Fidel
Soldado de las Ideas
Los retos y la capacidad para salir adelante, incluso en los contextos más difíciles, forman parte del encanto de la Revolución cubana, un proyecto que deberá renacer muchas veces, siempre fiel a la belleza, a su alma más pura. Este 1ro. de enero cumple 63 años de vida, cual ser humano con marcas y experiencias, heridas y sonrisas.
Aquella no fue una reunión cualquiera, una más entre muchas, sino todo lo contrario. Había demasiado en peligro, y las sensaciones no resultaban agradables, después del fracaso de la Huelga General Revolucionaria del nueve de abril de 1958.
La protagonista de esta historia nació entre lomas, en la Sierra Maestra, cuando Cuba era tristeza y dolor. Apenas pudo estudiar hasta cuarto grado y ayudaba a sus padres en el campo.
Los niños de mi generación crecimos con el sueño noble de verlo desde cerca, saludarlo, tocarlo y recibir uno de aquellos abrazos que veíamos por pantallas de televisores.
Conocimos las anécdotas de nuestros abuelos acerca del joven lleno de sueños que asaltó el cuartel Moncada, sufrió prisión, estuvo exiliado en México y volvió en un yate, junto a otros 81 corajudos, para subir hasta la Sierra Maestra y comenzar la guerra por la independencia.
Varios amigos nos narran algunos de sus momentos con Fidel en intercambios que solían tener el encanto de la pasión. Hablan de su entusiasmo, el diálogo, la capacidad para convertir sueños en realidades, con total conciencia de la importancia de la cultura como alma de la nación.
Subir al punto más alto de Cuba, a la cima del Pico Turquino, no es cosa de juego. Implica sacrificio y atrevimiento. Cada escalada tiene su historia, sus sensaciones más íntimas. Hacerlo significa mucho más que un hecho o metas individuales. Constituye un símbolo, un mensaje de voluntad y fidelidad a las esencias, de capacidad para vencer los obstáculos y seguir en el camino de los sueños.
AHÍ están sus nombres, los rostros, el dolor en las familias que no olvidan. Cada julio resuenan los disparos con algunas marcas todavía en la pared y en el alma de un pueblo. A veces mencionamos el hecho, lo evocamos con palabras, miramos alguna imagen… Ellos deberán ser siempre parte de nosotros.