La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, acababa de adoptar una decisión valiente: otorgar al pueblo heroico de Palestina el derecho a participar como miembro activo en la UNESCO; 107 estados votaron a favor, 14 en contra, 52 se abstuvieron de votar. Todos conocemos perfectamente por qué.
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Por la mente del fundador del olimpismo no pasaba el deporte tarifado ni el mercado de atletas. Ese fue también el noble objetivo de la Revolución cubana, lo cual implicaba el deber de promover tanto el deporte como la salud, la educación, la ciencia, la cultura y el arte, que fueron siempre principios irrenunciables de la Revolución.
Cualquier persona honesta capaz de observar con objetividad los acontecimientos, puede apreciar la peligrosidad del conjunto de hechos cínicos y brutales que caracterizan la política de Estados Unidos, y explican la bochornosa soledad de ese país en el debate de Naciones Unidas sobre la “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba”.
Cuando llegó la hora de la votación, dos países se ausentaron: Libia y Suecia; tres se abstuvieron: Islas Marshall, Micronesia y Palau; dos votaron en contra: Estados Unidos e Israel. Sumados los que votaron en contra, se abstuvieron, o se ausentaron: Estados Unidos, con 313 millones de habitantes; Israel, con 7,4 millones; Suecia, con 9,1 millones; Libia, con 6,5 millones; Islas Marshall, con 67.1 mil; Micronesia, 106.8...
Hace algo más de ocho meses, el 21 de febrero del presente año, afirmé con plena convicción: “El plan de la OTAN es ocupar Libia”. Bajo ese título abordé por primera vez el tema en una Reflexión cuyo contenido parecía fruto de la fantasía. Incluyo en estas líneas los elementos de juicio que me llevaron a esa conclusión.
La OTAN asumió ese papel represivo global tan pronto la URSS, que había servido a Estados Unidos de pretexto para crearla, dejó de existir. Su criminal propósito se hizo patente en Serbia, un país de origen eslavo, cuyo pueblo tan heroicamente luchó contra las tropas nazis en la Segunda Guerra Mundial.
Existe por fortuna la otra Venezuela, la de Bolívar y Miranda, la de Sucre y una legión de jefes y pensadores brillantes que fueron capaces de concebir la gran patria latinoamericana de la cual nos sentimos parte y por la que hemos resistido más de medio siglo de agresiones y bloqueos.
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