“(…) si nos acostumbrásemos a estar sin ruido y viviéramos un año sin ruido, sin claxon, y un día de la noche a la mañana aparecieran todos los ruidos, yo les aseguro que todo el mundo tiene que recluirse, porque entonces comprenderían la monstruosidad de lo que es el ruido infernal, el desasosiego con que se vive, lo que perjudica”.
Referencia al texto original:
Discurso pronunciado en la asamblea de la COA, celebrada en el Palacio de los Trabajadores, 30 de marzo de 1959