Carta de Juan Pablo II a Fidel Castro
Señor Presidente:
He recibido su atenta carta del día 10 de los corrientes, y le agradezco mucho los sentimientos que ha tenido a bien manifestar hacia mi persona y mi ministerio pastoral en la Iglesia y en el diálogo con los hombres y mujeres de buena voluntad.
Me han producido mucha alegría sus espontáneas y cercanas palabras, a través de las cuales expresa su satisfacción por haber conocido a tantas personas de la Iglesia católica después de las intensas jornadas de mi Viaje pastoral a Cuba en 1998, que recuerdo tan vivamente y en las cuales pude yo también encontrar y conocer aún mejor a los cubanos, gozar de su hospitalidad y ser testigo de sus ricos valores, a la vez que les dejaba un mensaje evangélico de esperanza.
Soy conocedor de los detalles relativos a la fundación de la Orden del Santísimo Salvador y Santa Brígida en Cuba. Como Usted recordará, otros Institutos y Congregaciones religiosas, masculinos y femeninos, quieren servir también, desde las enseñanzas del Evangelio, al noble pueblo cubano y es de desear que no esté lejano el momento en que ello pueda ser una feliz realidad, contando igualmente con la comprensión y el beneplácito de Vuestra Excelencia.
Pido a Dios que colme de sus bendiciones a todo ese querido pueblo, tan rico de cultura y tradiciones y con una profunda raíz cristiana plurisecular, para que camine siempre por las sendas de la verdadera libertad, del progreso material y espiritual, de la solidaridad y la justicia, pudiendo gozar todos del conveniente bienestar, de acuerdo con su dignidad inalienable.
Aprovecho esta oportunidad para renovarle, Señor Presidente, los sentimientos de mi más alta y distinguida consideración.
Vaticano, 22 de noviembre de 2002.
Joannes Paulus II