A la distancia de casi 60 años, aún recuerdo con nitidez que ni los mismos participantes en aquel encuentro que se celebró los días 16, 23 y 30 de junio de 1961, en el Salón de Actos de la Biblioteca Nacional, nos percatamos suficientemente del alcance histórico que el mismo tendría, porque sin dudas fue un hecho sin precedentes en la historia de Cuba y América.
Tras los sucesos del Moncada, Fidel se convirtió en el líder indiscutible de la juventud cubana. Luego del 30 de Noviembre y el 2 de Diciembre, el Movimiento 26 de Julio pasó a ser el principal centro político de la oposición a Batista. En la zona oriental del país, en cierta forma, lo era incluso desde antes, sólo que ahora podíamos promover y materializar una acción popular en gran escala.
Con certeza puedo afirmar que mi vida está dividida en dos etapas fundamentales: antes y después de conocer a Fidel Castro. Eso ocurrió primero por referencias y más tarde personalmente, acrecentándose en la medida en que yo podía constatar las cualidades personales, extraordinaria inteligencia, firme voluntad para enfrentar con sabiduría las situaciones más complejas y la gran nobleza y solidaridad de Fidel con sus compañeros de luchas e ideales, que no era más que otra forma de expresión de su infinito amor a su pueblo
El 26 de julio de 1953 el país se estremeció con los heroicos sucesos del Moncada. Aquel domingo histórico nos enteramos de la noticia en horas de la mañana. Mi hermano Enrique y yo empezamos a indagar por todas las vías posibles acerca de lo ocurrido. Las versiones iniciales hablaban del alzamiento de una parte del Ejército contra Batista, pero ya a las dos o las tres de la tarde, un dirigente de la Juventud Ortodoxa me llamó para informarme de que Fidel era el jefe del asalto.
Antes de que se implementara la sangrienta dictadura en marzo de 1952 sobre mi patria, ya Fidel Castro era una figura conocida en los medios juveniles y estudiantiles; sobresalía por sus luchas en el ámbito de la Universidad de La Habana y su protagonismo en las filas del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), que había fundado Eduardo Chibás para revertir la terrible corrupción que imperaba en aquella república mutilada.
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