Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto de imposición de la Orden "Agostinho Neto", efectuado en el Palacio de la Revolución, el 9 de julio de 1992
Fecha:
Querido compañero Pablo Jorge;
Compañeros de la delegación angolana;
Compañeros cubanos:
Vivimos tiempos de grandes esfuerzos, de grandes responsabilidades, de grandes tensiones y en medio de ello hemos hecho un pequeño alto para reunirnos con la delegación de Angola y para recibir esta condecoración.
Como muy bien dijo Pablo Jorge, esta condecoración se otorga al pueblo cubano, a través de mi persona, por la solidaridad con el pueblo angolano. Es en este carácter que yo la recibo, en compañía de un grupo de compañeros que representan a los cientos de miles de cubanos que han pasado por Angola; un grupo pequeño, pero que simboliza el esfuerzo de nuestro trabajo de solidaridad con el hermano pueblo angolano.
Pienso, realmente, que la historia tendrá que recordar siempre estos años, esta época; la historia tendrá que recordar las relaciones entre Angola y Cuba como un verdadero ejemplo, no solo en la etapa de la lucha después de la independencia, sino en la etapa anterior, ya que nuestra solidaridad con Angola se extendió a lo largo de muchos años —creo que alrededor de 15 años—, desde que comenzaron las acciones por la independencia, y después, en un momento decisivo, se prolongaron por otros 15 años. Podía decirse que la solidaridad de Cuba y Angola, la amistad y los vínculos, se desarrollaron a lo largo de casi 30 años.
Creo que estamos viviendo un momento difícil para el movimiento revolucionario y el movimiento progresista en el mundo; pienso que estamos viviendo en una era de cobardía, de oportunismo, de entreguismo, pero como una etapa transitoria de la vida del hombre, y creo que todo ello resalta aún más el carácter de nuestras relaciones. No debemos arrepentirnos jamás de haber escrito una de las páginas más hermosas de la historia de la solidaridad entre los pueblos y de la solidaridad entre los revolucionarios.
Hoy el pueblo angolano está atravesando, igual que el pueblo cubano, una etapa difícil, cada uno de ellos dentro de las características especiales que corresponden a cada país: nosotros enfrentados aquí al imperialismo, en un momento en que ejerce una hegemonía unipolar, en un momento en que se considera dueño del mundo, en un momento en que ha desaparecido el campo socialista, en un momento en que ha desaparecido la Unión Soviética, condiciones en que parecía muy difícil poder resistir las embestidas del imperialismo. Angola está sufriendo también las mismas consecuencias de este mundo unipolar.
El imperialismo quisiera barrer a la Revolución Angolana del mismo modo que quisiera barrer a la Revolución Cubana. El imperialismo quisiera borrar las páginas de internacionalismo que hemos escrito juntos. Hará todo lo posible, con el apoyo de la reacción internacional, por desalojar al MPLA de la dirección de Angola; hará todo lo posible por subordinar las riquezas de Angola a sus intereses; hará todo lo posible por propiciar un viraje total de la historia y de la vida de Angola hacia una alianza, hacia una subordinación a la política imperialista. Por eso nosotros vemos con gran admiración el esfuerzo que actualmente desarrolla el gobierno de Angola, el MPLA y el pueblo de Angola.
Pudiéramos calificar esta etapa como la tercera lucha por la independencia. La primera fue la lucha contra el colonialismo, la segunda fue la lucha contra la agresión racista e imperialista, y ahora la lucha por preservar la paz, por preservar la independencia de Angola y por preservar las ideas, los principios y la Revolución en Angola, las ideas de la justicia social, las ideas —como decía Pablo Jorge— de un gobierno que representa los intereses de las capas humildes del pueblo. Por eso seguimos muy de cerca y con mucho interés esa lucha de ustedes.
En una conversación previa que tuvimos, le estuve preguntando mucho cómo marchaba todo, cómo se están desenvolviendo, cómo son las cosas allí, y me agradó ver la moral con que hablan, el espíritu con que hablan, el entusiasmo con que hablan, la unidad que preservan, la decisión de luchar en un nuevo terreno tal vez más difícil que el terreno militar, tal vez más difícil que la lucha contra el colonialismo, tal vez más difícil que la lucha contra la intervención extranjera, porque es la lucha en condiciones muy adversas, la lucha contra los planes imperialista para desalojar al MPLA de la dirección del gobierno, la lucha contra las técnicas sofisticadas de la propaganda imperialista, la lucha contra los recursos económicos del imperialismo, la lucha contra la mentira, la lucha contra la demagogia, que es, realmente, una lucha muy difícil; una lucha en que el país se ve dividido en numerosos partidos, en que las fuerzas se ven fragmentadas, en que aun en caso de triunfar —como seguramente triunfarán—, tendrían que enfrentarse a la reconstrucción del país en condiciones de división, en condiciones de oposición fuerte.
Ese camino que la vida, la historia y las circunstancias actuales obligaron a seguir al MPLA, es por ello, a mi juicio, el camino más difícil; sin embargo, tenemos la seguridad de que marcharán adelante porque representan lo mejor de la historia del país, las mejores tradiciones del país, el heroísmo del país, la lucha por la libertad, la lucha por la independencia, la lucha contra el apartheid, contra el racismo.
Y aunque haya gente confundida —y seguramente hay mucha gente confundida—, y aunque —como me explicaba Pablo Jorge— hay demagogia y hay las promesas de resolver problemas que no se van a resolver, lo cual confunde, ya que le atribuyen las dificultades presentes al partido que está en el poder, no se lo atribuyen a la guerra, a la agresión imperialista, a la agresión racista, a la destrucción causada por todas estas acciones, con una parte de la gente confundida, en un país donde todavía hay muchos que no saben leer ni escribir, este tipo de circunstancia puede ser adversa, desfavorable para una batalla electoral, también tenemos que tener presente los millones de angolanos que han luchado, los millones de angolanos que se han sacrificado, los cientos de miles de familias que han visto derramar la sangre de sus hijos, que han sido testigos de los crímenes que allí se cometieron, de las decenas y decenas de miles, tal vez cientos de miles de personas que fueron asesinadas, y que no olvidan todo lo que allí ocurrió; los millones de angolanos que no olvidan lo que significaron las invasiones y los crímenes de la Sudáfrica racista, que están unidos en torno al gobierno angolano y en torno al MPLA y que es lo que fundamenta la esperanza, la convicción y la confianza en el éxito que tienen hoy el MPLA y los dirigentes del MPLA.
Pero yo voy más lejos: digo que esas elecciones son, incluso, transitorias. Si la reacción, si la confusión, si la demagogia, si el engaño, si la ignorancia pudieran más que todos estos extraordinarios valores que representa el MPLA, y si ocurriera algún tipo de revés —que espero no ocurra—, sería siempre un revés transitorio, sería un revés reversible, porque esos valores, esas tradiciones, esas fuerzas que representa el MPLA no pueden ser destruidas y cualquier éxito frente a esos valores serían éxitos transitorios.
La Revolución Angolana vivió momentos mucho más difíciles, cuando eran un puñado de hombres organizándose en los bosques y en los campos; la Revolución Angolana vivió momentos muy difíciles, como en los días aquellos en que las tropas enemigas que avanzaban por el norte estaban en las puertas de la capital y las tropas que avanzaban por el sur estaban en las orillas del río Queve y aun al norte del Queve y, sin embargo, esos momentos tan difíciles fueron superados; la Revolución Angolana vivió momentos tan difíciles, como en los días de la batalla de Cuito Cuanavale, en que no se sabía cómo terminaría aquello, si en la conquista de Angola, la destrucción de Angola, la desintegración de Angola, y esos tiempos fueron superados. Por eso pienso que en esta tercera lucha por la independencia puede haber victorias y puede haber reveses; pero estoy seguro de que los reveses serían transitorios y la victoria será definitiva.
Parto de la convicción de que esa gran herencia histórica no puede ser destruida. Parto de la convicción de que los valores que en el pueblo de Angola sembró Agostinho Neto, sembró el MPLA, sembró José Eduardo dos Santos y han sembrado tantos dirigentes angolanos, no pueden ser destruidos, y que esos valores prevalecerán como prevalecerá nuestra amistad en cualquier circunstancia, como prevalecerá el ejemplo de lo que juntos hicimos, porque juntos —repito— escribimos una de las páginas más hermosas del internacionalismo.
Trato de recordar si en la historia de la humanidad hubo otra semejante y no la encuentro, y quién sabe cuánto tiempo pase antes de que otros dos pueblos puedan escribir las páginas que nosotros escribimos juntos.
Nos sentimos realmente orgullosos de lo que hicimos. Creo que en este momento resalta más que nunca el ejemplo que tuvo lugar, y me agrada ver cómo esas ideas, ese espíritu de lucha antiimperialista y de lucha en favor de la independencia nacional se mantienen vigentes en el pensamiento y en el corazón del MPLA y del pueblo angolano; del mismo modo que se mantienen vigentes en el pensamiento y en el corazón de nuestro pueblo, por difíciles que sean las circunstancias a las que nos enfrentamos, porque sabemos también que ahora estamos escribiendo una gran página de internacionalismo, resistiendo aquí a las puertas del imperio, cuando desaparecieron nuestros aliados, cuando claudicaron otros, capitularon y plegaron sus banderas.
Estoy consciente de que el pueblo cubano está escribiendo una extraordinaria página de heroísmo y una extraordinaria página de internacionalismo, porque son muchos los que albergan las más profundas esperanzas de que Cuba resista. Es el mensaje que recibimos de todas partes, son los estímulos que nos llegan desde todos los puntos cardinales de la Tierra: la esperanza de que seamos capaces de resistir hasta que pase este oscuro eclipse que hoy envuelve a la historia del hombre.
Era grato recordar aquellos días en que el movimiento revolucionario se presentaba poderoso en el mundo, en que la correlación de fuerzas avanzaba a favor de la revolución y del socialismo, y es triste compararlo con este momento en que la correlación de fuerzas es al revés y se ha inclinado a favor del imperialismo y de la reacción.
Es agradable saber que existimos pueblos, y muchos pueblos; y que existimos hombres, y muchos hombres dispuestos a resistir, dispuestos a perseverar, dispuestos a seguir luchando, y dispuestos a recuperar el lugar que les corresponde en el mundo a nuestras ideas.
Es satisfactorio pensar que hay pueblos con la valentía del pueblo angolano y del pueblo cubano, con la dignidad del pueblo angolano y del pueblo cubano, con el heroísmo del pueblo angolano y del pueblo cubano.
Es a través de esos sentimientos y de esas ideas que veo y reflexiono sobre este acto, sobre la entrega de esta condecoración que lleva el nombre glorioso de Agostinho Neto, con quien desarrollamos tan estrechas relaciones, al que tanto conocimos, al que tanto admiramos, al que tanto recordamos.
Una de las cualidades excepcionales de Agostinho Neto fue la firmeza revolucionaria, la defensa intransigente de los principios, la tenacidad en su lucha que lo llevó a la victoria. También estos valores, la lealtad a los principios, la intransigencia revolucionaria y la tenacidad nos llevarán a la victoria.
Muchas gracias.
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(APLAUSOS PROLONGADOS)