Hernández, Ana

Hernández, Ana

Conversando con Fidel

En la madrugada del 26 de noviembre pasado se eclipsó la luna y las estrellas detuvieron su tintinear. Al filo de la una, me llegó la noticia de tu desaparición física, no daba créditos a lo que unos minutos después pude confirmar.

!Gracias por tanto Fidel!

Cuando el sol se empinaba por encima de las elevaciones de la Sierra Maestra ya estaba con él. En la puerta del cementerio Santa Ifigenia me ofrecían las mejores flores. Las que escogí fueron cinco rosas rojas… cinco como las puntas de la estrella solitaria que resplandece en la digna bandera por la que tanto luchó. Cinco rosas rojas, y en ellas, toda mi gratitud y la de otros no menos agradecidos que me pidieron lo hiciera por ellos.