“El mundo marcha en una dirección todavía peor: la hegemonía política mundial por una superpotencia que muchas veces se ha excedido en el uso de la fuerza. Se pretende utilizar para ese hegemonismo, incluso, los propios mecanismos de las Naciones Unidas. Nunca como hoy fue tan importante proclamar y defender intransigentemente el principio de que la independencia y la soberanía de cada Estado son sagradas”.