotando los intereses comerciales de Cuba a través de negocios lucrativos que dejo una economía débil, desbastada.
El gobierno norteamericano tenía como propósito ahogar a Cuba en la más absoluta miseria, y para ello canceló la compra de azúcar.
Ante esta agresión el gobierno cubano nacionalizó las empresas estadounidenses ubicadas en la Isla.
El pueblo descontento se manifestó a través de huelgas que costaron la vida a alrededor de 20 000 personas.
Estados Unidos no concebía que un país pequeño, destruido por la guerra construyera su propio destino, y es en este contexto que se desarrolla en agosto de 1960 en San José de Costa Rica, la VII Reunión de Consulta de los Cancilleres de la Organización de Estados Americanos (OEA) organizada por los Estados Unidos para condenar y aislar a Cuba, como parte de un complot organizado para una agresión, que se produjo en abril de 1961 por Playa Girón.
El documento fue aprobado, excepto los cancilleres de Venezuela y Perú, no firmaron y renunciaron a sus cargos.
La voz del pueblo en total descontento se alzó rebelde y combativa en la Plaza de la Revolución, José Martí, en La Habana, el 2 de septiembre de 1960 aprobando la Primera Declaración de La Habana, leída por Fidel Castro.
La declaración fue una respuesta contundente a la Declaración de San José, acordada por la OEA. Esta vez el Canciller de la Dignidad Raúl Roa García denuncio los ataques y las maniobras yanquis de Estados Unidos contra Cuba.
La Asamblea proclamó ante América el derecho de los campesinos a la tierra, al derecho de los obreros al fruto de su trabajo, de los niños a la educación, de los enfermos a la asistencia médica, de los jóvenes al trabajo, a una enseñanza libre, real, científica, que los negros y los indios tuvieran dignidad plena, que la mujer gozara de igualdad civil, social y política, que los ancianos disfrutaran una vejez segura, que el estado nacionalizara los monopolios imperialistas para rescatar las riquezas y recursos nacionales, el derecho de los pueblos a libre comercio, a la soberanía plena.
En fin que se defiendan los derechos y los destinos de cada quien.
Desde ese momento Cuba estableció relaciones diplomáticas con la República Popular de China y proclamó que aceptaba y agradecía el apoyo de los cohetes de la Unión Soviética si Cuba era invadida por Estados Unidos.
Hace 64 años la Primera Declaración de La Habana se convirtió en uno de los pilares fundamentales de la política cubana y sus principios y pronunciamientos tienen plena vigencia hasta nuestros días.