Fidel
Soldado de las Ideas
Era la mañana de la Santa Ana… Santiago despertó entre tiros y tableteo de ametralladoras. La noche de carnaval había dado paso a un amanecer tenso, con olor a peligro y a esperanza. Asomados a las ventanas o a las puertas de sus casas, los vecinos de la que luego se ganaría a pulso el blasón de ciudad irredenta se preguntaban el porqué de la confusión y los disparos.
Rosa María lleva dos años sin jugar con sus nietos, sin verlos más allá de las pantallas. Su visa para viajar a los Estados Unidos, donde viven, venció a principios de 2019. El cierre de la embajada de ese país en Cuba, la limitación del movimiento internacional provocada por la COVID-19 y el paulatino incremento de las medidas restrictivas del gobierno norteamericano con respecto a la Isla, complejizan los trámites para obtener una nueva.
Casi 58 años después, Fidel repitió la ruta de la Caravana de la Libertad. Sus cenizas viajaron más de mil kilómetros en cinco días, pero esa vez de La Habana a Santiago. La caravana recorrió casi toda Cuba para darle la oportunidad a su gente de rendir un último homenaje al líder de la Revolución cubana. Sus primeros y últimos instantes fueron, de muchos modos, los más impactantes.
30 de noviembre de 2016, 7:00 am:
Entre los últimos días de noviembre y los primeros de diciembre de 1956 tuvo lugar una de las hazañas más admirables de las luchas revolucionarias en Cuba.
La pregunta ha estado latente desde el principio y en todo el camino hasta aquí: desde que empezó este suplemento y en cada una de sus páginas, desde que la muchacha de la portada se sentó frente a la computadora, desde que nueve estudiantes de Periodismo se reunieron en un aula de la Facultad de Comunicación para llenar la pizarra de ideas dispersas mientras se cuestionaban, una y otra vez, qué historias contar.