Desde los huesos y la sangre
que forman la entera sustancia de tu suelo,
desde esa profundidad de historia y sueño,
isla mía, desde tus cicatrices
y tu angustia; desde las entrañas
en carne viva del pueblo, desde su agonía,
emergieron estos hijos tuyos,
con barbas como raíces que hasta el rostro llegaron
ascendiendo en lenta, segura trayectoria
desde el tiempo y la pólvora,
trepando por las venas desde la tierra amarga
sacudida de cóleras;
Plaza de la Revolución, arena
tibia que un mar humano invade:
golpea su oleaje, el ímpetu
no cesa. Las banderas desfilan
y es el futuro que ondea
en este viento fundador,
en este viento que levanta gritos y cabellos,
que agita consignas y sombreros y sonrisas.
Los olores navegan como las voces
en esta ondulante masa que se nutre
de sí misma, y que abre todo el espacio de la tarde
a su avance de tempestad serena.
El sol se refleja en la piel numerosa,
En todo el mundo, en voces de alegría
se oye un nombre de Cuba que en los labios florece.
Lo alzan quienes trocaron un perenne anochece
por el radiante despertar del día.
El eco de ese nombre que entre los hombres crece
como crecen los días en la costa bravía,
es también porque orienta hacia la exacta vía
del mundo de justicia que ya en Cuba amanece.
Oligarcas del Norte odian todo hombre puro
que luche junto al pueblo en el combate duro,
Español
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