El verdor de la Sierra Maestra transita por el Centro de la Isla
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La noche del 5 de enero de 1959,el puente de hierro en el río Zaza a la salida de Jatibonico que marca el límite entre Camagüey yla provincia villareña se estremece con el paso de los barbudos. Ya tarde llegan al parque Serafín Sánchez,de Sancti Spíritus,entre la admiración y los vivas del pueblo. Desde los balcones de la Sociedad El progreso sobre las 2:00 de la madrugada del día 6, Fidel le habla al pueblo: «No podía ser para mí esta ciudad de Sancti Spíritus, una ciudad más en nuestro recorrido. Todos los peligros que una revolución tiene en su camino los tendremos que afrontar, tal vez amenazas extranjeras, tal vez agresiones extranjeras […] Creo de tal manera en la dignidad y el honor de nuestro pueblo, que digo que a este pueblo hay que respetarlo, porque quien no respete a este pueblo, quien quiera arrebatarle su libertad, su soberanía o su derecho, tendrá que matar hasta el último hombre, hasta la última mujer y hasta el último niño».1
Mientras habla, alguien del público indaga sobre otros jefes del Ejército Rebelde. El Comandante explica: «Raúl está en el cuartel Moncada; Gómez Ochoa está en el regimiento de Holguín; Juan Almeida está con la columna blindada y va a ser designado jefe de la división blindada que vamos a organizar con los veteranos de la Sierra Maestra; Camilo Cienfuegos está en Columbia; el comandante Ernesto Guevara está en La Cabaña, y el comandante Efigenio Ameijeiras ha de estar ya a estas horas en la jefatura de la Policía Nacional».2
Prosigue la Caravana y otros pueblos en el recorrido se desbordan de alegría: Guayos, Cabaiguán, Placetas, donde se mezclan y destacan junto al pueblo los guerrilleros que bajaron del Escambray. Se desplazan en el escenario de tantos combates librados por las columnas del Che y Camilo. La batalla de Santa Clara, con los combates calle a calle comandados por el guerrillero argentino y el tren blindado descarrilado, fueron hechos muy decisivos en el curso final de la gesta libertaria.
Aunque no cabían las personas en las calles, al mediodía aquel 6 de enero, una enorme multitud espera a Fidel en el parque Leoncio Vidal frente a la sede del Gobierno Provincial. De nuevo el diálogo sincero y orientador: «Desde que el pueblo manda hay que introducir un nuevo estilo: ya no venimos a hablarle al pueblo, sino que venimos a que el pueblo nos hable a nosotros. El que tiene que hablar de ahora en adelante, el que tiene que mandar de ahora en adelante, el que tiene que legislar de ahora en adelante, es el pueblo […]»3
Fidel se despide de los santaclareños, que muestran un enorme júbilo. La tropa se presta a almorzar, tarea asimilada por los dirigentes revolucionarios en cada lugar donde se detenían para descansar y alimentarse.
Casi anochece y Fidel parte en autos hacia Cienfuegos con un número reducido de hombres. Ha recibido una invitación de una delegación de la Perla del Sur y el Comandante accede. Quiere rendir tributo a la vez a los caídos el 5 de septiembre de 1957cuando un grupo de valientes marinos e integrantes del Movimiento 26 de Julio enfrentaron al ejército opresor, ocuparon la ciudad por varias horas pero la sublevación fue ahogada en sangre.
Fidel visitó Cayo Loco, uno de los escenarios de aquella acción, ahora en un ambiente tenso porque los integrantes de la Marina que habían servido a Batista no habían sido aún depurados. Fidel les explica que el marino será un hombre útil a la sociedad, no será un instrumento de los enemigos del pueblo.
Habla a una multitud en el parque José Martí, realiza un recorrido por Punta Gorda en la Bahía y degusta una célebre paella en el restaurante Covadonga.
En la mañana del día 7 la Caravana entra a Manacas. Fidel se dirige a los obreros de la cervecera y continúan el recorrido hasta pasar los límites de Santa Clara con Matanzas. El primer pueblo que los acoge es San Pedro de Maniabón. Cercano está Colón, sus residentes no durmieron esperando a los barbudos; es la patria chica del médico del Moncada Mario Muñoz Monroy, caído en el asalto. Otros pueblos como Perico, Jovellanos. Limonar, le suceden.
Entran a la ciudad de Matanzas por la noche. Fidel se traslada al Palacio de Municipal frente al parque La Libertad y cuando aparece en el balcón desde donde hablará, en la multitud la alegría se desborda. «Aún nos queda algo de energía».