DISCURSO PRONUNCIADO EN LA CLAUSURA DEL II CONGRESO DE LA FEDERACION ESTUDIANTIL UNIVERSITARIA, EFECTUADA EN EL INSTITUTO SUPERIOR POLITECNICO "JOSE ANTONIO ECHEVERRIA", EL 20 DE DICIEMBRE DE 1982
Fecha:
Queridos estudiantes;
Compatriotas:
Como ustedes recordarán, en el I Congreso el compañero Machadito traía un discurso para la clausura (APLAUSOS); ustedes, sin embargo, me obligaron a hablar, por lo que fue necesaria aquella fórmula salomónica de que yo hablaba aquí y el discurso de Machadito se publicaba en el periódico (RISAS). Por eso esta vez, tomando en cuenta la experiencia (RISAS y APLAUSOS), y no habiendo ningún otro discurso, me decidí a cumplir sin vacilación mi elemental deber de saludarlos y de clausurar el II Congreso de la FEU (APLAUSOS).
No es fácil hacer la clausura de un evento —lo he dicho otras veces— cuando no se ha podido participar en todos y cada uno de los detalles y en cada minuto del desarrollo del mismo. Pero he tratado de estar lo más informado posible: he leído materiales, he leído, por cierto, el informe central completo (APLAUSOS); he recibido noticias de las discusiones, y la cuestión de las universidades, de los estudiantes universitarios, es un tema con el cual históricamente he estado familiarizado. Por lo tanto, trataré de cumplir mi deber esta noche lo mejor posible.
El tema es amplio, tan amplio que pudiéramos decir infinito. Sin embargo, quiero concretarme a algunas ideas esenciales.
Se afirma con una gran naturalidad que contamos hoy con 40 centros de enseñanza superior, incluyendo los centros militares, y que en ellos estudian más de 200 000 compatriotas. Que si en el año 1960 de cada 10 000 habitantes realizaban estudios superiores 28 ciudadanos, en el año 1982 de cada 10 000 realizan dichos estudios 180. También se saca la conclusión de que un 2% de nuestra población realiza estudios superiores. Esto se dice fácil, pero cuánto trabajo, cuánto esfuerzo, cuán largo ha sido el camino para llegar a estos resultados cuantitativos y en parte también cualitativos.
Cuando triunfa la Revolución las universidades estaban cerradas; el número de estudiantes en aquella época, previa al Primero de Enero de 1959, alcanzaba alrededor de 15 000; la composición de la matrícula era totalmente inadecuada, las carreras técnicas muy pobres; la participación de los obreros y de los campesinos, de los sectores humildes en los estudios universitarios era muy escasa, y solo a base de enormes sacrificios de sus familiares. Al triunfo de la Revolución carecíamos de todo: de instalaciones, de laboratorios; había solamente tres centros universitarios y algunos centros privados, los cuales estaban proliferando; la enseñanza era dogmática, memorista, divorciada de la práctica profesional y de la investigación científica. Y con las primeras luchas de la Revolución frente al imperialismo, comenzaron a producirse deserciones de profesores universitarios. Antes de la deserción fue necesaria incluso la depuración. El comienzo fue muy difícil.
No hay que ver el desarrollo universitario aislado del enorme esfuerzo educacional de la Revolución: las bases del actual desarrollo de nuestros centros de enseñanza superior comenzaron con la campaña de alfabetización, con el envío de los maestros a las áreas rurales del país, sobre todo a las montañas; con la creación de miles y miles de aulas —creo que fueron alrededor de 10 000, en los primeros tiempos—, aquel esfuerzo, en que tuvo tan destacada participación nuestra juventud, nuestros estudiantes; no había siquiera maestros suficientes; sin embargo, sí había maestros en las ciudades, pero no había maestros disponibles para enviar al campo. Fue necesario movilizar los llamados maestros voluntarios, muchos de ellos estudiantes, algunos universitarios y otros de la enseñanza media. No puede olvidarse aquel gran esfuerzo de la juventud para vencer el analfabetismo prácticamente en un año y todo el proceso ulterior llamado de seguimiento; pero sobre todo fue esencial establecer, desde el primer momento, el principio de que cada niño tuviera la posibilidad de estudiar, de que cada niño dispusiera de maestros y de escuelas. Muchas veces la escuela era la sombra de un árbol o un bohío adaptado. Aquella lucha se siguió de manera consecuente a lo largo de los años.
Surgió después la Enseñanza Obrero Campesina. Más adelante, a medida que masas y masas de niños llegaban al sexto grado, la necesidad de crear los centros de enseñanza media, y en qué condiciones, sin profesores para ese nivel; no había siquiera profesores suficientes para la enseñanza primaria, tuvimos épocas en que un 70% de los maestros de primaria eran no titulados. Había que movilizar las organizaciones de masas, los CDR, todos los años, buscando maestros; además, se había producido éxodo, no solo de profesores universitarios, sino también de profesores de secundaria y de maestros primarios.
Se hizo un enorme esfuerzo constructivo, tanto de escuelas primarias como de escuelas secundarias y también un gran trabajo en la preparación de profesores, para lograr enfrentar aquella tarea.
Alcanzar en ese proceso la cifra de un millón y medio, en cierto momento fueron 2 millones de estudiantes de la enseñanza primaria, y más de 1 millón de estudiantes del nivel medio, fue un enorme éxito. Porque hubo épocas en que no teníamos siquiera suficientes bachilleres para ingresar en las universidades. Otras necesidades del país, como la que mencioné de los maestros, reclamaron estudiantes del nivel medio, que no eran muchos; la defensa del país reclamó estudiantes del nivel medio; las actividades productivas; los primeros éxitos en la lucha contra el desempleo se tradujo también en el hecho de que muchos jóvenes del nivel medio por razones económicas abandonasen la enseñanza para incorporarse a las actividades productivas.
Es decir que al lado del esfuerzo constructivo y la inversión de recursos, fue necesario un gran esfuerzo de tipo humano para llegar a contar con esta disponibilidad que tenemos hoy de 200 000 ciudadanos realizando estudios superiores.
Bien, esta masa de estudiantes de cursos diurnos regulares que integran la FEU nació en 1959, en 1961, en 1962, nació después del triunfo de la Revolución. A esa masa, naturalmente, se incorporaron los campesinos y los obreros que tuvieron la oportunidad de estudiar después de la Revolución, y por eso el por ciento elevado de trabajadores en el número total de estudiantes de los centros de enseñanza superior.
Momento importante de este proceso fue el plan de becas. La creación del plan de becas, daba oportunidad a los estudiantes del interior, a los estudiantes del campo y en especial a los estudiantes de familias más humildes de poder participar en los estudios universitarios.
Después lo fueron la reforma universitaria, viejo anhelo, vieja aspiración, vieja demanda de todas las generaciones de estudiantes y combatientes revolucionarios, que cambió las concepciones, elaboró nuevos planes, reestructuró la composición de los estudiantes, introdujo la ciencia como elemento fundamental de la formación universitaria, la ideología marxista-leninista y creó las bases para el desarrollo ulterior; la incorporación masiva de los estudiantes universitarios a las fábricas y a las actividades productivas, a la vez que la incorporación masiva de trabajadores a los centros de enseñanza superior; más adelante, la asignación de importantes centros de investigación a las universidades, como el CENIC, el CENSA, el ICA, el Centro de Investigación Agrícola y otras muchas áreas investigativas; la creación de equipos de estudiantes para participar en las actividades de investigaciones y también las actividades de desarrollo del país; un esfuerzo especial e inversión de recursos de todo tipo, para ir creando y distribuyendo los centros universitarios por todo el país. Eran necesarios miles de profesores, había que buscarlos, se aplicaron fórmulas de emergencia, que consistía una de ellas en apoyarse en los estudiantes más destacados de cada curso para que hicieran el papel de profesores. Hoy día tenemos ya alrededor de 10 000 profesores universitarios, y de ellos más de 800 con títulos científicos; instalaciones numerosas en todo el país, laboratorios, y se prosiguen los planes de desarrollo y de construcción de instalaciones universitarias. Esto se dice en un minuto, pero ha exigido más de 20 años de incesante trabajo, con relación a lo cual solo hemos enumerado algunas cosas. No hemos hablado de los planes de perfeccionamiento de la educación, para citar un ejemplo de importantes tareas que he omitido.
Las ideas que presidieron este desarrollo, naturalmente, fueron evolucionando sobre la marcha, fueron cambiando, fueron perfeccionándose, y de esto sí no podemos escapar, todas las ideas tienen que renovarse, tienen que adaptarse a las nuevas condiciones, tienen que perfeccionarse.
Hemos llegado así a estos niveles —como decíamos— de cantidad, y en parte de calidad. No podemos, bajo ningún concepto, a pesar de los avances que hemos logrado, a pesar de las grandes mejoras que se expresan en el informe entre el Congreso anterior y este, no podemos conformarnos y nunca podremos conformarnos con lo que hayamos alcanzado en materia de calidad. Creo que tenemos que hacernos el propósito más firme de seguir elevando la calidad de nuestra enseñanza universitaria. Por eso hoy han estado discutiendo ustedes problemas nuevos, diferentes, ¡muy diferentes a los problemas que se habrían estado discutiendo en los primeros años de la Revolución!
Lo que hemos logrado ha sido posible con el esfuerzo de nuestros obreros, nuestros campesinos, nuestros trabajadores intelectuales, nuestros profesores; aquella buena semilla que quedó de profesores revolucionarios, de profesores patriotas que tanto nos ayudaron en el desarrollo educacional, que tanto nos ayudaron en alcanzar estos éxitos, que se miden en muchos datos, como es el hecho, por ejemplo, de tener el ciento por ciento de los maestros primarios titulados en la enseñanza primaria; de contar con decenas y decenas de miles de profesores del nivel medio, de contar con numerosos institutos pedagógicos distribuidos por todo el país, de contar con todo un movimiento, que no limita solamente a formar profesionales, entre ellos profesores, sino a desarrollarlos, a superarlos a través de los cursos de pos grado donde están participando ya alrededor de 14 000 profesionales en este año.
Son realmente avances impresionantes, pero avances que se han logrado con el esfuerzo, con el sacrificio, con la decisión, con la valentía de nuestro pueblo, que se han logrado, en dos palabras, con la Revolución. La Revolución que triunfó en 1959 pero que se inició hace más de cien años, desde la lucha de los mambises hasta hoy, y en la cual, como hemos dicho otras veces, los propios estudiantes y especialmente los estudiantes universitarios han tenido una participación muy destacada, que comenzó ya desde la guerra de 1868, porque el propio hecho del fusilamiento de los estudiantes de 1871 obedecía al odio de la metrópoli, a su necesidad de castigar el espíritu de rebeldía de los estudiantes; decenas, cientos de estudiantes universitarios marcharon a la manigua libertadora y se incorporaron al ejército mambí. Esa tradición se mantuvo a lo largo de las luchas por la independencia y continuó en la república mediatizada; los estudiantes estaban siempre en las primeras filas en la lucha contra la corrupción, contra la opresión, contra el colonialismo, contra el imperialismo; lo estuvieron en los años veinte, en los años treinta, en la lucha contra Machado, en la lucha contra Batista, en la lucha contra aquella interminable lista de gobiernos ladrones, de gobiernos corrompidos, de gobiernos entreguistas que había padecido nuestro país; y tuvieron una destacada participación en la última fase, en nuestra última guerra de liberación.
Ese entusiasmo mostrado por ustedes alrededor del Congreso, los actos, las marchas nos recuerdan también aquellas luchas tremendas, por la misma decisión, la misma firmeza de los estudiantes de los años posteriores al Moncada, que protagonizaron innumerables actos de heroísmo luchando en la calle contra la policía, contra los carros de bomberos, contra los disparos, contra la represión más brutal de la tiranía batistiana, decisión que demostraron no solo en las luchas en la calle, sino en la lucha clandestina, en la lucha de las montañas, en todas partes. Es decir que siempre fueron los estudiantes universitarios fieles a las tradiciones revolucionarias de nuestra patria.
Al triunfo de la Revolución los estudiantes se incorporaron a ella de una manera masiva. En esos años de lucha dura, difícil, en el enfrentamiento decidido al imperialismo, a sus amenazas y a sus agresiones nunca le faltó a la Revolución el pleno apoyo de los estudiantes, desde el primer día en que se sumaron a todas las actividades revolucionarias, a todas las campañas, a todos los esfuerzos, en que se incorporaron masivamente a las Milicias Nacionales Revolucionarias, en que muchos se incorporaron también como técnicos a las tareas de la defensa, cooperación en la rama militar que se extendió en los años ulteriores, cuando los estudiantes universitarios comenzaron a prepararse como oficiales de la Reserva, y que culminó en estos años con la incorporación masiva a las Milicias de Tropas Territoriales (APLAUSOS). No podemos olvidar que hace solo unos días, el 11 de este mismo mes, se encontraba en la Plaza de la Revolución un regimiento completo de estudiantes universitarios (APLAUSOS PROLONGADOS).
En todos los acontecimientos históricos importantes participaron a lo largo de estos casi 24 años con absoluta decisión: en la lucha política, en la lucha ideológica, en los días difíciles de la limpia del Escambray, del ataque mercenario a Girón, de la Crisis de Octubre. A lo largo de esos años de grandes transformaciones políticas y sociales en nuestro país, desde la alfabetización hasta la reforma agraria y el proceso de la proclamación del carácter socialista de la Revolución y de los principios marxista-leninista (APLAUSOS).
Hay que decir de los estudiantes universitarios de los primeros años del triunfo revolucionario, que a pesar de que su composición de clase no era la misma que la de hoy, se equivocaron los que pensaron que ese estudiantado iba a estar en contra del socialismo o iba a estar en contra del marxismo-leninismo, porque pudo más en esa masa de estudiantes la tradición revolucionaria, el espíritu patriótico que los prejuicios pequeñoburgueses; y los estudiantes de aquellos primeros años de la Revolución, sin vacilación alguna, fueron la base de miles y miles de técnicos que tenemos trabajando hoy con la Revolución, que le entregaron todo a la Revolución en su juventud, y que en su edad madura lo entregan todo a la Revolución hoy. Eso constituye una prueba de la fuerza de las ideas revolucionarias, de la fuerza de las ideas justas, que nos permite decir hoy que no hubo una laguna, que no hubo una mancha en la historia del apoyo del estudiantado a la Revolución Cubana. Ellos estuvieron estrechamente unidos con nuestros obreros y nuestros campesinos en estas luchas y fueron la base y la razón por la cual podemos afirmar hoy que tenemos también una intelectualidad revolucionaria (APLAUSOS). Eso es muy importante, porque obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales, trabajadores manuales y trabajadores intelectuales han de estar siempre estrechamente unidos. Ello explica cómo el imperialismo no ha podido penetrar las filas de la Revolución, cómo hemos derrotado sus agresiones y sus campañas y cómo hemos derrotado, estamos derrotando y seguiremos derrotando su diversionismo ideológico (APLAUSOS).
Aquí no ha habido divisiones, y por el contrario, habrá cada vez más unidad entre trabajadores manuales y trabajadores intelectuales, aparte de que aquí todos los trabajadores manuales estudian y son en parte intelectuales, y todos los trabajadores intelectuales son capaces de trabajar con sus manos, y son en parte también trabajadores manuales (APLAUSOS).
A lo largo de estos años, siempre, ¡siempre! —es algo muy digno de tenerse en cuenta— ha estado la presencia revolucionaria de los estudiantes, de todos los estudiantes y en especial de los estudiantes universitarios. Y han ayudado a resolver problemas realmente importantes, digamos, por ejemplo, algo que siempre señalamos: su participación en la solución del aparentemente insoluble problema de los profesores para los estudiantes de la enseñanza media con la creación del Destacamento Pedagógico "Manuel Ascunce Domenech" (APLAUSOS), que lleva ya alrededor de 10 años de fundado, que tanto contribuyó a la educación y formación de lo que pudiéramos llamar ya millones de jóvenes. Se convirtieron en sus maestros, a la vez que se convertían en maestros de las futuras generaciones de estudiantes del nivel medio. En la organización de este Destacamento y en su trabajo ha tenido una importante participación la Juventud, en primer lugar como organización política, la FEEM y la FEU. Ellos hicieron posible, en gran parte, el que podamos tener este número y esta calidad de estudiantes universitarios.
Del Destacamento "Manuel Ascunce" salió el Destacamento Internacionalista "Che Guevara", que ha enviado ya cuatro contingentes o generaciones de profesores a Angola, y que cuentan con gran prestigio tanto allá como en Cuba.
Ahora se ha creado el Destacamento "Carlos J. Finlay", también con la participación de la Juventud, de la FEEM y de la FEU. Ya ustedes los recibieron en sus brazos. Más de 4 000 estudiantes bien seleccionados del nivel medio.
Ustedes, los estudiantes universitarios, han organizado el Movimiento de Avanzada "Mario Muñoz", y ahora acaban de organizar el Destacamento "Piti Fajardo" que está aquí presente (APLAUSOS Y COREAN CONSIGNAS).
Esa es nuestra juventud, esos son nuestros estudiantes universitarios. Esa es la calidad que se respira, es la continuidad de la tradición histórica, de la tradición revolucionaria con nuevos pasos, y en una fase superior. No hay nada que se les pida a los estudiantes universitarios que no se resuelva. No hay colaboración, por difícil que sea, que no reciba una respuesta positiva, y hemos tenido muchos ejemplos. Pero podemos citar: por las razones que nosotros explicábamos el día 11; la llegada de la técnica militar de casi todo el quinquenio en menos de dos años creó de nuevo la necesidad de incorporar a las Fuerzas Armadas estudiantes universitarios, de técnicos. Los que venían preparando en los centros de enseñanza militar no alcanzaban. Y algo que nosotros hemos puesto de ejemplo varias veces del espíritu de nuestra juventud: en las especialidades de ingeniería electrónica y otras carreras hacía falta un número de especialistas. Se acudió al último año de esas especialidades y se les pidió la incorporación a las Fuerzas Armadas, y de 300 alumnos, los 300, el ciento por ciento dio una respuesta positiva y entusiasta (APLAUSOS PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Fidel, Fidel, dinos qué otra cosa tenemos que hacer!")
Antes de esto teníamos dificultades en los centrales azucareros. Había centrales grandes, centrales importantes, situados en lugares distantes y de condiciones difíciles, decisivos para nuestra industria azucarera que carecían de ingenieros, carecían de técnicos. Se planteó la necesidad de cientos de estudiantes también del último año para resolver este problema. Se hizo contacto con la Juventud, se hizo contacto con la FEU e inmediatamente aparecieron en el primer llamado los cientos de técnicos que hacían falta en ese momento (APLAUSOS) y que marcharon a los centrales azucareros. La cifra se amplió al año siguiente, y así, en brevísimo tiempo, miles de estudiantes de los últimos años se incorporaron desde la Universidad, se incorporaron a la industria azucarera, constituyendo una inyección de sangre joven, fresca, imprescindible, undamental en esa rama tan importante de la economía. Y los resultados de su trabajo ya se pueden observar.
Esta idea nos llevó a otra, a hacer un movimiento similar con los técnicos medios, coordinando con las Fuerzas Armadas Revolucionarias, para enviar a los centrales azucareros y a la agricultura cañera miles de técnicos de nivel medio.
La idea siguió generando nuevas ideas, y entonces surgió la fórmula para resolver el problema de personal técnico en la industria sideromecánica y en la industria básica, por el mismo procedimiento.
Surgió igualmente la idea de enviar 100 estudiantes del último año de medicina a Nicaragua, porque nos estaban pidiendo más médicos y no los teníamos en ese momento. Y de nuevo hicimos un llamado a los estudiantes del último año de medicina, para escoger 100, enviarlos allí como internos a trabajar, a ayudar en los hospitales, dirigidos y enseñados por los médicos graduados que tenemos en ese país y que son numerosos; para que hicieran allá su internado de sexto año y después estuvieran dos años prestando servicios médicos. Y de nuevo ocurrió el mismo fenómeno: de 1 000 estudiantes universitarios de sexto año de medicina, los 1 000 expresaron su disposición a ir a Nicaragua (APLAUSOS). Ya no era solo el caso de los estudiantes solicitados para las Fuerzas Armadas, eran los que se necesitaban para una misión internacionalista; un fenómeno nuevo, ¡nuevo!, ¡insólito!, incomprensible incluso para mucha gente: ¿cómo es posible?
De nuevo, este año surgió la necesidad de otro grupo de estudiantes de medicina para Nicaragua; 200 esta vez, lo cual era posible porque teníamos alrededor de 2 000 en el último año de medicina. Se apeló a los estudiantes, y de los 2 000 estudiantes de medicina, ó 2 000 y tantos, los 2 000 y tantos expresaron su disposición a marchar a Nicaragua (APLAUSOS).
Se escogieron 200, que están allá, pero entonces dijimos: caramba, ¿y lo que hacemos en Nicaragua no lo podemos hacer también en Cuba?, si tenemos problemas en hospitales municipales, si tenemos problemas en hospitales rurales. La idea es un poquito más compleja, está relacionada con el propósito de elevar la calidad en todos estos hospitales municipales, policlínicos y hospitales rurales; está relacionada con el propósito de convertir en docentes todos los centros asistenciales del país.
Pero estas ideas se fueron desarrollando cuando vimos el excelente resultado que los primeros 100 estudiantes de medicina habían dado allí en Nicaragua, su actitud, su trabajo, sus resultados. Dijimos: esto podemos hacerlo en Cuba. Y entonces preguntamos: disposición de los estudiantes a ir a cualquier lugar del país, los de sexto año de medicina, a hospitales municipales o a hospitales rurales. ¡El ciento por ciento de los estudiantes de sexto año expresaron su disposición a marchar a cualquier lugar del país! Si habían estado dispuestos a ir al exterior, con más razón en Cuba (APLAUSOS) .
Tenemos problemas con algunas especialidades llamadas "anémicas", algunas de ellas para las cuales no expresaban mucha disposición los estudiantes y que son muy importantes en la medicina; para citar, por ejemplo, anestesiología, y también otras, otras que tienen atractivo pero donde tenemos déficit de especialistas. Se apeló a los estudiantes del último año. Había que resolver ese problema y poner a estudiar inmediatamente a un número indeterminado de alumnos en esas especialidades "anémicas" para hacer después la residencia directa. Y los estudiantes expresaron igual disposición, de modo que sobraron los alumnos necesarios para las especialidades "anémicas".
Claro está que en estos casos procuramos no actuar mecánicamente; si hay siete, ocho de estas especialidades, procuramos hacer listas, ver las opciones, ver las preferencias que pueda haber entre ellas, y tratar de seleccionar a los estudiantes de acuerdo con determinada preferencia o determinada disposición. Pero muchos casos de estudiantes que estaban ya como alumnos ayudantes, de cirugía o de otras especialidades de la medicina, expresaron disposición a renunciar a lo que estaban haciendo para ir donde fuera necesario y a la especialidad que fuera necesario. Naturalmente, consideramos más práctico en todos esos casos, si vemos a un muchacho con vocación, con posibilidades, preservarlo en la especialidad que está haciendo, la que le gusta; es decir, tratamos de conciliar las preferencias personales con las necesidades del país. Pero lo importante es esa disposición incondicional a hacer lo que sea necesario para resolver un problema, y que esa disposición sea masiva, sea del ciento por ciento.
Todo esto nos ha permitido forjar montones de ideas útiles, prometedoras en ese campo a partir de la disposición de los estudiantes, como la cuestión de las especialidades, la idea de que en el futuro —como expresábamos a raíz de la inauguración del Hospital Centro Habana—todos los médicos fueran especialistas, incluida la especialidad de medicina general. Se hace posible todo, se hace asequible todo, cuando en la masa de estudiantes, cuando en el hombre hay esa disposición. Es prueba de una moral nueva, de un honor nuevo, de una vergüenza nueva.
Yo no diría, y sería un poco utópico pensar, que cuando de 1 000 dicen sí los 1 000, en todos existe el mismo grado de entusiasmo por hacer o por cumplir esa tarea, aunque las pruebas que hemos tenido son de que el entusiasmo es amplio y mayoritario. Pero se trata de que ya en nuestra sociedad, con nuevos valores, con una nueva conciencia, en que el carácter del hombre, el espíritu del hombre, la virtud del hombre se aprecian como se aprecian en nuestra sociedad, no hay prácticamente nadie que quiera desafiar esa ética nueva, esa moral nueva, esa dignidad nueva. Y aunque para algunos pueda significar más dificultades y más sacrificio hacer esa tarea, porque las condiciones individuales no son exactamente iguales, las condiciones familiares no son exactamente iguales, sin embargo no hay uno solo que ante su pueblo, ante su patria, ante sus compañeros, esté dispuesto a rechazar el cumplimiento de una responsabilidad, el cumplimiento de un deber. Eso significa real y verdaderamente, y en forma probada, una moral nueva. Porque sencillamente se trataba de una actividad absolutamente voluntaria.
Y por eso ya hay cientos de estudiantes haciendo su último año en hospitales municipales; por eso se van a convertir en docentes los hospitales municipales y los rurales; por eso se va a elevar la calidad de la asistencia, puesto que vamos a tener profesores en esos hospitales, e incluso en los rurales. ¿Quién lo iba a pensar? ¿Quién lo iba a soñar? Y por eso, por eso, tenemos los 272 estudiantes del sexto año que marcharán en enero, después de una serie de conferencias que van a recibir, después de haber hecho un rotatorio por distintos hospitales, que marcharán a los hospitales rurales, ¡272 estudiantes del último año! (APLAUSOS) Así todo es posible.
Por eso cuando se pidieron maestros para Nicaragua se ofrecieron más de 29 000, y por eso cuando las bandas armadas, alentadas y organizadas por el imperialismo asesinaron a algunos maestros cubanos en Nicaragua, entonces se ofreció el 100% de los maestros primarios de Cuba para enseñar en Nicaragua (APLAUSOS PROLONGADOS y CONSIGNAS), porque hay una moral, una dignidad, una conciencia nueva.
Me refiero a estos hechos, porque más que ninguna otra argumentación, más que ninguna otra palabra, reflejan realidades, dan la medida de lo que son hoy nuestros estudiantes universitarios, y de lo que serán mañana, si seguimos trabajando bien, si trabajamos cada vez mejor. Y estamos conscientes del valor que eso significa para la Revolución y para el país, porque podíamos preguntarnos en el ámbito latinoamericano —para citar un ejemplo— si eso se da en otros países de América Latina. Los imperialistas han armado grandes escándalos con motivo de la presencia de nuestros maestros y nuestros médicos en Nicaragua. Ahora vinieron los maestros de vacaciones, no dijeron nada; cuando fueron estos 2 000 maestros y maestras, dijeron que eran tropas especiales. Sí, son tropas especiales de la educación, de la cultura, de la moral, de la dignidad (APLAUSOS PROLONGADOS). Esos maestros enseñan en los lugares más recónditos, más apartados, en las condiciones más increíblemente duras que pueda imaginarse. Búsquese, búsquese en otros lugares para ver si se encuentran esos maestros. Esos maestros están enseñando a 100 000 niños; los imperialistas quieren que 100 000 niños se queden sin maestros, porque ellos, los yankis, no los tienen, hay que pagarles un sueldo, un sueldazo, supersueldazo (RISAS y APLAUSOS), y no los encuentran. Y si van a otros lugares, si van a otros lugares de América Latina a buscarlos, desgraciadamente —digo que es una desgracia— no los encuentran; a no ser que les ofrezcan hacerlos millonarios. Y yo quiero ver esos aspirantes a millonarios: en la casa de un bohío muy humilde de campesinos, de un solo cuarto, con 10 ó 12 de familia, donde incluso la gallinita, si existe, y el puerquito, si existe, y la vaca, si existe, duermen también dentro de la misma casa (RISAS); y donde la alimentación a veces se reduce solo a maíz, si hay maíz. ¡Los quiero ver allí a los aspirantes a millonarios!
Y nosotros, sin embargo, tenemos los seres humanos, los maestros, por miles, por decenas de miles dispuestos a hacer eso. Cito a los maestros porque han estado pasando por esta prueba, como puedo citar los médicos, como puedo citar a cualquier otro tipo de profesional, de trabajador intelectual de nuestro país. No hablo ya de los trabajadores manuales, de los que construyen en numerosos lugares del mundo; de nuestros combatientes internacionalistas; de nuestros médicos y trabajadores de la salud que prestan servicios en 26 países. Esos son los valores extraordinarios, increíbles, creados en nuestro pueblo. Si se habría dicho esto no se habría creído hace 20 años, cuando no había maestros para ir a Villa Clara, al Escambray o a la Sierra Maestra, ni médicos. Esa era la herencia de la sociedad capitalista, la sociedad burguesa, la sociedad egoísta, que lejos de cultivar los mejores valores del hombre cultiva los peores instintos.
¿Y por qué nosotros lo tenemos? ¿Por qué lo logramos? Con la Revolución, con el cultivo de los mejores valores del ser humano, con el sentimiento de solidaridad, con el internacionalismo, con el socialismo, con el marxismo-leninismo. ¡Y retamos a cualquier otro sistema, a cualquier otra doctrina que pueda lograr en las masas de un pueblo lo que el socialismo, lo que el marxismo-leninismo, lo que la Revolución ha logrado en nuestra juventud y en nuestro pueblo! (APLAUSOS PROLONGADOS)
Y eso lo estamos viendo todos los días y en todas partes, es una incuestionable señal de progreso. Y es de suponer que las nuevas generaciones sean aún mejores portadoras de ese espíritu, los que hoy están en la enseñanza primaria, los pioneros, los que están en el nivel medio. Debemos seguir avanzando por ese camino, que es un camino alentador, y en un mundo con tantos problemas, con tantos egoísmos, nosotros tenemos sobradas razones para sentirnos satisfechos de ir descubriendo fórmulas y encontrando formas de desarrollar ese espíritu de unidad, de fraternidad, de solidaridad verdadera entre los seres humanos.
Ya ustedes en el Congreso han estado discutiendo los problemas actuales, que son bastantes, y tenemos noticias de que el Congreso ha sido muy bueno, de que ha habido un profundo espíritu crítico y autocrítico. No participé en los debates, pero sí pude apreciar ese espíritu en el informe central, todos los problemas que aborda y prácticamente están abordados todos, y conozco los problemas fundamentales que se han discutido en el Congreso, que son muchos, y también conozco los resultados. Creo que uno de los puntos prevalecientes fue esta cuestión que ustedes han dado en llamar, o hemos dado en llamar la disponibilidad, que ustedes han acuñado con otra frase, que es la incondicionalidad para cumplir cualquier tarea que se les señale (APLAUSOS PROLONGADOS).
Ustedes han analizado cosas serias, muy serias, y han puesto en el centro de las preocupaciones la cuestión del estudio y la calidad del estudio, la cuestión de las promociones con calidad y los métodos de estudiar, colectivo, individual; la responsabilidad que le corresponde a cada estudiante para formar técnicos de óptimos conocimientos, de óptima preparación. Eso ha estado en el centro del Congreso.
Sé que han discutido problemas, dificultades de muy distinta índole. Señalemos, por ejemplo, la cuestión relacionada con la bibliografía docente, algo que salió mucho en las discusiones de base y salió también en el Congreso, la cuestión de los libros y las disponibilidades de libros. Yo creo que este es un problema importante y una preocupación justificada, razonable. Creo que Armando habló y alguien dijo: "Armando fue muy autocrítico en su comparecencia en el Congreso." Es bueno que Armando sea autocrítico, es bueno (APLAUSOS). Espero que haya sido autocrítico en nombre de todos nosotros, por la parte de culpa que nos corresponda. Y yo sé que hay dificultades con los libros; sin embargo, no las resolvemos solo con las autocríticas de Armando. Las autocríticas de Armando pueden ser una garantía de que las impresoras, las famosas máquinas estas que fueron adquiridas hace algún tiempo, instaladas para producir las ediciones de corta tirada, que son tan necesarias—porque esa no es una novela de García Márquez, es un título para una especialidad de tecnología, de medicina, de algo en que hay que imprimir un número reducido— ...Los problemas que ha tenido con el personal, pero también pienso que haya problemas de recursos. Yo me di cuenta de las dificultades al estar indagando y preocupado por los problemas con que se iba a encontrar el Destacamento de Ciencias Médicas, y sobre todo: cómo andaban de libros, y supe que había dificultades con los libros en los estudiantes de Ciencias Médicas. Algunos de esos libros, desde luego, se importan y muchos se imprimen aquí, hay problemas a veces con los títulos, los textos. Se promueve que profesores cubanos hagan los textos; algunos, por su número tan pequeño, es mejor traerlos, otros imprimirlos aquí, etcétera. Pero me di cuenta de otra cosa seria, y ya no era la primera vez que nosotros nos preocupábamos por los libros de los estudiantes universitarios. Hace un número de años tuvimos ese problema, tuvimos esas preocupaciones; se tomaron una serie de iniciativas, se hicieron, incluso, nuevas imprentas; no nos quedó más remedio, incluso, que imprimir algunos libros, declarar que los conocimientos científicos son patrimonio de la humanidad. Pero en aquella época —de esto posiblemente han transcurrido más de 12 ó 14 años— el número de estudiantes era la cuarta parte de lo que es hoy. Hoy nos encontramos con el mismo problema, pero muchos más estudiantes, y quizás se necesite un poco de recursos: habría que cuantificar. Yo les estaba diciendo a Robaina y al compañero Lage, que íbamos a discutir con el Ministerio de Cultura, tal vez también con el de Educación, que era propietario de magníficas instalaciones de impresión y tiene gran experiencia en esto (RISAS). Alguien me dijo de paso que los del Instituto Pedagógico no tenían tantas dificultades de libros, que esos estaban un poco mejorcitos. Quizás hagan falta algunos recursos, sea necesario cuantificar, y hagamos todo un esfuerzo por volver de nuevo a encontrar una solución a las cuestiones de los libros de textos cuando ya el nivel de tantos estudiantes es tan alto.
Con los de medicina —decía— supe un fenómeno, que por esa misma escasez de libros el estudiante no puede quedarse con el libro. Y realmente eso es una lástima, porque si usted estudia, bueno, anatomía, estudia microbiología, cualquiera de esas materias, determinadas patologías, y cuando termina el curso deja el libro, está dejando casi todo, porque no se va a acordar de memoria de todas las cosas que había en aquel libro: ese libro lo necesita después como libro de consulta prácticamente toda la vida, según nuestra opinión (APLAUSOS). Muchas personas marcan algo en un libro, hacen una raya, dos rayas, diez rayas, hay quien hace hasta otra página al lado de la propia página del libro escribiendo comentarios (RISAS): son hábitos personales. Ese libro se supone que después lo va a usar otro: se lo encuentra rayado, superrayado, y a él a lo mejor le llaman más la atención otras cosas, tiene otro método de estudio, y es realmente un dolor de cabeza. Un libro es una cosa muy personal.
Nosotros planteamos la idea de un esfuerzo —esto fue en cuestión de semanas, porque ya iba a empezar el Destacamento—, y les pedimos a los compañeros de Cultura un esfuerzo para ese primer año, para que empezaran el curso con todos los libros; y una idea para aplicarla el primer año y después extenderla a los demás estudiantes de medicina, que estudiaran cuáles eran las disponibilidades, qué hacía falta para venderle el libro a ese estudiante y que él se quedara con el libro. Les puedo asegurar que la cuestión de la idea de vender el libro no era nada de tacañería en ningún sentido (RISAS), ni era cuestión de obtener unos ingresos más o menos; no se trataba de eso, sino, partiendo del criterio de que si no se podía hacer con todos los estudiantes y darles el libro —lo íbamos a hacer con un grupo de estudiantes—, venderlo, después extender esa idea al resto de los estudiantes de medicina, y al final aplicarla a los estudiantes de todas las facultades universitarias. Y se hizo así con los del primer año de medicina, se le dio hasta cierta facilidad para pagar el libro. No fue a precio de mercado único que se vendieron (RISAS), fue a precio de costo; fue a precio de costo, no fue a precio de esos mercados paralelos —que no estoy criticando ni mucho menos, ¡lo advierto!, porque resuelven dificultades y recaudan para la economía nacional—, prácticamente a los precios de costo: transporte, gasto administrativo y no sé qué cosa. Pero muy baratos se les vendieron los libros, y se les dieron, incluso, facilidades para pagarlos. También se les vendieron los uniformes.
Esta idea queremos extenderla, repito, a todos los estudiantes de medicina, y creo que debemos pensar en ella para todos los estudiantes universitarios.
Pero ustedes no se imaginan en qué problema me he metido yo, porque el compañero Fernández me dice: "pienso que en la primaria debieran venderse los libros." Vuelvo a repetir que no es nada de tacañería (RISAS) ni de solución económica esta idea de la posible venta de los libros; un país que gasta 1 400 ó 1 500 millones en educación no va a resolver nada con el ingreso que les den los libros, sino por el problema que entraña el hecho de tener que recoger los libros todos los años, y la persecución buscando el libro (RISAS). Nosotros dijimos: bueno, vamos a ver si el vender los libros gasta más papel o no. Fernández respondía en una reunión del Comité Ejecutivo que, bueno, que posiblemente ese libro después se lo den al hermanito y después al otro. Yo tenía ganas de decirle que en esta época después de un hermanito no vienen muchos otros (RISAS y APLAUSOS), pero a lo mejor se lo da al amiguito. Y el problema de vender el libro en la primaria, no con fines recaudativos, sino con fines ahorrativos y de cuidado del libro, está rondando por ahí. Nosotros con el estudiante universitario de primer año de medicina lo hicimos por eso, que sea su libro; ya dijimos una razón: no podíamos dárselos a unos gratis, que se los llevaran para su casa, y a los otros no, esa es la razón número uno. Había que plantearlo sobre la base de venderlos.
Segundo, para que ya tengan otro concepto del libro, lo cuiden más; pero la fundamental, repito, era evitar dárselos a uno y no a los otros. Y hay criterios sobre eso, pero yo decía del problema que yo me he buscado, porque Fernández dice que el Artículo 52 de la Constitución —y yo no me acordaba del Artículo 52, ahora dice que es el 50 de la Constitución— establecía la gratuidad de los materiales. Digo: bueno, nadie quiere violar la Constitución ni mucho menos, lo que sí podemos preguntarnos nosotros mismos, que tanto hemos trabajado en la Constitución, si hicimos bien en llegar a ese detalle en un artículo de la Constitución. También podríamos preguntarnos si hay que incluir los libros en ese principio. Pero bien: ¿Qué concepto le daremos ahora al libro ese que nosotros les hemos vendido a los del primer año, cosa que los propios estudiantes deseaban? El dinero no se lo vamos a devolver a los estudiantes (RISAS), pero sí podríamos decir alquilado de por vida (RISAS), algo vamos a tener que inventar: alquilado de por vida (APLAUSOS). Ahora habrá que ver, porque imagínense que haya que cambiar un artículo de la Constitución, para resolver un problema importante. Esa es la cuestión. Habrá necesidad de que los juristas interpreten y los tribunales interpreten, o si no la Asamblea Nacional que interprete, porque la Asamblea Nacional tiene facultades constitucionales; lo que no queremos, no nos gusta ni en lo más mínimo es tocar la legalidad socialista y lo que está establecido en la Constitución.
Habrá que buscar a los especialistas, y creo que en ese campo no estamos muy fuertes, en la especialidad del derecho, en ciencias jurídicas creo que no estamos muy, muy fuertes; pero bueno... Por ahí algunos protestaron por eso, deben ser estudiantes de derecho (RISAS).
Bien, habrá que ver cómo interpretamos y cómo aplicamos esto, pero hay que resolver lo del libro, y los estudiantes universitarios, la idea de que el estudiante, por lo menos en el nivel universitario ¡por lo menos en el nivel universitario!, dispongan de los libros necesarios y se queden con ellos, porque lo pueden después necesitar para toda la vida. Es un problema en general que estamos estudiando, pero ustedes tienen razón en ese planteamiento. Ustedes han planteado también con fuerza las dificultades en lo que se refiere al estudio y al trabajo, en determinados centros de producción y de servicios, para la cuestión de la práctica docente, punto que fue planteado con fuerza y que tenemos que estudiar en qué consisten las dificultades, cómo pueden resolverse.
Como dije, estas ideas y estos conceptos sobre el desarrollo de nuestros centros de enseñanza superior han ido evolucionando, en determinado momento estaba establecido un número de horas de todos los estudiantes universitarios en la fábrica, como trabajadores manuales. Teniendo en cuenta que ya habíamos introducido en el nivel medio el estudio y el trabajo, nos parecía que nosotros podíamos, en el nivel superior, liberar a los estudiantes de esas horas de trabajo manual para una mejor preparación teórica, y que la práctica se hiciera de acuerdo con los perfiles y las necesidades de su especialidad. Fue una decisión a la que llegamos hace algunos años; ahora nos encontramos con que hay dificultades para la aplicación de ese principio, hay que ver cuáles son factores objetivos y cuáles son factores subjetivos.
Ustedes también se preocuparon por los problemas relacionados con la ubicación de los graduados universitarios, y esta era una cuestión importante, se proponía estudiar métodos con la participación de la FEU; y se expresó que se mostraban estimulados por los buenos resultados de las preasignaciones. Habrá que estudiar la forma de perfeccionar el método de ubicación, tomando en cuenta méritos académicos, integralidad del estudiante, evaluación político-moral, etcétera.
Se planteó con mucha energía, según me explicaron los compañeros, la cuestión del fraude y de la lucha contra el fraude. Eso es bueno, es elemental. No sé si ustedes saben que los del Destacamento de Ciencias Médicas tienen un reglamento más riguroso en esto del fraude. Algunos en el Congreso planteaban para el fraude una sanción más rigurosa de tal y más cual carácter para ganarse de nuevo el derecho a estudiar; en el Destacamento de Ciencias Médicas el fraude es excluyente y definitivo para el estudiante, entre otras cosas por el carácter de su especialidad, porque no se concibe que quien va a tener después la responsabilidad de una vida entre sus manos pueda hacer fraude académico. Esa lucha contra el fraude tiene que ser incansable e intransigente.
Se plantearon problemas relacionados precisamente con los hospitales base, en relación con las complejas estructuras, a las dificultades para darle atención por parte de la FEU a los estudiantes, y parece que ocurre lo mismo con relación a la Juventud, en determinados hospitales base.
Yo estuve preguntando fórmulas. Se están estudiando. Parece que es más fácil resolver el problema en las provincias. Creo que hay algunas experiencias en Cienfuegos cuando Facultad y Hospital están unidos, y que la cuestión es más compleja en la capital de la República. Yo les pedí a los compañeros de la FEU y de la Juventud que estudiaran, que discutieran con el Partido de qué forma se le puede dar una respuesta a esas preocupaciones de los estudiantes.
También se manifestaron y se discutieron las cosas relacionadas con la forma de tramitar las inquietudes de los estudiantes, y el papel que corresponde a la FEU.
A mí me pareció, por cierto, muy acertado lo que se plantea en el informe central de tomar en cuenta las dificultades reales, objetivas de nuestra economía; aunque no se trata precisamente de eso, es bueno tenerlo muy en cuenta: que hay limitaciones materiales para satisfacer plenamente una masa tan grande de estudiantes.
Pero aquí nos estamos refiriendo a todos aquellos problemas que puedan ser resueltos y deban ser resueltos, que puedan y deban ser atendidos.
Ya imaginamos, les hemos preguntado cómo están las dificultades en un albergue, en otro. Creo que las dificultades mayores están en Santiago de Cuba y en La Habana, y creo que en el minero-metalúrgico de Moa —según estuve leyendo en el informe. Esos problemas se plantearon, otros problemas relacionados con el trabajo de las brigadas, relacionados con el trabajo vacacional de los estudiantes, los que se comprometían y no asistían, los que asistían y después faltaban, etcétera. Y discutieron también cuestiones relacionadas con la cultura, con los deportes, con la recreación, etcétera. Por eso decía que no quedó prácticamente un solo problema sin analizar.
Se analizó el trabajo realizado desde el I Congreso al II, el proceso de profundización de las conciencias, mediante el cual los estudiantes universitarios lavaron pequeñas manchas, resultado de pequeños descuidos, y que nos obliga a recordar una vez más que el precio de la Revolución es la eterna vigilancia, y no cometer esos descuidos.
Se supone que seamos más selectivos, más cuidadosos, y más exigentes, tal como lo han planteado ustedes en el Congreso. Y quizás sí haya que revisar el método de ingreso.
A raíz de la organización del Destacamento "Carlos J. Finlay", surgieron ideas nuevas muy importantes, muy interesantes en la selección, como fueron las asambleas, el aval político-moral del estudiante por la masa, el análisis de la vocación mediante las comisiones de médicos, y hemos estado pensando en la posible conveniencia de ir extendiendo ese procedimiento para la selección en el ingreso en las universidades, y desde luego, el expediente, porque la computadora sola, ella, puede servir muy bien para escoger dentro de determinados parámetros que hay que tener muy en cuenta en el estudiante como su expediente.
Es imprescindible —y tal vez hable un poco más adelante de eso— la cuestión de la buena selección de los estudiantes que ingresan en la universidad.
Pero, en fin, en el Congreso se ha analizado pormenorizadamente toda una serie de cuestiones de todo tipo, relacionada con la formación ideológica, política, los resultados de todos esos procesos, por una universidad más pura, donde algunos elementos que no debieron haber ingresado en la misma fueron dados de baja; que no haya que repetir ese proceso de profundización de la conciencia. La conciencia debe estar siempre tan profunda que sea improfundizable (APLAUSOS), esa conciencia de que hablábamos, y que da muestra de lo que son nuestros estudiantes. Ese proceso precedió a las Marchas del Pueblo Combatiente, en que tuvo el estudiantado universitario una participación tan activa, tan combativa y tan destacada.
Estamos en el deber los compañeros de la dirección del Partido y del Estado, y de la Juventud, de estudiar, en su conjunto, todas estas cuestiones planteadas en el Congreso y brindar nuestra mayor colaboración en la solución de las mismas. Creo que ya Armando prometió algo que iba a hacer en los libros, y nosotros más o menos, modestamente podemos ofrecer lo que podamos, por eso y por los demás problemas que tengan solución, que dependan de factores humanos, que dependan de nosotros resolverlos.
Ahora, hay que seguir velando por esta calidad que hemos logrado en el estudiantado universitario. Por eso es tan importante la selección.
Sé que ustedes discutieron también la promoción y la eficiencia. La promoción es aceptable actualmente, de un 85%, no así la eficiencia, es decir, el número de graduados, que no es suficientemente alta; no podemos estar satisfechos. Calculen los recursos que se invierten cuando hay una eficiencia del 50% de graduados aproximadamente al final de la carrera en los cursos de los estudiantes diurnos. Es baja, y obedece a distintos factores. En parte esto está relacionado con el rigor en la formación de los estudiantes universitarios, que es correcto, cómo está relacionado con la base del estudiante preuniversitario que ingresa en la universidad, qué dificultades confrontan, porque efectivamente los problemas son mayores en los primeros años.
También en el campo de la medicina nosotros pudimos percatarnos de algunas cosas que no eran ideales, en el ingreso de la Facultad de Medicina, por ejemplo con el ingreso para trabajadores. Ahora lo hemos limitado, fundamentalmente para técnicos medios de la salud, que sean los que hayan sacado sus diplomas, que hayan trabajado, que hayan estudiado y que hagan su examen. Hablamos de ingreso de trabajadores, y por primera vez en la Facultad de Medicina se estableció el examen. Fue un por ciento muy bajo el que aprobó los exámenes. Incluso, como los programas no los habían tenido durante suficiente tiempo, mucho tiempo, se les dio una nueva oportunidad para el próximo curso. Se estableció un límite de edad máximo de 25 años para el estudio regular en la Escuela de Medicina. Si teníamos ya miles y miles de bachilleres, miles y miles de buenos estudiantes con buenos expedientes, que podían ingresar con 18, 19 años de edad, no tenía lógica darle el ingreso por otra vía a una persona, cualesquiera que fuesen sus méritos, con 15 ó 20 años más. Establecimos el límite de 25 años para el estudio de medicina y el examen de ingreso como requisito a los que no eran preuniversitarios con elevado expediente. Antes probablemente podrían ingresar y en el primer semestre iban abajo, no podían enfrentarse a las dificultades, no tenían suficiente preparación. Por esa vía vimos que ingresaba gente que no tenía suficiente preparación; no pueden llegar al sexto año, quedan en el camino.
Con relación a los egresados del Servicio, que siempre nos pareció la cosa más justa, puesto que se habían producido ya selecciones —selección para estudiar bachillerato; selección entre los graduados de bachillerato para ingreso en la universidad, según su expediente, los técnicos medios y los bachilleres con menor expediente iban a cumplir el Servicio—, darles una nueva oportunidad a los jóvenes egresados del Servicio de ingresar en la universidad.
Con relación al Destacamento Médico, se hizo un reclutamiento de buenos combatientes, jóvenes cumplidores, serios; se les redujo el tiempo de servicio y se les puso en una escuela, durante 20 semanas aproximadamente, a repasar sus conocimientos, a estudiar intensivamente, y cuando se hizo el examen no todos pudieron pasar la prueba, aunque sí muchos de ellos de gran calidad. Esta idea la vamos a extender a todos los egresados del Servicio para cualquier carrera, porque de acuerdo con la Resolución 20 todavía hay un grupo que puede ingresar sin pasar por estos cursos.
Hay tres escuelas ya para los egresados del Servicio, algunas de ellas de 10 meses, pero que van a tener en general un mínimo de seis meses, para estudiar y refrescar los conocimientos, y el examen. Establecemos estos cursos en escuelas de nivel medio, tenemos las instalaciones —instalaciones de nivel medio, tenemos bastantes—, para que todos los egresados del Servicio con méritos suficientes, sean técnicos medios o sean bachilleres, que quieran hacer estudios universitarios, pasen por esas escuelas, refresquen los conocimientos y se examinen.
Luego, nosotros tenemos que ir incrementando la exigencia en el ingreso y las evaluaciones, el rigor de las evaluaciones, y las pruebas para el ingreso, aunque siempre haya un número de estudiantes que, como premio por sus excelentes notas, ingresen directamente en la universidad. Siempre debemos estimular el expediente, debemos estimular el estudio, apoyándonos en esa posibilidad.
Por eso, a la luz de la experiencia que hemos ido adquiriendo en los últimos tiempos, hay que estudiar y profundizar en todo lo relativo al ingreso en la universidad, porque ese es un factor importante del cual va a depender también el por ciento de promoción. No sé si estos compañeros del Destacamento "Carlos J. Finlay" nos van a defraudar a todos nosotros, pero tengo la esperanza de que el número de esos alumnos que llegue al sexto año sea incomparablemente superior a los que han llegado antes. Se pierden recursos, se pierde energía, se pierde tiempo; se pierde todo ingresando el doble de estudiantes para graduar la mitad. Y como por otro lado no podemos ceder en las exigencias y en el rigor del estudio y de los conocimientos, entonces tenemos que apretar en las exigencias para el ingreso en los cursos diurnos regulares de la universidad. Estos cursos y este tipo de estudiante tienen una importancia muy grande.
Hablábamos de que teníamos 200 000 en los niveles superiores; de ellos, más de 75 000, alrededor de 76 000, son los matriculados en los cursos diurnos, los que propiamente integran la FEU. Hay un número elevado que está en cursos vespertinos, otros en cursos por encuentro, otros en cursos dirigidos.
Es bueno aclarar algunas ideas, ya que ustedes estuvieron releyendo el material y las palabras que yo dije en el Primer Congreso, y algunos conceptos sobre la universalidad de la enseñanza universitaria.
La situación no es igual en cada una de las especialidades. Por ejemplo, la situación en Educación es ideal; desde el momento en que se creó la Licenciatura de Enseñanza Primaria, pues tenemos una posibilidad para casi 100 000 maestros primarios de hacer estudios superiores. Eso no nos perjudica en nada, esos serían licenciados si todos realizaran los estudios superiores, y después serían maestros primarios, pero con un nivel muy superior, con una licenciatura. Con las enfermeras: se ha creado la Licenciatura en Enfermería, las enfermeras pueden estudiar y estaríamos encantados de que un día todas las enfermeras fueran Licenciadas en Enfermería, habría una calidad de servicio muy superior.
Ahora bien, de ese número de estudiantes de 200 000, más de 70 000 son de Educación, son de los pedagógicos; eso no entraña preocupación, tienen el trabajo asegurado, cuando le sobren tiene una reserva para poder poner determinados miles de maestros a estudiar, como ya lo están haciendo, a superarse. En tecnología tenemos a más de 27 000 estudiantes; esa es una rama, una especialidad muy importante que todo país en desarrollo requiere. En Ciencias Médicas tenemos más de 17 000, no nos preocupa; ya decíamos, no hace mucho, que nadie sabe cuándo sobrarán médicos aquí, si tomamos en cuenta la demanda nacional y la creciente demanda internacional, la posibilidad de un médico en cada fábrica, en cada escuela, en cada barco, en cada comunidad campesina, etcétera, etcétera. Puede ser que del año 2000 en adelante se presente un exceso de médicos; bueno, entonces también se puede reducir el número de los que ingresen en la Facultad y dedicar las instalaciones a superar y recalificar a los médicos. Hay posibilidades; no nos preocupa que se gradúen muchos médicos. Economistas tenemos más de 16 000 estudiando, entre esos 200 000; ciencias agropecuarias, más de 15 000; ciencias naturales y matemáticas, alrededor de 8 000, etcétera.
¿Qué quiero decir con esto? Que en la enseñanza regular, que es el joven que ingresa directamente a estudiar estas especialidades, ahí el límite de los que ingresen puede crecer o puede disminuir. Yo pienso que en los años venideros no crezca, o crezca en proporciones mínimas; puede incluso decrecer, depende de las especialidades y de la demanda que el país y la colaboración internacional tengan. Los recursos son limitados, debemos dedicarnos a consolidar esta enseñanza; pero incluso puede decrecer.
No nos preocupa, repito, que por otros medios, otros cursos, todos los maestros se hagan licenciados en enseñanza primaria y todas las enfermeras se hagan licenciadas en enfermería.
Se han creado los cursos dirigidos. ¿Qué significa la idea de la universalización? Significa la oportunidad, y crear facilidades en la medida en que la sociedad disponga de recursos para que todo el mundo estudie sin límites.
Porque hemos dicho otra cosa: alguien quiere ser licenciado en historia y convertirse en un experto en historia; otro quiere estudiar filosofía; otro quiere estudiar otras materias, arte, etcétera. No significa, si él hizo ese estudio por estudios dirigidos, o quiso estudiar derecho o cualquier otra rama por una similar aunque en derecho hay que prestarle atención a los cursos regulares, y hay todo un programa para incrementar el rigor en los estudios de derecho, por las necesidades que tiene el país. Parece que cuando hicimos la reforma los estudiantes de derecho eran tantos que se les miraba así como demasiado numeroso, y en cierta forma como símbolo del derecho del pasado, y había que formar más ingenieros, más técnicos de alto nivel en ramas industriales, y así se fue descuidando el derecho. Y ahora descubrimos que en los tribunales, en las fiscalías, en todas partes, en las empresas, necesitamos buenos especialistas en ciencias jurídicas. Va a haber que prestarle alguna atención también, sobre todo a los cursos regulares de derecho.
Pero quería decir que la sociedad debe brindarle oportunidad de hacer estudios superiores tanto como le alcancen sus recursos. Ahora, lógicamente un médico ya no se puede formar en un curso dirigido, tiene que formarse en cursos diurnos, muy sistemáticos; un ingeniero es difícil que pueda formarse en curso dirigido; y así otras carreras universitarias. En la medida que el país pueda, por distintos tipos de cursos, debe dar oportunidad de estudiar: por encuentros, por vespertinos, etcétera, a cuantas personas sea posible. Estudiar es antes que nada un gran motivo de bienestar y satisfacción moral del ser humano.
Nosotros decíamos que si un tractorista se hace ingeniero, y quiere hacerse ingeniero, y la sociedad pudiera brindar la oportunidad de que se hiciera ingeniero mecánico, se debe tratar de dar esa facilidad. No significa que al tractorista le demos el cargo de ingeniero en una fábrica, él tendría que seguir en su tractor. No hablo de ahora, estoy hablando del futuro; hoy el tractorista se hace ingeniero e inmediatamente lo secuestran, porque hay mucha gente que necesita el ingeniero mecánico. No estoy hablando de ahora, no estoy hablando de los años pasados, con una gran escasez de técnicos universitarios en que fue necesario acudir a muchos recursos para lograr esos técnicos, sino estoy hablando en el futuro, y ese futuro lógicamente se va a presentar, en que el número de plazas de ingenieros en una fábrica, en un taller, esté limitado. Claro que si cada operador de combinada, de tractor, fuera ingeniero, sería mejor para la sociedad, y si la sociedad pudiera brindarle la oportunidad al tractorista de que se haga ingeniero, que se haga ingeniero, o alguien se haga economista o estudie cualquier otra de las muchas ramas. Yo planteo como una aspiración, que debe ser una aspiración de la sociedad, darle oportunidad a todo el que quiera realizar estudios superiores realizarlo; pero este principio es inconciliable con las plantillas y no significaría en cada caso el compromiso de asignarle tal tarea. Los maestros que están formándose en los pedagógicos, los médicos, los ingenieros van a tener por muchos años un trabajo asegurado en su profesión.
Ahora, tenemos que ser cuidadosos en el análisis de las matrículas, las estructuras de matrículas; sobre todo en los cursos diurnos regulares no llevar a un joven que pasó del bachillerato o pasó del Servicio a un curso diurno y que después no se le pueda garantizar un empleo de acuerdo con la especialidad que estudió. En eso tenemos que ser muy cuidadosos, y por lo tanto hay que separar aquellas que se consideran necesidades de la economía y de los servicios, y que en el futuro deberán nutrirse fundamentalmente de los estudiantes de los cursos regulares, de aquellos casos en que el deseo de superarse, el deseo de tener más conocimientos no esté relacionado con una necesidad de la economía o de los servicios. Y la idea que he defendido siempre es que, en la medida de lo posible, le demos oportunidad de realizar cuantos estudios el ciudadano quiera; pero debe entenderse con claridad hasta dónde llegan los compromisos de la sociedad en relación con la ubicación de ese ciudadano y que sí debemos tener especial cuidado con los estudiantes de los cursos regulares.
No es fácil, por otro lado, en el mundo de hoy decir con exactitud cuál es la necesidad matemática de especialistas, porque tenemos nuestras necesidades y nuestras propias necesidades son cambiantes, y tenemos las necesidades del mundo: la demanda de técnicos cubanos es creciente, la demanda de médicos en el extranjero es creciente. Nadie está en condiciones en estos momentos de decir cuántos necesitaremos exactamente de cada especialidad en el año 1995 ó en el año 2000, porque van surgiendo situaciones nuevas y creo que el país debe tener incluso una reserva de técnicos.
Pero es importante establecer cuáles son las obligaciones de la sociedad con los que estudian, los compromisos que puede hacer por necesidades de la economía y de los servicios del país, con el universo de personas que quieran estudiar, y me inclino por la idea que demos las mayores posibilidades al estudio, y por eso se han establecido precisamente los estudios dirigidos. No nos preocupa que los estudios dirigidos crezcan, no son muy costosos; pero yo creo que en relación con los cursos regulares diurnos, como regla, debemos consolidar lo que tenemos y analizar que es una situación distinta la del tractorista que es tractorista, que está trabajando, que quiera hacerse ingeniero, al del joven que ingrese en el instituto superior tecnológico. Si el operador de equipos, si el tractorista se hace ingeniero habrá que pagarle más porque seguramente los resultados de su trabajo serán superiores; es indiscutible que los conocimientos nunca sobran y ayuda extraordinariamente a la productividad.
Creo que es necesario esclarecer estos conceptos, porque los delegados y los estudiantes de las brigadas leyeron el discurso. Yo planteaba, incluso entonces, la aspiración de que llegáramos a 300 000 estudiantes en 1985, y realmente en las actuales circunstancias no creo que debamos aspirar a llegar a los 300 000 estudiantes en 1985. Creo que debemos mantenernos más o menos en este quinquenio en los niveles que tenemos ahora, no crecer más que lo que fuera imprescindible en los cursos diurnos, precisamente para evitar que se nos puedan producir excedentes de algunos de esos graduados, y podemos crecer en los cursos dirigidos si tenemos el personal docente y tenemos los recursos para ello; y, desde luego, debe prevalecer cada vez el principio del mérito en la ubicación de los graduados. Estoy absolutamente de acuerdo con el criterio planteado en el Congreso, de que el estudiante de más mérito, el estudiante más capaz, el estudiante con más cualidades, con mejor actitud política, revolucionaria, debe tener preferencia a la hora de la ubicación. Y esos problemas planteados en el Congreso es nuestro deber analizarlos y encontrarles solución.
De modo que la impresión general de todos los compañeros que han tenido alguna intervención, que han sido testigos del Congreso es muy buena, dicen que el Congreso ha estado muy bien organizado, que ha sido muy serio, que ha tenido una gran calidad.
Los problemas son nuevos, hay que encontrarles solución a estos nuevos problemas, hay que seguir avanzando. Y estoy seguro de que vamos a seguir avanzando.
Vamos a ver cómo se comporta el III Congreso, vamos a ver cómo se cumplen todos los acuerdos, y vamos a ver cuál es el saldo que tendremos dentro de cuatro años. Creo que los congresos de ustedes son cada cuatro años, ¿verdad? Quiere decir que en lo que hay cuatro congresos del Partido, hay cinco congresos de la FEU, ¿no es así? Está bien. Yo mientras pueda, y ustedes me inviten, trataré de seguir el resultado de los congresos (APLAUSOS PROLONGADOS).
Quiero decirles, compañeros y compañeras, que estamos muy satisfechos del Congreso, que estamos felices, que ha sido una oportunidad de ver los frutos del trabajo durante estos años, que merecen ustedes el reconocimiento de nuestro Partido y de nuestro pueblo, que merecen una felicitación calurosa, que merecen toda la confianza que tenemos en ustedes y todas las esperanzas que hemos puesto en ustedes.
Al llegar aquí hoy veíamos el entusiasmo de este acto, los veíamos llenos de vida. Sé que también están llenos de experiencias y que esas experiencias se enriquecerán cada vez más, que están llenos de conocimientos y esos conocimientos también se enriquecerán. Nos sentimos estimulados y premiados de ver una nueva generación como la que ustedes representan, que los problemas de nuestro país estarán en manos de hombres y mujeres como ustedes. Nos estimula ver el espíritu revolucionario de esta generación y nos llena de optimismo hacia el futuro.
Es mucho lo que hemos conquistado, es mucho lo que se ha logrado; pero nos alegra pensar que ustedes nunca se sentirán satisfechos con esos logros, que siempre trataran de alcanzar metas más altas.
En la noche de hoy ustedes han recordado a Mella, a Villena, a José Antonio Echevarría, han recordado a Frank País, Abel, al Che. Los han recordado con cariño, con respeto, con orgullo.
Si uno se remonta en el tiempo a pensar las experiencias que ellos tuvieron, la vida que tuvieron, lo que ellos conocieron, nos damos cuenta que cuando lucharon, cuando fundaron la Federación Estudiantil Universitaria, hace 60 años, un día corno hoy, ellos estaban llenos de sueños, llenos de esperanzas en un futuro. Ellos querían estas cosas, ellos querían estos resultados, y me viene a la mente un pensamiento de algo que nos ocurre a los revolucionarios.
A los revolucionarios se les ha acusado siempre de querer cosas imposibles, de querer cosas utópicas. A Martí lo acusaron una vez de soñador, y Martí respondió que los sueños de hoy serán las leyes del futuro. Se ha planteado por lo general que esas tareas eran irrealizables, eran imposibles; pero yo en mi vida de revolucionario puedo decir que lo que se alcanza está muchas veces por encima de los sueños (APLAUSOS). No sé qué soñaría Mella y qué soñaría Villena sobre el futuro de la patria, sobre el futuro de sus universidades, sobre el futuro de sus estudiantes y de su pueblo.
Pero si ya hoy nosotros hablamos de 40 centros universitarios, 200 000 estudiantes; si hablamos de este honor, de esta moral, de esta dignidad, de esta conciencia, de este espíritu de nuestros jóvenes de hoy y de lo que son capaces; y si hablamos de esta actitud y de esa respuesta total del 100% para cada tarea por difícil que sea, no sé si sus sueños habrían estado por debajo de estas realidades; es decir, no sé si estas realidades superaron a sus sueños. Pero sí estoy convencido de que todos esos heroicos combatientes, esos revolucionarios puros que ustedes han mencionado en la noche de hoy, se sentirían orgullosos de ustedes (APLAUSOS).
Consagremos por ello este excelente II Congreso de la FEU en su 60 aniversario, a la memoria de Julio Antonio Mella y a la de todos los héroes y mártires del estudiantado que salieron de las filas de los estudiantes, que salieron de las filas de nuestra extraordinaria y combativa juventud (APLAUSOS).
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos! (APLAUSOS)
(OVACION)