De sus asuntos, camarada Castro,
yo no lo vaya distraer.
Pero recuerdo con frecuencia el rastro
de un guerrillero de alto y robusto ver.
Saludos de mi padre y los parientes
de su destacamento nos traía.
Y nuestra choza encorvada y crujiente
era muy estrecha para la alegría.
Me permitía andar con el cerrojo.
me acariciaba con la ruda mano.
i Había oculto en sus cansados ojos
cuánto cariño paternal y humano!
Me cubría con su chaqueta armada del aroma del robledal
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