Discursos e Intervenciones

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto de puesta en marcha del sistema de interconexión eléctrica que suministrará energía a la zona del norte de Brasil. Santa Elena de Uairen, República Bolivariana de Venezuela, 13 de agosto del 2001

Fecha: 

13/08/2001

Pienso que Chávez ha sembrado el terror a última hora anunciando que me iban a dar la palabra, y ya yo me había comprometido con él a ser muy breve,  era un deber elemental.

Iba a empezar, precisamente, diciendo que les iba a dirigir unas breves palabras, como respuesta a la amabilidad y al gesto generoso de permitirme ocupar esta tribuna unos minutos un día como hoy, porque pienso que lo que todos pudimos contemplar, y tal vez millones y millones de personas por la televisión, es un acontecimiento histórico:  la conexión de esas dos líneas es todo un símbolo de las perspectivas, de las posibilidades y de la voluntad de unir.

En las explicaciones subsiguientes nos han contado, incluso, cómo pudo hacerse y con qué excelente cuidado por proteger el paisaje, la ecología y la naturaleza.  Ellos nos habían contado algunas de estas cosas, pero me alegro mucho de que esas palabras hayan podido ser escuchadas por el pueblo de Venezuela y por quién sabe cuántos millones de personas en otros países vecinos.

Casi de inmediato, porque estamos presenciando una época de creación, no se había concluido esta ceremonia, y ya los dos Presidentes y sus colaboradores estaban hablando de promover el cultivo de la soya.  Tal vez muchos no se den cuenta de lo que eso significa;  yo lo puedo resumir en una idea:  la leche se considera un alimento esencial para los niños y para la población, y siempre, después que profundicé en los conocimientos sobre esta planta y los subproductos de la soya, llegué a la conclusión de que la soya es la única oportunidad de alimentar, con un producto de alta calidad, a cientos de millones y tal vez miles de millones de personas.

Fueron los propios brasileños los que iniciaron unos experimentos para producir la leche de soya, hasta crearon una vaca mecánica, recuerdo todos los detalles porque de esas adquirimos en Cuba una vaca mecánica y varias más para divulgarlo entre otros países amigos.   

Hicimos todos los cálculos de la proteína que tiene la soya, la grasa, cuál es la composición de la leche, a la que se le añade también una proporción de calorías en forma de azúcar, en que la lactosa puede ser perfectamente sustituida por el azúcar de caña, y a varios países amigos les obsequiamos una vaca lechera brasileña, que en aquella época costaba unos 30 000 dólares;  se lo puedo asegurar, porque esas cifras  no se me olvidan, sobre todo el costo de los productos.

En nuestro país estábamos construyendo un centro de investigaciones alimenticias, y en fecha bastante reciente introdujeron una innovación técnica, porque en la primera vaca lechera aquella se exprimía el grano, quedaba la masa,  y en aquella masa, una parte importante de la proteína; se extraía el aceite y, además, los productos proteicos similares a la leche en forma licuada.  En nuestro centro de investigación se les ocurrió la idea de triturarlo todo, pulverizarlo todo, de modo que aprovechan el ciento por ciento de los nutrientes de la soya, solo se desecha la cáscara —se hace mediante unos equipitos sencillos—, y produce una leche que tiene más proteínas que la leche de vaca, e incluso a veces más sana, porque hay niños que son alérgicos a la leche de vaca y resuelven el problema con leche de soya.  La que se produce en nuestro país tiene un tenor de grasa un poco más bajo que la leche de vaca, pero resulta más saludable, sobre todo el niño la asimila mejor, aunque la mejor, la óptima, es, por supuesto, la de la madre;  la leche de vaca es una sustituta.

La mantequilla es, quizás, uno de los alimentos que menos recomiendan por la cantidad de colesterol que tiene, y el aceite de soya   es más saludable que la grasa de la vaca.  Nosotros, con un kilogramo de soya, producimos diez litros de leche, con un tanto por ciento de grasa algo menor que el de la mantequilla, pero una grasa saludable, y un complemento de sacarosa, unido a un sabor, de varios que existen, que convierten el producto en algo muy agradable.   Espero que me perdonen estas recomendaciones que estoy haciendo aquellos que producen leche;  las estoy haciendo para aquellos miles de millones que no pueden consumir leche.  ¿Cuándo podrán los chinos, con 1 260 millones de habitantes, consumir leche?  Nunca la han consumido, si acaso algunos alimentos de la soya; necesitarían las pampas de Argentina para producir leche de vaca y no les alcanzaría.

Así se ha logrado elaborar un producto de altísima calidad, y una innovación adicional del instituto de investigaciones, partiendo de aquellas ideas brasileñas —podemos decir—, fue producirla en forma de yogur, que es uno de los alimentos más sanos y más digeribles.

Les añado que la diferencia entre el costo de importación de la leche en polvo a 2 200 dólares la tonelada en este momento, que nosotros ya compramos la del año próximo en los dos únicos países en que se podía comprar,  hay tres:  uno, que es Estados Unidos, que no nos la vende;  otros, Australia y Nueva Zelandia, que no tienen fiebre aftosa u otros problemas, y la venden a un precio alto;  añádale el costo de la mantequilla, que no es bajo.  Les puedo asegurar que producir un litro de leche de soya con estas características alimenticias cuesta aproximadamente, en divisas, para nosotros, el 10% del costo de un litro de leche de vaca a través de importaciones de leche en polvo y mantequilla.

Le he dado especial importancia a que hubiesen empezado a hablar de la soya.  También ya el presidente Cardoso nos había dicho que habían obtenido un incremento, en este último año, de alrededor de 3 millones de toneladas.

Como ellos decían, hay enormes extensiones que pueden ser sembradas de soya, que no agota la tierra, porque a través de sus raíces  y de los nódulos de sus raíces, que contienen una bacteria, hace una transferencia con la atmósfera de nitrógeno por uno de los elementos también del aire, que toma esas bacterias nodulares de la soya.

La soya es una fábrica de fertilizantes, una fábrica de nitrógeno;  además, la semilla se inocula y produce mucho más.  Sirve el suelo después para una rotación de una gramínea que no produce nitrógeno y  lo necesita.  Es realmente un privilegio esa planta, que el mundo industrializado no se ha preocupado mucho de divulgarla o emplearla para alimentar a los miles de millones de personas que en Africa, en Asia y en una gran parte de América Latina no consumen leche.

Vean cómo de una idea, un paso de avance tan constructivo, tan pacífico, tan unificador como es este, surge otra idea; y desde luego que me convertiré, a partir de estas cosas que les he estado explicando, en el defensor número uno de la ampliación de los cultivos de soya en Argentina.  Además, a la leche de la soya no le afecta ni la peste famosa de la aftosa, ni le afecta el problema de las vacas locas;  no he oído decir que alguien se haya enfermado con motivo de eso, que ha sembrado terror en el comercio incluso de alimentos y en el comercio de la leche.

Me olvidé de un cuarto país, Canadá, que también la exporta en determinadas cantidades.  Pero en el mundo hoy hay escasez de leche en polvo.  Incluso, las exportaciones están relacionadas con la existencia o no de esa enfermedad en el país productor y exportador de leche en polvo.

Esa idea podría beneficiar quién sabe a cuántas personas en el mundo, ayudar a resolver un problema alimenticio de óptima calidad, con un mínimo de costo.   Por tanto, de las tres ideas, aparte de esta que tiene el aplauso, la alegría y el apoyo de todos, la idea de extender los cultivos de soya en nuestro hemisferio es muy importante.

Está la tercera idea, mencionada aquí por el presidente Cardoso, del puente que van a construir sobre el Orinoco, el segundo puente, que tengo entendido que tiene como cuatro kilómetros.  Desde el aire vi el primero, cerca de Ciudad Bolívar;  el otro, de 4 kilómetros, me imagino que es una obra ingeniera de gran importancia, que Brasil puede hacerla, lo mismo que Brasil ha desarrollado la empresa que tiene más experiencia en la búsqueda de petróleo en los mares profundos.

Afortunadamente, Brasil es un país con tecnología desarrollada, que puede ser de enorme utilidad al desarrollo industrial de otros pueblos latinoamericanos.  Pero él bromeó, a título de mis 75 años, de los cuales ya yo me había olvidado, porque dije el otro día que cumplir 75 años en la patria de Bolívar es como volver a nacer (Aplausos), y yo les aseguro que he vuelto a nacer hoy y en estos días con todo lo que he visto.  Además, se dice que la perspectiva, el potencial de vida del hombre, es de 120 años; y se alarga el número de personas que también hay que cuidar, a las que habrá que darles leche de soya.  En nuestro propio país son cientos y cientos de miles de personas de la tercera edad que hay que atender, que hay que alimentar, que hay que cuidar, que hay que brindarles servicios de salud, porque son los que más lo necesitan.

Hay problemas muy serios, como la alimentación mundial y otros muchos, que no hay tiempo ni de discutirlos;  son tantos, que no hay tiempo ni de discutir, en tantas y tantas reuniones internacionales, el problema de la alimentación, de la educación, cosas que son vitales.    Aquí estamos hablando de dos, y de un tercero, y ya me han retado a cruzar el Orinoco, que ahí es casi tan ancho como algunas partes del Amazonas.   Esa será una obra fundamental para el desarrollo de esta región tan rica del oriente de Venezuela; pero como el problema es mío ahora, ya parece que están los proyectos y los fondos, yo lo único que pregunté, frente al desafío, es que me dijeran cuándo terminaban el puente, porque si surgen problemas de proyecto o cualquier cosa y tardan 10 ó 15 años, yo no voy a poder aceptar el reto aquel;  pero si construyen ese puente como ustedes lo pueden construir, en par de años, entonces tal vez yo pueda cumplimentar el desafío, porque nadar es lo más fácil.  ¿Saben por qué?  Porque la vida salió del agua y todos tenemos un poco de peces.  Es el mejor ejercicio, el más suave.

Ahora seguiré más disciplinadamente la dieta, el peso y el ejercicio, porque ustedes me hicieron un reto, y yo les digo que si construyen el puente en dos años, yo nado y cruzo el Orinoco a lo largo del puente (Aplausos), si el puente tiene algún lugar donde agarrarse.  Pero no, pienso ir sin boya.  Así que ahora el reto se lo paso a ustedes, a los ingenieros y a los constructores de puentes de Brasil.  Bueno, les puedo conceder una licencia de un año más para que ustedes puedan trabajar cómodamente, pero voy a seguir de cerca los cables que hablen de ese puente.

Hoy, Chávez —y ya estoy a punto de terminar para cumplir mi palabra—, he escuchado magníficas palabras.  Hemos estado en muchas reuniones cumbres, en muchos lugares;  pero pocas veces o ninguna, en tan poco tiempo y en tan pocas palabras, se expresaron perspectivas y esperanzas como las que se han expresado aquí.

El presidente Cardoso, con su proverbial sabiduría y buen humor;  Chávez, con su proverbial elocuencia, que no existiría si tras esa elocuencia no estuviera todo el amor a su patria, a la gloria de su patria y su adhesión al pensamiento de uno de los hombres más geniales y más audaces que ha conocido la humanidad, que es Simón Bolívar, maestro para los cubanos, igual que Martí.  Nuestros dos países han tenido el privilegio de contar con dos grandes personalidades, que tuvieron que luchar con las armas que tal vez no habrían usado si no hubiese sido una necesidad imperiosa;  que fueron maestros de la organización y de la lucha, y además maestros del pensamiento.  Nos han dejado una enorme herencia; y aquí hemos visto esas cosas.

Alguien dijo que el siglo pasado fue un siglo perdido.  No, hay dos siglos perdidos:  el XIX, por lo menos, en sus dos terceras partes, y el XX.  Es por ello que no tenemos un minuto que perder.  ¿O es que acaso hombres como los que hemos visto aquí expresarse y explicar las cosas, personalidades como las que han estado presentes, participantes que representan a todos los sectores, a las comunidades indígenas, a los defensores de la ecología, a los defensores de la unidad...?

Yo estaba tratando de aclarar con mis dos vecinos cuál era la frase:   o nos integramos o qué, o nos hundimos.  Y ellos me dijeron:  “O nos unimos, o nos hundimos,”  parece que esta frase es rítmica, y podemos buscar un sinónimo, que es fuerte, porque es una verdad a corto plazo:   “O nos integramos o nos desintegran” (Aplausos).

Muchos se preguntarán, ¿qué hace el representante de un pequeño país del Caribe en esta reunión de gigantes?  Habrá quien piense que lo hemos inventado para fastidiar a alguien; y como Chávez explicó, fue obra de la casualidad.  Hacía meses estaba invitado por el estado de Bolívar a recibir una condecoración, pero este ha sido un año duro, de mucho trabajo, y se posponía y se posponía para ver qué día se podía hacer.     Ya nos pusimos de acuerdo en que sería el 11 de agosto que vendríamos, y que temprano o por la noche del día siguiente sería, a media noche, la conmemoración del aniversario, y yo saldría de inmediato hacia La Habana, donde tengo fuertes compromisos con una importante visita en nuestro país —la visita puede ser más importante o menos, lo que no se puede permitir uno el lujo de dejar a alguien esperando— y una graduación nacional de todas las facultades de ciencias médicas, a las 7:00 de la noche, cuando me llega la noticia de que iba a tener lugar este acto.  Me invitan, y yo estaba en un dilema. Entonces traté de buscar una solución  —todo tiene una solución—:  el visitante se marcha mañana de noche y  los estudiantes de medicina que se gradúan, técnicos de medicina, no solo médicos sino también licenciadas en enfermería que se reúnen para su graduación y nosotros siempre les damos especial importancia por el papel que desarrollan nuestros médicos en el país o en la colaboración con otros países.

El gobernador del estado de Roraima me decía que tenía un número de médicos cubanos trabajando en el estado. Eso es en virtud de planes de colaboración que tenemos, pero hay miles también en virtud de planes integrales de salud que nosotros ofrecemos gratuitamente, ya en este momento, a decenas de millones de ciudadanos del Tercer Mundo.

No podemos pagar los medicamentos;  nosotros lo que podemos pagar es nuestros médicos, y los enviamos, porque han sido preparados para ir a cualquier lugar a cumplir cualquier misión por dura que sea; y no perdemos;  ganamos, regresan con más conciencia de los problemas del mundo, de las realidades del mundo, y se hacen mejores como seres humanos y más fervientes cumplidores de sus obligaciones como profesionales que tienen tal vez la más sagrada de las misiones que puede tener un profesional, que es salvar vidas, aliviar el dolor;  que pueden hacerlo con la ayuda de todos los demás.  Sin estos ingenieros, ¿qué equipo de rayos X o de ultrasonido puede funcionar en estas enormes áreas?

Nosotros, incluso estamos usando los paneles solares en aquellos lugares aislados, y ya los estamos usando casi masivamente para las escuelas que no tienen electricidad, para los poblados que no tienen electricidad, para que tengan acceso a los medios de comunicación, a la radio, a la televisión.  Es muy económico, por eso siempre ando preguntando números y preguntándole a Chávez, y cuando pregunté el costo de esa electricidad que se produce por hidroeléctrica y el transporte y todo eso, dije como una broma:  “¡Oye, qué bueno que pudieran ustedes enviar una línea como esta hacia allá!”  Lo dije en broma, pero ahora lo estoy pensando en serio.  Sí, porque me puse a pensar:  el teléfono, hace más de 100 años, mediante un cable, estableció las comunicaciones a través del océano;  Internet, a través de su famosísima fibra óptica, está comunicando todos los continentes, de lo cual nos alegramos, para poder trasmitir nuestras verdades y nuestros mensajes.  Y recordaba que en una conversación con Mahathir, que está construyendo una gran planta eléctrica en el territorio que comparte con Indonesia, para producir no sé cuántos millones de kilowatts, le pregunté —y no me acordaba de eso, Chávez, cuando te hablé de la línea, fue así repentinamente— y él me explicó que trasladaba la electricidad, un montón de kilómetros, desde el territorio de Indonesia —en una parte que está distante, no me acuerdo ahora el nombre exacto de esa parte de Indonesia—, por cable.

Así que lo que debemos hacer es empezar a hacer los cálculos de los costos, porque a lo mejor ustedes descubren un día cómo sacar electricidad del Orinoco y aquellos descubren cómo sacarla del Amazonas.  Y todo el mundo sabe los millones de toneladas que se ahorran, porque en los datos que me han dado los de la Corporación de Guayana y los que atienden la mayor parte de los servicios eléctricos del país, siempre ponen al lado los cientos de miles de barriles de combustible que se ahorran al día y los millones de toneladas de petróleo que se ahorran al año.  Se protege, además, el medio ambiente;  se disminuye la contaminación, y esas tecnologías aparecerán.

Faltará energía, las tres cuartas partes del mundo están por desarrollarse, y quizás la electricidad sea la más limpia de todas las energías, el recurso que se necesite.

Yo he escuchado a estos estadistas hablar hoy en nombre de ese futuro en el cual creo, en el cual los pueblos creen cada vez más.

No añado ni una coma, porque veo ya a mi Comandante Chávez mirando el reloj.  Me cuadro, obedezco y le doy las más infinitas gracias por las palabras amables, por el inmenso honor y privilegio que he tenido al presenciar este acto, por salir fortalecido aquí en mi esperanza y por profundizar mi confianza en el futuro como hombre optimista ... (Cambio  de casete)...

La América Latina unida, y con ella el Caribe también, que nosotros somos del Caribe, aunque también latinos.  Hay un conjunto de pueblos caribeños que no podemos olvidar.

Como dijo Chávez ayer muchas veces, porque le gusta esa frase:  “¡Hasta siempre!”

(Aplausos.)

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