Fidel
Soldado de las Ideas
La Sierra, como sus mismos aguaceros interminables, le llovía en la memoria cada vez que, ya con más de 90 años, se balanceaba en el sillón de la sala y volvía a su época de clandestino y guerrillero. Felipe Guerra Matos «Guerrita», era el mismo hombre de entonces, a pesar de la piel gastada y los pasos más lentos. El tiempo no le había apagado la mirada suspicaz tras el cristal de los espejuelos que usó desde joven, y a su pensamiento acudían las remembranzas en bandadas presurosas.